El aguacate es una fruta encantada. Los fantasmas pululan a su alrededor cada vez que añades su pulpa a una ensalada o te la embadurnas por la cara como mascarilla. Se trata de entes de más de cinco metros, con enormes garras o colmillos. Su presencia no es física, pero tampoco sobrenatural. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Como el niño de la película El sexto sentido, el árbol del aguacate ve muertos. Son animales que llevan miles de años extinguidos, pero la planta no se ha enterado; por eso, sigue produciendo grandes y nutritivas frutas, con la esperanza de que se las traguen y dispersen así sus semillas. Evidentemente, esto también es una metáfora: el árbol ni puede ver ni prepara sus aguacates con un objetivo, pero la evolución lo adaptó a una fauna que ya no existe. Le otorgó a esa fruta verde y grasa características que no tienen mucho sentido en su ambiente actual, pero que parecen pensadas para satisfacer a una bestia de amplias tragaderas y ávida de calorías. El aguacate no está solo: los espectros podrían rondar a la papaya, a la chirimoya y a otros frutos de origen americano (ver recuadro de la página siguiente).
Fue el geocientífico Paul Martin (1928-2010) quien inventó la metáfora de las