Entre Sueños de Vidas y Muerte
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Es 15 de julio del 2016 y ha habido un intento de golpe de estado militar, con una frustrada movilización armada. Por parte de algunas de las facciones de las fuerzas armadas de Turquía, con el fin de derrocar al presidente Recep Tayyip.
Andry que se encontraba en la zona de los enfrentamientos, resulta gravemente herido y muere a causa de las heridas.
Aleksandra acaba de perder a su marido Iván y presencia el caos en las calles de Estambul.
Valentyna, única hija de Andry y Oxana, se marchó un día de su ciudad natal para vivir su vida, experimentando con otras culturas, cumpliendo su sueño al poder visitar monumentos, museos y estudiar pintura.
Ahora debe regresar a la ciudad Turca para apoyar a su madre en la triste despedida.
María Casquero Revilla
Procedente de Salamanca, cursó estudios en la Universidad de su ciudad natal:«de Derecho, Relaciones Laborales y varios postgrados en Dirección de Recursos Humanos, Asesoría Laboral y Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales. Realizando posteriormente una diversa y amplia formación a distancia, en especial en temas relacionados con el Turismo, las Relaciones Internacionales, Integración Social e Igualdad de género». Ha trabajado en diversos sectores, entre ellos la Formación de Adultos. Viajera incansable, con el privilegio de conocer otras culturas. Siempre con la inquietud de plasmar sus historias y lograr que el lector viaje con ella. «Entre Sueños de Vidas y Muerte» es su primera novela publicada, aunque también ha escrito numerosos relatos y poesía.
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Entre Sueños de Vidas y Muerte - María Casquero Revilla
CAPÍTULO I
EN EL FIN ESTÁ EL PRINCIPIO
«Lo que dejamos atrás y lo que tenemos por delante son asuntos diminutos comparados con lo que tenemos en nuestro interior» (Ralph Waldo Emerson).
Cae la tarde, con un cielo plomizo de oscuras nubes. Aleksandra está sentada en su mecedora de roble, sumida en nostalgia y con los ojos inundados de lágrimas.
Recuerda mientras pasa las páginas de un viejo álbum de fotos. Han sido ochenta y ocho intensos años de convulsas vivencias, reflejadas en los surcos de su frente y en los plateados cabellos de las sienes.
Hace unas horas que ha tenido que despedir a Iván, el amor y compañero de toda una vida. Ya no podrá abrazarlo de nuevo ni mirar en la cueva profunda de sus ojos negros.
La muerte ha separado los banales cuerpos físicos, pero el amor siempre permanecerá marcado a fuego en cada poro de su piel.
Fue una existencia entera, en la que no pudieron tener hijos, solo se tenían el uno al otro.
Cuenta con la amistad incondicional de sus vecinos: Oxana y Andry, con los que ha compartido mucho aprendizaje y vivencias en los últimos años.
Pasó la noche en vela y envuelta en sudor, deseando que llegase la aurora para salir a respirar el primer soplo de aire fresco en un nuevo día.
Hace tiempo que vive en Turquía, cerca del Bósforo. Le encanta caminar por su puente, observando los barcos turísticos que cruzan, comentando siempre el punto de unión entre Europa (Ortakäy) y Asia (Beylerbeyi).
Hoy es 15 de julio de 2016 y no parece una jornada cualquiera, hay mucho revuelo en los alrededores. Un grupo de soldados ha tomado el puente, que está bloqueado parcialmente, con el acceso limitado y un aturdidor sonido de sirenas de policías y ambulancias.
Muchos curiosos se agolpan alrededor de las vallas y algunas mujeres gritan con horror. Aleksandra se ha quedado parada observando, como si estuviera en medio de una película de cine.
Es un día muy caluroso y los rayos de sol se filtran a través de su camisa blanca, con una sensación de quemazón en la espalda.
Un grupo de exaltados corren e, incluso, han llegado los políticos de turno aprovechando para hacerse la foto de rigor, mientras la policía intenta dispersar el tumulto sin conseguirlo. Entre empujones y confusión, intentan hacerse paso los equipos sanitarios, las camillas llevan muertos y personas heridas con miembros arrancados de raíz.
La sangre está por todas partes y se escuchan estruendos en medio de la confusión de enfrentamientos entre civiles y militares.
Han empezado a bombardear edificios gubernamentales, entre los que ya arde la Asamblea Nacional. Se está llevando a cabo un intento de golpe de Estado militar con frustrada movilización armada. Aleksandra escucha comentar que comenzó la noche anterior en Ankara por parte de algunas facciones dentro de las Fuerzas Armadas de Turquía, con el fin de derrocar al presidente Recep Tayyip Erdoğan y al Gobierno del primer ministro Binali Yildirim.
Es el quinto golpe organizado por el Ejército turco desde 1923. La relación entre el Gobierno del AKP y el Ejército ha sido demasiado compleja desde que se logró tener un presidente electo por los ciudadanos. Las Fuerzas Armadas se han considerado históricamente protectoras del legado laicista de Mustafá Kemal Atatürk, fundador de la República, se oponen a las ideas islamistas y conservadoras representadas por el AKP.
El Gobierno de Erdoğan ha sido acusado en multitud de ocasiones de avanzar hacia la concentración de todo el poder político del país en sus manos, manifestando interés por ejercer una presidencia activa y no ceremonial. Pero todas sus ideas e intentos son categóricamente rechazados.
En abril, se filtraron los Archivos Pelícano, donde se manifestaban diferencias notables entre Erdoğan y su primer ministro, que, en paralelo a todos los problemas políticos ya existentes procedentes de la Primavera Árabe, han impactado de forma nefasta en Turquía.
La llegada de refugiados procedentes de Iraq y Siria ha contribuido a caldear más el caldo de cultivo que se estaba fraguando, para que unos y otros lancen reproches sin un ápice de sentido común.
Aleksandra escuchó las noticias dos días antes, en las que se informaba de dar a los soldados turcos inmunidad judicial. Para participar en operaciones de seguridad interna, ya se dio cuenta de que eso tendría graves consecuencias.
Hasta el momento, ningún oficial o político se ha manifestado como líder responsable de las acciones, sin embargo, en el transcurso de la mañana, se producen los primeros arrestos y hay muchos generales sospechosos.
En medio del caos y la conmoción, mientras Aleksandra vuelve a casa para intentar tranquilizarse y tomar una taza de té, encuentra a Oxana desorientada e inmersa en un ataque de pánico, porque no localiza a Andry por ningún lado.
Las siguientes horas pasan lentas y sin noticias mientras la angustia va incrementando. No saben dónde acudir y es difícil mantener la calma. Llega la noche y permanecen juntas en silencio, sentadas al lado del teléfono.
Después de la larga oscuridad, amanece por fin un 16 de julio, han pasado ya casi doce horas desde el inicio de los enfrentamientos y comienzan a hacer balance en las noticias de las consecuencias por las revueltas.
Hay una lista de doscientos sesenta y cinco muertos y seguirá subiendo con los heridos de diversa consideración que superan los mil cuatrocientos cuarenta.
Todos los miembros de la comunidad internacional están reaccionando con el máximo rechazo y condena. Se deben depurar responsabilidades entre militares y jueces que serán removidos de sus cargos. En las principales ciudades de todo el país, se están llevando a cabo manifestaciones, con reivindicaciones de índole política.
Entrada la mañana del 16 de julio, suena el teléfono en casa de Oxana y le comunican que Andry fue herido entre la multitud al producirse las revueltas.
Se encuentra grave en el hospital Hisar Intercontinental, donde han derivado a muchos heridos en medio del caos.
Su estado es crítico y han tenido que amputar las dos piernas. Los médicos no son nada optimistas y tienen pocas esperanzas de que sobreviva.
Entre la fuerte conmoción, consiguen coger un taxi sin perder un minuto hacia el hospital.
A su llegada, solo permiten el paso a Oxana para verlo a través del cristal de la UCI. La angustia le presiona el pecho y no deja que afloren las lágrimas.
Tendrán que permanecer en la sala de espera saturada de gente hasta que puedan darles alguna novedad del parte médico.
Aleksandra aprieta fuertemente la mano de su amiga y, con la voz entrecortada, intenta infundir ánimo, aunque sabe que la situación es bastante complicada.
Alrededor de media hora más tarde, informan que ha entrado en paro cardiaco y se funden en un abrazo interminable con terrible desconsuelo.
Oxana consigue reaccionar y pide a Aleksandra que llame a su hija Valentyna para contarle la situación.
Ya no podrá llegar a tiempo para despedirle con vida, pero la necesita más que nunca a su lado.
Después de varios intentos por conseguir comunicar, escucha una voz que contesta la llamada desde la capital de España.
CAPÍTULO II
IVÁN Y ALEKSANDRA
«No llores, no te eches en los brazos de la indignación. Comprende» (Baruch Spinoza).
Iván es un alto y atractivo joven con rasgos morenos que está haciendo un gran esfuerzo por hacerse entender en inglés, porque su nivel es mínimo al no acudir el tiempo que le hubiese gustado al colegio.
Después de morir su padre, tras una complicada enfermedad de corazón, siendo aún muy niño, tuvo que ayudar a su madre y hermanas en la economía familiar para no morir de hambre.
Vivían en la calle adyacente de Sofiivska, la cual continuaba hasta la gran ciudad, donde estaba una de las tres puertas para acceder al viejo Kiev.
Eran las doce de la mañana de un caluroso lunes en julio, se celebraba junto a correos una de las numerosas manifestaciones que solían sucederse cada semana.
Caminaba por la plaza de la Independencia Maidán, de la calle Jreshchátyk, en el centro de Kiev, cruzó su mirada con una chica de enormes ojos verdes y delgada silueta que le dejó impactado con su sonrisa.
Pasaron años hasta que volvieron a encontrarse, una fría mañana de octubre, en el mercado de Besarabsky, al que Iván solía acudir una vez por semana para comprar productos frescos que llevar a casa y volvieron a mirarse tímidamente.
Iván se armó de valor para entablar una conversación con Aleksandra, lo que hizo enrojecer sus mejillas.
El comerciante de fruta observó la escena y sonrió dejando a la vista unos dientes descolocados y negros.
No podía dejar de pensar en esa chica y tenía que hacer algo para conocerla. Comenzó a ir más asiduamente por el mercado, aunque no necesitara comprar, hasta que volvió a coincidir y le ofreció ayuda para llevar las bolsas.
Aleksandra no supo qué decir sin ser descortés y, una vez en la calle, le mintió diciendo que estaba esperando a su madre y no podía verla acompañada por un chico desconocido.
Cabizbajo y triste, caminó pensando que nunca le iba a hacer caso. No había estado con mujeres antes y no sabía como actuar para conquistarla.
Su hermana pequeña Gretel, una joven físicamente poco agraciada, que vestía de manera alternativa con amplias camisetas desgastadas y que tenía mucha imaginación, vio la tristeza reflejada en sus ojos e insistió para qué le contará lo que le pasaba.
Al principio, Iván fue reticente, pero después describió la ilusión y fantasía que tenía con una chica que ni siquiera conocía.
Gretel pensó en urdir alguna estrategia en la que haría de mediadora para que se conocieran. A partir de ese momento, sería ella quien iría al mercado de Besarabsky para intentar hablar con Aleksandra, ganarse su confianza y propiciar el encuentro entre ambos.
Él no estaba de acuerdo con los planes de su hermana, pero no tenía otra idea mejor. Así que optó por dejar que los llevará a cabo.
El primer contacto entre las chicas pareció fortuito y hubo gran afinidad entre ambas. Aleksandra no tenía apenas amigas y se alegró de poder llegar a tener una nueva.
Quedaron al día siguiente por la tarde para tomar una taza de té cerca de la plaza Bessarabska y las horas pasaron rápido entre risas y confidencias.
Durante algunas semanas más, se encontraron cada tarde y empezó a fraguarse una sincera amistad.
Gretel había olvidado el motivo por el que se acercó la primera vez para conocer a Aleksandra, pero ahora debía confesárselo y asumir que se enfadase.
Curiosamente, no se lo tomó mal, incluso le pareció gracioso ante la sorpresa de Gretel.
Para el sábado, el pronóstico del tiempo era soleado e iban a organizar una merienda en Mariinsky Park, cruzando el puente y subiendo a la tirolesa mientras contemplaban la ciudad.
La madre de Gretel preparó una gran cesta llena de viandas, fueron por la mañana y después pasó Iván para recogerlas en el camino de vuelta a casa y comió con ellas.
Aleksandra sintió curiosidad por el moreno chico de profundos ojos y mirada un tanto pícara y las siguientes tardes no le importó que los acompañara en sus paseos.
Iván dejó a Gretel en casa y acompañó a Aleksandra hasta el portal. Era de noche cuando se despidieron y, sin apenas darse cuenta, se habían fundido en un intenso beso.
La amistad fue dando paso a una historia de amor en la que cada vez estaban más tiempo juntos sin la compañía de Gretel.