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La sangre del Elegido: Destino
La sangre del Elegido: Destino
La sangre del Elegido: Destino
Libro electrónico357 páginas5 horas

La sangre del Elegido: Destino

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Nada es lo que parece... ya os lo advertí desde el primer renglón de “Despertar”, ni siquiera los que esperabais una continuación a la Saga, en “Oscuridad”, os encontrasteis con ella. No podéis decir que os engañe; sin embargo, esta vez el final está cerca, apenas a unos centenares de páginas y, si estás leyendo esto, acabas de descontar tu primer párrafo de la historia que falta por contar.

“Destino” reúne por fin a nuestros compañeros de viaje. Néstor, Belial, Kara, Randal, Oruk, Amra... ha llegado el momento de que cada uno ocupe el lugar que la historia les depara desde el mismo inicio de la Saga.

No hace falta que os diga que Néstor no cejará en su empeño de recuperar aquello por lo que cambió el mundo, que los Oscuros se revelarán contra los que han querido subyugarles, que los Elegidos tendrán que luchar para no desvanecerse en la nada y que, entre todos ellos, el resto de personajes intentarán no ser arrasados en esas luchas; bastante tendrán con intentar seguir con vida.

Eso es lo lógico, lo normal... pero —siempre hay un “pero”—, aunque no os lo creáis, en este último libro lo menos importante es lo que os acabo de contar, porque por encima de las historias que se han ido desarrollando durante los dos libros anteriores existe el propio “Tiempo”, ese es el personaje principal de los tres libros y, por eso, os tendréis que olvidar de todo lo que habéis leído hasta ahora.

Esta vez os propongo un mundo en formación, en donde las decisiones todavía no se han tomado, con los Humanos y Oscuros luchando por la supremacía. Es la hora de que entendáis el poder de la Sangre del Elegido, el momento adecuado para que conozcáis al Primigéneo y a su descendencia, para que os desesperéis al ver los hilos invisibles que movían las marionetas de toda esta Saga... porque, al final, el Destino está escrito.

IdiomaEspañol
EditorialJavIsa23
Fecha de lanzamiento22 abr 2020
La sangre del Elegido: Destino
Autor

Juan José Patilla

Soy Juan José Patilla, el autor del libro que tienes en las manos. Es el primero de otros dos que te estarán esperando en caso de que decidas que la historia merece la pena. “Oscuridad” y “Destino” son los títulos que continúan y cierran la trilogía de “La Sangre del Elegido”, y que conseguí escribir mientras trabajaba como ingeniero en una empresa de ferrocarriles.Apasionado lector, crecí entre comics y libros, empujado por unos padres que decidieron que leer era una de las mejores cosas en las que su hijo podía ocupar su tiempo, hasta que finalmente opté por contar mis propias historias...unas cuantas ya a estas alturas.Durante muchos años sólo me dediqué a estudiar y a prepararme para un mundo que nada tenía que ver con aquel en el que me había criado, en donde por no haber no había casi ni carreteras para ir a la escuela, por no hablar de la ausencia de personas en un radio de siete kilómetros a la redonda. Quizás por eso siempre he buscado conocer aquello que me rodea, por muy lejos que se encuentre, quizás por eso mis novelas presentan otros mundos alejados de las ciudades y del agobio y la locura que conllevan.Llevo escritas seis novelas, porque después de treinta y tantos cuentos me di cuenta de que había historias que quería contar y que necesitaban mucho más para desarrollarse de lo que un cuento podía ofrecer.“Despertar” es mi primer libro, en el que más trabajé, en el que más disfruté y con el que mis sueños de escritor comienzan.

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    La sangre del Elegido - Juan José Patilla

    Juan José Patilla

    La Sangre del Elegido

    Libro II

    Destino

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    Ediciones JavIsa23

    Título: La Sangre del Elegido: Destino

    © del texto: Juan José Patilla

    www.juanjosepatilla.webnode.es

    © de la portada: Juan José Patilla

    La cubierta se ha realizado utilizando varias imágenes de diferentes autores.

    © de la imágenes originales Angela Wolf, «Texture Mirror 3» y Jon Mac Govern, «Blood Cells»

    Las imágenes que aparecen en cada uno de los capítulos han sido extraídas de la web de Flickr con el permiso de los siguientes autores: Post NEUtralicus_0A19034 COPY; Psyberartist_Half; Saverio Domanico_PAY8156_Val de Loire; a todos ellos, muchas gracias por permitir que sus composiciones puedan ser utilizadas sin ánimo de lucro

    Josefina Gómez Alacuart autora ilustración del principio

    © de esta edición en ebook: Ediciones JavIsa23

    www.edicionesjavisa23.com

    E-mail. info@edicionesjavisa23.com

    Tel. 964454451

    Primera edición en ebook: Abril 2020

    ISBN: 978-84-16887-07-1

    Maquetación: Javier Garrit Hernández

    © de la edición original en papel: Ediciones JavIsa23, 2019

    ISBN de la edición en papel: 978-84-16887-93-4

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida, según las leyes establecidas en esta materia, la reproducción total o parcial de esta obra, en cualquiera de sus formas, gráfica o audiovisual, sin el permiso previo y por escrito de los propietarios del copyright, salvo citaciones en revistas, diarios, libros, Internet, radio y/o televisión, siempre que se haga constar su procedencia y autor.

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    Para Ali y su sonrisa

    Agradecimientos

    Y finalmente llegó el día. El último libro de la trilogía, allí donde se cierran todas las historias.

    Al final, lo importante ha sido el camino hasta haber llegado a escribir la palabra «Fin», la historia es lo de menos, seguro que se me ocurrirán otras muchas. Lo que de verdad merece la pena es haber podido escribir un cuento en el que participen todos los que dan sentido a mi mundo.

    Con suerte puede ser el principio de algo nuevo, pero para que ese deseo se haga realidad tendrá que haber personas especiales que me ayuden a encontrar esas nuevas ideas, tendré que robar tiempo a aquellos que me ayudan sin pedir nada a cambio, tendré que recibir ánimos de los que desean verme escribir sin ningún motivo, tendré que pedir prestado, sin posibilidad de devolver, partes de la vida de aquellos que están cerca de mí y, por supuesto, necesitaré encontrar a aquellos que todavía piensan que leer merece la pena e, incluso, lo que es más difícil, descubrir a personas como JavIsa, que tuvieron la osadía de confiar en mí y publicarme.

    Llegado este momento siempre pienso en mis padres, quizás porque me han sufrido desde pequeño e incluso ahora, en los malos momentos, siempre siguen anteponiendo a sus hijos sobre el resto. Así fue, así es y, probablemente, así seguirá siendo.

    También pienso en mis hermanos y en mis primos, mi familia, e incluso los que son casi familia, como Miguelón, mi infatigable corrector; en el fondo, forman parte de uno mismo, tanto para lo bueno como para lo malo. Si no reconociera su importancia, entonces estaría negando una parte de mí mismo.

    Cuando recuerdo los años que he necesitado para escribir estos libros, casi todo lo que me viene a la cabeza son los buenos momentos con las personas con las que compartí esos días: Eva, Paz, Silvia, Carmen, Paco, Carlos, Rubén, Bea, Mayte, Ramón, Vale, Mariano, el grupo de Lokilob en especial Fer y su fe ciega en algo que sólo él veía, el grupo de Nox con Juanjo, Javi, Vane…no puedo negarles su parte, porque de ellos dependía mi día a día y, por lo tanto, lo que escribía, así que, si los libros son felices o tristes, intensos o aburridos, complicados o simples… pues básicamente dependía de ellos.

    Y, cuando termino, siempre pienso en Noe, porque sé que con ella podré seguir escribiendo muchos libros más.

    Presentación

    Presentaci%c3%b3n.jpg Ya han pasado dos libros desde que empezasteis con «Despertar» y continuasteis con «Oscuridad». Como recordareis, en el anterior volumen hice un pequeño recordatorio para desempolvar la historia que seguro que tendréis apartada en alguna vieja estantería.

    En su momento dije que era rotundamente falso eso de que «nunca las segundas partes fueron buenas», espero que con «Despertar» lo pudiera desmentir. Ahora, con la tercera entrega de la saga, lo tengo mucho más complicado, porque no sólo queréis volver a encontraros con los personajes que ya conocéis y disfrutar con ellos como en los otros dos volúmenes, sino que además esperáis alcanzar el final de la historia y, más aún, no querréis que os decepcione.

    Así pues, tengo dos trabajos por delante, el primero escribir una novela lo suficientemente buena como para que estéis deseando volver a saber de Néstor, Belial, Kara, Oruk… y el segundo, el de ser capaz de cerrar la trilogía de tal manera que no queráis prenderles fuego a los tres volúmenes en una pira monumental; todo eso sin renegar de mis máximas como escritor que siguen siendo el sorprenderos, el engancharos, el manteneros en vilo por la noche y, sobre todo, el presentaros un mundo diferente, creíble y plausible del que no quisierais escapar para volver a la realidad.

    En «Despertar» dejamos a Kara y Belial ante la vuelta a la vida de los Oscuros. El que pretendiera seguir la historia en «Oscuridad» seguro que se llevó una desilusión, porque nada más lejos de lo que se encontró.

    El segundo volumen fue el territorio de Néstor. Conocimos su niñez, su adolescencia, su amor por Rea, su impotencia ante la traición de su hermano, fuimos partícipes de cómo cambió, de cómo se convirtió en lo que es, de su locura y, finalmente, entendimos por qué los Oscuros habían desaparecido del mundo, arrastrados por la fe ciega de Néstor en su propósito. Al final de «Despertar» muchos odiaríais a Néstor, después de terminar «Oscuridad», dudo que sigáis pensando lo mismo.

    Al mismo tiempo que leíamos la historia de Néstor empezamos a descubrir a los Oscuros. Ahora ya sabemos de lo que son capaces y de su relación de amor/odio con los Humanos, pero, ¿cómo creéis que estarán después de más de mil años encerrados y olvidados?

    Sí, la saga debe concluir; a partir de este momento comienza «Destino», un título bastante lógico, ¿verdad? o eso es lo que quiero que penséis. Quiero que os confiéis, que estéis seguros de lo que viene a continuación, porque si es así, entonces, habré conseguido mi propósito inicial: volver a sorprenderos.

    No os robo más tiempo porque, al igual que vosotros, estoy deseando volver a encontrarme con mis viejos conocidos.

    En la presentación de «Despertar» os dije que en vuestras manos estaba la puerta para adentraros en mi mundo; esta vez vais a pasar la primera página de la llave que os permitirá cerrar esa puerta…o quizás abrir otra.

    Y recordad una cosa, «lo mejor está por llegar».

    Juan José Patilla

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    Prólogo

    Prologo.jpg Realmente no era todo oscuridad.

    Néstor era consciente de pequeños destellos huidizos o quizás sólo fueran imaginaciones suyas. El tiempo carecía de importancia e incluso la vida anterior era un recuerdo imperfecto. Únicamente perduraban aquellos pensamientos que en vida habían sido importantes, en su caso, la idea de Rea, que era su única razón para seguir agarrado a esa pobre existencia, luchando por no diluirse, por permanecer. A esa imagen se aferró con todas sus fuerzas, sabiendo que no había otra cosa y que era lo único que podía definirle manteniendo unidos los resquicios de lo que había sido.

    Poco a poco, con el paso de los años, alrededor de la idea de Rea, fueron aglutinándose el resto de esencias que en algún momento habían constituido su ser y que de alguna manera reconocían esa idea primitiva como la parte más importante de él. Así, tras la batalla y tras ser engullido por la piedra de Lira, aquellos pensamientos que se habían dispersado comenzaron a aproximarse los unos a los otros, formando un conjunto inconexo dentro de la nada.

    El proceso continuó mientras el tiempo pasaba lentamente en aquel limbo de existencia. Lo que empezaron siendo años se transformó en decenios, e incluso en siglos. El núcleo de mis pensamientos fueron los recuerdos más próximos a Rea, después los referentes a sí mismo, los de sus hermanos cuando nada había empezado, hasta que llegó un momento en el que todos esos recuerdos empezaron a definirse como una identidad propia. Ese momento perdido en el tiempo fue lo que marcó su ser; se dio cuenta de que seguía existiendo, de que no había muerto…, aunque tampoco estaba vivo.

    Llegó un punto en el que le pudo poner nombre al desierto de oscuridad que habitaba, porque los recuerdos le permitieron conocer su pasado. Así, observando lo que le rodeaba supo que estaba inmerso en el espacio perdido de la piedra de Lira; se reconoció sin cuerpo, sólo energía vagando en la gigantesca nada; entonces, cuando su ser se reconoció, fue cuando aparecieron los sentimientos, entre ellos el deseo de seguir creciendo en la piedra, el de seguir buscando a Rea.

    Los destellos y fulgores de su nada se hicieron más constantes. Llegó un momento en que creyó vislumbrar los límites de ese mundo que habitaba…, pudo incluso acercarse a ellos. Varias veces intentó en vano ver a través de sus paredes de piedra oscura, pero le fue imposible rebasar los límites, no sabía cómo hacerlo, todavía no era lo suficientemente poderoso para volver. Pero siguió insistiendo pegado a ese exterior deformado que se mantenía lejano e indiferente, hasta que fue capaz de atisbar destellos del exterior. Comenzó a ver más allá de su nuevo mundo; al principio creyó reconocer la Sala del Báculo, aunque de una manera extraña, con la imperfección dada por la bruma que siempre le acosaba, fue capaz incluso de reconocer voces y lugares, aunque sin poder interaccionar con ellos.

    Así continuó año tras año, decenio tras decenio, siglo tras siglo y su visión consiguió salir de la Sala del Báculo, logró atravesar la Gran Sala de Ostricia, atravesó las gigantescas Montañas del Norte, abarcó los páramos en que se estaban convirtiendo las tierras que antes había poseído con orgullo Nemedia, incluso se aproximó hasta aquel pequeño pueblo perdido de donde salió, Pend.

    La idea en la que se había transformado Néstor en el interior de la piedra de Lira consiguió finalmente sobrevolar el desierto, sorteando la muralla defensiva que los humanos habían construido, adentrándose en la infinitud de enormes dunas, hasta que por fin encontró aquello que buscaba y que permitió renacer en él la esperanza perdida: su propia sangre corriendo por las venas de los descendientes de su único hijo, Milos, aquel que había escapado de la Gran Batalla sin mirar atrás, buscando una salvación en las arenas del confín del mundo conocido.

    El hecho de encontrar a su descendiente no hizo sino acelerar el proceso que estaba experimentando, aquel que le estaba permitiendo volver a tener conciencia de sí mismo. Sus ilusiones volvieron a cobrar fuerza, la idea de Rea adquirió un significado propio.

    Fue entonces cuando decidió intentar introducirse en las mentes de los más afines a él. Comenzó a manipular los designios de las criaturas del exterior más débiles, incrementó su red de manipulación con paciencia, según ganaba en poder, hasta que fue pudo llegar al desierto, de esta manera fue capaz de proteger a aquellos que portaban su sangre, de guiarlos, sin prisa, manteniendo su descendencia pura, sabedor de que antes o después volvería a necesitarla para recuperar su poder.

    Al mismo tiempo, planificó aquello que ya había sido y volvió a reunir a los Hombres del Norte que permanecían diseminados por las desiertas extensiones de más allá de las Montañas del Norte tras la Gran Guerra; les inculcó la idea de un hogar, de un orgullo perdido. Todo siguió fluyendo, vida humana tras vida humana, generación tras generación, formando complicados linajes y, aun así, manteniendo su sangre pura. Sabía que antes o después su oportunidad llegaría.

    Sólo cuando Néstor fue consciente de su situación, de sus poderes y de sus limitaciones, fue cuando apareció aquel perturbador recuerdo. El recuerdo de la fuerza de un joven Belial acudiendo a su llamada, justo en el cenit de su fuerza, cuando había sido humano, cuando había logrado congregar a todos los Oscuros en una gran guerra, cuando había llamado a todos los moradores de la piedra de Lira, obligándoles a postrarse ante él, absorbiendo así el poder de las dos razas, sin embargo, no había contado con ese Belial que acudió igualmente a su llamada, que le obligó a retirarse y a huir. Él, Néstor, cuando tenía en su mano la fuerza de Oscuros y Elegidos tuvo que abandonarlo todo para salvar su vida, se vio forzado a guarecerse en la propia piedra de Lira; perdió todo aquello por lo que había trabajado, incluso perdió la posibilidad de recuperar a Rea. La devastación de la Gran Guerra sólo fue un efecto secundario de su fracaso.

    El miedo le asaltó al recordar cómo se había visto obligado a arrinconarse en a la piedra para mantenerse con vida, arrastrando consigo a los Oscuros… El miedo y la inquietud por esa presencia inesperada, por aquella fuerza que había provocado su fin, su derrota, en el momento en que más cerca había estado de conseguir lo que buscaba. No sabía quién era ni de dónde había venido, lo único que sabía es que le había obligado a elegir entre morir o condenarse a aquel encierro; sin embargo, la inquietud que le acosaba le decía que se volverían a encontrar.

    I. Cuando se Cierra el Círculo

    1

    1.jpg Sin saberlo, Néstor convivía con cientos de Elegidos ya pasados, sombras que vagaban perdidas sin identidad, entre las que destacaban aquellos que todavía recordaban quienes eran, de dónde venían e incluso su propia historia; esos eran los menos. El mundo de la Piedra era inmenso y las realidades de cada uno tan débiles que apenas podían hacer otra cosa que no fuera tratar de no desaparecer, de mantener un cierto grado de integridad de aquello en lo que se habían convertido.

    Entre todas esas sombras, Néstor luchaba, uno más en la piedra de Lira, pero no lo hacía solo. Cada sombra a su manera, sin llegar siquiera a intuirse. Tal era el tamaño del universo en el que ahora moraba que podrían pasar miles de años sin saber siquiera de la existencia de los que allí habitaban.

    En ese caos también existía el alma del joven Belial, arrancada de su cuerpo mortal. Él también había sentido miedo, aunque eso sólo había sido al principio, después la rabia y el instinto de supervivencia comenzaron a imponerse al resto de sentimientos.

    El joven Belial había perdido su cuerpo ante el poder de Néstor, pero no había desaparecido. Consiguió mantenerse cuerdo dentro de la Piedra y cuando por fin asumió la nueva realidad fue cuando empezó a explorar el nuevo mundo, a conocerlo, a saborearlo…, así fue creciendo en conocimientos de almas como la suya, deseosas de poder encontrarse con él. Apenas encontraba a algún espíritu cada decena de años, pero cuantas más almas encontraba, más rápido y fácil le era encontrar a las siguientes. Cuando se enfrentaba a ellas nunca sabía lo que iba a ocurrir, algunas luchaban por apoderarse de su conciencia, otras estaban tan débiles y diluidas que se dejaban ir en su propio ser, de alguna de ellas podía aprender cosas, aunque la gran mayoría de ellas le eran simplemente inútiles. Y mientras pasaba el tiempo renació en él la esperanza remota de salir de allí, una idea que cada vez ardía con más intensidad en su interior…, una fuerza lo suficientemente poderosa como para mantener a su propio Yo cuerdo durante mil años. La piedra parecía infinita, ofreciéndole a Belial aquello que siempre había deseado: Conocimiento.

    En su memoria ardían sus últimos días. Sabía que Néstor le había utilizado, que había robado su cuerpo físico, que le había condenado a la agonía a la que se enfrentaba día tras día. Aquellos recuerdos le permitieron seguir existiendo, ansiando encontrar la forma de escapar de allí, no sólo para liberarse así mismo, sino para vengarse del viejo. Así, aunque el alma de Belial fue olvidando su pasado humano, fue incapaz de dejar de lado la figura de aquel que le había condenado, creciendo en él una única idea: aprender y vivir con la esperanza de poder, en algún momento, enfrentarse a Néstor.

    Así se mantuvo cuerdo, durante tanto tiempo que perdió la noción de las décadas y de los siglos, hasta que finalmente acudió a la llamada hecha por el Elegido de más poder…, por Néstor, mucho antes de que él hubiera nacido, justo en el momento en que la Gran Guerra se iba a decidir.

    El alma de Belial se vio arrastrada a un mundo desconocido, en un tiempo desconocido. La Llamada le había permitido salir de la Piedra, con el odio acumulado de los siglos. Se vio en aquella batalla y, en medio de la confusión, apareció la figura de aquel joven que le llamaba.

    Sólo dudó el breve lapso de tiempo que necesitó hasta poder reconocer a la figura que sostenía en alto el báculo. Ese hombre había cambiado respecto al viejo que recordaba, pero aun así, no cabía duda de que era Néstor, mucho más joven, en todo su esplendor.

    Al darse cuenta de que ante él tenía a la persona que le había engañado, la rabia contenida durante su encierro se derramó sobre el campo de batalla. Sintió cómo se expandía, rodeando por completo a aquel humano de inmenso poder, con la necesidad de acabar con su vida.

    Hasta que ocurrió aquello con lo que no contaba. El joven Néstor tuvo que elegir entre refugiarse en la piedra, llevándose consigo a Los Oscuros y a todos aquellos que, de alguna u otra forma, habían pertenecido a la piedra o bien, morir a manos del espíritu encendido de rabia que él mismo había convocado…Y Néstor eligió no morir.

    Belial vio cómo su alma era reclamada nuevamente por el torbellino de la Piedra al cerrarse. Néstor se retiraba para mantenerse con vida y se llevaba con él a todos los Elegidos que habían sido antes que él…y los que serían después de él, Belial, alguien con quien no contaba. Belial, iba a desaparecer, a no ser que encontrara un cuerpo lo suficientemente poderoso como para permitirle sobrevivir durante mil años en el interior de la piedra de Lira. Desesperado, buscó casi sin esperanza a su alrededor, en plena batalla. Necesitaba alguien lo suficientemente poderoso como para albergarle y lo suficientemente desesperado como para querer acogerle en su interior. Lo encontró.

    Belial se adentró en ese cuerpo, perdiéndose en la inmensidad de la fuerza que le otorgaba, sin compromiso alguno. El ser que le recibió estaba anhelante de compartir su esencia con un Elegido. Belial supo de inmediato el nombre del Oscuro que le había acogido. No tuvieron tiempo de mucho más, porque los Oscuros se vieron abocados a la Oscuridad a la que les había empujado Néstor, siendo aprisionados en el limbo de la piedra de Lira, obligados a dormir y desaparecer del mundo.

    Oruk cerró los ojos en la cueva, sabedor de que Belial estaba con él.

    2

    Al terminar la Gran Guerra el mundo quedó vacío, casi destrozado. Ni rastro de las tres razas de Oscuros, ni de los Elegidos que los dominaban.

    Las tres razas dormían, protegiendo la Piedra de Lira, unidos a ella en su destino. Las heridas de la Gran Guerra curaban despacio. Los cortes de las membranas de las alas se volvían a unir, dejando blanquecinas cicatrices en la piel. El polvo de la Sala empezó a depositarse sobre los cuerpos, siglo tras siglo, mientras las gotas de agua filtrada por las grietas de la montaña se derramaban por sus cuerpos, petrificándose a su alrededor, haciéndoles parte de la misma piedra. El tiempo pasaba sin que ninguno de los seres de esa orgullosa raza fuera consciente de su situación.

    Durante todo ese tiempo de penumbras, la raza de los Oscuros fue olvidada por el mundo humano, pasando a formar parte de las historias más sombrías de su tradición. Los bardos se encargaron de distorsionar la realidad, cantando sus perversas vidas en plazas atestadas de gente. Cuanto más viles y crueles se cantasen las historias, mayor número de monedas caían en el gorro del cuentacuentos; así, generación tras generación, lo Oscuros se fueron convirtiendo en monstruos de ensueño, en figuras de fábulas inverosímiles que sólo servían para asustar a los niños en las abarrotadas plazas, en las fiestas de los pueblos. Mil años tienen el poder de cien veces cien guerras en la memoria humana, dejando sólo los rescoldos de historias fantásticas como recuerdos.

    Y así, los Oscuros se olvidaron incluso de ellos mismos y los humanos aprovecharon para ocultar en lo más profundo de sus fantasías aquello que más les atemorizaba: la presencia de seres a los que, en épocas muy remotas, les había pertenecido el mundo que ellos habitaban en esos momentos.

    El techo de la Sala, cubierto por los miles de Oscuros, se fue modelando sin prisa, acunando en su interior a los poderosos guerreros. Sin embargo, no todos ellos dormían indiferentes al devenir de la historia. Entre las piedras en que se habían convertido los enormes cuerpos brillaba un punto de distinto color que el que teñía la Sala del Báculo. Ese único globo rojo no cesaba en su cometido de observar el báculo que descansaba en el suelo de la enorme gruta. Los ojos de Oruk permanecían abiertos: uno inutilizado, con una tela blanquecina empañando el enorme iris, el otro fijo en la piedra. En su interior, el Elegido Belial, no cesaba de vigilar las brumas de su corazón, sin poder dormir, despierto dentro del cuerpo del Oscuro que le había acogido.

    La piedra de Lira, allá abajo, en su atril, seguía con su ciclo vital, aumentando su poder en las noches de luna llena, aquellas en las que los remolinos de su interior giraban con más intensidad. A veces, desde las alturas, Belial podía jurar que entre esas nieblas del interior de la piedra llegaba a discernir la cara deformada de Néstor, una sombra de lo que había sido…, quizás de lo que llegaría a ser. Belial, en el interior de Oruk, acechaba la piedra conociendo sus secretos, porque ya había vivido en ella, cuando fue engañado por Néstor; así supo de cómo Néstor se afanaba en proteger su sangre, de cómo luchaba por reagrupar a los Hombres del Norte, siglo tras siglo. La paciencia de Belial era infinita, igual que la del propio Néstor. Tuvo que esperar a que pasaran los más de mil años que sabía iban a ser necesarios para que su hermana y él nacieran y desencadenasen aquella locura.

    Tenía todo el tiempo del mundo para pensar. Le costaba hacerse a la idea de que en esos momentos el espíritu de aquel joven Belial engañado por Néstor, buscaba una explicación en el interior de esa misma Piedra. Le hubiera gustado poder gritar, poder aleccionarse a sí mismo, sabiendo que en esos momentos estaría preguntándose qué había ocurrido. Y lo sabía porque lo había vivido ya una vez y ahora, le tocaba vivir otros mil años, en su nueva forma, junto con Oruk. Volvería a sufrir ese tiempo compartiendo el cuerpo de ese Oscuro adormecido, sabedor de lo que iba a pasar y, sin embargo, incapaz de hacer otra cosa que no fuera aprender de aquel ser en el que vivía; de sus poderes, de su vida, de sus motivaciones. Así conoció la historia de Oruk y a través de él, la de muchos otros que habían tocado su vida, entre ellos la del propio Néstor… De esta manera fue capaz de comprender las motivaciones que tuvo para hacer lo que hizo.

    Belial llevaba casi dos milenios fuera del cuerpo humano en el que apenas había estado treinta años; por ello, ese sentimiento de «ser humano» se le antojaba cada vez más extraño. Había pasado mil años como un ente sin cuerpo en la Piedra y ahora pasaría otros mil años más en compañía de Oruk, ¿quién era realmente? Desde luego sabía lo que no era…ya no era humano. El Elegido de los Oscuros, aquel que, naciendo humano, había vivido más de mil años en el interior de la Piedra de Lira y, convertido en Oscuro, iba a volver a vivir otros mil años atrapado en un cuerpo dormido. Todo ese ciclo de tiempo para despertar allí donde había comenzado.

    Mientras en la Sala del Báculo ocurría todo esto, el mundo humano seguía su curso. La política, la religión, el arte y la vida evolucionaron, porque al fin y al cabo, todo sigue su curso, nada ni nadie puede parar al tiempo: apareció la Confederación, nació la Iglesia, la faz de la tierra cambió, los humanos se multiplicaron sin temor alguno de las razas que antiguamente habían poblado su mundo; en definitiva, un nuevo lugar donde vivir, con otras reglas y otros vestidos…pero con las mismas motivaciones: el amor, el dinero y el poder.

    Néstor seguía cuidando de su sangre, perdida en lo más oculto del desierto, generación tras generación, hasta que llegara el momento oportuno, hasta que naciera Uriel.

    Así Oruk-Belial pudo conocer la historia de sus propios padres: de cómo Uriel había escapado de las ardientes arenas del desierto, de cómo había conocido a su madre, Valeria, de la traición de su hermano Amra que provocó la muerte de ambos, de su propio nacimiento…, junto con el de su hermana Kara. Belial recordó vagamente esos primeros días como humano con su padrastro Ailén, de su muerte envenenado, de su propia búsqueda de conocimiento, siempre guiado por la sombra cada vez más poderosa de Néstor. Supo entonces que todo aquello ya estaba contado, predestinado y que el momento se acercaba.

    La piedra de Lira cada vez giraba con más energía en su interior, con Néstor preparado para culminar su lento y planificado destino. El Oscuro-Elegido que seguía dormido en la caverna fue consciente de los últimos enfrentamientos, a las mismas puertas de Ostricia, hasta que finalmente llegó el tan ansiado día.

    Sin poder hacer otra cosa que no fuera observar, Oruk-Belial, vio cómo su hermana Kara pasaba los días delante del muro de la Sala, incapaz todavía de ir más allá… Hasta que llegó él…, qué joven era, que desprevenido, descontrolado e inconsciente. Ya no se reconocía en aquel muchacho que de forma impetuosa acababa de entrar en la Gran Bóveda, ni siquiera ese era ya su cuerpo.

    Y entonces ocurrió lo que ya había pasado.

    3

    Oruk-Belial oyó las palabras que ya entonces, cuando era humano, había pronunciado. Desde lo alto de la cueva lo observaba todo con detenimiento, atento a los detalles que la primera vez no había podido captar. Internamente sabía que el fin de su aislamiento se acercaba, pronto el Oscuro Oruk en el que dormía se despertaría y entonces llegaría su oportunidad. Mientras el ansia y la excitación cegaban a Belia-Oruk, Néstor hablaba a su forma humana de la Gran Bóveda, provocándole.

    Era extraño saber que en esos momentos vivía en tres realidades distintas que, como ríos, iban a confluir en una sola: el humano, joven e incontrolado que había sido engañado por Néstor; el perdido y asustado Belial del interior de la piedra, una sombra asustadiza que vagaba en el mundo de la Piedra de Lira; y, por último, el Elegido que esperaba pacientemente en el cuerpo dormido de Oruk.

    La voz de Néstor en la caverna sonaba clara y nítida, haciendo vibrar las nubes de la Piedra de Lira en locos torbellinos.

    Oruk-Belial vio repetirse las mismas escenas que ya había vivido, aunque sólo fueran ahora un recuerdo casi desvanecido en su memoria. Oyó hablar a la Piedra y vio a su forma humana.

    —Te estaba esperando. La historia te estaba esperando, Elegido.

    Las palabras de Néstor dolieron dentro del joven Belial, como si el fuego mismo se hubiera prendido a los hilos de su pensamiento. Si antes era capaz de conocer ideas, sentimientos, fuerzas..., ahora todo ello se había multiplicado, era plenamente consciente del fluir de todas las energías, se sentía capaz de moldearlas, de dirigirlas a su antojo. La moneda ardía en la palma de su mano, formando parte de él, sus energías compartidas. Las barreras de su mente habían caído, mostrando infinitud de posibilidades que, como un inmenso mar, se abrían ante él. Allí, junto a él, la voz del anciano, impasible, seguía retumbando en su cabeza.

    —Es la hora. Aprende a ver más allá y cumple con el legado de los Elegidos.

    El humano Belial se

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