Una aventura asiática

Por Kasumi Lee

David y Jenny Wong llevan un año intentando tener un hijo, pero no lo han conseguido. Su matrimonio no pasa por su mejor momento por culpa de sus continuos problemas de fertilidad, que encima empeoran cuando una prueba revela que David tiene un recuento de espermatozoides muy bajo.

 

Jenny se siente más sola que nunca.

 

Entonces conoce a Corey, un guapo deportista de penetrantes ojos azules que está a punto de ir a la universidad. Al principio, Jenny se siente intimidada por este joven de aspecto tosco que salta a su jardín, pero pronto se van conociendo mejor y algo brota entre ellos.

 

Él es blanco, ella asiática y su marido está en el trabajo. ¿Se dejará Jenny vencer por sus inhibiciones o se entregará al adulterio interracial?

• Idioma: Español
• Editorial: Kasumi Lee
• Fecha de lanzamiento: 2 jul 2023
• ISBN: 9798215883181

Kasumi Lee

Hi! I'm Kasumi Lee, an erotica author with a steamy catalog of sexy stories, especially involving interracial cuckolding resulting in pregnancy while still tugging at the heartstrings. I've written a lot of interracial stories featuring White men and Asian women, especially ones where my Asian female characters find themselves pregnant by their handsome White lovers. Their clueless Asian husbands won't find out until it's too late! Not all my stories are interracial stories, or even set in the real world. I've experimented with paranormal erotica, and even some darker taboo stories, but interracial stories with sexy White knights seducing and breeding beautiful Asian goddesses remain my favorite. Whatever gets you hard or makes you wet, I'm sure you'll find something in my smutty little library to satisfy you. I hope you have as much fun reading my stories as I had writing them! Best wishes and happy reading! Kasumi Lee

Vista previa del libro

Una aventura asiática

Un romance erótico interracial entre un hombre blanco y una mujer asiática

Kasumi Lee

Derechos de autor © 2023 Kasumi Lee

Todos los derechos reservados.

Los personajes y eventos que se presentan en este libro son ficticios. Cualquier similitud con personas reales, vivas o muertas, es una coincidencia y no algo intencionado por parte del autor.

Ninguna parte de este libro puede ser reproducida ni almacenada en un sistema de recuperación, ni transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico, o de fotocopia, grabación o de cualquier otro modo, sin el permiso expreso del editor.

Contenido

Página del título

Derechos de autor

1

2

3

4

5

1

Jenny miró a David desde el otro lado de la mesa de la cocina, esperando a que acabara de comer. David estaba leyendo el periódico y solo interrumpió la lectura para meterse otra cucharada de cereales en la boca. Mientras tanto, ella miraba la pared que tenía detrás con la barbilla apoyada en las palmas de las manos. El silencio pendía en el aire y enmascaraba la tensión entre ellos.

Evitaban el contacto visual; llevaban así toda la mañana. Los dos sabían por qué, pero ninguno quería volver a sacar el tema. La última vez que habían hablado de eso, la cosa había acabado en gritos y sentimientos heridos por ambas partes.

David llevaba traje y corbata; estaba preparado para irse a trabajar. Se acercaba a los cuarenta años y empezaban a vérsele las entradas. Incluso había empezado a teñirse el pelo de negro para ocultar las canas incipientes. Se parecía más al estereotipo de asalariado asiático que a la persona sonriente con la que se había casado.

Para el mundo exterior, seguían siendo el señor y la señora Wong, y hasta ahora habían contenido la tensión matrimonial entre las cuatro paredes de su casa. Jenny se preguntaba cuántos otros matrimonios aparentemente felices eran en realidad frías tumbas de silencio.

—Di algo, por el amor de Dios —murmuró, un pelín demasiado alto.

—Qué buen tiempo hace —señaló David, sin levantar la vista del periódico.

Mejor eso que nada, y era una apreciación certera. Había llegado julio y hacía sol cada día, con una temperatura más que agradable para la que solo hacía falta salir con una sola capa de ropa.

David terminó de desayunar y se levantó de la mesa, cogió el cuenco vacío y lo metió en el lavavajillas. Un detalle por su parte. Normalmente, lo dejaba en la encimera y esperaba que ella lo recogiera todo. Como muchos hombres, era un vago en la cocina.

—¿A qué hora volverás? —preguntó Jenny.

—Tarde —dijo escueto.

—¿Podrías ser más concreto? —preguntó ella, molesta.

—Quizá sobre las siete —respondió David, recogiendo su mochila y se la colgó al hombro—. Te mandaré un mensaje si tengo que quedarme más