Versando lo vivido
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Simplemente es un recopilatorio de todo lo que me ha sucedido con el paso del tiempo.
Sí, eso que seguramente te ha pasado a ti también.
Un homenaje a quién me ha acompañado y a quién se ha quedado en el camino.
"Versando lo vivido" es mi historia, pero perfectamente podría ser la tuya, de hecho,
ahora es más tuya que nunca.
Disfrútala.
Jennifer Boltaina Guardia
Jennifer Boltaina Guardia nació en Maella (Zaragoza) el 10 de Julio de 1998. Desde pequeña ya mostraba mucho interés por el deporte, empezando a jugar a fútbol a los seis años, pero no fue hasta los dieciséis cuando comenzaría a escribir sus primeros versos. Un año después se muda a Zaragoza para iniciar una nueva etapa, estudiar el Grado Superior de Laboratorio Clínico y Biomédico, a través del cual puede cumplir otra de sus inquietudes, trabajar en el mundo de la salud. Dejando a un lado lo que debe contener formalmente una biografía, Jennifer siempre se ha definido a sí misma como una persona familiar, espontánea y pasional.La fusión de estas cualidades le lleva a publicar su primer libro, “Versando lo vivido” donde plasma sentimientos y experiencias que le han hecho ser quién es a día de hoy.
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Versando lo vivido - Jennifer Boltaina Guardia
Vértigo
Te has ido.
Y contigo, todo lo que un día me hizo feliz.
Y duele.
Duele el vacío,
duele la no correspondencia,
duele mirarte,
mirarnos
y saber que no volverás.
Yo,
que pensaba que no existía el miedo.
A mí,
que nunca me habían cortado las alas;
me sentí débil
al sentir tus dedos entrelazados con los míos.
Entonces entendí
que el vértigo no era eso que tú tenías cuando estabas en lo más alto,
era lo que me entraba a mí cuando me mirabas a los ojos.
Como un rayo de sol en diciembre
Fuiste como un rayo de sol en diciembre,
como una bombona de oxígeno cuando me estaba ahogando.
Fuiste la estrella fugaz a la que nunca pedí un deseo,
porque lo que necesitaba
ya lo tenía conmigo.
Fuiste el papel en blanco donde escribí mis mejores versos.
Y la barra de bar —donde sin beber ni una gota de alcohol, —ahogué todas mis penas.
Fuiste todo lo que quería que fueses
y (te) fuiste cuando más
te necesitaba.
Sin avisar
Como un simulacro de incendios,
o una visita que no esperas,
como llevarte el desayuno a la cama,
quizá como cuando caes.
Sin avisar,
como un examen sorpresa al llegar a clase,
o encontrarnos en Gran Vía.
Como cuando te dejan.
Siempre,
sin avisar.
Voces
Hay voces bonitas,
voces que te curan,
voces que te hieren,
y voces que te salvan.
Hay voces que te llenan,
voces que escucharías mil veces
y voces que no quieres escuchar más.
La tuya,
amor,
es de esas voces bonitas,
que nunca me he cansado de escuchar,
que me ha alejado del precipicio con una llamada a las 3:22 a.m
y me ha curado con un tranquila, todo saldrá bien
bajito y al oído.
Ahora, las cosas han cambiado,
sé que tu voz no me hace bien,
me hiere,
y quizás lo mejor sería no volver a escucharla más.
Sin embargo,
te sigo llamando cada vez que me necesitas.
Pensando que yo,
ya no te necesito a ti.
Diciembre
En tus brazos nunca es diciembre,
siempre sale el sol,
con esa manía suya
y tuya ,
de hacerme entrar en calor
cuando todo el mundo se hiela de frío.
Que bonito es el amor cuando te corresponde,
sin miedos,
sin ataduras,
sin complejos;
saber que hay alguien que está dispuesto a conocer todas tus inquietudes,
tus mentiras,
tus imperfecciones,
que está dispuesto a adentrarse en tu mundo
y no espera nada a cambio,
ni teme,
mostrarte el suyo.
Como si no fuera complicado querer,
aceptar,
perdonar,
completar.
Y lo sencillo que es entender,
que somos quienes somos
y me quieres
por quien te hago ser.
Jugar a quererse bien
Jugábamos a querernos sabiendo siempre que íbamos a empatar,
no había ganador,
ni prórrogas,
ni revanchas.
Nunca yo más
, siempre yo también
.
No nos cuestionábamos
¿cuánto?
¿dónde?,
ni siquiera ¿por qué?
Íbamos más allá.
No nos conformábamos con querernos,
sabíamos hacernos reír,
el viento nos soplaba de cara
y nuestras sonrisas eran un pacto de complicidad.
Conocerte,
sirvió para darme cuenta de que
el amor no duele,
te cura.
Abre puertas
y cierra heridas.
Cicatriza.
Eso hiciste tú conmigo,
Eso intento explicarles
cuando me preguntan porque
sigo hablando así
si me preguntan por ti.
Guárdame
Guárdame en un sitio accesible,
en un sitio cercano
al que puedas ir cuando me eches de menos.
Guárdame en un cajón que abras todos los días,
y cuídame bien,
no vaya a ser que se te caigan nuestros recuerdos
y tengas que volver
para arreglarlos.
Guárdame como si algún día me hubieses querido,
como se guardan esas cosas que no quieres perder nunca,
porque déjame decirte,
que tú a mí,
no quieres perderme.
Guárdame.
Pero ante todo, guárdate tú,
y cuídate.
Cuídate que ya no estoy yo para levantarte,
y ya no está mi mano para que te agarres.
Cuídate como me estoy cuidando yo,
y no subas muy alto,
dicen
que las caídas duelen más.
No me busques en otros cuerpos,
ni compares a nadie conmigo,
pues ninguno de ellos te hará sentir una mínima parte de lo que te hice sentir yo.
Cuídate,
ahora que ya no estoy yo para hacerlo.
¿y si algún día volviésemos a coincidir?
¿Y si el destino