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Fragmentos de la Historia de la Salud en la Argentina Rural
Fragmentos de la Historia de la Salud en la Argentina Rural
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Libro electrónico217 páginas2 horas

Fragmentos de la Historia de la Salud en la Argentina Rural

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En este libro procuramos abordar la historia de la salud y la enfermedad en los ámbitos rurales, haciéndolo extensivo a distintas provincias de Argentina, en algunos casos de la zona central como Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, y en otros en provincias del noroeste como Jujuy y Tucumán. Los estudios que se presentan también tienen otra particularidad: su mirada se centra en distintos momentos de la historia de Argentina, que van desde Mediados del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX. Este recorrido diacrónico permite observar el impacto de las enfermedades y su atención en diversos momentos de la historia en diferentes provincias argentinas y las estrategias que se utilizaron para combatirlas. En ese sentido los capítulos que aquí se compilan tienen el valor del estudio de casos que permitirán abrir nuevas líneas de investigación que hasta este momento no han sido Explotadas por la historiografía argentina.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento9 may 2016
ISBN9789876992169
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    Fragmentos de la Historia de la Salud en la Argentina Rural - Adrián Carbonetti

    Editor.

    Introducción

    La historia social de la salud y la enfermedad es un subcampo de la historia social que viene teniendo un crecimiento importante desde el punto de vista historiográfico. Nacida en la década de 1980 a partir del estudio de los sectores subalternos que comenzaron a desarrollarse con el retorno de la democracia en Argentina, la historia social de la salud y la enfermedad surgió con una impronta esencialmente urbana¹. En efecto, el estudio de lo urbano y sus habitantes, de las condiciones materiales de existencia de estos, de la cultura popular, de las acciones estatales, determinó la mirada de algunos historiadores sobre un aspecto que había estado, hasta ese momento, en manos de los médicos. En ese marco, había sido tratado con escaso rigor histórico y tenía más bien la finalidad de exaltar la figura del médico y la inevitable evolución de la medicina a lo largo del tiempo.

    Es entonces, en dicho contexto donde se forjó la renovación de la historia de la salud y las enfermedades. Aparecieron así estudios de algunas dolencias (citamos los más recientes) como la tuberculosis², las epidemias de cólera³, la malaria⁴, entre otras, todas ellas dolencias que se estudiaron, en mayor o menor medida, en el ámbito urbano, en su impacto en las grandes ciudades. Asimismo, lo fueron las reacciones sociales que éstas generaron, las medidas sanitarias para combatirlas, las percepciones acerca de la enfermedad, la cultura que se conformó a partir de ellas y las acciones médico sociales. En el mismo sentido, el abordaje de la conformación de la élite médica, el proceso de medicalización y el ingreso de los médicos como una burocracia a distintos niveles del Estado, es un repertorio que se repitió y aún se repite en la historiografía argentina siempre en el mismo ámbito espacial: las ciudades y, especialmente, las grandes urbes. Esta insistente mirada sobre los grandes núcleos urbanos generó un déficit en el subcampo de la historia social de la salud y la enfermedad en el ámbito rural.

    De este modo, los trabajos enfocados hacia el espacio rural son escasos, especialmente en Argentina⁵. En la mayoría de los casos se trata de iniciativas que ponen el acento en una mirada totalizadora de nuestro país y donde el espacio rural es comparado con el espacio urbano, o bien se trata de estudios que pusieron el énfasis en territorios donde no existían ciudades de envergadura.

    En este libro nos proponemos entonces comenzar a estudiar estos aspectos desatendidos por la academia. Procuramos abordar la historia de la salud y la enfermedad en los ámbitos rurales, haciéndolo extensivo a distintas provincias de Argentina, en algunos casos de la zona central como Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba y en otros en provincias del noroeste como Jujuy y Tucumán. Los estudios que se presentan también tienen otra particularidad: sus miradas se centran en distintos momentos de la historia de Argentina, que van desde mediados del siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX.

    Este recorrido diacrónico permite observar el impacto de las enfermedades y su atención en diversos momentos de la historia en diferentes provincias argentinas y las estrategias que se utilizaron para combatirlas. En ese sentido los capítulos que aquí se compilan tienen el valor del estudio de casos que permitirán abrir nuevas líneas de investigación que hasta este momento no han sido explotadas por la historiografía argentina.

    Así, el capítulo i, elaborado por Adriana Álvarez, pone el acento en el estudio de los procesos mórbidos que se dieron en las distintas regiones de la provincia de Buenos Aires, entre mediados del siglo xix y principios del xx. En este capítulo, la autora hace un minucioso análisis del impacto de la enfermedad en las zonas rurales de la provincia más grande de Argentina, aquella que se encontraba más cerca de la capital del país pero que, sin embargo, no recibía los beneficios de la cercanía. En el trabajo, verifica la falta de medios para combatir la enfermedad y las iniciativas sociales y médicas para tratar de conformar un sistema de salud.

    En ese mismo sentido, se dirige el capítulo ii desarrollado por María Estela Fernández para la provincia de Tucumán. Esta propuesta ahonda en las iniciativas médicas en el ámbito rural en una provincia que se encontraba lejos de la ciudad más rica y más sana de nuestro país a principios del siglo xx, momento en el que realiza el análisis. La autora analiza las políticas sanitarias por parte del Estado provincial en el marco de los gobiernos conservadores, a fines del siglo xix y a partir de 1916 con la llegada del radicalismo al gobierno de la provincia de Tucumán.

    El capítulo iii es un estudio de Mirta Fleitas, que recorre las problemáticas sanitarias en la provincia de Jujuy, en la región más septentrional de este país una de las provincias con mayores niveles de subdesarrollo. El trabajo del Fleitas se centra en la década de 1930, período que se abre con el golpe de Estado del General Uriburu y que dio pie a una de las etapas más oscuras de Argentina, con una serie gobiernos de facto que signaron el devenir de la historia política del país. El artículo se aproxima a los males que sufría la población rural de la provincia y las iniciativas estatales para combatirlos, para luego pasar al análisis de casos emblemáticos de enfermedades como la viruela, el paludismo y la tuberculosis. Finaliza con el estudio de la instalación de centros científicos como el mepra –fundado por Salvador Mazza–, desde el cual pone el énfasis en las investigaciones acerca del Mal de Chagas.

    El artículo de María Laura Rodríguez y Adrián Carbonetti, en el capítulo iv, expone las políticas estatales llevadas a cabo por el gobierno sabattinista entre 1936 y 1937 para combatir el paludismo en la provincia de Córdoba. Como lo dice su título, el estudio se ubica en la región más austral de la zona endémica del paludismo. Los autores ponen el énfasis en las condiciones sanitarias en que vivía una población marginal de dicha provincia, la región noroeste, la que a diferencia del este y sur provincial, no había entrado en el esquema económico y social que se había impuesto desde fines del siglo pasado en Argentina. En el artículo, se analizan las renuencias que el gobierno radical había tenido para generar medidas destinadas a la lucha antipalúdica.

    Por otra parte, a mediados del siglo xx, en el norte de la provincia de Buenos Aires y el sur de la provincia de Santa Fe, aparecería una enfermedad que no se encontraba dentro de la agenda médico- estatal hasta ese momento: la fiebre hemorrágica argentina o mal de los restrojos. El análisis del surgimiento de la enfermedad, las condiciones sociales de la población en las que emergió, las iniciativas médicas y estatales que se llevaron a cabo para estudiarla y combatirla, constituyen el capítulo v y es el tema que analiza Graciela Agnese. La autora realiza un estudio pormenorizado de las diferentes aristas que generó dicha enfermedad en el mundo rural de la región central de Argentina.

    Como se puede apreciar, los cinco artículos abundan en cuestiones que hacen a la problemática de la salud y la enfermedad en el mundo rural. Lo interesante de estos capítulos es que a partir de ellos se puede vislumbrar la heterogeneidad, la diversidad de las problemáticas sanitarias en las distintas regiones de nuestro país, pero también las condiciones en que se llevaron a cabo medidas y políticas sanitarias en cada uno de los casos estudiados, acciones que en muchos casos no sólo tenían que ver con los presupuestos en salud, sino con recursos humanos y materiales y con las prioridades que los gobiernos de turno daban a la problemática de la salud pública. Desde esta perspectiva consideramos que este libro no sólo estudia las enfermedades en el medio rural sino también las iniciativas estatales y sociales, las acciones científicas y médicas para combatir la enfermedad. A partir de esto consideramos este libro como un punto de inflexión que permitirá generar nuevas líneas de análisis que pongan el énfasis en regiones olvidadas y sobre una temática poco trabajada: la historia de la sanidad rural en nuestro país.

    Dr. Adrián Carbonetti, Dra. Adriana Álvarez

    1 Di Liscia, M., Reflexiones sobre la Nueva historia social de la salud y la enfermedad en la Argentina, en Carbonetti, A. y González Leandri, R. (ed.), Historias de salud y enfermedad en América Latina, siglos XIX y XX, CEA UNC-Conicet, Córdoba, 2007, pág. 16 y Lobato, M., Lecturas de historia de la salud en Argentina. Una introducción, en Lobato, M. (ed.), Política, Médicos y enfermedades: lecturas de historia de la salud en Argentina, Biblos, Buenos Aires, 1996, pág. 12.

    2 Carbonetti, A., La ciudad de la peste blanca. Historia epidemiológica, política y cultural de la tuberculosis en la ciudad de Córdoba, Argentina, 1895-1947, Editorial de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, 2011; Armus, D., La ciudad impura, salud tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950, Edhasa, Buenos Aires, 2007.

    3 Carbonetti, A. y Rodríguez, M., Las epidemias de cólera en Córdoba a través del periodismo: la oferta de productos preservativos y curativos durante la epidemia de 1867-1868, en Revista História, Ciências, Saúde, Manguinhos, Vol. XIV, Nº 2, abril - junio de 2007, Rio de Janeiro; Carbonetti, A., Cólera y conflicto en la ciudad de Córdoba, Argentina (1867-1868), en Boletín Mexicano de Historia y Filosofía de la Medicina, 2ª época, volumen 10, Nª 2, 2007.

    4 Álvarez, A., Entre muerte y mosquitos. El regreso de las plagas en la Argentina (siglos XIX y XX), Biblos, Buenos Aires, 2010.

    5 En los casos de Brasil y México se encuentran trabajos que ponen el acento en el ámbito rural, tal vez por las características que asumía la población en estos países.

    1. Las distintas asimetrías de enfermar, morir y sanar en el interior de la Provincia de Buenos Aires en entre los siglos XIX y XX

    Adriana Álvarez¹

    Introducción

    Los últimos años han sido testigos del gran impulso que dentro de la historiografía argentina han tenido las cuestiones vinculadas a las problemáticas de la salud y la enfermedad, que han servido para englobar producciones que van desde la historia socio-cultural de la enfermedad hasta los modelos institucionales que gerenciaron las prestaciones sanitarias en las diferentes épocas. Enfermedades, médicos, instituciones han sido algunos de los principales ejes sobre los cuales los historiadores argentinos han generado explicaciones las que se han circunscripto por excelencia al ámbito urbano.²

    Al son de la historiografía europea, se ha tendido a interpretar ciertas pestes o enfermedades como producto de urbanizaciones desprolijas o descontroladas fruto de incrementos inusitados de población, como el que ocurrió en Argentina, en general, pero principalmente en las grandes ciudades portuarias fruto del afluente inmigratorio europeo.

    Sin embargo, a fines del siglo XIX, la población rural de la provincia de Buenos Aires era cuantitativamente más numerosa que la de la ciudad de Buenos Aires, aunque con una distribución distinta que la volvía menos impactante que el escenario porteño marcado por la llegada masiva de personas que buscaban un lugar, o simplemente una habitación para compartir. Ese hacinamiento que fue visto como origen de muchos de los males que vivió la metrópolis a fines del XIX no estaba presente en la campaña bonaerense colmada de pastos verdes y aguadas, a pesar de que ni el aire puro, ni el fuerte espíritu criollo que el primer discurso higienista mantuvo como ajeno al contagio del que eran portadores los gringos, o los gallegos, logró frenar la llegada de las mismas epidemias que asolaron por entonces a la ciudad de Buenos Aires. La diferencia fue que la campaña no logró la misma atención y preocupación por parte de las autoridades gubernamentales de la que gozó la ciudad de Buenos Aires, por ende guarda una dinámica propia que es objeto de estudio en este ensayo, que intenta plantear una aproximación al problema de la sanidad rural bonaerense como un nudo problemático que ofrece nuevas perspectivas de análisis y amerita la realización de futuras pesquisas.

    Siglo XIX luchas y padecimientos en el interior provinciano

    La provincia de Buenos Aires formaba parte de una extensa región de 3.200 kilómetros cuadrados, los que hacia fines del siglo xix estaban ocupados por 45 partidos o departamentos. Se trataba de grandes extensiones de territorio escasamente habitado donde existían pequeños centros de población aislados en medio de la campaña bonaerense, que podríamos definir como pueblos, y a los de menor importancia como villas o aldeas.

    En la década del ochenta del siglo xix, la provincia de Buenos Aires tenía un total de 526.581 habitantes, lo que implica que había experimentado un aumento del 66% de su población de 1869, en que solo contaba con 317.100 habitantes³. Las zonas de mayor concentración demográfica eran las localidades en la Región norte de la Provincia, siguiendo en orden de importancia la Central, Sud y Patagónica.⁴

    CUADRO 1: Provincia de Buenos Aires. Población absoluta, 1895, 1890,1881 y 1869

    Fuente: Censo de 1895

    En este sentido, para 1895 los poblados urbanos de la provincia de Buenos Aires que más habían multiplicado su población en relación con 1869 eran los de la Región Norte, y entre ellos centralmente los partidos de Chivilcoy, Lobos y Pergamino. En la Región Central se destacaban Ayacucho, Azul, Nueve de Julio y Veinticinco de Mayo. En la Región Sud, lo hacían Bahía Blanca y Tandil. Sin embargo, esto no los convertía en espacios densamente poblados, tal cual demuestra el Figura Nº 1, puesto que, exceptuando a Chivilcoy, que tenía más de 10.000 habitantes, el resto variaba de entre tres mil a nueve mil habitantes y para entonces el criterio para considerar centro urbano un poblado era de 20.000 habitantes. Es decir, si bien eran ciudades cabeceras de Partido, estaban lejos de asemejarse al proceso demográfico, habitacional y de infraestructura que por la misma época atravesaba la vecina ciudad de Buenos Aires. Se trataba de una gran extensión de territorio dedicada a las actividades rurales donde abundaban villas y pueblos que sin ser grandes centros urbanos nuclearon ciertas actividades como las burocráticas, educacionales, sanitarias y eclesiásticas, los que a su vez tenían estrechos canales de contacto con los espacios abiertos netamente rurales que los circundaban.

    FIGURA Nº 1. Principales núcleos de crecimiento de la población urbana en el interior de la provincia de Buenos Aires, entre 1869 y 1895 según el Censo de 1895.

    Fuente: Censo de 1895.

    Esos canales en gran medida pueden explicarse por las formas de ocupación del espacio bonaerense, que a diferencia del proceso vivido en la ciudad de Buenos Aires, en la Provincia, en los umbrales del siglo XX la población rural era más numerosa que la de los núcleos urbanos. A fines del siglo xix en la Región Norte la población rural sumaba 284.276 habitantes contra 241.016 de la urbana. En la Región Central los habitantes de la campaña llegaban a 177.951, mientras que en los centros urbanos contabilizaban 71.278. En la Región Sud, más de 90.000 personas vivían en las zonas rurales y solo 47.693 lo hacían en las zonas urbanas⁷. Esta realidad hizo que

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