Una vez que el ciego moro se recuperó, la necesidad de recursos los llevó a mudarse a San Andrés para continuar su vida de mendicidad. En una mañana ordinaria, Benina presenció al curita joven morito saliendo del Rectoral en compañía de otro sacerdote, quienes parecían discutir sobre ella. Después, el morito se le acercó y le aconsejó entrar en Misericordia, argumentando que, dada su edad, ya no debería estar pidiendo. Confundida y con el corazón lleno de dudas, Benina sintió la urgencia de buscar al morito para aclarar sus pensamientos, pero no logró encontrarlo.Lamentablemente, sus días como mendiga se volvieron más desafiantes y, en el punto más bajo, un guardia la arrestó por pedir limosna, llevándola contra su voluntad a un recogimiento de mendigos. A pesar de sus resistencias, lloros y súplicas en el camino, Benina se resignó a su destino. Mientras se dirigía al lugar de reclusión, su mente divagó hacia Doña Paca, imaginando el dolor que podría experimentar al no verla regresar. Sin embargo, a medida que se encontró entre sus compañeros mendigos, Benina dejó de preocuparse, sumergiéndose en la resignación de su nueva realidad.Puedes escuchar la novela completa en nuestro canal de youtube: Misericordia de Benito Pérez Galdós