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'Mysterion' y 'Sacramentum'. Evolución en Oriente y Occidente
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Libro electrónico259 páginas4 horas

'Mysterion' y 'Sacramentum'. Evolución en Oriente y Occidente

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El autor va más allá de la simple visión de lo que significan estos términos a primera vista y los hace revivir a lo largo de la historia de la Iglesia: desde el mundo clásico, hasta el movimiento ecuménico del siglo pasado.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 mar 2020
ISBN9788491653257
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    'Mysterion' y 'Sacramentum'. Evolución en Oriente y Occidente - José Manuel Fernández Rodríguez

    JOSÉ MANUEL FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ

    «MYSTÊRION» Y «SACRAMENTUM» Evolución en ORIENTE Y OCCIDENTE

    CUADERNOS PHASE

    254

    Centre de Pastoral Litúrgica de Barcelona

    A mis maestros teólogos,

    que me iniciaron en el divino saber

    y el amor a esta sagrada ciencia

    Director de Cuadernos Phase: Josep Urdeix

    © Edita: CENTRE DE PASTORAL LITÚRGICA

    Nàpols 346, 1 – 08025 Barcelona

    Tel. (+34) 933 022 235 – wa (+34) 619 741 047

    cpl@cpl.es – www.cpl.es

    Primera edición digital: marzo de 2020

    ISBN: 978-84-9165-325-7

    ISSN: 1988-1738

    Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

    Pórtico

    Cada cosa tiene su nombre. Esto es verdad y nadie lo discute. Ahora bien, con una salvedad. Es así si nos movemos dentro del marco o de los límites de una sola lengua. Pero cuando estos límites se abren porque nos vemos llevados a servirnos de más de una lengua, puede pasar que una misma cosa tenga nombres distintos. Aún más: puede pasar que el contenido o el significado de cada uno de estos nombres no sea exactamente el mismo aunque respondan a una misma cosa.

    Sirvan estas primeras líneas (de tono descriptivo y ajenas a toda expresión teorizante) para invitarnos a entrever y penetrar en las cuestiones que van a ser planteadas y tratadas en las páginas que siguen.

    Todos sabemos que al hablar de las realidades sacramentales de la Iglesia, el término más usado habitualmente en el ámbito griego es el de «Mystêrion»; mientras que en el mundo latino el más usado es «Sacramentum». Es decir, simplificandolo más podemos decir que «Sacramentum» traduce «Mystêrion» y viceversa.

    Muchas veces nos contentamos con esta simple visión de lo que significan estos términos a primera vista. Pero don José Manuel Fernández va más allá y los hace revivir a lo largo de la historia en la Iglesia.

    No vamos a repetir ahora lo que se nos dirá más tarde. Aunque si podemos situar los mojones de los caminos que sigue el autor. En primer lugar, nos lleva al mundo clásico porque por allí se usaron estos términos y debe ser considerada la influencia que pudieran tener en el futuro. Sigue con el mundo bíblico así como su uso en la época patrística. Especial atención hace que pongamos en la época agustiniana y en los principales autores de la época tomista. Con razón se detiene en Trento y su entorno. Esto le lleva a tratar el tema en relación a las comunidades de la Reforma y a la respuesta dada por la Católica. El tratamiento de esta época y de los siglos que le siguieron da pie al autor para hacer un análisis de los documentos que han tratado este tema en el marco del movimiento ecuménico, que empezó a florecer especialmente a mitad del siglo pasado.

    Hay que añadir a esta somera descripción algo de sumo interés. La obra empieza centrando nuestra atención en los términos ya mencionados. Pero, puesto que ambos términos están vinculados con la predicación, la presentación y el estudio de los sacramentos, al mismo tiempo que van progresando, estas páginas, avanza también el análisis de la doctrina sobre los sacramentos. Por tanto, podría decirse que estas páginas casi podrían titularse «Historia de la doctrina de los sacramentos».

    Dicho esto, no hay que añadir ningún otro comentario para despertar el interés por la lectura de estas páginas.

    Josep Urdeix

    Glosario

    Revistas

    Nota: Para las citas bíblicas del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento hemos usado y seguido las citaciones de las versiones de las siguientes Biblias: Biblia del Peregrino, EGA-Mensajero, Bilbao 1995, y Biblia de Jerusalén (Nueva), Desclée de Brouwer, Bilbao 1999; que hemos contrastado con las citas del compendio: Conceptos Fundamentales de Teología, dirigido por H. Fries, 4 t., Cristiandad, Madrid 1966-1967. La nomenclatura de siglas que hemos usado y compilado ha sido cuidadosamente escogida del «Índice internacional de abreviaturas para teología y materias afines»: S. M. Schwertner, Internationales Abkürzungsverzeichnis für Theologie und Grenzgebiete [IATG²], Walter de Gruyter, Berlin, New York 1992.

    Introducción

    «Mystêrion» y «Sacramentum» como concepto y rito

    El término sacramento que utilizamos hoy, ha tenido su propia evolución histórica, a través de la cual ha ido adquiriendo el sentido y significado con el que definitivamente se le conoce en la actualidad. Por su parte, el vocablo griego μυστήριον corrientemente usado por la Iglesia oriental, también ha tenido su propio desarrollo histórico hasta alcanzar su significado actual. Así pues, ha sido, a lo largo de toda la vida de la Iglesia en estos dos milenios de historia y en virtud de la reflexión teológica y pastoral, como se ha ido fraguando el concepto de «sacramentum/μυστήριον» para determinar aquellas acciones sagradas que, fundamentadas en la Palabra de Dios y realizadas en el seno de la Iglesia, tienen una finalidad soteriológica y vienen a ser por tanto medios de salvación para el hombre.

    Como veremos, el término latino sacramentum procede inicialmente de la traducción más común del vocablo griego μυστήριον, y tanto uno como otro término arrastran tras de sí un amplio espectro de significados y usos prácticos. Así el vocablo latino ha conservado connotaciones del latín precristiano a pesar de que los Padres y antiguos escritores eclesiásticos lo aplicaran a contenidos propios de la nueva fe; también el término griego ha conservado sus connotaciones adquiridas en la antigüedad precristiana y cristiana. Pero aun así nos preguntamos: ¿ha permanecido inmune a ulteriores influencias latinas?, o por el contrario ¿ha recibido ciertas influencias características de la noción «sacramento»?

    Según esto, nos proponemos abordar en esta investigación la evolución histórica conjunta de estos dos conceptos, para comprobar hasta qué punto el contenido teológico histórico de ambos puede ser no solo coincidente, sino que también tendremos en cuenta las diferencias que al día de hoy puedan caracterizar a uno y otro concepto. Para ello, nos centraremos brevemente en ver cuáles han sido los significados del término griego en los cultos mistéricos paganos, luego en la influencia del pensamiento filosófico, después en la tradición bíblica testamentaria, así como en la tradición patrística y en los autores eclesiásticos de Oriente y Occidente. Y por último, una vez perfilados estos contenidos, pretendemos averiguar cómo se ha ido dando la configuración lingüística de las dos nociones en el devenir histórico, teológico y litúrgico de estas dos tradiciones eclesiales hasta nuestros días.

    Las coincidencias que parecen existir entre estas dos palabras, se están dejando apreciar hoy más que nunca gracias a las investigaciones realizadas –entre otros autores– especialmente por el benedictino Odo Casel (1886-1948) y el movimiento de renovación litúrgica promovido por el Concilio Vaticano II. Todas estas corrientes y tendencias de renovación se han dejado sentir y han tenido su reflejo e influjo especialmente en los diálogos interconfesionales del movimiento ecuménico.

    En efecto, las diversas concepciones teológicas que envuelven estas dos palabras comprendidas desde el carácter de signo sacramental que las anima, así como las características propias atribuidas a ambos conceptos, han sido examinadas, debatidas y puestas en común en sesiones, reuniones y diálogos bilaterales y multilaterales entre las múltiples confesiones e Iglesias cristianas que cada vez más están tomando parte, con más fuerza y compromiso, en el diálogo ecuménico oficial y extraoficial.

    Capítulo I

    El concepto «Mystêrion» en el mundo griego y en la Sagrada Escritura¹

    1. «Mystêrion» en la concepción pagana del mundo griego y oriental

    Cuando en la actualidad hacemos referencia al «misterio» o a cosas misteriosas, enseguida nos llama poderosamente la atención todo aquello que tiene que ver con lo desconocido, lo prohibido, lo secreto, lo oculto o lo enigmático,² y que va más allá de lo que las ciencias empíricas pueden constatar.

    Sin embargo, para el hombre antiguo el misterio era algo que afectaba existencialmente a su propia vida, y que podría elevarla a una dimensión superior, incluso divina. Este sentido de misterio fue derivando hacia específicas prácticas cultuales en las distintas religiones paganas. Del mismo modo, también las connotaciones del misterio se dejaron sentir en la filosofía antigua, cuya intención era introducir a otros en los misterios de la existencia, pero más bien a nivel especulativo-intelectual. Con esto pretendemos mostrar cómo las dos corrientes –la cultual y la filosófica– han ejercido su influjo en la concepción cristiana del mystêrion.

    a. El concepto de mystêrion en los cultos mistéricos

    Resulta paradójico decir que la misma palabra mystêrion es misteriosa incluso etimológicamente. Todavía no ha sido posible conocer con exactitud la raíz filológica del término. Para G. Bornkamm,³ es bastante probable, aunque no cierto, que el sustantivo mystêrion derive del verbo μύειν, que significa cerrar los labios o la boca, ya que, como muestra P. N. Trembelas,⁴ son los órganos de transmisión y observación de cosas ocultas, por lo que su significado vendría a ser el de una cosa secreta o algo escondido.

    En plural, el término griego «μυστήρια» (mystêria), designa a toda una serie de celebraciones cultuales secretas, y dentro de ellas, especialmente la iniciación, que se extendieron desde el siglo vii aC al iv dC, por Grecia y por el mundo helenístico, generalmente al margen de la religión oficial⁵. Lo que se representaba en estos cultos mistéricos eran dramas relacionados con la muerte y la resurrección (o sea, la unión del hombre con la divinidad). Para ello se utilizaban los primitivos símbolos de fecundidad, y se bendecían alimentos y bebidas, con la intención de hacer posible la unión directa con la divinidad mistérica.⁶

    Estas celebraciones rituales estaban reservadas a un círculo restringido de iniciados (μύστοι). Su incorporación gradual se realizaba por medio de ritos especiales de iniciación presididos por el mystagogo, que ejercía funciones magisteriales y sacerdotales. A los iniciados se les imponía la obligación absoluta de guardar las reglas del grupo, así como de guardar secreto (disciplina del arcano)⁷ sobre los detalles de los ritos cultuales. Con la participación en estas prácticas rituales los fieles pretendían obtener la salvación (σωτηρία) y la fuerza vital divina, prometida y garantizada a los iniciados, de esta forma se producía una segregación con respecto al groso de los no iniciados.⁸

    La terminología de los misterios aparece también en la magia, y el término se aplica a la misma acción mágica, a la fórmula y a los medios usados por el mago.

    Otro de los usos lingüísticos es el profano. A partir de la acepción religiosa, mystêrion pasa a designar el secreto íntimo, ya sea a nivel personal, familiar, social, o cualquier otro secreto privado y, finalmente, el secreto en general. A pesar de tales casos excepcionales, el término mystêrion continuó conservando su referencia específica al original secreto religioso.¹⁰

    Hoy, gracias a las investigaciones realizadas, no se puede sostener la idea de que las primitivas prácticas cultuales cristianas (bautismo y Eucaristía) hubieran podido derivar de estos cultos mistéricos de la religiosidad helenística.¹¹ Ya que no es compatible ni la concepción judía de la historia ni tampoco la unicidad irrepetible del acontecimiento salvífico de Cristo (su muerte y resurrección), con la idea griega del ‘eterno retorno de lo mismo’. Idea surgida de la ley del movimiento cíclico de las fuerzas cósmicas que constantemente oscila entre la decadencia y la restauración (concepción cíclica del tiempo propia del mundo griego), a la que están sometidos tanto los dioses de los misterios como los cultos dirigidos a los mismos.

    «Puesto que el misterio cristiano se distingue del mito del eterno retorno de la naturaleza. Cristo en los sacramentos que ha confiado a su Iglesia las acciones salvíficas que Él realizó de una vez para siempre, de forma que ella puede participar en su muerte y resurrección ocurridas una sola vez. La Escritura testifica la participación en su muerte y resurrección, pero el que se cumpla, no quiere decir que su obra salvífica se repita en cada presente; sino que es una participación en dicha obra que ocurrió de una vez y que, sea de la forma que sea, se actualiza para quien recibe el sacramento».¹²

    No obstante, sí podemos apreciar ciertas similitudes comunes entre ambas praxis cultuales, como la pretendida aspiración de conseguir la salvación, así como la bienaventurada pervivencia del alma en el más allá. Aunque también diferencias; estos cultos mistéricos estaban restringidos a unos pocos iniciados. En cambio, el cristianismo es una religión con carácter universal, cuyas prácticas y salvación están abiertas a todo el mundo.

    b. «Mystêrion» en el platonismo y en la gnosis

    ¹³

    El significado existencial del vocablo mystêrion que aparecía en los cultos mistéricos es asumido por los filósofos griegos, ya que comparan la búsqueda intelectual de la verdad suprema con el camino de la iniciación mistérica. Esto aparece en El Banquete de Platón, aquí Diotima se presenta como una mistagoga que guía al filósofo en su camino hacia la contemplación del ser puro.¹⁴ El acceso de la realidad visible y mudable a la realidad invisible e inmutable equivale a una iniciación mistérica, a una mystagogia, pero la diferencia ahora va más allá del ámbito cultual, centrándose en el ámbito intelectual-gnoseológico como medio para alcanzar la visión de lo divino. En la cosmovisión platónica, las cosas visibles y terrenas son una sombra y una vaga imagen de las Ideas eternas (la Unidad, la Verdad, el Amor, el Bien y la Belleza). El sabio es consciente de la función indicativa y simbólica que tienen las cosas del mundo natural, y todo lo que percibe se convierte en símbolo de la única realidad verdaderamente real, celestial y divina. Pero este lenguaje y

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