SAVA SAVANOVIĆ
EL ÚLTIMO VAMPIRO DE EUROPA
Aunque el fenómeno vampírico es, podría decirse, global, pero existen regiones especialmente provectas para su aparición y ese es el caso de la Península Balcánica. Desde muy antiguo se tienen noticias a través de autores clásicos, de la existencia en toda la zona helénica de brycolakas. Si bien, a diferencia de los vampiros modernos, estos eran entendidos más como succionadores de energías psíquicas, que de fluidos vitales.
El upyr más antiguo –documentado– es croata: Jure Grando, investigado por el erudito Barón de Valvasor. Y en Bulgaria han sido numerosos los hallazgos de esqueletos que presentan el pecho atravesado por un gran clavo de hierro o con un ladrillo entre las mandíbulas.
Los más recientes (años 2013-2014) y conocidos de entre todos ellos, son los dos hallados en Sozopol: con unos 800 años, aparecieron en las ruinas de un antiguo monasterio; y el de Perperikón: del siglo XIII, que fue encontrado por un reputado arqueólogo (Nikolai Ovcharov) mientras excavaba los niveles de este asentamiento tracio.
TIERRA DE VAMPIROS
No obstante, del conjunto de pueblos balcánicos es, sin duda, el serbio el que atesora más leyendas sobre no-muertos, hasta el punto que han llegado a formar parte consustancial de su acervo cultural y su folclore. Tanto es así, que el término “vampir”, que actualmente se utiliza y comprende en casi cualquier parte del mundo, es de origen serbio. Igualmente, existe un amplio vocabulario relacionado específicamente con el vampirismo, con términos como povampiritise, que significa “convertirse en vampir”.
En el siglo XIV se dieron en Serbia una serie de muertes terribles que generaron un gran se aprobara, en el año 1349, una Ley-Edicto prohibiendo los ritos postmorten practicados sobre personas de las que se sospechaba que se habían convertido en revinientes. El castigo –multas e inhabilitaciones–, incluía a ciudadanos, autoridades y clérigos.
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