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El León del Norte: Serie de Wolfe
El León del Norte: Serie de Wolfe
El León del Norte: Serie de Wolfe
Libro electrónico456 páginas8 horas

El León del Norte: Serie de Wolfe

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El León del Norte (Pack De Wolfe ) por Kathryn Le Veque
Dos hermanos, Una muje, Un voto de sangre 

1461 A.D. - Dos hermanos y los mejores amigos. Uno es traicionado y asesinado en la Batalla de Towton por hombres que supuestamente eran sus aliados. El hermano superviviente , Sir Atticus de Wolfe, promete vengar la muerte de su hermano. El León de Northumbria, hereda el legado de los de Wolfe, está ahora desatado y busca venganza. Nadie está a salvo hasta que la deuda de sangre sea pagada.

Pero también queda por resolver el asunto de la viuda de su hermano., Lady Isabeau de Shera de Wolfe. ¿La venganza de Atticus se interprondrá en la búsqueda del amor con la viuda sexy y dulce de su hermano? Descubre el verdadero significado del poder del amor en esta gran aventura histórica de traición, passión y venganza. 

IdiomaEspañol
EditorialBadPress
Fecha de lanzamiento12 ene 2020
ISBN9781547599554
El León del Norte: Serie de Wolfe

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    El León del Norte - Kathryn Le Veque

    Contenido

    Contenido......................................................................................................................................1

    Kathryn Le Veque lista de novelas

    Nota de la autora

    Bienvenidos a la historia de Atticus. Tenemos algunos interesantes nombres en esta historia, así que quiero estar segura de que todos lo pronunciemos de la misma manera (el énfasis en la sílaba de letras en mayúscula)

    Isobeau – EEES-uh-bo

    Tertius – TER-shiss

    Titus – TIE-tus

    Wrenne – war-EN (si os acordáis, de Warenne era el apellido de Davyss la madre de Winter, Lady Kathereine, en LESPADA)

    A Day of Much Slaying

    Así fue llamada la Batalla de Towton, que es la mayor batalla en la Guerra de las Rosas. Esta fue también la batalla en la que se luchó al final de la primavera en un blizzard y es una de las mas terribles batallas históricas nunca jamás habidas en Inglaterra. Si los hombres no estaban helados, se ahogaron en el río al norte del campo de batalla mientras intentaban huir. Se dice que tantos hombres murieron ahogados que crearon un puente humano para el resto del ejército para que pudieran cruzar. Mas de 70,000 hombres cayeron e el campo de batalla ese día; 42.000 solo del bando Lancaster, así que esta fue una batalla grandiosa. Towton es a Inglaterra como Antietam lo es a la Guerra Civil Americana. El número todotal de muertos se estima que fue alrededor del 1% de la población inglesa, unos 20.000 hombres. Towton juega un pequeño pero importante papel en esta novela.

    También, aclaremos que los lazos familiares de los personajes secundarios porque aquí hay muchos. Probablemente es mejor hacerlo de esta forma mejor que con un diagrama;

    Warenne de Winter – descendiente de Davyss de Winter (LESPADA)

    Maxim de Russe – hijo de Sir Bastian de Russe (BESTIA) y su mujer, Lady Gisella le Bec. Gisella es la hija mas joven de Sir Richmond le Bec (GRAN PROTECTOR).

    Alec le Bec – hijo de Gannon le Bec (Segundo hijo de Sir Richmond le Bec) y su mujer, Lady Sparrow Summerlin. Alec es llamado así por su antecessor, el gran Alec Summerlin (LA LEYENDA).

    Adam Wellesbourne – Casdo con Audrey Wellesbourne, hermana de Maxim y la hija de Sir Bastian de Russe y su mujer, Lady Gisella. Adam y Audrey son los padres de Matthew Wellesbourne (EL CABALLERO BLANCO DE WELLESBOURNE). Esto significa que Matthew Wellesbourne es linaje de Richmond le Bec y Bastian de Russe, entre otros.

    Kenton le Bec – hijo de Stefan le Bec, es el hijo mayor de Richmond le Bec (GRAN PROTECTOR), y su mujer, Lady Arissa (que es la hija bastarda de Henry VI). Kenton es el nieto mayor de Richmond.

    Tertius de Shera – descendiente de Maximus de Shera (EL GUERRERO DEL TRUENO) y hermano de Lady Isobeau.

    Es todo muy complicado, pero basta con decir que todos los caballeros de le Bec, así como Maxim de Russe, están emparentados con Henry VI a través de su abuela, que era ña hermana bastarda de Henry IV (leed EL GRAN PROTECTOR para conocer sus orígenes si no lo habéis hecho todavía), así que luchar por la causa de Henry es un hecho. Warenne de Winter, Condesa de Thetford, lucha a favor de Henry porque los Winters siempre luchan al lado de la corona, sin importar quien esté (¡o lo pobre que sea el rey!).

    ¡Hay muchas conexiones en este libro! Isobeau de Shera, como hemos mencionado, es descendiente de Maximus de Shera, así que si no has leído la trilogía de los CABALLEROS DEL TRUENO, entonces tienes que leerlo. Eso te dará mucha información sobre los ancestros de los Isobeau, el gran Caballero del Trueno. También, como mencionado, esté el clan Wellerbourne (EL CABALLERO BLANCO DE WELLESBOURNE). Nos encontramos con el abuelo de Matthew Wellesbourne y vemos a su padre, Adam, de joven. El abuelo de Matthew, Andrew, es muy rudo. Esto es suficiente.

    Por último, Kenton le Bec, un personaje secundario, que tendrá su propia novela en breve después de la llamada LOS MUROS DE BABILONIA. No os lo perdáis. Estoy particularmente encariñada con Kenton.

    Esta nota de la autora, es un poco larga, así que la terminaré diciendo que realmente espero que disfrutéis de la historia de Atticus e Isobeau. Si dos personas se merecen un final feliz, son estos dos.

    Abrazos

    Kathryn

    PRÓLOGO

    29 marzo, 1461 A.D

    Batalla de Towton, Yorkshire

    Ascensión de Edward IV

    Allí está, susurró un caballero con el armadura cubierta de nieve. ¿Lo véis?

    Su compañero,  con una tupida barba pelirroja y cabello rubio sucio, estaba observando un bosquecillo hacia el sur con incrustaciones de árboles blancos. Era por la mañana temprano y la nieve había caído tan densa que era como si una manto de la misma hubiera arrojado sobre ellos. El aliento se mantenía en el aire, tanto de los hombres como de las bestias, y el sol, aunque había salido, estaba oculto por densas nubes.

    Lo veo, dijo el caballero de la tupida barba. Ya ha desplegado a todos sus hombres, incluyendo a su hermano. No estará solo mucho mas tiempo.

    ¿Estáis seguro de que Atticus ha partido?

    Estoy seguro. Le vi alejarse a caballo.

    Entonces debemos movernos rápido. Le prometimos a Mowbray que empezaríamos con Titus.

    Quiere a Atticus a toda costa.

    Lo sé. Si podemos convencer a Titus, Atticus le seguiría.

    Espoleando a sus caballos, la pareja descendió por un pequeño talud cubierto de nieve, dirigiéndose hacia el flanco derecho del numeroso ejército de Lancaster que estaba situado en la parte alta, esperando que el ejército de York se moviera hasta allí. Este día se había hecho esperar semanas y meses, incluso años, mientras el mayor ejército que nunca jamás Inglaterra hubiera visto sobre su tierra se estaba moviendo a aquella posición para decidir el destino del país. ¿Se mantendría Enrique VI en el trono, o su joven primo, Edward, arrebataría las riendas reales de mando? Mas de setenta mil hombres pronto darían una respuesta. El infierno se estaba aproximando y sería muy pronto. Con esto en la cabeza, los dos caballeros se dieron prisa para alcanzar su objetivo en la distancia.

    Sir Titus de Wolfe estaba de pie cerca de su gran, corcel marrón, un caballo malo con un temperamento fiero. Estaba bastante encariñado de la bestia, y la había estado alimentando con pequeñas manzanas verdes y puñados de avena durante la mañana, un aliciente para que el caballo le obedeciera. Necesitaba ser persuadido. Mientras Tittus murmuraba algunas palabras de ánimo al caballo, no tenía ni idea de que estaba siendo acechado.

    El fin, para él, estaba mas cerca de lo que creía.

    ¡De Wolfe!

    Tittus se giró hacia donde provenía su nombre, viendo a dos caballeros de Northumberland montando hacia él. Eran hombres bajo su mando, hombres con los que habían luchado durante unos años. Los conocía y confiaba en ellos. Puso las manzanas para su caballo en sus alforjas.

    ¿Qué es lo que estáis haciendo vosotros dos lejos de vuestros puestos? preguntó. Os dije que cubrierais el extremo mas lejano del flanco derecho. ¿Por qué habéis vuelto?

    El caballero de la barba tupida desmontó. Algo muy serio, de Wolfe, dijo. Debemos hablar con vos.

    Titus miró hacia arriba desde las alforjas. ¿Ahora? preguntó, perturbado. El conde quiere que os mantengáis en vuestras posiciones, de la Londe. Volved. Podemos hablar mas tarde si todavía lo necesitáis.

    Simon de la Londe movió su cabeza, cristales de hielo de su barba cayeron en su pecho. Me temo que es demasiado importante para esperar, dijo. Solo nos llevará un momento. Traigo un mensaje para vos.

    Titus frunció el ceño. ¿Un mensaje? repitió. ¿De quien?

    Norfolk.

    El ceño de Titus se desvaneció y el desconcierto se apoderó de él. ?De Mowbray? preguntó. ¿Cómo es eso posible? Ni siquiera está  aquí.

    De la Londe asintió pacientemente. Está a unas pocas horas de aquí, dijo. Recibimos a su mensajero con un mensaje para vos.

    La confusión de Titus no hacía mas que incrementarse. ¿Qué demonios tendría que decirme el Duque de Norfolk? preguntó. ¿Pero cómo sabe de mí? Soy un caballero mas entre miles de los que hay hoy aquí.

    De la Londe miró sobre el campo de batalla, a las líneas que se dibujaban y a los miles de hombres preparándose a arriesgar sus vidas por dos hombres que querían ser rey. Miró a su compañero, Declan de Troiu, y notó la expresión seria en la cara de Troiu. El hombre asintió, firmemente, como para dar a de la Londe el empujón que necesitaba para hablar. De la Londe volvió su atención a Titus.

    El Duque de Norfolk desea entregaros su mensaje, dijo. Empuñad vuestra espada por él, juradle lealtad, y os proveerá de tierras y casas en Westwick. Las tierras son ricas, ya que pagan impuestos. Convenced a vuestro hermano para unirse a vos y se lo agradecerá a Atticus con una baronía. Hacedlo y seréis recompensado. Rechazadlo y moriréis.

    Titus estaba mirando a de la Londe. No había una reacción perceptible en sus rasgos pero su mirada implicaba que estaba confuso y en shock con el mensaje de la Londe.

    No podéis hablar en serio, susurró. ¿Os ha dicho eso el mensajero de Norfolk? ¿Dónde está ese bastardo?

    De la Londe dio un largo y profundo suspiro. Está lejos, dijo vagamente. El mensajero vino a recordarnos que el mismo Norflok se lo dijo anoche cuando se encontró con él. Nos ha concedido a Declan y a mí tierras tras jurarle lealtad. Titus, ¿no veis lo que está sucediendo aquí? Luchamos por un loco, un caballero que está chiflado e inestable. Luchamos por una causa perdida. Edward tiene el apoyo de la mayor parte de los barones y también tiene el apoyo de Francia. Tiene el apoyo de Warwick, por Diós santo. Warwick es casi imposible ganar.

    Una campana de alarma sonó en la cabeza de Titus; estaba claro que Simon y Declan no estaban allí como parte neutral o aliados para transmitir un mensaje del enemigo. De lo que de la Londe acababa de decir, ahora eran el enemigo. Impactado como estaba, era la verdad.

    Titus pensó rápidamente; su espada estaba enfundada en la silla detrás suyo. No podía llegar hasta ella sin ser detectado. Tenía unas cuantas dagas encima suya, pero de la Londe probablemente las tenía también. Al igual que Troiu. Sería dos contra uno, pero Titus tenía confianza en que ganaría. Pero tendría que levantar la mano y golpear primero, eliminando a de la Londe antes de que de Troiu cayera sobre él. Podía sentir el inicio de la batalla y esto le disgustaba; rabia y disgusto.

    ¿Tengo que asumir que habéis aceptado el soborno de Norfolk? preguntó tranquilamente.

    De la Londe asintió. Lo hemos hecho, dijo, sonando casi arrepentido. Titus, venid con nosotros. Luchad con nosotros. Esta es una batalla que Henry no puede ganar.

    Superamos en número a los simpatizantes de York.

    De la Londe suspiró pesadamente. Por ahora, dijo. Norfolk está a pocas horas de aquí y trae diez mil hombres con él. Cuando llegue, cambiarán las tornas. Lord Fauconberg, luchando con Warwickm tiene cientos de arqueros y tiene el viento a sus espaldas. Seréis asesinado, Titus; todos los que están aquí serán asesinados. Yo, no quiero que muráis.

    La mandíbula de Titus se movió. Así que os venís con Norfolk, gruñó. Nunca pensé que vería el día, Simon. Me decepcionáis.

    Simon se encogió de hombros, teniendo dificultad para mantener la mirada. Mejor una decepción que un hombre muerto, murmuró. ¿Os uniréis a nosotros Titus? ¿Os uniréis a nosotros y hablaréis con Atticus para que se una también?

    Titus movió su cabeza. No lo haré, contestó. Mi lealtad es hacia Henry Percy. Lo siento, pero vuestra lealtad no es tan honorable, Simon. Si estáis seguro de que es eso lo que deseáis hacer.

    Lo es

    Parecía tan determinado a irse mientras Titus no estaba determinado a irse. Tengo dificultades para creer que vuestra lealtad pueda ser comprada, dijo Titus, tratando de insultar a de la Londe para que bajara la guardia o se separara de él. No sois mejor que un simple mercenario. ¿Dónde está vuestro honor?

    De la Londe no vacilaría aunque los insultos de Titus le tocaron la fibra. Siempre había admirado a Titus, su comandante y amigo, hasta hacía algunos momentos. Mi honor quiere sobrevivir como el resto de mi cuerpo, contestó, señalando al ejército en la distancia. Esta es una lucha que Henry no puede ganar, Titus. Y no estoy preparado para morir en este día.

    Titus dio un paso hacia atrás, en dirección a su caballo y su espada. Supongo que cada hombre debe seguir su camino en la vida, dijo. Pero es aquí donde nuestros caminos se separan, Simon. Si lo decís completamente en serio lo de servir a Norfolk, os daré algunos minutos para que cabalguéis fuera de mi vista. Si no lo hacéis, os mataré.

    De la Londe se rascó la barba, mirando a de Troiu. Somos dos, dijo. "Dos contra uno, no importa lo bueno que seais. Desafortunadamente, tengo tareas que llevar a cabo y estáis en el medio. Si n puedo reclutaros, entonces tengo órdenes de mataros para que no aviséis a los otros. Me han pedido que hable con todos los hombres en las filas de caballeros de Northumberland. Norfolk ha ofrecido riqueza y tierras a todos ellos.

    CAPITULO UNO

    30 marzo 1461 A.D.

    Las secuelas del campo de batalla de Towton

    -  ­La Larga Despedida –

    La batalla, mas que la mayoría, había sido brutal hasta ser salvaje. Aun pensando que era marzo, había estado cayendo una gran nevada la mayor parte del día, añadiendo a la miseria de la batalla que había visto setenta mil participantes luchando por las casas de los Lancaster y York, el cúlmen de batalla sobre batalla que parecían no tener fin. Incluso ésta tuvo un final. Había casi acabado; definitivamente terminada. El olor de la victoria era casi tan pesado como el olor de la muerte.

    El gran caballero se abrió camino a través de la nieve a medio derretir, nieve ensangrentada, mezclada con el barro que le daba apariencia de un ladrillo rojizo. Había cuerpos de muertos y moribundos por todas partes, y se encontró trastabillándose sobre hombres que estaban expirando por última vez y llamando a los dioses o a sus mujeres o a sus madres. Los ignoró, estaba concentrado en el momento. Había sido convocado.

    Un soldado de infantería extremadamente cansado le había llamado a la tienda de Northumberland. Su señor, el Conde de Northumberland, era parte del contingente de los vencidos en la batalla que había virtualmente borrado la Casa de Lancaster. Los Yorkistas tenían ahora el control y Edward IV había ocupado el trono de Henry. Era algo casi demasiado surrealista para creer, en todo caso. Pero el que el gran caballero, tuviera a armadura deteriorada, abollada, con grandes ojeras que denotaban que no habían dormido los dos últimos días, era algo que no le importaba lo mas mínimo en ese momento. Si lo que el soldado de infantería le había contado era verdad, pronto estaría enfrentándose a su particular aflicción.

    Su caballo había caído en las primeras horas de la batalla así que cruzó el nevado, sangriento campo a pie. Mientras subía una pequeña colina e intentaba no resbalar en el lodo ensangrentado, un caballero herido en su pesada armadura se levantó de repente de la muerte, emitiendo un rugido estrangulado mientras cargaba con su espada levantada. El gran caballero levantó su arma, una pesada espada forjada en Rouen con el escudo de la familia de Wolfe en la empuñadura, y comenzó junto al caballero herido una desagradable lucha con su espada, y cuando ésta le fue arrancada de su cansada y helada mano, se convirtió en una pelea a puñetazos.

    Fue un corto pero brutal combate en el que el gran caballero lanzó varios puñetazos a la cabeza del caballero herido, llevando al hombre a caer de rodillas y finalmente de espaldas al suelo. Incluso entonces, el gran caballero no se detuvo; tomó la misma arma del caballero herido y atravesó su cuello.

    Gruñendo con esfuerzo, exhausto, y quizás con desesperación, el gran caballero recogió la espada caída y continuó a través del brezal helado, resbalando en la sangre coagulada, dirigiéndose hacia el grupo de tiendas en el suroeste del campo de batalla donde el campamento de Northumberland estaba instalado. En el momento en que llegó a las tiendas, su respiración se estaba convirtiendo en grandes bocanadas de vapor de agua. Contra el atardecer y la nieve, parecía una bestia primaria haciendo su camino a través de la noche de los tiempos. Era una visión surrealista y mítica.

    Era un campamento triste y vencido. Donde ayer había habido alguna esperanza, ahora se empezaban a ver los primeros indicios de la derrota. La nieve se había adherido a la tela de las tiendas, impregnándolas y provocando que se hundieran, como si fueran los espíritus hundidos de los hombres que abrigaban. El gran caballero se dirigió directamente a la tienda mas grande, medio derrumbada bajo el peso de la nieve que se estaba derritiendo.

    La tienda pertenecía a su señor, el Conde de Northumberland, que había muerto juto con otros diez mil mas ese día. Ahora, los consejeros de Henry Percy estaban a cargo porque no había nadie mas. Northumberland tenía todavía otros mil hombres que estaban en movimiento; lo que era solo una suposición, porque la ratio de muertos era tan alto, que nadie podía ni siquiera adivinar cuantos hombres había perdido Northumberland ese día. El gran caballero ignoró los soldados caídos, derrotados, de pie alrededor de la entrada, hombres que le miraban con pena y quizás algo de miedo. Ojos que miraban al caballero mientras desaparecía en la tienda hundida.

    El ambiente en el interior era cálido y viciado a pesar de las condiciones de la tienda, oliendo a suciedad. Un brasero estaba encendido - caliente con estiércol y turba quemándose, ofreciendo algo de calidez contra las temperaturas heladoras. En el interior de la tienda estaba oscuro y todo lo que el gran caballero podía ver eran siluetas de hombres, fantasmas en la oscuridad, y sus ojos buscaban a aquellos que podía reconocer. Mientras se esforzaba por ajustar su vista a la escasa luz, un hombre apareció de repente delante suya, bloqueando su camino.

    Atticus, dijo el hombre, con alivio en su voz. Gracias a Dios que habéis llegado. ¿Qué es lo que os han dicho?

    Sir Atticus de Wolfe estaba intentando con todas sus fuerzas mantener la compostura. Mi hermano ha sido herido, dijo. ¿Dónde está?

    Warenne de Winter, Conde de Thetford y uno de los vencidos de la Batalla de Towton, miró fijamente al caballero conocido como El León del Norte. A Atticus le habían dado ese sobrenombre por una muy buena razón; Atticus era un de Wolfe y todos los caballeros de Wolfe eran legendarios en Northumbria. Todo empezó con el mismo De Wolfe, William de Wolfe, y ahora su descendencia masculina había terminado en quizás el mas fiera y mas astuto caballero de todos. Como su antecesor, Atticus era el tipo de leyenda de la que estaban hechas. Los hombres le reverenciaban y le temían.

    Pero también tenía un temperamento terrible y había sido conocido por desgarrar a los hombres con sus propias manos. Warenne podía confirmar este particular talento él mismo. Era, sin embargo, imperativo mantener a Atticus tranquilo frente a lo que iba a pasar. Si no lo hacía, no sería capaz de decir lo que de Wolfe podría hacer. Warenne sentía pavor ante ese concreto pensamiento.

    Está descansando, dijo Warenne tranquilamente, poniendo sus manos sobre el ancho pecho de Atticus para evitar que el hombre siguiera avanzando por el momento. Debo hablar con vos antes de que habléis con él, Atticus. Debéis escucharme. ¿Lo haréis?

    Atticus estaba mirando alrededor de la tienda, pudiendo observar las piernas de su hermano unos cuatro metros de él. Titus estaba tumbado y había varios hombres a su alrededor, los suficientes para que Atticus no pudiera ver a su hermano de rodillas para arriba. Viendo a su hermano en una posición prona no hizo que redujera su ansiedad y miró a Warenne implorándole.

    ¿Qué le ha sucedido? Preguntó Atticus. Suplicándole. Me dijeron que había sido herido.

    Warenne suspiró pesadamente; un hombre mas joven portando el gran nombre de de Winter, era musculoso y guapo, con el pelo oscuro y ojos marrones. Era un comandante respetado y aliado de Northumberland, y muy buen amigo de los hermanos de Wolfe. Sabía lo duro que sería para Atticus saber que Titus tenía una herida mortal, lo que afectaría a su mente, por lo que pensó cuidadosamente en su respuesta.

    Me escucharéis cuidadosamente, Atticus, dijo con tranquilidad. Os diré lo que sé, pero debéis prometerme que mantendréis la calma. Vuestra furia no ayudará a vuestro hermano. ¿Lo tenéis claro?

    Los ojos de Atticus se entrecerraron brevemente, como si se esforzara por procesar lo que el conde le estaba diciendo. ¿Furia? repitió, desconcertado. ¿Qué demonios le ha sucedido?

    Vuestra promesa, Atticus. Debéis manteneros tranquilo.

    Ahora estaba frustrado. Atticus asintió impacientemente. La tenéis, dijo. ¿Qué es lo que ha sucedido a mi hermano? Decídmelo ahora.

    Warenne dio un profundo, pensativo suspiro. Titus me dijo que fue convocado por de la Londe y de Troiu, dijo, manteniendo su voz baja. Fue justo después del amanecer. Se le aproximaron estos dos caballeros de Northumberland, los hombres con los que habéis luchado una y otra vez. No pensó que hubiera nada raro en esto. Atticus, ¿visteis a vuestro hermano alguna vez durante el día de hoy?

    Atticus pensó por un momento. No le vi, confesó. Pero le vi antes del amanecer y no me dijo nada sobre de la Londe y de Troiu. Lo hice, sin embargo, vi a aquellos caballeros después del amanecer en el fragor de la batalla. De la Londe parecía tener una herida grave en la cara. ¿Por qué? ¿Qué es lo que tienen que ver con todo esto?

    La mandíbula de Warenne temblaba débilmente, sintiendo mucho lo que iba a decir. Hay traidores, dijo simplemente. Aunque son caballeros de Northumberland, y hombres bien pagados con un historial de servicio a Northumberland, evidentemente han estado negociando con John de Mowbray, Duque de Norfolk. De Mowbray les prometió mas dinero y tierras si les juraban lealtad y les ayudaba a cambiar el rumbo de esta batalla. Evidentemente, de Mowbray les pidió que reclutaran hombres entre los caballeros de las caballerizas de Northumberland. ¿No se os aproximó a vos con tal oferta?

    Atticus estaba sorprendido. Había servido con de la Londe y de Troiu durante cuatro años. Eran buenos caballeros y confiaba en ellos, así que la noticia le dejó desconcertado.

    No lo hicieron, dijo, claramente sorprendido. ¿Estáis seguro de eso?

    Lo estoy.

    Atticus sacudió su cabeza, perplejo. No me creería que fueran capaces de tal traición.

    Warenne se frotó sus ojos cansados. Titus nunca lo haría, dijo. De la Londe y de Troiu se aproximarían a vuestro hermano con la proposición de Mowbray. Cuando Titus la rechazó, intentaron matarle para silenciarle y que no pudiera decir a los otros lo que le habían ofrecido. Esa es la historia que vuestro hermano me contó. No puedo encontrar a de la Londe o de Troiu para que me confirmen este punto, pero no hay razón por la que vuestro hermano mentiría. Está mortalmente herido, Atticus. No pasará de esta noche. Sentaos con él y decidle lo que le tengáis que decirle. Ésta será vuestra última oportunidad de hablar con él en esta vida.

    Atticus se quedó mirando al conde. Durante varios largos, dolorosos momentos, simplemente le miró, como si estuviera inseguro de como reaccionar. La incredulidad recorrió su rostro, seguido inmediatamente por la angustia en su forma mas primitiva. La cara de Atticus, normalmente inexpresiva, estaba repleta de emociones que no podía controlar. Titus... muriéndose. Dios mío, ¿cómo era eso posible? ¿Iba el hombre que mas admiraba en esta vida a abandonarle pronto? Finalmente se cogió la cabeza, alcanzando a asir a Warenne como si se esforzara por agarrarse a algo, alguien, para evitar caer al suelo. Warenne, por su lado, sujetó el brazo del hombre fuertemente.

    No es verdad, Ren, Susurró Atticus. No puede ser verdad.

    Warenne podía sentir la angustia del hombre como si fluyera por todo su cuerpo, entrando Warenne en ese momento en contacto y uniéndose a su pena. Su corazón le dolía tanto que apenas podía mantenerse en pie.

    Es verdad, murmuró Warenne. Lo siento en el alma, Atticus. Quiero a vuestro hermano mucho. Siento como si perdiera a mi propio hermano.

    Atticus sostenía a Warenne con un abrazo mortal, mirando al suelo. Se dio cuenta de que las lágrimas habían encontrado el camino a la superficie y parpadeó rápidamente, quitándoselas. No, no podía mostrar ninguna emoción ahora, no cuando los consejeros de Northumberland estaban de pie allí, observando sus reacciones. Habían perdido a su señor hoy y ya eran suficientemente frágiles para ver a Atticus de Wolfe perder su compostura. El León del Norte estaba mas allá de las emociones, siempre tenía un gran autocontrol. Era una roca cuando todos los demás se derrumbaban.

    Excepto ahora; Titus, su amado hermano mayor, se estaba muriendo. Muriendo. Querido Dios, ¿era eso posible?

    Atticus se separó de Warenne y se giró en dirección a Titus. Pasó a través de un par de consejeros, hombres que conocía, pero no les dijo nada. Estaba centrado en su hermano, estaba concentrado en luchar contra la descompostura emocional. Mientras llegaba hasta el hombre, en posición supina en el catre personal de Warenne, podía ver el torso desnudo de Titus que estaba envuelto firmemente con vendajes ensangrentados, cuando el cirujano personal del conde se inclinó sobre él, inspeccionado algo en el pecho de Titus.

    La realidad le golpeó, causando debilidad en sus rodillas. Titus estaba pálido, la mirada de un hombre que estaba a las puertas de la muerte. Atticus miró los vendajes ensangrentados por un momento, sintiendo su corazón roto. Un millón de trozos de dolor explotaron en su cuerpo, causando que sus extremidades le dolieran y volviera a sentir debilidad en sus rodillas. Manifestó un dolor físico. Cuando logró separar sus ojos de las vendas ensangrentadas y miró la cara de Titus, pudo ver que Titus le estaba mirando con los ojos color avellana que conocía tan bien. Cuando sus miradas se encontraron, Titus le sonrió sombríamente.

    Estáis aquí, suspiró débilmente. Alabados seas los santos que estáis vivo. Habría temido lo contrario.

    El cirujano se retiró y las rodillas de Atticus cedieron mientras se arrodillaba al lado de su hermano, tomando su mano y agarrándola con fuerza. En el momento en que notó la piel cálida, las lágrimas volvieron a aparecer. Titus estaba caliente y vivo. Según Warenne, no viviría mucho mas tiempo. Apenas podía hacerse a la idea.

    No hay Yorkistas en Inglaterra que puedan derribarme, dijo, con su voz firme. Estaba intentando hacer el momento lo mas llevadero, pero no estaba siendo así. Su sonrisa desapareció. ¿Qué sucedió, Titus? Ren me contó algo sobre de la Londe y de Troiu intentando mataros.

    Titus de Wolfe miró fijamente a su hermano dos años menor que él, un hombre al que había ayudado a criar cuando su madre murió algunos años antes. Eran muy próximos los dos, y sabía que si fallecía sería muy duro para Atticus. Habían estado juntos durante tanto tiempo que podía imaginar como se sentiría si la situación fuera la contraria y fuera él quien estuviera a punto de perder a su hermano. Sabía que se sentiría increíblemente solo. Pero, incluso esa sensación no podría, ni siquiera, rascar en la superficie de la verdadera soledad y abandono que sentiría. Se sentiría solo. Con esto en la mente, apretó la mano de su hermano tan fuerte como pudo, sintiendo su piel por última vez, algo que recordaría en la siguiente vida.

    Volvieron, dijo Titus débilmente. Norfolk les había prometido riquezas si le servían y reclutaban a otros para que sirvieran bajo su bandera. Se acercaron a mí y lo rechacé, así que intentaron matarme para que no pudiera avisar a los otros. No les creáis, Atticus. De Mowbray querrá atraer al mayor número. No dejéis que se aproximen a vos y nos debéis creerle. ¿Me entendéis?

    Atticus asintió de acuerdo, muy arrepentido, mientras Titus confirmaba la información que le habían contado. Suspiró pesadamente. Aun no puedo creerlo, dijo. Pero el hecho es que han intentado asesinaros por rechazar su proposición. Es algo que no puedo soportar. Los buscaré y los castigaré, Titus. No os equivoquéis, esto no quedará sin respuesta.

    Titus movió su cabeza. Ahora no, dijo con tono áspero, tragando con fuerza porque estaba teniendo problemas al respirar. Sus piernas estaban extrañamente entumecidas y sabía que su tiempo era muy limitado. Había mucho que decir antes de que el velo de la eterna oscuridad le llamara. Tengo algo mucho mas importante para que hagáis, Atticus. Debéis cuidar de mi mujer. Esto es la única cosa que importa.

    A Atticus no se le movería tan fácilmente de sus pensamientos de venganza. No tenéis ni siquiera que pedirlo, dijo. Sabéis que cuidaré de ella, a pesar de todo. Pero de la Londe y de Troui...

    Escuchadme, le cortó Titus tan firmemente como pudo. Isobeau... Me doy cuenta de que no he estado casado con ella durante mucho tiempo, pero en ese tiempo... en ese tiempo mis sentimientos de afecto han crecido por ella. Es una mujer cálida y maravillosa y guapa, Atticus. Es imperativo que vuelva a casarse con un hombre que se la merezca.

    Atticus persistía aun sobre de la Londe y de Troiu. Por supuesto que elegiré a un hombre que se la merezca, le aseguró. No tenéis ni que pedirlo, hermano. Me aseguraré de que está bien cuidada por alguien que la trate con respeto y amabilidad.

    Me refiero a vos, Atticus.

    Las cejas de Atticus se levantaron con sorpresa y asombro. ¿Yo? repitió. ¿Queréis que me case con vuestra mujer?

    Titus apretó su mano, aunque el gesto era tan débil como había sido solo unos momentos antes. Estaba claro que su vida se le estaba escapando. Sois el único hombre en el que confío, susurró. Atticus, ella es todo para mí. Estos dos últimos meses en los que ha sido mi esposa han sido los dos meses mas maravillosos de mi vida. Sé que seréis amable con ella y que la respetaréis. Lo mas importante es que os caséis con ella, Atticus. No... No podría soportar que otro hombre la tuviera.

    Atticus intentó que desapareciera la mirada de terror de su cara. Titus, yo... yo no me puedo casar, dijo. No con ella, con nadie. Lo sabéis. Sabéis que mi mente y futuro no está centrado en una esposa. Está la batalla en la que tenemos que apoyar a Henry, ahora es mas importante que nunca mientras Edward toma el trono.

    Titus no se desanimó. "Tenéis que casaros con ella."

    ¿Y hacerla enviudar dos veces si algo sucediera? susurró Atticus. No dejaré de luchar si me caso con ella, Titus. Será algo secundario en mi vocación.

    Titus le miró, le miró fijamente. Las lágrimas empezaron a deslizarse de sus ojos y bajar por sus mejillas. Por favor, rogó, con un susurro firme. Isobeau es la cosa mas importante en este mundo para mí. Por favor casaos con ella y ser amable con ella. Confío en vos, Atticus. Debéis hacer esto por mí.

    Las lágrimas de Titus hicieron mella en la resistencia de Atticus. De hecho, destruyó su resistencia. Estaba asombrado al ver lágrimas, la emoción, que partía de Titus, que había sido quizás una de las personas mas fuertes y sin falta de emociones que conocía. Pero

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