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43 Años de Dictadura Dinástica
43 Años de Dictadura Dinástica
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43 Años de Dictadura Dinástica

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Desde el golpe de Estado de 1936 hasta su muerte en 1956, Anastasio Somoza García gobernó 20 años a Nicaragua y le impuso el sello de sus propias ambiciones. Ese período está dividido en dos etapas históricas de diez años cada uno. En este II tomo de 43 Años de Dictadura Dinástica, se condensan los acontecimientos acaecidos en esa segunda etapa de la dictadura somocista.

Después del golpe de Estado contra el Dr. Leonardo Arguello, en mayo de 1947, entró el país en un largo período de provisionalidad gubernamental hasta mayo de 1951, durante el cual Somoza se esforzó para obtener el reconocimiento de dos presidentes de facto impuestos por él. Don Benjamín Lacayo Sacasa y el Dr. Víctor Manuel Román y Reyes. Este último ejerció la presidencia desde el 15 de agosto de 1947 al 6 de mayo de 1950, día en que falleció en Filadelfia.

Para completar el periodo, Somoza asumió de hecho la presidencia de la república con el rechazo de la opinión pública y la oposición del Partido Conservador y de su caudillo, el General Emiliano Chamorro.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento25 feb 2019
ISBN9780463695838
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    43 Años de Dictadura Dinástica - Mario Alfaro Alvarado

    43 Años de Dictadura Dinástica

    Tomo II

    Mario Alfaro Alvarado

    Nota introductoria

    Desde el golpe de Estado de 1936 hasta su muerte en 1956, Anastasio Somoza García gobernó 20 años a Nicaragua y le impuso el sello de sus propias ambiciones. Ese período está dividido en dos etapas históricas de diez años cada uno. En este II tomo de 43 Años de Dictadura Dinástica, se condensan los acontecimientos acaecidos en esa segunda etapa de la dictadura somocista.

    Después del golpe de Estado contra el Dr. Leonardo Arguello, en mayo de 1947, entró el país en un largo período de provisionalidad gubernamental hasta mayo de 1951, durante el cual Somoza se esforzó para obtener el reconocimiento de dos presidentes de facto impuestos por él. Don Benjamín Lacayo Sacasa y el Dr. Víctor Manuel Román y Reyes. Este último ejerció la presidencia desde el 15 de agosto de 1947 al 6 de mayo de 1950, día en que falleció en Filadelfia.

    Para completar el periodo, Somoza asumió de hecho la presidencia de la república con el rechazo de la opinión pública y la oposición del Partido Conservador y de su caudillo, el General Emiliano Chamorro.

    Durante todo ese período el dictador no quiso arriesgarse a realizar unas nuevas elecciones —única forma aceptada por la comunidad internacional para extender el reconocimiento a un nuevo gobierno— porque temía se repitiera el fenómeno Argüello tener que recurrir a otro golpe de Estado. Todos los esfuerzos por obtener el reconocimiento para su gobierno provisional, le resultaron infructuosos. Internamente continuaba la agitación y el descontento político como consecuencia del golpe de Estado de 1947 y el gobierno respondió con la censura y la amenaza militar para reprimir toda manifestación de rechazo. En el exterior los exiliados, muchos de ellos militares que habían apoyado al Dr. Argüello, gestionaban, intrigaban y conspiraban contra el régimen dictatorial. Estas actividades fueron decididamente apoyadas por lo que en esos años se llamó la izquierda democrática, integrada por personalidades políticas que promovían cambios democráticos en el área del Caribe, entre ellos Juan Bosh de la República Dominicana, Juan José Arévalo de Guatemala, José Figueres de Costa Rica, Carlos Prio Socarras de Cuba y Rómulo Betancour de Venezuela. De esas actividades surgió el fantasma amenazante de la Legión del Caribe, organización político-militar empeñada en barrer las dictaduras de Trujillo en la República Dominicana, Carias y Somoza en Centroamérica.

    Por esos años se celebraron dos importantes conferencias interamericanas, una en Bogotá y otra en Río de Janeiro, en las que se sentaron las bases del orden panamericanista orientado a fortalecer la democracia en el continente. Somos envió a sus mejores diplomáticos a ambas conferencias, pero hubo oposición de los gobiernos de Guatemala, Costa Rica, Cuba y Venezuela a aceptar la presencia del gobierno somocista en los cónclaves en que se decidía el futuro rol de la Organización de Estados Americanos en los conflictos entre las naciones de América y, por primera vez, el examen colegiado de esos conflictos y la adopción de medidas consensuradas para impulsar la democracia y mantener la paz en el ámbito continental.

    Por fin Somoza cayó en la cuenta de que sólo una elección podía salvar su régimen y salvarlo a él mismo y a su familia. El descontento nacional y la creciente oposición a la dictadura; el entorno internacional proclive a los cambios hacia la democracia en el continente; la influencia de los gobiernos democráticos en la OEA que se niegan a concederle a su régimen la participación en los debates continentales, aun en calidad de observador, lo fueron aislando hasta convertirlo en un paría internacional en el concierto de las naciones americanas. Tal situación convencen al dictador que las elecciones y sólo las elecciones podrían salvar su régimen. Pero para recurrir a los votos necesita que la oposición nacional acepte las elecciones como una salida política para normalizar el funcionamiento del gobierno y la inclusión de Nicaragua en el concierto de las naciones americanas.

    En México donde se había autoexiliado, el General Emiliano Chamorro no ha abandonado su viejo sueño de recuperar el poder para su partido. De lejos mide sus posibilidades, calcula las posibilidades de Anastasio Somoza, cuya base de sustentación está en la combinación de la Guardia Nacional y el Partido Liberal, que se le ha sometido de manera incondicional. Advierte que Somoza se siente inseguro en el nuevo clima político que favorece a los regímenes democráticos y rechaza las dictaduras. Considera que Somoza ha cometido graves errores políticos sin consecuencias como para propiciar un cambio político en el país. Tiene sabido que la temida Legión del Caribe, formada por exiliados de toda el área caribeña propone cambios revolucionarios que incluyen la eliminación de los esquemas tradicionales para sustituirlos por programas dinámicos que permitan una mayor participación de las fuerzas democráticas en los gobiernos por medio de la modernización de los Estados.

    Sabe Emiliano que el régimen somocista está desequilibrado, que no podrá por mucho tiempo más mantener la censura y la represión militar; que busca una salida que dé tranquilidad y esperanzas a la población para poder equilibrar su gobierno, lo cual sólo puede alcanzarlo con una tregua política negociada con sus principales adversarios. Necesita procurar un entendimiento entre liberales y conservadores.

    Somoza tiene conciencia de su propia situación, nada cómoda en esos momentos. Necesita entenderse con Chamorro para optar por una nueva reelección y continuar en el control del poder; pero tiene que ofrecer algo que su oponente no vaya a rechazar. Necesita convertir a Emiliano en su socio político y la mejor manera de lograrlo es compartir el gobierno en proporciones satisfactorias para ambos.

    En esta situación Somoza y Chamorro se necesitan el uno al otro y complementan sus posiciones políticas. El Partido Conservador podrá tener un respiro en la larga lucha sostenida desde el 25 de mayo de 1947. Además tendrá una participación racional en el gobierno y en el presupuesto nacional. Mientras Somoza se siente urgido, Chamorro no tiene apuro y espera con paciencia su oportunidad. El dictador le hace insinuaciones por medio de emisarios, formula declaraciones en la prensa nacional y ante los corresponsales extranjeros, levanta el estandarte de la reconciliación nacional y propone acciones conjuntas con la oposición para sacar al país del limbo diplomático en que se encuentra con un gobierno de facto y sin credibilidad.

    Emiliano abandona México y llega a Managua convencido de la conveniencia de pactar con Somoza. Sabe bien qué es lo que quiere y qué es lo que su adversario puede concederle. Después de algunas fintas bien calculadas para estimular la imaginación expectante de la opinión pública, Chamorro y Somoza firman sin mucho protocolo el llamado Pacto de los Generales. Con este documento el dictador toma en sus manos su propia reelección, ya que el pacto se refiere a la celebración de elecciones para el año siguiente y no hace ninguna referencia a la no reelección. Chamorro sabe que Somoza no cumplirá, pero considera que la suerte está echada y hay que seguir hacia adelante en espera de una oportunidad para forzar un cambio en el estático escenario político del país.

    Cada uno de los pactantes necesita ganar tiempo para preparar sus próximas jugadas en el tablero de las oportunidades imprevisibles.

    El Pacto de los Generales provocó gran agitación en las filas del Partido Conservador y pronto surgieron muestras de descontento entre los jóvenes conservadores que acusan a la vieja guardia conservadora de acomodaticia y oportunista. Así comenzó la organización y despliegue de la Juventud Conservadora, con un programa que tiene como divisa la justicia social, término satanizado en las tiendas de los dirigentes recalcitrantes y teniendo como una idea infiltrada de marxismo. La juventud verde crece y gana terreno. El caudillo tiene que escuchar a los jóvenes y hacerles concesiones, pero el movimiento juvenil no logra salvar al partido de sus viejas dolamas ideológicas. A la dictadura tampoco le agrada el pensar de los jóvenes conservadores y los mantiene bajo observación.

    Han pasado cuatro años desde el Pacto de los Generales y la vuelta de Somoza García, a través de una elección fraudulenta, a la presidencia de la república, al amparo de los pactos de 1950. Emiliano no abandona su viejo y caro ideal de obtener todo el poder para su partido. No toma en consideración los cambios que se han operado en la sociedad nicaragüense, el control que la dictadura ejerce sobre la vida y destino de la población, la correlación de fuerzas políticas inclinada hacia el dictador con el peso de los fusiles.

    Los exiliados no descansan, se mueven activamente, gestionan aquí y allá, encuentran apoyo en los gobiernos democráticos, a quienes inquieta la presencia de las viejas dictaduras del Caribe. Internamente la gente sueña y espera una acción militar con apoyo exterior, regresa el fantasma de la Legión del Caribe y mientras el dictador sufre insomnios, el pueblo se llena de esperanzas libertarias.

    En abril de 1954 la dictadura encara su primer gran reto, cuando un grupo de exmilitares y civiles introducen armas desde Costa Rica y estuvieron muy cerca de capturar a Somoza y apoderarse de la Loma de Tiscapa, según el plan de los revolucionarios. La reacción de la dictadura fue cruel y desmedida. Los insurgentes al saberse descubiertos optan por desistir del intento, abandonan las armas y tratan de huir. Esta fue una buena oportunidad para que Tachito, el hijo predilecto del dictador, pusiera en práctica sus cualidades de verdugo. Con la anuencia de su padre, ordenó la detención y el asesinato sumario de los comprometidos en la acción subversiva y aprovechó para encarcelar a cientos de opositores, que fueron torturados y condenados sin pruebas a penas desproporcionadas.

    Somoza se ha salvado, su estrella sigue brillándole, pero presiente que no siempre será así. Sus enemigos políticos no le temen tanto como para abandonar el propósito de destruir su dictadura. Surge en la mente popular la convicción de que hay que acabar con el tirano aun recurriendo al magnicidio. Cientos de miles de nicaragüenses piensan y se adhieren a esa posibilidad, como el último recurso para ver a Nicaragua libre de la dictadura. Se considera la desaparición física de Somoza como el medio más efectivo para rescatar al país de la vergüenza de soportar una dictadura familiar que parece no tener fin.

    Somoza presintió su propio destino. En abril de 1954 los revolucionarios lo querían vivo para negociarlo y cambiar las estructuras del régimen autocrático por estructuras democráticas. Más sin embargo, él siente la obsesión de un ataque fulminante que acabará con su vida. No sabe cuándo vendrá y como sucederá, pero con el tiempo se acostumbra a la idea de esperar con resignación el momento definitivo. Confía en el aparato de seguridad que le garantiza la existencia, pero sabe que llegado el momento todas las circunstancias estarán en contra suya, como en abril las circunstancias estuvieron todas a su favor.

    Y le llegó el postrer momento, cuando se divertía en la fiesta que los obreros de León le habían organizado para celebrar su nominación como candidato a la presidencia por el Partido Liberal. Eran cerca de las once de la noche del 21 de septiembre de 1956. La música, las flores, las galas de las damas elegantes con sus mejores vestidos, la conversación animada, generalizada y estimulada por los vapores espirituosos de las libaciones. Todo era alegría, todos felicitaban al triunfador, cuando sonaron los balazos que le hirieron de muerte.

    Aunque el número de muertos en la represalia que dirigieron con saña sus herederos se redujo a tres, únicamente los que en forma directa planearon el atentado, unas tres mil personas fueron detenidas, cienes fueron torturadas con refinada crueldad. Se torturó a los opositores políticos más significados como enemigos del régimen y condenó a largas condenas a los que fueron implicados en el crimen a sabiendas de que nada habían tenido que ver con el magnicidio.

    Con la muerte del fundador de la dinastía, se produce en Nicaragua el caso en que la república teóricamente democrática se convierte en república hereditaria. Somoza había dispuesto las cosas para que sus hijos Luis y Anastasio heredaran el país, como quien hereda un feudo personal. A lo largo de esos veinte años Somoza fue construyendo su propia república familiar, su propio feudo. Contaba con la lealtad incondicional de la Guardia Nacional y la total sumisión del Partido Liberal, sus bases de sustentación para construir sobre ellas el reino que había soñado. Poco a poco, por medio de compras forzadas, despojos, apropiaciones ilegales, el dictador se fue apoderando parcela a parcela del principal recurso económico de un país eminentemente agrícola. Paralelamente organizó grandes monopolios como la producción de cemento, la línea aérea nacional, una marina mercante y un puerto privado para importar y exportar desde allí sin controles aduaneros. No había negocio grande y productivo en que la familia Somoza no tuviera participación: textiles, azúcar, ganadería, exportaciones e importaciones, vehículos y maquinaria, maderas, estructuras metálicas, etc.

    Había ideado el modo de que nadie pudiera enriquecerse mucho como para convertirse en una amenaza real para su sistema político. Si alguien quería progresar en los negocios debía asociarse con Somoza y éste le permitiría mantenerse dentro de un límite razonable de crecimiento como empresario. Su control sobre la economía nacional llegó a ser absoluto.

    El pacto de 1950 o Pacto de los Generales, había allanado el camino para que el dictador marchara con paso seguro hacia el control militar, político y económico de Nicaragua. Y así, sin mayores dificultades pudo heredarles el poder a sus dos hijos.

    CAPÍTULO I

    Después del Golpe de Estado

    Año de 1947, 29 de mayo. Consumado el Golpe de Estado el 25 de mayo, la oposición libero-conservadora quedó desarticulada. El Dr. Argüello se asiló con varios oficiales que lo habían apoyado, en la Embajada de México. Otras embajadas también se colmaron de asilados y Somoza mandó a poner piquetes militares para impedir que militares y políticos buscaran refugio en las sedes diplomáticas.

    Todo fue confusión en esos días. La Prensa fue cerrada y las emisoras reducidas al silencio. El ambiente político se llenó de rumores y de comentarios de toda clase. Se especulaba, con deseos de que así sucediera, que habría una reacción del cuerpo diplomático para restablecer al presidente derrocado. Pero no sucedió nada. El cambio de gobierno estaba consumado y Somoza, apoyado por la Guardia Nacional, reasumió todo el control.

    La Prensa volvió a la luz pública en esta fecha y recogió los acontecimientos políticos que siguieron al golpe de Estado. Después de demostrar quien tenia el control del país, Somoza trató de interesar a la oposición proponiendo una Constituyente para recuperar la institucionalidad. Era un viejo y gastado truco que, aunque le había dado resultados anteriormente, esta vez los líderes de la oposición se mostraron escépticos y mantuvieron una actitud de rechazo. Y no era para menos. Washington siempre ha sido el oráculo político que los dirigentes, gobiernistas y opositores, observan con atención en busca de signos que favorezcan sus propias causas. En esos momentos los signos del oráculo eran favorables para la oposición libero-conservadora.

    Tanto el General Chamorro, como el Dr. Aguado, candidato burlado en las elecciones de febrero, se apresuraron a declarar con firmeza que rechazaban las propuestas de Somoza, después de haberse reunido con el golpista en su cuartel de La Curva; lugar adonde se había trasladado la sede del gobierno real y donde se tomaban todas las decisiones políticas y administrativas del país. Los dirigentes de la oposición prometieron que mantendrían una actitud de rechazo al golpe militar.

    Inmediatamente del golpe, Somoza nombró presidente a Don Benjamín Lacayo Sacasa. El Departamento de Estado se limitó en los primeros instantes a lamentar lo que estaba sucediendo en Nicaragua y manifestó que el golpe de Estado en Nicaragua entorpecía el programa del Presidente Truman para ayudar económicamente a los países de América. En cambio los gobiernos de Colombia, Panamá, Guatemala y Costa Rica pidieron que no se reconociera a Lacayo Sacasa.

    Todos los ministros de Argüello permanecieron con sus casas por cárcel y vigilados por piquetes de guardias que no permitían la entrada ni salida a quien no llevara una autorización superior.

    La Revista Time de Nueva York comentó con sarcasmo lo sucedió en Nicaragua. Dijo en una nota editorial: Somoza de Nicaragua nunca ha sido otra cosa que el amo de aquel país. Habiendo sido su dictador por diez años, puso en la presidencia a una hechura suya, el Dr. Leonardo Argüello el de las barbas de chivo. Esto hace apenas un mes.

    30 de mayo. Liberales y conservadores recurrieron al único recurso de que disponían: la protesta. El Partido Liberal Independiente y el Partido Conservador, protestaron ante la opinión pública nacional e internacional. Por su parte el periódico La Noticia, exultante de liberalismo, acusó a Chamorro y a Aguado de ser cómplices del golpe de Estado. En esos días se habló de una reunión secreta de Somoza con Chamorro y con otros líderes liberales independientes, poco antes del golpe militar contra Argüello.

    Nuevos signos exteriores alentaron las esperanzas de la oposición al saberse que el gobierno golpista no sería reconocido. La Cámara de Comercio de Nueva York informó a sus miembros que comerciaban con Nicaragua, que se habían interrumpido las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Nicaragua y que las negociaciones con este país serán a riesgo de los propios exportadores. Otro signo alentador fue que desde el jueves 28 de mayo la Embajada de los Estados Unidos permaneció cerrada y un pequeño cartel en la puerta anunciaba que se reabriría hasta el siguiente lunes.

    Esto último se interpretó en los corrillos políticos que el Departamento de Estado estaba haciendo consultas para tomar una decisión antes de reconocer o no reconocer al presidente de facto Don Benjamín Lacayo.

    Mientras tanto Lacayo Sacasa afirmaba que no habría Constituyente y que su gobierno convocaría en pocos días a elecciones generales.

    Mientras el ambiente político nacional estaba convulsionado por los acontecimientos del 25 de mayo, intereses espurios maniobraban alrededor de diputados y senadores para que aprobaran el oneroso Contrato Coney. La Prensa alertó a los posibles perjudicados por ese contrato, temporalmente detenido en el Congreso, para que defendieran sus derechos desde las barras del cuerpo legislativo, pues el tal contrato contenías cláusulas de expropiación de tierras de nicaragüenses para favorecer a un avispado inversionista extranjero.

    3 de junio. Han continuado las declaraciones, los manifiestos y las protestas. La Directiva Suprema del conservatismo se pronunció contra la Constituyente. Al mismo tiempo han surgido voces que reclaman un candidato conservador para la alianza con los liberales independientes o la ruptura de los pactos firmados por los dos partidos para apoyar la candidatura del Dr. Aguado.

    Destacados dirigentes del liberalismo independiente, demandan que el PLI se convierta en argüellista y rompa los pactos que dieron origen a la alianza. Muchos eran los que creían en la posibilidad de que el Dr. Argüello recuperaría la presidencia de la república. Mientras tanto continúan en todo el país las detenciones de los oficiales que permanecieron fieles al presidente depuesto.

    4 de Junio. Los acontecimientos internos y externos siguen su curso. No se ven indicios de una solución en ninguna de las dos vertientes del tejado político; de manera que cada sector realiza sus propias diligencias en procura de reforzar sus posiciones.

    El Presidente Lacayo Sacasa, muy seguro del respaldo que le brinda el General Somoza, asume personalmente la decisión de convocar a una Constituyente y anuncia la disolución del Congreso Nacional. Para mejorar su imagen ante la opinión pública, don Benjamín realiza una visita a Granada, su ciudad natal, donde fue recibido con frialdad por un pequeño grupo. También visitó ministerios y escuelas a la vez que enviaba delegados a Guatemala a gestionar el reconocimiento a su gobierno, pero la respuesta fue un rechazo rotundo. En Honduras, Carías se apresuró a reforzar la vigilancia en la frontera común, como una medida precautoria.

    La Asamblea Liberal Independiente pone un ultimátum de 48 horas al Partido Conservador para que resuelva si apoya o no la restauración del Dr. Argüello a la presidencia.

    5 de junio. Cuando se produce un golpe de Estado no se puede volver atrás, afirmó la Directiva Suprema del Partido Conservador en un manifiesto a la nación, en el cual define 18 situación política del país y concreta su propia posición ante ella. En el manifiesto el Partido Conservador da por perdida la causa del Dr. Argüello y declara que no irá a elecciones para elegir a un nuevo presidente. Demanda además, el cumplimiento de los Tratados de Paz de 1923, invocados por Guatemala ante la situación nicaragüense y accede a una nueva consulta al pueblo para devolver a los poderes del Estado, la respetabilidad y recuperar la institucionalidad.

    Le tesis conservadora de desahuciar el retorno de Argüello, se vio reforzada con la declaración del Dr. Enoc Aguado al afirmar éste que no intenta la restauración del presidente derrocado. Debemos ser prudentes y no cerrar ningún camino y coger el que las circunstancias internacionales nos indiquen mejor, aconsejó el candidato de la alianza libero-conservadora.

    Mientras el Partido Liberal Independiente no ha asumido una posición oficial en cuanto a la Constituyente, el gobierno trata de negociar en Washington el proyecto de la Constituyente.

    Anuncia el gobierno, mejor decir la Comandancia General de la Guardia Nacional, que la Dirección General de Sanidad será militarizada. Algunos empleados de cierta categoría afirmaron que prefería perder sus empleos que vestir el uniforme militar.

    Anteriormente había sido militarizado el servicio de comunicaciones. Y con la militarización de la Sanidad, Somoza avanza un paso más en el control militar del país.

    6 de junio. Lacayo Sacasa anuncia la Asamblea Constituyente. En su proclama, los conservadores dejan abierta la posibilidad de participar en una Constituyente que reconstruyese el orden institucional, roto por el golpe militar.

    El Departamento de Estado, le hace saber al Embajador Guillermo Sevilla Sacasa en Washington que los Estados Unidos no reconocen el régimen de fuerza de Nicaragua. De esta manera la embajada nicaragüense en la capital estadounidense, queda congelada como las otras embajadas en los países que no reconocían al gobierno de Benjamin Lacayo.

    Los liberales independientes realizan consultas entre ellos para definir una posición ante la decisión del conservatismo de abandonar la restitución de Argüello y manifestar su inclinación hacia la Constituyente.

    Contrariamente, en el Partido Libera1 somocista se considera que la posición conservadora es promesa de una solución justa.

    7 de junio. Los campos parecen haberse deslindado. Los conservadores se pronuncian por la Constituyente, bajo la condición de que las elecciones sean garantizadas. Porque sólo así se puede estabilizar el gobierno.

    Los liberales demuestran gran temor por las elecciones libres. Preferimos rodear a Somoza aunque sea dictador de por vida a dar elecciones libres, dijo un líder del partido liberal independiente, que pidió le guardaran el anonimato.

    En su nueva posición el PLI se aboca a una decisión, cuando el General Carlos Pasos declaró que se me considere excluido del PLI; no estoy por la restauración de Argüello porque no obtuvo la mayoría de votos en los comicios.

    Sin embargo el divisionismo también tiene efectos sobre el Partido Conservador; o el menos así se interpretó la renuncia del Dr. Gustavo Manzanares, presentada en forma irrevocable de la Secretaría de la Directiva Suprema del Partido.

    Está históricamente demostrado que en materia electoral el barro y el metal no se funden ni se amalgaman. Las discordias políticas entre liberales y conservadores, el arraigado convencimiento de controlar en forma total el gobierno para repartir sus beneficios entre la clientela partidaria, la pugna por alcanzar el poder a cualquier precio y mantenerlo contra la voluntad del pueblo, han convertido a estas dos facciones en antagonistas irreconciliables.

    Ven los conservadores una oportunidad en la Constituyente si se realizan elecciones libres, para participar con sus propios candidatos. Los liberales independientes prefieren tener a Somoza toda la vida que jugarse el poder en unas elecciones libres que los conservadores pudieran ganar. Así estaba planteada la cuestión política, menos de quince días después del golpe militar que derribó al presidente impuesto por Somoza.

    Volvió a aflorar en los partidos opositores la ilusión de hacerse con el poder, aunque con propósitos diferentes: unas elecciones libres que pudiera darles el poder para los conservadores; y unas elecciones que les permitiera conservar el poder, para los liberales independientes.

    8 de junio. Después de algunos días de silencio y de manejar los hilos políticos desde la sombra, mientras su pupilo Lacayo Sacasa interpretaba su papel de gobernante, Somoza vuelve a sus conocidas maniobras y escamoteos, que en otras oportunidades le habían dado tan buenos resultados: propuestas, conversaciones con los opositores, ofrecimientos, amenazas, afirmaciones hoy y negaciones mañana, etc.

    No quiero ningún arreglo con el Dr. Argüello, declaró Somoza. Lo deseen o no liberales y conservadores, habrá Asamblea Constituyente. Les dijo a los dirigentes del PLI que lo visitaron, para negociar con él la restauración del Dr. Argüello.

    El Manifiesto Conservador del 5 de junio, provocó un verdadero sisma en las filas del Partido Liberal Independiente. Por un lado algunos directivos de este partido siguieron insistiendo en el retorno del Dr. Argüello y consideraron roto el pacto con los conservadores. Otros, alarmados, recurrieron al General Chamorro en busca de respuestas. Chamorro los tranquilizó con dos argumentos sencillos: el Manifiesto alienta una esperanza de que se puede alcanzar la convivencia nacional; la maquinaria política está en marcha y no hay espacio para el retorno de don Leonardo a la presidencia. Esto lo había confirmado el propio Somoza.

    Los periodistas de Washington se niegan a publicar las declaraciones de Guillermo Sevilla Sacasa, quien pudo comprobar que existe muy mal ambiente en la capital estadounidense para el gobierno que él represente en esos momento.

    10 de junio. El gobierno emite el decreto de convocatoria a una Constituyente. Según el decreto las elecciones deben ser el 6 de julio. Quedabas menos de un mes para una campaña electoral.

    En su entrevista con la prensa Somoza les planteó a los conservadores una tajante disyuntiva: o van a la Constituyente o se van a dormir la siesta hasta 1953. Al conjuro de esta declaración, se activaron los grupos zancudos, dispuestos a apoyar a la dictadura a cambio de pitanzas.

    Spruille Braden en su discurso de despedida como Secretario Auxiliar de Estado, afirma que el peligro comunista es grave en América. El comunismo ha venido ganando terreno en Europa: golpes de Estado y huelgas políticas en todos los países del este europeo, ponen a los aliados en estado de alerta. Hasta Francia se siente amenazada por el avance del comunismo.

    Estalló la primera bomba en Managua, la gente las llamo zaguaneras porque la colocaban en los zaguanes, en la casa del Dr. Carlos Morales, uno de los más fuertes apoyos políticos de Somoza en el Partido Liberal. Entrevistado por los periodistas, el Dr. Morales calificó el atentado con malicioso humorismo, como una travesura de los comunistas.

    11 de junio. Solamente el Partido Liberal Nacionalista y el Partido Conservador, según la convocatoria, participarán en las elecciones para la Constituyente. Las Juntas Directivas de ambos partidos escogerán a los candidatos y representantes en un número igual más uno de los diputados actuales. El Partido Conservador tendrá representación en todos los organismos electorales y mayoría en los departamentos ganados en las elecciones del pasado febrero.

    Aquí puede verse la simiente de lo que serán años más tarde, las paralelas históricas, o sea, la repartición de los cargos públicos y las zonas de influencia partidaria entre los dos partidos históricos.

    Resulta manifiesto que el gran ganador de este entendimiento fue el Partido Conservador. Relegado a su suerte quedó el Partido Liberal Independiente; y a partir de ese momento liberales somocistas y conservadores chamorristas dominarán la escena política de Nicaragua.

    Los países pequeños de Europa recordaron muchos siglos después el terror de Roma frente a Atila. La Iglesia Católica incluyó entonces una nueva jaculatoria a las letanías: E furore tatarorum libranos Domine. Austria estaba en la lista de espera del apetito expansionista del poder soviético, era la próxima víctima. Estados Unidos, Inglaterra y Francia buscan una fórmula de anuencia con Stalin, para salvar a los austríacos del furor de los tártaros modernos.

    En Centroamérica repercuten los temores al comunismo y ofrecen una oportunidad suculenta a los dictadores para acusar a sus desafectos políticos. El Dr. Carlos Morales acusó al Partido Socialista de estar vinculado al comunismo. Aunque hizo la salvedad oportuna al decir que sus declaraciones no van ni han ido jamás contra los trabajadores de Nicaragua. Desde luego, esto no salvó a ningún dirigente sindical que estorbara los propósitos de Somoza o se opusiera a su tiranía, de la persecución y la cárcel.

    15 de junio. Tirantes se pusieron las relaciones entre el PLI y los conservadores. Un mitin conservador en el Teatro Luciérnaga, a la que asistieron numerosos liberales independientes y socialistas, terminó en tremendo desorden, gritos de protesta e insultos. El General Chamorro alertó a sus seguidores acerca de no dejarse impresionar por los liberales independientes. Tenemos divergencias con ellos, dijo, porque quieren la restauración del hijo del fraude electoral. El conservatismo luchará contra esa restauración, advirtió el caudillo verde.

    Una comisión conservadora que examinó el decreto de convocatoria del gobierno, dictaminó que el Partido puede concurrir a la Asamblea Constituyente pero si hay supervisión internacional. Si no hay súper vigilancia, al menos que sean libres de la influencia de Somoza.

    Que flaca memoria la de los dirigentes conservadores. En las elecciones de febrero demandaron, insistieron, apelaron por la súper vigilancia electoral y nada ni nadie pudo garantizar la supervisión de los comicios. Somoza impuso al Dr. Leonardo Argüello con un fraude electoral y lo convirtió en Presidente de la República.

    En esta oportunidad demandan de nuevo la súper vigilancia electoral; pero se muestran flexibles y comprensivos, cuando dicen que si no hay súper vigilancia les basta que Somoza no intervenga en las elecciones. En el fondo de toda esta gimnasia verbal, se disfraza el interés de los conservadores de ir a la Constituyente para recuperar los puestos en el Congreso, que perdieron con el golpe de Estado. Ya no tienen que cargar con los liberales independientes, de manera que el botín será repartido entre las dos fuerzas tradicionales.

    17 de junio. El descontento se manifiesta también en las filas conservadoras. La Directiva del partido inicia pláticas con Lacayo Sacasa, e quien días antes habían señalado como un gobierno ilegal, producto de un golpe militar. Piden leyes que garanticen las elecciones y prórroga de los plazos decretados. Las peticiones se expresaron al margen de pactos y concesiones. Y como una condición para salvar un poco la cara, exigieron que solo concurrirían a la Constituyente cuando se acuerden las garantías necesarias.

    Saben los conservadores que los liberales somocistas están apurados. Que necesitan normalizar la situación constitucional del país para que el gobierno de don Benjamín Lacayo sea reconocido. Si Somoza hace su juego ofreciendo ventajas políticas, los conservadores hacen el suyo y buscan más ventajas o mejorar las que ya se han acordado.

    La tesis argüellista de los liberales independientes favorece la posición de los conservadores, pues éstos no han dado por roto el pacto, aunque no oficialmente. Sin embargo, desde Costa Rica se informa que importantes sectores del conservatismo se unirán con liberales independientes, alrededor de la tesis argüellista. Al mismo tiempo amplios sectores del exilio nicaragüense en Costa Rica se pronuncian contra la Constituyente convocada por Somoza y aprobada por Chamorro.

    Se pospone la conferencia de Río de Janeiro, porque el Brasil desea que el Presidente Truman la presida y el mandatario estadounidense no puede señalar una fecha para asistir.

    18 de junio. Niega el presidente Lacayo Sacasa las prórrogas que le han sido pedidas para las elecciones pues no habría tiempo para recoger nuevas inscripciones. El Partido Conservador responde que no irá a la Constituyente. La intransigencia liberal es para el conservatismo una señal inequívoca de que sin las garantías pedidas, el gobierno queda en libertad para realizar un fraude. El General Chamorro declaró que el conservatismo nunca podrá prestarse a una farsa y a burlar la voluntad ciudadana.

    En Costa Rica la campaña electoral está llegando a una violencia nunca antes vista en este país. Calderonistas y ulatistas se enfrentan en manifestaciones y luchas callejeras, que dejan heridos y numerosos golpeados. Se acusa al gobierno de Picado de subvencionar a Vanguardia Popular con dinero de la Caja del Seguro Social.

    19 de junio. Densa sombra del desempleo se cierne por todas partes. Dondequiera se ven hombres sin dinero en busca de un trabajo para llevar pan a sus hogares. Suben los precios de las telas, de las medicinas y demás artículos importados. Son las consecuencias de los abusos y desmanes del liberalismo, señalan algunos ciudadanos consultados por los periodistas.

    Somoza ha vuelto a conceder entrevistas a la prensa. Su posición es invariable: habrá constituyente aunque sólo sea con liberales somocistas, afirmó en tono desafiante. Algunos despabilados huelen la oportunidad y sugieren la formación de un partido zancudo. Somoza asegura que reconocerán al gobierno que surja de la Constituyente. Él sabe que no es verdad, pero esas afirmaciones tajantes siempre le dieron resultado y espera tenerlos una vez más.

    Por su parte la oposición, que ahora es sólo el Partido Conservador con su caudillo al frente, parece no tener prisa. En realidad el tiempo apura a Somoza, la situación internacional le es adversa, la ilegitimidad del gobierno es notoria en todas partes y los periódicos extranjeros se ocupan de ella con incriminaciones para el régimen implantado por El dictador.

    Emiliano contraataca, afirma que Somoza y el Dr. Argüello son elementos de obstrucción para regresar a la normalidad. Llama a su partido a luchar por la separación del General Somoza de la dirección de la política nacional, en la cual ejerce una influencia decisiva.

    20 de junio. La prensa del continente insiste en el caso de Nicaragua y no con indulgente imparcialidad, sino con acrimonia y severa condena. El Excélsior de México dice que el cuartelazo de Managua ha violado el Acta de Chapultepec. Mientras El Universal, también de México, pide dictar sanciones contra los que perpetran actos que perturban la paz en América.

    Somoza no pierde tiempo y a través de un llamado Movimiento de Unificación Nacional inspirado por él, gestiona la renuncie de Don Leonardo. Según Somoza la renuncia permitirá realizar una Constituyente sólo de liberales. Insinúa que los liberales independientes que demandan el retorno del Dr. Argüello al poder, se incorporen a los liberales que apoyan la dictadura y en esta forma el resultado será una Constituyente liberal. Pero Somoza oculta su verdadero propósito, él desea la participación de los conservadores para ofrecer ante la opinión internacional una solución nacional del conflicto. Esta es la razón por la cual el dictador rehuye recurrir a la formación de un partido zancudo, aunque tiene voluntarios con quienes formar un partido ficticio.

    La revista Tiempo, de México, se pronunció contra las procesiones eucarísticas. En un reportaje, la revista crítica una procesión religiosa que tuvo lugar en Durango. Al mejor estilo del radicalismo liberal de finales del siglo XIX, Tiempo dice que los católicos con sus manifestaciones religiosas, los sacerdotes con sus sotanas y los altares en la calle, violan abiertamente la Constitución mexicana.

    Como una muestra de solidaridad con los católicos mexicanos y una manifestación de protesta, Tijerino Perado, corresponsal en Nicaragua de la revista Tiempo, renunció al cargo. Simultáneamente los subscriptores nicaragüenses cancelaron sus subscripciones.

    21 de junio. Spruille Braden, dijo en una cena de despedida que le ofrecieron congresistas y periodistas en Washington, que toda la América no reconoce la presidencia de Lacayo Sacasa. Pero no quiso opinar cuando le preguntaron si habría sanciones contra el gobierno golpista, de parte de los Estados Unidos.

    Cada vez es más alarmante la situación económica del país. El córdoba bajó al 6 por 1 con respecto al dólar y los víveres suben constantemente. Crece la preocupación por la carestía de la vida y falta de trabajo. Entretanto la política sigue su curso y poco se hace por mejorar la economía del país.

    22 de junio. Parece una fábula o algo similar, pero es verdad. Tan débil y raquítica es la economía nacional, que dos libaneses que se marcharon del país produjeron la baja del córdoba, al comprar en la bolsa negra más de ciento setenta mil dólares. La información fue proporcionada por un dirigente político muy allegado a la Casa Presidencial, que pidió no ser identificado por los periódicos.

    Lo que parecía ser una pausa en las agresiones políticas, mientras se emitían comunicados, se ofrecían declaraciones y se especulaba alrededor de los acontecimientos cotidianos, se rompió abruptamente cuando los liberales independientes fueron desalojados del Teatro Tropical por los guardias nacionales, que ingresaron al recinto con la violencia acostumbrada y la emprendieron a culatazos contra conocidos miembros del PLI, entre ellos el General Camilo López Irías, que resultó tan golpeado que tuvo que ser hospitalizado con severos golpes y sangrantes heridas en la cabeza.

    25 de junio. Decide el conservatismo no concurrir a la Constituyente, en vista de que el gobierno enseñó muy pronto las cartas que jugaría en el evento; pues el negar la prorroga que se le había pedido para llevar a cabo nuevas inscripciones, era una señal inequívoca de que el oficialismo impondría sus propias reglas sin dejar espacio a los conservadores.

    26 de junio. La Directiva Suprema del Partido Conservador, declaró oficialmente que no concurría a la Constituyente por la falta de garantías y de libertad. Reafirmó su compromiso de luchar solo o acompañado para conseguir libertad electoral. La resolución incluye la invitación a los liberales independientes para continuar en la lucha.

    Al fallarle las maniobras políticas, Somoza deplora como nicaragüense la decisión de los conservadores. Aseguró que el General Chamorro pierde la posibilidad de dejar a su partido en un magnifico pie de lucha.

    28 de junio. Ante la prensa, declaró Somosa: Debo al Banco alrededor de un millón de córdobas y quiero pagarlos a largo plazo. No somos los únicos exportadores de ganado; todo el que quiere exportar está exportando.

    Una vez más Somoza hace elegir a su candidato

    Duro golpe recibieron los planes de Somoza, cuando Washington anuncio que el gobierno de los Estados Unidos no reconocerá la Constituyente, ni lo que de ella resulte.

    Una nueva bomba estalló en Managua. Esta vez en la casa del coronel Tellerías, Director de Ingresos.

    29 de junio. Impera la ley de fusil en las calles de Managua. El día de ayer los estudiantes universitarios anduvieron en busca de un lugar para realizar una concentración, después que la Guardia Nacional los dispersó a culatazos de la Plaza de la República. Los estudiantes buscaron un parque o un predio vacío, pero los guardias los persiguieron y golpearon hasta obligarlos a irse a sus casas. Hubo golpeados y heridos y algunos casas de conocidos dirigentes estudiantiles fueron allanadas por la soldadesca somocista.

    Ante la determinación de los conservadores de no ir a las elecciones para la Constituyente, el gobierno se mostró más flexible; lo cual animó a los partidos Conservador y Liberal Independiente, a nombrar una comisión mixta para estudiar un punto de entendimiento entre las dos posiciones que los diferencia: los conservadores están por unas elecciones libres; y los liberales independientes, por la restitución del Dr. Argüello a la presidencia de la república.

    Queremos hombres que puedan manejar un rifle, fue la explicación que ofreció un ministro (no identificado por los periódicos) sobre la sustitución de las mujeres por hombres, en todos los ministerios, el Distrito Nacional, la Intendencia de Mercados y donde quiera que trabajaren los miembros del llamado bello sexo. En los corrillos políticos se comentó la medida como una intención de militarizar en un momento dado a toda la administración civil del Estado.

    El Dr. Gabriel Pasos Wolff negó que hubiera aceptado la designación para una curul en la Constituyente, porque sería prestarme a una farsa que el pueblo de Nicaragua y mi partido han repudiado, explicó al ser entrevistado por el corresponsal de La Prensa en Granada.

    Se informa desde Alemania que miles de refugiados de la zona de ocupación soviética, están invadiendo las zonas ocupadas por los Estados Unidos y la Gran Bretaña. Denuncian los refugiados que los jóvenes alemanes son reclutados para formar brigadas de trabajo forzado y mandarlos a trabajar a las minas sin ninguna remuneración.

    1 de julio. Opina el Time de Nueva York que el no reconocimiento empujará al General Somoza a convocar a nuevas elecciones. Elecciones que los optimistas esperan que sean honestas. Al mismo tiempo la revista se refiere a la alternativa que enfrenta Washington: reconocer el régimen títere de Somoza sería validar un golpe irresponsable y antidemocrático; rehusar el reconocimiento sería un abandono de la generalizada práctica diplomática de reconocer a cualquier gobierno que controle un país.

    Alude la revista neoyorquina a la práctica establecida de reconocer a cualquier tipo de régimen sin tomar en cuenta su naturaleza. Esta práctica, favorecía a las dictaduras del continente y los Estados Unidos la aceptó sin mayores reservas. Esos días se estaba gestando lo que después se llamó guerra fría y para los Estados Unidos lo importante era la seguridad continental ante la agresiva política expansionista del comunismo internacional.

    Estalla una nueva bomba en Managua, esta vez en casa del exministro de Hacienda de Somoza, don Ramón Sevilla. A estas bombas las llamaron zaguaneras y no respondían a ninguna ideología política. Eran una forma de protestar contra el golpe de Estado del 25 de mayo.

    Líderes del PLI se reúnen con Somoza para buscar un arreglo. Se guardó gran reserva sobre los resultados de la plática sostenida. Somoza siempre rechazó a los liberales independientes, pero se reunía con ellos y negociaba si así convenía a sus intereses políticos.

    2 de julio. En un esfuerzo más por hallar una solución al problema político nacional, el Dr. Carlos Cuadra Pasos se dirigió por igual a los Generales Chamorro y Somoza y los exhortó a que buscaran con la mayor seriedad y amplia publicidad, para que el pueblo se enterase de todo, una solución política. Sugirió que tres fuerzas: los dos partidos históricos y la Guardia Nacional juntos podrían devolverle al país la tranquilidad que hace falta para normalizar la vida nacional. Agregó que los elementos de salvación están en Nicaragua al alcance de los dos caudillos y que no hay que entretenerse en buscar remedios en países extranjeros. Esto último en clara alusión a las esperanzas puestas en la decisión que tomarían los Estados Unidos.

    Al mismo tiempo una señal más apunta hacia el aislamiento del régimen golpista por el gobierno de Washington. El Coronel John F. Greco, General en la Guardia Nacional y Director de la Academia Militar de Nicaragua fue llamado a su país. Con Greco salió también la Misión Militar que los Estados Unidos tenían en Nicaragua.

    Afirma el Dr. Arturo Velázquez Alemán que el PLI no tiene tratos con Somoza ni con Lacayo Sacasa.

    3 de julio. Estoy en un todo de acuerdo con los conceptos de tu misiva, le dice el General Chamorro al Dr. Cuadra Pasos. Y agrega que dejó por fuera al Dr. Leonardo Argüello que también es factor de arreglo desde el punto de vista internacional. Le dice que su carta debió dirigirla a los tres (Chamorro, Somoza y Argüello) para negociar una solución personalmente o por delegación.

    Somoza aprovecha la exitativa de Cuadra Pasos y se apresura a declarar que está listo para abocarse con Chamorro; lo cual debe realizarse ante la presencia del Presidente Lacayo Sacasa, el Dr. Cuadra Pasos y dos testigos por ambos partidos, para examinar los puntos que conduzcan a eliminar los elementos que perturban la tranquilidad pública. Entiendo que la conversación con el General Chamorro sería un paso en firme por el camino de la concordia nacional, término diciendo el General Somoza.

    Sin embargo, las pláticas libero-conservadoras para apuntalar la alianza, no podía continuar porque los delegados argüellistas están siendo perseguidos o permanecen con la casa por cárcel. El juego de Somoza consiste en separar a conservadores y liberales independientes y obligar a los primeros a reconocer tácitamente al gobierno de don Benjamín Lacayo Sacasa.

    Comprende Somoza que Cuadra Pasos le brinda una oportunidad que no debe desperdiciar. Somoza no era de los que dejaban pasar una oportunidad. Ve en la iniciativa de Cuadra Pasos la posibilidad de que los conservadores accedan a participar en la Constituyente y en esta forma presentar ante Washington y las demás capitales americanas una imagen de conciliación y un esfuerzo por llevar al país a la normalidad. Ese era el camino que le permitiría al gobierno de facto, convertirse en un gobierno legítimo y obtener el reconocimiento.

    Este propósito lo conoce muy bien el General Chamorro y le sigue el juego al dictador, siempre atento a no dejarse confundir por sus intrigas dolosas.

    Chamorro no tenía inconveniente de meter en el juego al derrocado Dr. Argüello, porque era una voz que se sumaría a la tesis conservadora de convocar a nuevas elecciones. No obstante, tampoco ignora que Somoza no permitirá que Argüello tome parte en cualquier negociación. El juego está ahora en ver quien pone más obstáculos a un entendimiento político.

    4 de julio. Río de Janeiro se prepara para la Asamblea Panamericana que se reunirá en esta ciudad. Algunos países del continente opinan que el caso de Nicaragua debe discutirse en Río; pero existe la posibilidad de que el gobierno nicaragüense no sea invitado al evento. De aquí el apuro de Somoza por mostrar que el país se encamina hacia nuevas elecciones para poder enviar una delegación a la capital brasileña.

    En tanto el gobierno de Lacayo insiste en convencer a Washington y manda al Dr. Mariano Argüello Vargas para que negocie con el Departamento de Estado el reconocimiento para don Benjamín Lacayo.

    Optimista con los resultados obtenidos con su carta, el Dr. Carlos Cuadra Pasos considera que si Chamorro y Somoza han acogido su propuesta, significa que hay buen clima para comenzar a negociar.

    Sorprende que los políticos más eminentes parezcan modelos de ingenuidad. No han sido suficientes diez años de dictadura absoluta, dos golpes de Estado, cientos de crímenes, torturas y encarcelamientos, mentiras, cinismo, corrupción y desastre económico, para no comprender que Somoza nunca tuvo interés en que las cosas mejoraran en Nicaragua y que su único propósito era permanecer en el poder aunque tuviera que ensangrentar al país.

    No es menos cierto que en las altas esferas de la política se arriesgaba menos que en los predios menesterosos del pueblo llano. A los de abajo correspondía alimentar con su trabajo el botín que se disputan los dirigentes políticos y al final, los pobres, los humildes, salían siempre perdiendo.

    5 de julio. Invitar al Dr. Argüello es una opinión del General Emiliano Chamorro, dice el General Somoza; y señala que las conferencias deben comenzar, que sólo falta iniciarlas.

    Se afirma en Washington que Nicaragua podrá asistir a Río de Janeiro en cuanto vuelva el país a la constitucionalidad.

    En dos posiciones diferentes se plantea la cuestión nicaragüense. Somoza presiona a Chamorro para que negocie con las reglas del gobierno de facto; y Chamorro tiene a su favor la presión internacional que se deriva de no aceptar a Nicaragua en la reunión de Río de Janeiro, donde se discutirán importantes temas que atañen a todo el continente.

    8 de julio. Nueve naciones insisten en que Nicaragua puede asistir a la reunión de Río, entre ellas Costa Rica, que en un principio había respaldado el no reconocimiento al gobierno de facto.

    Una nueva bomba zaguanera alarma a Managua. El turno fue del Dr. Julio Quintana.

    10 de julio. Surge en el país una severa crisis económica. En algunas haciendas de Managua, los trabajadores ofrecen trabajar tan solo por la comida para no morir de hambre con sus familias. Los comerciantes se reúnen en consulta para pedir que se resuelva la situación de cualquier manera. Existe el temor de que el gobierno de Lacayo no pueda cubrir los gastos del mes de julio.

    En la Embajada de México el Dr. Argüello se niega a renunciar y los argüellistas se proponen reanudar las pláticas para insistir en la restauración del presidente derrocado el 25 de mayo. Don Leonardo insiste en que todo vuelva a su situación original: él en la Presidencia y el General Somoza como Jefe Director de la Guardia Nacional.

    11 de julio. Un comité de ocho naciones redacta el cuestionario sobre la invitación a Nicaragua para acudir a Río de Janeiro. El Embajador de Guatemala en Washington afirma que su gobierno no cambiará su actitud. Y aclaró que la invitación no significa reconocimiento, pero alentaría al gobierno de facto a mantener sus objetivos políticos.

    Un grupo de campesinos sin trabajo bajaron de las Sierras de Managua e invadieron el Parque Central en demanda de trabajo. Presentaron su demanda ante el Ministerio del Trabajo sin ningún resultado.

    15 de julio. Los periodistas de Guatemala y de Bogotá dicen que los nicaragüenses han quedado fuera de la ley, al comentar una nota enviada por el General Somoza a los periódicos de Managua, en la que anuncia que ha ordenado a la Guardia Nacional disparar contra los terroristas que andan poniendo bombas en la noche.

    Siguen hacia delante los planes contituyentistas del gobierno. Los candidatos a la Constituyente, liberales y conservadores zancudos, reciben dinero del gobierno para realizar sus campañas electorales.

    El dinero que dan a los zancudos no es prestado. Ellos tienen que dar su carnita y su guarito, dijo con mal disimulado sarcasmo el Dr. Juan José Lugo.

    Así ha sido siempre en los gobiernos depredatorios que ha tenido Nicaragua a lo largo de su historia. Mientras los trabajadores de las haciendas de Managua trabajan aunque sólo sea por la comida de cada día para no morir de inanición y el gobierno es incapaz de cubrir los gastos administrativos del mes de julio, sí hay dinero en las arcas nacionales para gastarlo en una farsa política que no traería ningún beneficio a los nicaragüenses, pero sí a la élite gobernante.

    Una vez más el Cerro Negro atormente a León con su lluvia continua de cenizas. La población se muestra temerosa por los frecuentes retumbos que se escuchan en las inmediaciones del volcán.

    16 de julio. El Dr. Cuadra Pasos insiste en que no hay otra salida que hablar con Somoza. Dice que otras posibilidades deben desecharse porque no resuelven nada. Chamorro y Somoza deben hablar a la luz del día.

    En Europa los comunistas, instigados y apoyados por Moscú, inician la conquista de Grecia. Albania invadió a su vecino sin declaratoria de guerra. Unidades navales de Inglaterra y los Estados Unidos, se desplazan hacia el Mediterráneo. El ejército griego defiende el territorio nacional.

    18 de julio. En secreto se maneja la política interna y externa. Los liberales independientes cambian de objetivo y se manifiestan contra la restauración del Dr. Argüello. Mientras tanto conservadores, argüellistas y lacayistas realizan gestiones en Washington, cada quien en busca de un gesto que favorezca su causa.

    19 de julio. Siguen las pláticas entre los conservadores y los enviados del Dr. Argüello y de allí surge la tesis que si invitan a Argüello a Río de Janeiro, todo se arreglará pacíficamente, tesis que sustenta al General Chamorro sin mucha convicción.

    20 de julio. La declaración de Chamorro de gestionar en Río la invitación para el gobierno de Argüello, que los países de América siguen reconociendo como presidente de Nicaragua, causó sensación en propios y extraños. Por su parte también el General Carlos Pasos se pronuncia por la restauración, siempre que sea para formar una junta que convoque a elecciones y elegir un gobierno legal y democrático.

    Es difícil sin conocer bien a los personajes políticos, los intereses que defienden y el desarrollo cambiante de los acontecimientos, entender lo que sucede en Nicaragua. Indudablemente que desconcierta a la opinión pública escuchar de Chamorro, de Pasos, de los conservadores, de los liberales independientes decir que debe restaurarse al Dr. Argüello en la presidencia, cuando pocos días antes habían dado el caso por cerrado. La realidad es que en el juego de los intereses políticos todo vale, aunque es difícil que entre viejos zorros uno de ellos pueda sorprender a los demás. La política vernácula se resuelve en las cúpulas partidarias, entre marrullas y contradicciones y el pueblo es un simple y pasivo observador, mal informado y ausente de todos los escenarios en que se subasta y manipula el futuro del país.

    Ni siquiera hay que esperar explicaciones, porque no existen, porque los políticos improvisan todos los días de acuerdo con los acontecimientos ocurridos el día anterior. No importa lo que se diga y afirme, mientras no se comprometan los intereses del partido o del caudillo que maneja el partido. En este campo de agramante el pueblo ni tiene espacio, ni opinión, ni peso específico para influir en las negociaciones, los dame que te doy y los entendimientos que favorezcan a las élites políticas.

    En busca del reconocimiento

    23 de julio. Aunque la semana anterior la mayoría de los países estaban en contra de que se invitase a Nicaragua, en esta fecha la Unión Panamericana resolvió invitar al gobierno de facto de Lacayo Sacasa, para que asista a la reunión de Río Janeiro.

    Entre el invitar y no invitar a Nicaragua, Washington no adelanta nada en su posición frente al golpe de Estado y mantiene el no reconocimiento al gobierno de facto. Esto no impide que viajen a la capital estadounidense delegados de los sectores en pugna, unos para obtener el reconocimiento y otros porque se mantenga el no reconocimiento y se obligue al gobierno de Lacayo a llamar a elecciones para encausar al país por el camino de la legalidad.

    24 de julio. Costa Rica se prepara para la huelga general. El comercio y el tráfico hacia Cartago están paralizados. Sigue habiendo muertos y heridos y continúan las balaceras.

    Al día siguiente el Presidente Picado ordenó armar a dos mil civiles para proteger su gobierno. Esos civiles son miembros del Partido Vanguardia Popular.

    Somoza se muestra optimista al confirmar la invitación para que el gobierno de Lacayo puede asistir a la reunión de Río de Janeiro. Tanto fue su entusiasmo que anunció la posibilidad de asistir él también, como miembro de la delegación que representará a Nicaragua.

    Doña Isabel Argüello viuda de Cardenal, legó por testamento su hermosa residencia de Granada al obispado de esta ciudad. Allí se instalará el Episcopado. La casa Cardenal-Argüello es una de las hermosas edificaciones que dan marco y distinción a la histórica Plaza de la independencia de Granada. Fue construido el edificio muchos años después de la destrucción de la cuidad, ordenada por William Walker.

    25 de julio. El Cerro Negro vuelve a imponer sus rigores. Estuvo quieto por poco tiempo y volvió con nuevo aliento y mayor fuerza a reiniciar su actividad tectónica. En su última etapa de actividad apareció un pequeño cráter, de donde sale abundante humo y cenizas.

    26 de julio. Somoza visita Granada y allí lanzó uno de sus globos de ensayo: anunció la posibilidad de buscar un candidato de conciliación nacional. El anuncio debe haber entusiasmado a los presidenciables y también a los que creen que Somoza escogerá a alguno de ellos.

    27 de julio. Se informa desde Río de Janeiro que en la Asamblea Panamericana, solamente se tratará la defensa del continente ante el peligro comunista. Otros asuntos serán discutidos en comisiones especiales. En esta forma, las esperanzas de que fuera examinado el caso de Nicaragua, frustró las ilusiones de los que esperaban una condena para el gobierno golpista de don Benjamin Lacayo.

    En Jinotepe la Guardia Nacional tiene aterrorizada a la población. Patrullas de cascos de acero recorren las calles y por las noches los ciudadanos no se atreven a abandonar sus hogares.

    29 de julio. En este día se afirmó que el Dr. Leonardo Argüello se había comprometido con el Partido Socialista de Nicaragua, para darse apoyo mutuo. El Presidente, según lo convenido, debía prestar atención a las sugerencias de los dirigentes socialistas y el gobernante debía defenderlos de los ataques de los periódicos conservadores. Esto perece un tanto artificial, pero en política todo se vale.

    En el lenguaje de los socialistas son conservadores los que no son socialistas o de izquierda. Según el convenio el Dr. Argüello ayudaría a los socialistas a combatir a los periódicos derechistas. Esto si el Presidente hubiera podido cumplir el compromiso. No hay duda de que don Leonardo, puesto por Somoza en la presidencia, no contaba con el respaldo de los liberales y mucho menos el respaldo de los conservadores. En tal caso tiene sentido lógico que el gobernante confiara su indefensión en un partido nuevo, con gran arraigo en el obrerismo, la fuerza emergente en esos años, que le dio respaldo a Somoza en los momentos difíciles.

    Los cables internacionales informan que en Cuba se prepara una expedición para derrocar al dictador Rafael Leonidas Trujillo. Se aseguró que los revolucionarios dominicanos contaban con barcos y aviones para invadir Santo Domingo. Sin embargo la expedición fue abortada, la gente desarmada y detenida en un campo de prisioneros. Esta fue la conocida expedición de Cayo Confites, que al recibir tanta publicidad obligó al Presidente Grau Sanmartín a desarmar a los antitrujillistas.

    Esas armas pocos años después fueron entregadas por el Presidente Carlos Prío Socarrás, al Presidente Juan José Arévalo, de Guatemala, y sirvieron para ayudar a Don Pepe Figueres a derrotar al calderonismo. Al amparo del triunfo de Figueres se formó la famosa Legión del Caribe que por varios años llenó de inquietud y temor a los gobernantes dictatoriales de Centro América: Somoza, Carías y los coroneles golpistas salvadoreños.

    30 de julio. La veleta panamericana cambia otra vez de rumbo. Hoy se resolvió no invitar a Nicaragua a Río, al menos que haya un cambio político en Nicaragua, algo muy difícil de alcanzar aunque hubiera habido intención en el gobierno de facto. Diecisiete naciones americanas, incluidos los Estados Unidos, votaron la resolución.

    Crece el descontento y el desorden en San José de Costa Rica. Las turbas saquean el comercio, la policía recurre a las armas y causa muertos y heridos. Los comunistas (Vanguardia Popular) llama a una manifestación de apoyo al gobierno de don Teodoro Picado. La oposición ha gastado cuatro millones de colones en la huelga de brazos caídos. Empleados, obreros y campesinos reciben sus salarios y la huelga se mantiene. Dicen los jefes de la oposición que la huelga no intenta botar al gobierno del Presidente Picado, sino obtener elecciones libres.

    31 de julio. Como consecuencia del golpe de Estado del 25 de mayo, al finalizar el mes de julio son muchos los establecimientos comerciales que se enfrentan a la quiebra por la caída de los negocios en la última quincena de julio. La situación económica del país se agrava. Entre tanto el gobierno solo atiende a estabilizarse, para lo cual gasta dinero en propaganda política y en el envío a Washington y a otras capitales del continente de comisiones negociadoras en busca del reconocimiento del régimen de facto.

    En el campo hay hambre y escasez de comida y trabajo. La emergencia del Cerro Negro hace aumentar el número de damnificados, a los que el gobierno y las instituciones de servicio tienen que atender con comida, medicina y alojamientos provisionales.

    1 de agosto. Insisten los Liberales Independientes en la restauración del Dr. Argüello en la presidencia. Con ellos coincide el Dr. Gustavo Manzanares, que sostiene que la solución está en la restauración para que Argüello convoque a elecciones supervigiladas por

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