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Al amor de Sor Juana
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Libro electrónico238 páginas3 horas

Al amor de Sor Juana

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En 2010 y 2011 Alejandro Soriano Vallés dio a conocer al mundo documentos probatorios de la fidelidad con que los primeros biógrafos de Sor Juana Inés de la Cruz relataron su vida. Contra las distorsiones introducidas por la crítica de los siglos XX y XXI, dichos papeles corroboraron la exactitud de las informaciones antiguas. Ahora el autor vuelve a presentar documentos inéditos que, ratificando los testimonios de los contemporáneos de la poetisa, coadyuvan a ordenar el panorama de estudios actual. Al amor de Sor Juana ofrece, efectivamente, dos cédulas esenciales para la correcta comprensión del inicio y final de la historia de la poetisa: una fe de bautismo que probaría que en realidad nació en 1651, y una petición a la Curia Romana fechada en 1694 en la cual ella solicita ser eximida de sus cargos monacales. Soriano Vallés acompaña el análisis de ambos documentos con cuatro artículos donde analiza aspectos centrales de la existencia de la Décima Musa, como su celda, el destino de su biblioteca, las relaciones con el arzobispo de México y su preparación cristiana a bien morir. El último capítulo, "Doncella del verbo. Diez años después", es la crónica de las vicisitudes de una década de la influyente biografía de la Fénix publicada originalmente en 2010 por el autor. Al amor de Sor Juana constituye, así, una fundamental obra para comprender tanto la vida de la monja como las incidencias del sorjuanismo contemporáneo.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento18 nov 2022
ISBN9786078838660
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    Al amor de Sor Juana - Alejandro Soriano Vallès

    Quedan reservados todos los derechos.

    Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio conocido o por conocerse, sin el consentimiento por escrito de los legítimos titulares de los derechos.

    Primera edición impresa, agosto de 2022

    Edición ePub: noviembre 2022

    De la presente edición:

    D. R. © 2022, Bonilla Artigas Editores, S. A. de C. V.

    Hermenegildo Galeana #111

    Barrio del Niño Jesús, Tlalpan, 14080

    Ciudad de México

    editorial@bonillaartigaseditores.com.mx

    www.bonillaartigaseditores.com

    ISBN 978-607-8838-65-3 (Bonilla Artigas Editores) (ePub)

    ISBN 978-607-8838-66-0 (Bonilla Artigas Editores) (impreso)

    Coordinación editorial: Bonilla Artigas Editores

    Cuidado de la edición: Nicolás Mutchinick

    Diseño y maquetación de interiores: María L. Pons

    Diseño de portada:

    D.C.G.

    Jocelyn G. Medina

    Realización ePub: javierelo

    Hecho en México

    Nota de la edición ePub: A lo largo del libro hay hipervínculos que nos llevan directamente a páginas web. Aquellos que al cierre de esta edición seguían en funcionamiento están resaltadas y con el hipervínculo funcionando. Cuando no se puede acceder a ellas desde el vínculo, por no estar ya en línea, se deja con su dirección completa: .

    Contenido

    1651, el año de nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz.

    Un nuevo hallazgo en favor de la fecha propuesta por Diego Calleja

    La celda de Sor Juana Inés de la Cruz

    Los libros de Sor Juana

    Los dineros de Sor Juana

    Sor Juana escribe a Roma

    Sor Juana Inés de la Cruz y el arte de bien morir

    Doncella del Verbo. Diez años después

    Sobre el autor

    A la memoria de

    Marta Vallès Damians, mi madre

    ¿Por qué no escribirá libros más largos

    Alfonso Junco? Quizá se contenta con sugerirlos…

    Habla de Sor Juana Inés de la Cruz, aquella monja sabia,

    de corazón encendido, «buena en su vivir como en su cantar»

    Revista javeriana, 1952.

    1651, el año de nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz.

    Un nuevo hallazgo en favor de la fecha propuesta por Diego Calleja

    Nota

    En noviembre de 2018 el genealogista Raúl Gómez Mariscal me contactó para ofrecerme una serie de documentos referentes a la familia y a la fecha natalicia de Sor Juana Inés de la Cruz. Su deseo era que yo los estudiara y los hiciera del conocimiento público. A principios de febrero del año siguiente, sin dejar de estar en constante comunicación con él, comencé a escribir el presente artículo.

    Diego Calleja, sacerdote jesuita español, escribió la primera biografía de Sor Juana Inés de la Cruz. Fue publicada en 1700 como Aprobación del libro Fama y obras póstumas del Fénix de México, que editó en Madrid, en la imprenta de Manuel Ruiz de Murga, Juan Ignacio de Castorena y Ursúa. Sobre esta Vida, el propio Castorena, quien había frecuentado a la poetisa y tenía ya preparada una biografía suya que rasgó al conocer la del aprobante, certificó en el Prólogo a quien leyere cómo "con lacónica profundidad, con mucha madurez en lo preceptivo y grave concisión en lo histórico, engaza elogio y autoridad. Es decir, el editor refrendó la puntualidad de los datos ofrecidos por el biógrafo. Entre ellos, que nació la madre Juana Inés el año de mil seiscientos y cincuenta y uno, el día doce de noviembre, viernes, a las once de la noche".

    Se aceptó esta fecha durante siglos, hasta que a mediados del siglo

    XX

    Alberto G. Salceda y Guillermo Ramírez España anunciaron su hallazgo¹ (de 1948, en la parroquia de Chimalhuacán, Chalco) de una partida de bautismo del 2 de diciembre de 1648 de una niña, hija de la Iglesia (es decir, ilegítima o natural),² llamada Inés, cuyos padrinos serían dos posibles hermanos de Isabel Ramírez, madre de la Fénix.

    En 1951, como apartado de las apuntaciones biográficas de su edición del tomo I de las Obras completas de Sor Juana, Alfonso Méndez Plancarte dio la primicia del descubrimiento, donde explicó: Por otra parte, su acta bautismal no se halla en Amecameca (aunque allí falta el libro de ‘españoles’, por esos años); y en la Parroquia de Chimalhuacán-Chalco, a que Nepantla pertenecía, tampoco hay acta alguna a ella referible, en 1651.³

    Ante todo, es fundamental establecer que –como será forzoso repetir más tarde– las parroquias de la zona, por constar de copiosa población indígena, carecían de libros de españoles, de manera que los escasos bautizos de éstos se consignaban en los libros de indios, señalando su calidad al margen o en el texto de la partida. En segundo lugar, adelantemos en este momento que, a pesar de lo dicho por el gran sorjuanista, sí hay en los registros de Amecameca una fe de bautismo de 1651 atribuible a Sor Juana Inés de la Cruz (lo cual apunta a que o no se revisó bien ese archivo en 1948 o a que, sencillamente –conformes quizá los pesquisidores con no haber encontrado en él un libro de españoles–, nunca se inspeccionó realmente); por tanto, no había razón para circunscribirse a Chimalhuacán y aceptar como de la jerónima un acta de bautismo cuyo nombre y fecha no concuerdan ni con el que ella siempre llevó (Juana) ni con la precisa data que aparece tanto en la Vida de Calleja como en los retratos del siglo

    XVIII

    .

    El resultado de tan lamentable concesión es que, por desgracia, actualmente la mayoría de los especialistas ve en la partida de bautismo de Inés la de Sor Juana.

    Ello no obstante el positivo recelo con que don Alfonso presentó el nuevo documento: "creemos probable que haya nacido en 1648",⁴ indicó. De igual talante concluyó Salceda el artículo donde estudia la cuestión: "Muy lejos de nosotros [dice] disimular que nada de lo expuesto alcanza por ahora a sobrepasar los límites de lo probable.⁵ Y sin abandonar la prevención agregó: Si alguien se arroja a dar como absolutamente segura la identificación de esta acta bautismal con la de Sor Juana, él será –y no nosotros– el único responsable".⁶

    No era para menos. Si se mira con cuidado y se tiene en mente lo antedicho, resultará palmario que, sacados los nombres de los padrinos, los motivos para adjudicar a la Décima Musa la fe de bautismo de marras fueron endebles y circunstanciales. En efecto, de acuerdo con el propio Méndez Plancarte (que sigue a Salceda), Calleja se equivocó al brindar el día de la semana, pues en 1651 el 12 de Noviembre cayó en Domingo, no en viernes.⁷ También falló al ofrecer la edad de su biografiada, en tanto ni es más exacto el que Sor Juana viviera ‘cuarenta y cuatro años, cinco meses y cinco días’, pues de Noviembre 12 de 1651 a Abril 17 de 1695 van tan sólo cuarenta y tres.⁸

    Sin embargo, el 12 de noviembre de 1648 tampoco fue viernes, sino jueves. Y en cuanto a que la monja vivió 43 y no 44 años, evidentemente es un simple error aritmético, que de ninguna manera tiene por qué hacernos dudar de la veracidad de la información que aporta el jesuita (sin preocuparse por verificar la corrección de sus cuentas, don Diego simplemente restó: 1695 - 1651= 44).

    Con respecto a la causa por la cual Salceda y Ramírez España se animaron –desconfiadamente– a exhibir la partida de bautismo de Inés como de la jerónima, parece obvio el día de hoy que, si se consideran las particularidades dadas líneas arriba, fue debido a una especie de resignación historiográfica, a una clase de peor es nada diplomático, producto de una conjetura restrictiva: cual si no hubieran podido volver con las manos vacías de su misión archivológica (y pese a que las cosas no cuadraban), al no topar un papel de 1651 en la iglesia de Chimalhuacán que dijera Juana, se conformaron con regresar con uno de 1648 que decía Inés. ¿No pensaron que tal vez habían tenido mala suerte?, ¿no se les ocurrió que acaso el original se había perdido?, ¿no les pasó por la cabeza que quizá estaba en otra parte? (de hecho, Salceda reconoce que, acorde con el testamento de su madre, al ser Juana hija ilegítima,⁹ "la plena identificación del acta sólo podría obtenerse por circunstancias externas, como sería, por ejemplo, la de encontrarla formando parte de un legajo en el que se hiciera a ella una referencia precisa y digna de fe. Careciendo de tales elementos externos de comprobación, sólo por conjeturas podrá determinarse este documento").¹⁰ ¿Era preferible, luego, aventurarse y desautorizar a Calleja?

    Hagamos patente la imposibilidad de que la famosa partida de bautismo de Inés sea la de nuestra religiosa, pues corresponde a una niña indígena. Hela aquí en el contexto general. Son estos los folios completos donde aparece.

    En ellos, únicamente un niño, José, hijo de Andrés Martín y de Inés Díaz, cuya fe de bautismo es la cuarta en la columna de la izquierda, es identificado como español. Todos los demás son indios, pese a que en uno de los casos el padre fue registrado con apellido y con tratamiento de don, lo que no significa que fuera de origen castellano, sino que se trata de un señor principal o cacique.

    La última partida en la columna de la derecha es la que Salceda y Ramírez España atribuyeron a la madre Juana Inés de la Cruz.¹¹

    Hago notar de nuevo que no es posible que sea la fe de bautismo de la Décima Musa por pertenecer a una niña india (la cual, de haber llegado a la edad adulta, habría sido pública y notoriamente conocida y llamada por el nombre que recibió en la pila bautismal).

    Esta partida procede de un volumen antiguo y sin número de bautismos de la parroquia de Chimalhuacán Chalco, el cual da principio el año de 1616. En él los registros no guardan un orden cronológico y se encuentran en total desorden; no todos los folios están numerados y no siempre se da la referencia del pueblo o de la ranchería en donde nació el pequeño.¹² No cuenta con carátula, pero en sus páginas interiores se halla un auto de visita que permite darse cuenta del alcance de su contenido; es del tenor siguiente:

    En el pueblo de Chimalhuacán Chalco, a tres días del mes de enero de mil y seiscientos y treinta y dos años, el ilustrísimo doctor don Francisco Manso y Zúñiga, arzobispo de México, del consejo de su majestad y del real de las Indias, etcétera, mediante intérprete en lo que fue necesario, vio y visitó este libro que exhibió el doctor fray Hernando Martín Calvo, vicario del convento de este dicho pueblo y ministro de doctrina de la iglesia de él, donde parece se asientan las criaturas hijos de españoles e indios que se bautizan en la dicha iglesia y doctrina, y le halló y está por buen estilo y orden conforme a lo dispuesto por derecho, y así se continúe en lo de adelante por los religiosos a cuyo cargo estuviere esta doctrina. Y para que se cumpla lo mandó asentar por auto y lo señaló. (Firmados). El doctor Francisco Manso y Zúñiga. Ante mí, Alonso de Carvajal, notario público.

    A continuación la copia fiel de este auto.

    Al igual que con el libro de la parroquia de Amecameca, aquí se consignan fundamentalmente bautismos de indios; y siendo tan pocos los españoles residentes en aquella jurisdicción, únicamente en estos casos y con el fin de distinguirlos se especifica en el texto o al margen la casta de las criaturas. Es decir, que si no dice español son necesariamente indios.

    Con respecto a los padrinos, es preciso subrayar que la familia Ramírez, o sea doña Isabel y todos sus hermanos, figuran en las páginas de este volumen como padrinos de decenas de niños, hijos legítimos o naturales y en su mayoría indios, con toda seguridad hijos de los peones y sirvientes de sus haciendas.¹³ Cuando –según es costumbre– se presenta el documento de la niña Inés de manera aislada, se hace creer que es un caso especial. Además, se oculta que en este mismo libro están registrados los nombres de distintos primos hermanos de la poetisa, apadrinados por personas españolas ajenas a la familia.

    Veamos enseguida cómo uno de los más activos propagandistas de la validez del acta de bautismo de 1648, Guillermo Schmidhuber de la Mora, reconoce que los hijos de españoles eran registrados en los libros de indios. Así, comenta que el

    folio completo de la partida de bautismo de Inés ayuda a comprender que el microcosmos en que vivió Juana Inés en sus primeros años era altamente indígena, por el número pequeño de bautismos registrados para criollos y, contrariamente, el número grande para indígenas (no existen mestizos); algunas partidas de bautismo están escritas en náhuatl, y el sacerdote firmante apunta si el infante es español o sin ninguna indicación si fuera indio.¹⁴

    Llama la atención que el analista evite decir a sus lectores que el acta de bautismo que tan trabajosamente promueve carece de la indicación referida, de modo que la niña Inés, por ser indígena, no puede ser nuestra Décima Musa.

    Nueva muestra de este tipo de maniobras la encontraremos dentro de poco. Por ahora comprobemos que, para colmo de males, la fe de bautismo de 1648 reúne mayores inconvenientes que la disparidad con la data brindada por Diego Calleja, porque aunque ahí los nombres de los padrinos son semejantes a los de familiares de la madre Juana, Inés no concuerda con el que ella siempre se llamó.

    Justamente, sin entrar ahora en la discusión tocante a si llevó el nombre Juana o Juana Inés,¹⁵ lo cierto es que el que jamás dejó de usar fue Juana.¹⁶ Ello claramente indica que se trató de su nombre de pila. Por ende, la partida de bautismo de Inés no puede ser la suya.

    Empero, Salceda, buscando argumentos para justificar este documento, sostuvo que "puede pensarse, entonces, que Juana haya nacido un 12 de noviembre –día en que la Iglesia celebra a San Juan de la Paz– y que así se lo haya comunicado al P. Calleja".¹⁷ Por extraño que resulte, el crítico no concluye, como la lógica requiere, que el nacimiento de la religiosa en la festividad de San Juan refuerza el hecho de que su nombre de pila debe ser Juana, sino, según acabo de apuntar, con la intención de acreditar el acta de Inés, invierte las cosas (al lado de la coherencia) e imagina que su madre le puso en la pila bautismal ese nombre preferido [Inés], y que después se le añadió el de Juana por el santo del día de su nacimiento.¹⁸ ¿Y el resto de la vida su madre y ella olvidaron ese nombre Inés, muy favorito de la familia¹⁹ Ramírez, y usaron siempre el adventicio Juana? Y si, como cree el estudioso, Inés era nombre favorito de la familia, ¿no tendría, por tanto, que haberlo llevado la primogénita (recordemos que en su autobiografía Sor Juana manifiesta haber tenido una hermana mayor)²⁰ en vez de una de las hijas siguientes? (de hecho, se llamó Inés la media hermana de la monja, fruto de la relación posterior de su madre con Diego Ruiz Lozano; sobre lo cual Salceda, al hallarse contra las cuerdas, falta de nuevo al sentido común arguyendo que el nombre Inés su madre quiso repetirlo, probablemente, debido a que en la designación más familiar y usual de Juana Inés había acabado por prevalecer el simple nombre de Juana.²¹ ¿Entonces, según esto, hubo dos niñas bautizadas Inés y ninguna Juana o Juana Inés, pero la primera, pese a no llamarse Juana, acabó siendo Juana, al grado de que era necesario tener otra Inés en la familia? ¿Tal cosa le parece razonable al lector?).

    Un obstáculo más que enfrentan los defensores de la partida de Inés es el dato que Augusto Vallejo dio a conocer en 1995. Con relación a la fecha natalicia de la Décima Musa, expresó en una entrevista: Para mí se dio en 1651 y no en 1648 como se especula. Esto, conforme a la referencia del Archivo General de la Nación [de México] en su fondo de matrimonios, cuyas copias de los documentos originales he estudiado. Enseguida, explica la entrevistadora: "La prueba que da Vallejo es el acta de matrimonio [sic] de Martín de Arregui y María de Villena, hija ésta de Josefa María y sobrina de Sor Juana".²² El 30 de septiembre de 1693, en las diligencias para la boda de su hija (no en el acta de matrimonio), la hermana de la Fénix, Josefa María, declaró bajo juramento ser de edad de 44 años, de donde se deduce que nació en 1648 o 1649 (probablemente el 19 de marzo, día de San José).²³ Luego, es prácticamente imposible que la poetisa haya nacido en noviembre de 1648.

    Detengámonos un segundo a considerar la importancia que dentro de una sociedad profundamente católica tendría un juramento que, según el cuerpo del documento recién mencionado, se hizo "por Dios Nuestro Señor y la señal de una cruz en

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