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Itinerario fundacional de la Orden de San Agustín: Fuentes, historiografía e historia
Itinerario fundacional de la Orden de San Agustín: Fuentes, historiografía e historia
Itinerario fundacional de la Orden de San Agustín: Fuentes, historiografía e historia
Libro electrónico211 páginas3 horas

Itinerario fundacional de la Orden de San Agustín: Fuentes, historiografía e historia

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"Al poco familiarizado con el rigor histórico, es posible que frases de este libro, como 'La Orden de Ermitaños de San Agustín no surgió ni por iniciativa, ni a propuesta de San Agustín', se le antojen un contradiós. Pero los datos mandan. Y estos dicen, en efecto, que 'El Hiponense no es el padre fundador, ni el organizador institucional, ni tampoco el primer prior general de la Orden Agustiniana'. Lo que de veras importa, por tanto, sobremanera en el presente libro de marras, es que se nos cuenten los hechos sin dar tres cuartos al pregonero ni rienda suelta a la fantasía. Y eso es lo que uno entiende que ha sabido hacer Rafael Lazcano en el breve y fino estudio que nos ocupa. El resultado a la vista está. Su intención prioritaria ha sido velar por la objetividad histórica bajo el signo de la renovación y de la perfección, haciéndolo además en aras de la sencillez, de la brevedad y de la claridad. Su lectura de los datos, su análisis de los documentos pontificios, su exposición del eremitismo y de las órdenes mendicantes, así como los recursos al Papa y la respuesta de éste y convocatoria de un capítulo general fundacional, hasta perfilar su identidad a través de gracias, privilegios y exenciones, son entre otros muchos, los argumentos que en estas páginas se pueden consultar" (Del Prólogo, de Pedro Langa Aguilar).
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento6 ene 2021
ISBN9788409237081
Itinerario fundacional de la Orden de San Agustín: Fuentes, historiografía e historia
Autor

Rafael Lazcano

Rafael Lazcano (Mondreganes, León, Spain), historiador, bibliógrafo, biógrafo y editor de libros, es autor de una treintena de libros y dos centenares de artículos de investigación y divulgación científica, referidos principalmente al mundo agustiniano. Editor de la "España Sagrada", 57 tomos , incluido el Índice general (200-20012); colaborador del "Dictionnaire d'Histoire et de Géographie Ecclésiastiques("DGHE), y del "Diccionario Biográfico Español" (DBE) (Madrid, 2009-2013, 50 vols.). Autor de varias obras, entre otras, biografías de fray Luis de León, Alonso de Veracruz, Ana Catalina Emmerick y Martín Lutero; "Episcopologio agustiniano", 3 vols. (2014), 3.292 páginas y 953 bio-bibliografías; y "Tesauro Agustiniano", proyecto ideado en una veintena de tomos, publicándose dos cada año a partir de 2018.

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    Itinerario fundacional de la Orden de San Agustín - Rafael Lazcano

    studio".

    Capítulo 1

    LEYENDA Y REALIDAD EN LA HISTORIOGRAFÍA

    AGUSTINIANA

    Desde el siglo XIV hasta el presente en la historiografía de la Orden de San Agustín se funden, no pocas veces, leyenda y realidad. En el segundo cuarto del siglo XIV comenzó a circular la leyenda según la cual los ermitaños que dieron origen al nacimiento de la Orden en la centuria anterior, eran los continuadores de unos monjes africanos fundados y organizados por el Obispo de Hipona, San Agustín. Esta tradición legendaria, defendida con exasperado fervor, remonta a la Orden de San Agustín hasta los orígenes del monacato agustiniano, seguirá siendo válida en lo esencial a pesar de los vaivenes propios del curso de la historia hasta no hace tantas décadas. Varios autores, profesores y formadores de la Orden Agustiniana desde el siglo XIV se encargaron de fijar el cliché de San Agustín fundador y legislador de su propia Orden. Los historiadores de los siglos sucesivos reforzaron el vínculo de unidad con San Agustín, reservando la prioridad de los Eremitas Agustinos de Toscana respecto de los otros grupos unidos en 1256 en la Orden de Ermitaños de San Agustín mediante la bula Licet Ecclesiae Catholicae ¹, provenientes de comunidades independientes y origen autónomo. Aquéllos, los eremitas toscanos, eran los garantes de la unidad histórica mantenida de forma ininterrumpida con el monacato agustiniano. Desde esta perspectiva los fundadores de los grupos unidos aparecen como meros reformadores del eremitismo agustiniano, y la Unión de 1256 significa la reunión de miembros separados de un único cuerpo, hasta entonces dispersos.

    La concepción tradicional del origen de la Orden de San Agustín ha sido abandonada por los historiadores más solventes al no corresponderse con la verdad histórica. Corría el año 1930 cuando el filósofo, teólogo e historiador Ludwig Hertling (Munich, 1892 - Viena, 1980) señala cronológicamente el nacimiento de la Orden entre los siglos XII y XIII, como forma tardía del eremitismo toscano, fruto de la actualización que estaba llevando a cabo la Curia romana en aquel tiempo y dirigida específicamente al servicio de la pastoral urbana. El trabajo de Hertling, que ha pasado inadvertido a los estudiosos sobre el origen de la Orden Agustiniana, sitúa su fundación en las iniciativas llevadas a cabo por el papa Inocencio IV². En contraste con los estudios de la antigua escuela, la investigación seria, como la que acabamos de indicar, establece que los orígenes de la Orden no se sitúan en el monacato africano fundado por San Agustín, ni tampoco en la Alta Edad Media (siglos V-X), sino en los siglos XII-XIII, integrados a la Baja Edad Media (siglos XI-XV), época de plenitud cultural, social y religiosa - Plena Edad Media - y tiempo en el que aparecen por vez primera una serie de conceptos asociados a la Edad Moderna. En este espacio histórico y dentro del movimiento mendicante se sitúa el proceso de configuración de la Orden de San Agustín³. Empezó siendo la unión de familias de ermitaños de la Toscana (Unión de 1244), luego se pasó a la unión de cinco órdenes ermitañas (Gran Unión de 1256), conservando el nombre de Orden de Ermitaños de San Agustín. Aunque el vocablo de Ermitaños permaneció en el título oficial hasta 1968, el género de vida no se corresponde en absoluto al nombre desde la fecha de la fundación de la Orden como veremos más adelante.

    El panorama historiográfico agustiniano en español parece un tanto confuso y heterogéneo en los últimos tiempos a la hora de plantearse el origen y formación de la Orden Agustiniana con la aparición de obras con propuestas enfrentadas, la tradicional y la moderna⁴. De ahí que en este estudio me proponga tres objetivos básicos: 1º) una exposición lineal del tema principal; 2º) contribuir al conocimiento más cabal posible del proceso de fundación de la Orden; y 3º) dar respuesta con toda nitidez a algunas urgentes y necesarias preguntas: ¿Cuáles son las fuentes más antiguas y fidedignas que nos hablan de la Orden Agustiniana? ¿Hasta dónde permiten llegar dichas fuentes respecto al origen de la Orden? ¿Qué itinerario de vida (monástico, eremítico, mendicante) proponen dichas fuentes? ¿Cómo, por qué y de quién surgió la idea de atribuir a San Agustín la fundación de la Orden de Ermitaños de San Agustín? ¿Por qué se han invertido los términos que exige la metodología científica, de tal manera que la carga de la prueba ya no recae en quienes afirman la fundación de la Orden Agustiniana por la Iglesia, sino en quienes la cuestionan, a pesar de afirmar el silencio de las fuentes referidas a la fundación y continuidad o sucesión histórica de la Orden a partir de las fundaciones monásticas de San Agustín?

    En la explicación de este curioso fenómeno se aprecia que cuando las fuentes enmudecen empieza a primar el argumento de autoridad y conveniencia, repitiendo un cúmulo de patrañas, embustes, dislates, fábulas, conjeturas y falsedades históricas que hacen pasar por verdad histórica no pocos [pseudo] cronistas o [pseudo] historiadores de la Orden Agustiniana. Estos pregoneros de falsedades confunden sus deseos con la realidad de los hechos acaecidos, valiéndose para ello de argumentos históricos forzados y nunca justificados por la documentación. Ignoran que la crítica histórica no admite las tradiciones basadas en afirmaciones carentes de fundamento histórico documental. ¿De dónde han sacado lo que escriben? ¿Por qué han salido tales tradiciones? ¿Con qué derecho se transmiten falsedades? Estas y otras variadas cuestiones de calado historiográfico se abordan en el presente libro sobre la verdadera historia de la Orden de San Agustín.


    ¹ Ediciones del texto de la bula Licet Ecclesiae Catholicae (9 de abril de 1256), de Alejandro IV: EMPOLI, 18-20; TORELLI, IV, 528; COLINAS, Jerónimo, Compendio de las bulas concedidas a la Orden de N. P. S. Agustín. Imp. de la Santa Iglesia de Burgos. Burgos 1757, 86; Bullarium diplomatum et privilegiorum sanctorum romanorum pontificum: taurinensis editio locupletior facta: collectione novissima plurium brevium, epistolarum, decretorum actorumque S. Sedis a s. Leone Magno usque ad praensens cura et studio Aloysii Tomassetti , [poi ] Collegii adlecti Romae virorum s. theologiae et ss. canonum peritorum… Seb. Franco, H. Fory et H. Dalmazzo editoribus. Augustae Taurinorum 1858, III, 635-636; Les Registres d’Alexandre IV . Edidit Charles Bourel de La Roncière. Tip. A. Fontemoing. Paris 1902, i, 388-389, n. 1301; Analecta Augustiniana 5 (1913-1914) 1-4; 10 (1923-1924) 67-68; edición de Alberico de Meijer, en Augustiniana 6 (1956) 9-13: 10-13 (texto); Bullarium , edición de Benigno van Luijk, 128-130, n. 163; traducción española en Marín, Los Agustinos, 168-171; MARTÍNEZ CUESTA, Historia de los Agustinos Recoletos , I, 96-101 [edición bilingüe, latínespañol]; VIÑAS, La Orden de San Agustín, 71-74.

    ² Cf. HERTLING, Ludwig, Kanoniker, Augustinerregel und Augustinerorden: Zeitschrift für Katholische Theologie 54 (1930) 335-359.

    ³ Cf. DE CANDINO, Luigi, I mendicanti. Novità dello Spirito. (La spiritualità cristiana. Storia e testi, 9). Ed. Studium. Roma 1983, 241 pp.

    ⁴ Por un lado, Teófilo Viñas propone una continuidad histórica a ultranza de la Orden con el monacato agustiniano; y por otra parte, Luis Marín intenta poner en valor la no continuidad de la Orden con las fundaciones monásticas de San Agustín. Cf. Bibliografía de Viñas y Marín al final del trabajo.

    Capítulo 2

    ETAPAS PRE-FORMATIVAS DE LA ORDEN

    AGUSTINIANA

    El nacimiento y formación de la Orden de San Agustín bebe de las fuentes del eremitismo, monaquismo, anacoretismo y cenobitismo. Como movimientos espirituales presentan elementos comunes dirigidos a la búsqueda de una realidad que trasciende la vida presente. A través de la ascesis y la oración aspiran sus seguidores a la experiencia de lo sobrenatural y a la contemplación. Los ídolos de este mundo atan al hombre que quiere seguir a Cristo, y un modo de librarse de las ataduras temporales para alcanzar los bienes espirituales pasa por vivir en soledad y espíritu de oración, acompañado por actos de virtud: austeridad, ayuno y penitencia. Un poderoso movimiento de ascetas surgió en la Iglesia, con manifestaciones bien diversas, que a toda costa deseaba realizar su ideal cristiano de manera ardiente y vigorosa.

    1. Eremitismo

    El sustantivo eremo proviene del griego (éremos o éremos ; y el femenino eréme ), e indica un lugar o una situación de soledad, desierto y aislamiento. El adjetivo equivale a solitario, abandonado, desguarnecido y desértico. Los verbos (eremázo y eremóo) significan desolar, devastar, abandonar, despojar, además de liberar y vivir en soledad. Estos términos, y otros de la misma familia léxica, subrayan una idea profunda de gran perspectiva en la que la persona humana puede desplegar todos sus componentes humanos hacia la realización de sí mismo. El eremitismo se presenta como don y se descubre como proyecto liberador.

    Los eremitas o ermitaños son personas portadores de símbolos y valores que anhelan espacios de retiro y refugio, silencio y soledad, calma y paz. Su propósito pasa por el abandono de las relaciones sociales del mundo para llevar una vida en soledad con el fin de buscar a Dios. El eremitismo es un camino - no una meta -, jalonado por la ascesis, convertido en opción de vida comprometida, trabajo y esfuerzo personal a través del cual el eremita pliega su cuerpo al espíritu. El eremitismo se comprende como un estilo de vida, una opción hacia la esencialidad y la radicalidad de la vida humana, donde el ermitaño se esfuerza por superar la inquietud del corazón a través del aislamiento, la marginación y la soledad. Evita protagonismos innecesarios, tiene conciencia de su pequeñez y se despoja de las seguridades de este mundo: propiedades, bienes y poder. En la opción por la pobreza encuentra el ermitaño la autenticidad de la identidad personal. El silencio ermitaño no implica incomunicación, mutismo o rechazo al diálogo. En lo más íntimo de su corazón escucha las voces sapienciales que susurran las bondades de la vida ascética, que en los márgenes del mundo, desea orar en soledad y penitencia. Entre renuncias y opciones asciende el eremita en esa interminable purificación del corazón que le permitirá ver a Dios. Esta actitud purificadora conduce a la serenidad y la alegría, la verdad y la tolerancia, la paciencia y el sosiego, signos de la experiencia cristiana madura.

    Si el eremitismo es un espacio, un estado e incluso una metáfora, el eremitorio es su signo más poderoso después del desierto más extremado. Ahora bien, el desierto por el desierto no conduce a nada. Más aún, por sí mismo el desierto es frustrante, negativo, aterrador. Sin motivaciones auténticas el desierto carece de valor. Es decir, el desierto ofrece no pocos riesgos y abundantes vetas de ambigüedad en función de las ideas, inquietudes y contenidos ascéticos que abrazan los solitarios eremitas⁶.

    El desierto veterotestamentario se presenta como un eremitismo colectivo del pueblo elegido e itinerario de la progresiva experiencia de Dios en la historia de la salvación. El Nuevo Testamento presenta el desierto como lugar de la ascesis y de la mística (Juan Bautista), metáfora de prueba y de la victoria (tentaciones de Jesús). El desierto prueba a los ascetas cristianos de los siglos III y IV que huyen del ruido del mundo para contemplar a Dios. Surge como forma de ascesis, posiblemente en paralelo, en Mesopotamia, Siria, Egipto y Capadocia, así como en Occidente, si bien la historiografía se decanta por Egipto como germen y cuna del fenómeno del eremitismo cristiano⁷.

    2. Monaquismo

    El desarrollo del monaquismo en el Egipto de finales del siglo III y principios de la siguiente centuria constituye uno de los movimientos ascéticos más notables del cristianismo primitivo⁹. Unos pocos elegidos por Dios abandonan la sociedad, la familia y su cultura para vivir en la austera soledad del desierto una espiritualidad vibrante. Entre los ascetas del monaquismo era frecuente el tema: Dame una palabra, a modo de alimento espiritual, impulso reflexivo y comentario bíblico. La fama de estos monjes santos o Padres del desierto (Antonio († 356), Pablo, Macario, etc.), llegó hasta Occidente, dando lugar al género cristiano de la hagiografía, comenzado con la Vida de San Antonio , obra de San Atanasio de Alejandría, escrita en griego y traducida al latín hacia el 360. La propagación inmediata del monaquismo se produjo de la mano del evangelio del monacato, como se ha llamado a la Vita Antonii . El monaquismo nace y crece en el desierto, siguiendo el ejemplo de Antonio, padre del anacoretismo y maestro de quienes buscan la experiencia de Dios en la soledad, mediante la ascesis y la contemplación.

    3. Anacoretismo¹⁰

    ¿Qué es el anacoretismo? Dicho de modo breve: un eremitismo individual. Con San Antonio (215-356), ermitaño egipcio, el monacato entra en la historia bajo la forma de eremitismo. Muchos se hicieron eremitas siguiendo al Padre de los monjes. Proceden de un mundo rudo, de escasa o nula formación, desconocen en su mayoría la lectura y la escritura. Su cristianismo no va más allá de algunas nociones simples y elementales. La mayoría eran laicos, y excepcionalmente algunos habían sido ordenados sacerdotes para el servicio de los hermanos ascetas. Carecen de reglas y superiores; su guía era la inspiración interior, la Sagrada Escritura y la palabra de los Padres del desierto.

    ¿Quiénes son los anacoretas? Son monjes avezados en la ascesis que viven en soledad, con la ayuda de Dios, sin compañía de otros. Anacoreta es quien ha optado por la vida retirada, de abstinencia y penitencia. Cada anacoreta ocupa su propia celda, siendo ésta de muchos tipos: gruta, cabaña y sepultura. Viven normalmente unos cerca de otros, y en régimen de soledad absoluta solo durante algún tiempo. Este sistema dio lugar a las colonias de anacoretas,

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