A pesar de su profunda tristeza, Benina mantenía un espíritu resiliente y una conciencia de la injusticia que había sufrido. Decidió alquilar una nueva habitación, donde se duchó y se cambió de ropa, lo que la hizo sentirse renovada y con un estado de ánimo mejorado. Luego, se dispuso a llevar a Almudena a recibir el tratamiento que necesitaba.Sin embargo, en medio de este acto de solidaridad, el destino le jugó una sorpresa inesperada. Benina se topó con el traslado de Doña Paca y sus criadas. Esta vista la llevó a las lágrimas una vez más, ya que tenía un profundo cariño por Doña Paca y sentía que lo que le habían hecho no era justo. Ver a Doña Paca en un estado desfavorecido y maltrecho la angustió aún más, recordando los tiempos felices cuando cuidaba de ella.La relación de Doña Paca con Juliana era compleja, marcada por un respeto y admiración que a menudo la llevaba a someterse a la voluntad de Juliana. Sin embargo, en algunas ocasiones, lograba obtener algunas concesiones, como darle dos reales diarios a Benina, además de las sobras de la comida.Justo en ese momento, Don Frasquito llegó al lugar, en su característico estado delirante. Inicialmente, se negaron a abrirle la puerta, pero Hilaria, quien regresaba de hacer algunas compras, lo hizo. Frasquito entró enfadado y subió por las empinadas escaleras mientras gritaba, acusando a alguien de haberle faltado al respeto. Además, acusó a Doña Paca de ingratitud por su trato hacia Benina. Juliana, enojada, agarró a Frasquito por las solapas y lo arrojó al portal, donde las criadas lo enviaron a la calle. Un desafortunado paso en falso hizo que Frasquito cayera por las escaleras, y Juliana exclamó: "Está más muerto que mi abuela". La escena culminó en un caos inesperado, marcando un punto de inflexión en la trama.Puedes escuchar la novela completa en nuestro canal de youtube: Misericordia de Benito Pérez Galdós