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Cien Años de "Zozobra" de Ramón López Velarde
Cien Años de "Zozobra" de Ramón López Velarde
Cien Años de "Zozobra" de Ramón López Velarde
Libro electrónico454 páginas6 horas

Cien Años de "Zozobra" de Ramón López Velarde

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Con motivo de que López Velarde vio publicado su libro Zozobra en 1919 o sea hace cien años con este libro se le rinde homenaje, está dedicado in memoriam para la familia López Velarde Berumen.

Contiene una semblanza del poeta y se precisa que lejos de abatirse con la zozobra, angustia, desasosiego, utilizó este sentimiento para vivir sus conflictos y hacer poesía.

Consta de cuarenta poemas, de cada uno se consignan los versos más significativos: nueve influenciados por Margarita Quijano; seis sobre conflictos vivenciales; tres de reflexiones velardeanas; seis narrativos; quince de diversos temas dedicados y uno que intitula Idolatría y es un elogio a la mujer.

La portada tiene una efigie de López Velarde elaborada por el pintor Raúl Velázquez y en las solapas datos relativos a él.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento28 mar 2021
Cien Años de "Zozobra" de Ramón López Velarde

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    Cien Años de "Zozobra" de Ramón López Velarde - Ramón Félix de la Torre

    I VELARDEANAS

    POR QUÉ IMPORTA RAMÓN LÓPEZ VELARDE

    Ramón López Velarde nació, no en un pueblo de tantos, sino en un pueblo mágico en toda la extensión de la palabra: en Jerez, Zacatecas, donde hoy podemos contagiarnos de esa magia.

    Ramón vino al mundo en junio, el mes más luminoso del año, de 1888, hace 130 años; poeta que con su vida y obra diera lustre y prestigio a las letras nacionales y universales, como reza el decreto expedido en 1964 -a 43 años de su fallecimiento- por el Presidente de la República, licenciado Adolfo López Mateos, quien ordenó el traslado de sus restos a la Rotonda de las Personas Ilustres. Esto le impidió descansar aquí, en su pueblo de Jerez, como fue su deseo: cuando me sobrevenga el cansancio del fin, me iré como la grulla del refrán a mi pueblo.

    Sus primeras letras, que amó para siempre, las cursó en la escuela de las señoritas Cervantes, en Jerez; escuela que para fortuna de su temperamento era mixta y le permitió conocer a algunas niñas que al transcurrir el tiempo fueron sus musas. A los 12 años (1900), sin ánimo de ser sacerdote sino de aprovechar el buen nivel académico, ingresó al Seminario Conciliar de Zacatecas. Dos años más tarde, por haber sido desplazada su familia de Jerez a Aguascalientes, se cambió al Conciliar de esa ciudad. En estos planteles, con el estudio a fondo de los clásicos griegos y latinos, forjó el sólido humanismo que le permitió realizar su importante obra literaria. En 1905, cuando cumple 17 años deja el seminario, convencido de que su vocación no era la de un levita.

    De 1905 a 1907 cursa los estudios preparatorios en el Instituto de Ciencias de Aguascalientes, donde un profesor se hace tristemente famoso por haberlo reprobado en literatura. En 1908 inicia su carrera de leyes en el Instituto Científico y Literario de San Luis Potosí, donde a los 23 años se gradúa de abogado.

    En 1914, previas algunas incursiones esporádicas a la capital, se instala en forma definitiva en la Ciudad de México, a la que con su categoría personal, intelectual y poética conquista en sólo siete años de frecuentar sus cenáculos literarios. Es maestro de Literatura en la Escuela Nacional Preparatoria y en la de Altos Estudios, hoy Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México.

    Ejerce el periodismo en importantes medios, también la abogacía en su despacho de Madero número 1. Se desempeña igualmente como asesor del Secretario de Gobernación, Manuel Aguirre Berlanga. El 19 de junio de 1921, según el certificado de defunción, fallece de una bronco-neumonía cuatro días después de cumplir 33 años, como lo auguró en su poema Treinta y Tres: La edad del Cristo azul se me acongoja. En López Velarde se comprueba que el poeta nace, luego se hace y transforma en poesía los temas esenciales de la humanidad: la vida, el amor, la muerte y, en el caso de Ramón, todo su entorno, Jerez, Zacatecas y La Suave Patria.

    En este grupo de amigos de Ramón López Velarde, por la importancia que reviste para el tema Por qué importa Ramón López Velarde, es procedente recordar algo de lo que comentamos en nuestros cinco encuentros anteriores:

    En el primero, Itinerario vital de Ramón López Velarde, en 2002, se destacaron las conmemoraciones con motivo de los cincuenta años de su muerte, que tuvieron lugar en 1971, y la multiplicación, a partir de entonces, de los homenajes que lejos de disminuir proliferan dando vigencia a la obra y vida del poeta por muchos años o siglos más. En 2005, durante la segunda comparecencia ante ustedes paisanos, amigos y parientes de López Velarde nos sorprendimos al descubrir el valor físico y la espiritualidad de Jerez cuando se recorre de la mano del poeta con sus obras bajo el brazo.

    En la tercera ocasión, en 2006, nos deslumbramos con el descubrimiento de la génesis, exégesis y entorno de su poema cumbre La Suave Patria, del que Vicente Quirarte dice: ¿Qué sería de nosotros sin un poema como La Suave Patria…?. La cuarta vez que coincidimos fue en 2007 con motivo de los 90 años de la aparición del primer libro de Ramón, La Sangre Devota, en el que se contiene el mensaje de amor a Jerez y a todas las jerezanas representadas en Fuensanta. En 2008, nuestro quinto encuentro, nos ocupamos en descubrir y sentir la magia que se contiene en la vida y obra de Ramón: 120 años de magia velardeana en su pueblo mágico de Jerez.

    En esta nuestra sexta grata velada abundaremos sobre la importancia que tiene Ramón López Velarde como jerezano, zacatecano y mexicano por su vida y obra. Dice el clásico: si quieres ser universal conoce a tu pueblo. No es menor su importancia como ser humano, hombre normal, común, corriente, cotidiano, el del día a día con su familia, como creyente, escritor e intelectual, político y amante. Esta presentación contiene ocho apartados.

    RLV jerezano. Jerez de López Velarde

    Por esta situación Jerez se convirtió en el ombligo del mundo. Aquí acudieron relevantes personalidades de todos los ámbitos, entre ellas: Agustín Yáñez, Salvador Elizondo, Salvador Azuela, Juan José Arreola, Antonio Escobedo, Enrique del Moral, Jorge González Camarena, Amalia Caballero de Castillo Ledón (recientemente vecina de Ramón en la Rotonda de las Personas Ilustres) y el jerezano Eugenio del Hoyo.

    Es interesante mencionar que el Premio Nóbel Pablo Neruda ya había aceptado visitar Jerez para estar presente en el acto central de las conmemoraciones de la clausura del Año Ramón López Velarde, en el que en solemne velada a la altura del arte Juan José Arreola, en una magistral intervención, reconoció a Ramón como su padre espiritual. Pablo Neruda —quien falleció poco después de esa fecha— no acudió porque algún acomedido de los que no faltan, sin conocimiento de causa, convenció a quienes tenían la posibilidad de hacer realidad la visita del genio Neruda a la tierra del genio López Velarde de que mejor se destinaran los fondos a la construcción de bordos.

    Neruda le rinde homenaje a Ramón López Velarde con los siguientes conceptos: … pocos poetas con tan breves palabras nos han dicho tanto y tan eternamente de su tierra, López Velarde también hace historia. Igualmente lo declara arcángel final de la poesía americana.

    En la décima sexta jornada velardeana, este 2013, los jerezanos y zacatecanos estamos muy contentos, porque a una distinguida zacatecana y jerezana, la maestra Dolores Castro Varela, se le haya distinguido con el Premio Iberoamericano Ramón López Velarde. Como diría Ramón: ¡Que sea para bien!

    RLV zacatecano. La bizarra capital

    A Ramón le bastó un poema para definir su zacatecaneidad: La bizarra capital de mi Estado, una magistral y muy puntual descripción poética del paisaje físico, emocional y espiritual de la ciudad de Zacatecas el cielo cruel y la tierra colorada. Es una genialidad bautizar a la Bufa como un corcel que se encabrita y señalar la broma pesada de las altas y bajas del terreno. Describe magistralmente el modo de ser y de relacionarse con buena fe de los zacatecanos de la ciudad: católicos de Pedro el Ermitaño y jacobinos de época terciaria; una estampa por demás poética son las recatadas señoritas con rostro de manzana en la frialdad unánime del ambiente. La bizarra capital es un poema que, merced a la magia de Juan Pablo II, se hizo famoso.

    Esta magia se da en la distancia del tiempo, porque Ramón en 1915 que compuso el poema nunca pudo imaginar que 75 años después un papa, que por tradición no podía salir del Vaticano, vendría el 8 de mayo de 1990, hace 28 años, hasta la hermosa Zacatecas como él la calificó y menos que le mandara el recado: Ramón, que ya no te dé lástima, un papa ya escuchó la campana de tu catedral…. … y una campana / mayor que cuando suena, simultánea / con el primer clarín del primer gallo, / en las avemarías, me da lástima / que no la escuche el Papa…

    RLV mexicano. La Suave Patria

    Es también muy importante detenerse a reflexionar sobre el mensaje que nos legó López Velarde en su testamento póstumo: su gran poema épicolírico La Suave Patria, que es definición de la patria mexicana; proyecto de nación, el tributo de gratitud que el poeta le debía, que fue de tal altura que se convirtió en credo mexicano y segundo himno nacional. A diferencia de nuestro himno guerrero, La Suave Patria es un himno de paz y de valores físicos y espirituales convertidos en un gran mural poético al estilo de los que plasmara con pincel y espátula su amigo Saturnino Herrán.

    En el proemio, como abogado que fue, López Velarde alza la voz a la mitad del foro para confesar el íntimo amor a su patria, a la que declara impecable y diamantina y la envuelve en la más honda música de selva de la alameda de su pueblo. En el primer acto parte de la nostalgia de la provincia con santo olor de la panadería y campanadas como centavos, en contraste con el encanto, que también lo tiene, de la metrópoli ojerosa y pintada. Proclama que la felicidad y el destino próspero de la patria estriba en el maíz (la agricultura) y en sus dos trenzas de tabaco (las sierras madre) a las que sabe ofrendar aguamiel toda mi briosa raza de bailadores de jarabe.

    Su felicidad también está en la minería: tus minas el palacio del rey de oros, tu barro suena a plata, la plata de Zacatecas, también dan felicidad a la patria el trópico y sus riquezas: en tu tórrido festín luces policromías de delfín, las garzas en desliz y el relámpago verde de los loros; la ganadería, el establo que le escrituró el Niño Dios le asegura felicidad, no así el petróleo. Y resultó que un payo del altiplano, que no había visto un pozo petrolero ni consumía gas ni gasolina, profetizó que los veneros, con apariencia de bien, los había puesto bajo su territorio el diablo.

    Finalmente, las condiciones meteorológicas hacen feliz a la patria: el trueno del temporal y el trueno de nuestras nubes que nos bañan de locura. En el intermedio canta al único héroe que considera digno de que el arte se ocupe de él: Cuauhtémoc, su joven abuelo, joven cronológicamente y abuelo por la experiencia, la que le descubrió que los españoles no eran centauros, sino invasores.

    El segundo acto exalta los valores espirituales de la patria, sobre todo los de su mujerío con la blusa corrida hasta la oreja y la falda bajada hasta el huesito, pero también los de las náyades, las zoraidas, pasando por la novia de tierra adentro y las bailarinas: Anna Pavlova, la Argentina y Tórtola Valencia, a todas las quiere raptar sobre un garañón y con matraca y entre los tiros de la policía. A ésta su amada patria le aconseja fidelidad a sus costumbres, tradiciones, cultura y valores: Sé siempre igual, fiel a tu espejo diario. Hugo Gutiérrez Vega, en fecha reciente, aseguró que Muerte sin Fin, de Gorostiza, La Suave Patria, de Ramón López Velarde y Pedro Páramo, de Juan Rulfo, son textos principales de nuestra literatura moderna.

    RLV ser humano

    Ramón López Velarde no fue menos importante como persona que como poeta, porque vivió con dignidad la novela del hombre normal, la de hijo, hermano, amigo, trabajador, soltero, la vida de la aurea mediocritas aristotélica, esto es, el justo término medio que le da equilibrio a la vida. Fue un ser humano de excepción porque entendió su condición de hombre y la asumió no como ángel ni como demonio, sino simplemente como hombre normal, con sus carencias, debilidades y potencialidades y así cumplió su destino de buen hijo con su madre y con su padre, a quien no defraudó al dedicarse a las letras, a poeta, pese a que a don Guadalupe tal cosa le sonaba a irresponsabilidad; pues sí fue el gran poeta que habló por todos con sinceridad y autenticidad. En el poema que compuso por la muerte de su padre se permitió decirle: Mas confío que te he de ver, oh padre, para siempre con mis ojos de resucitado.

    Como hombre útil y de provecho vio por su madre y sus hermanos hasta el límite de sus fuerzas y bebió en sus manos las lágrimas de su madre cuando emprendió la partida hacia la casa del Padre, en el que firmemente creyó y cuya convicción siempre confesó. Se ganó la vida —para él y su familia— trabajando de sol a sol como maestro de Literatura, según referimos antes.

    Escribió con ton y son del corazón poesía, ensayos, crónicas, cuentos, cartas y artículos periodísticos políticos en muy diversos medios, para completar el salario que recibía como asesor de su amigo Manuel Aguirre Berlanga, Secretario de Gobernación de Venustiano Carranza. Esa fue una época en la que ganó buen dinero, me tocó ver dos o tres recibos de cien pesos de aquellos tiempos en un mismo mes. Sus servicios fueron valiosos, al grado de participar en la redacción de artículos constitucionales —sobre todo del 27—. Esto permitió que él y su familia vivieran con cierto decoro y le daba hasta para encoñacarse de vez en vez.

    Al ser emboscado y asesinado Carranza —a quien le decía padrinito— en Tlaxcalaltongo su decepción fue tal que prometió no volver a colaborar con gobierno alguno, llevando esto al extremo de andar padeciendo penurias que rayaban literalmente en hambre. Sus amigos, que veían con angustia esta situación, sugirieron a don José Vasconcelos, a la sazón Secretario de Educación Pública, lo rescatara. De la forma más delicada, Vasconcelos le pidió que lo honrara colaborando del modo que quisiera en la recién fundada revista El Maestro, en donde apareció primero Novedad de la Patria y posteriormente el gran poema nacional La Suave Patria.

    A su muerte, sin ser político ni militar, se le rindieron homenajes de héroe civil y en la Cámara de Diputados se guardó luto durante tres días. Sin duda, su vida no estuvo marcada por grandes hazañas ni desplantes extraordinarios, pero de ninguna manera fue gris, oculta o mediocre en sentido peyorativo. Fue un héroe de la vida, cumplidor de derechos y obligaciones; un hombre cabal, sencillo, sobrio, serio pero amable. Quienes lo conocieron y trataron lo recuerdan con sentido del humor, un humor muy fino, irónico, tan inteligente que no se tomaba en serio a sí mismo: "esa manera de decir mi nombre, / con mofa y mimo, en homenaje y burla, / como que sabes que mi interno drama, / es a la vez sentimental y cómico.

    RLV creyente

    Ramón López Velarde, con su religiosidad a toda prueba, nos dio ejemplo de congruencia con el íntimo decoro. Además de su formación en los seminarios de Zacatecas y Aguascalientes, fue sincero y auténtico en sus convicciones religiosas. En su prosa La Conquista afirma: … En México, las gentes de responsabilidad intelectual no pueden ser más que librepensadores o católicos. Las componendas del libre examen resultan sobradas de ingenuidad para el temperamento criollo. Ante la pregunta expresa de uno de sus amigos sobre cómo andaba su vida contestó: En el dogma muy bien, pero en los mandamientos mal. Los librepensadores que lo pregonaban como tal, no podían empatarlo con el acendrado catolicismo manifiesto en su obra como en los poemas Humildemente, que es un himno a la Eucaristía, y A la patrona de mi pueblo, a la que define bellamente como Triángulo sombrío que preside la lúcida neblina del valle.

    Vivió su cristianismo como conducta de caer y levantarse. En su obra no fue ángel como Nervo ni demonio como Baudelaire; manifestó su condición humana de hombre de carne, hueso y espíritu, más carne a veces y más espíritu otras. Fue poeta cristiano y librepensador, dualidad que en su calidad intelectual igualó.

    RLV escritor

    Ramón, sobre todo, fue literato; su obra trascendió al modernismo e inauguró la escuela contemporánea que dio inicio al siglo de oro de la literatura mexicana, con tan importantes representantes como él mismo, Octavio Paz, Manuel José Othón y tantos otros. Fue hombre de letras, de palabra —la palabra, como el estilo, es el hombre—. Cultivó todos los géneros literarios, pero ante todo la poesía y, si bien fue prosista muy importante, gran parte de su obra en prosa está considerada prosa poética. Como ensayista tuvo un punto de vista personal y original al tratar diversos tópicos; su incursión en el género de crónica fue por demás interesante y afortunada. Siempre ejerció el periodismo, sobre todo en el aspecto político, combatiendo las desviaciones de gobernantes sin dejar de exaltar sus valores cuando éstos se daban; también escribió cuento y en el género epistolar nos dejó modelos de comunicación fácil y fluida.

    En La Sangre Devota el tema central es Jerez: todo en Jerez es López Velarde y López Velarde es todo en Jerez. Es un elogio no sólo a Jerez sino a la provincia de México y a la de todo el mundo, pues su lenguaje es universal. Por ejemplo, los Domingos de Provincia en Jerez, cantados por López Velarde, son los días de guardar en todo el mundo. Lo relacionado con las tradiciones y costumbres de provincia es narrado por Ramón puntual y poéticamente.

    En Zozobra universaliza los conflictos más íntimos del ser humano que se mueve entre el ser y el deber ser; en los poemas de El Son del Corazón se contienen los sentimientos de La Sangre Devota y las angustias de Zozobra. Gutiérrez Vega equipara la obra de López Velarde, por breve y exacta, con la de Rulfo y Gorostiza. En forma similar opinan críticos, analistas y estudiosos de su obra. José Juan Tablada lo declara príncipe de los poetas mexicanos. Octavio Paz, tras ser nombrado Premio Nóbel dijo que antes que él lo merecieron dos mexicanos: Ramón López Velarde y Alfonso Reyes.

    RLV político

    Ramón López Velarde fue rara avis en la política por congruente, sincero y firme en sus convicciones. La íntima tristeza reaccionaria del poema El Retorno Maléfico se explica porque vivió en carne propia las tropelías que cometieron en Jerez las distintas fuerzas seudo revolucionarias, que una vez tras otra asolaron la región y el pueblo; esto le causó la íntima tristeza que le hacía pensar que hubiera sido mejor mantener el statu quo, que todo hubiera seguido igual, viviendo en armonía, en un paraíso provinciano de pequeños propietarios agrícolas y ganaderos. La situación de pillaje, tropelía y saqueo terminó cuando los notables del pueblo, entre ellos mi padre y los antepasados de muchos de los aquí presentes, gente de pro, se armaron y organizaron para la defensa contra las gavillas de bandoleros, que estaban muy lejos de ser revolucionarios. Un filósofo local concluyó sesudamente que la Revolución se acabó cuando ya no hubo qué robar.

    Ramón López Velarde fue maderista por convicción y de corazón, y por serlo fue antiporfirista. Cuando terminaba la carrera de leyes en San Luis Potosí fue aprehendido Madero, y López Velarde, junto con otros jóvenes, se constituyó en su defensor hasta lograr su liberación. Como secretario del comité antirreleccionista de San Luis Potosí promovió el Plan de San Luis. Su convicción maderista quedó plasmada en la prosa que sólo intitula Madero en la que dice: … Este fronterizo vale por su hombría, más que los políticos sin sexo de la ciudad de Méjico… Madero me es simpático. En carta a Eduardo Correa le dice: … no estaremos viviendo en una república de ángeles, pero estamos viviendo como hombres, y ésta es la deuda que nunca le pagaremos a Madero. Pero Madero no pagó la firme adhesión de López Velarde, a quien al triunfo de la Revolución sólo le dio el nombramiento de actuario en un juzgado; puesto al que, según me comentó el doctor Jesús López Velarde, renunció tras el primer desahucio que le tocó a una pobre viuda, a la que, por cierto, le dio algún dinero para que sobreviviera.

    Vació sus posiciones políticas en las colaboraciones periodísticas que publicó en el Eco de San Luis, el Regional de Guadalajara y la Revista de Revistas de Excélsior, entre muchas más. Desde esos foros combatió a gobiernos y gobernadores corruptos y defendió a los que actuaban bien. Ramón López Velarde incursionó de manera activa en política, postulándose por el partido católico como diputado suplente por el distrito de Jerez, con miras a ser propietario, ya que al doctor Francisco Hinojosa —quien figuraría como propietario— no le interesaba la política. Se sabe que Aquiles Elorduy convino con el doctor Hinojosa, sin enterar a Ramón, que no objetara la impugnación de su triunfo electoral, por lo que Aquiles, valiéndose de triquiñuelas, derrotó a Ramón.

    Dado que él no era político voraz ni ambicioso como los que conocemos, tomó el hecho con el sentido del humor que lo caracterizaba y solo comentó: … y lo más curioso es que el paquete que no había sido abierto exhibido por Aquiles fue de la votación recogida a favor de Hinojosa y mío. Así terminó la aventura electoral en la que Ramón tuvo poca fortuna.

    En fecha reciente, con motivo del centenario de la decena trágica, alguien se preguntó por qué en su momento López Velarde no escribió sobre el asunto. La explicación puede ser que su íntimo decoro le impidió hacerlo por lo dolido que estaba y la profunda decepción que le causó el vil asesinato de Madero, hombre al que tanto admiraba y en el que había confiado. Además, era seguro, como venía ocurriendo, que por cualquier manifestación de adhesión cayera en las garras del chacal Huerta y sus hordas.

    RLV amante

    No es menos importante para nosotros, sus lectores, que Ramón haya dado ejemplo de congruencia en sus sentimientos, y ver cómo vive el conflicto entre la carne y el espíritu y hasta le canta, optando por definirse simplemente como un hombre con todas sus potencias y debilidades, sin inclinarse ni al bien ni al mal: su dualidad funesta, sin ser ángel o demonio, sino solamente hombre de carne y hueso, con sus pasiones y virtudes, las que muestra, desmenuza y propone a través de sus dos grandes romances: el de la novia pueblerina, su Josefa de los Ríos, Pepa, y Margarita Quijano, la dama metropolitana y burguesa, a quienes idealizó, ya que no eran realidades que pudieran cristalizar en un amor de carne y hueso.

    A Josefa la inmortalizó en La Sangre Devota con el bello cuanto poético nombre de Fuensanta; fue un amor imposible, mayor que él ocho años y enferma perenne del corazón; mal que finalmente la llevó a la tumba cuatro años antes que a él. Margarita, a quien también inmortalizó en Zozobra, era 10 años mayor, con una diferencia social marcada y un voto secreto de consagrada —o sea que era la mujer de Dios—, y Ramón, que era tan católico, no iba a ser el rival de Dios. Esto fue más que suficiente para hacerlo desistir de su amor.

    Entre muchas, las dos le gustaron y le sirvieron muy bien para hacer poesía y crear su obra magistral, La Sangre Devota, inspirada en Fuensanta y Zozobra, en Margarita. Ambas fueron amores platónicos e inspiración poética y estuvieron muy lejos del amor tangible, concreto, real, apasionado, en una palabra, normal. Como decíamos, muchas otras mujeres rondaron el espíritu de Ramón: desde Anna Pavlova y la Argentina hasta María Nevares y su sobrinita de Lagos de Moreno, Margarita González; desde flores de pecado hasta el grupo de mujeres de un lugar pequeño.

    Ramón López Velarde, poeta y escritor

    POR JEREZ, DE LA MANO DE LÓPEZ VELARDE

    Buenas noches: Amigos y parientes todos… por aquello de que todititos son parientes y no hay dos que se puedan ver. Para ser positivos diremos que en esta noche todos nos podemos ver. El propósito de esta charla es hacer un recorrido por Jerez de la mano de Ramón López Velarde. Espero que Ramón, como familiarmente sus paisanos nos permitimos decirle al poeta, desde donde se encuentre, que según sus creencias debe ser en el cielo, vea con simpatía esta visita y desde allá nos sonría.

    Iniciaremos nuestras vivencias en Jerez como lo hacía Ramón, saludando a la Virgen de la Soledad con su poema A la Patrona de mi Pueblo, así Ramón pone de manifiesto uno de los más valiosos sentimientos del ser humano: el sentimiento religioso. Este poema es oración, confesión, arrepentimiento y devoción:

    […]

    Señora: llego a ti

    desde las tenebrosas anarquías

    del pensamiento y la conducta [...]

    Vestida de luto eres,

    Nuestra Señora de la Soledad,

    un triángulo sombrío

    que preside la lúcida neblina

    del valle… […]

    En seguida, completaremos este saludo con el poema Humildemente que dedicó Ramón a su madre doña Trinidad y a sus hermanas Lupita y las gemelas Aurora y Esperanza. Este poema es no sólo una oración, sino un himno a la eucaristía, cuya presencia por las calles causa tal expectación que sobrecoge y paraliza la vida del pueblo.

    Inicia el poema al expresar su deseo de descansar al final de su vida en su pueblo y ser enterrado en el panteón de Dolores; deseo que por ser tan ilustre no pudo realizar, ya que descansa en la Rotonda de las Personas Ilustres, donde ni son todas las que están ni están todas las que son. En esta otra manifestación de su religiosidad Ramón dice:

    […]

    Cuando me sobrevenga

    el cansancio del fin,

    me iré, como la grulla

    del refrán, a mi pueblo […]

    El cartero aldeano

    que trae nuevas del mundo,

    se ha hincado en su valija.

    El húmedo corpiño

    de Genoveva, puesto

    a secar, ya no baila

    arriba del tejado. […]

    Todavía con la magia de estos poemas -oración y confesión- continuaremos en el empeño de sentir y ver con el corazón mismo y con los ojos de Ramón López Velarde su Jerez físico y espiritual, en el que transcurrió su itinerario vital, que es este mismo, tan real como que nos encontramos en él ahora, con todos sus sentimientos, personajes y entorno físico y espiritual, que transformó en su universo poético y cuyas vivencias tuvo la capacidad de lanzar al mundo.

    También es justo y necesario, como decimos en la misa, que nos sensibilicemos ante la grandiosidad de la obra de nuestro poeta, la que ya fue juzgada y aprobada por la historia, por lo que se considera a López Velarde como El poeta del siglo XX, con vigencia para mucho tiempo más, como si hubiera nacido antier y muerto ayer. En realidad, puede considerársele poeta de tres siglos: nació en el XIX, es el poeta del siglo XX y lo seguimos estudiando y admirando en el XXI.

    Nuestro propósito es aprovechar la fortuna que tenemos y los vínculos que a cada uno de nosotros, de un modo u otro, nos ligan con López Velarde para disfrutar de los sentimientos y vivencias que nos transmitió en sus versos y su prosa; por ejemplo, su servidor es tocayo, paisano, colega por la profesión de abogado y por otras circunstancias de la vida y también casi pariente, porque don Jesús López Velarde me confirió el parentesco cuando me hizo entrega de los manuscritos de Ramón, entre los que se encontraban los borradores de La Suave Patria, y ante mi asombro y escándalo por hacerlo sin ninguna formalidad y sin testigos me dijo: Tranquilo licenciado, nobleza obliga y yo estoy seguro que como tocayo, paisano, colega y casi pariente de Ramón habrá de hacer llegar estos documentos a la Presidencia de la República para ser puestos a disposición del pueblo de México, que es su destino natural.

    Igualmente, es un privilegio ser actores y compartir el mismo escenario en el que compuso Ramón López Velarde; lo que debemos aquilatar en lo que vale y apreciar, apoyados en el pensamiento del poeta, nuestro solar nativo y evitar caer en la presbicia espiritual que aqueja al mexicano: está ciego para lo que tiene a su alrededor, pero le fascina lo que está lejos en otras latitudes, digamos en Estados Unidos o en Jerez, pero el de España.

    En esta velada, que esperamos sea deliciosa y provechosa, vamos a adentrarnos en el mundo poético de López Velarde, que surgió del amor apasionado que profesó a su pueblo y a su gente, a sus costumbres, tradiciones y modo de ser, y como de la abundancia del corazón habla la boca convirtió a Jerez en un universo pequeño y elevó a categoría poética hasta sus cosas más nimias: la caja de carretes de hilo en la que los niños sepultan -o sepultábamos- pájaros; los pollos pintados de granizo, la piedra pómez que convierte en su amuleto. Su amor por Jerez hizo que lo viera tan hermoso como a ningún otro lugar.

    Dejemos constancia que en esta región objetivamente hay materia prima para poetizar, su belleza no es subjetiva ni inventada por la imaginación o producto del cariño, ya que es tan pródiga que si a algún jerezano le preguntan de dónde es (yo ya lo hice) puede decir fácilmente que de un lugar entre dos ríos: el Tigris y el Éufrates, es decir, en la Gran Mesopotamia, o sea el Paraíso Terrenal. En realidad, los ríos son el Río Grande y el Río Chiquito y la paradisíaca región corresponde a Jerez.

    La realidad es que esta belleza ha sido desde siempre, como lo constata la descripción que ya en 1605 hizo el obispo Alonso de la Mota y Escobar, en los siguientes términos: … En este valle de temple frío, sano y alegre corren lindos aires y hay maravillosas aguas y pasa por medio de la villa un arroyo de agua perpetuo… [nuestra antigua acequia]. Tiene lindos cotos de muchos conejos, venados, corzos y así la califico por una de las mejores y más sanas viviendas que hay en toda la Nueva Galicia; lleva la tierra maravillosamente todas las frutas de Castilla y todo género de hortaliza… Hay en estos alrededores muchas y gruesas estancias de ganado y sementeras de maíz.

    Cuando colaboré en la Secretaría del Patrimonio Nacional pude observar una foto aérea de Jerez de 1930, en la que se aprecia el conjunto urbano, en cada manzana una casa con su huerta, y qué huertas, en ellas se daban todas las frutas de Castilla, pero llegó la civilización urbana.

    Con el propósito de recorrer el Jerez de López Velarde, guiados por él y descrito con sus propias palabras, ya que generalmente el poeta habla en primera persona, diremos fragmentos de sus poemas. Todos hemos sentido el júbilo y la emoción del arribo a Jerez, cuando aparecen de repente ante nuestros ojos, deslumbrantes el valle azul y la azul sierra, llegada que describe López Velarde en Viaje al Terruño:

    […]

    Como níveo relicario

    que ocultan los naranjales,

    del coche por los cristales

    ¿no distingues el Santuario?

    Del esbelto campanario

    salen y rayan los cielos

    las palomas con sus vuelos,

    cual si las torres, mi vida,

    te dieran la bienvenida

    agitando sus pañuelos. […]

    En este apartado, como un homenaje póstumo a la maestra Concepción Gálvez de Tovar, velardeana de corazón, quien escribió su obra fundamental Ramón López Velarde en tres tiempos, he de mencionar que a ella no se le dio el privilegio de contemplar esta vista de la tierra del poeta de sus amores.

    Platico lo sucedido: doña Concepción era maestra de la Preparatoria 5, en donde en 1971 organizó un recital con poesía coral velardeana, al que fue invitado el ingeniero Pedro Ruiz González, entonces Gobernador del estado y principal impulsor del movimiento lopezvelardeano, cuando se llevaron a cabo las conmemoraciones del 50 aniversario de la muerte de Ramón.

    Así pues, debido al éxito del recital el ingeniero Ruiz González invitó a la maestra Gálvez a presentarse con su grupo aquí en Jerez, lo que de inmediato aceptó muy complacida con la ilusión de conocer el terruño de su poeta favorito. Vinieron a Zacatecas y actuaron en Fresnillo por la mañana y de ahí se trasladaron a Jerez, y desafortunadamente, antes de arribar a la loma desde donde se divisa, el auto se volcó y la maestra quedó muerta en el mismo sitio.

    Si algo es de uno, íntimamente nuestro, es el lugar donde

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