Hace decenas de millones de años los antepasados de las jirafas vagaban por Europa y Asia; sin embargo, hoy en día no las podríamos imaginar en otro lugar que no sea África. Cuando pensamos en este mamífero de grandes dimensiones sólo podemos ubicarlo en un sitio cálido como la sabana africana, disfrutando de un gran banquete de hojas recién cogidas de los árboles como el buen herbívoro que es. Para ello, cuenta con su alargada lengua grisácea adaptada para protegerse de los rayos del sol. Otra de sus herramientas evolutivas por excelencia es su velocidad: es capaz de correr a unos 60 kilómetros por hora para escapar de posibles amenazas y ni qué decir de sus bellas manchas marrones, que le ayudan a mezclarse con los colores cálidos y formas de su natal continente.
Este peculiar mamífero posee características físicas que son todo un misterio para el ojo humano desde los tiempos pasados.
Un claro ejemplo fue Julio, por el que se le conoce hasta el día de hoy.