GuíaBurros Protestantismo: Historia de los movimientos protestantes

Por Rubén Baidez Legidos

Los GuíaBurros son manuales básicos para aprender a utilizar una herramienta, realizar una actividad o adquirir un conocimiento determinado de manera sencilla y fácil.
GuíaBurros Protestantismo, historia de los movimientos protestantes. Desde Martín Lutero, Felipe Melanchthon, y Thomas Müntzer, pasando por el Anglicanismo, hasta la Iglesia bautista, los Evangélicos, los Pentecostales, los Adventistas, los Testigos de Jehová y los Mormones.

• Idioma: Español
• Editorial: Editatum
• Fecha de lanzamiento: 1 may 2019
• ISBN: 9788417681968

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GuíaBurros Protestantismo

Sobre el autor

Rubén Baidez Legidos es natural de la ciudad de Almansa, en la Provincia de Albacete (España). Nacido en 1988, ha realizado estudios de Teología en varias instituciones y confesiones cristianas desde la Facultad Internacional de Estudios Teológicos, hasta la Universidad Pontificia de la Compañía de Jesús Comillas. Esto le dota de una vocación de un sempiterno theologia studere, tal y como lo definía F. Schleiermacher. Fue educado en una familia de fe protestante y ha colaborado en varias instituciones, principalmente en la Iglesia anglicana. Sus investigaciones se enfocan principalmente en el ámbito de la teología y su relación con la masonería y su espiritualidad. Es co-autor de la obra Y las montañas se movieron... Y la edición de Krause, sus escritos masónicos. Autor del libro Mormonismo y masonería.  La inspiración masónica de Los Santos de los Últimos días. Coordinó el I Simposio en la Sede la Universidad de Alicante con el tema: Masonería y protestantismo, relaciones. 

Agradecimientos

Hay muchas personas con las que me gustaría ser agradecido en estos momentos. Unos por una cosa y otras por otras razones. Obviamente me gustaría empezar por mi familia: mi madre, mi hermana Nerea y mi abuela Isabel. 

Por otro lado, no quiero dejar pasar este momento sin mencionar a Alberto Moreno, el cual me ha enseñado que hay amigos que son más que hermanos. También quiero citar a Darren Loren-Bull, un compañero intelectual y de vida. David García Cooke por ser amigo silencioso que esta ahí cuando se le necesita. 

Mis mejores agradecimientos siempre son para Dios y su revelación en Jesucristo y Espíritu Santo, experiencia sin la cual mis esperanzas no tendrían sentido definitivo. 

Así mismo agradecer aquellos que en mi vida siempre fueron maestros leales y con honor. 

Por último una mención muy especial para Sunay Martínez Rodríguez.

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Prólogo

Redactar un prólogo constituye, se crea o no, un enorme desafío. Por lo general es algo que sucede relativamente pocas veces en la vida, salvo que estemos dedicados a tiempo completo a la edición de libros. Pero si además la obra que se ha de prologar es el trabajo de alguien con quien se tienen especiales vínculos afectivos, el desafío es mucho mayor. Es un desafío y al mismo tiempo un privilegio inmerecido, pues implica haber leído previamente (y antes que nadie) el escrito en cuestión y haberlo calibrado, adentrándonos así en el pensamiento, los conocimientos y hasta en los sentimientos del autor. En más de una ocasión se ha dicho, y con grandes dosis de razón, que en cada libro publicado el autor deja una parte de sí mismo, de su propia alma. Lo creemos de verdad. Y si la obra es, además, un ensayo, un trabajo de especialización académica fruto de la investigación, todo ello se potencia ad infinitum.

Digámoslo sin ambages: hay ensayos publicados y divulgados en el mercado que ya desde sus primeros párrafos tienen la santa virtud de aburrir a cualquiera que los lea, ya sea un gran interesado en la materia o simplemente (y con mucha mayor probabilidad) un sufrido estudiante obligado a sumergirse en sus capítulos a fin de rendir un examen y obtener la calificación correspondiente. Hay otros, por el contrario, que desde el momento inicial «enganchan» literalmente al potencial lector y le van ofreciendo página tras página información múltiple y variada incluso acerca de aquello que ya conocía, o por expresarnos con mayor propiedad, que creía conocer. Esta segunda clase la constituyen obras redactadas con toda la erudición necesaria, sin duda, pero por encima de todo con auténtica pasión. Y es que, como alguien afirmara en su día con notoria pericia y experiencia vital, sin pasión no se hace nada bueno en la vida. ¿Sabiduría popular? Puede. Preferimos llamarlo «filosofía», pero en el sentido más noble: filosofía de la auténtica, de esa que tiene como maestro inigualable al viejo Sócrates.

Pasión, y grande además, es lo que rezuma este trabajo de Rubén Baidez Legidos. Et pour cause!, como dirían nuestros vecinos ultrapirenaicos. Porque lanzarse de cabeza, así, como sin salvavidas, al vasto y proceloso océano de los movimientos protestantes ofreciendo una visión de conjunto de todos ellos a vista de pájaro, pero destacando siempre lo esencial, requiere no solo un gran conocimiento previo, teórico y práctico, acerca del tema, sino un amor especial que impulse al autor a tratar un asunto del cual muy pocos saben mucho y muchos ––muchísimos–– saben muy poco. Por decirlo en breves palabras, el amor de quien lo ha vivido desde su más tierna infancia y ha hecho de ello, de su difusión, el objetivo primordial de su vida.

El protestantismo, contrariamente a cuanto se pudiera creer, constituye un movimiento complejo que va bastante más allá de las cuestiones puramente religiosas. Conforma de hecho hoy por hoy todo un mundo de pensamiento, de ideas, de valores, de contradicciones vitales incluso, que tiene representación directa prácticamente en toda nuestra vieja Tierra, rebasando con creces las fronteras de los países considerados esencialmente protestantes tanto en Europa como en América del Norte, y que ha creado ––y sigue creando–– un tipo muy concreto de sociedad, de cultura, cuya influencia en el resto es innegable. No encontramos, pues, un solo protestantismo, sino muchos, con varias figuras señeras todos ellos, algunas bien conocidas de la historia común, y otras no tanto.

Acierta de lleno Rubén Baidez Legidos al iniciar esta su labor presentando algunos antecedentes medievales de la gran reforma orquestada por Lutero y sus epígonos. Aunque la Reforma propiamente dicha se localiza en el siglo XVI, ya en la llamada Edad Moderna y en pleno Renacimiento (es contemporánea del dorado cinquecento italiano), el monje agustino que fue Martín Lutero siguió perteneciendo cultural y mentalmente al mundo medieval, y al igual que él muchos de sus planteamientos, desde los sociopolíticos y económicos hasta los doctrinales propiamente hablando. Cualquier interesado en la cuestión recordará el magnífico trabajo de Ricardo García Villoslada, Las raíces históricas del luteranismo, todo un hito en su momento (la primera edición vio la luz en 1969), hoy un clásico e inagotable inspiración de ensayos posteriores. Rubén Baidez Legidos destaca, tanto en el propio Lutero como en sus antecesores Wycleff y Hus, y también más tarde en sus sucesores, lo que será la base del protestantismo: el retorno a las Sagradas Escrituras en sus lenguas originales, muy dentro de la tendencia humanística de la época marcada por el lema ire ad fontes, el regreso a las fuentes culturales y espirituales de la Antigüedad clásica y también bíblica, la perpetua búsqueda de las raíces, de la propia identidad, que sufren los períodos históricos convulsos. Así se explica el amor de Lutero por los libros sacros que le mostraron la belleza de Cristo y su mensaje redentor, al igual que su empeño en traducirlos de manera que todo el mundo pudiera comprenderlos. De ahí también las traducciones de la Biblia a otros idiomas que generó el primer protestantismo, fruto de lo cual es en nuestro país la excelente Biblia del Oso, obra del piadoso humanista y monje Casiodoro de Reyna. De alguna manera, en Lutero se delinean los rasgos de ese protestantismo clásico que hasta nuestros días continúa su labor de difusión y de estudio de la Biblia (sola Scriptura), que revaloriza la educación y la cultura, al mismo tiempo que busca la unidad de todos los cristianos.

Pero ya lo hemos dicho antes: no hay un solo protestantismo, sino muchos y muy variopintos. A lo largo de las páginas y capítulos de este ensayo encontramos, además del apasionamiento por la Biblia y la plena entrega al Cristo Salvador de un Lutero, la exquisita