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El Límite De Los Límites
El Límite De Los Límites
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Libro electrónico174 páginas2 horas

El Límite De Los Límites

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En la Cordillera Andina, en medio al confronto civil que transformó Colombia, dos mujeres se preparan para dominar el narcotráfico usando todos los medios que se les era permitido. Dolores le ha dicho una vez: Com um arma en manos, somos como ellos . Carmina seguió las enseñanzas de su maestra, buscando venganza munida de su vieja Winchester.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento23 ene 2022
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    El Límite De Los Límites - R.r.syrius

    Todos Los derechos de publicación reservados

    El Límite de Los Límites

    R.R. Syrio

    En su lecho de muerte, el escritor y filósofo francés Voltaire pronunció sus últimas palabras cuando se le preguntó si renunció a Satanás durante la extremaunción:

    Ahora no es el momento de hacer enemigos, ¿verdad Padre?

    Los límites también requieren límites ...

    Puerto de São Pedro de Cima, Galicia, abril

    1991

    Un fuerte olor a pólvora acompañó al humo negro.  El silencio absoluto transformó el ambiente de Porto Romero.  Tumbada en el suelo, gravemente herida, vio uno de los pares de sus clásicos zapatos Chanel junto al coche cuyas ventanas se habían roto por el maremoto.  La explosión había alcanzado gran parte del puerto y los barcos cargados de combustible estallaron sucesivamente, liberando un humo negro que llenó la atmósfera, convirtiendo el día en una noche oscura como boca de lobo.  Los gritos y gemidos que aumentaban gradualmente en volumen junto con un silbido agudo la aterrorizaban.  Observó pasivamente a alguien correr con un brazo desgarrado.  El caos, la guerra, el horror de una batalla entre cadáveres y fuego, no lo habían asustado lo suficiente.  Había visto escenas más impactantes cuando vivía en las Cordilleras Centrales, algunas incluso provocadas por ella misma.

    Trató de levantarse y recordar quién era y qué hacía allí ... en vano.  Un olor a carne asada invadió la atmosfera.  Era un cuerpo en llamas que ardía a su lado.  Trató de escapar de esa escena macabra arrastrándose por el suelo abrasador del puerto.  Finalmente se puso de pie con gran dificultad.  Notó una fractura abierta en su antebrazo.  El dolor de la piel sometida al calor era tal que enmascaraba el dolor de la fractura.  Se alejó de los cuerpos en llamas hasta que, finalmente, llegó al agua de una cisterna en la que sumergió el cuerpo.

    - Hernán - dijo en voz baja - ¡Ya estoy muerta!  - Completado con un susurro doloroso que le costó sus últimas fuerzas.

    Cap 2

    Las últimas palabras de Joan Crawford fueron dirigidas a su ama de llaves que estaba recitando uma oración em voz alta:

    Maldita sea ... no te atrevas a pedirle a Dios que me ayude.

    Departamento de Antioquia, Colombia

    Ciudad de Sonson

    1950

    Hoy es el día de la Primera Comunión de Marianito.  La familia se reunirá em la puerta de la pequeña iglesia del pueblo después de la ceremonia y caminará hasta la casa de Nacha para uma celebración sencilla.

    Será la primera vez que verá a Diego después del evento.

    ¿Qué le voy a decir?  pensó mientras ataba el cordón de uno de los zapatos de los niños.

    - ¡Niño, detente!  - regañó al hermano Jaimito que persistió tirando uma peonza al piso de barro de la casita de adobe.

    Solía vestirse antes que los niños, así que no se ensuciaba la ropa de fiesta mientras se preparaba.  Cuatro hermanos menores a los que cuidaba desde la muerte de su madre hacía cinco años.

    Dios nos da el frío según la manta, decía Nacha cada vez que la visitaba com um puñado de frijoles envueltos em papel y harina de maíz em uma cazuela de barro.  Nacha esperaba a que Carmina vaciara la comida em uma caja de cartón debajo de um precario fregadero de piedra junto al fogón de leña, para llevarse el papel y la olla cuando regresara a su cómoda vida.

    La casa de barro no tenía electricidad, agua corriente, ni alcantarillado. El hoyo estaba a pocos metros de la casa.

    La ciudad era parte del departamento de Antioquia y aunque los habitantes decían que vivían em Sonsón, el pueblo estaba lejos de la ciudad y la casa que Carmina compartía com sus hermanos estaba más lejos del pueblo todavia, en la Cordillera Central, um lugar olvidado. Por las autoridades públicas, por el mundo, por Dios ...

    Nacha era la hermana de su fallecida madre, la única persona com la que Carmina podía contar para criar a sus cuatro hermanos y a si.  Jaimito y Eva eran los gemelos cuyo nacimiento, que duró treinta y seis horas, había sido la causa de la muerte de su madre.

    No tuvo tiempo de pensar em lo que le diría a Diego, estaba, como siempre, muy ocupada, esta vez preparando a los niños para la comunión de su hermano.

    Llevaba su único traje de fiesta que había sido hecho com los restos del viejo vestido de novia de su madre.  El tecido, um lino viejo, se encontraba ya bastante amarillo, más de lo habitual.  El encaje se deshizo em algunas partes del hombro y el dobladillo.

    - ¡Vamos niños! - Gritó, mientras agarraba las manos de los gemelos, vestidos de domingo, aunque precariamente calzados.  El único buen zapato de la casa lo llevaba Marianito, quien era la figura más importante de la jornada, él lo dejó claro cuando apareció, com pose de rey, por detrás del telón que separaba las dos habitaciones de la casa metido en um traje azul descolorido, en pantalones cortos, que había sido usado por su padre cuando era niño, dos tallas más pequeñas de lo que le convendría, calcetines que deberían haber sido blancos - de hecho estarian blancos en la fotografía em blanco y negro - cubrian toda su pantorrilla, saliendo de um par de zapatos mucho más grande que sus pies.  Pedro, mayor que Jaime, Eva y Mariano, vestía unas zapatillas tan gastadas que Carmina, al atarse uno de los cordones, lo rompió y tuvo que terminar com um doble nudo em lugar de um lazo.  Eva llevaba um vestido de flores que Nacha había comprado uma semana antes y unas sandalias de lona que cubrían los pies rojos de polvo.  Para bañarse, por regla general, los cuatro hermanos caminaban 10 kilómetros uma vez a la semana.  Los otros días, el agua del pozo que irrigaba la plantación llenaba uma tina donde todos se bañaban em la misma agua y se secaban com el mismo trapo.

    Carmina salió hacia la pequeña iglesia, quitando tierra del camino, tiñéndose aún más la ropa de marrón.

    - El padre Honório no te permitirá entrar a la iglesia si sigue pateando la tierra y levantando polvo – dijo Carmina, la hermana mayor de Pedro que caminaba com rabia al ver a Marianito usar los zapatos que calzaba durante la semana em el Colegio Militar donde si requería uma cierta alineación.

    El próprio coronel le trajo esos zapatos a casa em um día lo cual Carmina preferiría olvidar.  Le dio algunos billetes de dinero enrollados para que le permitiera tocarla allí.  El viejo coronel era conocido por su perversión hacia las adolescentes.  Ella aceptó.  ¿Qué opción tenía si no obedecer?

    Cuando llegaron a la pequeña iglesia de la aldea en las afueras de Sonzón, algunos niños se quedaron em uma sola cola en el umbral de la capilla, esperando la señal para entrar al altar y tomar la comunión por primera vez.  Carmina puso a Marianito al final de la cola y le advirtió:

    - ¡Compórtate!  Entraré com tus hermanos.

    Nacha los vio y les hizo um gesto com la mano para que se sentaran a su lado dentro de la iglesia, y tan pronto como Carmina se sentó, escuchó um susurro airado:

    - ¡Has tardado!  - se quejó Nacha – El padre Honório vino a contar a los niños y preguntó si Marianito llegaba tarde.  ¿Dónde está tu mantilla?

    - Lo siento madrina, tuve que vestir a los niños y olvidé traerla.

    - Carmina, querida, ¿cómo puedo confiar em ti para cuidar a los niños, si ni siquiera recuerdas tus obligaciones com Dios?  - regañó Nacha irónicamente.

    Carmina sintió en esse momento uma mezcla de culpa y autocompasión.  A los catorce años se hizo cargo de la casa, la pequeña plantación de maíz y sus cuatro hermanos, poco después de la muerte de su madre estuvo a cargo, com tan solo nueve años al cuidado de las provisiones de la familia. Su padre, aprovechando el éxodo colombiano, se dirigió a Bogotá uma vez que el departamento de Antioquia dejó de ser sinónimo de riqueza, a mediados de 1945, dejando a la madre embarazada cuya muerte após el parto condenó a la pequeña al deber de hacerse cargo de dos recién nacidos. ., um hermano de 6 años, Pedro com 8 años y la granja que les servía de comida.  Los hermanos también comenzaron temprano en la siembra.  Incluso los gemelos ya ayudaron com la cosecha.

    Sin embargo, esta era la única vida que conocía, por lo que, arrodillada en el piso de cemento de la pequeña iglesia, agradeció a Dios, como su madre le había enseñado em la infancia, por el privilegio de poder comerse su propia cosecha de maíz en el campo em forma de harina que la tía traía molida y frijoles uma vez a la semana.  Después de la oración, que dijo com los ojos entrecerrados, volvió a sentarse junto a su tía.  Los niños se portaban muy bien frente a Nacha, uma mujer de 50 años que estaba orgullosa de su metro ochenta y su sobrepeso.  La tía había tenido más suerte que su hermana María, la madre de Carmina, pues se había casado a los diecisiete años com Carlos Torres Rojas, el responsable de las industrias textiles más importantes de Medellín.  Aunque su esposo había fallecido tres años después de la boda, por causas naturales debido a su avanzada edad, la tía Nacha se sumó a la lista de personalidades de la región como parte de la familia Torres Rojas.  A ella le gustaba presumir de ello, aunque la outra parte de su familia, que estaba formada por Carmina y sus cuatro hermanos, era uma obligación aburrida que, por imposición social, tenía que asumir.  Sin hijos, la tía dictaba la educación de los niños, especialmente los varones.  Gracias a su influencia, Pedro estudiaba en el Colegio Militar mientras Marianito en la escuela parroquial, requisito previo para el seminario de la capital.  Sin embargo, Jaimito, por su edad, no asistia al Colegio, aunque Nacha ya le estaba articulando una plaza en el Colegio Militar.  Las mujeres no tenían derecho a estudiar y Carmina apenas podía escribir su próprio nombre.  Nunca tuvo tiempo para estas tonterías, como llamaban sus padres al estudio para niñas.  ¿De qué le serviría um diploma?  ¿Acaso alguien la contrataría para um trabajo que no fuera doméstico?

    - ¡Pérdida de tiempo!  - había dicho su padre cuando ella, animada por Ángeles, la maestra de la única escuela primaria de la región, inventó de aprender a leer.

    - ¿Te vas a comer los libros por casualidad?  ¡Um esposo es todo lo que necesitas, aprende a plantar, cosechar, cocinar y parir hombres!  - Dijo el padre cerrando el tema em uma noche olvidada em um pasado de abandono y explotación.

    Carmina mira inquieta la puerta de la iglesia, una y outra vez.  La tía tira de su brazo com fuerza;  ella siente um sobresalto.

    - ¿Qué tienes, niña?

    -Estoy cuidando a Marianito, no quiero que se ensucie -  mintió descaradamente.

    A escondidas, Carmina buscaba a Diego y cuando él entró em la capilla del brazo de su madre, ella se volvió rápidamente hacia el altar, disimulando sus ojos de reojo.  Uma sensación de calor la invadió y el miedo a sonrojarse la hizo cerrar los ojos.

    ¿Por qué no me acordé de la mantilla? Me preguntó mentalmente.

    El Padre Honório entra acompañado de dos monaguillos y algunas feligresas.  Toda una misa em latín en un pueblo donde la población apenas hablaba español.  Muchos pertenecían a la tribu Emberá-Chamí o eran descendientes que llegaban a la ciudad em busca de trabajo, pasando de primitivos a campesinos, viendo la interminable predicación cristiana con

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