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La prueba del crecimiento del cristiano
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La prueba del crecimiento del cristiano

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EL SIGUIENTE tratado, La prueba del crecimiento del cristiano, fue impreso anteriormente durante el tiempo de mi ausencia fuera de mi país natal, y por esta razón tenía muchas imperfecciones e incongruencias tanto en el estilo como en la materia; las cuales, estando ahora de nuevo (por la buena mano de Dios sobre mí), me he esforzado por enmendar: de modo que, en parte por medio de alguna alteración en el método y marco del mismo, en parte por medio de la eliminación de algunas redundancias, lo he reducido a una forma mejor, y más cercana a sus compañeros.

El alcance y el modo de tratar este tema, el crecimiento, no es tanto doctrinal, ni tampoco exhortatorio, como persuadir o hablar del crecimiento de un cristiano en general, sobre lo que ya se ha escrito mucho por otros; pero el objetivo más apropiado de esto es resolver un caso de conciencia, (como lo han hecho los otros dos tratados anteriores míos,) a saber, Cómo discernir nuestro crecimiento, y responder a las tentaciones más habituales sobre él. Y siendo estos tres tratados del mismo tipo y clase, y perteneciendo propiamente a esa parte de la teología que llamamos divinidad de casos, he ordenado, por tanto, en esta nueva edición del conjunto, ponerlos juntos, (que es toda la alteración que he hecho,) aunque en su primera y única publicación se interpusieron algunos otros.

Si en el desempeño esto se queda corto de muchos más experimentos elevados de crecimiento que se encuentran en los que el apóstol Juan llama padres, cristianos ancianos, que con Enoc han caminado mucho tiempo con Dios; sin embargo, he esperado que ustedes que son hombres jóvenes, (como él también estila a la clase media de cristianos,) que puedan encontrar muchas cosas útiles para su correcta comprensión y juicio de su crecimiento, y que puedan librarlos de muchos errores al juzgarlo mal, y así consecuentemente de muchas tentaciones sobre ello, a las que esa edad de los creyentes es más peculiarmente incidente. No me atrevo a decir: 'Os escribo estas cosas, padres'; nunca lo he presumido en mis pensamientos. Yo mismo lo escribí y lo prediqué cuando no era más que joven en años, y por entonces mucho más joven en gracia y experiencia. Y no me atrevo (si el gran Apóstol, 2 Corintios. 10:14, no lo hiciera) a extenderme más allá de esa medida que Dios me ha distribuido: una medida que todavía puede alcanzaros a vosotros que sois jóvenes, aunque los cristianos más eminentes y maduros hayan ido mucho más allá de la línea de la misma.

El Dios de la gracia y la paz nos conceda a nosotros y a todos sus hijos espíritus que se esfuerzan por "decir la verdad en amor" en estos tiempos de división, "para que crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo", Efesios. 4:15.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento5 jun 2022
ISBN9798201172503
La prueba del crecimiento del cristiano

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    La prueba del crecimiento del cristiano - Thomas Goodwin

    La prueba del crecimiento de un cristiano

    por Thomas Goodwin

    Contenido

    Índice de contenidos

    La prueba del crecimiento de un cristiano

    por Thomas Goodwin

    AL LECTOR

    INTRODUCCIÓN

    PARTE I

    DE CRECIMIENTO EN LA VIVIFICACIÓN, Y DE DAR MÁS FRUTOS.

    La purga para que dé más fruto.-Juan 15:2.

    CAPÍTULO I

    Que todas las ramas verdaderas en Cristo crezcan.

    CAPÍTULO II

    Una explicación de cómo crecen los santos.

    CAPÍTULO III

    Lo que es dar más fruto explicado negativamente eliminando muchos errores.

    CAPÍTULO IV

    Lo que es dar más fruto explicado positivamente; donde se dan muchas pruebas directas de crecimiento.

    PARTE II

    DEL CRECIMIENTO EN LA MORTIFICACIÓN: O, LA PURGA DE LA CORRUPCIÓN POR PARTE DE DIOS.

    La purga para que dé más fruto.-Juan 15:2.

    CAPÍTULO I

    La observación fuera del texto propuesto, Que Dios va a purgar la corrupción de las ramas verdaderas.-Los límites establecidos a este discurso sobre él, de acuerdo con el alcance del texto.-Las razones del punto.

    CAPÍTULO II

    Los caminos que Dios usa para purgar nuestras corrupciones; y los medios por los que nos hace crecer en ellas.

    CAPÍTULO III

    La prueba de la mortificación; y eso primero por medio de signos negativos, o tales que argumentan mucha corrupción aún sin purgar.

    CAPÍTULO IV

    Signos positivos de crecimiento en la mortificación, y la purificación de Dios de nosotros.

    CAPÍTULO V

    Algunas advertencias para evitar que se juzgue erróneamente por falsas reglas.-Este caso se resuelve, si el crecimiento en la mortificación puede ser juzgado por las prevalencias ordinarias de la corrupción, o por las acciones de la gracia.

    CAPÍTULO VI

    Cinco advertencias más para evitar estos errores de apreciación.

    PARTE III

    RESOLVIENDO ALGUNAS CUESTIONES RELATIVAS AL CRECIMIENTO EN LA MORTIFICACIÓN Y LA VIVIFICACIÓN.

    CAPÍTULO I

    Dos cuestiones resueltas sobre el crecimiento en la mortificación.

    CAPÍTULO II

    Tres cuestiones resueltas sobre el crecimiento positivo.

    LA PRUEBA DEL CRECIMIENTO DE UN CRISTIANO EN LA MORTIFICACIÓN, O LA PURIFICACIÓN DE LA CORRUPCIÓN; Y LA VIVIFICACIÓN, O LA PRODUCCIÓN DE MÁS FRUTO:

    UN TRATADO SOBRE ESTE CASO,

    CÓMO DISCERNIR NUESTRO CRECIMIENTO EN LA GRACIA:' PROPORCIONANDO ALGUNAS AYUDAS PARA JUZGAR CORRECTAMENTE, RESOLVIENDO ALGUNAS TENTACIONES, ACLARANDO ALGUNOS ERRORES, RESPONDIENDO A ALGUNAS PREGUNTAS, SOBRE EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL. JUNTO CON ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE LA PARÁBOLA DE LA VID, JUAN 15:1, 2.

    Limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios' -2 Corintios. 7:1.

    AL LECTOR

    EL SIGUIENTE tratado, La prueba del crecimiento del cristiano, fue impreso anteriormente durante el tiempo de mi ausencia fuera de mi país natal, y por esta razón tenía muchas imperfecciones e incongruencias tanto en el estilo como en la materia; las cuales, estando ahora de nuevo (por la buena mano de Dios sobre mí), me he esforzado por enmendar: de modo que, en parte por medio de alguna alteración en el método y marco del mismo, en parte por medio de la eliminación de algunas redundancias, lo he reducido a una forma mejor, y más cercana a sus compañeros.

    El alcance y el modo de tratar este tema, el crecimiento, no es tanto doctrinal, ni tampoco exhortatorio, como persuadir o hablar del crecimiento de un cristiano en general, sobre lo que ya se ha escrito mucho por otros; pero el objetivo más apropiado de esto es resolver un caso de conciencia, (como lo han hecho los otros dos tratados anteriores míos,) a saber, Cómo discernir nuestro crecimiento, y responder a las tentaciones más habituales sobre él. Y siendo estos tres tratados del mismo tipo y clase, y perteneciendo propiamente a esa parte de la teología que llamamos divinidad de casos, he ordenado, por tanto, en esta nueva edición del conjunto, ponerlos juntos, (que es toda la alteración que he hecho,) aunque en su primera y única publicación se interpusieron algunos otros.

    Si en el desempeño esto se queda corto de muchos más experimentos elevados de crecimiento que se encuentran en los que el apóstol Juan llama padres, cristianos ancianos, que con Enoc han caminado mucho tiempo con Dios; sin embargo, he esperado que ustedes que son hombres jóvenes, (como él también estila a la clase media de cristianos,) que puedan encontrar muchas cosas útiles para su correcta comprensión y juicio de su crecimiento, y que puedan librarlos de muchos errores al juzgarlo mal, y así consecuentemente de muchas tentaciones sobre ello, a las que esa edad de los creyentes es más peculiarmente incidente. No me atrevo a decir: 'Os escribo estas cosas, padres'; nunca lo he presumido en mis pensamientos. Yo mismo lo escribí y lo prediqué cuando no era más que joven en años, y por entonces mucho más joven en gracia y experiencia. Y no me atrevo (si el gran Apóstol, 2 Corintios. 10:14, no lo hiciera) a extenderme más allá de esa medida que Dios me ha distribuido: una medida que todavía puede alcanzaros a vosotros que sois jóvenes, aunque los cristianos más eminentes y maduros hayan ido mucho más allá de la línea de la misma.

    El Dios de la gracia y la paz nos conceda a nosotros y a todos sus hijos espíritus que se esfuerzan por decir la verdad en amor en estos tiempos de división, para que crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, Efesios. 4:15.

    THOMAS. GOODWIN.

    26 de abril de 1643.

    INTRODUCCIÓN

    ALGUNAS OBSERVACIONES BASADAS EN ESTA PARÁBOLA DE LA VID:

    Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano que en mí no da fruto, lo quita; y todo pámpano que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto.-Juan. 15:1, 2.

    La suma y la división de las palabras, y el tema de este discurso.

    Una parábola justa y fructífera es esta, extendida en muchas ramas, en la cual, bajo la agradable sombra de una vid, (en ocasión de que ellos habían sido recientemente verdaderos partícipes de su sangre en el fruto de la vid,) Cristo se presenta elegantemente en su relación con su iglesia visible, y el estado de sus apóstoles, y en ellos de todos los profesantes visibles hasta el fin del mundo; mostrando además, bajo esa similitud, lo que su Padre quería hacer con Judas, que ahora había salido a traicionarle, así como con todos los demás sarmientos infructuosos como él; incluso cortarlos y echarlos al fuego:' sino, por el contrario, animarles, a ellos y a todos los demás sarmientos fructíferos, a que siguieran permaneciendo en él, con la promesa de que aún 'darían más fruto'.'

    La parábola tiene tres partes:-

    1. Una vid es aquí, de todas la más bellas, ver. 1.

    2. Un labrador, de los más cuidadosos.

    3. El fin de la plantación de esta vid, la fructificación.

    1. En primer lugar, esta vid, como todas las demás, tiene dos tipos de sarmientos

    (1.) Tales personas, aunque estén verdes, no dan ningún fruto verdadero, sólo hojas.

    (2.) Los que dan fruto, ver. 2.

    2. El labrador tiene dos tipos de oficios con respecto a ambos: αἴρειν, καθαίρειν, que es una paranomasia ingeniosa, amputare et putare, cortar y desbrozar. En primer lugar, limpiar para cortar los que son completamente infructuosos, que a continuación son 'expulsados, se marchitan, y son recogidos y arrojados al fuego'; así ver. 2, 6. Y así quiso tratar ahora a Judas. Pero, en segundo lugar, para purgar y cortar las exuberancias y los excesos de las ramas fructíferas en los manantiales, a los que están sujetas.

    3. En tercer lugar, su fin en todo es que se produzcan frutos y más frutos. Este es el fin de plantar esta vid, este es el fin de purgar estos sarmientos de ella, que al estar frustrados en aquellos otros es la causa por la que los quita limpios.

    Y exhortar a éstos a la fecundidad fue uno de los fines principales de Cristo al utilizar esta parábola, y a esto tienden todos los versículos siguientes, ya sea como medios o motivos para la fecundidad.

    Primero, como medio...

    (1.) Les asegura que están en estado de gracia, ver. 3. La seguridad es un medio de fructificación.

    (2.) Habla de purificarlos por su palabra en el mismo versículo: 'Estáis limpios por la palabra que os he hablado'. Este es un medio que utiliza más adelante.

    (3.) Les inculca el sentido de su propia incapacidad para hacer algo sin él, ver. 5.

    (4.) Por lo tanto, permanecer en él y chupar de él, ver. 5.

    (5.) Y dejar que su 'palabra permanezca en ellos', por la cual él mismo 'también permanecerá en ellos', y por la cual aún podrán ser purificados, y así ser fructíferos.

    Los motivos son...

    (1.) Si no, conocen su destino; al fuego con ellos, ver. 6.

    (2.) Si lo hacen, sus oraciones serán concedidas, ver. 7.

    (3.) De este modo su Padre es glorificado, ver. 8.

    (4.) Se mostrarán sus discípulos, ver. 8.

    (5.) Continuarán en su amor, que los ama tanto como su Padre, ver. 9, 10.

    Y así tienes el resumen de toda esta parábola.

    El tema principal al que me dirijo en esta escritura es este caso principal de la conciencia, que suele ser el ejercicio e inquisición de muchas almas buenas, Cómo puede un cristiano discernir su crecimiento, tanto en la purga de las corrupciones como en el aumento de la gracia, y los frutos de la misma.

    Por lo tanto, cualquier otra observación fructífera que crezca sobre esta cepa, y esta vid ofrece muchas, sólo la veremos y tomaremos en cuenta brevemente, y como hombres apresurados, pero como en nuestro camino hacia aquella otra que pretendo principalmente, y sólo nos quedaremos en la observación de ellas en la medida en que la simple apertura de esta similitud aquí utilizada les dé savia y vigor.

    Primera observación: cómo Cristo es una vid, y sólo la verdadera vid.

    En primer lugar, Cristo es una vid. En primer lugar, Adán fue una vid, plantada en el paraíso, para que la soportara toda la humanidad, pero se convirtió en una viña salvaje; no resultó ser la verdadera viña. Dios lo plantó (para aludir a eso, Jeremías 2:21) 'una vid noble, una semilla santa y correcta', pero degeneró, y así se han grabado en él, y así no produce más que 'uvas de Sodoma', como habla Isaías.

    Pero, en segundo lugar, Dios Padre tenía muchas ramas de elegidos, que crecían por naturaleza en este tronco maldito de Adán, que sin embargo, como ver. 16, 'había ordenado que dieran fruto', es decir, que brotaran y se extendieran en la tierra en todas las épocas, y que luego fueran trasplantadas al cielo, el paraíso designado para ellas, siendo la tierra sólo el vivero de ellas por un tiempo, por lo que designó a su propio Hijo para que fuera una nueva raíz, como en la que quería trasplantarlas, y lo ordenó para que fuera esa masa, y cuerpo, y rama principal, de la que todas debían crecer, que por lo tanto se llama 'la Raíz de David', etc, Apocalipsis. 22:16, y ese 'renuevo justo', Jeremías 23:5.

    A quien, por tanto, en tercer lugar, plantó como raíz aquí en la tierra con nosotros, y lo revistió de una naturaleza humana, una corteza y un cuerpo débiles y mezquinos, y una corteza y un exterior como los nuestros, para que así tanto la raíz como las ramas fueran de la misma naturaleza, y homogéneas. La cual naturaleza nuestra en él también llenó de su Espíritu, como de jugo y savia, sin medida, para que así fructificara y creciera en todas aquellas ramas destinadas a estar en él, comunicándoles el mismo Espíritu.

    Y, en cuarto lugar, aunque era de por sí el cedro más hermoso que jamás haya tenido la tierra, sin embargo, en relación con esas multitudes de ramas que iba a llevar, elige ser una vid, que es de todos los árboles el más bajo, el más débil, y de la corteza más mezquina y exterior de cualquier otro; sólo que, debido a que de todos los demás es el más abundante de las ramas, y corre y extiende su volumen en ramas, y esas, de todas las ramas más de cualquier otro árbol, el más fructífero, por lo que se llama 'la vid fructífera', Salmos 128:3. Y sólo por esta razón, él destaca esta comparación como adecuada a su alcance, mostrando en ella su amor; que así como él condescendió a la más baja condición para nuestra salvación, así también a las más insignificantes semejanzas para nuestra instrucción, sin embargo, así también nos dice que ninguna vid ni todas las vides de la tierra eran dignas de ser comparadas aquí, ni de ser siquiera semejanzas de él.

    Porque él, y sólo él, es la verdadera vid; ésa es la segunda observación.

    Porque tomad aquellas excelencias más selectas en una vid, por las que se hace aquí la comparación, como, más particularmente, la de la fecundidad, ya sea en las ramas o en los frutos, y es una sombra de lo que hay en él. Como sólo Dios es el que soy, y todo lo demás no tiene más que la sombra del ser, sólo en Cristo están todas las excelencias en la verdadera naturaleza real de todas las cosas con las que se le compara. Así, de la misma manera, se dice que él es el verdadero pan, Juan 6:55, y, ver. 32, el verdadero pan del cielo. El maná, y toda la otra carne, y toda la dulzura que hay en la carne, es y fue sólo una sombra de lo que él ofrece. Él supera y excede a todas las cosas con las que se le compara en lo que tienen, y éstas no son más que sombras para él, Hebreos 10:1.

    En primer lugar, por lo tanto, nunca una vid tan fructífera. 'Todo nuestro fruto se encuentra en él', Oseas 12:8. Si permanecéis en mí, daréis mucho fruto'. Él tiene jugo para suplirte

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