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Liberando a la niña no amada
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Libro electrónico231 páginas2 horas

Liberando a la niña no amada

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SOBRE EL LIBRO

Liberando a la niña no amada es un manual de curación para mujeres que han sufrido condicionamiento y abusos en la infancia.

”Cuando parte de los recuerdos de mi infancia volvieron, traté de darles sentido a todos. Había muchas piezas del rompecabezas que comenzaron a unirse cuando recordaba mis pasos. Comencé a comprender por qué experimentaba niveles altos de ansiedad y ataques de pánico, me sentía insegura y quería cerrar la puerta de mi habitación por la noche”

            Tras haber sufrir abusos cuando era pequeña, Marisa Russo empezó a temer al compromiso y se decantó por un estilo de vida de malas elecciones y negatividad. Cuando finalmente fue capaz de recuperar su verdadera identidad a los 40, lo convirtió en el trabajo de su vida para ayudar a otras personas en la misma situación.

Tras crear el método de curación forense, el estilo investigativo de terapia de Marisa le trajo muy buenas críticas con su libro Mujeres  liberadas. En esta nueva propuesta, Liberar a la niña rechazada, Marisa ayuda a los lectores a descubrir y a curar heridas del pasado utilizando una combinación de ejemplos y ejercicios, junto con palabras de apoyo y reconocimiento.

LO QUE APRENDERÁS

Un proceso de liberación paso a paso de autodescubrimiento y fortalecimiento para;

Eliminar las consecuencias del abuso emocional y físico junto con el condicionamiento proveniente de los estereotipos de ser mujer.
Volver a conectar con tu capacidad como mujer para sentir y conocer respuestas, soluciones y tener una orientación que te lleve hacia la seguridad, la verdad y la fortaleza.
Liberarte de la culpa, las asociaciones negativas y prejuicios demoledores.
Expresarte con total libertad y sentirte libre para ser tú misma, utilizando la conversación y el análisis de expresiones.
Valorar tus relaciones mediante el Índice de energía positivo para aumentar tu red personal de energía.
Vivir con un programa diario comprobado para crear una vida más plena, más enriquecedora y más feliz.

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento22 nov 2019
ISBN9781071518137
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    Liberando a la niña no amada - Marisa Russo

    DEDICATORIA

    A mis hermanas de la curación forense que continúan cambiando vidas

    en todos y cada uno de los rincones de este mundo siempre cambiante.

    Nací inocente, pura y libre

    Y mi padre me quitó todo eso

    Al abusar de mí mediante la rabia y el odio

    Cuando cogía el cinturón, la suerte estaba echada

    Me encontraba en un campo de batalla, en una guerra

    Me golpeaba

    Me tocaba

    Él era la ley

    Cada día le suplicaba a Dios que acabara con el dolor

    Pero nunca lo hizo, era siempre igual

    Tras un hecho espantoso, me encerré en mí misma

    Ponía buena cara y me convertía en un muñeco

    Me decía: Esto no está pasando. Fingía que eso estaba bien

    Estaba congelada en el dolor, congelada en el tiempo

    La vida no tenía sentido; se estaba consumiendo

    Vivía con miedo y vivía en vano

    Cuando me quitaba la máscara, recordaba el dolor

    Me ponía de rodillas, rogándole a Dios que terminara de nuevo

    Fue en esos momentos más sombríos en los que conecté con el origen

    Encontré mi don y encontré mi fuerza

    Ahora que estoy completa puedo ayudar a otros a curarse

    Por fin sé lo que significa sentirse vivo

    Marisa Russo

    RECURSOS COMPLEMENTARIOS GRATUITOS

    Activación de liberación para mujeres

    La activación de curación anula el control y las manipulaciones programadas hacia las mujeres.

    Utiliza este link para obtener acceso gratuito:

    www.MarisaRusso.com/fug-reader/

    ÍNDICE

    Capítulo 1: Límites............................................................................................................................8

    ––––––––

    Capítulo 1: Límites

    ¿Me pasa solo a mí, o todo el mundo llega a un límite en la vida?

    No podía entender porque, a las 8, cuando empezaba mi turno me ponía de repente a llorar. Me gustaba mi trabajo, mis compañeros eran simpáticos y todo había ido bien el día anterior. Tampoco lloraba por una ruptura, pues no tenía novio en ese momento, y, de haber sido ese el caso, habría deseado no conocerlo nunca. Sin embargo, ahí estaba, ocultándome tras las manos, incapaz de encontrar una sola razón para las lágrimas que no podía contener y que sacudían mi cuerpo. Más tarde descubrí que era necesario abrir la caja de Pandora, y, aunque me resistiera con todas mis fuerzas, nunca se podría volver a cerrar.

    Hacía unas horas, y como de costumbre, me había levantado, había desayunado y había conducido hasta el trabajo. Y ahora, apenas podía hablar ya que las emociones me desbordaban. Mi mente me trasladó a dos semanas antes de la fiesta de mi decimotercer cumpleaños, cuando me di el capricho y organicé un baile tradicional con la temática de Cenicienta. Alquilé un vestido de baile rosa escandalosamente pomposo, algunos amigos se disfrazaron de lacayos y bailamos toda la noche. ¡Al diablo con los gastos!—Deseaba tener una noche de cuento de hadas. Me había decidido por Cenicienta, ya que tuvo un final feliz pese a la vida tan miserable que llevaba. ¡Eso es una pista! Cumplí los 30 con la promesa de que me esperaba una gran década por delante. Creía ser feliz —o al menos, no había nada que me hiciera infeliz.

    Menos mal que no había nadie en la recepción cuando rompí a llorar. Mi trabajo consistía en responder llamadas en la oficina central de British Petroleum. Mi compañero llegaría a las 9, por lo que tenía una hora para recomponerme antes de que alguien viera el manojo de nervios en el que me había convertido. Me sentía como una maleta sobrecargada que vuelve a casa tras unas compras navideñas excesivas: todo se sale cuando empujas y aprietas el contenido con todas tus fuerzas, intentando cerrar la cremallera sin romperla. Era evidente: mi cremallera estaba rota y ya no podía retener los contenidos.

    A pesar de que la situación me afectaba, mi idea no era la de tomarme el día libre e irme a casa. Yo era una de esas personas trabajadoras que llegan al trabajo antes y se van más tarde. Tomarme un descanso nunca había sido una opción para mí, por lo que lo único que podía hacer era seguir adelante y terminar el trabajo, como había hecho toda la vida. Mis sentimientos habían sido humillados y enterrados- no respetados o considerados.

    No podía abandonar mi mesa para ir al baño por lo que cogí mi bolso y busqué pañuelos y un espejo. Mientras me miraba, el reflejo podría haber sido fácilmente confundido por el de alguien que vuelve la mañana tras una noche loca en la ciudad. Cerré la tapa para evitar mirarme a los ojos. Deseaba que toda la rojez e hinchazón desaparecieran antes de que alguien pudiera entrar por la puerta.

    No sabía entonces que este era el principio de un proceso de despertar que me liberaría por completo de una vida secreta sufriendo de manera silenciosa. Como una maleta demasiado llena, yo estaba demasiado sobrecargada para darme cuenta de lo que había dentro y evitaba mirar dentro de mí misma a propósito, llenando mis días con gente a la que ver y cosas que hacer. Iba constantemente de un lado para otro. Me inscribí en todos los comités disponibles y que quisieran que fuera parte de ellos. Me dedicaba a llenar mi vida con distracciones constantes para no tener tiempo de parar y mirarme bien a mí misma.

    Unos años antes de esta revelación había viajado por el mundo, buscando algo que sentía que faltaba en mi vida. Había dejado mi hogar en Australia y me mudé a Italia con 20 años, dónde estuve a punto de casarme con un apuesto doctor florentino llamado Marco, poco después de que me uniera a la iglesia mormona. Después de decidir no casarme con él (más acerca de mi comportamiento lunático más adelante), volví a Melbourne y empecé a trabajar para British Petroleum. Ahí fue donde el contenido reprimido de mi pasado comenzó a revelarse. Por mucho que lo intentara, nada podría cerrar la cremallera de esa maleta repleta de emociones.

    Había sido una buena ciudadana. Mientras estudiaba un grado en ciencias de la salud a tiempo parcial, estaba totalmente implicada ayudando a los demás mediante la vocación religiosa. Trabajé mucho para sentir que era útil para el mundo. Sin embargo y durante toda mi vida, las palabras de mi padre continuaban persiguiéndome: Eres estúpida. Eres una idiota que nunca hará nada de provecho. Estaba decidida a demostrarle lo equivocado que estaba y hacer desaparecer ese juicio contra mí que resonaba en mi cabeza.

    Para cuando llegué a los 30, tras una serie de traumatismos, lidiaba con un dolor crónico en el cuello. Gasté una pequeña fortuna en tratamientos tradicionales que únicamente me proporcionaban alivio temporal. Vivía en piloto automático. Yo era como el robot de la serie de televisión Perdidos en el espacio, que repetía, ¡Peligro, Will Robinson, Peligro! y que se aseguraba de que todo el mundo fuera cuidado, sin considerarme a mí misma. La respuesta automática cuando se trataba de mis propias necesidades era: No está computando.

    Anteponer las necesidades de los demás antes que las mías parecía lo correcto. Era mi manera de ser solidaria y, por lo tanto, valiosa. Vivía mi vida como muchas mujeres hacen, creyendo que mi autoestima estaba asociada con lo generosa que era con los demás.

    Mi momento de llanto repentino me obligó a hacer una pausa y reflexionar sobre mi vida. Empecé a darme cuenta de que nunca me había sentido realizada o suficientemente buena. Por ese motivo, atraía a personas que me manipulaban y se aprovechaban de mí. Reforzaban la sensación de inferioridad que sentía desde pequeña. Finalmente, reconocí que había sufrido abusos físicos, emocionales y sexuales por parte de mi padre, sintiendo tanto odio hacia mí misma que mi cuerpo respondió. Finalmente, vi que era necesario un cambio, ya que el dolor era excesivo para poder soportarlo. Aunque no podía ni imaginar en ese momento el largo proceso de curación y cambio que, con el tiempo, se convirtió en un don muy valioso que pude compartir con otras mujeres.

    Desde entonces, tengo el cinturón negro en autoestima. Me he abierto a la capacidad de intuir las motivaciones e intenciones de los demás. Puedo sentir y leer los campos energéticos de las personas, lo que me permite ayudarlas a eliminar los bloqueos energéticos que les impide conseguir la misma libertad y felicidad que yo finalmente conseguí en mi vida.

    Es momento de ser realista

    A medida que vayas leyendo el libro, tal vez sigas sin descubrir que te impide tener éxito o ser feliz. Tal vez te cueste menos reconocerlo que a mí. Tal vez, para ti, es solo una sensación de que algo no está bien y quieres cambiar. Eso está muy bien, porque aunque sea un cliché, el primer paso para la curación es admitir que hay un problema.

    Este libro te ayudará a identificar y trabajar los bloqueos emocionales de todo tipo. Tras 20 años trabajando con miles de mujeres de todo el mundo, parece que en casi todos los casos, las mujeres tienden a revivir las dinámicas de las relaciones de su pasado, generalmente desde la infancia. El proceso de vivir y revivir el mismo patrón les impide avanzar. Para algunas, hay un evento traumático determinado que han suprimido o borrado de su memoria como una manera de lidiar con el dolor.

    Eso fue lo que me ocurrió a mí. Para otras personas, es más sutil, menos obvio, pero también puede ser  dañino con sus experiencias condicionándolas continuamente, reforzando los sentimientos de culpa, vergüenza y baja autoestima. Esto hace que sea mucho más difícil ver la disfunción, ya que no es tan fácil identificar un acontecimiento específico como su causa. Se convierte en un modo de vida normal, a menos o hasta que alguien como yo explique cómo las necesidades de la infancia de una persona no fueron cubiertas.

    Nadie supo nunca lo que me ocurrió cuando era pequeña. Incluso estuve negando el abuso hasta que tenía treinta años. Había bloqueado completamente partes de mi infancia para poder sobrevivir a lo que me parecía un verdadero infierno. De adulta, me volví tan hábil para ocultar mis emociones que mi cuerpo comenzó a crear un dolor físico inevitable. Fue un grito desesperado de ayuda.

    Con el tiempo descubrí que mi técnica de supervivencia, que consistía en suprimir las emociones era una reacción muy común tras un trauma. Si experimentas abusos sexuales, emocionales o físicos, aprendes a bloquear tus sentimientos para poder sobrevivir. No es algo que pasa solo en casos de abuso. Si sufres violencia, guerras, accidentes que te cambian la vida, enfermedades, estrés continuo, abandono emocional, falta de vivienda o graves dificultades económicas, aprendes a endurecerte y suprimes tus emociones para poder sobrellevar la situación. Esto puede, literalmente, salvarte la vida en ese momento, pero si las emociones no se liberan, a la larga, provocarán una disfunción física y emocional en tu vida.

    Ganancia a corto plazo, pérdida a largo plazo

    Las mujeres que crecen en un ambiente disfuncional se acostumbran a desvincular de sus sentimientos y bloquear su pasado. Esta técnica de supervivencia, en la edad adulta, puede manifestarse en ansiedad, depresión y miedo. La mayor parte del tiempo, la causa no está clara. Incluso las mujeres que no han sufrido claros abusos a menudo, se enfrentan al abandono por parte de sus progenitores, tal vez porque se favoreció a sus hermanos varones, o sus padres se divorciaron o no cubrieron sus necesidades, o por otros motivos que pudieron haber parecido insignificantes en ese momento. Hay una cultura que supone que las mujeres han de cuidar a todos los de su alrededor sin reconocer sus propias necesidades. Esto hace que sea difícil identificar los motivos por los que no experimentan relaciones satisfactorias y éxito profesional en un futuro.

    Durante los años trabajando con mujeres, comencé a ver patrones constantes. Si estás leyendo esto y lo relacionas con la dificultad de vivir como realmente eres, puedes estar segura de que estás en buena compañía. La lucha por ser reconocida, valorada y respetada por vivir como tu verdadero ser y seguir tu corazón es algo que muchas mujeres deben superar. Lo superas reclamando tu poder y dándote la libertad de seguir tu propia guía interior, o lo que yo llamo tu GPS personal.

    Como muchas mujeres, cuando cumplí los treinta, el hecho de vivir una vida en desconexión, finalmente me pasó factura. No podía perder un minuto más fingiendo que todo estaba bien. Algo en mí debía cambiar.

    A pesar de haber viajado por el mundo y haber vivido en varios países increíbles, no era feliz. Fingía llevar una vida normal, pero por dentro sabía que algo no estaba bien. Tuve un deseo secreto cuando vi un cartel rojo que ponía SALIDA en un edificio público. Recé para que la puerta fuera la salida de mi sufrimiento. Cada vez que caminaba, miraba al Dios que siempre había conocido, y el que creía que tenía todo el poder, y sentía un gran desaliento por el hecho de sentir todavía dolor al otro lado del cartel de SALIDA.

    El primer paso para la curación en mi vida fue darme cuenta de que necesitaba cambiar. Llevó tiempo quitar las capas, pero finalmente, recuperé la fuerza suficiente para enfrentar el dolor de los abusos. La verdadera curación ocurrió cuando mi cuerpo y mi mente eran lo suficientemente fuertes como para hacer frente a mi pasado. Trabajé durante años con muchos terapeutas y curanderos y asistí a numerosos cursos para curarme y desarrollar mis propias habilidades intuitivas y de curación. Poco a poco, fui capaz de descubrir mi don y curarme a mí misma. Esa experiencia me enseñó a conectar y curar a mujeres con problemas similares. Mi misión es permitir que todas las mujeres experimenten la libertad, el empoderamiento y la igualdad y encuentren su valor mediante la curación contra el abuso, el trauma, el juicio y el condicionamiento.

    El aspecto más importante de la curación es el proceso de reconectar con una misma. Para empezar, debes recuperar tu confianza en el universo, y luego rendirte y dejarte ir. La perspectiva de perder el control puede resucitar el miedo, la ansiedad u otras emociones de tu infancia.

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