Los pre-textos de La Florida del Inca: Edición crítica, estudio preliminar y notas de José Miguel Martínez Torrejón
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El Epitome del descubrimiento de la tierra de la Florida procede de un manuscrito recientemente descubierto en la Hispanic Society of America, de Nueva York. Se trata de un resumen dictado a un amanuense por el propio Garcilaso poco despues de 1596, cuando las posibilidades de publicar su obra, terminada hacia 1592, se revelaban dificiles por falta de patronazgo politico y economico.
El segundo texto, la Historia de los sucesos de la Florida del adelantado Hernando de Soto, es mucho mas extenso que el anterior. El estudio de sus anadidos y errores muestra como no es una version primitiva de La Florida, segun se creia, sino un resumen preparado por el cronista Antonio de Herrera y Tordesillas a partir de una copia de la obra, con el objetivo de plagiar su contenido, algo que realmente hizo en sus Decadas (1615).
La presentacion conjunta de ambos pre-textos es un hecho insolito en la historia literaria de la prosa en nuestra lengua y, mas alla de la micro-historia de La Florida, viene a arrojar la luz sobre los complicados procesos de la publicacion de nuestros clasicos.
Inca Garcilaso de la Vega
Cuzco, 12 de abril de 1539 - Córdoba, 23 de abril de 1616 Garcilaso de la Vega, apodado El Inca, fue bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, nombre que heredó de antepasados por la rama paterna. Era hijo del capitán extremeño del ejército español Sebastián Garcilaso de la Vega Vargas y de la noble inca Palla Chimpu Ocllo, bautizada como Isabel. De pequeño tuvo mucha relación con la cultura materna, siendo el quechua su primera lengua. Más tarde recibió una esmerada educación latina y cristiana junto a los nobles mestizos de su tierra. Sufrió amargamente la separación de sus padres, impulsada por la Corona de Castilla, que instaba a los gobernantes y mandos de su ejército a abandonar las relaciones con los descendientes de la nobleza incaica, y contraer matrimonio con mujeres españolas. Así su padre se casó con Luisa Martel de los Ríos, y poco tiempo después, Isabel, abandonada y ya bautizada, contrajo enlace con Juan del Pedroche, modesto mercader o tratante. Tras la muerte de su padre, en 1559 viajó a España para estudiar y reclamar su herencia, siendo acogido en Montilla, Granada, por sus tíos Alonso de Vargas y Luisa Ponce de León (tía del poeta Luis de Góngora y Argote). Pasó más de un año en la corte de Madrid, con la intención de obtener el reconocimiento por los servicios que su padre había prestado a la corona y por la descendencia real de su madre. Pero sus pretensiones fueron denegadas por el Consejo de Indias, al considerar a su padre como traidor por haber ayudado al rebelde Gonzalo Pizarro, hecho que Garcilaso trató en vano de justificar y aclarar. Cuando los intentos por lograr sus demandas fracasaron, el joven Garcilaso, decepcionado, solicitó permiso para volver al Perú. Pero por algún motivo, quizás por la persecución a la que estaban siendo sometidos los mestizos descendientes de la nobleza inca, no tomó el barco que salía del puerto de Sevilla y volvió a Montilla con sus tíos. En ese momento se supone que adoptó su nuevo nombre, pasando de Gómez Suárez a Garcilaso de la Vega. Poco tiempo después se enroló en el ejército y combatió contra los moriscos en las Alpujarras, obteniendo el grado de capitán. Sin embargo no está satisfecho con el escaso reconocimiento y el trato frío que recibe y cambia las armas por las letras, y regresa de nuevo con sus tíos. En Montilla empieza a desarrollar su obra literaria, realizando primero traducciones e interpretaciones, y continuando luego con su particular visión historiográfica. Ya en sus primeras obras se pone de manifiesto su gran capacidad narrativa y estilística. Allí recibe la noticia de la muerte de su madre, en 1971, y ese hecho despierta en una nostalgia de su infancia y de su origen que nunca le habia abandonado. En 1591, asentada su condición de escritor, se traslada a la vecina Córdoba, ciudad que le proporciona el acceso a una vasta cultura y relaciones con los círculos intelectuales de la época. Allí desarrolla el resto de su obra y mantiene correspondencia con sus amigos y familiares del Perú. Siempre crítico con la visión que se daba de las conquistas y las culturas precolombinas, decidió tomar cartas en el asunto con su proyecto de los Comentarios Reales. Alcanzó cierta fama y reconocimiento, que unido a la herencia que le dejaron sus tíos de Montilla, le permite vivir sin estrecheces, de una forma modesta y reposada. Al poco de cumplir los 71 años fallece en su casa de Córdoba, en 1616, mermado en su condición física pero lúcido de pensamiento. El Inca demostró como nadie la posibilidad unificadora y positiva del dramático choque entre dos culturas. En una época de enfrentamiento y luchas de poder supo anteponer el espíritu crítico y conciliador, erigiéndose en custodio y defensor de su rica cultura inca y aprovechando la formación humanística y los lazos que le unían a la intelectualidad europea. En la rama genealógica de Garcilaso se encuentran tanto el emperador Túpac Inca Yupanqui, los hermanos y rivales Huáscar y Atahualpa, últimos emperadores del Tahuantinsuyo, y el insigne Huayna Cápac, bajo cuyo gobierno alcanzo el Impero Inca su mayor extensión geográfica, como el Marqués de Santillana, Íñigo López de Mendoza, insigne de las letras castellanas, Garcilaso de la Vega, el poeta toledano, Jorge Manrique, autor de las Coplas a la muerte de su padre, Diego Ponce de León, con quien tuvo estrecha relación. Hasta su padrino de confirmación, Diego de Silva, era también escritor, hijo del famoso Feliciano de Silva, autor de novelas de caballerías, citado y satirizado en el Quijote de Cervantes, cuya Segunda Celestina también incluimos en esta misma colección. Con estas mimbres seria difícil imaginar otro destino para El Inca, que germina en los Comentarios Reales. Sin embargo ser mestizo en los siglos XVI y XVII no era la mejor posición que a uno podía tocarle en suerte. Fue el cariño de su madre y sus familiares incas, y el fuerte aprecio que le tuvo su padre, quien veló siempre por su educación y cuidados, enconmendándole a sus amigos y familiares, disponiendo en ese sentido su testamento, lo que fortaleció en Garcilaso una sensibilidad única que le permitió sobreponerse a las dificultades y trascender a los dogmas de la época. No sólo aprendió el quechua, sino que estudió y recopiló dialectos y otras lenguas americanas, estudió castellano y latín, y aprendió por su cuenta el italiano, demostrando una amplitud de pensamiento y unas capacidades sorprendentes. Por eso puede considerársele sin duda, no sólo como el primer escritor americano, si no como el primer pensador y humanista de su continente.
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Los pre-textos de La Florida del Inca - Inca Garcilaso de la Vega
UNIVERSITY OF NORTH CAROLINA AT CHAPEL HILL
DEPARTMENT OF ROMANCE STUDIES
NORTH CAROLINA STUDIES IN THE ROMANCE LANGUAGES AND LITERATURES
Founder: URBAN TIGNER HOLMES
Editor: JUAN CARLOS GONZÁLEZ ESPITIA
Distributed by:
UNIVERSITY OF NORTH CAROLINA PRESS
CHAPEL HILL
North Carolina 27515-2288
U.S.A.
NORTH CAROLINA STUDIES IN THE ROMANCE LANGUAGES AND LITERATURES
Number 319
LOS PRE-TEXTOS DE LA FLORIDA DEL INCA
NORTH CAROLINA SERIES ON ROMANCE LANGUAGES AND LITERATURES
EDITORIAL COMMITTEE
Juan Carlos González Espitia, Editor-in-Chief
Frank A. Domínguez
Oswaldo Estrada
Irene Gómez Castellano
Rosa Perelmuter
Monica Rector
Heather Minchew, Managing Editor
EDITORIAL BOARDS
French
Francis Assaf
Janet Beizer
Kevin Brownlee
Elisabeth Cardonne-Arlyck
Linda Clemente
William F. Edmiston
Dominique Fisher
Perry Gethner
Stirling Haig
Nancy Lane
Peggy McCracken
Warren Motte
Marshall Olds
François Rigolot
Ruth Thomas
Ronald W. Tobin
Colette H. Winn
Luso-Brazilian
Severino Albuquerque
Paul Dixon
Earl E. Fitz
José Ornelas
Darlene Sadlier
Ronald W. Sousa
Jon M. Tolman
Spanish & Spanish-American
Debra Castillo
Sara Castro-Klaren
Cecelia J. Cavanaugh
Stuart A. Day
Malva E. Filer
Candelas Gala
Michael Gerli
David T. Gies
Roberto González Echevarría
Alejandro Mejías-López
Sylvia Molloy
Óscar Montero
Julio Ortega
José M. Regueiro
Óscar Rivera-Rodas
María Salgado
Margarita Zamora
Italian
Daniela Bini
Antonio Illiano
Ennio Rao
Rebecca West
LOS PRE-TEXTOS DE LA FLORIDA DEL INCA
INCA GARCILASO DE LA VEGA
Edición crítica, estudio preliminar y notas de
JOSÉ MIGUEL MARTÍNEZ TORREJÓN
CHAPEL HILL
NORTH CAROLINA STUDIES IN THE ROMANCE LANGUAGES AND LITERATURES
U.N.C. DEPARTMENT OF ROMANCE STUDIES
2021
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data
Names: Martínez-Torrejón, José Miguel, editor, writer of supplementary textual content. | Vega, Garcilaso de la, 1539-1616. | Herrera y Tordesillas, Antonio de, -1625.
Title: Los pre-textos de La Florida del Inca, Inca Garcilaso de la Vega / edición crítica, estudio preliminar y notas de José Miguel Martínez Torrejón.
Other titles: North Carolina studies in the Romance languages and literatures ; no. 319.
Description: Chapel Hill : U.N.C. Department of Romance Studies, 2021. |
Series: North Carolina studies in the Romance languages and literatures ; number 319 | Includes bibliographical references.
Identifiers: LCCN 2021004421 | ISBN 9781469665931 (paperback)
Subjects: LCSH: Vega, Garcilaso de la, 1539-1616. Florida del Inca. | Indians of North America--First contact with Europeans--Sources. | Florida--History--To 1565--Sources. | America--Discovery and exploration--Spanish--Sources.
Classification: LCC E125.S7 G216 2021 | DDC 970.004/97--dc23
LC record available at https://lccn.loc.gov/2021004421
This work has been published jointly with Publicacions de la Universitat d’Alacant, 03690 Sant Vicent del Raspeig, http://publicaciones.ua.es. The book is available in the Americas from the North Carolina Studies in the Romance Languages and Literatures and in Europe from Publicacions de la Universitat d’Alacant. Both versions are available in the rest of the world.
Cover design: Ana Cristina Juan Gómez
Cover image: Jacques Le Moyne de Morgues, Floridae Americae provinciae recens & exactissima descriptio...
, in Brevis narratio eorum quae in Florida Americae provincia Gallis acciderunt... Fráncfort del Meno, Johann Wechel, 1591. Courtesy of the New York Public Library.
© 2020. José Miguel Martínez Torrejón.
© this edition: Universitat d’Alacant.
ISBN 978-1-4696-6593-1
Interior layout by Marten Kwinkelenberg
Front matter layout by CJV Publicidad y Edición de Libros
claudialibros3@gmail.com, Cel.: (57) 3045698330 (Colombia)
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
ESTUDIO INTRODUCTORIO
LOS PRE-TEXTOS DE LA FLORIDA DEL INCA
HISTORIA DE LOS TEXTOS
I. EL EPÍTOME DEL DESCUBRIMIENTO DE LA TIERRA DE LA FLORIDA
UN MAL AÑO: 1596
A LA VERDAD, POR EL ERROR
Errores de copia, errores corregidos
Errores de memoria
Errores verbales: un resumen al dictado
GARCILASO EN SU RESUMEN
Guiños del Inca. Gonzalo Silvestre en persona
Arreglos y censura
Los motivos de un resumen
II. LA HISTORIA DE LOS SUCESOS DE LA FLORIDA DEL ADELANTADO HERNANDO DE SOTO
CINCUENTA AÑOS NO ES NADA
GARCILASO Y HERRERA. GARCILASO O HERRERA
UN PUÑADO DE NOTAS Y DE ERRORES
Las notas
Errores, roturas, olvidos
COPIAS, MANOS, MAÑAS
El manuscrito S y su fotocopia
La edición paleográfica M
III. CRITERIOS DE EDICIÓN
BIBLIOGRAFÍA
EDICIONES CRÍTICAS
Epítome del descubrimiento de la tierra de la Florida y cómo fue el primer descubridor y conquistador Joan Ponce de León, hidalgo noble natural de la ciudad de León. Año de 1515. Y el descubrimiento fue año de 1513
Historia de los sucesos de la Florida del adelantado Hernando de Soto
AGRADECIMIENTOS
Trece años han transcurrido desde que en 2007 tuve la fortuna de encontrarme con el Epítome. Ahora echo cuentas y noto que Garcilaso pasó otros tantos navegando entre escollos e insidias hasta que consiguió reflotar su Florida en Lisboa. Yo fui más afortunado, porque desde el primer momento conté con el apoyo de buenos amigos que me permitieron llevar estos pre-textos a buen puerto. Si he tardado tanto ha sido sólo «por mi ocupación».
Lina Velliou me ayudó con la primera transcripción del Epítome, fidelísima como su autora. John O’Neill ha sido referente constante, desde señalarme la presencia de un manuscrito ignoto escondido tras la Brevísima hasta opinar con su experiencia sobre la letra de NY o facilitarme las imágenes aquí publicadas, generosamente cedidas por la Hispanic Society of America. A allanarme el acceso al manuscrito y su historia acudió con gentileza Vanessa Pintado. Raquel Chang-Rodríguez me indicó el camino de Maticorena, su historia y su Historia. Carolina Chaves O’Flynn me consiguió una copia de la misma y el infalible João Alves Dias me hizo ver mejor su letra.
A Juan Carlos González Espitia y su consejo editorial de The North Carolina Studies in the Romance Languages and Literatures debe este proyecto un cambio fundamental de rumbo y de naturaleza, pues fue quien me sugirió añadir la Historia a la edición que le propuse del Epítome. Ambos textos se dan luz mutuamente y es juntos como deben conocerse, empresa que sin su estímulo yo no habría emprendido.
La Universidad de Alicante reincidió en abrirme sus puertas porque José Carlos Rovira y Beatriz Aracil patrocinaron allí la publicación, mientras que Vicente Navarro dirigió la producción y halló modos, con Heather Minchew, para que este libro salga simultáneamente en ambos lados del Atlántico.
Daniel Asensi ayudó en la captura de casi 300 variantes. Prosiguió en la cata Javier Martínez, que en los meses siguientes derrochó paciencia auditiva y lo aprendió todo sobre Antonio de Herrera.
Muchos quisieron ayudarme desde Sevilla en la búsqueda, por desgracia infructuosa, del manuscrito S. Aun a riesgo de dejar alguno atrás, mencionaré a José María Moreno, Luis Gómez Canseco, Marina Gómez, Enriqueta Vila, Eduardo Ybarra Mencos, Carmen Ramírez, Mariana Zinni, Juan Montero, Pedro Ruiz, Jaime Galbarro, Gema Balaguer, Luisa López Grigera, Consuelo Varela y Luis Gil.
A todos ellos va mi más profundo reconocimiento por haber hecho de esta edición no solamente algo mejor, sino también un trabajo gratísimo.
Estas páginas van, con aprensión de aprendiz,
en memoria de Alberto Blecua,
de su saber y de su persona.
ESTUDIO INTRODUCTORIO
LOS PRE-TEXTOS DE LA FLORIDA DEL INCA
El largo y sinuoso proceso que condujo a la publicación de La Florida del Inca en Lisboa y en 1605 es conocido a través de las referencias que el propio Garcilaso fue dejando en sus otras obras, contrastadas y contextualizadas por diversos estudiosos. Aunque hay consenso en que hubo dos redacciones y podemos suponer que fueron varias las copias manuscritas y versiones parciales, no podemos saber con certeza ni cuántas fueron ni sus fechas. Se publican aquí las dos únicas descubiertas hasta hoy, una de ellas por primera vez. Son testimonios de muy distinta naturaleza y de pareja importancia, por cuanto amplían el ya complejo relato de cómo lo que podría haber sido una escueta relación histórica llegó a ser la obra clásica de 1605 y perfilan mejor los avatares de una publicación sujeta a las servidumbres del mecenazgo y la política.
Sabemos que en los años 1560, el joven Garcilaso y uno de los integrantes de la expedición de Hernando de Soto, a quien conocía del Perú y que sólo modernamente ha sido identificado como Gonzalo Silvestre, se reencuentran en Madrid; con el acicate de la presencia francesa en la Florida (sobre todo tras la destrucción de San Mateo en 1567) surgió entre ambos la idea de escribir conjuntamente una «Historia de la Florida». Sin embargo, sólo en enero de 1586 (cuando fecha la primera dedicatoria de los Diálogos de amor a Felipe II) el Inca afirma que está escribiendo «la jornada que el adelantado Hernando de Soto hizo a la Florida». En marzo de 1587 (carta a Maximiliano de Austria, también publicada al frente de los Diálogos) dice que tenía escrita más de la cuarta parte y se iba a Las Posadas para entrevistarse con Gonzalo Silvestre (a quien nunca nombra). En noviembre de 1589 asegura tener terminada la «relación del descubrimiento», pero todavía no en limpio por falta de amanuense (segunda dedicatoria de los Diálogos, publicados ese mismo año). Llegan entonces a su poder dos nuevas fuentes de información: la relación de Juan Coles (sin título conocido) y las Peregrinaciones de Alonso de Carmona, y Garcilaso dice (en el prólogo a La Florida impresa en 1605) que decidió rehacer completamente su obra para incorporar los nuevos materiales. En 1591 estaba otra vez en Las Posadas, contrastando detalles con Silvestre y puliendo una versión que en 1592, según afirma en carta al licenciado Fernández Franco, estaba terminada, aunque de nuevo se queja de la falta de «escribientes que la saquen en limpio».
Por entonces debe haber empezado a buscar los apoyos necesarios para publicar su obra. Debe haber intentado obtener el mecenazgo de su rico pariente Garci Pérez Vargas, pues para él escribió por esos años la Relación de la descendencia…, concebida como prólogo a La Florida y descartada en 1596. La búsqueda de nuevos protectores fue sin duda lenta y enojosa, pues hasta 1605 (con licencias de noviembre de 1604) no aparece La Florida en las prensas lisboetas de Pedro Craesbeeck. Antes de eso sabemos que el manuscrito estuvo en Madrid, donde los agentes del Inca intentaron infructuosamente gestionar su publicación. En los Comentarios reales registró su queja de que en el proceso se le plagiara el contenido:
lo que ahora temo es no me las haya hurtado algún historiador, porque aquel libro (La Florida), por mi ocupación, fue sin mí a pedir su calificación, y sé que anduvo por muchas manos (Comentarios reales, I.vii; en Maticorena 1967:46).
Es ya antigua la suposición de que con esta frase Garcilaso aludía a Antonio de Herrera y Tordesillas, quien, por otra parte, en sus funciones como Cronista Mayor de las Indias, pudo también ser el principal obstáculo para que La Florida se publicase en España, pues a él le correspondía «ver y examinar lo que otros coronistas escribiesen» (Décadas, Dedicatoria).¹ El segundo de los manuscritos aquí estudiados confirma las dimensiones y características de su «hurto», así como la posibilidad de que él fuera el impedimento.
Los dos textos son resúmenes derivados de un manuscrito anterior a la edición lisboeta de 1605 que contenía la obra ya terminada. El Epítome del descubrimiento de la tierra de la Florida, hasta ahora desconocido, fue compuesto poco después de 1596 con el propósito de dar a conocer el contenido de la obra para cuya impresión el Inca estaba buscando apoyo logístico y material. Hay señales de que probablemente fue dictado a un amanuense por el propio Garcilaso, que, de forma insólita (no lo hace en ningún otro sitio), menciona a Gonzalo Silvestre como fuente de su relato. Si ya la existencia misma del Epítome nos habla de prácticas del mundo editorial no siempre tenidas en cuenta, la indudable autoría del Inca y las opciones que sigue a la hora de resumir su obra levantan además cuestiones de interés acerca de las circunstancias que sufrió este proceso de publicación, empujado por la necesidad de patronazgo y la comprometida situación política del Inca.
La Historia de los sucesos de la Florida del Adelantado Hernando de Soto, como ya en 1967 supuso su hasta ahora único conocedor y estudioso, Miguel Maticorena Estrada, es el texto de que Antonio de Herrera y Tordesillas se valió para sus Décadas VI y VII, publicadas en 1615. Sin embargo, en contra de la opinión difundida con posterioridad por el propio Maticorena, puedo argüir que no se trata de la primera versión de la obra, la supuestamente terminada por Garcilaso en 1589, sino de un resumen de la rehecha y definitiva, sacado por Herrera cuando el manuscrito final de La Florida llegó al Consejo de Indias (y allí a sus manos) en busca de las necesarias aprobación y licencia para ser impreso. Quince o veinte años después, utilizando este mismo manuscrito que hoy conocemos, lo volcaría en sus Décadas con poquísimas variantes que podrían incluso ser obra del impresor.
HISTORIA DE LOS TEXTOS
Para mayor claridad y economía en las páginas siguientes, convendrá primero adelantar algunas conclusiones (reescribiendo la historia del texto apuntada más arriba) y proponer de antemano una genealogía de los testimonios conservados, así como las siglas con que me refiero a ellos a lo largo de este trabajo. Puesto que no sabemos de forma fehaciente cuántas versiones sucesivas hubo antes de que La Florida saliera impresa, podemos suponer una serie de prototextos de los años 80: notas sueltas, fragmentos dictados por Silvestre, pasajes inconexos elaborados por Garcilaso. Todo ello cristaliza en el primer texto que, hacia 1589, incluye la narrativa completa, recogido en un manuscrito hipotético que llamaremos O. Seguidamente, tras conocer las relaciones de Coles y Carmona, el Inca se puso a refundir la obra, con posibles nuevos prototextos y borradores parciales que desembocan en O2, el manuscrito que contendría la versión terminada, según él dice, en 1592. De aquí se sacaron dos resúmenes muy distintos. El primero se debe a Garcilaso: el Epítome recogido en el manuscrito de Nueva York (NY), que es el desarrollo final de un borrador semitaquigráfico tomado al dictado (t). El segundo resumen se encuentra en el manuscrito de Sevilla (S) y es autógrafo de Herrera, quien en 1615 lo incorporó en sus Décadas (H); recientemente (2015) ha sido publicado en facsímil y acompañado de una transcripción atribuida a Maticorena (M). De O2 también procede, a través de algún otro manuscrito preparado para el impresor y que introdujo modificaciones (On), el único texto completo que hoy conocemos, impreso en Lisboa en 1605 (L), del cual derivan todas las ediciones modernas. En el árbol que propongo sólo los textos en negrita nos son conocidos y todas las fechas de los manuscritos son aproximadas:
1. Hasta aquí, el proceso ha sido resumido en semejantes términos en diversas ocasiones, siendo Durand (1954, 1962) quien lo describió por primera vez de forma completa. Imprescindibles son también las reflexiones de Durand (1966). No debió encontrar los «escribientes» deseados, pues en la versión que fue a la imprenta el Inca hablaba de «este año de noventa y uno, en que estoy sacando de mano propria en limpio esta historia...» ( La Florida del Inca , IV.xii, fl. 247r). En esta muy útil secuencia de noticias habría que introducir una variable poco o nada considerada por los investigadores: está constituida exclusivamente por afirmaciones hechas por Garcilaso ante interlocutores de quienes esperaba algún tipo de apoyo. Deberíamos por tanto suponer cierto grado de distorsión o exageración cuando dice que tiene la obra avanzada, casi terminada o lista para la imprenta, y leer también cum grano salis sus declaraciones sobre los objetivos de la misma.
I. EL EPÍTOME DEL DESCUBRIMIENTO DE LA TIERRA DE LA FLORIDA
UN MAL AÑO: 1596
Garcilaso debe haber empezado a buscar apoyos para imprimir La Florida bastante antes de que estuviera terminada, como sugiere el reguero de referencias a la misma que fue dejando en la década anterior: al anunciar la próxima llegada de su obra, creaba expectación a la vez que marcaba territorio en torno a la historia de la jornada de Hernando de Soto. En los primeros años 1590 preparó la Relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas y la incorporó a la que iba a ser su dedicatoria a este pariente. Sin embargo, en 1596 la descartó, dejándola para siempre sin imprimir, gesto que tradicionalmente se ha considerado síntoma de que el jefe de la casa de Vargas le había negado su patronazgo. Un rechazo que redundaba en el sufrido por parte de las casas de Feria y Aguilar, con quienes también estaba emparentado y de quienes había esperado una protección que nunca se hizo realidad. En 1596, además, Antonio de Herrera y Tordesillas se convirtió en Cronista Mayor de las Indias, algo que no auguraba nada bueno para Garcilaso, que no solamente temía con razón que cualquier papel encaminado hacia el Consejo de Indias iba a pasar por las manos de Herrera y se los podría copiar antes de que él lograse publicar su trabajo, sino muy principalmente que «el carácter vanidoso y difícil» (Miró Quesada 1971:185) del cronista, ahora investido de nueva autoridad, con amplias atribuciones en cuanto concernía a historiografía indiana, obstaculizase la impresión de la obra. Todo ello determina la necesidad de este resumen, que algún agente habría de exhibir en multitud de casas nobles en busca de padrinos que ayudasen tanto en lo financiero como ejerciendo su influencia en todo lo referente a las aprobaciones. Quizá el agente era Domingo de Silva o Juan de Morales, de quienes consta que recibieron el encargo de gestionar la impresión.²
Se conservan 26 folios en octavo menor (182 x 132mm, con la caja de 150-160 x 80mm), encuadernados en el siglo XIX con un ejemplar de la princeps (1552) de la Brevísima relación de la destruición de las Indias de Bartolomé de las Casas.³ La letra, itálica, muy regular y legible, podría ser de finales del siglo XVI o principios del XVII. En su primera página ostenta, sin nombre de autor, el título de Epítome del descubrimiento de la tierra de la Florida... y sigue en general el curso de los hechos narrados en las otras versiones hasta su interrupción al final del folio 26v en medio de una frase, prueba de que se trata de un fragmento desgajado de un manuscrito más extenso, si bien no podemos saber si el resumen llegó a estar concluido, cubriendo toda la obra. Sabemos que no es copia de otro manuscrito completo, sino desarrollo directo de uno que contenía un texto taquigráfico tomado al dictado. En el estado actual abarca hasta el capítulo III.x, algo menos de la mitad de la obra, sin división en capítulos. No hay indicación precisa de su fecha, pero sí un indicio fiable en la mención de la «villa de Valladolid, que ahora es ciudad» (2r). El cambio de título fue concesión de Felipe II a su villa natal en enero de 1596, de modo que éste es el terminus post quem del Epítome, que debe ser de una fecha suficientemente cercana como para que todavía se considerara oportuno mencionar la novedad. La Florida de 1605, suficientemente alejada de la misma, da el nombre de la ciudad sin más precisiones. Además, Valladolid fue sede de la corte entre 1601 y 1606, algo que no se menciona en el Epítome, donde en cambio se recuerda que allí «entonces (refiriéndose a 1537) tenía su corte la Cesárea Majestad», lo que parece marcar una distinción con el implícito ‘ahora’ del manuscrito, cuando Valladolid todavía no era corte permanente. Esto nos permite suponer que el Epítome se elaboró entre 1596 y 1601, mientras que su contenido y el resto de la información contextual nos lo sitúan más cerca de la primera fecha que de la segunda.⁴
Comparando sólo los capítulos cubiertos en el fragmento del Epítome (hasta el III.x, cerca de la mitad de la obra) con sus originales, encontramos que el resumen no alcanza a constituir un 10% de la extensión total de La Florida. Pero la matemática resulta aquí engañosa: aunque la síntesis se hace casi siempre mediante la trasposición de frases y párrafos sin alterar, no podemos esperar que sea equilibrada ni homogénea. De los primeros capítulos, los que contienen la presentación de la tierra, sus habitantes y sus conquistadores, se llega a incluir el 50%, mientras que posteriormente hay series enteras de capítulos substituidos por un apunte tan fugaz como «Llegaron a la isla de Santiago de Cuba al fin del mes de mayo, y estuvieron en la ciudad y en la ciudad de la Habana hasta el año de mil y quinientos y treinta y nueve» (4v), frase que resume los capítulos I.viii-xiv; o el folio 19r, donde en una página se da cuenta de muchos meses de conquistas y de episodios guerreros con frases tan generales como
El adelantado Hernando de Soto fue con su ejército conquistando tierras y venciendo caciques y sujetando señoríos y teniendo con los señores dellos y sus gentes muy grandes batallas campales y escaramuzas con munchos muertos y heridos de los españoles...
Los criterios que rigen esta selección, junto con las muchas pequeñas diferencias de todo tipo que hallamos entre las versiones de que disponemos (sobre todo las debidas a errores), son los dos hilos conductores para contextualizar y valorar el Epítome, y nos permiten trazar su autoría hasta el propio Inca, que habría dictado este texto a un amanuense.
A LA VERDAD, POR EL ERROR
Antes de fijarnos en las variantes introducidas de modo voluntario, que nos llevarán a reflexionar sobre los motivos del resumen, convendrá observar algunos errores involuntarios, pues resultan más útiles y certeros para determinar su autoría.
Errores de copia, errores corregidos
Algunas diferencias entre NY y L revelan errores de imprenta que una futura edición crítica de La Florida del Inca debería tomar en consideración. En 1549, nos dice L, el emperador envió a su costa a
un religioso dominico llamado Fr. Luis Cáncel Barbastro por caudillo de su orden, que se ofrecieron a reducir con su predicación aquellos indios a la doctrina evangélica, los cuales religiosos, habiendo llegado a la Florida, saltaron en tierra a predicar. Mas los indios, escarmentados de los castellanos pasados, sin quererlos oír dieron en ellos y mataron a Fr. Luis y a otros dos de los compañeros. Los demás se acogieron al navío... (I.iv, fl 5v)
En este fragmento falta algo, puesto que se habla en plural de los religiosos que se ofrecieron, siendo así que al principio sólo se ha mencionado a Fr. Luis de Cáncer y, usando una forma colectiva que gramaticalmente no concuerda, a la orden de Santo Domingo. Este tipo de fácil anacoluto no sorprendería en una obra de sintaxis menos cuidadosa que la de Garcilaso. Pero aquí hace pensar en un error tipográfico. El resumen NY, en efecto, no trae ese error, aunque sí otro:
un religioso dominico llamado fray Luis Cáncel Balvastro, varón de vida inculpable, el cual, con catorce religiosos y sacerdotes que se ofrecieron