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Nightingale: Nueve historias cortas sobrenaturales de Jack Nightingale
Nightingale: Nueve historias cortas sobrenaturales de Jack Nightingale
Nightingale: Nueve historias cortas sobrenaturales de Jack Nightingale
Libro electrónico451 páginas6 horas

Nightingale: Nueve historias cortas sobrenaturales de Jack Nightingale

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Información de este libro electrónico

El detective Sobrenatural Jack nightingale lucha sus batallas en las sombras, en los lugares grises en los que demonios y monstruos buscan su presa.


En esta colección de nueve historias cortas.Nightingale peleara contra demonios del infierno, monstruos creados por humanos, y satanistas que han tenido acuerdos privados con el diablo.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento30 ene 2021
ISBN9781071586532
Nightingale: Nueve historias cortas sobrenaturales de Jack Nightingale
Autor

Stephen Leather

Stephen Leather is one of the UK’s most successful thriller writers, an eBook and Sunday Times bestseller and author of the critically acclaimed Dan “Spider’ Shepherd series and the Jack Nightingale supernatural detective novels. Before becoming a novelist he was a journalist for more than ten years on newspapers such as The Times, the Daily Mirror, the Glasgow Herald, the Daily Mail and the South China Morning Post in Hong Kong. He is one of the country’s most successful eBook authors and his eBooks have topped the Amazon Kindle charts in the UK and the US. He has sold more than a million eBooks and was voted by The Bookseller magazine as one of the 100 most influential people in the UK publishing world. His bestsellers have been translated into fifteen languages. He has also written for television shows such as London’s Burning, The Knock and the BBC’s Murder in Mind series and two of his books, The Stretch and The Bombmaker, were filmed for TV. You can find out more from his website www.stephenleather.com

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    Nightingale - Stephen Leather

    NIGHTINGALE

    Nueve historias cortas sobrenaturales de Jack Nightingale

    por STEPHEN LEATHER

    CONTENIDO

    AUN SANGRANDO

    MALDITO

    BAÑO DE SANGRE

    SE QUIEN LO HIZO

    MI NOMBRE ES LIDIA

    EL TREPADOR

    NIÑOS DE LA OSCURIDAD

    LAS VIAS

    LOS MUERTOS VIVIENTES

    AUN SANGRANDO

    Jack Nightingale nunca fue un fan de los viernes. Ellos siempre le habían parecido ser el camino a un buen fin de semana. Viernes siempre fue un mal día para comenzar un caso y finalizar uno significaría que el pago no saldría hasta la siguiente semana. Considerando todo, el encontraba difícil reunir algún entusiasmo sobre el viernes. Hubo algunas excepciones. Los viernes de asueto en el Banco siempre fueron una agradable sorpresa, y de vez en cuando el comienzo de año nuevo y la navidad cae en viernes.  Este viernes en particular fue diferente, aunque. Tan rápido como él camino dentro de su oficina, su asistente Jenny McLean le dijo que tenía a un cliente esperándolo.

    ‘No hay nada en la agenda,’ dijo Nightingale, colgando su impermeable de la puerta

    ‘Nunca pongo nada en la agenda porque nunca la abres,’ dijo Jenny. ‘Es un sacerdote del vaticano.’ Ella llevaba un vestido azul que parecía caro y tenía sujeto su cabello rubio atrás en una cola de caballo

    ‘'¿El vaticano?’

    ‘Si, donde vive el Papa.’

    ‘¿Italia?’

    ‘Bueno, hablando estrictamente es una ciudad estado separada e independiente, pero si, es ese.’ Ella apunto a la puerta en la oficina. ‘Él está esperándote ahí’

    ‘¿Que quiere un sacerdote con un detective privado?’

    ‘Yo no sé quizás tu podrías preguntarle’ Ella se encogió de hombros ‘Solo una idea’

    ‘Estas en una actitud sarcástica ahora. ¿Café?’

    ‘Yo amaría uno.’

    Nightingale sonrió y negó con la cabeza ‘Quiero decir podrías traerme uno y otro para el cliente.’

    ‘Yo escucho y obedezco’ dijo ella.

    ‘¿Como vamos con las galletas de chocolate?’

    ‘¿Compraste algunas?’

    ‘No.’

    Ella sonrió dulcemente y se giró hacia el monitor de su computadora. ‘Entonces no tenemos ninguna’ dijo ella.

    Ella se dirigió hacia la cafetera mientras Nightingale fue hacia su oficina. Un hombre alto con cabello negro oscuro con penetrantes ojos azules estaba sentado en la silla enfrente del escritorio de Nightingale. El llevaba puesto un collar clerical y una sotana negra que llegaba hasta el suelo. Él se levantó y ofreció saludar de mano ‘Jonah Connolly,’ dijo. Su acento fue difícil de ubicar, pero ciertamente no era italiano.

    Nightingale apretó su mano ‘Usted es del Vaticano me dijo mi asistente’

    Connolly sonrió. ‘Yo concuerdo’ Su mano desapareció dentro de su sotana y reapareció sujetando una delgada cartera de piel negra.

    ‘Pero no suena italiano.’

    El sacerdote le dio una tarjeta de presentación y deslizo la cartera de regreso dentro de su sotana. ‘No todos los que trabajan en el vaticano son italianos, Señor Nightingale.’

    Nightingale inspecciono la tarjeta. El nombre se lee ‘Jonah Connolly’ y debajo está el número de caja en la oficina postal en la ciudad del Vaticano. Un número de teléfono. Celular.

    ‘¿Connolly? ¿Entonces es irlandés?’

    ‘¿Sueno como irlandés?’ pregunto el sacerdote.

    ‘No,’ dijo Nightingale. Había una llanura acerca del acento del hombre, no irlandés y no Ingles, pero tampoco americano, algo en medio. Nightingale camino alrededor de su escritorio y se sentó.

    ‘Ahí tienes entonces,’ dijo Connolly mientras se sentaba y alisaba su sotana alrededor de sus piernas

    Nightingale puso la tarjeta en el escritorio ‘¿Y qué hace por la santa sede?’

    El sacerdote sonrió amablemente ‘Soy una especie de intermediario’

    ‘¿Pero es un sacerdote?’

    Connolly hizo gestos señalando el collar blanco alrededor de su cuello. ‘Yo no llevo puesto esto como accesorio de moda,’ dijo el.

    Nightingale sostuvo la tarjeta. ‘Aquí no dice sacerdote.’

    ‘No, es cierto. ¿Ayudaría si recito la plegaria al Señor? ¿Eso lo convencería?’

    Nightingale sonrió ligeramente. ‘Qué tal si me dice que está en Lucas capitulo once, versículo nueve.’

    El sacerdote levanto una ceja. ¿En serio? ¿usted quiere probarme?’

    Nightingale no dijo nada.

    Connolly suspiro. ‘Bien.  Y yo te digo, pide, y te será dado; busca, y lo hallaras; toca, y será abierto para ti’

    ‘Bastante cerca.’

    ‘Tal vez debería considerar también lo que dice Deuteronomio capitulo seis, verso diecisiete. Tu no debes poner a prueba al señor tu Dios, como lo probaste en Massah.’

    ‘Si, bueno yo no pongo a prueba a Dios, ¿lo hago? Yo pruebo a su representante, lo cual parece bastante justo. ¿No es lo que dice Juan?’

    Connolly frunció el ceño. ‘¿Juan?’

    ‘Juan capitulo cuatro, versículo uno’

    Connolly’s frunció más el ceño, luego asintió lentamente. ‘Amados, no creas a todo espíritu, pero prueba a los espíritus para ver si son de Dios, porque muchos falsos profetas han venido al Mundo.’ El sacerdote sonrió. ‘Conoce su Biblia, señor Nightingale. ¿Es usted de casualidad un católico?’

    ‘Me temo que no.’

    ‘¿Pero claramente un creyente?’

    ‘He leído la biblia hasta hoy. ¿Necesito ser un creyente para obtener el trabajo?’ Él puso la tarjeta abajo en su escritorio.

    ‘Eso no haría ninguna diferencia de cualquier modo’ dijo Connolly. ‘Yo vengo porque su anuncio en línea aclara que tiene experiencia con sucesos sobrenaturales.’

    ‘He tenido mis momentos,’ dijo Nightingale. ‘¿Qué es lo que desea que haga?’

    El sacerdote se inclinó y Nightingale se dio cuenta que tenía un maletín de cuero maltratado a sus pies. Connolly lo levanto, lo abrió, y tomo un periódico. Se lo paso a Nightingale. ‘Página tres,’ dijo.

    El periódico era the Bromley Times, y la historia en el encabezado era ‘CHICA MILAGROSA CURA EL CANCER DE UN JOVEN ESCOLAR’. Nightingale rápidamente leyó a través de la historia.  Una joven de doce años comenzó a sangrar de sus manos y pies y de una herida en su costado. Estigmas. Las heridas corresponden a las heridas de Cristo en la cruz. El nombre de la chica era Tracey Spradbery y de acuerdo al periódico la Virgen María le apareció en visión. Viviendo al lado de Tracey y su familia estaba un chico de diez años el cual tenía leucemia. De acuerdo con los padres del niño, la enfermedad se fue a remisión el día después de que el fuera a jugar con Tracey y después de una semana los doctores lo declararon totalmente curado.

    ‘Interesante,’ dijo Nightingale. El miraba la fecha del corte. Fue publicado hace un mes. ‘Esto es una gran historia, ¿porque no vi esto en las notas nacionales? ¿o en televisión?’

    ‘Porque tan pronto como esto apareció en el periódico local la familia cerro las puertas. La chica no se ha visto desde entonces y ellos no permiten visitas.  Usted podrá ver en el artículo que nadie de la familia Spradbery hablo con el reportero y no hay fotografía de Tracey.’

    ‘¿Osea que ella no curo a nadie más?’

    ‘No hay evidencia de que ella haya curado a alguien,’ dijo Connolly. ‘La historia completa está basada en la entrevista con la familia de vecinos de al lado.’

    Jenny toco la puerta y trajo una bandeja con dos tazas de café. Ella la puso sobre el escritorio de Nightingale. ‘Hay crema y azúcar en la bandeja,’ dijo ella al sacerdote y él le agradeció.

    Nightingale miro de nuevo el periódico. Había una fotografía de Ben Miller, el chico que había vencido la Leucemia, parado junto a sus padres ‘¿Entonces como supieron ellos que la niña tenía estigmas?’

    ‘Buena pregunta,’ dijo el sacerdote. ‘El pequeño vio los vendajes en las manos de la chica. Y dijo que ella le conto sobre ver a la Virgen María. Pero nosotros hemos hecho nuestra propia consulta y por lo que hemos descubierto, las heridas son genuinas y ella continúa sangrando de sus manos y pies y de la herida en su costado. Los lugares del estigma.’

    ‘¿Y cuál es su interés? ¿Porque está el vaticano tan preocupado?’

    ‘Porque Podria ser un milagro,’ dijo el sacerdote. ‘Y nosotros investigamos todos los milagros. Especialmente aquellos en los que se involucra la aparición de la Virgen María.’ Él se levantó, tomo una de las tazas de café, y se volvió a sentar.

    ‘¿Y para esto contrata a un investigador privado?’

    El sacerdote sonrió. ‘Generalmente nosotros hacemos la investigación. Pero este caso es inusual en el que la familia rehúsa hablar con nosotros.’

    ‘Suena como si ellos no quisieran ninguna publicidad’ dijo Nightingale. ‘¿Quién Podria culparlos?’

    El sacerdote levanto sus manos. ‘Absolutamente es perfectamente comprensible. Pero nosotros quisiéramos saber si es un milagro genuino, o algo más. En casos como este es más ventajoso si usamos ayuda externa.’

    Nightingale asintió. ‘¿Dijo que hicieron sus propias consultas?’

    ‘Nosotros hemos logrado ver su historial médico. Ella ve a un doctor diariamente. El doctor le cambia sus vendajes y toma una muestra de sangre. Nosotros logramos echar un vistazo a su muestra de sangre y todo está bien. Función hepática, colesterol, azúcar en la sangre. Ella es una niña en forma y saludable de doce años. Excepto por el hecho de que esta sangrando.’

    ‘¿Entonces es un milagro?’

    El sacerdote sonrió entre dientes. ‘No es tan simple como eso.’

    Nightingale tomo una cajetilla Marlboro de su bolsillo. ‘¿Le molesta si fumo?’

    ‘No del todo,’ dijo el sacerdote. ‘Es uno de los pocos vicios que permitimos.’

    ‘¿Usted fuma?’

    El sacerdote sonrió. ‘Como una chimenea.’

    Nightingale tomo un cigarrillo para sí y ofreció la cajetilla al sacerdote. El sacerdote tomo uno y Nightingale camino alrededor del escritorio para encendérselo.

    ‘Ella tiene el estigma,’ Nightingale dijo mientras se dejaba caer en su asiento. ‘Esta es una señal de Cristo, ¿cierto? Las marcas que dejaron los clavos cuando Jesús fue crucificado y la herida del costado donde fue apuñalado con la lanza.’

    ‘¿Tiene alguna idea de cuantos casos de estigma investiga el Vaticano cada año, Señor Nightingale?’

    Nightingale negó con la cabeza.

    ‘Más que cientos. Alrededor de todo el mundo. Y también tenemos apariciones de la Virgen María, ángeles apareciendo, vegetales que se ven como Cristo, el rostro de Jesús en manchas de humedad en los techos. ¿Sabe cuántos de ellos resultan ser milagrosos?’

    ‘Yo voy a suponer que la respuesta es ninguno.’

    El sacerdote sonrió fuertemente ‘Y su suposición Podria ser correcta. Ninguno. No hay milagros, Señor Nightingale, por lo menos no con civiles involucrados. Esto es como ahora el Señor demuestra su presencia en el mundo.  En cada caso que investigamos, el estigma tenía otra explicación.’

    ‘¿Entonces usted piensa que ella lo está fingiendo?’

    El sacerdote negó con la cabeza. ‘No necesariamente. Pudiera ser psicosomático. El cerebro es un órgano muy poderoso y puede afectar al cuerpo de formas que apenas entendemos. pueden ser los padres haciéndole algo mientras duerme. O forzándola a herirse.’

    ‘¿Porque harían ellos eso?’

    ‘En el pasado hemos tenido padres que quieren dinero, fama, o solo ser noticia. Pero usualmente en estos casos los padres están deseosos de obtener tanta publicidad como sea posible. Estos padres no dejaran que los reporteros se acerquen a la pequeña.’

    ‘¿Lo que significa?’

    El sacerdote se encogió de hombros. ‘Tal vez ellos están por el botín lejano. Ellos viven en una casa de concilio, quizás ellos puedan transformar esto en obtener una casa mejor. O un trato para un libro. Un reality televisivo. ¿Quién sabe? Hay muchos métodos de beneficiarse de un niño que puede hacer milagros.’

    ‘Uno pensaría que si se trata de un estigma real ellos quisieran a alguien de la iglesia involucrado.’

    ‘La familia no es religiosa,’ dijo el sacerdote. ‘El padre es un ateo confirmado, eso es lo que he oído. La mama es una católica muy alejada, que Podria ser lo que está detrás de esto.’

    ‘¿Qué quiere decir?’ pregunto Nightingale.

    ‘Talvez la madre suprimió su creencia para estar con su marido. Y el estigma es su camino para sacarla afuera’

    ‘¿Entonces usted piensa que la madre esta deliberadamente hiriendo a la niña?’

    ‘Es una posibilidad, sí.’

    Nightingale dio una larga calada a su cigarrillo. ‘Usted cree en Dios, ¿Cierto?’

    ‘Desde luego. No tendría sentido ser sacerdote sino lo hiciera.’

    ‘¿Y en Jesús?’

    El sacerdote asintió. ‘Si.’

    ‘¿Entonces no puede considerar la posibilidad de que esto sea un genuino estigma, en el cual Jesús prueba su existencia?’

    El sacerdote se encogió de hombros despreocupadamente. ‘Pudiera ser,’ dijo el. ‘Pero la realidad es que eventos de estigma como este siempre resultan en algo más. Jesús Cristo no muestra su presencia de esta forma. ¿Porque lo haría?’

    ‘Yo no tengo idea. Pero yo no soy sacerdote.’

    El sacerdote arrojo cenizas al cenicero. ‘No tendría sentido. Dios hace sentir su presencia de innumerables maneras, el no necesita trucos de salón baratos.’

    ‘¿Esto es lo que piensa que es esto, un truco?’

    ‘Alguno de los magos de televisión como Derren Brown o David Blain pueden cualquiera de los dos poner un muy convincente show de estigma. Esto no es difícil.’

    ‘¿Pero si supusiéramos que es real? Supongamos que Jesús realmente mostro al mundo su existencia.’

    ‘Jesús no trabaja de esa manera,’ dijo el sacerdote. ‘Dios tampoco. No tenemos derecho a pedir que prueben su existencia. Necesitamos tener fe. Nosotros somos los que necesitan demostrar ser dignos de su amor, no al revés.’

    Nightingale asintió fuertemente. ‘¿Entonces específicamente que es lo que quiere que haga?’

    ‘Visitar la familia. Conocer la chica. Descubrir que está sucediendo ahí.’

    ‘Y si descubro que es un milagro de verdad. ¿Qué entonces?’

    El sacerdote entrecerró los ojos. ‘¿Qué quiere decir?’

    ‘Suponga es genuino. Suponga que Jesús le dio a esta chica un estigma real. ¿Qué le hace eso a su iglesia? ¿No se sorprenderá la gente porque Dios habla a ellos y no al Papa?’

    ‘Dios nos habla a todos,’ dijo el sacerdote. ‘La pregunta es si estamos preparados para escuchar.’

    ‘¿Entonces no quiere que elimine el hecho de que hubo un milagro genuino?’

    ‘La iglesia da la bienvenida a los milagros verdaderos. Así es como escogemos nuestros santos. Pero sucesos como estos sin excepción no son milagros. Confío en que será lo que su investigación mostrará.’ Metió su mano a su sotana y volvió a sacar su cartera. ‘¿Puedo pagar por adelantado, con una tarjeta de crédito?’

    ‘¿La iglesia tiene tarjeta de crédito?’

    ‘Nosotros usamos Visa,’ dijo el sacerdote, sosteniendo la tarjeta.

    Nightingale la tomo. ‘Esto lo hará bien,’ dijo.

    * * *

    ‘¿Entonces él nunca tuvo sexo?’ pregunto Jenny, mientras el sacerdote bajaba las escaleras.

    ‘¿Que?’

    ‘los sacerdotes católicos son célibes.’

    ‘No salió el tema,’ dijo Nightingale. ‘Sin juego de palabras.’

    ‘¿Entonces confesaste?’ pregunto Jenny.

    Nightingale le arrojo el periódico que le dio el sacerdote. ‘Estigma en Beckenham,’ dijo el.

    Jenny rápidamente reviso la historia. ‘¿Y ellos quieren que hagas qué?’

    ‘Revisarlo. Ver si ella es genuina.’

    ‘¿Porque tú eres una autoridad mundial en estigmas? Yo tenía la impresión que la Iglesia Católica serían los expertos.’

    ‘La familia no está hablando.’ Él sonrió. ‘¿Te gustaría conducir?’

    ‘¿Quieres decir que el MGB está jugando de nuevo?’

    ‘Me conoces muy bien.’

    * * *

    ‘¿Entonces qué sabes sobre estigmas?’ Jenny pregunto a Nightingale mientras se dirigían al sur sobre el rio Támesis hacia Beckenham.

    ‘Probablemente no mucho más que tú,’ dijo el. ‘Marcas o heridas en el cuerpo en lugares que corresponden a las heridas de la crucifixión de Cristo. Los clavos en las manos y pies, la herida en su costado.’

    ‘¿Sabías que el ocho por ciento de los estigmatizados son mujeres?’

    ‘No sabía eso.’

    ‘Bueno lo son. Unas cuantas son monjas. Pero el más famoso fue un hombre: San Francisco de Asís. Estos días casi siempre resultan ser falsificaciones.’

    Nightingale giro para verla, sorprendido. ‘¿Como sabes tanto sobre esto?’

    ‘Lo google mientras estabas en el baño,’ dijo ella, frenando para evitar a un taxi negro que repentinamente decidió dar una vuelta en U frente a ellos.  ‘Ellos generalmente están en países católicos pobres y usualmente es una forma en que las familias pueden hacer dinero. Ellos empiezan vendiendo souvenirs o cobrando por entrevistas.’

    ‘Esto no es lo que sucede aquí,’ dijo Nightingale. ‘Ellos no quieren hablar con el sacerdote, o la prensa.’

    Ella le sonrió. ‘¿Pero hablarán con Jack Nightingale, detective privado?’

    ‘Yo esperaba que ellos fueran más abiertos con su linda y joven asistente.’

    Jenny suspiro. ‘Así que no soy solo el conductor designado, en realidad también estoy haciendo el trabajo de campo.’

    ‘Solo toca la puerta, guíate por tu instinto,’ dijo Nightingale.

    ‘¿Y qué les digo exactamente?’

    ‘Diles que tienes un hijo muriendo de leucemia. Que oíste que su hija puede ayudar.’

    Jenny arrugo la nariz de disgusto. ‘¿Hablas en serio? ¿Quieres que les mienta?’

    ‘Jenny, cariño, ellos difícilmente quieran hablarte si les dices que tu cliente es el Vaticano.’

    ‘No me siento bien acerca de inventar un niño ficticio enfermo,’ dijo ella.

    Nightingale suspiro. ‘Muy bien, diles que trabajas para la caridad y que tienes unos niños que necesitan ayuda.’

    ‘Así que ahora voy a inventar muchos falsos niños enfermos. ¿Explícame como esto es mejor?’

    ‘Es menos personal,’ dijo Nightingale. ‘Mira, diles a ellos lo que quieras, solo vea si puede entrar y charlar con Tracey. Yo mismo lo haría, pero sé que es más probable que ellos hablen con una cara bonita.’

    ‘Si, los halagos siempre funcionaran,’ dijo Jenny. ‘Te digo, Jack, esta parte de nuestro trabajo realmente no me gusta; mentirle a la gente.’

    ‘Si puedes pensar en la forma de decirles la verdad y obtener la información, adelante,’ dijo Nightingale.

    * * *

    Ellos se estacionaron delante de la casa Spradbery justo después del medio día. Era una casa adosada en una finca municipal, la pintura en las puertas y ventanas estaba agrietada y pelada.  El musgo crecía entre los adoquines que conducían a la puerta frontal. Había una camioneta blanca en la entrada de la casa Spradbery y un Nissan de cinco años de antigüedad al lado. Además, había un columpio de metal oxidado y una bicicleta BMX apoyada contra la puerta de la casa vecina.

    Jenny salió del Audi. Tres chicos con sudadera con capucha se paraban afuera de la licorería donde fumaban y miraban el carro. ‘Asegúrate de quedarte quieto,’ dijo ella.

    Nightingale sonrió entre dientes. ‘Eres una esnob.’

    ‘No tiene que ver con el esnobismo, Solo no quiero encontrar mi carro sobre bloques cuando regrese.’

    ‘Son solo niños,’ dijo Nightingale.

    ‘Quédate en el coche,’ dijo Jenny. Nightingale observo mientras ella caminaba hacia la puerta frontal. El tomo sus cigarrillos y el encendedor, pero recordó que a ella no le gustaba que fumara en el Audi. Los guardo cuando la puerta principal se abrió. Una mujer de mediana edad con un delantal de flores hablo con Jenny por algunos minutos y después cerró la puerta frontal.  Jenny regreso al carro y se inclinó para hablar con él a través de la ventana abierta. ‘Ellos no están aquí.’

    ‘¿Con quién hablaste?’

    ‘La hermana de la señora Spradbery. La tía de Tracey. Ella está ahí para alimentar a los perros y darle una limpieza al lugar.’

    ‘¿Dijo ella a donde fueron?’

    Jenny negó con la cabeza. ‘Todo lo que dijo ella fue que los Spradberys llevaron a Tracey con ellos para mantenerla alejada de la prensa. Ellos tocaban el timbre de su puerta cada hora del día y la noche.’

    ‘¿Confirmo ella el estigma?’

    ‘Ella dijo que es cierto. Pero ella dijo que la familia no quiere hablar con nadie.’

    ‘¿Alguna idea de cuándo volverán?’

    Jenny negó con la cabeza.

    ‘Tracey tiene que volver a la escuela, ¿verdad?’

    ‘Le pregunte eso a ella. Aparentemente ellos sacaron a Tracey de la escuela cuando el sangrado comenzó. Ellos la están educando en casa. ¿Qué haremos?’

    ‘Hablaremos con los vecinos.’

    ‘Esta será nuestra estrategia supongo.’

    ‘No, iré contigo esta vez,’ dijo el. ‘la familia de Ben Miller no parece importarles hablar de lo sucedido.’

    Jenny miro alrededor, pero los chicos se habían ido de afuera de la licorería.

    ‘Tu carro estará bien,’ dijo Nightingale. El salió del Audi y Jenny aseguro las puertas.

    ‘Si mis ventanas se rompen tú pagas, ¿correcto?’

    ‘Hieres mi corazón,’ dijo Nightingale. ‘Pero te preocupas demasiado.’

    Ellos caminaron hacia el Nissan y Nightingale toco el timbre. No hubo respuesta e intento de nuevo. ‘Talvez no están,’ dijo Jenny.

    ‘El coche sugiere otra cosa,’ dijo Nightingale. Él se dirigió alrededor de la casa.

    ‘Jack, ¿a dónde piensas que vas?’ Jenny chifló.

    ‘Chequemos la puerta trasera.’

    ‘Yo no estoy dispuesta a irrumpir,’ dijo ella. ‘Eso no está en mi contrato de trabajo.’

    ‘Nadie menciono algo sobre irrumpir,’ dijo el. ‘Solo echemos un vistazo.’

    El jardín trasero no era mucho más grande que el de enfrente, pero estaba considerablemente más crecido.  Había un cobertizo al fondo y un tendedero del cual revoloteaban una sábana y una colcha.

    ‘Jack, no deberíamos estar haciendo esto,’ dijo Jenny detrás de él.

    ‘Toda ira bien,’ dijo Nightingale. Cogió la manija de la puerta de la cocina. Se estremeció cuando se movió justo antes de que sus dedos la tocaran. La puerta se abrió y una mujer sosteniendo una canasta plástica de ropa gritó. Nightingale brinco de regreso y cayó sobre Jenny mientras la mujer soltó la canasta de lavandería. La mujer tambaleo hacia la cocina y grito de nuevo.

    Nightingale la reconoció del artículo en el periódico. Era la señora Miller, la madre de Ben. ‘Lo siento, lo siento,’ dijo Nightingale. ‘Estamos aquí solo para platicar.’

    La señora Miller se quedó mirando a Nightingale, su pecho subía y bajaba mientras respiraba con dificultad. ‘Me asusto mucho,’ dijo ella. Tenía unos cuarenta, una mujer corpulenta con permanente en el cabello. Ella llevaba un vestido sin forma con yates y faros en él.

    ‘Mutuo,’ dijo Nightingale. ‘Disculpe. Toque el timbre.’

    ‘Estaba en el cuarto de lavado,’ dijo ella, todavía jadeando. El sudor caía sobre su labio superior, enfatizando un muy ligero bigote allí. ‘¿Quién es usted?’

    ‘Jack Nightingale,’ dijo el. ‘Ella es mi amiga Jenny. ¿Podemos hablar con usted acerca de Ben?’

    ‘¿Usted no es un reportero cierto? Nosotros ya no hablamos con reporteros’

    Nightingale negó con la cabeza. ‘Tengo un sobrino que tiene leucemia,’ dijo el.

    ‘Oh, lo siento,’ dijo ella. ‘¿Qué tipo?’

    ‘¿Tipo?’ repitió Nightingale.

    ‘LMA,’ dijo Jenny, rápidamente. ‘Leucemia mieloide aguda.’

    ‘Lo siento,’ dijo la señora Miller. ‘Déjeme colgar esto y les prepararé un poco de té.’

    Ella cargo la cesta de lavandería a través del césped hacia el tendedero.

    Nightingale abrió su boca para hablar con Jenny, pero ella lo silencio moviendo su mano. ‘No,’ dijo ella. ‘No estoy orgullosa de mi por mentir así.’

    ‘No teníamos elección,’ dijo Nightingale. ‘Tú la oíste. Alguien le dijo que no hablara con reporteros.’

    La señora Miller regreso y los acompaño a su cocina. El linóleo estaba raído y la estufa parecía tener cincuenta años de antigüedad.  Ella les dijo que se sentaran en la mesa de la cocina mientras hacia el té. Estaba cubierta con un mantel plástico blanco y había botellas medio vacías de salsa cátsup Heinz y de salsa HP en el centro.

    ‘¿Como esta Ben?’ pregunto Nightingale.

    ‘Tan derecho como la lluvia,’ dijo la señora Miller. ‘El Doctor McKenzie dice que él nunca había visto algo como esto.’

    ‘¿Doctor McKenzie?’

    ‘Nuestro médico de cabecera. Él ha cuidado de Ben desde que era un bebe. Un hombre encantador. Es el medico de Tracey’s también. Él dice que es un milagro, lo que paso con Ben.’

    ‘Suena como eso,’ dijo Nightingale. ‘¿Pero el trató a Ben, cierto? ¿Dándole medicación y tratamiento?’

    ‘Él lo hizo, y nos ayudaba a lidiar con el hospital,’ dijo ella. ‘Pero Ben estaba empeorando. El perdió todo su cabello, bendición. Entonces...’ Ella se encogió de hombros. ‘Fue un milagro. Eso fue realmente. No hay otra palabra para eso.’

    ‘¿Podria decirme lo que sucedió, Señora Miller?’ dijo Nightingale. ‘Yo solo conozco lo que leí en los periódicos.’

    La Señora Miller se apartó de la tetera y se cruzó de brazos. ‘Suena loco cuando cuento la historia,’ dijo ella, ‘Muchos niños no deseaban jugar con Ben cuando estaba enfermo. Pensaban que podían contagiarse.  Los padres ignorantes tampoco ayudaron. Pero Dave y Carla fueron diferentes, Ellos estaban más que felices de que Ben jugara en su casa. El solía pasar horas ahí. Tracey hacia sus tareas escolares con él, ayudándolo a recuperar las lecciones que se había perdido. Ella es un ángel.’

    Se apago la tetera y ella vació agua caliente en tres tazas y metió bolsitas de té.  ‘Entonces como hace dos meses, la cosa sucedió.’ Ella aplasto las bolsas de té con una cuchara.

    ‘¿La cosa?’ dijo Jenny.

    ‘El estigma. Ben regreso y dijo que Tracey estaba sangrando. Yo pensé que talvez se había herido mientras jugaban así que di la vuelta. Ella tenía esas heridas en sus manos y sus pies y otra en su costado.’ Ella palmeo su propio costado. ‘Había sangre, pero no demasiada. Y Tracey les dijo que no le dolía.’  Ella saco las bolsas de té de las tazas, y las tiro a la basura y saco un cartón de leche de la nevera. ‘Dave y Carla estaban desesperados, desde luego. Ellos llevaron a Tracey a emergencias ellos le vendaron las heridas y le dieron antibióticos, pero aparte de eso no parecían saber que hacer. La doctora le dijo que ella nunca había visto algo parecido. Yo pienso que Carla estaba preocupada que llamaran a servicios sociales.’

    Ella puso las tazas en la mesa de la cocina con el cartón de leche y un tazón con cubos de azúcar. ‘Sírvanse,’ dijo ella, mientras se sentaba.  Ella uso sus dedos para depositar cuatro terrones de azúcar en su te entonces lentamente lo batió con una cuchara plástica. ‘El día siguiente, Ben fue a jugar. Le dije que la debería dejar en paz por un tiempo, pero él no tenía a nadie más con quien jugar así que persistió. Bueno, esa noche cuando Ben regreso estaba muy contento y decía que Tracey había visto un ángel.’

    ‘¿Un ángel?’ dijo Nightingale.

    ‘Yo pienso que ella se refería a la Virgen María, pero la familia no es religiosa y creo que Tracey estaba confundida. Ben dijo que el ángel lo había curado.’

    ‘¿Él dijo eso?’

    La señora Miller asintió. ‘Él dijo que el ángel le había dicho que el cáncer se había ido. Nosotros pensamos que eso era ridículo, desde luego. Tal vez ellos habían estado viendo un DVD que les dio ideas o algo. Le dijimos a Ben que no fuera estúpido y se fuera a la cama. Pero a partir de ese día en adelante el empezó a mejorar. Fue como si la leucemia hubiera entrado en remisión, dijo el Doctor McKenzie. Entonces se ha ido. Como si él nunca hubiera estado enfermo. El Doctor McKenzie dijo que él nunca había visto nada parecido.’

    ‘¿Dijo que el Doctor McKenzie también trato a Tracey?’ dijo Nightingale.

    ‘Él fue a su casa todos los días a cambiar sus vendajes después del cierre del consultorio,’ dijo la señora Miller. ‘Pero el sangrado no se detenía. Fue cuando el reportero descubrió acerca de Ben y vino a escribir un artículo. El periódico imprimió la historia y entonces toda clase de reporteros comenzaron a venir. televisión, radio, y periódicos. Ellos estuvieron tocando en nuestras puertas a toda hora. Después de unos días Dave vino y dijo que se mudarían. Él no estaba seguro cuanto tiempo estarían ellos fuera, pero dijo que ellos debían proteger a Tracey.’

    ‘¿Que quiso decir con proteger?’

    ‘Yo no sé,’ dijo la señora Miller. ‘El solo dijo que era muy importante que se la llevaran. El día siguiente se habían ido. Ben estaba angustiado. Pero en el lado positivo, el regresó a la escuela ahora y lo está haciendo muy bien.’

    Oyeron la puerta de entrada abrirse y cerrarse, y después unos pasos rápidos en la sala. La señora Miller miro a un reloj en la cocina. ‘Ese será él ahora,’ dijo ella.

    Un escolar se precipito en la cocina y soltó la mochila en el suelo. ‘¿Que hay para el té, mama?’  pregunto.  Nightingale reconoció al chico del artículo en el periódico. Él era alto para su edad y tenía un montón de pecas en su nariz y mejillas.

    ‘Dedos de pescado. Pero debes hacer tu tarea primero.’

    ‘Hola Ben, soy Jack,’ dijo Nightingale. ‘Ella es Jenny.’

    ‘¿Son reporteros? Lucen como reporteros,’ El miro a su madre. ‘Tracey dijo que no debemos hablar con los periódicos, lo sabes.’

    ‘No somos reporteros, Ben,’ dijo Nightingale. ‘Yo tengo un sobrino que está enfermo como tú.’

    ‘Ya no estoy enfermo,’ dijo el chico. ‘Estoy curado. Tracey me curo.’

    ‘Lo sé, son grandes noticias,’ dijo Nightingale. ‘Tracey te ayudo a recuperarte, cierto?’

    El chico asintió. ‘La dama me hizo estar mejor. Ella habla con Tracey.’

    ‘¿Has hablado con la dama?’

    El chico negó con la cabeza. ‘Solo Tracey puede verla. Tracey es especial, vera.’

    ‘arriba ahora,’ dijo la señora Miller. ‘Quiero que termines toda tu tarea antes de que toques tu PlayStation.

    ‘Si, mama,’ dijo Ben. Él se dirigió a la puerta.

    ‘Ben, antes de que te vayas,’ dijo Nightingale. ‘¿Tracey te toco o hizo algo para hacerte mejorar?’

    Ben se detuvo y asintió. ‘Ella puso sus manos sobre mi cabeza y dijo una plegaria. La oración del Señor. Padre nuestro que estas en los cielos. ¿La conoce?’

    Nightingale asintió. ‘Seguro. ¿Y eso fue todo? ¿Después de eso estuviste bien?’

    ‘Fue un milagro, dijo el Dr. McKenzie. Él espera que Tracey mejore pronto, también.’

    ‘¿Esta el Doctor McKenzie tratando a Tracey aún?’

    El chico asintió entusiastamente. ‘Le lleva cartas mías y trae cartas suyas.’

    ‘¿Sabes en donde esta ella?’ pregunto Nightingale.

    ‘Ben, la tarea, ahora,’ dijo la señora Miller firmemente. Ben corrió fuera de la cocina. ‘Dave y Carla no quieren que alguien sepa donde esta Tracey,’ dijo ella. ‘Lo siento, pero tengo que respetar sus deseos.’

    ‘¿Tiene algún número de teléfono para ellos?’ pregunto Jenny.

    ‘Lo tengo, pero ellos fueron muy claros de que yo no debiera dárselo a alguien. Cualquiera que fuera.’

    ‘Entendemos,’ dijo Jenny. Ella tomo una pluma y una libreta de notas de su bolso de mano y garabateo un número telefónico. ‘¿Podria mencionárselo a Dave y a Carla, decirles que nos gustaría que nos ayudaran, y nos dieran una llamada?’

    La señora Miller tomo una pieza de papel. ‘Lo hare, pero estoy muy seguro que no lo contactaran. Yo probablemente les di dos docenas de números justo como los suyos antes de que se fueran y sé que no les dieron seguimiento.’

    ‘Uno pensaría que ellos quisieran ayudar a otros en la forma en que ayudaron a Ben,’ dijo Nightingale.’

    ‘Ellos estaban realmente preocupados por algo,’ dijo la señora Miller.

    ‘¿Que exactamente?’ pregunto Nightingale.

    ‘Ellos no lo dijeron. Pero pienso que les preocupaba que alguien quisiera herir a Tracey.’

    ‘¿Quién?, ¿lo sabe?’

    La señora Miller negó con la cabeza. ‘Fue solo un presentimiento.’ Ella miro el reloj de nuevo. ‘Lo siento, pero mi esposo está por llegar y necesito tener su cena lista.’

    Nightingale finalizo su té y se levantó. ‘Gracias por su tiempo, de cualquier forma.’

    ‘Y realmente nos alegramos por Ben,’ dijo Jenny, levantándose. ‘Es grandioso verlo tan bien.’

    La señora Miller asintió. ‘Yo espero su sobrino mejore,’ dijo ella. ‘Realmente lo hago.’

    * * *

    ‘Odio mentirle a la gente,’ dijo Jenny mientras caminaban de vuelta al coche. Ella se sintió aliviada al ver que las ruedas y ventanas continuaban intactas. ‘Ahora ella se preocupa por un sobrino imaginario con leucemia.’

    ‘Ya lo habrá olvidado,’ dijo Nightingale. ‘Y seamos honestos aquí. Le dijimos que un sobrino nuestro moría de leucemia y ella solo encogió sus hombros y dijo que no podía ayudar.’

    Jenny presiono el mando para abrir las puertas del Audi. ‘Eso no es justo, Jack. Ella dijo que pasaría el mensaje pero que no piensa que los Spradberys ayudarán. No es su culpa.’

    ‘Solo digo, que no hay nada malo en curvar la verdad un poco para obtener la información que necesitamos.’

    ‘Eso fue una mentira descarada, no torcer la verdad,’ dijo Jenny. Subió al coche y Nightingale se sentó en el asiento del pasajero. ‘¿Ahora qué?’ dijo ella.

    ‘Necesitamos encontrar donde trabaja el Doctor McKenzie,’ dijo el. ‘¿Puedes googlear un poco con tu iPhone?’

    Jenny saco su celular. Le tomo menos de dos minutos encontrar la dirección del consultorio del Doctor McKenzie. Estaba a una corta distancia en auto, y unos minutos después Jenny se estacionaba enfrente del consultorio, un búngalo independiente que había sido una casa familiar. El jardín fue pavimentado para hacer un estacionamiento y había un gran anuncio que decía; ‘SOLAMENTE DOCTORES, TODOS LOS DEMAS SERAN RESTRINGIDOS.’

    ‘Yo hare esta,’ dijo Nightingale.

    ‘Eso está bien porque pienso que he pasado mi cuota de mentiras por hoy,’ dijo Jenny.

    Nightingale se levantó fuera del coche y encendió un cigarrillo. Jenny bajo la ventanilla y lo miro. ‘¿Seguro? ¿Entraras ahí fumando?’

    ‘No, necesito un cigarrillo. Lo fumare y luego entrare.’

    ‘Deberías probar parches,’ dijo ella.

    ‘No les veo el uso,’ dijo él. Él dio una calada del cigarrillo y cruzo la calle hacia el consultorio. A través de una ventana Nightingale podía ver a media docena de personas, principalmente jubilados, sentados en sillas de madera y más allá un área de recepción. Dio una calada final a su cigarrillo y lo arrojo hacia un desagüe antes de abrir la puerta. Camino a través de un suelo embaldosado hacia la recepción. Dos mujeres de mediana edad estaban sentadas frente a escritorios viendo terminales de computadora mientras otra mujer estaba en el teléfono, explicando porque no fue posible para el llamante tener una

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