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Cosmópolis: Del flâneur al globe-trotter
Cosmópolis: Del flâneur al globe-trotter
Cosmópolis: Del flâneur al globe-trotter
Libro electrónico305 páginas5 horas

Cosmópolis: Del flâneur al globe-trotter

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Arlt, Cané, Cabrera Infante, Darío, Gómez Carrillo, Paul Groussac, Mansilla, Mariátegui, Martí, Neruda, Nervo, Novo, Rodó, Sarmiento, entre otros, subidos a un rickshaw, sentados en un camarote del Transiberiano o acodados en la cubierta de un transatlántico, han tomado nota de todo en su papel de corresponsales del siglo XIX y XX. En los periódicos, entre las noticias del día, a menudo bajo la forma de una carta al Director, las crónicas de viaje podían ofrecer al lector sedentario un cosmopolitismo capaz de entrar por los ojos. ¿Qué mostraban? Todo. Por abajo, el velorio de Isadora Duncan y los gatos del Foro Trajano; por arriba, la estatua de la Libertad y la pirámide de Keops, de través, los grandes rápidos del Niágara, y cara a cara, sombreros de copa, escaparates, monumentos…
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento1 jun 2018
ISBN9789871673810
Cosmópolis: Del flâneur al globe-trotter

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    Cosmópolis - Beatriz Colombi

    FCE.

    UN DOMINGO EN BOSTON

    Francisco de Miranda

    Por todas las avenidas y alrededores de Boston se descubren obras de fortificación hechas por los británicos y americanos en tiempo del sitio de esta plaza. Hay igualmente infinitud de alturas, las más ventajosas para prospectos y situar casas de campo que yo he visto jamás en la corta extensión del país. Milton Hill y Dorchester-Point son muy remarcables. Vaya una anécdota. Íbame el domingo pasado por la mañana a dar un paseo en la silla, hacia el Castillo que está poco más debajo de Dorchester y, como quiera que es necesario pasar un pequeño ferry, comencé a pedir el bote, y no quisieron enviármelo porque era domingo. Volvime con toda paciencia por el propio camino, que es bastante bueno y agradable, y llegando a pasar por un terreno bajo hallé que con la marea creciente estaba como de un pie de agua; un hombre bastante decente llegó a la sazón montado a caballo con una mujer a las ancas, vínose inmediatamente a mí, y preguntome si quería tomar aquella mujer en mi silla, para pasarla, pues ella tenía miedo; le dije que sí, ella saltó luego del caballo, se puso en la silla y la llevé dos millas más adelante, donde me pidió la apease, y se quedó allí en una casa aguardando a su marido que venía en el caballo a cierta distancia detrás de nosotros… ¿quién habrá pues en Europa que juzgue tan favorablemente del corazón humano, para entregar así a un extranjero su mujer joven y hermosa? ¿Ni quién tan mentecato que crea un gran pecado el pasar un río en domingo?

    De, Viajes por los Estados Unidos (1783-84)

    LA LENGUA DE MADRID

    Fray Servando Teresa de Mier

    Nos vamos acercando a Madrid, y como en otros países se anuncia la cercanía de la capital por quintas, casas de recreo, o lugarcitos más pulidos, a Madrid por todas partes rodean lugarejos infelicísimos en ruinas, todos de tierra, y de la gente más miserable: no se ve un árbol en contorno; el terreno árido embiste hasta que llega uno a sus puertas. La primera vez que yo entré fue por la puerta de Fuencarral, y como en otras ciudades se divisan columnas de mármol, yo vi dos muy elevadas, y pregunté qué eran. Estiércol para hacer el pan. Sacaba la cabeza del coche, y en todas las esquinas leía a pares carteles impresos con letras garrafales que decían: Don Gregorie Sencsens y Don qué sé yo, hacen bragueros para uno y otro sexo. Me figuré que aquel era un pueblo de potrosos, y no lo es sino de una raza degenerada, que hombres y mujeres hijos de Madrid parecen enanos, y me llevé grandes chascos jugueteando a veces con alguna niñita que yo creía ser de ocho o nueve años, y salíamos con que tenía sus dieciséis. En general se dice de los hijos de Madrid que son cabezones, chiquititos, farfullones, culoncitos, fundadores de rosarios y herederos de presidios. Y luego la marca al cuello del Hospital de Antón Martín, que es el del gálico, porque este se anuncia en Madrid por los pescuezos.

    Casi el día que llegué vi por la calle de Atocha una procesión, y preguntando qué era me dijeron que era la Virgen p... Y es que como la imagen es hermosa, la asomaba por entre rejas una alcahueta para atraer parroquianos. El lenguaje del pueblo madrileño anuncia lo que es, un pueblo el más gótico de España. Una calle se llama de Arranca-culos, otra de Tentetieso, una de Majaderitos Anchos, otra de Majaderitos Angostos. Uno vende leche, y grita: ¿Quién me compra esta leche o esta mierda?. Las mujeres le gritan: Una docena de huevos: ¿quién me saca la huevera?. Todo se vende a maíz, por decir maravedíes. El castellano que se habla es como este: Manolo qué lijiste al médicu?. Lije que te viniera a curar del estógamo aluna, y le daríamos cien maíz. Oí pedir limosna: Señor, que me pele una limosna por Dios chiquito; es la procesión del Buen Pastor; Corpus es Dios grande. A toda esquina la llaman esquinazo, y a la puerta de una casa portal.

    En el centro de Madrid vive gente fina de todas las partes de la monarquía; pero no puede salir a los barrios, porque insultan a la gente decente. En los barrios se vive como en un lugar de aldea. Los hombres están afeitándose en medio de la calle y las mujeres cosiendo. El barrio más poblado e insolente es del Avapiés. Y cuando hay fandango de manolos en los barrios, el del Avapiés es el bastonero. Esta preferencia la ganaron en una batalla de pedradas que se dieron montados en burros. Los reyes mismos tienen miedo de ir por allí, y paseando un día la reina en coche por junto al río Manzanares, donde lava el mujerío manolo, la trataron de pu... porque estaba el pan caro. La reina echó a correr, y prendieron unas treinta, que luego soltaron, porque la cosa no era sino demasiado

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