Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Mi Amigo William
Mi Amigo William
Mi Amigo William
Libro electrónico106 páginas1 hora

Mi Amigo William

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Este es un simple homenaje a un querido amigo que se fue. Un guerrero que amaba lo que estaba haciendo y se apartó de esta vida en el ejercicio de su función.

En este trabajo podrás conocer un poco del chico que conocí, un chico feliz, amigo e incluso un bromista. Según mi visión, podrá conocer algunas de nuestras historias, así como los momentos finales de su vida.

Que cada uno lea este trabajo y cambie sus conceptos de relaciones humanas, que no permitamos que la tecnología nos prive del contacto personal, y que ninguno de nosotros pueda estar seguro de la presencia de aquellos a quienes amamos y apreciamos cada minuto de esta vida.

Esta edición está revisada y extendida, contiene algunas historias nuevas y detalles de otros casos ya reportados.

IdiomaEspañol
EditorialCésar Costa
Fecha de lanzamiento18 sept 2019
ISBN9781071506233
Mi Amigo William

Lee más de César Costa

Relacionado con Mi Amigo William

Libros electrónicos relacionados

Biografías y memorias para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Mi Amigo William

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Mi Amigo William - César Costa

    Mi amigo

    William 

    Cesar Costa

    ––––––––

    4ta edición

    Rio de Janeiro

    2018

    ––––––––

    Copyright © 2018 por César Costa

    Todos los derechos reservados

    http://www.cesarcosta.com.br

    ––––––––

    Edición

    Cesar Costa

    Portada, revisión y diseño

    Cesar Costa

    Traducido del idioma Portugués

    Antonio Silva Sprock

    2018

    Brasil

    Dedicatoria

    ––––––––

    Para mí querido amigo y hermano, William Schorcht, inspiración de esta obra. Que tu luz siga brillando entre hombres y generaciones.

    - César Costa

    Índice

    ––––––––

    Introducción

    Mi amigo William

    Días de lucha, Días de Escuela

    Salidas de la Escuela

    Errantes por la Vida

    Humor sarcástico

    Nuestras Bromas de Cada Día

    No Todo Era Bromear

    Iglesia

    Y La Vida Nos Golpeó

    Un Breve Adiós

    Apéndice 1

    Apéndice 2

    Introducción

    Con este registro no tengo la intención de elaborar una biografía que revele todos los detalles de la vida, las derrotas y los logros de mi amigo. Para escribirlo, solo consulté mis recuerdos que, seguramente, continuaran surgiendo a lo largo de los años. Por lo tanto, este es un trabajo en constante progreso. Mi único objetivo con este homenaje es hablar sobre la persona que conocí y con la cual tuve la oportunidad de convivir durante unos años, mi amigo William, o como siempre lo llamé, Alemán.

    Si eres un pariente, compañero de trabajo o amigo, probablemente hayas conocido una versión diferente. Puede verlo como el hijo, el primo, el hermano, el esposo o el Capitán Schorcht. Para mí, fue este tipo quien será presentado en las próximas líneas, mi mejor amigo, un hermano que la vida me dio, que a pesar de que no nos haya dado muchos años de convivencia, de ninguna manera interrumpió nuestra amistad.

    Quién sabe, al terminar estas líneas simples, el lector imagine que estoy inventando algo. Quizás el sujeto que describo aquí no se parece en nada a la persona que conociste, o simplemente es un extraño, y este libro te llegó por alguna casualidad. No puedo predecirlo. Lo único que puedo hacer es afirmar la veracidad de mi relato y garantizar que cada uno de estos hechos fue parte de nuestra historia, fortaleciendo nuestra amistad desde el primer día que nos encontramos.

    Dice la canción: Amigo es algo para mantener en el lado izquierdo del pecho. Sin embargo, decidí mantenerlo en estas páginas antes de irme o mi mente esté tan deteriorada que ya no pueda recordar más, haciendo que estas historias se pierdan para siempre y el amigo que tuve deje de ser conocido.

    Estuvo disponible la primera versión de este trabajo en Internet solo trece días después de su muerte. Durante dos días escribí, en medio de las lágrimas, todos los momentos que pude recordar, un total de aproximadamente veinticuatro horas de trabajo que, por un lado, fueron muy dolorosos, por otro lado, me hicieron sonreír en medio de la pena y el dolor de una pérdida tan reciente. En esta cuarta edición busco rescatar otras historias y desenredar un poco más sobre todo lo que ya se ha contado.

    Este es mi humilde homenaje a este sujeto que tuvo tan poco tiempo en esta tierra, pero que marcó una gran diferencia y marcó a aquellos que lo conocieron hasta el punto que jamás olvidaremos.

    Mi amigo William

    ¿Qué nos hace amigos de alguien? A veces me pregunto. Leyendo y releyendo esta obra una y otra vez — porque, créeme, fue escrita más para mí que para ti — no creo que pueda encontrar esa respuesta todavía. Conocemos gente todos los días, con algunos nos entendemos mejor, con otros no tanto. Algunos se convierten en amigos instantáneos, pero si algo nos separa, pronto perdemos contacto, nos alejamos y, aunque seguimos tratándonos como camaradas, somos simplemente meros conocidos.

    No quiero divagar demasiado al respecto, pero el hecho es que la vida nos mantuvo separados durante la mayor parte de nuestra existencia, pero nada de eso fue capaz de enfriar el sentimiento de amistad y hermandad que existía entre nosotros. No hay mejor cosa en esta vida que recibir la misma consideración de alguien. Esto es algo raro y especial que ni la ausencia ni el tiempo pueden borrar.

    Dicho esto, no me vengan con preguntas difíciles como, por ejemplo, ¿Cuándo era su cumpleaños o en qué año nació? ¿Cuándo fue que se mudó a Resende, entonces? No tengo la mínima idea. Ambos teníamos una amistad, no un compromiso. Yo no necesitaba enviar regalos o cantar felicitaciones de medianoche por su cumpleaños, nada de eso. Y lo recíproco era cierto. Creo que la única vez que me felicitó fue que me llamó para tratar cualquier asunto.

    - ¡Habla, compañero!

    - ¡Habla, alemán!

    - Hermano, te quería preguntar una cosa...

    Hablamos brevemente sobre lo que sea que lo haya motivado a llamarme. No recuerdo el tema, pero no importa.

    - Madre mía, por un segundo me confundí. Pensé que habías llamado para felicitarme. - Dije, después de terminar el tema inicial.

    - Ahhh, ¿hoy es tu cumpleaños? Parecía bastante sorprendido.

    - Es así.

    - ¿Y pensaste que iba a cometer el alarde de llamarte solo para felicitarte? Su risa típica sonó en el teléfono.

    - ¡Por supuesto que no! - Respondí sinceramente.

    - Bueno, bueno, felicidades, compañero.

    - Gracias.

    Fue así, en cualquier año perdido entre tantas fechas, que recibí mi única llamada de felicitación de William. Pero no se sentía mal por ello, ya que jamás lo llamé y felicité. Al menos no que yo recuerde. Bueno, tal vez una o dos veces.

    Para no dejar al lector totalmente sin información, puedo decir que su familia vino de São José dos Campos. ¿Nació allí? No lo sé, lo siento. Puedo, sin embargo, afirmar que, durante algún tiempo, su familia vivió en Niterói-RJ, de ahí nació su profundo odio por el funk. Era esa porquería sonando día y noche en los bailes de los morros. ¡Insoportable! - decía. Sé que vivieron en Resende durante algún tiempo antes de que nos conociéramos, una historia que contaré de ahora en adelante.

    Estábamos a finales de 1996, no me recuerdo exactamente qué mes y, hasta entonces, nunca había oído hablar del ese tal William de Freitas Schorcht. Estábamos estudiando en el Colegio Estatal Pedro Braile Neto en Resende-RJ, y aunque estábamos en el mismo grado, no estábamos estudiando en la misma sección. Era común que algunas secciones se juntaran para las clases de educación física, pero por alguna razón que desconozco, nunca fue nuestro caso. Así que hasta ese día nunca nos habíamos topado ni hablado. Nuestro contacto fue, absolutamente, cero.

    Pero eso cambiaría un domingo, en algún lugar cercano a la escuela, de hecho. Allí nos encontramos por primera vez. Yo estaba en la iglesia para otra reunión cuando ese chico medio avergonzado y cabizbajo caminó por el pasillo. Los otros niños y yo estábamos esperando que comenzaran las clases cuando los misioneros

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1