¿sapiens? La Otra Cara De La Humanidad

Por Juan Solano Abadía

Homo sapiens, humano “sabio”, es hoy día la especie animal dominante del Planeta Tierra, fruto de la acumulación de unos cientos de miles de años de evolución, aprendizaje y conocimiento. Esto, sin lugar a dudas, nos convierte en una especie “sabia”, pero ¿a dónde nos ha conducido tanta “sabiduría”?

Para unas comunidades, actuar “sabiamente” ha significado comprender que la vida en el Planeta tiene lugar gracias al equilibrio de los ciclos naturales (del agua, del oxígeno, del carbón, del nitrógeno, entre otros), reconocer que todos los seres vivos tienen un valor ecológico intrínseco, admitir que los humanos somos naturaleza y sin ella no existimos, consumir los recursos naturales de forma respetuosa y regenerativa, abogar por la satisfacción de las necesidades básicas de todos sus pobladores.

Para otras comunidades, en cambio, actuar “sabiamente” ha significado explotar la naturaleza sin considerar el trastorno que ocasiona a los ciclos naturales del Planeta, tolerar las catástrofes ambientales que genera la extracción indiscriminada de los recursos no renovables (petróleo, gas, carbón, minerales, depósitos de agua subterránea), utilizar de forma excesiva plantas y animales hasta provocar su extinción, esclavizarnos los unos a los otros con el fin de acumular más riquezas, priorizar la producción constante por sobre la vida misma.

En el transcurso de la historia, es este último tipo de comunidades el que se ha multiplicado en mayor número alrededor del mundo, desencadenando con sus acciones la actual crisis planetaria: ecológica, social, espiritual, cultural, económica y política.

Mientras quienes continúan a través de sus comportamientos diarios agravando esta crisis argumentan que la actual situación es resultado del comportamiento normal del humano y/o de un propósito divino, otros consideran que esta situación, si bien es resultado de la evolución, es también consecuencia de los mecanismos que ciertos sectores de la población mundial han empleado, tales como la manipulación del conocimiento y la tergiversación de la historia, para disponer del Planeta a su antojo.

Es así como surge la importancia por explorar nuestra historia, no solo aquella que por generaciones nos han enseñado a través de las instituciones educativas, de la iglesia, del ejército y de los medios de comunicación masiva, sino aquella que durante la evolución humana ha pretendido ser olvidada, eliminada y enterrada.

A través de un viaje por la otra cara de la humanidad, exploraremos la evolución del ser humano desde perspectivas poco convencionales, abarcando fenómenos sociales como la agricultura, la civilización, la religión, el racismo, el patriarcalismo, el consumismo, la manipulación mediática, la educación y la alimentación. Durante este recorrido histórico, encontraremos información que contribuye a descifrar el comportamiento humano actual, descubriendo cómo otros estilos de vida, otros tipos de organización socioeconómica y otras formas de interactuar con el Planeta, han perdurado de manera exitosa en el tiempo. Al finalizar serán ustedes mismos, con un panorama más amplio de la historia humana, quienes decidan por cuenta propia de qué manera usar su “sabiduría”.

• Idioma: Español
• Editorial: Juan Solano Abadía
• Fecha de lanzamiento: 31 ago 2021
• ISBN: 9781005237547

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INTRODUCCIÓN

Homo sapiens, humano sabio, es hoy día la especie animal dominante del Planeta Tierra, fruto de la acumulación de unos cientos de miles de años de evolución, aprendizaje y conocimiento. Esto, sin lugar a dudas, nos convierte en una especie sabia, pero ¿a dónde nos ha conducido tanta sabiduría?

Para unas comunidades, actuar sabiamente ha significado comprender que la vida en el Planeta tiene lugar gracias al equilibrio de los ciclos naturales (del agua, del oxígeno, del carbón, del nitrógeno, entre otros), reconocer que todos los seres vivos tienen un valor ecológico intrínseco, admitir que los humanos somos naturaleza y sin ella no existimos, consumir los recursos naturales de forma respetuosa y regenerativa, abogar por la satisfacción de las necesidades básicas de todos sus pobladores.

Para otras comunidades, en cambio, actuar sabiamente ha significado explotar la naturaleza sin considerar el trastorno que ocasiona a los ciclos naturales del Planeta, tolerar las catástrofes ambientales que genera la extracción indiscriminada de los recursos no renovables (petróleo, gas, carbón, minerales, depósitos de agua subterránea), utilizar de forma excesiva plantas y animales hasta provocar su extinción, esclavizarnos los unos a los otros con el fin de acumular más riquezas, priorizar la producción constante por sobre la vida misma.

En el transcurso de la historia, es este último tipo de comunidades el que se ha multiplicado en mayor número alrededor del mundo, desencadenando con sus acciones la actual crisis planetaria: ecológica, social, espiritual, cultural, económica y política.

Mientras quienes continúan a través de sus comportamientos diarios agravando esta crisis argumentan que la actual situación es resultado del comportamiento normal del humano y/o de un propósito divino, otros consideran que esta situación, si bien es resultado de la evolución, es también consecuencia de los mecanismos que ciertos sectores de la población mundial han empleado, tales como la manipulación del conocimiento y la tergiversación de la historia, para disponer del Planeta a su antojo.

Es así como surge la importancia por explorar nuestra historia, no solo aquella que por generaciones nos han enseñado a través de las instituciones educativas, de la iglesia, del ejército y de los medios de comunicación masiva, sino aquella que durante la evolución humana ha pretendido ser olvidada, eliminada y enterrada.

A través de un viaje por la otra cara de la humanidad, exploraremos la evolución del ser humano desde perspectivas poco convencionales, abarcando fenómenos sociales como la agricultura, la civilización, la religión, el racismo, el patriarcalismo, el consumismo, la manipulación mediática, la educación y la alimentación. Durante este recorrido histórico, encontraremos información que contribuye a descifrar el comportamiento humano actual, descubriendo cómo otros estilos de vida, otros tipos de organización socioeconómica y otras formas de interactuar con el Planeta, han perdurado de manera exitosa en el tiempo. Al finalizar serán ustedes mismos, con un panorama más amplio de la historia humana, quienes decidan por cuenta propia de qué manera usar su sabiduría.

En el transcurso del libro podrán apreciar que los comentarios han sido escritos en plural y no en singular, esto es debido a que el contenido aquí expuesto es fruto de las investigaciones de diversos colaboradores, de sus experiencias particulares y de sus sugerencias.

ORIGEN

Hace aproximadamente unos 2.4 millones de años al sureste del continente africano, nuestros más antiguos ancestros pertenecientes al género Homo, caminaban en dos patas, eran nómadas, recolectaban frutos y cazaban animales. Fueron denominados Homo habilis, humano hábil, pues se pensaba habían sido los pioneros en la creación de herramientas, no obstante hoy día esa hipótesis, de acuerdo al Museo Natural de Historia Natural Smithsonian, es imprecisa.¹

Unos 400 mil años después, ocurriría la primera gran migración del género Homo, dirigiéndose hacia el norte de África, Europa y Asia. Habitando por miles de años diferentes regiones geográficas, la evolución de cada grupo divergiría según las condiciones ambientales del lugar a donde migraron.

Así, las regiones de Asia oriental estarían pobladas por Homo erectus (humano erguido), grupo que sobreviviría unos 2 millones de años, convirtiéndose en la especie del género Homo que más ha perdurado sobre la Tierra. En Indonesia, en la Isla de las Flores, los miembros del grupo Homo floresiensis experimentarían, producto de la escasez de recursos, un proceso de enanismo, en donde solo los más pequeños sobrevivían; entretanto, en la Isla de Java, viviría Homo soloensis (humano del valle del Solo), grupo adaptado al clima tropical.

Europa estaría inicialmente habitada por Homo heidelbergensis -linaje europeo- (hallado por primera vez cerca de la ciudad de Heidelberg, Alemania) y miles de años después, al evolucionar esta especie, por Homo neanderthalensis (humano del valle de Neander), que además de poblar este continente, habitaría regiones frías de Asia occidental y central.

Aquellos grupos que por su parte decidieron permanecer en el continente africano, también sufrirían cambios evolutivos: surgirían especies como Homo rudolfensis (humano del lago Rodolfo, Kenia) y Homo heidelbergensis -linaje africano- (también conocido como Homo rhodesiensis), especie que con el transcurso del tiempo, evolucionaría en Homo sapiens, única especie de todo el género Homo superviviente en la actualidad.

A pesar de que hace más de 40 mil años la extinción de las restantes especies del género Homo evidenciará la contundente hegemonía global de Homo sapiens, existen pruebas genéticas que demuestran la presencia en algunas poblaciones humanas de ADN proveniente de otras especies diferentes. En humanos procedentes de Eurasia es posible encontrar un 1-4% de ADN de H. neanderthalensis, mientras que en el genoma de los Melanesios (Islas Maluku, Nueva Guinea, Islas Vanuatu y Fiyi) se ha encontrado un aporte genético del 4-6% de ADN de Homo denisova (especie que pobló Asia).² Estos hallazgos no solo demostrarían que hubo apareamiento entre distintas especies del género Homo, sino también la fecundación entre especies, así como la supervivencia actualmente de material genético de al menos dos especies distintas a Homo sapiens.

El origen de la especie Homo sapiens (humanos), según una publicación del 2019,³ se remonta a unos 200 mil años atrás, al sur de África (norte de Botsuana hoy día). Conforme a la publicación, las poblaciones humanas en aquel entonces, nómadas por naturaleza, se mantuvieron por miles de años al sur del continente, incluso algunas de ellas, hasta el día de hoy. Sin embargo, por razones desconocidas, algunas poblaciones decidieron migrar a distintas regiones de África, dirigiéndose una primera migración al noreste, hace unos 130 mil años, y una segunda hacia al sureste, hace unos 110 mil años.

Posteriormente, hace unos 70 mil años, algunas de las poblaciones humanas experimentarían por primera vez migraciones exitosas fuera del continente africano. A pesar que las teorías difieren, diversos estudios sugieren una primera migración hacia el Medio Oriente, seguida de migraciones hacia el este asiático, el continente australiano, el continente europeo, el norte asiático y finalmente, hace aproximadamente unos 30 mil años, hacia el continente americano.⁴

Al igual que las otras especies perteneciente al género Homo, los humanos también caminaban en dos patas, eran nómadas, cazadores, recolectores y empleaban herramientas. Pero a diferencia de las otras especies, las herramientas humanas eran especializadas y mucho más complejas (anzuelos, arpones, lanzadores de lanza, agujas de coser, arcos, flechas), incrementando no solo el éxito de supervivencia, sino también originando evolutivamente, en el transcurso de miles de años, un aumento en la concentración de nervios y músculos en palmas y dedos de la mano,⁵ lo que fomentaría el desarrollo de habilidades manuales excepcionales.

Aunque no existe una explicación precisa del porqué el humano es la única especie del género Homo sobreviviente hoy día, existen algunas teorías que intentan descifrar el porque de su éxito frente a las demás especies de su género:

1. Lenguaje flexible. La posibilidad de transmitir mensajes más elaborados y precisos proporcionó a los humanos una comunicación más detallada y mayores probabilidades de supervivencia.

2. Cocción de los alimentos. Aunque es difícil comprobar en qué momento la humanidad logró tomar control del fuego, sabemos que su uso le permitió cocinar los alimentos. Ingerir alimentos cocidos simplificó la digestión de los humanos, brindándoles mayor acceso a los nutrientes con un gasto energético menor, generando con el transcurso del tiempo una reducción en el tamaño de sus intestinos. Así, la energía empleada en la digestión disminuiría, posibilitando a los humanos disponer de esa energía ahorrada para estimular el crecimiento de su cerebro.

3. Adaptaciones a cambios ambientales. Poseer un cerebro más grande, producto de cambios genéticos al azar, aumentaría la probabilidad de supervivencia humana ante cambios impredecibles del ambiente.

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¹ Species. Smithsonian, National Museum of Natural History, 14 Junio 2020, humanorigins.si.edu/evidence/human-fossils/species. Accedida 16 Junio 2020.

² Reich, David. Genetic history of an archaic hominin group from Denisova Cave in Siberia. Nature, Volume 468, 2010, pp.1053-1060.

³ Alcalde, Sergi. El origen de la humanidad se traslada al sur de África hace 200.000 años. National Geographic España, 31 Octubre 2019, www.nationalgeographic.com.es/ciencia/origen-humanidad-se-traslada-sur-africa-hace-200000-anos_14873. Accedida 30 Mayo 2020.

⁴ Volodko, Natalia, et al. Mitochondrial Genome Diversity in Arctic Siberians, with Particular Reference to the Evolutionary History of Beringia and Pleistocenic Peopling of the Americas. The American Journal of Human Genetics, Volume 82, Issue 5, 2008, pp. 1084–1100.

⁵ Bueno, David. El Enigma de la Libertad. Publicacions de la Universitat de València, 2011.

NOMADISMO O SEDENTARISMO

El crecimiento poblacional de todas las especies está controlado por factores limitantes (catástrofes ambientales, enfermedades, escasez de recursos, entre otros). Dado que el espacio y los recursos en el Planeta son finitos, estos factores evitan que las poblaciones crezcan ilimitadamente y agoten todos los recursos disponibles, lo que pondría en riesgo la perpetuación de la vida en la Tierra.¹

El uso frecuente del fuego para generar calor, para cocinar los alimentos, para elaborar mejores herramientas y para protegerse de predadores,² le habría posibilitado a la especie Homo sapiens, sumado a su rápida evolución tanto en habilidades físicas como mentales, neutralizar algunos factores limitantes y multiplicarse de forma descontrolada. El aumento en la explotación de los recursos naturales, como consecuencia del rápido incremento de la población humana, tuvo un impacto negativo sobre las dinámicas poblacionales donde habitaban los humanos, contribuyendo a la extinción de varias especies de mega-fauna (grandes mamíferos terrestres como mamuts, canguros gigantes, gatos dientes de sable, entre muchos otros).³

Según un estudio del 2013 llevado a cabo por los arqueólogos y profesores universitarios Todd Braje y Jon Erlandson, el aumento de plantas y animales extintos comenzaría unos 50 mil años atrás, resultado de un largo proceso que incluye cambios climáticos, reorganización de ecosistemas terrestres, cacería humana y alteración del hábitat. Si bien la presencia humana no habría sido la única responsable de las extinciones masivas, el impacto de sus actividades alterando el ecosistema (entre ellas la agricultura intensiva)⁴ habría sido, en combinación con el efecto de los cambios climáticos, pieza determinante en la extinción masiva de mega-fauna en algunas regiones del mundo.⁵

Aunque aún no hablaremos del inmenso impacto que tendrá la agricultura intensiva en los seres humanos, en su manera de relacionarse entre sí y en su forma de interactuar con el resto de la naturaleza, hoy día podemos evidenciar las consecuencias de haber vivido en un mundo milenariamente agrícola. Pero ¿cómo sería vivir en un mundo sin agricultura intensiva? Claramente nunca lo sabremos y más allá de proponer una hipótesis de cómo podría ser, nuestra intención ahora es conocer un poco acerca de comunidades no agrícolas y su conexión con el igualitarismo, así como de comunidades que se hayan transformado a la agricultura y los cambios que en ellas ocurrieron. Aquí definiremos igualitarismo como la Complementariedad Equitativa de los Diferentes, o en otras palabras, la tendencia a que individuos pertenecientes a un colectivo determinado (pareja, familia, empresa, sociedad) se complementen entre sí para