Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Orientaciones sobre hábitos de alimentación saludables en la Anorexia y Bulimia nerviosas
Orientaciones sobre hábitos de alimentación saludables en la Anorexia y Bulimia nerviosas
Orientaciones sobre hábitos de alimentación saludables en la Anorexia y Bulimia nerviosas
Libro electrónico283 páginas3 horas

Orientaciones sobre hábitos de alimentación saludables en la Anorexia y Bulimia nerviosas

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico



El modelo actual de belleza impone un cuerpo cada vez más delgado y la industria, en este sentido, es cada vez más fuerte: publicaciones de dietas y productos milagro, técnicas para moldear la figura?, lo que genera grandes beneficios económicos a costa de hacer a muchas personas esclavas de sus cuerpos. Las características de la anorexia y la bulimia se han divulgado de forma notable en los medios de comunicación en últimos años y, en cierto modo, resultan familiares para la población. Pero existen otros trastornos de la conducta alimentaria, entre los que figuran los llamados trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TECANE), los trastornos por atracón y casos iniciales o parciales de anorexia y bulimia. Estos trastornos atípicos son menos conocidos y, sin embargo, cada vez más frecuentes. En una sociedad donde la imagen es sinónimo de belleza, la anorexia y la bulimia son un problema de salud con graves consecuencias.
IdiomaEspañol
EditorialOBART
Fecha de lanzamiento19 jun 2023
ISBN9791222420622
Orientaciones sobre hábitos de alimentación saludables en la Anorexia y Bulimia nerviosas

Relacionado con Orientaciones sobre hábitos de alimentación saludables en la Anorexia y Bulimia nerviosas

Libros electrónicos relacionados

Ciencias sociales para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Orientaciones sobre hábitos de alimentación saludables en la Anorexia y Bulimia nerviosas

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Orientaciones sobre hábitos de alimentación saludables en la Anorexia y Bulimia nerviosas - Curro Alvaro

    Trastornos de la alimentación

    Falsos gurús de la alimentación

    Baja autoestima, competitividad, envidia y alta responsabilidad

    Derecho a la salud

    Intimidad

    Desarrollo

    ¿Contin úa el psicoanálisis vigente? ¿Es una teoría válida para el futuro? Con motivo del 150 aniversario del nacimiento de Sigmund Freud, considerado padre del psicoanálisis, son muchas las incógnitas que se plantean respecto a una corriente que vivió su momento de esplendor a finales del sigo XIX, pero que en la actualidad ha sido puesta en tela de juicio por algunos autores. De un lado, se acusa al psicoanálisis de carecer de base científica y de recurrir a un tratamiento excesivamente largo -puede durar hasta seis años. Del otro, los defensores de las teorías freudianas aseguran que se encuentra en plena vigencia, y que mientras haya quien quiera comprender el origen de un trastorno en lugar de recurrir a psicofármacos para calmar la ansiedad o hallar solución a su problema, el psicoanálisis no desaparecerá.

    A finales del siglo XIX, Josef Breuer, médico internista vienés, y su colega, el neurólogo Sigmund Freud, descubrieron que un número nada despreciable de sus pacientes histéricos lo eran como consecuencia de las vivencias traumáticas vividas en el pasado. La idea surgió de una conversación entre ambos a raíz de Bertha Pappenheim, conocida defensora de los derechos de la mujer y los niños que pasaría a la historia con el nombre de Anna O. Breuer la trataba desde años atrás a causa de un cuadro de histeria y había descubierto el alivio que suponía para la mujer conversar sobre su enfermedad, lo que ella denominaba «cura por la palabra». Breuer decidió entonces someterla a hipnosis y constató que, durante el trance, la mujer recordaba cosas que no era capaz cuando estaba consciente, y que eran precisamente estos episodios los que la estaban ayudando a superar su problema. Los resultados suscitaron el interés de Breuer y Freud, que comenzaron a reflexionar sobre un nuevo método de tratamiento. Había nacido el psicoanálisis.

    En los años posteriores, Freud se dedicó a profundizar en esta nueva corriente, hasta tal punto que hoy se le reconoce mundialmente como el padre del psicoanálisis. Por ello, cuando se cumplen 150 años de su nacimiento (6 de mayo de 1856) el clima de celebración es unánime en muchos países del mundo. Grandes ciudades como Viena, París, Roma, Londres o Nueva York conmemoran este aniversario con múltiples exposiciones, conferencias y debates.

    Que la cultura occidental preste tanta atención a Freud y a su teoría podría considerarse algo así como «una buena señal» sobre la importancia de su legado. «Pero conviene ser críticos», advierte. «Hoy, en un momento de escasez de creatividad, de desconcierto, en el que la cultura se pregunta qué papel le corresponde, es explicable que se vuelva hacia su propio pasado e intente reconocerlo como propio y así reconocerse».

    A modo de síntesis, se puede considerar que el psicoanálisis nació en 1895, con las investigaciones sobre Anna O. En los años posteriores, se asentó como tratamiento de cura de pacientes histéricos o con angustias y triunfó entre un buen número de sectores que estudiaban la salud mental. e el psicoanálisis tuvo hacia 1920 una «época dorada» en Europa y en Norteamérica. «Fueron momentos extraordinarios en los que [el psicoanálisis] se extendió por muchos países». El auge siguió, y aunque a partir de 1934 experimentó un pequeño declive, después de que Freud se viera obligado a emigrar tras la anexión de Austria por la Alemania nazi, el psicoanálisis recuperó su influencia. En buena parte, como consecuencia de la obligada diáspora de intelectuales de origen judío, como era el caso del propio Freud. En esta época, muchos psicoanalistas que ya se habían formado se marcharon a Estados Unidos, Inglaterra, Francia y diversos países de Sudamérica. Fue entonces cuando llegó el esplendor del psicoanálisis, con algunas vertientes y corrientes que empezaban a marcar diferencias con las freudianas originarias.

    Pese a la muerte de Freud en 1939, el psicoanálisis mantuvo su vigencia hasta 1970, con la introducción de elementos nuevos y cambios. A partir de los años 40, las corrientes de Jacques Lacan y otros autores cobraron fuerza en países como Francia y desplazaron en parte a las teorías freudianas, que, sin embargo, no llegaron a extinguirse. En esta época, destacaron también los trabajos de discípulos de Freud, como Carl G. Jung, Alfred Adler u Otto Rank, y los de psicoanalistas como Karen Horney o Melanie Klein, que introdujo importantes novedades en el psicoanálisis infantil. Posteriormente, desde mediados de los 70, en las facultades de psicología y en los estudios de psiquiatría se va tomando una orientación biológica con la aparición de nuevos fármacos y se empieza a dejar en segundo plano la psicoterapia, «a favor de las corrientes cognitivo-conductuales que, de alguna manera, cuestionan al psicoanálisis».

    El famoso diván de Sigmund Freud, conservado en el Freud Museum de LondresHablar de psicoanálisis es hablar del inconsciente, la primera de las aportaciones de Freud, que tiene relación con los pensamientos y los sentimientos que no se encuentran en el plano de la conciencia. De acuerdo a esta teoría, Freud aseguró que detrás de las acciones de una persona siembre hay intenciones ocultas, inadvertidas para esa persona, pero que determinan su comportamiento y son la causa de su angustia, el descubrimiento del inconsciente fue «el elemento rompedor» de la psicología, ya que descubrió que no todos los actos son absolutamente voluntarios, que están regidos exclusivamente por la voluntad. Se puede argumentar esta afirmación con una serie de ejemplos: «abrimos la puerta de casa con la llave del despacho, queremos ir a casa de un amigo y tomamos otra dirección, vamos a una fiesta en la que no conocemos a nadie y decimos de antemano quién nos va a caer bien y quién no. El inconsciente determina estas acciones o pensamientos».

    Freud desarrolló también el concepto de pulsiones o instintos, el psicoanalista las pulsiones sexuales fueron las fuerzas inconscientes presentes en cada persona desde la infancia y que habían sido reprimidas. Precisamente, esta represión era la fuerza que impedía el acceso hacia la conciencia y que aparecía en forma de sueños, «como un disfraz al que uno se ha acostumbrado, hasta el punto de que el sujeto olvida su verdadero rostro». Por este motivo, el tratamiento consiste en «ayudar a quitarse el disfraz y tolerar lo que aparezca detrás». La represión fue considerada un esfuerzo por desalojar de la mente aquello que tenía que ver con el deseo sexual. De hecho, Freud no renunció a creer que las pulsiones sexuales eran la clave del inconsciente y que la mejor manera de descubrirlo estaba en la psicoterapia.

    Freud sostuvo que las pulsiones sexuales eran la clave del inconsciente y la psicoterapia era la mejor manera de descubrirlo. A lo largo de varias sesiones semanales, en tratamientos que duraban (y duran) años, los pacientes eran ayudados a comprender que detrás de gestos a los que se prestaba una escasa atención había algo más, y que ese algo más sólo podía conocerse si uno se disponía a escuchar lo que los pacientes decían. «Ése fue el acierto de Freud, el término escucha dice muy bien lo que el psicoanálisis pretende». Se trata de una manera de pensar el psiquismo y de actuar sobre él, que suscitó una intensa polémica cuando nació, a comienzos del siglo XX. «Y esa polémica no ha cesado desde entonces».

    El tratamiento psicoanalítico puede resultar una experiencia muy difícil para el paciente, una mezcla de satisfacción y sufrimiento, pero en la que va perdiendo esa repulsa inicial a admitir lo inconsciente. Por su parte, el psicoanalista tiene la misión de acompañar al paciente en esa experiencia y ser testigo de su transformación. «El paciente sabe que ha encontrado un espacio muy peculiar en el que sus preocupaciones, sus angustias, sus sentimientos más íntimos, están siendo escuchados por alguien que acepta sin más, sin juzgar, sin condenar, sin aplaudir».

    Los psicoanalistas tienen como objetivo hacer comprender el porqué de un trastorno psicológico para conseguir liberar al paciente. «Hay personas que sufren angustia, se toman un ansiolítico y creen que todo está solucionado, pero otras quieren saber por qué les ocurre eso, no quieren soluciones basadas sólo en la medicación o en un tipo de tratamiento donde se les anima a realizar determinadas conductas, sino que necesitan entender por qué les pasa lo que les pasa», «sólo cuando se comprende se pueden empezar a incluir alternativas y ampliar el campo de libertad». No obstante, los psicoanalistas reconocen que, en ocasiones, se puede recurrir a tratamientos combinados con otras terapias o psicofármacos, como en el caso de personas con una depresión grave, que no pueden esperar a que el psicoanálisis, con terapias que se prolongan hasta seis años, descubra el origen del trastorno.

    La libido, relacionada con el instinto sexual; el complejo de Edipo, estudiado como los sentimientos del niño enamorado de la madre y el complejo de Electra, el de la niña enamorada del padre; o el ello, el yo y el superyó (tendencias impulsivas, la percepción y el esfuerzo por superar el complejo de Edipo, respectivamente), fueron otros términos acuñados por Freud y que durante muchos años han servido de base a otros investigadores para continuar el estudio del psicoanálisis y su utilidad como tratamiento en pacientes depresivos, con angustias, ansiedad, fobias, obsesiones o trastornos de identidad.

    ¿Continúa vigente el psicoanálisis? ¿Seguirá siendo útil en el futuro? Éstas son dos grandes incógnitas. Mientras los detractores de esta corriente no contemplan la psicoterapia como un tratamiento válido de las enfermedades mentales y aseguran que se basa en teorías no científicas, sus defensores reconocen que ha perdido la pujanza de los inicios, pero afirman contundentes que tiene mucho futuro. «Aunque es verdad que hemos quedado en un segundo plano, el numero de personas que solicita ayuda psicoanalítica sigue siendo muy grande». «Muchos creen que en un mundo que va tan rápido no hay espacio para una terapia tan lenta, pero, precisamente por ello, muchas personas se niegan a ser dominadas por las prisas y recurren al psicoanálisis», algunos expertos lamentan asimismo que el psicoanálisis haya sido apartado progresivamente del ámbito académico universitario y su utilización se haya reducido, prácticamente, a las clínicas privadas.

    Los propios psicoanalistas «están divididos» sobre su eficacia y vigencia, aunque considera que «si el psicoanálisis continúa es porque, a pesar de todo lo que está lloviendo, hay hombres y mujeres que desean ser escuchados y que eso, simplemente eso, les va a hacer más llevadera la existencia», «cada vez hay más necesidad de poder pensar con alguien que pueda ayudar a ello», y advierte de que el actual ritmo es más propenso a necesitar del psicoanálisis.

    Nada puede sustituir a las sesiones con el psicoanalista, en un lugar adaptado, con el mítico diván que utilizaba Freud «para detener la máquina y escucharse a uno mismo, cosa que prácticamente ni hacemos». Asegura que en los últimos 30 años han aparecido más autores y más escuelas de psicoanálisis, que asientan su futuro, y destaca que, aunque las líneas de investigación pueden ser varias y diversas, todas tienen como eje elemental a Freud. «La principal ventaja del psicoanálisis no es que acaba con el síntoma, sino con la enfermedad». Es igual que cuando tenemos fiebre si tomamos sólo un antitérmico en lugar de tomar antibiótico contra la infección. «La fiebre baja, pero la infección continúa». En este sentido, la crítica habitual que se hace al psicoanálisis es que es muy lento, pero se necesita de esta lentitud para encontrar aquellas causas que preocupan y que son inconscientes. Elaboradas esas cuestiones, «la persona está mejor».

    En esta línea, los más románticos aseguran sentirse salvados por aquellas personas que no se conforman con que se les calme el dolor psíquico, mientras eluden escuchar a quienes cuestionan sus técnicas. «Hemos perdido vigencia en centros académicos y hemos quedado reducidos a centros privados, pero el número de pacientes sigue siendo alto». Nadie de los que se dedican a ello prevé la desaparición del psicoanálisis. «Al contrario, porque siempre habrá un número de personas que no se conformará con no entender, no comprender las causas de su sufrimiento, frente a aquellos que quieren que se les calme y no investigar la razón por la que surgió». Como siempre va a haber esa categoría de personas que quieren comprender las razones de su sufrimiento, «la terapia psicoanalítica no va a desaparecer en el futuro».El psicoanálisis es una disciplina que se ocupa del estudio del psiquismo humano. Creada por Sigmund Freud a finales del siglo XIX, es una ciencia reciente que carga con numerosos mitos y prejuicios.

    Toda ciencia tiene sus límites. El psicoanálisis puede ocuparse de patologías que tengan su origen en procesos inconscientes, como neurosis, hipocondría , fobias, obsesiones o enfermedades psicosomáticas, entre otras. No puede tratar el autismo , enfermedades congénitas u otras derivadas de una lesión orgánica.

    Se asemeja a la de un traductor. Dispone de las herramientas teóricas y técnicas necesarias para interpretar las aportaciones del paciente. No en vano, los contenidos inconscientes nunca llegan a la conciencia de manera directa, sino indirecta, a través de los lapsus, los síntomas, los actos fallidos, etc.

    El aparato psíquico está formado por dos instancias: consciente e inconsciente. En el inconsciente se hallan los recuerdos, los afectos, los sentimientos y la memoria. Es el motor del aparato psíquico. Hasta la creación del concepto de inconsciente por Freud, no se podía dar cuenta de cómo y por qué el sujeto psíquico sentía deseo, amor, dolor, tristeza u odio y de dónde provenían estos estados, a veces, tan paradójicos. Ahora, sabemos que provienen del inconsciente.

    El mismo hecho de poder pronunciar en voz alta las fantasías ya mejora a la persona. Hay que saber también que el psicoanalista cura más por lo que es, que por sus palabras. El paciente no necesita consejos, sino que acude a una consulta para hablar de qué le pasa, para que le escuchen como nadie hasta ahora lo había hecho y para poder dar un sentido diferente a los acontecimientos que le suceden.

    Pensar que el tiempo de un tratamiento está definido de antemano es un mito y una resistencia al psicoanálisis, ya que es un proceso individual. Por otro lado, hay que diferenciar el tiempo en el que se obtienen resultados terapéuticos (para curarse), que puede oscilar entre nueve meses y un año, y el tiempo para psicoanalizarse (para entrar a fondo en la propia vida, en la propia biografía), que será más prolongado o toda la vida.

    Nuestros primeros aprendizajes condicionan qué somos, ya que suponen nuestro pasaje a la sociedad humana. Pero pensar que el pasado es inamovible y determinante de nuestro futuro es llegar demasiado lejos. La utilidad terapéutica del psicoanálisis recae en que podemos modificar los pensamientos y experiencias que ocasionan un proceso patológico en la persona. El futuro se puede cambiar si cambiamos nuestros deseos inconscientes sobre el mismo.

    Al pasado no se puede regresar. Es otra equivocación pensar que el psicoanálisis se ocupa del pasado de las personas. Cuando un paciente acude a la consulta, nos encontramos ante una persona que ha tenido pasado, pero éste sólo está en el paciente como es ahora. Los sucesivos pasos de nuestro desarrollo psíquico no se borran para dejar paso al siguiente, sino que se suman. En mí hay una niña de cinco años, de diez, una adolescente… pero no hay una mujer de 50 años, porque eso aún está por ocurrir. Esta terapia trabaja sobre el futuro porque éste se puede modificar. No obstante, también cambia nuestro pasado porque, si pensamos diferente, acabamos por tener una visión diferente de nuestras experiencias pasadas.

    Freud dijo que el psicoanálisis tiene como objetivo devolverle a la persona la capacidad de amar y trabajar. Restituye la capacidad de interactuar con la realidad, adaptarse a ella y realizar los cambios oportunos para vivir de manera satisfactoria. El resultado que el paciente espera de la terapia depende de su deseo y de su capacidad de trabajo.

    El paciente que quiera, de cualquier clase social o nivel intelectual, puede comenzar la terapia, el diván es un instrumento, pero desde hace años el psicoanálisis se aplica y es aplicable a empresas, profesionales, médicos o distintos ámbitos de formación, entre otros. Tener en consideración la teoría psicoanalítica sobre el sujeto psíquico ayuda y potencia el trabajo de estos profesionales. Les ayuda a detectar muchos problemas, a intervenir sobre ellos y a reconocer afectos propios que intervienen en las relaciones laborales cada día.

    El psicoanálisis es la disciplina que se ocupa de la salud psíquica , que trata enfermedades tan comunes como depresión , ansiedad, trastornos obsesivos o alteraciones sexuales, que tienen tratamiento y curación, y que no hay que vivir con ellas. Lo más caro es vivir con sufrimiento y ver mermadas las propias capacidades. Hay que alejar ideas como que el tratamiento psicoanalítico es muy caro o muy largo o que se debe hablar del pasado y de los traumas. La enfermedad siempre es la peor solución. Desde el psicoanálisis, la salud no es la reconstrucción de un estado anterior, sino la creación de un nuevo estado, de un nuevo sujeto.

    Hablar de psicoanálisis es hablar de Sigmund Freud. Nacido en 1856 en Friburgo (antigua ciudad del Imperio austríaco que hoy pertenece a Chequia), Freud se licenció en medicina. Un viaje a París fue decisivo en su trayectoria profesional. En 1886 trabajó durante varios meses bajo la dirección de Jean Martin Charcot en el prestigioso servicio de neurología de la Salpêtrière parisina. Pudo conocer de primera mano la histeria y los tratamientos basados en la hipnosis y la sugestión. A su vuelta a Viena, Freud se casó y abrió una consulta privada.

    Gracias al contacto diario con sus pacientes, sentó las bases del psicoanálisis. En esos primeros años como médico, publicó varios libros y artículos, que se recibían entre el desinterés y la indignación, porque ya planteaba en ellos sus ideas más rompedoras, como la de una sexualidad infantil. En 1906, su pequeño círculo de seguidores vieneses se amplió. En 1908, se celebró el Primer Congreso Psicoanalítico y, al año siguiente, impartió diversas conferencias en EE.UU. que contribuyeron a otorgarle fama mundial.

    Algunos de sus libros se convirtieron en best-sellers, los medios de comunicación le perseguían y numerosos pacientes acudían a su consulta. El psicoanálisis empezaba a extenderse por el mundo y, en las siguientes décadas, conocería su época dorada. La gran tragedia de Freud fue que su éxito profesional coincidiera con sus graves problemas de salud, lo que no impidió que siguiera con gran energía. En 1923, se le diagnosticó un cáncer de mandíbula, por el que se sometió a numerosas intervenciones. Murió exiliado en Londres en 1939.

    La educación no se genera a través de compartimentos estancos. Se necesitan canales de comunicación y una acción coordinada para que los niños se desarrollen intelectual, emocional y socialmente en las mejores condiciones. Por ello, la suma del esfuerzo de los dos baluartes de ese proceso, la familia y la escuela, es, según los expertos, el camino a seguir. La sintonía entre los dos ámbitos vitales del niño, además de generar confianza entre padres, madres y profesores, estimulará la idea de que se encuentra en dos espacios diferentes pero complementarios.

    Conocimientos y valores

    Estudios sobre la participación de padres y madres en la vida escolar señalan

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1