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Silencio roto
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Libro electrónico113 páginas1 hora

Silencio roto

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 Este libro entrega al lector diez realidades urbanas que, dada la velocidad con que se camina actualmente, apenas si se vislumbran; se pasa por encima de ellas sin detallar su relevancia. Situaciones que van desde la paradoja hasta la impunidad y que pretenden mostrar aristas insospechadas del comportamiento humano.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 dic 2022
ISBN9786289504989
Silencio roto

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    Silencio roto - Hernando Suárez Peña

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    HERNANDO SUÁREZ

    HERNANDO SUÁREZ

    Título del libro:

    SILENCIO ROTO

    Escritor:

    Hernando Suárez

    Edición:

    Édver Augusto Delgado

    Apoyo editorial

    Efraín Ferrer de la Torre

    Jorge Eliécer Martínez Miranda

    Juan Andrés Alzate

    Primera edición:

    ISBN: 978-628-95049-8-9

    Diagramación:

    Jorge E. Rodríguez Martínez

    © Hernando Suárez

    © Editorial Libros para Pensar S.A.S. – Bogotá – Colombia 2022

    +57 315 837 05 84

    liderlibros@gmail.com – www.librosparapensar.com

    No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia u otro método, sin el permiso previo y por escrito del autor.

    Bogotá – Colombia

    Hecho en Colombia

    Printed in Colombia

    Queda hecho el Depósito Legal

    A Marisol

    Índice

    Prólogo 9

    Silencio roto 13

    Aquí no vive 27

    De botines 35

    ¿Dónde está el mono Efraín? 47

    El apellido del abuelo 57

    Espiral de soledades 69

    El gordo 81

    Que no acabe la pandemia 89

    Lola 99

    Sobandero 107

    Sobre el autor 117

    Comentario al libro 119

    PRÓLOGO

    Siempre que le pregunto a mi amigo Hernando Suárez por su quehacer me contesta, acá rasguñando; así es como él se refiere al oficio de escribir, de rayar y de escarbar en lo más profundo de su memoria un sinnúmero de recuerdos que lo acompañan y le asisten en esa tarea de crear agradables formas literarias, como las que nos brinda en estas remembranzas.

    Estas páginas están llenas de magia en su creación, pero también algunas veces de un extraño atisbo de incomodidad y, otras de contrariedad con la vida y sus desafíos que, en general en estos cuentos siempre nos dejan cavilando sobre el futuro de cada historia.

    Cuando Hernando Suárez se sienta a rasguñar, claramente está escrutando su propia alma, su pasado que, con los años cobra nuevos esplendores; incluso pareciera que, en cada línea, o mejor, en cada rasguño, hay un vínculo que arrastra para recoger sus existencias en las vidas ajenas, que va introduciendo en sus cuentos.

    Recuerdos de una infancia colorida en las tierras áridas y rocosas de la provincia de Vélez en Santander del Sur (Colombia), en donde vivió los años de su infancia y se conectaron en sus emociones los relatos de una ancestralidad que hoy está más viva que nunca.

    Así pues, que acá están los cuentos de Hernando Suárez, enlazados con una región, con una memoria y con una ancestralidad, repasos de un pasado que deben quedar escritos como aporte a la urgente necesidad que tenemos en el mundo, de desosar el remoto recuerdo para algún día asomarnos a nuestra identidad.

    Silencio Roto, recuerdos rasgados, memorias de la injusticia de la doble moralidad que nos acompaña siempre y que insulta nuestra inteligencia; un silencio roto siempre más fuerte contra quienes dicen defender nuestros derechos, contra quienes se aprovechan de nuestra confianza usando fórmulas machistas desde el poder para vejarnos.

    Aquí no vive, un lugar subjetivamente insólito de micro momentos de una guerra civil que ha padecido Colombia, pero que solo están en la mente de una madre que padece esa extraña enfermedad que solo deja la beligerancia impúdica que vivimos, sí, la desdicha infinita por la pérdida que, aunque persiste en la ausencia y desaparición se sigue presintiendo la vida en lo más hondo del alma.

    De Botines, habla de genealogías del machismo regional santandereano que golpean la puerta de estos cuentos de forma atronadora; recorrer los pasos en unos botines nuevos a los que mucha parte de nuestra población no se acostumbra.

    Dónde está el mono Efraín, otra vez la memoria empecinada de nuestro autor que no se quiere quedar con nada guardado, es algo así como unos recuerdos fotográficos de nuestra memoria histórica; una protagonista de excepción que nos cuenta al oído que de lo que se trata es de una guerra eterna.

    Ahora que estamos tan interesados en la memoria histórica y en la verdad histórica, pues llegan calientitos estos cuentos urgentes para un pueblo desmemoriado, que fue capaz de hablar de hijos naturales versus legítimos, de genealogías y de El apellido del abuelo, inspirado siempre en un patriarcado anómalo, en donde la soledad de las mujeres está incluso en sus nombres.

    Espiral de soledades, es en general toda la propuesta de Hernando Suárez, pues claramente los recuerdos y las nostalgias llegan cuando todos ya se han ido, cuando por fin tenemos tiempo de tamizar cada una de las reminiscencias que –vistas desde la tranquilidad de los años– nos permiten hacer catarsis, desahogarnos y maldecir con la serenidad de que quien escuche estos reclamos pensará que son reclamos literarios, cosas del papel y la escritura.

    EL Gordo jugador de futbol, es la idea más precisa de una selfi en movimiento, un autorretrato literario de un momento de la imberbe adolescencia que, aunque lejana, siempre aparece cuando el coraje irrumpe en la mente de nuestro autor.

    Que no acabe la pandemia, porque la desgracia, la enfermedad y en la pobreza son escenarios en los cuales asoma esa parte oculta de la personalidad; la desgracia es el lugar de la revancha y la justicia en este caso, una venganza que se sirve fría, con todos los juguetes virtuales, como toca en estos tiempos.

    Lola, que pasea por diversas latitudes para acompañar la tristeza de sus amos, no es más que una gata imaginada que rasguña la chaqueta del autor, mientras él vislumbra y araña las vidas de otros felinos.

    En general la sabiduría popular es capaz de resolver hasta los entuertos más complejos y casi siempre con las fórmulas más sencillas, las que da la experiencia vivida, esta es la gracia de El Sobandero, que realmente más que curar, enderezar, componer, destorcer o encajar esqueletos, lo que hace es sobar el cerebro de sus visitantes para abrirle los ojos y alterar la mirada, descolonizando sus puntos de vista.

    Diez recuerdos que entrelazados suman muchas vidas, pero sobre todo muchos hastíos. Muchos caminos que desembocan en una sin salida, muchas vivencias de dolor. Diez cuentos que provocan escribir nuestra propia ficción.

    Gracias a Hernando Suárez por dejarnos una rendija para poder ver con usted estos repasos, que más que recuerdos son sustancia del alma, rasguños a manos llenas que gritan, arañazos que nos alcanzan a levantar pequeños revestimientos en nuestra propia piel.

    —Yesid Fernández

    Periodista - Comunicador Popular

    SILENCIO ROTO

    Tomó el 38 corto la mañana festiva que había elegido varios meses atrás. Su madre estaría en la cocina; su hermana bajo las cobijas; su hermano, el mayor –el más alejado de los tres– estaría afuera dándole patadas al balón con sus amigos y organizando la tomada, para después del partido; el perro habría tomado posesión en la vieja poltrona y su padre estaría camino a cumplir la tradicional cita con sus compañeros sindicalistas y obreros. El Smith & Wesson lo había traído a casa Joaquín, su padre, para protección de la familia; desde un comienzo lo guardó en la parte alta del clóset de madera lisa anclado en la pared de la habitación matrimonial.

    Cuando Joaquín regresaba de sus talleres, orientados a formar dirigentes y bases sindicales en diferentes partes del país, la casa se transformaba: Cóndor, el pequeño pincher miniatura que conocía los pasos de Joaquín, aguantaba en la poltrona de cuero y madera hasta ser corrido por el dirigente sindical y luego, buscaba un sitio debajo de cualquier cama o de la mesa del comedor; volvía a la poltrona cada que podía. Por su parte, la mujer, después de un ¿cómo le fue?, vacío, mecánico y sin importarle la eventual respuesta de su marido, iba a la cocina, abría de par en par la ventana y encendía un Marlboro rojo; calentaba un tinto y echaba ventana arriba el humo del cigarro. Cuando la bebida estaba a punto, servía en un pocillo pequeño y la llevaba a su marido, quien normalmente, después de descargar su maleta, se acomodaba en la biblioteca o en la poltrona. Mabel, la hija, sabiendo del regreso de su padre, procuraba llegar más tarde; y los fines de semana evitaba estar. No

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