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Traerte de Vuelta a la Vida
Traerte de Vuelta a la Vida
Traerte de Vuelta a la Vida
Libro electrónico277 páginas4 horas

Traerte de Vuelta a la Vida

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Información de este libro electrónico

Después de una terrible pérdida, Paul Greenan regresa a su hogar donde descubre que su novia lo ha dejado por su primo. Y esa no es la única sorpresa que el destino le tenía preparada para esa noche. Ahora es él quien se encuentra inmovilizado en un hospital.
Malhumorado, orgulloso, y con el corazón roto, la única persona a la que parece tolerar es a una enfermera pelirroja que hará mucho más que ayudarlo a curar sus heridas.
Delen estaba de guardia cuando un accidente en los tranquilos caminos de Cornwall, al sur de Inglaterra, la llevó a conocer a la oveja negra de una poderosa familia del lugar. Delen es una joven enfermera con grandes responsabilidades. Tiene una hermosa hija que criar, cuentas que pagar. No puede permitirse arriesgar su empleo. Y mucho menos puede permitirse enamorarse de un hombre que todavía ama a otra mujer.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento14 jun 2022
ISBN9789878727837
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    Traerte de Vuelta a la Vida - Paola Chauque

    PARTE 2

    Delen estaba de guardia la noche del accidente. Generalmente no trabajaba tan tarde, pero una compañera le había pedido que la cubriera y a Delen le vendrían bien las horas extras, apenas si llegaba a cubrir todos los gastos que tenía con su sueldo de enfermera. Estaba en la sala de descanso hojeando una revista de decoración cuando sonó la alerta de emergencia. Al momento Daniel se asomó a la puerta y le dijo que se preparara para cirugía. Al parecer, Dany le informó mientras esperaban junto a la puerta de la guardia a que llegara la ambulancia, un accidente de tránsito había ocurrido. Era extraño en esa zona donde no había casi nada de tráfico y menos a esas horas. Quizás alguno de los conductores se había quedado dormido, pensó Delen. El paciente, continuó diciendo Daniel, había sufrido una grave contusión en la cabeza. Se decía que un camión lo había arrollado y su cuerpo había salido despedido de costado y la ventanilla del acompañante se había hecho añicos en su rostro. El cinturón de seguridad había impedido que saliera expulsado del auto completamente. Tuvo suerte entonces, –comentó Delen.

    Las sirenas de la ambulancia se escuchaban cada vez más cerca y Daniel, Delen y otro médico que estaba de guardia salieron al frío aire de la noche a esperarla. Estuvo frente a ellos en un momento y de repente todo cobró un frenético movimiento. Los paramédicos abrieron las puertas traseras del vehículo y Delen se puso manos a la obra ayudando a bajar la camilla y sosteniendo y apretando en rítmica frecuencia la bolsa de oxígeno que estaba conectada a la mascarilla que daba vida al hombre que agonizaba como resultado del brutal accidente. Mientras recorrían el estrecho e iluminado pasillo rumbo al quirófano, Delen bajó su vista un momento hacia el rostro del hombre. Estaba completamente cubierto de sangre, al parecer tenía un corte que iba desde el borde de su ojo izquierdo y llegaba hasta su barbilla. Tendría suerte si no había perdido el ojo. Su frente era un amasijo de sangre y pelo, su cabello rizado y más negro que la noche le llegaba a los hombros. Masculino. 27 años de edad. Era el conductor del auto, se dio el rostro contra la ventanilla y la cabeza contra el techo, posible contusión cerebral. Sus piernas quedaron enganchadas en el cinturón de seguridad, tiene al menos dos fracturas en la pierna derecha adonde el camión chocó a su auto. Uno de los paramédicos dijo mientras todos corrían al lado de la camilla.

    ¿Nombre?, –preguntó Daniel.

    Paul Greenan, de acuerdo a su licencia.

    ¿Paul Greenan?.—Repitió Daniel sorprendido y desvió por un instante su mirada al rostro del hombre que yacía en la camilla. Delen volvió a observarlo también, su cara ya estaba casi desfigurada por la hinchazón. ¿Lo conoces?.—Preguntó el paramédico. Algo así. Fuimos juntos al colegio. Delen volvió a observar detenidamente a Daniel, pero su rostro ya había vuelto a ser el del profesional cirujano, concentrado en su trabajo. Una vez en el quirófano, los paramédicos llegaron hasta la puerta, ella y el otro médico pasaron al hombre de la camilla hacia la mesa de operaciones. Mientras el Dr. Evans se preparaba y Paul era conectado a las máquinas que lo asistirían ahora, Delen se encargó de limpiar cuidadosamente la herida de la cara. Sería lo primero que operarían. Mientras lo hacía, creyó ver los ojos del hombre pestañar por un segundo. No sería la primera vez que ocurría, eran las drogas haciendo los primeros efectos en el cuerpo. Delen bajó su cabeza hasta que sus labios estuvieron a la altura de sus oídos. Paul, todo estará bien. No tienes por qué preocuparte. Estás en buenas manos.—Le susurró, luego le rozó ligeramente los dedos con los suyos y volvió a su trabajo.

    Mientras Delen estaba ocupada limpiando la herida y el anestesista preparaba la anestesia, Miller, el otro médico residente se acercó con unas tijeras y comenzó a cortar la ropa de Paul Greenan metódicamente. Los pantalones ya estaban bastante rotos, al menos del lado de la pierna herida. Luego fue el turno de la remera, la campera de cuero había llegado en una bolsa junto al resto de sus posesiones y había quedado tirada en la entrada al quirófano. Delen ayudó a Miller a mover lentamente el cuerpo para quitarle los jirones de ropa. Ahora Paul se encontraba desnudo sobre la mesa, ella se apresuró a limpiar las nuevas manchas de sangre descubiertas en su cuerpo. Pequeños cortes y raspones desparramados en sus brazos y piernas que Delen desinfectó y vendó. Le pareció que Paul Greenan era un hombre que debería de hacer mucho ejercicio a juzgar por los bien definidos músculos que ahora comenzaban a tornarse violetas y llenarse de moretones. Cuando Daniel ingresó al quirófano Paul ya estaba limpio y cubierto por una sábana. Miller, que había estado inspeccionado al paciente, le informó que aparte de la herida en el rostro y la pierna también le parecía que podía tener fracturado el radio del brazo derecho. Los aparatos indicaban que sus signos vitales eran débiles pero estables.

    Daniel decidió que primero lidiaría con el rostro y luego le harían estudios, radiografías de todo el cuerpo y una tomografía de la cabeza. Delen permaneció en el quirófano asistiendo a los doctores durante la cirugía. Casi una hora más tarde y la mitad del rostro del paciente estaba cubierto por vendas. Delen permaneció junto al hombre mientras lo llevaban de un lado al otro de la clínica realizándole estudios. Las radiografías confirmaron que, efectivamente, Paul tenía una doble quebradura en la pierna y que tendría que volver a la sala de operaciones. Además, uno de los huesos en su brazo derecho estaba fisurado por arriba de la muñeca. Tendría que usar un cabestrillo durante por lo menos un mes. La buena noticia era que no había ningún daño en algún órgano vital ni en la cabeza, sólo una leve contusión superficial que disminuiría en unos días.

    Daniel programó la cirugía de la pierna para el día siguiente al mediodía, y decidió que Paul permanecería sedado durante un día más y entonces volvería a evaluar la situación. Delen acompañó a Paul a la sala de cuidados intensivos, era mejor que pasara la noche allí, por precaución. Daniel aguardó en la clínica durante un largo rato más, en caso de que la familia se hiciera presente, pero nadie lo hizo.

    ¿Se habían vuelto a ver? Desde el colegio, quiero decir. –Le preguntó ella mientras esperaban.

    No. Lo volví a ver una vez, pero eso fue hace años. Nuestras vidas tomaron caminos muy distintos. Fue todo lo que le dijo. Luego se fue a su casa a descansar y le aconsejó que ella hiciera lo mismo. Pero Delen permaneció en el frente durante buena parte de la madrugada. No fue hasta que llegó Catherine que se enteró quién era su paciente.

    ¿Paul Greenan? ¿No te suena para nada?.—Delen negó con la cabeza. Catherine luego procedió a sacar su celular y buscar en varias páginas hasta que dio con el artículo en línea que buscaba. La página era Cornwall Gossips, fuente de todos los chusmeríos locales. En la foto se veía a un apuesto joven, una capucha cubriendo su cabeza, barba de un par de días, una botella de cerveza en su mano y lentes oscuros, aunque se veía claramente que era de noche. Su otra mano la llevaba enlazada con la de una hermosa mujer que caminaba detrás de él. Pelo color café, labios carnosos y altos pómulos. Vestía unos pantalones de cuero bien apretados que marcaban sus curvas, tacos aguja y un top de diseñador que debería de costar más que lo que Delen ganaba en todo un mes. El artículo era del año anterior, el título decía: Paul Greenan y Helena Carmichael, la joven que por fin hizo sentar cabeza a la oveja negra de la familia.

    Este Paul Greenan. Señaló Cath. Su familia ha estado en Cornwall por generaciones. Originalmente eran dueños de minas, ahora explotan las tierras adonde estaban. Complejos hoteleros en la costa, condominios. De verdad Delen, ¿acaso vives en un termo?. –Catherine dijo en broma cuando a su amiga no le sonaba nada de lo que ella decía.

    Sabes que no presto atención a esas cosas, no tengo tiempo.

    Sí, sí, lo sé. Bien, ya vete y descansa un poco. No te preocupes, yo lo mantendré a salvo por ti.

    Ja ja. –Delen rio irónicamente.

    Dale un beso a la niña por mí.

    Lo haré. Nos vemos en un rato.

    Había sido una larga noche y Delen no veía la hora de acostarse a dormir en su cama. El apellido Greenan no le sonaba para nada.

    PARTE 3

    Cuando Delen regresó a la clínica más tarde ese día, ya tenía una mejor idea de quién era Paul Greenan. Había pasado un buen rato mirando en la pantalla de su teléfono los resultados de la búsqueda en Internet. No que ella fuera una chismosa o que fuera algo que hiciera habitualmente, pero ese hombre había despertado cierta curiosidad en ella. Quizás por la reacción que Daniel había tenido cuando se enteró de quién se trataba, o por la forma en que los ojos de Catherine chispeaban cuando le habló de él, como si se tratara de una celebridad. Bien, si se trataba de una celebridad no había ganado su fama por nada bueno. Lo primero que arrojó la búsqueda fue la página de negocios de la familia Greenan. Efectivamente el negocio familiar eran los bienes raíces, el desarrollo de emprendimientos inmobiliarios en lo que antes eran las tierras que explotaban con la minería. Delen ahora estaba segura de haber visto algunos de sus edificios cerca de la costa, aunque no estaba muy segura de sí embellecían mucho el paisaje natural y tranquilo de Cornwall. El jefe de la familia y CEO de la empresa era Mortimer Greenan. La información estaba acompañada de una foto, era un hombre bastante mayor. Se lo veía con dos jóvenes de pie detrás de él, un hombre y una mujer. Freddie y Victoria Greenan, decía el pie de la foto, herederos del imperio. En ningún lado hacía referencia al resto de la familia. Clickeando en otra página, otra imagen del hombre morocho apareció en la pantalla, era de hace algunos años, Paul Greenan parecía casi un adolescente. La oveja descarriada.—Decía el título. La imagen había sido tomada a altas horas de la noche, o muy temprano por la mañana. Paul tenía una botella de J&B bajo su brazo y estaba obviamente borracho. Dos jóvenes rubias, de taco alto y minifaldas excesivamente cortas lo acompañaban. En otra foto tomada de atrás, él las tomaba por debajo de la cintura. La nota explicaba un poco más la historia de la familia. Mortimer tenía un hermano menor, Thomas Greenan, padre de Paul. Al parecer su parte de la herencia familiar no había sido tan generosa y gran parte Thomas la había despilfarrado en los 70, cuando él mismo tenía edad para salir de juerga. Su comportamiento había causado fricciones con su hermano, quien era quien llevaba adelante el negocio familiar y Mortimer le había dado un ultimátum que Thomas no aprovechó. Para esa rama de la familia las cosas mejoraron cuando Thomas se casó con Grace, madre de Laurence y Paul. Juntos abrieron un pequeño local comercial, que luego se convertiría en una cadena de pequeños supermercados. Grace era querida por todos a quienes conocía y así la relación entre hermanos volvió a ser armoniosa. Pero tras la muerte de su esposa y su hijo mayor, el cuidado de la empresa y de su hijo fue demasiado para Thomas y este volvió a sus viejas andanzas. ¡Jesucristo! Que terrible.—Delen se dijo a sí misma. Paul, el artículo continuaba, heredó las mañas de su padre y está causando grandes dolores de cabeza a su tío. Borracheras, peleas en bares, más de una vez su tío ha tenido que pagar la fianza para sacar a su sobrino de la comisaría. En otra página con una nota más reciente se hablaba de que debido a la enfermedad que aquejaba a su padre, Paul Greenan era quien estaba a cargo del negocio de los supermercados. El autor del artículo no parecía tener mucha fe en él. En el último año había varias notas en la página local de chismorreo adonde se lo veía acompañado de su novia, Helena Carmichael. Ya con unos años más, Paul parecía haber madurado y se lo veía muy serio. Delen había dejado el artículo más reciente para el final, allí se informaba del fallecimiento de Thomas Greenan. Había ocurrido en Estados Unidos, adonde había viajado junto a su hijo para someterse a un tratamiento que no había dado resultado. La nota era de la semana anterior.

    ¿Alguna novedad?, –preguntó a Catherine mientras se preparaba para realizar su primera ronda.

    Nada nuevo. Greenan sigue estable, aunque más violeta. Es una pena que se arruine tan bonito rostro.

    ¡Catherine! ¿Su familia ya ha venido a verlo?.

    Su amiga negó con la cabeza.

    ¿Acaso no se habrán enterado?.

    Daniel habló con su tío esta mañana. La policía ya los había informado.

    ¿Y a la novia?.

    ¿Acaso tienes el teléfono de la familia Carmichael? Si no se enteró aún, lo hará pronto. En Twitter ya está dando vueltas la foto del auto destrozado, seguramente estará aquí de un momento a otro.

    Pero nadie estuvo allí para verlo ni preguntando por su salud en las primeras horas de la tarde. La operación de la pierna se demoró durante varias horas, Paul tardaría un tiempo en volver a caminar normalmente, pero con rehabilitación y ejercicios Daniel creía que no habría secuelas. Su rostro estaba muy inflamado y Delen se encargó de quitar las vendas para limpiar la herida y luego volverlas a colocar. Definitivamente le quedaría una buena cicatriz.

    Por la noche, se encontró con una joven deambulando por los pasillos de la clínica. Era bajita y de pelo oscuro, sus cachetes redondeados y pequeños ojos estaban colorados y mostraban gran preocupación. Delen la reconoció por la foto que había visto en Internet, era la prima del hombre, Victoria creía recordar era su nombre.

    Disculpe, ¿puedo ayudarle?. –La joven pareció sorprendida.

    Oh... sí. Estoy buscando la sala de cuidados intensivos. –Dijo en un dulce tono.

    Lo siento, pero me temo que el horario de visitas ya ha terminado. Si quiere puede regresar a mañana a las....

    Por favor, verás, mi primo ha tenido un accidente. Yo no me he enterado hasta hace un rato. Nadie ha venido a verlo. Su nombre es Paul Greenan.

    A Delen casi se le partía el corazón de pena al verla, estaba realmente angustiada. Sabía que no estaba permitido que los pacientes recibieran visitas fuera del horario correspondiente, pero Delen realmente sentía pena por ella y por él también, que había pasado todo el día sólo.

    Sígame. Le pido que no le diga esto a nadie, podría meterme en problemas.

    Oh, ¡gracias! ¡Gracias! No le diré a nadie.

    Delen guio a Victoria hasta la sala de cuidados intensivos. Aún está sedado, para poder controlar su evolución. –Le informó. Le han hecho dos operaciones, pero se está recuperando favorablemente. Le pido que trate de hacer silencio en la sala.

    Luego de dejar atrás varias cortinas, Delen levantó la que correspondía a Paul Greenan y dejó pasar a su prima cerca de la cama. La cara de la joven se distorsionó de dolor al verlo. Sus ojos se llenaron de lágrimas y se llevó una mano a la boca para sofocar su llanto. Delen la tomó por los hombros y se acercó a ella hablando bajito. No está tan mal como parece. La mayoría de los golpes fueron superficiales, sólo la pierna y el brazo están quebrados, pero se recuperará.

    ¿Y la cabeza?. –Preguntó Victoria horrorizada al ver el rostro inflamado y violáceo y parcialmente cubierto por vendas.

    Una contusión menor. Tiene un gran corte en la mejilla, pero tuvo suerte de que no tocara el ojo.

    Victoria permaneció junto a su primo por unos momentos más, tomando su mano. Besó sus nudillos antes de irse.

    Muchas gracias por dejarme verlo… Delen. –Victoria le dijo una vez que estaban de vuelta en el pasillo, leyendo la plaquita que Delen llevaba colgada en el pecho con su nombre.

    No hay de qué. Puedes hablar con el doctor Evans mañana en el horario de visitas del mediodía....

    Oh... yo, yo no creo que pueda venir durante el día. Quizás, quizás podría dejarte mi teléfono y tú podrías mandarme un mensaje con cualquier novedad. Siento pedirte esto, pero, pero mi familia... es una situación delicada....

    ¿Más delicado que un grave accidente de auto con un hombre inconsciente en el hospital? –Pensó Delen. Pero la joven se veía realmente afligida. Seguro. –Le dijo con una leve sonrisa.

    PARTE 4

    Paul estuvo inconsciente dos días más. Daniel prefirió esperar a que el pequeño hematoma en su cabeza desapareciera por completo antes de moverlo a una habitación común y quitarle los sedativos. Paul se despertó lentamente, sus ojos pestañaron en una claridad encandilante. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Un sordo gruñido salió de su garganta. Sólo veía luz. La luz del camión acercándose apareció en su mente, Paul abrió más los ojos e intentó hablar, pero no sabía que decir. El camión estaba muy cerca, podía sentir su impacto contra su cuerpo. Algo se movía a su alrededor, seguramente estaba muerto. De pronto alguien se interpuso en su campo visión y tapó la luz. Paul trató de enfocar la vista, la imagen era borrosa. Un rostro dulce, de piel blanca y cabellos rojos se materializó ante él. Un ángel. Paul, estás muerto. –Pensó. Pero el ángel comenzó a tener más rasgos. Mejillas redondeadas y ojos verdes. Labios color carmín y el cabello atado en una coleta a un lado de su cabeza. ¿Acaso los ángeles se sujetaban el cabello?

    Paul, Paul ¿Puede oírme?. –Escuchó que el ángel decía, pero Paul no tenía fuerzas para contestar y volvió a dormirse. Delen estaba controlando el suero de Paul Greenan cuando escuchó un leve gruñido. Estuvo a su lado en un momento, recién estaban comenzando a quitar el medicamento que lo mantenía dormido, pero aun así era pronto para que despertara. Como era de esperarse, volvió a dormirse.

    Delen había mantenido al tanto de la evolución de su primo a Victoria Greenan. Pero aún no entendía por qué nadie de su familia lo visitaba. Victoria le había dicho que la noche siguiente podría ir a verlo, que le era imposible ir durante el día. Ya no habría tanto problema, una vez fuera de terapia las normas para las visitas no eran tan estrictas. Pero sería bueno que hablara con el Dr. Evans en persona, le dijo.

    Durante los últimos tres días Delen había pasado buena parte de sus horas de trabajo junto a Paul. Era el paciente que requería más cuidado de todos los que estaban en su piso y Daniel le había pedido que cuidara bien de él. No que ella descuidara a los demás pacientes, pero Paul era una persona con cierto interés público y, Daniel le había dicho en voz baja, su familia ha sido muy generosa con la clínica en el pasado. Pues a su familia no parecía importarle en absoluto la salud de Paul, pero aun así ella se esforzó en su trabajo. Era un requisito indispensable para ejercer su profesión no sentirse cohibida—ni atraída' por los pacientes, pero Delen no podía evitar admirar el cuerpo del hombre. Principalmente cuando debía bañarlo o, mejor dicho, pasar una toalla húmeda por todo su cuerpo. Ahora que la hinchazón de los moretones había comenzado a reducirse, todo lo que sentía bajo sus manos era su piel tersa y sus firmes músculos. Por supuesto que no todas sus tareas eran placenteras, pero Delen hacía tiempo que se había acostumbrado a ellas. También había comenzado a pasar sus momentos de descanso en su habitación, había dejado algunas revistas en unos de los cajones y el libro que estaba leyendo. Delen se preguntó qué tipo de libros le gustaría leer a él.

    Durante la cuarta noche de Paul en el hospital, el Dr. Daniel Evans decidió que era hora de despertarlo. Delen estaba de pie detrás de él, hacía unas horas que ya le habían dejado de dar los sedantes. Paul. ¿Paul? ¿Me escuchas? ¿Sabes adonde estas?. –Preguntó el doctor con voz clara y firme. Paul decidió que no estaba muerto. Una voz resonaba en su cabeza, llamándolo. Lo primero que sintió fue el dolor en la pierna, un cosquilleo que comenzó en su pie y subía hacia su cintura. Quiso moverla, pero no pudo hacerlo. Eso le hizo abrir los ojos. Paul se encontró con un hombre con bata blanca parado junto a él. Su rostro le parecía familiar.

    "Buenas noches, Paul. Soy el doctor Daniel Evans. Estás en una clínica, ¿Me comprendes? Cierra los

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