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La vida es eso que pasa entre que te lleva tu madre en cochecito y la cuidadora en silla de ruedas
La vida es eso que pasa entre que te lleva tu madre en cochecito y la cuidadora en silla de ruedas
La vida es eso que pasa entre que te lleva tu madre en cochecito y la cuidadora en silla de ruedas
Libro electrónico155 páginas3 horas

La vida es eso que pasa entre que te lleva tu madre en cochecito y la cuidadora en silla de ruedas

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¿Cansado de leer libros que no te hacen reír? ¿Eres el típico lector que antes de comprarte un libro te gusta leer las solapas? ¿Estás leyendo estas preguntas con voz de anunciante? Si ese es tu caso, has cogido el libro correcto. Con esta idiotez pretendía hacer un spoiler, pero en este libro hay tantas gilipolleces concentradas por página rectangular que me ha sido imposible. Mejor que leer esta sinopsis te recomendaría leer el índice, ahí lo dejo, y quien avisa no es traidor, mayor sugerencia imposible.
Pretende ser un libro diferente, donde cada capítulo analiza de forma ágil temas del día a día, comparando lo actual con lo pasado y no aspira a nada más que a entretener, intentar sacar una sonrisa o arrancar una pequeña carcajada y cuya idea principal es sorprender al lector, mezclando reflexiones con diálogos cotidianos inventados y con algunos guiños vintage a la generación que nacimos en las décadas de los setenta y principios de los ochenta, plasmando la realidad, vivencias y gilipolleces que rodean y han rodeado nuestra vida, siempre de forma sencilla y llana, con ironía y sarcasmo. Y si el libro no os gusta podréis usarlo como pie de mesa, que tampoco es tan grande.
En este libro no encontrarás una novela histórica, ni literaria, ni romántica, aunque sí encontrarás a un autor con muchas ganas de hacértelo pasar muy bien, hacerte reír un rato y sobre todo recordar tiempos pasados con muchas dosis de humor.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento30 oct 2019
ISBN9788418129360
La vida es eso que pasa entre que te lleva tu madre en cochecito y la cuidadora en silla de ruedas

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    La vida es eso que pasa entre que te lleva tu madre en cochecito y la cuidadora en silla de ruedas - Manel Rosado Ramos

    © Derechos de edición reservados.

    Letrame Editorial.

    www.Letrame.com

    info@Letrame.com

    © Manel Rosado Ramos

    Diseño de edición: Letrame Editorial.

    Diseño de la portada:

    Jordi Riba Gomez (Jodri)

    https://jodricomic.webnode.es

    Diseño de la caricatura:

    Manuel Ruz Pérez

    CartoonClub (http://www.cartoonclub.es)

    ISBN: 978-84-18129-36-0

    Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor.

    Letrame Editorial no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas.

    «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)».

    .

    En primer lugar, dedico este libro a mi madre, Montse, que falleció antes de tenerlo terminado, y que estoy seguro que le habría hecho muchísima ilusión y se sentiría muy orgullosa.

    Dedico este libro a mi esposa Isa, por su paciencia, cariño y compañía. A los dos mejores hijos que puede haber en el mundo: a mi hijo Manel, que está deseando dejar de leer el Diario de Greg para leer este libro, y a mi hijo Tomàs, que aunque no le gusta mucho leer, me encantaría que este fuera su primer libro de muchos. A mis «sisters» Elsa y Sara por todo lo que hemos pasado juntos. A mi padre, Manuel, que como nunca lee libros de cachondeo como este, si nadie se lo dice nunca sabrá que se lo he dedicado. A toda mi familia y amigos. A todos los que se pregunten si he escrito algo sobre ellos. Y a todas las personas que me han inspirado a escribir todo este conjunto de gilipolleces en forma de libro.

    Prólogo

    Si una imagen vale más que mil palabras…

    ¿por qué no juzgar este libro por la portada?

    Aunque soy mucho más de ciencias que de letras y no tengo muchas dotes de escritor —como mínimo eso creo yo—, hace unos siete años aproximadamente decidí empezar a escribir reflexiones y notas que han acabado convirtiéndose en este libro. Como bien sabréis, lo del régimen de autónomos se inventó porque no da para comer. Bromas a parte, según dicen, los autónomos se diferencian del trabajador asalariado en que cuando van por la calle con fiebre piensan que como todavía no tienen convulsiones pueden seguir trabajando.

    Antes de empezar con este breve prólogo, quería agradecer a mi sistema óseo por todo el apoyo que me ha dado durante estos años que he tardado en escribir este libro, porque la verdad, ¡vaya tela! Se trata de un escrito de humor, al menos eso he pretendido. Nunca me había planteado escribir un libro y más teniendo en cuenta que estamos en un país donde la conciliación familiar y laboral es una utopía, por lo que ha sido difícil encontrar tiempo de inspiración para poder dedicarme a escribir la «jartá» de tonterías que he escrito. Pero hace siete años era usuario habitual de los trenes de cercanías y media distancia de Renfe, y me di cuenta de que gracias a los continuos retrasos de la compañía de ferrocarriles, tenía mucho más tiempo libre del que creía, por lo que empecé esta aventura. Creo no mentir si dijera que en algunos casos los responsables de las líneas de ferrocarril tienen tanto arte para perder el tiempo que les podrían convalidar tres años de la carrera de bellas artes. Tremendo, de verdad, lo de perder el tiempo, no el zasca, que es una broma dedicada a un amigo que estudió bellas artes, no se lo vayan a tomar mal.

    Y tampoco creo que esté mintiendo si afirmo que, gracias a los trenes de cercanías, en España oficialmente ha habido una inversión en la pirámide de lectores, ya hay más gente dispuesta a escribir un libro que personas a leerlo.

    Como considero que tengo algo de sentido del humor y poco de escritor al uso, mi idea fue ir plasmando la realidad, vivencias y gilipolleces que rodean nuestra vida de forma sencilla y llana. La risa es la mejor medicina y si con ello consigo hacer reír al lector aunque sea un poco, mi propósito se habrá cumplido. Lo he titulado La vida es eso que pasa entre que te lleva tu madre en cochecito y la cuidadora en silla de ruedas. —Sí, lo sé, no se me ocurrió nada más largo—. La otra opción fue titularlo Gilipolleces, pero me pareció algo corto ;)

    A modo de breve presentación y como se ha detallado en la sinopsis, pretendo que sea un escrito diferente, donde cada capítulo analiza de forma ágil temas del día a día, actual y pasado, y no aspira a nada más que a entretener, por lo que partí con la idea de redactar de forma anárquica para intentar sorprender un poco al lector y arrancar alguna sonrisa, mezclando reflexiones con diálogos inventados del día a día de la vida, con algunos guiños vintage a la generación que nacimos en las décadas de los setenta y principios de los ochenta.

    Una vez oí un lema asiático que venia a decir lo siguiente: «Hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro».

    «Qué cojones», pensé, si ya tengo dos hechas, ¡a escribir un libro y así paso al siguiente nivel!

    El árbol lo planté en mi época infantil, en el colegio, supongo que estará ya crecidito y espero que sin ningún nombre de pareja tallado en él. Personalmente no me parece nada divertido ver nombres de parejas tallados en árboles, más bien siniestro, ¿qué clase de persona lleva un cuchillo a una cita? No quiero ni pensarlo…

    El segundo punto, como he comentado nada más empezar, lo cumplo gracias y junto a mi preciosa mujer, tenemos dos hijos estupendos. Ahora, según dicen nuestros abuelos, tener uno o dos hijos es poco. Me parecen tremendamente curiosas y enigmáticas las señoras mayores que se asustan al escuchar la palabra «pene», pero que tienen diez hijos, creo que ahí hay algo que falla, ¿no creéis? Viendo la evolución de la sociedad en las últimas décadas, es fácil entender que los tiempos han cambiado, antes los padres solían tener cuatro hijos y ahora son los hijos los que suelen tener cuatro padres. Haciendo un simple análisis, esto se puede entender porque antiguamente la gente se conocía, se casaban, hacían el amor y tenían un hijo. Ahora follan, tienen un hijo, se casan y entonces se conocen.

    Y para pasar de nivel solo me quedaba el último punto de la cita, escribir un libro. Nunca me lo había planteado, no tengo muchas dotes de escritor, más bien al contrario, soy de los que le gustan mucho más los números, aun así espero que os guste este libro, y sino ya sabéis, a usarlo como pie de mesa que tampoco tiene tantas páginas… no sé por qué algunos escritores escriben algunos libros de más de quinientas páginas, ¡no hay ninguna mesa que esté tan coja!

    En fin, os invito a que cojáis las gafas de leer gilipolleces que tenéis en el otro bolso y os divirtáis. Vamos a ello…

    1

    La infancia, en general, es como una borrachera, todo el mundo se acuerda de lo que hiciste o de lo que pasó, menos tú

    ¿Os imagináis que tuviéramos capacidad para retener en nuestra memoria nuestros inicios? ¿Nuestros primeros pensamientos? ¿Las primeras imágenes que pudiéramos ver? ¿Los primeros sonidos que escucháramos? Todo empieza en un acto de amor de los padres, nuestros padres, un milagro hecho realidad, un éxito de la naturaleza. Nosotros somos mitad espermatozoide y mitad óvulo, como si fuera uno de los trucos de ilusionismo más antiguos del mundo, cortar a una persona por la mitad, pero totalmente a la inversa. Pues eso, somos parte del éxito del amor y de un posterior embarazo… embarazo que a todos siempre nos han vendido de nueve meses, pero que echando unas simples cuentas nos saldrán diez… contad, contad.

    Parece ser que los médicos y los padres contamos de forma diferente, ni mejor ni peor, simplemente contamos diferente, y los dos tenemos razón. Sería algo similar a lo de aquel satélite que se estrelló porque la mitad de los ingenieros habían calculado los algoritmos con el sistema internacional de unidades y la otra mitad, para variar, un popurrí mayoritariamente formado por los que siempre llevan la contraria en todo, léase americanos e ingleses, con un sistema propio, con sus pulgadas, pies, yardas y millas. Os imagináis la conversación entre ingenieros europeos y americanos:

    —Ingeniero inglés: Hey, bro!

    —Ingeniero europeo: ¿Qué quieres, compañero británico?

    —Ingeniero inglés: ¿Viste la roca de la duna de marte donde se ha estrellado el satélite?

    —Ingeniero europeo: Sí.

    —Ingeniero inglés: Yo no… ¿recogemos el puzzle?

    Pues más o menos ese mismo galimatías en el cálculo sucede a los futuros papás con los médicos. Cuenta la leyenda que cuando una mujer se queda embarazada lo primero que aprende es que el desarrollo de la vida en su interior se cuenta en semanas, por lo que en general se necesitan entre cuarenta y cuarenta y dos semanas para dar a luz, o lo que es lo mismo, diez meses clavados. La duda sigue siendo entonces, ¿por qué se dice que son en total nueve meses de embarazo? Pues bien, la misma leyenda cuenta que el primer doctor que dio la cifra de nueve meses metió la pata. El resto, viendo la cagada, y para salir del atolladero, se sacaron de la manga que la duración del embarazo cambia dependiendo de si se cuenta desde la fecha de la última regla, o bien desde la última ovulación. Claro, claro, y mientras los de fuera se intentan poner de acuerdo con la fecha, el bebito, cagadito de miedo en el vientre de mamá, no sea que los expertos calculen mal, salga antes y se estrelle contra el suelo como le sucedió al satélite.

    Por ello, nuestro primer ciclo de maduración como ser humano lo pasamos dentro del vientre de nuestra madre. Ante tanta incertidumbre externa maduramos a velocidades impropias, estoy seguro que una vez estamos ahí dentro, si los padres nos pudieran escuchar, se oiría algo así como: «Qué a gustito estoy aquí dentro calentito, deja, deja, me siento como Dios al ver que todavía quedan varios meses para salir».

    El segundo punto que una futura mamá aprende de su primera gestación es que el éxito es como el embarazo. Todo el mundo te felicita, pero nadie sabe cuántas veces te han jodido para conseguirlo. Entiendo que no hace falta entrar en detalles, ¿verdad?

    Y una vez que se confirma la noticia, que mejor forma de decirle a tu pareja que estáis embarazados: con un buen intercambio de zascas:

    —Ella: Paco, cariño, no sale el resultado de la prueba… no soy supersticiosa, pero solo hago bromas de embarazos no deseados cuando tengo la regla.

    —Él: Carmen, cielo, ¿no te habrás confundido y te estarás meando en el nuevo pen drive que me he comprado?

    …Minutos después…

    —Ella: Cariño, ¡estamos embarazados! ¿qué te gustaría que fuera?

    —Él: Una broma, cielo, una broma… ¿y a ti?

    —Ella: Que fuera tuyo…

    —Él: Joder, «cari», la pizza quemada, la cerveza congelada y tú embarazada son consecuencias de no haberla sacado a tiempo.

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