Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

La Rebelión De Los Dioses: La Última Trilogía
La Rebelión De Los Dioses: La Última Trilogía
La Rebelión De Los Dioses: La Última Trilogía
Libro electrónico393 páginas3 horas

La Rebelión De Los Dioses: La Última Trilogía

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

La rebelin de los dioses es el libro esperado para analizar el torneo que se desarroll entre la corte de los dioses griegos y romanos y el cristianismo; de esta revuelta que se produjo dentro del imperio romano en el siglo IV, tena que salir un vencedor; para sorpresa, el afortunado fue Jess de Nazaret. Desde entonces se convirti en un ser mitolgico que fue incluido dentro de la Trinidad cristiana; por esta razn se parece a una de las trilogas de dioses de las religiones politestas.
En este libro se analiza la personalidad controvertida del neurtico de Pablo quien despus de una crisis de epilepsia, se autodenomin el apstol de los gentiles, sin la autorizacin de Jess a quin incluso, nunca conoci. A partir de entonces con sus enseanzas alteradas, el cristianismo comenz a perfilarse, hasta convertirse en la Iglesia Catlica Apostlica y Romana gracias al emperador Constantino I el Grande.
De la genialidad de Carlos Alonzo Carrillo surge este libro; que en pocas del oscurantismo habra pasado a formar parte de las mximas herejas condenas por el poder de la Inquisicin. Ahora que tiene libertad para leerlo, por ningn motivo debe faltar dentro de su coleccin; porque aparte de su valiosa informacin, es bastante entretenido.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento30 nov 2016
ISBN9781506517506
La Rebelión De Los Dioses: La Última Trilogía
Autor

Carlos Alonzo Carrillo

Carlos Alonzo Carrillo es Cirujano General y de Trasplante Renal egresado del Centro Médico Nacional 20 de Noviembre ISSSTE en México, D.F. Ha participado en varios trabajos sobre Filosofía oriental y occidental. Impartió cátedras y formó parte del sínodo en las asignaturas de Lógica, Filosofía y Psicología en las escuelas de la Universidad de Yucatán. Actualmente se encuentra activo en su profesión e imparte cátedra de la especialidad de Cirugía en el Hospital de Alta especialidad Juan Graham Casasús y de la licenciatura en la escuela de Medicina del Estado de Tabasco, México.

Lee más de Carlos Alonzo Carrillo

Relacionado con La Rebelión De Los Dioses

Libros electrónicos relacionados

Filosofía (religión) para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para La Rebelión De Los Dioses

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    La Rebelión De Los Dioses - Carlos Alonzo Carrillo

    A mi generalísimo Max

    Presentación

    El contenido de este libro rompe con todos los paradigmas tradicionales del cristianismo, en especial con los de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana; y por lo mismo, despierta gran interés y controversia; sin embargo antes de condenarlo por herético, es necesario que se analicen los capítulos más desafiantes y polémicos. Para esto es indispensable que el lector se mantenga al margen de la religión, porque la imparcialidad es la mejor aliada de la razón. Los comentarios y las conclusiones que emanan de esta obra tienen el propósito de dejar en claro muchas verdades que se han mantenido ocultas durante siglos. No es raro que la mayoría de los católicos ignoren cuales son los antecedentes históricos de su religión; porque habitualmente la profesan por tradición familiar y por conveniencia social, ya que nuestra cultura está influenciada por la Iglesia cristiana; desde el momento que nacemos hasta que morimos.

    "La rebelión de los dioses" La última trilogía. Es el libro ideal para analizar el torneo que se desarrolló entre la corte de los dioses griegos y romanos y el cristianismo durante los primeros siglos de la era común; una revuelta donde salió victorioso Jesús de Nazaret. Sin embargo, después de su célebre victoria se convirtió en un ser mitológico que fue incluido dentro de la Trinidad cristiana por capricho del emperador Constantino, que a su vez era sacerdote pagano del Sol Invictus o Sol invencible. Incluso en este último estaban mezcladas también tres deidades: El-Gabal, el antiguo dios solar sirio importado durante el mandato del emperador Heliogábalo en el siglo III a.C. Mitra y el Sol. Así mismo, El-Gabal proviene del dios El, quien fue el más grande del panteón de Canaán y de donde se originó también Elohim; el dios de los hebreos, nombrado a veces como Yahvé. Así que Constantino guiado por su idolatría no hizo más que convertir a Jesús en un ser mitológico al incluirlo dentro de una trilogía de dioses semejante a las que se adoraban en las religiones politeístas y paganas.

    Antes de la intervención de Constantino, no existía ningún vestigio de esta mitología dentro del Antiguo Testamento y mucho menos dentro de las doctrinas que predicó Jesús y sus discípulos. A pesar de esta gran contradicción la mayor parte del mundo occidental está regido por el cristianismo; a tal grado que nuestra vida depende de las costumbres y las tradiciones cristianas, incluso nuestro plan de trabajo esta influenciado por las festividades de los santos patronos; esto es evidente, sobre todo en las ferias de los pueblos que se hacen en honor de algún santo o santa. Los mejores ejemplos se encuentran en las festividades de Navidad, Reyes Magos, la Candelaria, Pascua etc. que sin duda son atractivos por los largos puentes vacacionales que nos llenan de alegría. En México sobre todo, durante las festividades guadalupanas hasta las actividades bancarias y universitarias se paralizan. Pues bien, lo mismo sucede con los sacramentos; a tal grado que antes de que nazcan los hijos; los padres ya están planeando quienes serán los futuros padrinos; ni qué decir de la confirmación, la confesión, la comunión, la solemnidad del matrimonio; o incluso la unción de los enfermos poco antes de fallecer.

    Cada quien es católico a su manera, porque nadie cumple al pie de la letra las exigencias de la Iglesia. Ser católico por conveniencia es bastante comprensible, ya que es un pase automático para participar en los eventos sociales de etiqueta que se celebran en el seno de la Iglesia. Cualquiera que haya recibido los sacramentos y que asista a misa todos los domingos presumirá de ser un buen cristiano; un ególatra con buenos principios y sentimientos; aunque su mente esté repleta de cochambre y de sucios propósitos. Tampoco podemos decir que son buenos cristianos aquellos que dan sus diezmos a cambio de una bendición que les limpie la conciencia. En realidad, la mayoría de la gente no sabe que las enseñanzas de la Iglesia no son las mismas que predicó Jesús y sus apóstoles. Si no todos; la mayoría ignora que Pablo fue testarudo; un obsesivo y soberbio que persiguió encarnizadamente a los cristianos y que después de un ataque de epilepsia se autodenominó apóstol sin la autorización de Jesús. Pablo nunca conoció a Jesús y por lo mismo, se metió en serias dificultades con los apóstoles por no seguir correctamente sus lineamientos.

    Para comprender el cristianismo católico no basta con asistir a misa todos los domingos, confesar los pecados y recibir el cuerpo simbólico de Cristo, sino analizando el desenlace histórico que siguió el pueblo hebreo; el lugar donde germinó y se desenvolvieron todos los acontecimientos que llevaron a la concepción religiosa de un mesías descendiente del rey David; de aquel aguerrido guerrero que militarizó la defensa del pueblo de Israel. David lejos de ser un santurrón, fue un indómito guerrero que estaba convencido que el poder no se consigue solo con oraciones y sacrificios de animales; sino combatiendo encarnizadamente al enemigo en los campos de batalla. En realidad este pueblo nómada y de origen oscuro, desde sus inicios tuvo serios conflictos; sus peores desventuras fueron las veces en que fue sometido por otras civilizaciones; estas terribles vejaciones dejaron una profunda huella en su historia y fue la causa de su aflicción y su congoja. El urgente anhelo de contar con la ayuda de Dios, fue la causa de las alianzas espirituales de sus antiguos patriarcas como Abraham y Moisés que siglos después fueron plasmadas en escritos que pasaron a engrosar las páginas del Antiguo Testamento.

    El pueblo hebreo fue sometido por diferentes imperios; el último de ellos fue precisamente el romano que irónicamente es el que también dejó como herencia milenaria la Santa Sede que se encuentra en el corazón de Roma y que es actualmente la cabeza del cristianismo católico. Esta terrible contradicción que la mayoría de la gente ignora se debe a que el tribunal judío representado por Caifás en común acuerdo con el pretor Pilatos, fueron los culpables directos de la crucifixión de Jesús; el protagonista del cristianismo impulsado siglos más tarde por el mismo imperio romano. En sus tiempos, Jesús no era considerado Dios; y el cristianismo solo era una secta más dentro del judaísmo, hasta que en el siglo IV fue convertido en Dios por el deseo de Constantino I el Grande y quien más tarde convirtió al cristianismo a todo el imperio romano.

    Pues bien, aquella decisión que impuso por la fuerza Constantino fue aceptada incondicionalmente por la mayoría de los representantes de la Iglesia quienes estaban siendo utilizados como paleros en el concilio de Nicea celebrado el año 325 d.C. Por esta razón, uno de los peores fraudes de la Iglesia es afirmar que la deidad de Jesús es una verdad revelada por el Espíritu Santo. Cuando el cristianismo fue adoptado por el imperio romano como religión oficial; la naturaleza humana de Jesús se distorsionó; su nacimiento, vida y muerte se plagaron de hechos fantásticos comparables con los dioses mitológicos. Para colmo, los romanos que lo crucificaron, fueron los mismos que lo convirtieron en Dios para luego adueñarse de su personalidad y de una parte de la biblia judía, a la que más tarde se le adicionaron los Evangelios y demás libros que conforman el Nuevo Testamento; de esta manera se integró la biblia cristiana donde se encuentra la razón de ser del cristianismo. Actualmente la Iglesia Católica Apostólica y Romana, aunque representa la antítesis de las enseñanzas que predicó Jesús, es el imperio religioso con mayor poder en el planeta.

    De acuerdo con la tradición judía, se supone que Dios pactó con Abraham; y todo lo relacionado con este acontecimiento fue escrito por Moisés en los primeros cinco libros del Antiguo Testamento; conocido también como el Pentateuco; oficialmente este es el único que reconoce la religión judía; no así los cristianos que reconocen además el Nuevo Testamento, donde se encuentra la Nueva Alianza pactada entre Jesús y Dios Padre; pues bien, la Iglesia no solamente basa su fe en esta Alianza; sino que tuvo que aceptar la osadía de Constantino de haber incluido a Jesús dentro de una trinidad junto con el Dios Padre y el Espíritu Santo; una terrible contradicción que ningún filósofo puede explicar satisfactoriamente.

    Si se revisa minuciosamente los Evangelios y las tradiciones paulinas, se verá que la palabra ekklesía que Jesús mencionó un par de veces a Pedro, es la misma que se empleaba para referirse a la asamblea judía de los fieles ante Dios y no a una religión institucionalizada y profesional basada en una tira de materias seleccionadas y aprobadas por un comité académico. Esto se debe a que Jesús no tenía la intención de fundar ninguna religión ajena al judaísmo que por cierto se regía por las leyes mosaicas; ya que Jesús era fiel seguidor de estas leyes y adoraba al Dios de Abraham y de Moisés. En contra de este humilde designio de Jesús; la Iglesia se erige ostentosamente como una religión institucionalizada que no estaba en el programa del Nazareno, ni siquiera de sus discípulos. Por esta razón, aunque la Iglesia se declare cristiana, se encuentra muy lejos de los principios doctrinales que predicó Jesús.

    Para poder comprender y reflexionar acerca de la fatalidad y el peso que lleva a cuestas el pueblo de la biblia es indispensable que investiguemos cuales fueron las causas de su terrible contradicción histórica y religiosa. Se supone que Abraham contrajo un pacto con Dios hace casi cuatro mil años, donde se le promete la tierra sagrada para la causa de los hebreos. Por causas desconocidas este pacto nunca se cumplió, por lo que Dios tuvo que ratificarlo de nueva cuenta cinco siglos más tarde con Moisés. Al mantenerse después errantes por el desierto y de ser sometidos por otras civilizaciones, quiere decir que Yahvé traicionó de nueva cuenta a los hebreos; hasta el grado de permitir que el imperio romano fustigue sin compasión al pueblo de Israel y dejar a los judíos a merced del antisemitismo con todas sus monstruosidades. Esta terrible incongruencia es una de las razones que me impulsó a escribir este libro; ya que entre Yahvé, el dios indómito, celoso e intolerante del judaísmo y la Trinidad introducida por los romanos dentro del cristianismo, no existe ninguna relación ni semejanza.

    En su debido momento se discutirán las facetas de la vida de Jesús; el hombre convertido en dios por la voluntad de Constantino I el Grande, quien era a la vez emperador de Roma y sacerdote pagano de Mitra; un consumado idólatra, que fue bautizado en su lecho de muerte, quien para satisfacer sus caprichos, se dedicó a comprar con dinero y ostentosos regalos a los obispos y padres de la antigua Iglesia, que a fin de cuentas logró con bastante facilidad. En otras palabras Constantino compró a la Iglesia incluyendo a sus obispos y demás clérigos de importancia para convertirla en un gigantesco emporio religioso. Su megalomanía era tan notable que quería que fuera sepultado como el treceavo apóstol de Jesús. Pues bien, fue así como Constantino terminó por corromper a la Iglesia al condonar grandes cantidades de dinero y edificios ostentosos a las autoridades clericales; permitiéndoles incluso intervenir en asuntos legislativos del propio Estado.

    Este libro no pretende juzgar a la Iglesia como si fuera el abogado del diablo; ni pretende vulnerar la creencia religiosa de la gente, porque su máximo defecto no es el sacrilegio; sino la imparcialidad, ya que se apega en lo posible a la veracidad de los hechos que analiza. Tampoco tiene la finalidad de echar por tierra, la fe de los más de 1,300 millones de cristianos que existe en todo el mundo, porque cada quien merece respeto y tiene el derecho y la libertad de creer lo que su mente le dictamina. Su propósito es el conocimiento histórico, elaborado con el escepticismo que exige todo fin académico; por esta razón está dirigido para los lectores de mente abierta y de amplio criterio. Soy respetuoso de la libertad que tiene la gente para profesar la religión que más le agrade y le satisfaga, porque es uno de los derechos más sublimes de todo ser humano, independientemente de su raza, credo o estrato social.

    Sin el afán de herir susceptibilidades; quiero presentarles un análisis más de la historia del cristianismo, sobre su razón de ser y la causa de que se haya encumbrado como la religión número uno del planeta; y porqué hasta la actualidad el Vaticano oculta muchas cosas derivadas de la mitología de otras culturas y que han tomado carta de naturalidad dentro del cristianismo. Para concluir, quiero agradecer la colaboración de las personas que me tuvieron la debida paciencia para hacer que este trabajo de investigación llegue a feliz término y lo ponga a disposición de los inquietos lectores. Mi mayor deseo es que disfruten el contenido de cada capítulo y reserven sus censuras hasta después de haberlo analizado. Asimismo, externo mis más sinceras disculpas a las personas que por alguna, u otra razón se sientan ofendidas en sus creencias religiosas. Para todos; mis más cumplidos agradecimientos.

    Atentamente

    Carlos Alonzo Carrillo

    Verano de 2016

    Capítulo Uno

    LAS MISTERIOSAS RÉPLICAS DE CRISTO

    El ícono desconocido

    No se conoce ninguna imagen de Jesús o alguna descripción fiel que nos indique cómo era en realidad; todas las descripciones que se han hecho de él son vagas, o más bien se enfocan en los atuendos que se vestían en aquel entonces, puestos sobre el físico de un hombre alto y espigado, con cabellos largos y barba; fuera de estos datos, no hay ningún registro directo de las facciones del Nazareno. Evidentemente ha sido el más retratado dentro y fuera del ámbito religioso; incluso su imagen ha servido para protagonizar infinidad de filmes cinematográficos con éxitos excepcionales. Sin embargo ¿Cómo eran en realidad los rasgos físicos de Jesús de Nazaret? Porque las imágenes convencionales que tenemos del hombre espigado, barbado, de tez apiñonada, cabello ondulado castaño, partido por la mitad cayendo hacia ambos hombros y la espalda, son representaciones idealizadas; esto puede comprobarse con las diferencias que existe entre las imágenes de la Iglesia de Santa Sofía de la antigua Bizancio con las que surgen durante el Renacimiento.

    Las pinturas contemporáneas tienden a sofisticar más la iconografía de Jesús; el mejor ejemplo lo tenemos con la pintura que realizó en 1880 William-Adolphe Bouguereau La flagelación de Jesucristo donde vemos a Jesús con un cuerpo atlético, incluso más fornido que los romanos que lo están flagelando. Para incrementar la confusión, lo han representado con ojos azules dentro de la iconografía religiosa y en algunos filmes estelarizados; a tal grado que cuando se habla o se piensa en el Nazareno, muchos lo relaciona con este prototipo angelical, que lo aleja aún más de los rasgos étnicos propios de la raza judía; o sea del judío de estatura media, de piel oscura, cabello lacio y ojos negros. Aunque era costumbre entre los griegos y los romanos esculpir las imágenes de sus dioses y sus héroes; esta conducta entre los judíos era sinónimo de idolatría, por esta razón a Jesús nunca lo representaron en imagen, sino en forma espiritual y simbólica, recurriendo a la imagen de un pez; de un ancla o incluso, mediante el logotipo Chi-Ro o crismón formado con las dos primeras letras griegas sobrepuestas de la palabra Cristo que Constantino mandó pintar en los escudos de sus tropas de combate.

    En cierto caso es que ninguno de los apóstoles que conocieron directamente a Jesús se tomó la molestia de hacer una descripción detallada de sus rasgos físicos y de su rostro. Así pues, al no existir ninguna descripción de primera mano, es imposible que después de siglos se trate de reproducir lo que no se conoce. Por estas razones lo poco o nada que se sabe acerca de él, provienen de fuentes indirectas y después de siglos; en su tiempo San Irineo acertó al decir que la imagen carnal de Jesús era completamente desconocida. A pesar de la opinión de Ireneo; entre los siglos II y III se pensó que Jesús era poco atractivo y hasta feo. Por su parte Clemente de Alejandría (150-215 d.C.) decía que su rostro carecía de belleza. Tertuliano de Cartago (160-220 d.C.) que fue el primer cristiano en escribir en latín, decía que Jesús carecía de belleza y que su físico era poco atractivo; incluso Justino mártir (100-165 d.C.) otro apologista y discípulo de la filosofía cínica, decía que Jesús era un hombre deforme. También se dijo que Jesús era un hombre de baja estatura. Pues bien; después de tantas elucubraciones, regresamos al mismo punto de partida; pues nadie sabe cómo era.

    Curiosamente entre los siglos IV y V surgen opiniones contrarias a las que afirmaban que Jesús era un hombre feo; incluso algunos cristianos notables comienzan a alabar su afortunada e inigualable belleza; principalmente San Agustín de Hipona (354-430 d.C.) San Jerónimo (347-420 d.C.) y San Crisóstomo (347-407) Patriarca de Constantinopla. Es difícil saber cuál de estas versiones corresponde a la realidad; lo único que nos queda claro, es que los que decían que Jesús era feo, murieron antes del concilio de Nicea realizado el año 325 d.C. o sea, antes de que Jesús sea convertido en Dios por Constantino. Por el contrario, los que alabaron su belleza vivieron después de esta conversión. Si durante los primeros siglos nadie describió el rostro y el físico de Jesús, actualmente es imposible saber cómo era este ícono desconocido, aun reconstruyendo imágenes tridimensionales con el auxilio de los ordenadores más sofisticados.

    Varios científicos han intentado reconstruir el rostro y el físico de Jesús recurriendo a las computadoras de última generación aplicadas sobre ciertos objetos que sirven de fuentes de investigación como el manto de Turín que misteriosamente apareció en 1357. Este lienzo de lino, a pesar de haberse demostrado que se trata de un fraude, se le sigue sometiendo a varias pruebas computarizadas para tratar de reconstruir el físico de Jesús. Por principio, si nuestra investigación parte de una fuente falsa, los resultados seguirán siendo falsos. El obispo francés Henri Poitiers le hizo saber este fraude al papa Clemente VII; tratando de alivianar el golpe, se emitió una Bula para que el sudario de Turín sea declarado como una copia del original; aunque Pío XII autorizó su devoción en 1958. De todas maneras se organizó un proyecto para la investigación del sudario de Turín conformado por 40 científicos estadounidenses; desafortunadamente 39 eran católicos, por lo que sus resultados fueron inconsistentes y tendenciosos.

    Tratando de defender una intervención milagrosa, el proyecto de investigación llegó a la conclusión que la imagen se formó por un estallido de energía radiante o por un intenso destello de luz. Por su parte, el psicoanalista forense Walter Mc Crone comprobó después que las manchas de sangre en el sudario, eran de tierra de hierro y rojo bermellón; pigmentos comunes que usaban los artista en la Edad Media. También se descubrió que el truco del artista que pintó el sudario consiste en frotar una estatua pintada para producir el efecto de las sombras que simulan relieves del cuerpo con ausencia de pinceladas; otra estrategia común en los pintores de la Edad Media. Cuando se descubrió el fraude varios de los científicos fueron obligados a renunciar. Las telas de lino que se manufacturaban en la Edad Media eran más sofisticadas que las que se usaban en épocas de Jesús. Los primeros estaban tejidos en espiga de hasta tres cruces; y los que se usaron en Jerusalén eran de tejido simple y plano; parecido al de los listones que se encontraron con los rollos del Mar Muerto. Con la prueba del carbono 14 que se le aplicó en 1988 se le calculó una antigüedad de 1,300 años.

    Si bien se han encontrado algunas representaciones de Jesús que datan del siglo II, nada garantiza que sean sus auténticas facciones. Lo más curioso, es que hasta finales del siglo IV aparece con larga barba, al estilo y moda del dios griego Zeus; portando un halo en la cabeza como el que representa al Sol Invictus y al dios Mitra; divinizados y adorados entre los romanos antes de oficializarse el cristianismo dentro del imperio. Pues bien, es de esta forma en que debuta el Nazareno como un judío maquillado de griego y de romano a quien se le agregó el halo, que simboliza al dios Sol. Por otro lado, se han encontrado dos representaciones del siglo III donde aparece Jesús sin barba; incluso una de éstas, se encuentra en las catacumbas del museo vaticano por debajo de la basílica de San Pedro. Para acentuar más sus similitudes con el dios Sol, se le representa montado en su carro con un halo solar en la cabeza. No es mera casualidad que después de siglos aparezca Jesús representado con facciones finas, dotes angelicales o incluso más sacras y celestiales, si tomamos en cuenta que para entonces Constantino ya lo había convertido en Dios.

    De acuerdo a lo que dicen los Evangelios acerca de señalarlo con un beso de parte de Judas el Iscariote al momento de ser aprehendido por los guardias del pretorio indica que su físico y su fisonomía no debían ser muy diferentes a los de la raza judía, a tal grado que podía ser confundido con relativa facilidad por los esbirros de Pilatos quienes tenían que ir a lo seguro, porque en este atraco no se trataba de distinguir a un nórdico o a un dios griego dentro de doce judíos; sino de distinguir a un judío dentro de otros doce parecidos; pues bien, se supone que esto último fue lo que sucedió en la víspera de su crucifixión. Si Jesús era un ícono distinto de los de su raza; o de haber tenido una fisonomía muy diferente a las de sus discípulos ¿Qué caso hubiera tenido que Judas lo señale con un beso entre los demás?

    La personalidad de Jesús es una cortina de humo que se desvanece con facilidad a causa de la inconsistencia que se presenta al momento de investigar las evidencias históricas acerca de su nacimiento, origen y de toda la verdad acerca de su crucifixión; sobre todo tratándose de un propósito divino para explicar la naturaleza escatológica del ser humano. Sin embargo los datos actuales indican que Jesús nace entre el año 8 a 4 a.C. y muere el año 29 d.C. a causa de un error de cálculo de ocho años cuando se ajustó el calendario de parte de Dionisio el Exiguo. Aparte de las equivocaciones de este monje matemático de Asia Menor; cuando ajustó el calendario Antes y Después de Cristo, lo hizo a partir del año número uno, en lugar de comenzar con el año cero; ya que esta cifra aún no se conocía en Europa de la alta Edad Media; pues bien, esta es otra de las razones que generó mayores confusiones. Nadie sabe dónde nació Jesús; ya que Mateo y Lucas dicen que fue en Belén; mientras que Marcos y Juan dicen que nació en Nazaret; para colmo, nadie sabe tampoco la fecha de su nacimiento.

    A pesar de tenerse como cierto que Belén es el lugar donde nació Jesús, todo indica que fue en Nazaret, un lugar muy pequeño y sin importancia; incluso con mala fama en aquel entonces. En realidad Nazaret era ignorado por su poca importancia; por ejemplo cuando Flavio Josefo narra la revuelta judía a principios del año 66 d. C. describe 54 ciudades de Galilea y ninguna de ellas corresponde a Nazaret como sería de esperarse. Así mismo, de las 63 antiguas ciudades de Galilea que se mencionan en el Talmud, Nazaret sigue brillando por su ausencia. Siendo así, posiblemente Nazaret era una aldea insignificante; lo que causó hasta cierto punto, mayor resistencia para creer que Jesús era el mesías porque de acuerdo a las escrituras éste debía nacer en Belén y no en Galilea.

    Jesús era de carne y hueso; sentía, quería y odiaba como cualquier ser humano, su enojo y su actitud en contra de los mercaderes a quienes expulsó del templo lo dicen todo. Así mismo, estaba muy nervioso, pues estaba consciente del sufrimiento físico que le esperaba en manos del sanguinario imperio romano donde la crucifixión era la forma más horrible y dolorosa de ejecución. Esto se puede evidenciar por la sudoración perlada de sangre que se dice que presentó en el Monte de los Olivos poco antes de ser aprehendido por los esbirros de Pilatos. Desde el punto de vista médico no está comprobado que exista la hematohidrosis o sudoración de sangre como la que supuestamente presentó Jesús; aunque es evidente de que estaba pasando por un gran estrés físico y emocional, ya que esta descripción que los discípulos hacen de su maestro, se puede explicar por las grandes descargas de adrenalina a que estuvo sometido.

    Jesús conocía al dedillo casi todas las religiones antiguas incluyendo las orientales y observó con mucha disciplina los principios de la purificación espiritual renunciando a los placeres físicos y a los bienes materiales, esto lo llevó a una obsesión compulsiva de encarnar a grandes Iniciados y a ciertos avatares de otras religiones como Rama y Krishna; o sea, era un auténtico ser espiritual que no le daba mayor importancia a las cosas materiales ni al sufrimiento físico; en otras palabras, estaba programado para soportar el dolor por más intenso que fuera. En su papel de Iniciado se programó para morir mediante un suicidio físico voluntario; se inmoló convencido que sería recompensado con su pronto retorno con el Reino de Dios. Es importante mencionar que esta conducta es propia de los mártires que dan la vida por una causa que consideran justa.

    Como veremos más adelante, el retorno de Jesús se convirtió en un frustrado acontecimiento que sus discípulos, el mismo Pablo y muchos cristianos se quedaron esperando, porque el mismo Jesús había dicho que este acontecimiento sucedería a muy corto plazo; y que muchos tendrían la dicha de presenciar el fin del imperio romano; sin embargo tal acontecimiento nada más quedó como una promesa de Salvación que la Iglesia sigue aprovechando como bastión para congregar a más fieles; sobre todo porque no se ha cumplido hasta la fecha. Más adelante veremos que las coincidencias que existen entre Jesús y los Iniciados que fueron considerados reencarnaciones de la divinidad o Hijos de Dios, se deben más a la fantasía que a la realidad; porque a fin de cuentas, la humanidad sigue y seguirá su curso natural hasta que algún día desaparezca de la Tierra sin que nadie lo pueda evitar.

    Aunque nadie sabe cómo era Jesús; como avatar se puede intuir que su manera de pensar se inclinaba hacia el lado espiritual. El cristianismo es una religión derivada del judaísmo, aunque siglos después perdió sus raíces al mezclarse con los relatos míticos que provienen de otras culturas. Toda religión nace en el interior del ser humano; desde el momento que éste se hace consciente de sí mismo y de su existencia como ser racional, capaz de sentir, querer y de odiar. El hombre intuye que existe una voz interior que le habla, que le dictamina ciertos actos para tomar decisiones que podrían ser buenas o malas; sus dudas son las que lo hace recurrir a un Ser Supremo o a un Dios para obtener la respuesta correcta acerca de la conducta idealizada de todo ser humano. Pues bien, en Jesús podemos ver esta conducta como ser espiritual preocupado por encontrar una respuesta y una solución del sufrimiento humano, sobre todo en aquel momento tan difícil por el que estaba pasando el pueblo judío en manos del imperio romano.

    Por tradición las religiones antiguas tenían una parte exotérica y otra esotérica; la primera estaba reservada para la gente común; la segunda era el conocimiento profundo y exclusivo que tenían los Iniciados. Es indudable que Jesús fue muy inteligente, que tenía profundos conocimientos sobre la religión judaica, y de otras más antiguas con fuertes tendencias de espiritualidad oriental. Desde temprana edad fue trasladado a Egipto por su padre José; existe la posibilidad de que se haya iniciado en el rito de Osiris hasta llegar a considerarse encarnación de Horus. Estudió a Zoroastro, a Hermes Trismegisto, el tres veces grande procedente de Egipto; la doctrina filosófica de Pitágoras de Samos, de Rama y de Krishna. Nos ha llegado por fuentes apócrifas que estudió y fue consagrado Maestro de la Divina Sabiduría en el santuario de Moab mediante un examen realizado en siete asambleas por un Consejo de setenta ancianos, en diez grupos de siete. Más tarde se consagró en los santuarios esenios, en las proximidades del Mar Muerto.

    En conclusión, todo lo que hemos mencionado acerca de Jesús de Nazaret nada más sirve para darnos una idea de su personalidad; sin embargo tampoco nos dicen nada acerca de su complexión física ni de sus rasgos faciales. Pues bien, este misterio es el que ha despertado la inquietud de varios pintores y escultores de renombre para tratar de plasmar en sus obras a este misterioso ícono. Los cineastas han hecho lo mismo; aunque se han estelarizado películas taquilleras donde se han invertido millones de dólares, tampoco nos han servido para develar el misterio. Por último, el recurso de la reconstrucción tridimensional de imágenes mediante las modernas computadores, no han hecho más que incrementar la curiosidad por saber cómo era nuestro ícono, que sin lugar a dudas fue un gran protagonista con ideas revolucionarias y plenas de paz y espiritualidad.

    La extraña clonación de los avatares

    Todas las religiones tienen un antecedente y una historia que se pierde en la noche de los tiempos. Si revisamos la religión de otras culturas veremos que existieron varios personajes a quienes se les llamó Cristo; o sea, que este apelativo ya era bastante común desde varios siglos antes del nacimiento de Jesús de Nazaret; curiosamente todos comparten el privilegio de ser extraordinarios y de ser concebidos dentro del seno de una madre virgen. Siendo así, los atributos milagrosos de Jesús Cristo y el misterio que encierra su concepción virginal y su nacimiento no pertenecen exclusivamente al cristianismo como mucha gente piensa. Por si fuera poco, el concepto de un mesías enviado a la Tierra para redimir a la humanidad es un relato fantástico que se repite con una similitud asombrosa en diversas culturas; como si fueran las mismas imágenes vistas a través de los fragmentos de un espejo roto.

    La espiritualidad es una tendencia común entre las religiones antiguas; incluso de ahí surge el concepto de una vida después de la muerte; de

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1