Bibliografía Hispánica de San Agustín (1502-2020)
Por Rafael Lazcano
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Rafael Lazcano
Rafael Lazcano (Mondreganes, León, Spain), historiador, bibliógrafo, biógrafo y editor de libros, es autor de una treintena de libros y dos centenares de artículos de investigación y divulgación científica, referidos principalmente al mundo agustiniano. Editor de la "España Sagrada", 57 tomos , incluido el Índice general (200-20012); colaborador del "Dictionnaire d'Histoire et de Géographie Ecclésiastiques("DGHE), y del "Diccionario Biográfico Español" (DBE) (Madrid, 2009-2013, 50 vols.). Autor de varias obras, entre otras, biografías de fray Luis de León, Alonso de Veracruz, Ana Catalina Emmerick y Martín Lutero; "Episcopologio agustiniano", 3 vols. (2014), 3.292 páginas y 953 bio-bibliografías; y "Tesauro Agustiniano", proyecto ideado en una veintena de tomos, publicándose dos cada año a partir de 2018.
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Bibliografía Hispánica de San Agustín (1502-2020)
Aviso al lector
Prólogo, de Pedro Langa Aguilar
Presentación
Necesidad de la bibliografía
San Agustín en español, del siglo XVI al XXI
Proyecto bibliográfico
Estructura de la obra
Reseñas
Cronología de San Agustín
1. Fuentes Bibliográficas
2. Homenajes, Misceláneas y Escritos Generales
1. Homenajes, Misceláneas y Diccionarios
2. Centenarios, Congresos y Crónicas
3. Vida
1. Estudios generales
2. África en tiempos de San Agustín
3. Formación intelectual
3.1. Cultura clásica
3.2. Apuleyo
3.3. Cicerón
3.4. Ovidio
3.5. Quintiliano
3.6. Salustio
3.7. Séneca
3.8. Varrón
3.9. Virgilio
4. Años de juventud
5. Su hijo, amigos y discípulos
5.1. Adeodato
5.2. San Alipio
5.3. San Ambrosio
5.4. Aurelio de Cartago
5.5. Basilio de Cesarea
5.6. Evodio
5.7. San Jerónimo
5.8. Nebridio
5.9. Paulino de Nola
5.10 Pablo Orosio
5.11. San Posidio
5.12. San Próspero de Aquitania
5.13. San Quodvultdeus
5.14. Romaniano
5.15. Valerio de Hipona
6. Conversión
7. Bautismo
8. Personalidad
9. Profesor, orador, poeta y escritor
10. Sacerdote y obispo
11. Romanidad
12. Santa Mónica
13. Vida de San Agustín escrita por San Posidio
13.1. Ediciones
13.2. Estudios
14. Hagiografías
15. Perfiles biográficos
16. Biografías
17. Biografías noveladas
18. Interpretacón y crítica
19. Comedias
20. Cómic
21. Reliquias y sepulcro
22. Liturgia, oficio y letanías
23. Novenas
24. Devoción popular
25. Prodigios y milagros atribuidos a San Agustín
26. Leyendas
27. Himnos a San Agustín
28. Poesías a San Agustín
4. Obras: Ediciones y estudios
1. Obras Completas de San Agustín
1.1. Biblioteca de Autores Cristianos, edición bilingüe (latín-español)
1.2. Estudios generales
2. Autobiográficas
2.1. Confesiones - Ediciones
2.1.1. Traducción de Sebastián Toscano
2.1.2. Traducción de Pedro de Ribadeneira
2.1.3. Traducción de Francisco Antonio de Gante
2.1.4. Traducción de Eugenio Ceballos
2.1.5. Traducción de Francisco Mier
2.1.6. Traducción de Ángel Custodio Vega
2.1.7. Traducción de Lorenzo Riber
2.1.8. Traducción Valentín M. Sánchez Ruiz
2.1.9. Traducción de José Farrán Mayoral
2.1.10. Traducción de Matías Villamuera de Castro
2.1.11. Traducción de Agustín de Esclasans
2.1.12. Traducción de Francisco Montes de Oca
2.1.13. Traducción de Pedro Antonio Urbina
2.1.14. Traducción de Antonio Brambilla
2.1.15. Traducción de José Cosgaya
2.1.16. Traducción de Olegario García de la Fuente
2.1.17. Traducción de Joaquín García Sánchez
2.1.18. Traducción de Pedro Rodríguez Santidrián
2.1.19. Traducción de Mario Alarcón
2.1.20. Traducción de Montserrat Oromí
2.1.21. Traducción de Eliecer Salesman
2.1.22. Traducción de Primitivo Tineo
2.1.23. Traducción de Silvia Magnavacca
2.1.24. Traducción de Agustín Uña Juárez
2.1.25. Otras ediciones
2.1.26. Textos escogidos
2.1.2. Estudios
2.1.2.1. Generales
2.1.2.2. Libro I
2.1.2.3. Libro II
2.1.2.4. Libro III
2.1.2.5. Libro IV
2.1.2.6. Libro V
2.1.2.7. Libro VI
2.1.2.8. Libro VII
2.1.2.9. Libro VIII
2.1.2.10. Libro IX
2.1.2.11. Libro X
2.1.2.12. Libro XI
2.1.2.13. Libro XII
2.1.2.14. Libro XIII
2.2. Retractaciones
2.2.1. Edición
2.2.2. Estudios
3. Filosóficas
3.1. Diálogos de Casiciaco
3.2. Contra Académicos
3.2.1. Ediciones
3.2.2. Estudios
3.3. El libre albedrío
3.3.1. Ediciones
3.3.2. Estudios
3.4. El maestro
3.4.1. Ediciones
3.4.2. Estudios
3.5. El orden
3.5.1. Ediciones
3.5.2. Estudios
3.6. La inmortalidad del alma
3.6.1.Ediciones
3.6.2. Estudios
3.7. La dialéctica
3.7.1. Ediciones
3.7.2. Estudios
3.8. La dimensión del alma
3.8.1. Ediciones
3.8.2. Estudios
3.9. La música
3.9.1. Ediciones
3.9.2. Estudios
3.10. La vida feliz
3.10.1. Ediciones
3.10.2. Estudios
3.11. Soliloquios
3.11.1. Ediciones
3.11.2. Estudios
4. Apologéticas
4.1. La adivinación diabólica
4.1.1. Ediciones
4.1.2. Estudios
4.2. La Ciudad de Dios
4.2.1. Ediciones
4.2.1.1. Traducción de Antonio Roys y Roças
4.2.1.2. Traducción de José Cayetano Díaz de Beyral y Bermúdez
4.2.1.3. Traducción de Lorenzo Riber
4.2.1.4. Traducción de Francisco Montes de Oca
4.2.1.5. Traducción de Santos Santamarta del Río y Miguel Fuertes Lanero
4.2.1.6. Traducción de Rosa María Marina Sáez - Traducción de Ana Pérez Vega y Pablo Toribio Pérez
4.2.2.Estudios
4.2.2. 1. Generales
4.2.2.2. Fuentes e influencias
4.2.2.3. Biblia
4.2.2.4. Teología
4.2.2.5. Las dos ciudades
4.2.2.6. Filosofía
4.2.2.7. Política y sociedad
4.2.2.8. Historia
4.2.2.9. Paz
4.2.2.10. Juan Luis Vives, comentarista de La Ciudad de Dios
4.2.2.11. Relación con otros autores
4.3. La fe en lo que no vemos
4.3.1. Ediciones
4.3.2. Estudios
4.4. La utilidad de la crer
4.4.1. Ediciones
4.4.2. Estudios
4.5. La verdadera religión
4.5.1. Ediciones
4.5.2. Estudios
5. Dogmáticas
5.1. Cuestiones diversas a Simpliciano
5.1.1. Ediciones
5.1.2. Estudios
5.2. La fe y el símbolo de los apóstoles
5.2.1. Ediciones
5.2.2. Estudios
5.3. La fe y las obras
5.3.1. Ediciones
5.3.2. Estudios
5.4. La Trinidad
5.4.1.Ediciones
5.4.2. Estudios
5.5. Manual de fe, esperanza y caridad [=Enquiridion o Enchiridion]
5.5.1. Ediciones
5.5.2. Estudios
5.6. Ochenta y tres cuestiones diversas
5.6.1. Ediciones
5.6.2. Estudios
5.7. Respuesta a las ocho preguntas de Dulcicio
5.7.1. Ediciones
5.7.2. Estudios
6. Morales – Pastorales
6.1. La mentira
6.1.1. Ediciones
6.1.2. Estudios
6.2. Contra la mentira
6.2.1. Ediciones
6.2.2. Estudios
6.3. El combate cristiano
6.3.1. Ediciones
6.3.2. Estudios
6.4. La bondad de la viudez
6.4.1. Ediciones
6.4.2. Estudios
6.5. La bondad del matrimonio
6.5.1. Ediciones
6.5.2. Estudios
6.6. La catequesis a principiantes
6.6.1. Ediciones
6.6.2. Estudios
6.7. La continencia
6.7.1. Ediciones
6.7.2. Estudios
6.8. La paciencia
6.8.1. Ediciones
6.8.2. Estudios
6.9. La piedad con los difuntos
6.9.1. Ediciones
6.9.2. Estudios
6.10. La santa virginidad
6.10.1. Ediciones
6.10.2. Estudios
6.11. Las uniones adulterinas
6.11.1. Ediciones
6.11.2. Estudios
7. Monásticas
7.1. El trabajo de los monjes
7.1.1. Ediciones
7.1.2. Estudios
7.2. Regla a los siervos de Dios
7.2.1. Ediciones
7.2.2. Estudios
8. Exegéticas
8.1. Obras generales
8.1.1.La doctrina cristiana
8.1.1.1. Ediciones
8.1.1.2. Estudios
8.1.2. El espejo de la Sagrada Escritura
8.1.2.1 Ediciones
8.1.2.2. Estudios
8.2. Antiguo Testamento
8.2.1. Anotaciones al libro de Job
8.2.1.1. Ediciones
8.2.1.2. Estudios
8.2.2. Comentario al Génesis en réplica a los maniqueos
8.2.2.1. Ediciones
8.2.2.2. Estudios
8.2.3. Comentario literal al Génesis
8.2.3.1. Ediciones
8.2.3.2. Estudios
8.2.4. Comentario literal al Génesis (incompleto)
8.2.4.1. Ediciones
8.2.4.2. Estudios
8.2.5. Cuestiones sobre el Heptateuco
8.2.5.1. Ediciones
8.2.5.2. Estudios
8.2.6. Expresiones del Heptateuco
8.2.6.1. Ediciones
8.2.6.2. Estudios
8.2.7. Ocho pasajes del Antiguo Testamento
8.2.7.1. Ediciones
8.2.7.2. Estudios
8.3. Nuevo Testamento
8.3.1. Concordancia de los evangelistas
8.3.1.1. Ediciones
8.3.1.2. Estudios
8.3.2. Cuestiones sobre los Evangelios
8.3.2.1. Ediciones
8.3.2.2. Estudios
8.3.3. Diecisiete pasajes del Evangelio de Mateo
8.3.3.1. Ediciones
8.3.3.2. Estudios
8.3.4. El Sermón de la Montaña
8.3.4.1. Ediciones
8.3.4.2. Estudios
8.3.5. Exposición de algunos textos de la Carta a los Romanos
8.3.5.1. Ediciones
8.3.5.2. Estudios
8.3.6. Exposición de la Carta a los Gálatas
8.3.6.1. Ediciones
8.3.6.2. Estudios
8.3.7. Exposición incoada de la Carta a los Romanos
8.3.7.1. Ediciones
8.3.7.2. Estudios
9. Polémicas
9.1. Contra las herejías en general
9.1.1. Las herejías, dedicado a Quodvultdeo
9.1.1.1. Ediciones
9.1.1.2. Estudios
9.1.2. Contra priscilianistas, marcionistas y judíos
9.1.2.1. A Orosio, contra los priscilianistas y origenistas
9.1.2.1.1. Ediciones
9.1.2.1.2. Estudios
9.1.2.1.2. Réplica al adversario de la Ley y los Profetas
9.1.2.1.2.1. Ediciones
9.1.2.1.2.2. Estudios
9.2.1.3. Tratados contra los judíos
9.2.1.3.1. Ediciones
9.2.1.3.2. Estudios
9.3. Contra el arrianismo
9.3.1. Debate con Maximino, obispo arriano
9.3.1.1. Ediciones
9.3.1.2. Estudios
9.3.2. Réplica a Maximino, arriano
9.3.2.1. Ediciones
9.3.2.2. Estudios
9.3.3. Réplica al sermón de los arrianos
9.3.3.1. Ediciones
9.3.3.2. Estudios
9.4. Contra los maniqueos
9.4.1. Actas del debate con el maniqueo Félix
9.4.1.1. Ediciones
9.4.1.2. Estudios
9.4.2. Actas del debate con el maniqueo Fortunato
9.4.2.1. Ediciones
9.4.2.2. Estudios
9.4.3. La naturaleza del bien
9.4.3.1. Ediciones
9.4.3.2. Estudios
9.4.4. Las costumbres de la Iglesia y las de los maniqueos
9.4.4.1. Ediciones
9.4.4.2. Estudios
9.4.5. Las dos almas del hombre
9.4.5.1. Ediciones
9.4.5.2. Estudios
9.4.6. Réplica a Adimanto, discípulo de Manés
9.4.6.1. Ediciones
9.4.6.2. Estudios
9.4.7. Réplica a la carta de Manés, llamada del Fundamento
9.4.7.1. Ediciones
9.4.7.2. Estudios
9.4.8. Réplica a Fausto, el maniqueo
9.4.8.1. Ediciones
9.4.8.2 Estudios
9.4.9. Respuesta al maniqueo Secundino
9.4.9.1. Ediciones
9.4.9.2. Estudios
9.5. Contra los donatistas
9.5.1. Actas del debate con el donatista Emérito
9.5.1.1. Ediciones
9.5.1.2. Estudios
9.5.2. Carta a los católicos sobre la secta de donatistas (La unidad de la Iglesia)
9.5.2.1. Ediciones
9.5.2.2. Estudios
9.5.3. El único bautismo
9.5.3.1. Ediciones
9.5.3.2. Estudios
9.5.4. Mensaje a los donatistas después de la Conferencia
9.5.4.1. Ediciones
9.5.4.2. Estudios
9.5.6. Réplica a Gaudencio, obispo donatista
9.5.6.1. Ediciones
9.5.6.2. Estudios
9.5.7. Réplica a la carta de Parmeniano
9.5.7.1. Ediciones
9.5.7.2. Estudios
9.5.8. Réplica a las cartas de Petiliano
9.5.8.1. Ediciones
9.5.8.2. Estudios
9.5.9. Réplica al gramático Cresconio, donatista
9.5.9.1. Ediciones
9.5.9.2. Estudios
9.5.10. Resumen del debate con los donatistas
9.5.10.1. Ediciones
9.5.10.2. Estudios
9.5.11. Salmo contra la secta de Donato
9.5.11.1. Ediciones
9.5.11.2. Estudios
9.5.12. Sermón a los fieles de la Iglesia de Cesarea
9.5.12.1. Ediciones
9.5.12.2. Estudios
9.5.13. Tratado sobre el bautismo
9.5.13.1. Ediciones
9.5.13.2. Escritos
9.6. Contra los pelagianos
9.6.1. Pelagianismo en general
9.6.1. Actas del proceso a Pelagio
9.6.1.1. Ediciones
9.6.1.2. Estudios
9.6.2. Consecuencias y perdón de los pecados, y el bautismo de los niños
9.6.2.1. Edición
9.6.2.2. Estudios
9.6.3. El espíritu y la letra
9.6.3.1. Ediciones
9.6.3.2. Estudios
9.6.4. La gracia de Jesucristo y el pecado original
9.6.4.1. Ediciones
9.6.4.2. Estudios
9.6.5. La naturaleza y la gracia
9.6.5.1. Ediciones
9.6.5.2. Estudios
9.6.6. La perfección de la justicia del hombre
9.6.6.1. Ediciones
9.6.6.2. Estudios
9.6.7. Naturaleza y origen del alma
9.6.7.1. Ediciones
9.6.7.2. Estudios
9.6.8. Contra Juliano
9.6.8.1. El matrimonio y la concupiscencia
9.6.8.1.1. Ediciones
9.6.8.1.2. Estudios
9.6.8.9. Réplica a las dos cartas de los pelagianos
9.6.8.9.1. Ediciones
9.6.8.9.2. Estudios
9.6.8.10. Réplica a Juliano
9.6.8.10.1. Edición
9.6.8.10.2. Estudios
9.6.8.11. Réplica a Juliano, obra inacabada
9.6.8.11.1. Ediciones
9.6.8.11.2. Estudios
9.6.9.12. A los monjes de Adrumeto y de Marsella
9.6.9.12.1. El don de perseverancia
9.6.9.12.1.1. Ediciones
9.6.9.12.1.2. Estudios
9.6.9.12.2. La corrección y la gracia
9.6.9.12.2.1. Ediciones
9.6.9.12.2.2. Estudios
9.6.9.12.3. La gracia y el libre albedrío
9.6.9.12.3.1. Ediciones
9.6.9.12.3.2. Estudios
9.6.9.12.4. La predestinación de los santos
9.6.9.12.4.1. Ediciones
9.6.9.12.4.2. Estudios
10. Cartas
10.1. Ediciones
10.2. Estudios
11. Homiléticas
11.1. Comentarios a los Salmos
11.1.1. Ediciones
11.1.2. Estudios
11.2. Comentarios a San Juan
11.2.1. Tratados sobre el Evangelio de San Juan
11.2.1.1. Ediciones
12.2.2. Estudios
11.2.2. Tratados sobre la primera carta de San Juan
11.2.2.1. Ediciones
11.2.2.2. Estudios
11.3. Sermones
11.3.1. Sermones
11.3.1.1. Ediciones
11.3.1.2. Estudios
11.3.2. Sermón a los catecúmenos sobre el Símbolo de los apóstoles
11.3.2.1. Ediciones
11.3.2.2. Estudios
11.3.3. La devastación de Roma
11.3.3.1. Ediciones
11.3.3.2. Estudios
11.3.4. Sermón sobre la disciplina cristiana
11.3.4.1. Ediciones
11.3.4.2. Estudios
11.3.5. La utilidad del ayuno
11.3.5.1. Ediciones
11.3.5.2. Estudios
12. Obras atribuidas
12.1. Meditaciones, Soliloquios y Manual
12.1.1.Ediciones
12.1.1.1. Traducción de Ambrosio Montesino
12.1.1.2. Traducción de Pedro de Ribadeneira
12.1.1.3. Traducción de Vicente J. Arboleda
12.1.1.4. Traducción de Teodoro C. Madrid
12.1.2. Estudios
12.2. La Regla de la fe verdadera
12.2.1. Ediciones
12.2.2. Estudios
12.3. El espíritu y el alma
12.3.1. Ediciones
12.3.2. Estudios
12.4. Libro del amor a Dios
12.4.1. Ediciones
12.4.2. Estudios
12.5. La escala del Paraíso
12.5.1. Ediciones
12.5.2. Estudios
12.6. Combate entre los vicios y las virtudes
12.6.1. Ediciones
12.6.2. Estudios
12.7. Salterio. (Compuesto para su madre)
12.7.1. Ediciones
12.7.2. Estudios
12.8. Tratado sobre la Asunción de Santa María Virgen
12.8.1. Ediciones
12.8.2. Estudios
12.9. Debate entre la Iglesia y la Sinagoga
12.9.1. Ediciones
12.9.2. Estudios
12.10. Los dogmas de la Iglesia
12.10.1. Ediciones
12.10.2. Estudios
12.11. La vida cristiana
12.11.1. Edición
12.11.2. Estudios
12.12. Oración a la Virgen María
12.12.1. Ediciones
12.13. La Angélica
12.13.1. Ediciones
12.14. Suspiros
12.14.1. Ediciones
13. Obras perdidas de San Agustín
14. Catálogo de los libros, tratados y cartas de San Agustín, Obispo de Hipona, editado por San Posidio, Obispo de Calama
14.1. Edición
14.2. Estudios
15. Antología agustiniana
15.1. Obras traducidas por Manuel Fominaya
15.2. Textos espirituales
15.3. Pensamientos
15.4. Textos sueltos
5. Filosofía
1. Generales
2. Síntesis de filosofía agustiniana
3. Teodicea
3.1. La cuestión de Dios
3.2. Creación
3.3. Cristocentrismo
3.4. El problema del mal
3.5. Ateísmo
4. Metafísica
4.1. Ontología
4.2. Mundo
4.3. Espacio
4.4. Tiempo
5. Filosofía del conocimiento
5.1. Teoría del conocimiento
5.2. Teoría de la iluminación
5.3. Intuición
5.4. Memoria
5.5. Saber y sabiduría
5.6. Teoría de la sensación
5.7. Verdad
6. Corrientes filosóficas
6.1. Aristotelismo
6.2. Escepticismo
6.3. Estoicismo
6.4. Filosofía cristiana
6.5. Neoplatonismo
6.6. Pitagorismo
6.7. Platonismo
7. Antropología
7.1. Antropología agustiniana
7.2. Alma
7.3. Amor
7.4. Concupiscencia
7.5. Cuerpo humano
7.6. Existencia
7.7. El hombre agustiniano
7.8. Imagen de Dios en el hombre
7.9. Interioridad
7.10. Inquietud
7.11. Libertad
7.12. Muerte
7.13. Mujer
7.14. Naturaleza humana
7.15. Personalismo agustiniano
7.16. Voluntad
8. Filosofía del lenguaje
8.1. Dialéctica
8.2. Lenguaje
8.3. Signo, significado y comunicación
8.4. Retórica
8.5. Hermenéutica
8.6. El número, realidad y simbolismo
8.7. Teoría del lenguaje
8.8. Uso de términos
8.8.1. Acto y potencia
8.8.2. Cor
8.8.3. Logos
8.8.4. Nihil
8.8.5. Otium
8.8.6. Pondus
8.8.7. Regio
9. Filosofía de la ciencia, la historia y la cultura
9.1. Ciencia y astrología
9.2. Historia
9.3. Cultura
9.4. Humanismo
10. Pensamiento político y social
10.1. Doctrina social
10.2. Filosofía del derecho
10.3. Filosofía política
10.4. Guerra y paz
10.5. Justicia
10.6. Propiedad privada
10.7. Pobreza y riqueza
11. Ética y moral
11.1. Estudios generales
11.2. Ley natural y eterna
11.3. Felicidad
11.4. Pecado
11.5. Ética de la sexualidad
11.6. Pena de muerte
11.7. Suicidio
12. Filosofía del arte
12.1. Belleza
12.2. Estética
13. Otros temas de la filosofía agustiniana
6. Pedagogía y psicología
1. Proyecto pedagógico
1.1. San Agustín, educador
1.2. Educar en valores
1.3. Propuesta educativa agustiniana
2. San Agustín, Freud y la psicología
7. Teología
1. Estudios generales
2. Dios trinitario
3. Cristología
4. Espíritu Santo
5. Pecado original
6. Gracia
7. Salvación - redención - justificación – predestinación
8. Eclesiología
9. Mariología
9.1. Estudios generales
9.2. Inmaculada Concepción
9.3. Maternidad
9.4. Virginidad
9.5. Muerte e inmortalidad de María
9.6. María y la Redención
9.7. María y la Iglesia
9.8. Espiritualidad mariana
9.9. Culto y devoción
10. Sacramentos
10.1. Estudios generales
10.2. Bautismo
10.3. Reconciliación
10.4. Eucaristía
10.5. Matrimonio
10.6. Orden sacerdotal
11. Unidad y ecumenismo
12. Fe y razón
13. Esperanza
14. Caridad
15. Humildad
16. Teología pastoral, catequética y misionera
16.1. San Agustín, pastor
16.2. Liturgia
16.3. Inculturación
16.4. Pastoral agustiniana
16.6. Pastoral familiar
16.5. Teología misionera
17. Teología del martirio
18. Teología josefina
19. Escatología
20. Otros temas de teología agustiniana
8. Sagrada Escritura
1. San Agustín y la Biblia
2. Inspiración y revelación
3. Judíos y judaísmo
4. Interpretación de la Escritura
4.1. Exégesis agustiniana
4.2. Antiguo Testamento
4.2.1.Génesis
4.2.2. Salmos
4.2.3. Otros libros
4.3. Nuevo Testamento
4.3.1. Evangelios
4.3.2. Escritos paulinos
5. Milagros
9. Espiritualidad
1. Estudios generales
2. Búsqueda y encuentro con Dios
3. Oración
4. Padrenuestro
5. Contemplación
6. Teología espiritual
7. Lecturas espirituales
8. Panegíricos y sermones
9. Cartas pastorales
10. Monacato y vida consagrada
1. Monacato agustiniano
2. Comunidad fraterna
3. Castidad, pobreza y obediencia
4. Carisma Agustiniano
5. Vida religiosa agustiniana
6. Formación agustiniana
7. San Agustín y la Orden de San Agustín
11. Herejías y controversias
1. Estudios generales
2. Arrianismo
3. Donatismo
4. Maniqueísmo
5. Pelagianismo
6. Priscilianismo
12. Presencia y proyección de San Agustín
1. Estudios generales
2. Agustinismo político
2. Concilios
3. Papas
3.1. Gelasio I
3.2. San Gregorio I Magno
3.3. Pío XI
3.4. Juan XXIII
3.5. Pablo VI
3.6. Juan Pablo II
3.7. Benedicto XVI
3.8. Francisco I
4. Predicación
5. Siglos V - XV
6. Siglos XVI - XVIII
7. Siglos XIX – XXI
8. San Agustín y el existencialismo
9. Modernidad y postmodernidad
10. Relación con autores
10.1. San Isidoro de Sevilla
10.2. Liciniano de Cartagena
10.3. Elipando, metropolitano de Toledo
10.4. San Buenaventura
10.5. Santo Tomás de Aquino
10.6. Raimundo Lulio
10.7. Guillermo de Ockham
10.8. Gregorio de Rímini
10.9. Martín Lutero
10.10. Santo Tomás de Villanueva
10.11. Antonio de Honcala
10.12. Ignacio de Loyola
10.13. Bartolomé de las Casas
10.14. San Juan de Ávila
10.15. Santa Teresa de Jesús
10.16. Fray Luis de León
10.17. Francisco Suárez
10.18. Cornelio Jansenio
10.19. René Descartes
10.20. Blas Pascal
10.21. Pedro Calderón de la Barca
10.22. Nicolás Malebranche
10.23. Juan Lorenzo Berti
10.24. Emanuel Kant
10.25. Sören Kierkegaard
10.26. John Henry Newman
10.27. Marcelino Menéndez Pelayo
10.28. Miguel de Unamuno
10.29. José Ortega y Gasset
10.30. Adolfo Muñoz-Alonso
10.31. Martin Heidegger
10.32. Con otros autores
11. San Agustín y el arte
11.1. Imágenes, tallas y retablos
11.2. Pintura
11.3. Audiovisuales - DVD
Página de créditos
Aviso al lector
Desde la inquietud, como corresponde al corazón agustiniano, me propongo en esta ocasión la ampliación y actualización de la Bibliografía de San Agustín en Lengua Española (1502-2006), obra publicada en 2007, con la incorporación de las obras y estudios de
y sobre
el Hiponense, ahora en edición digital. Ni las partes o capítulos del citado libro (12), ni la organización del material se han visto alterados a la hora de redactar y completar las más de ocho mil fichas bibliográficas. Incluyo también, dado que no han perdido actualidad, el Prólogo
de Pedro Langa Aguilar, sobradamente conocido en el mundo de la agustinología, y mi Presentación
de la obra bibliográfica agustiniana, con la finalidad de situar en su contexto al novel lector. En Reseñas
agrupo, a modo de botón de muestra, algunos párrafos de cuatro recensiones de presentación y valoración del proyecto bibliográfico sobre San Agustín en castellano.
Tres son los objetivos, grosso modo, que persigo con esta nueva, ambiciosa e innovadora iniciativa. 1º) Orientar hacia la lectura, reflexión y estudio crítico, esmerado y profundo de San Agustín; 2º) Informar con claridad, método y exactitud de las obras y trabajos publicados referidos al Hiponense en la lengua de Cervantes; y 3º) Usar la edición digital para favorecer la difusión de BIBLIOGRAFÍA HISPÁNICA DE SAN AGUSTÍN.
El lector dispondrá, además, a primeros de cada año del e-pub actualizado, con la incorporación de los nuevos títulos, tanto de libros, tesis doctorales y monografías como de artículos de revistas y trabajos que sean publicados en actas de congresos, jornadas de estudios y simposios, nacionales e internacionales, bien en papel o bien en formato digital, referidos a San Agustín.
Rafael Lazcano
Prólogo, de Pedro Langa Aguilar
El fidelísimo y fidedigno San Posidio, primer biógrafo de San Agustín, con quien familiar y dulcemente convivió por espacio de cuarenta años, termina su famosa Vida del Santo al aire de esta reveladora súplica: «Encarecidamente ruego, pues, a quienes leéis este escrito, que deis conmigo gracias a Dios, y bendigáis al Señor, que me otorgó luz, voluntad y fuerza para contar estas cosas a presentes y ausentes en provecho de los hombres de hoy y de mañana». El juicio, además de luminoso, me parece de extraordinaria validez para los bibliógrafos, sin cuyo concurso la cultura sería menos cultura, o en todo caso más difícil de almacenar en este mundo intercomunicado de nuestros días. Ello se hace particularmente cierto, y por ende oportuno, en la personalidad del Obispo de Hipona, Padre y Doctor de la Iglesia sin duda el más grande. Y así lo viene a demostrar, por no salirnos del tema, el mismo capítulo bibliográfico.
Se ha dicho y vuelto a decir que la de San Agustín es bibliografía catalogable dentro de las cinco primeras del listado internacional, lo que da idea del enorme patrimonio de títulos que su persona y su obra cosechan al año. Repertorios como los de C. Nebreda, T. J. van Bavel, y Fichier Augustinien, por sólo citar tres de los ejemplos más notorios entre las fuentes impresas, y nada se diga ya de Internet, cuyo caudal de páginas se multiplica de día en día, dan buena cuenta de lo que afirmo. La gran aldea global en que ha venido a convertirse el planeta que pisamos conlleva la obligación de facilitar medios informativos que den cumplida respuesta a tan creciente demanda. Profesores, estudiosos, expertos, incluso lectores especializados en las diversas ramas del saber, no contentos con lo que sobre San Agustín fue ya dicho, siguen y siguen pidiendo más y más, bien de sus escritos en general, bien, tirando por lo particular, de celebérrimas obras suyas como La ciudad de Dios, La Trinidad, Las Confesiones, Regla a los siervos de Dios, Comentarios a los salmos, cartas, sermones, y tantos otros títulos de su extensa literatura por donde hallar al de Hipona inmortal y vivo.
De certificar lo que la cultura agustiniana supuso en el pasado y a día de hoy sigue suponiendo se encargan sobremanera los bibliógrafos del ramo, cuyos catálogos acaban en material de utilísima labranza para estudiosos del más variado signo intelectual y religioso. Los celebrados adelantos de la informática, sobre facilitar a los autores de monografías y artículos corte y confección de la obra en ciernes, suministran también a los bibliógrafos adecuada herramienta con que levantar acta de cuanto va llegando a las librerías. En este sentido, pues, son muy de aplaudir los ejemplos arriba puestos a propósito del rimero de obras y estudios agustinianos.
Pero en las respuestas a esa incesante demanda, o en lo que los inventarios bibliográficos agustinianos en alemán, francés, inglés, italiano y holandés ofrecen, nos asalta la desoladora evidencia de una laguna, puede que comprensible desde ciertos puntos de vista, mas de ninguna manera justificable desde los ineludibles requisitos de la ciencia en cuanto ciencia. Se trata de catálogos indudablemente válidos y por múltiples razones útiles y rigurosos, pero que en español adolecen, ya digo, de abundantes carencias, lo cual, tratándose de fuentes informativas del tenor aquí comentado, constituye, lo repetiré, un grave déficit. Porque la cultura, sea del color que sea, o dicho en clave lingüística, sea de la lengua que sea, cultura será siempre y, por tanto, para el estudioso que de tal se precie, debe contar. Impedir que ocurra, o hacer lo imposible por evitarlo, o simplemente dejar las cosas como están, es un fraude. Y parapetarse detrás del consabido «es que no existe bibliografía en español», además de burda mentira, se revela claro signo de indolencia intelectual. El presente volumen pone de manifiesto que bibliografía agustiniana en español, por fortuna, existe. Cuestión muy distinta es que los autores la utilicen o la omitan, en cuyo negativo supuesto el recensor, llegada la hora de la crítica, tendrá que denunciar la deficiencia.
Todavía recuerda uno confundido cuando en sus años universitarios de Roma comprobó que algún centro eclesiástico superior de la Urbe no consideraba el idioma español computable para el doctorado. Y con no menos estupor aún el día en que un ponente de habla hispana, renunciando a disertar ante un congreso internacional en la propia lengua, se arrancó el pobre con un francés deplorable. Calladito hubiera estado mejor. Vino a cumplirse en él lo que don José Ortega y Gasset apostilló un buen día que le ponderaban el poliglotismo de don Salvador de Madariaga, otros ponen a Sánchez Albornoz: «¡Ello quiere decir que es tonto en varios idiomas!». Y es que, como en la lengua materna, en ninguna. A los que le tachaban por sus obras en romance, o sea el castellano, y no en latín, Fray Luis dejó este aviso en la Dedicatoria de los Nombres de Cristo: «Piensan que hablar romance es hablar como se habla en el vulgo, y no conocen que el bien hablar no es común, sino negocio de particular juicio, así en lo que se dice como en la manera como se dice».
La inesperada queja del profesor Luis Alonso Schökel en la mañana del viernes 5 de mayo de 1995, durante su última lección pública en el Pontificio Instituto Bíblico, fue, en realidad, severa denuncia desde la cumbre de su magisterio exegético del escaso espacio que se concede a la lengua española en libros y catálogos bibliográficos. Ni el cardenal Pío Laghi, que presidía el acto, fue capaz de achicar la vía de agua que el ilustre profesor acababa de abrir. No le faltaba razón al padre Schökel. Ahora mismo, por ejemplo, el español cuenta bien poco, o nada, en el monumental y plurilingüe Augustinus Lexikon, diccionario en curso de publicación, algunas de cuyas voces, por cierto, van saliendo casi descalzas de bibliografía española, lo cual constituye todo un lamentable defecto imputable también al Diccionario de San Agustín. San Agustín a través del tiempo (2004), cuya versión española yo mismo reseñé para Religión y Cultura, extremo que apunta el autor de esta Bibliografía. Tampoco a Francisco Umbral, en fin, se le ha destemplado la pluma escribiendo que «somos un idioma mucho más movedizo y elocuente que el inglés», de suerte, pues, que «el español puede mantener su paridad en el mundo porque es más claro, más explicativo, más literario, más palaciego y más esquinero que el otro». No es casualidad, por eso, que académicos de la Real Academia Española como Luis María Anson, más podría yo citar, se hayan preocupado de censurarlo una y otra vez.
Los sucesivos congresos internacionales de la lengua española han puesto de relieve la trascendental importancia que este bello idioma de Cervantes reviste en el panorama cultural del mundo. Y si descendemos al plano de la religión su interés entonces se duplica, puesto que el ochenta por ciento de las naciones de mayoría católica son de colonización o evangelización española, desde las Filipinas en Extremo Oriente, pasando por la Guinea africana, hasta terminar en el grandioso México. Cuatrocientos millones largos de católicos hoy son hispanohablantes, y el idioma más extendido con mucha diferencia en el orbe católico es el español, ese universal y ecuménico español de Pablo Neruda, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Camilo José Cela, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Sor Juana Inés de la Cruz y Mario Vargas Llosa, el mismo que no menos de treinta y cuatro millones de hispanohablantes cultivan hoy en los Estados Unidos, donde pasan ya del centenar las universidades que lo tienen como asignatura obligatoria.
Denunció en su día Fernando Lázaro Carreter, director entonces de la Real Academia de la Lengua y uno de los lingüistas más prestigiosos de España e Hispanoamérica en el siglo XX, que los problemas hoy al acecho del español se concentran mayormente en la llamada globalización, el cosmopolitismo lingüístico, las tecnologías y el impacto de lo audiovisual. El idioma está sometido a conmociones desconocidas en pasadas épocas, y es natural que si lo hablan centenares de millones de seres humanos, se filtren también al hacerlo numerosos peligros de malformación y, consiguientemente, de futura fragmentación. Contribuir a mantenerlo firme y sólido y en su primitiva pureza idiomática es favorecer toda una torrentera de vida, de la que el idioma es portador. Al fin y al cabo, cuanto más se ahonda en su estudio y se descubren testimonios más remotos de sus primeras fijaciones escritas, más evidente se acredita su filiación como lengua vascorrománica, heredera de aquel sonoro latín que el Obispo de Hipona tan brillantemente manejó en su escritorio y desde su cátedra. El primer idioma vernáculo, al menos en cuanto a ediciones modernas se refiere, al que todo San Agustín ha llegado vertido es precisamente el español, gracias, de justicia es decirlo, a los esfuerzos mancomunados de la Federación Agustiniana Española (Fae) y de la Biblioteca de Autores Cristianos (Bac), que han sabido coordinar y proseguir y estimular los estudios teológico-patrísticos de un plantel de agustinos y agustinólogos dispuestos a que semejante proyecto logre sus más ambiciosas metas.
Quiérase o no, la bibliografía internacional, por supuesto que a causa del citado crescendo lingüístico, va cobrando también coloraciones de este idioma cercano al chino, al inglés y al hindi, primeros ellos de una larga lista. Más que simples indicios, se trata de puras evidencias, cada vez más intensas y, por tanto, más delatoras también de ese paupérrimo y lagunoso pasado, hoy de todo punto imperdonable, en archivos y recopilaciones de bibliografía. El español es uno de los cinco idiomas oficiales de la Onu que lleva camino de convertirse, para el año 2050, en el de más de 550 millones. Privar, pues, a tanto ser humano de conocer mediante la propia lengua, esa lengua materna que suele abrirse camino con los primeros balbuceos de la niñez, al gran San Agustín de Hipona indica, en quien esto consienta, muy poco sentido común y un claro síntoma de estar viviendo fuera de la realidad. Por echar mano de la frase manida en esta época posmoderna: equivale a padecer daltonismo de cultura en dosis capaz de dejarle a uno inhabilitado para leer los signos de los tiempos en la república de las letras. Publicar, por el contrario, en español es apostar fuerte por el futuro, subirse al carro de los ganadores y convertirse en el servidor de cultura para una muchedumbre millonaria de hispanohablantes. De ahí que, ya tratándose de bibliógrafos, especialistas en ciencias sagradas, filósofos, filólogos y teólogos, ya de autores del humano saber en general, se vuelva ineludible dispensar exquisito cuidado y mimo sin límites a esta privilegiada lengua, llamada en los próximos siglos a difundir por doquier la sólida y profunda doctrina del Hiponense, aquel malabarista del latín, aquel Augustinus afer, prodigio de africanidad y universalidad a la vez y, según apuntó en frase feliz el Congreso agustiniano de Hipona en 2001, representante célebre el que más de la Iglesia católica y de la literatura religiosa de lengua latina, ilustre númida y arquitecto de un partenón literario.
Ha sido perspicacia del profesor Rafael Lazcano, en quien es antigua la preocupación por la bibliografía y sus servicios teológicos y culturales, advertir esto a tiempo. La tarea del bibliógrafo, nunca lo bastante valorada, consiste ante todo en buscar, seleccionar, ordenar, clasificar y, como si de pan bien horneado hablásemos, servir la copiosa cosecha de sus indagaciones al gran público, en esta ocasión el hispanohablante. Y quien dice gran público hispanohablante, dice sobre todo profesores y alumnos y especialistas en las ramas de Filosofía, Teología y Sagrada Escritura y, esta vez de modo muy particular, patrólogos y agustinólogos. Porque no viene el profesor Lazcano a restarle interés a nada ni a nadie, sino a sumar enteros. No es poda o eliminación de ningún género lo que con su obra pretende, sino añadidura y claridad y complemento y plenitud. En el reino de la cultura, igual que en el de los cielos, hay sitio para todos. Basta querer, entregarse, cooperar. Se venía echando en falta una obra así. A las razones anteriores podrían incluso añadirse otras de parecida índole cultural y religiosa, entre las que no sería la menor el evidente enriquecimiento que estas páginas han de reportar a las ya conocidas de otros catálogos.
Rafael Lazcano ha conseguido con este denso y bien trabado volumen una bibliografía agustiniana verdaderamente panhispánica. Recoge dentro de sus páginas, bien ordenada y clasificada en apartados y subapartados con arreglo a criterios científicos que él domina a las mil maravillas, la torrencial bibliografía desparramada en ocasiones hasta por los más inverosímiles cauces. Bibliografía más o menos general y particular, que de todo hay, aunque incompletas a la postre una y otra y, por ello mismo, con harta frecuencia utilizada forzosamente no más que de modo circunstancial y punto menos que anecdótico. Sería pueril ahora, insisto por eso, decir del estudio que sale a la luz que viene a desterrar a otros de parecido temple científico, aunque de distinta lengua. Y sería igualmente ruin suponer que entre las intenciones del autor anide la del oscuro propósito de invalidar a los que ya existen. Que la cosa desde luego no lleva esos derroteros, lo deja entrever la misma Presentación.
Rafael Lazcano, por otra parte, no es nuevo en tales exploraciones. Tiene por estas latitudes editoriales a sus espaldas mucha singladura y no poco remo en mar abierta: bibliotecas, librerías, ferias del libro, almacenes, revisteros, viajes virtuales y reales por España y el extranjero. Se ha pasado las horas muertas, como se suele decir, surcando mares de consulta viva. Navega empuñando el timón de su barca-ordenador con seguridad y oficio, con la experiencia que le brinda su cuaderno de bitácora, ya utilizado en precedentes aventuras por idénticas aguas bibliográficas, aunque puede que poniendo rumbo hacia distinto puerto editorial. El suyo es nombre bien conocido entre los bibliógrafos españoles. Ahí están para corroborarlo sus publicaciones en la Colección Guía Bibliográfica, de la Editorial Revista Agustiniana: estudios que cantan por sí solos, como Fray Luis de León. Bibliografía (1990), Panorama bibliográfico de Xavier Zubiri (1993), revisado y actualizado en Repertorio bibliográfico de Xavier Zubiri. The Xavier Zubiri Foundation of North America (Washington, DC 2006). De 1993, su monumental Bibliographia Missionalia Augustiniana –America Latina- (1533-1993), y de 2001 Benito Arias Montano: ensayo bibliográfico. Fuera ya de dicha colección, aunque no de la revista, el oportuno y conmemorativo estudio «J. H. Newman en la cultura de lengua castellana. Publicaciones aparecidas a lo largo de una centuria (1890-1990)». Ahora mismo, y luego de haber publicado «Santo Tomás de Villanueva: Bibliografía», en Isaac González Marcos (ed.), Santo Tomás de Villanueva. 450 aniversario de su muerte. VIII Jornadas Agustinianas (2005), «Bibliografía orozquiana», en Alonso de Orozco, Obras Completas. I. Obras castellanas (BAC Maior-Biblioteca Clásica 65) [2001], que él mismo coordina, y la monografía de los Agustinos españoles escritores de María (2005), lleva entre manos la reedición de la España Sagrada, del padre Enrique Flórez. Sus años dirigiendo la Revista Agustiniana y la homónima Editorial dejaron en él sobrada experiencia como para acometer con garantía el pilotaje de una y otra. Durante los años 1986-97 se preocupó de subir a proa la «Información bibliográfica sobre San Agustín en castellano», de cuyo quehacer, ampliado luego con laudable tesón durante no menos de tres años y medio, sale ahora hecho gozosa realidad el presente volumen.
Estas páginas que ven la luz están llamadas a tener amplia difusión, pues son muchísimas las personas interesadas en los problemas bibliográficos, y numerosos también los escritores con aliento en literatura patrística y agustiniana, especialmente en lo atingente al mundo panhispánico. Será de igual suerte, al emprender un estudio riguroso, una tesis, una conferencia, un artículo, motivo de obligada consulta y previo asesoramiento de los estudios aquí recogidos. Su aportación a la lengua española servirá de acicate para que quienes se abastecen sobremanera de ella secunden sus prestaciones, como ahora se dice, y no dejará de haber por ahí abundantes ojos que vigilen y se preocupen de comprobar si está o no está en sus páginas tal o cual título cazado al azar, producto tal vez de otras escaramuzas investigadoras. Se me abre así la posibilidad de venir a otro asunto de cerca relacionado con los de la consulta y el manejo: aludo, claro es, a las ediciones y actualizaciones que la obra pueda tener en el futuro.
Cabe esperar que a esta primera edición sigan otras que se encarguen de actualizarla y mejorarla con ayuda siempre de oportunas sugerencias, pertinentes correcciones y sagaces puntualizaciones de la crítica, que vendrán sin duda, y bien venidas sean, por cierto, pero a la vez, y sobre todo, gracias al mantenido empeño, así lo espero, del autor. En definitiva, y echando mano del rigor científico, un elenco bibliográfico nunca puede considerarse concluido. Diríase que precisamente en su carácter puntual e inacabado va metida, como rejón de muerte que es vida, su perfección perfectible. Esta primera edición, pues, reúne todas las notas propias de un feliz proyecto hecho ya realidad, y ofrece agrupado por primera vez cuanto se ha dicho y escrito sobre San Agustín en letras de imprenta y en la hermosa lengua de Cervantes.
En tal sentido, el libro ha de ser buena herramienta de trabajo para los amigos y estudiosos del santo Doctor, sí, pero a la vez, sólido argumento con el que hacer ver al mundo de la inteligencia en general, y a los agustinólogos en particular, sean del país que sean, que existe una gran reserva cultural agustiniana en español digna de ser tenida en consideración. Muchos trabajos, libros y artículos, escritos en dicha lengua están a día de hoy, no obstante su incuestionable calidad, siendo preteridos o desdeñados con el rácano pretexto de que no existen. Tal vez esta obra sirva por lo menos para que algunos terminen de abrir los ojos a la realidad y se colmen así lagunas nunca justificables ni admisibles.
Todo lector que aplique su lupa crítica sobre la muchedumbre de estudios aquí recopilados caerá pronto en la cuenta de cuáles han sido los rumbos preferidos por los autores de habla hispana, ya estudiando temas, ya analizando obras. Salta bien a la vista, por ejemplo, la subida cantidad de versiones al español que han tenido las inmarcesibles Confesiones. Dígase otro tanto de la emblemática Regla a los siervos de Dios, vivida durante la historia de la Iglesia por más de cuatrocientas familias religiosas, amén de numerosos estudios que sobre el monacato aparecieron por la segunda mitad del siglo XX ayudando a esclarecer extremos hasta entonces controvertidos en torno a su datación, su historia y sus destinatarios. No les van a la zaga las ediciones, bilingües o sólo vernáculas en español, de La ciudad de Dios. Aliento al lector a que repase cuidadosamente la Presentación: le brindará detalles como los que aquí apunto y sobre los que eludo extenderme ahora para no alargar demasiado el Prólogo. Sí quisiera, pese a ello, hacer una excepción a propósito de los pocos estudios en torno a las figuras juntas de San Agustín y don José Ortega y Gasset, siendo así que componen un filón apasionante.
Mi estrecha amistad con el padre Félix García, gran amigo a su vez del autor de La España invertebrada, me consintió recabar en su día datos de primera mano sobre los últimos meses del filósofo. Desde la perspectiva que me ofrece aquella privilegiada información, con detalles que tal vez nadie más conozca a día de hoy, he venido comprobando estos decenios de qué modo tan irrespetuoso y frívolo se ha llegado a entender a veces la presencia del célebre sacerdote y escritor agustino junto a su amigo. Sólo desvelaré aquí algo que atañe al asunto central del Prólogo. El padre Félix me informó con minuciosidad, entre otras cosas, de los sentimientos de Ortega hacia San Agustín durante aquellas últimas semanas. Sentimientos que, a medida que él se fue adentrando en su lectura, derivaron de la fría superficialidad hacia una mirada interior, profunda, cordial, íntima, en paciente coloquio / soliloquio con el genial Neoplatónico de Tagaste. Y he dicho lectura, porque fue el mismo padre Félix García quien proporcionó al maestro el tomo V de las Obras completas de San Agustín, editadas por la BAC, o sea el de La Trinidad, cuya versión, introducción y notas habían corrido a cargo del también agustino padre Luis Arias. La impresión que aquel encuentro intelectual produjo en el autor de La rebelión de las masas fue deslumbrante. Hasta el punto de que se puede asegurar sin miedo que San Agustín, a través de La Trinidad, libro IX en adelante a fuer de preciso, y más en concreto aún por la predicha versión española, es clave para entender el justo contexto de sus últimos momentos. Horas después de su muerte aquel 18 de octubre de 1955, sobre la mesa escritorio del filósofo destacaba un libro abierto por las páginas en que lo había dejado el maestro antes de emprender el viaje sin retorno: era el mencionado tomo agustiniano de La Trinidad. «Puedo asegurarte –me decía el padre Félix comentando estas cosas, y me lo decía como quien cierra con broche de oro la hermosa historia de una extraordinaria figura del pensamiento- que Ortega en sus horas finales fue, en cierto modo, una conquista de San Agustín».
Ojalá esta nueva Bibliografía del profesor Rafael Lazcano resulte obra de muchos lectores, ya que no deja de ser sino el laborioso acopio de autores sin fin, aquí agrupados y clasificados por uno solo, quien, para salir airoso de la prueba, no ha tenido más remedio que hacerse primero él mismo incansable y avisado y diligente lector. De adverarse mi deseo, tendríamos ante los ojos la clara señal de que tanto esfuerzo suyo ha valido la pena. Le felicito cordialmente, pues, por el minucioso y esmerado y paciente trabajo de recopilación, selección, clasificación y publicación de esta obra, buena prueba de su alma agustiniana. Consultas ha de tener, seguro, y reflexiones que ayuden a mejorarla no le han de faltar. Lo importante es que de tanta consulta y de tanta lectura se derive parecido estado de ánimo al de San Agustín cuando en la carta 40 escribe a San Jerónimo: «Si te conoces cabalmente, porque ves tu alma, también yo la he visto un poco en tus escritos, en los cuales bendigo a Dios, que te hizo como eres para ti, para mí y para todos los hermanos». Espero que quienes se beneficien de este libro lo estimen de utilidad también por cuanto deja traslucir la cita del Hiponense.
Pedro Langa Aguilar
Presentación
Agustín de Hipona (354-430) continúa despertando interés después de más de 1650 años de su nacimiento. Excepcional es su figura y también su patrimonio cultural. Su genio literario y humano sigue proyectando luz a la humanidad del tercer milenio. Toda su experiencia humana, intelectual y religiosa está derramada en sus escritos, y principalmente en Las Confesiones. La búsqueda apasionada de la verdad fue su actitud vital. Vivió entre el paganismo y la decadencia romana, como bien refleja en La Ciudad de Dios. La producción de su ingenio abarca todos los campos de la cultura humana: filosofía, teología, historia, arte y literatura. Sus obras no han parado de leerse desde su muerte y los estudios que tratan de interpretar y comprender su pensamiento siguen creciendo con el paso de los días.
Necesidad de la bibliografía
Es una realidad incuestionable que durante la última centuria los estudios de divulgación e investigación del Obispo de Hipona y su pensamiento han sido muy notables. Tantos y tan variados escritos existen sobre San Agustín que tal vez dificulten acercarse como es preciso a su figura. Por eso es hoy más necesaria que nunca una obra que informe fehacientemente de qué se ha escrito, quién lo ha escrito, dónde y cuándo se ha publicado. Obra bibliográfica que a su vez deje constancia de aquellas lagunas que todavía quedan por colmar en el estudio y conocimiento de la obra agustiniana. Estas y otras cuestiones se formularán a buen seguro la mayoría de quienes desean acercarse a la vida y obra del Hiponense, bien sean lectores, estudiosos o investigadores. De ahí que cualquier estudio sistemático, incluso de meramente aproximativo, de la figura de San Agustín requiera en primer lugar una certera orientación bibliográfica.
Sólo el hecho de pensar en un ensayo bibliográfico sobre un personaje de la categoría intelectual del Príncipe de la sabiduría significa, como poco, abandonarse a una tarea prolija y arriesgada. Prolija por la intensa y diversificada búsqueda de referencias bibliográficas. Arriesgada por la dificultad que entraña una bibliografía tan desperdigada y multidisciplinar. No obstante, la falta de una obra que ofrezca el panorama bibliográfico de San Agustín en lengua española me motivó para la preparación y desarrollo de un nuevo proyecto bibliográfico.
Ociosa tarea me parece justificar a estas alturas la importancia de la documentación bibliográfica. Todos coincidimos a la hora de reconocer en ella una obligada fuente de consulta para emprender estudios de carácter histórico y doctrinal sobre cualquier área del saber. Y todos, asimismos estamos de acuerdo en que conocer los progresos a los que se ha llegado en una determinada materia, tema o asunto, informarse de las líneas de desarrollo que siguen otros colegas que trabajan en el mismo campo del pensamiento agustiniano, estar al tanto de las aportaciones que en el contexto cultural hispano se han dado, y se siguen dando, a las cuestiones tratadas por San Agustín, son actuaciones lógicas que ponen las bases para el éxito de todo futuro proceso investigador e innovador.
San Agustín en español, del siglo XVI al XXI
Las obras del Genio de Europa influyeron en sus contemporáneos y lo han seguido haciendo durante las sucesivas generaciones de Occidente. Dos grandes figuras del pensamiento como San Isidoro de Sevilla y Santo Tomás de Aquino, leyeron a menudo y estudiaron y citaron de continuo al Doctor de la gracia. Con el nacimiento de la imprenta la obra agustiniana adquiere mayor alcance, sobre todo en lo referente a su difusión. De Civitate Dei fue la primera obra impresa de San Agustín. Publicada en Subiaco, en las proximidades de Roma, por Conrado Sweynheym y Arnoldo Pannartz en el año 1467. En latín apareció también la primera opera omnia impresa del Obispo de Hipona. Esta vez en Basilea. Fue una selección de la obra agustiniana en 5 volúmenes. El primero vio la luz en 1489, en los talleres tipográficos de Juan Amerbach. Poco tiempo después dio comienzo la traducción al castellano de las obras agustinianas, si bien no tuvieron auge hasta pasados los primeros decenios del siglo XVI, puesto que por entonces circulaban en España un centenar de ediciones en latín, lengua bien conocida por humanistas, clérigos y teólogos. Además, la Inquisición española estaba encargada de vigilar incansablemente para que los textos de San Agustín que humanistas, erasmistas y reformadores reivindican en apoyo de sus tesis, no fueran traducidos a lengua vulgar. Más todavía se acentuó el control del pensamiento agustiniano cuando se censuraron las notas y comentarios de Erasmo y Juan Luis Vives con textos del Águila de los doctores, o cuando fueron condenadas las obras de Erasmo y Lutero.
Antes de concluida la primera década del siglo XVI tan sólo están impresos dos tomos de obras del Hiponense. El primero salió en Sevilla en el año 1502. Era la primera edición en castellano de algunos Sermones de San Agustín. Su composición e impresión se hizo en el taller tipográfico regentado por Juan Pegnitzer y Magno Herbst. Siete años después (1509) se publica el segundo libro en español atribuido a San Agustín. El impresor Diego de Gumiel, instalado en Valladolid, edita la traducción de Ambrosio de Montesinos a tres tratados atribuidos al Obispo de Hipona, y publicados bajo el título Las Meditaciones, Soliloquios y Manual del bienaventurado Sant Augustin, Obispo de Hypponia.
Desde entonces a esta parte San Agustín no ha dejado de ser leído en español. Tampoco debieron de ser escasos los primeros lectores, ya que la traducción citada de Montesino alcanzó nada menos que dieciocho ediciones a lo largo del XVI, y de este modo también la influencia del autor de Las Confesiones se acentuaba en el mundo universitario. Además, como la devoción popular entre los fieles era creciente, el 5 de abril de 1515 el papa León X declaró festivo el día de San Agustín.
El Santo del corazón continúa interesando a los intelectuales. Los nuevos estudios que sobre él afloran durante los siglos XVI al XIX lo hacen en latín. Durante este espacio de tiempo, contados son los autores que escribieron en la lengua de Cervantes, excepción hecha de las ediciones a las obras más famosas del Santo, Las Confesiones, con más de sesenta ediciones contabilizadas; y La Ciudad de Dios, con nueve ediciones, obra traducida por Antonio Roys y Rozas. Tampoco faltaron las ediciones de las obras devocionales atribuidas al Santo Doctor, como lo son los casos de Suspiros, con trece ediciones; y de Meditaciones, Soliloquios y Manual, con diecinueve ediciones. Aún así, el texto más editado en castellano ha sido la Regla de San Agustín, que supera ampliamente las cien hasta finales del siglo XIX. Es éste un hallazgo entre otros muchos que se alojan, como a hurtadillas, en el presente trabajo de investigación bibliográfica.
A mediados del siglo XVIII destaca la labor del agustino Manuel Fominaya, quien tradujo todo San Agustín al castellano, excepto La Ciudad de Dios, las obras antidonatistas, las de carácter exegético y las de predicación. Las traducciones no fueron publicadas y se conservan inéditas en la Biblioteca Nacional de Madrid, manuscritos 12.436 y 12.437.
Los estudios agustinianos en el siglo XX tardaron en hacer acto de presencia en español. Cuando estaba para finalizar la anterior centuria se constata la carencia de estudiosos y divulgadores de la vida y obra de Agustín de Hipona en las provincias agustinianas de España, consecuencia directa de la Desamortización de Mendizábal. Hubo que esperar al nacimiento de la Revista Agustiniana en 1881 para que el estudio e investigación de San Agustín resurgiese en el panorama cultural español. Esta misma publicación, luego denominada La Ciudad de Dios desde 1887, será un cauce amplio y fecundo de difusión agustiniana a lo largo de todo el siglo XX. De forma particular, en los años cincuenta se producirá un auténtico renacimiento agustiniano en la literatura filosófica, teológica y espiritual. Un hito de singular relevancia tuvo lugar en 1956 con la fundación de Avgvstinvs¸ revista de carácter científico dedicada al estudio de San Agustín. Otra fecha decisiva para este renacimiento fue la publicación, en la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), del primer tomo de las Obras Completas de San Agustín, en edición bilingüe, latín y castellano. El proyecto comenzó en 1944 y fue concluido con la publicación del tomo XLII en el año 2002. De este modo, el legado del Hiponense se perpetúa, y sus 113 libros, 247 cartas y más de quinientos sermones pueden leerse en el idioma castellano.
Por lo demás, tres han sido los momentos en el siglo XX cuando se constata un notable incremento de estudios agustinianos, y que corresponden a tres centenarios. El de la muerte (1930), nacimiento (1954), y conversión (1986) de San Agustín. En estas tres ocasiones se organizaron congresos científicos y actos académicos, jornadas de estudios y reflexión, cuyas conferencias y trabajos están publicados en libros, revistas y monografías de gran calado cultural.
Proyecto bibliográfico
El volumen que ahora tienes entre tus manos intenta ofrecerte una información completa de lo que se ha escrito en lengua española sobre el Padre de los padres. Quiere ser una muestra clara de la presencia de San Agustín y el pensamiento agustiniano, fruto del trabajo de autores y editores, de profesores experimentados en la docencia, pero también en el manejo de la pluma; de poetas, artistas y escritores. Esta intensa actividad en torno a la figura del Doctor de doctores, ceñida al idioma castellano, se ha realizado principalmente en España y en el mundo hispanoparlante.
Quizá parezca este proyecto bibliográfico, a todas luces, desmesurado y demasiado ambicioso, y por lo tanto, imposible de realizar por una sola persona, pues se trata de abarcar el vasto espacio de la difusión cultural de Agustín en español. Lo cierto es que durante su preparación me he ido cerciorando de que la labor del bibliófilo se asemeja a la de un detective. Sí, a un detective que busca investigando aquellas referencias bibliográficas apropiadas a un tema concreto, a un personaje, a una época, a un acontecimiento particular. Ahora bien, para que el resultado sea exitoso se requiere una curiosidad nada común para prestar atención a toda clase de publicaciones: catálogos bibliográficos y de imprentas; revistas, periódicos y seminarios; libros, colecciones, tesis doctorales, homenajes, misceláneas y actas de congresos y jornadas de estudios. También se requiere la visita asidua a bibliotecas, archivos y hemerotecas para consultar sus fondos bibliográficos y documentales. Al final, miles de horas en bibliotecas y archivos, cientos las dificultades sorteadas hasta conseguir, como el buen detective e investigador, fijar con exactitud el mayor número de referencias bibliográficas, en este caso, de y sobre San Agustín en español, y esparcidas en un arco temporal muy extenso, nada más y nada menos que quinientos años.
Así, pues, el objetivo que persigo no es otro que informar al lector (investigador, profesor, alumno) sobre las publicaciones (libros, revistas, actas, tesis, boletines, repertorios, bibliografías) que tratan sobre San Agustín, su tiempo, su vida y su obra en sí misma y a través de los últimos cinco siglos. En realidad, este libro bibliográfico ha sido elaborado con criterio de máxima amplitud. En cada una de sus páginas se registran las entradas que hay de San Agustín en español, poniendo el material reunido en el lugar que le corresponde dentro del esquema general trazado y a tenor del asunto tratado, contenido y valor de cada referencia bibliográfica.
La presente obra ofrece gran abundancia de estudios de la vida, obra y pensamiento del obispo de Hipona publicados en español, y en su gran mayoría, escritos por estudiosos hispanoparlantes, aunque también están recogidos artículos y libros traducidos al español de otras lenguas modernas, principalmente del inglés, francés e italiano. Esta obra bibliográfica agrupa publicaciones agustinianas en lengua española, muchas de ellas de gran calado intelectual, pero también los escritos ocasionales y de mera divulgación, que a simple vista no ofrecen mayor interés. La paja y el grano aquí van juntos. Esta verdad es de fácil comprobación y distinción, más si cabe entre estudiosos y especialistas del Hiponense. Por este motivo, la presente bibliografía me parece que ha de resultar todavía más útil y necesaria, pues en medio de la selva de datos y de fichas, abre caminos sin esconder otros, lo que posibilita nuevas opciones sin ocultar la existencia de otras. A fin de cuentas, toda bibliografía con pretensión de ser integral pasa por reunir todo lo publicado, sin prejuicios ideológicos ni atajos que extravíen al principiante, con el ánimo de facilitar al lector, estudioso e investigador su labor, ahorrándole tiempo y sobre todo consultas más bien inútiles.
Después de todo, será preciso reconocer que los progresos en la agustinología moderna no son idénticos en todas las partes del mundo globalizado, aunque se constate que el número de personas con estudios superiores sea más elevado en las últimas décadas, pues todavía sigue siendo una realidad que la importancia de un estudio, impreso en forma de artículo o libro, varía según el nivel cultural de donde proviene. Así, por ejemplo, un estudio aparecido en Latinoamérica tiene una finalidad y valor muy diferente de otro publicado en Francia, Alemania, Italia y España. Tanto es así que varios trabajos publicados en español fuera de Europa han pasado inadvertidos para los occidentales y, sin embargo, han sido de capital importancia para otras culturas y latitudes.
Con excesiva frecuencia los críticos de lengua castellana delatan la ausencia que siguen mostrando los agustinólogos que escriben en inglés, francés y alemán en lo referente a los estudios de San Agustín publicados en español. Su desconocimiento en lo referente a los estudios en castellano es llamativo, lo que da pie a que realicen afirmaciones atrevidas y, por ende, gratuitas sobre importantes cuestiones de agustinología, y que sin embargo han sido tratadas con meridiana claridad, rigor y profundidad por afamados especialistas en San Agustín en el idioma español. De ahora en adelante, es decir, con la publicación de esta obra, más que de vacíos bibliográficas de muchos sabios
agustinológos, quizá habría que hablar de intencionados olvidos hacia autores y estudios de sobresaliente altura intelectual editados en español.
Estructura de la obra
Una vez adelantadas algunas claves con las que interpretar adecuadamente la obra que presento, no me queda sino señalar de forma breve la distribución y ordenación de la materia por capítulos y según su contenido. Pero antes de proceder ello, he de precisar al lector que cada entrada bibliográfica incluye los datos básicos y necesarios para su localización. Autor, título, nombre de la revista, volumen, año y páginas, cuando se trata una revista; si es libro, autor, título de la publicación, colección, de tenerla, editorial, lugar de edición, fecha, y páginas. Por lo demás, cada referencia bibliográfica lleva un número para su identificación. Los autores figuran en orden alfabético de apellidos y nombres, y la producción de cada autor se ofrece en orden cronológico.
El material bibliográfico comprende una docena de capítulos. El primero de ellos corresponde a las Fuentes bibliográficas. Aquí están agrupados títulos con referencia, tanto impresa como informática, de noticias sobre San Agustín en castellano. Algunas veces ofrecen también estas mismas fuentes resúmenes de obras referidas a trabajos agustinianos. Como podrá apreciarse las fuentes de información han sido muy diversas. Bibliografías generales y especializadas, tipobibliografías, catálogos de imprentas y especiales, diccionarios y enciclopedias. La segunda sección de este capítulo ofrece algunas direcciones de páginas web en donde se encuentran bases de datos con información y documentación bibliográfica de San Agustín. Ésta es, sin duda, la más clara utilidad de internet. Una vez localizada una obra se puede acceder, en muchos casos, a su consulta mediante el préstamo interbibliotecario.
Los libros de actas de congresos, homenajes y obras de miscelánea, que ocupan el segundo capítulo, corresponden a publicaciones con diversidad de estudios, así como diferentes enfoques y tratamientos temáticos, y que conforman con distintas caras una misma realidad: San Agustín, ayer y hoy. Cuando el nombre del editor, director, coordinador o compilador figura al frente de la publicación así se hace constar. De lo contrario, tan sólo se menciona el título y los demás datos bibliográficos que identifican la obra. Los capítulos, trabajos o artículos que contienen este tipo de obras, siempre y cuando traten sobre el Santo, van indicados en los apartados que les corresponde a tenor de la temática que abordan en sus respectivas páginas.
El tercero recoge las referencias bibliográficas de la vida de San Agustín. Es uno de los mejor estructurados del libro, con 28 secciones, tres de ellas con sub-secciones, lo que permite directo acceso a los aspectos de interés para el lector. Comienza con el apartado Estudios generales, y le sigue África en tiempo de San Agustín; Formación intelectual – Cultura clásica y, por orden alfabético, sus representantes: Apuleyo, Cicerón, Ovidio, Salustio, Séneca, Varrón y Virgilio –; Años de juventud; Su hijo, amigos y discípulos, también presentados alfabéticamente (Adeodato, San Alipio, San Ambrosio, Aurelio de Cartago, Evodio, San Jerónimo, Nebridio, Paulino de Nola, Pablo Orosio, San Posidio, San Próspero de Aquitana, San Quodvultdeo, Romaniano y Valerio de Hipona); Conversión; Bautismo; Personalidad de San Agustín; Profesor, orador, poeta y escritor; Sacerdote y obispo; Romanidad; Santa Mónica; y la Vida de San Agustín escrita por San Posidio (ediciones y estudios). El resto de obras que atañen a la vida del Obispo de Hipona están organizadas en cuatro apartados en atención al género literario usado por los autores. De este modo tenemos los siguientes apartados: Hagiografías; Perfiles biográficos; Biografías, y Biografías noveladas. Las secciones siguientes agrupan las entradas bibliográficas sobre Interpretación y crítica a la vida de San Agustín; Comedias; Cómic; Reliquias y sepulcro; Oficio y letanías; Novenas; Devoción popular; Prodigios y milagros atribuidos a San Agustín; Leyendas; Himnos; y Poesías compuestas al Divino africano.
El capítulo cuarto informa primeramente de las ediciones en español de las obras de San Agustín, y luego registra los estudios referidos a cada obra en particular. En un primer momento me preocupado de reseñar los cuarenta y un tomos de la edición completa de las Obras de San Agustín publicadas por la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), con sus respectivas ediciones, reediciones y reimpresiones; y un elenco de estudios de carácter general sobre el conjunto de las obras agustinianas. A continuación doy cuenta de las ediciones de cada obra de San Agustín que ha sido vertida al castellano. Una vez aquí, sigo el orden cronológico de publicación de la traducción. Cuando me ha sido posible dar con ediciones posteriores a una determinada obra, lo hago saber también, identificándolas por sus características (reimpresiones, ediciones ampliadas o ediciones facsímiles), y con los nuevos datos de la edición (lugar, editor y año). Asimismo doy las versiones de Las Confesiones, La Ciudad de Dios, y Meditaciones, Soliloquios y Manual las ofrezco organizadas por traductores en orden a su aparición. Del resto de obras de San Agustín también se indica tanto el traductor o traductores, siempre que ha sido posible su conocimiento, como el número de ediciones que ha alcanzado cada obra. Después