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El Aguaje Encantado
El Aguaje Encantado
El Aguaje Encantado
Libro electrónico638 páginas10 horas

El Aguaje Encantado

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El Aguaje Encantado es una novela mgico Mexicana que mezcla leyendas y tradiciones de algunos pueblos indgenas Mexicanos, prehispnicos. La ficcin es uno de los argumentos es uno de los argumentos que le da fuerza a la novela de Copal y Fernanda que habiendo nacido el mismo da y a la misma hora, pero en distintas regiones de Mxico, el tragico destino las junta en la hacienda minera del Aguaje Encantado. Lugar mgico, en donde como nias prodigas crecieron al rededor de la crianza de caballos y estudiando en la gran biblioteca del stano de la hacienda, en donde con el tiempo descubren la caverna situada debajo dela hacienda, en donde se encontraban prisioneros los Ajawabs de Xibalb, los demonios csmicos, custodiados por Chack-Mol. AjalkAna y wucubCame los poderosos seores del inframundo y la perversidad universal, han sido liberados por accidente, por las dos bellas videntes y ahora ellos retomaran la labor de devorar todo lo que existe en el sistema solar y sobre todo a la vida orgnica y la conciencia del ser interno la energa del alma ese es su alimento y lo piensan lograr aunque para eso tengan que destruirlo todo.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento28 oct 2013
ISBN9781463364595
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    El Aguaje Encantado - Jorge Cordero

    Copyright © 2013 por Jorge Cordero.

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    Fecha de revisión: 24/10/2013

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    492575

    ÍNDICE

    FERNANDA

    EL PADRINO

    COPAL

    LA NIÑES

    LOS LIBROS DE LA HACIENDA

    EL SITIO DE PODER

    LA TRAVESÍA (VIAJE A MARTE)

    EL AGUAJE ENCANTADO

    CON EL CANTO DE LAS RANAS

    LOS AJAWUABS WUKUB Y AJALK

    FERNANDA

    En un lugar remoto de abruptas montañas mexicanas, de entre la selva y el bosque Jalisciense, allá por el año de mil novecientos treinta y dos. Se encontraba en su tercer máximo apogeo, una enorme y potentada hacienda. La que siempre habíase llamado El Aguaje Encantado. Existiendo motivos suficientes por el cual se llamara así, pero en fin, lo más turbulento de esta comarca comenzó a mediados de la década pasada, con el parto de Jacinta, en donde le alumbró la vida a una hermosa criatura, la que quince días después en la ciudad de Guadalajara, con todos los cánones y ritos religiosos eclesiásticos, fue bautizada con el nombre de Fernanda, por un excelentísimo cardenal, ya que así se había empeñado don Sebastián Mendoza, quien era el padre de la niña, basándose en la idea de que su bisabuelo don Fernando Mendoza había sido el creador, de la gran segunda hegemonía del Aguaje Encantado.

    El bautizo de Fernanda fue un evento fuera de lo común, ya que los acontecimientos había predescrito el destino que la niña llevaría a cabo, sobre todo al momento de recibir el agua bendita, que el cardenal hubo vertido sobre su cabeza, ya que entre llantos de bebé claramente se alcanzó a escuchar que no y después en un desenfreno, un llanto de fuerza pulmonar como si fuera la de un bebé de seis meses.

    Ese mismo día, al iniciarse el crepúsculo, que se tiño de los más sorprendentes colores de púrpura en el este, rosado en zenit y de entre las nubes del oeste un color de brillo plata pura y entre los árboles que adornaban la hermosa finca, de entre el verde era arrancado el color fulgor oro, que se veía maravilloso a tras luz causando la estupefacción de los presentes.

    El esquisto moisés hecho de bejuco, cedas con holanes y finos bordados a mano, comenzó a difundir un tentador color dorado, que algunos de los invitados muy íntimamente relacionados con los negocios de la minería, jurarían que lo que había en ese moisés era oro, viéndose forzados por su insaciable ambición a acercarse para analizar las telas de la pequeña cuna, y como acto seguido un destello más intenso, de ese hermoso color oro, que llamó la atención de doña Sahara Pérez, esposa de conocido hambreador de pescadores de perlas. Joyero y a la vez, traficante de lo mismo.

    No pudiendo doña Sara soportar la envidia de que ese pequeño moisés irradiara un más hermoso color que el de las más finas de sus alhajas, optó por arrebatadamente descubrir el velo. Pero como por arte de magia, sé encontró adherida con una fría mirada que provenía del más profundo color miel de los ojos de Fernanda, seguida por una sonora y burlona risita, producida por la recién nacida. Por instantes doña Sahara sintió un escalofrío que le penetró por los cabellos de la base de la nuca, hasta recorrerle todo el espinazo y salirle por las rodillas, haciéndola temblar sintiéndose ajena a la concurrencia de su entorno, estando insegura y desconcertada, a la vez de haber estado en un lugar lejos de su imaginación y comprensión y al momento de sentirse de nuevo en la realidad, ya le fue imposible detener el vómito y exaltaciones de ahogo. Entre quejidos y devoluciones estomacales e intentos de gritos, la señora corrió por entre los presentes, en busca de un lugar en donde ocultar ese muy fisiológico comportamiento tan abrumador y vergonzoso para ella. Jacinta al ver la extraña reacción de doña Sahara corrió instintivamente, para recoger en su regazo a la pequeña bebé en la cual no encontró nada extraño, pero siempre guardando el celo por lo sucedido y el raro brillo que el moisés había despedido.

    Tratando de simular como si nada hubiese pasado, la magna ceremonia social siguió su curso entre suculentos bocadillos, de los quesos más finos, adornados platos de caviar europeo rodeado de ostiones ahumados, anchoas, angulas, aceitunas, diversos tipos de pasteles, de chocolate, vainilla, pastelillos de todo tipo y como cual debe ser, fino coñac, la mejor champaña, vinos extraídos de ocultas y obscuras cavas, que celosamente guardaban barriles de finas maderas duras, así como los mejores secreteos de tequilas, minuciosamente elaborados.

    Misteriosamente a manera de sirvientes, tres extraños autóctonos de la región, se encontraban como ocupando puntos estratégicos de la finca y de manera juzgona, observaban a cada uno de los invitados, sobre todo a Jacinta que no hacía otra cosa que estar entrando y saliendo a las habitaciones de la finca, para observar de cerca de su hija, la que se encontraba profundamente dormida. También dirigían burlonas sonrisas al excelentísimo cardenal, quien ya se mostraba inquieto, a disgusto y a pesar de esto sin saber por qué.

    Los más cultos jóvenes universitarios, quienes en espera habían visto salir una enorme luna llena, a sabiendas de que ese día la tierra eclipsara la luna y el sol. Contemplaban con asombro la relevancia del suceso en donde la sombra de la tierra se mostraba devorando la plateada superficie lunar.

    A punto de culminar el eclipse, los demás de la gente extrañada por la rara palidez de la noche y a la vista de todos, por una de las bardas que dividían los jardines, contemplaron la silueta de un enorme gato negro. Por supuesto siendo como por arte de magia. Entre la mayoría de los invitados y por acto seguido, al concretarse la totalidad del eclipse, un canto de tecolote seguido por otros dos… hhhu… hhhu.

    - Mi niña

    Sonó la templada, pero temerosa voz de Jacinta.

    - hhhu.

    Se escuchó un más prolongado y potente canto de tecolote.

    - Mi niña.

    Se volvió a escuchar la voz de Jacinta, pero esta vez, totalmente quebrada en miedo y sin importarle nada mas arrancó, como desquiciada hacia la habitación de su hija, y en el acto seguido, estalló en pedazos el cristal de la ventana de la recamara de Fernanda, que daba justo en el frente de la concurrencia y sumándose al asombro de los invitados, por entre los vidrios vieron rodar a Andrés Cano, un muchacho de algunos catorce años de edad, incorporándose y corriendo gritaba.

    - mamá… mamá… hasta llegar al regazo de su madre.

    - Es una bruja, es una bruja, es una bruja. Se convirtió en una pantera horrorosa. Yo la vi. llévame de aquí, no quiero volver a verla.

    Un caos de llantos y gritos de niños procedentes de la habitación, empeoraban la situación. En esos momentos Jacinta forcejeaba la cerradura de la puerta. Penetró en la habitación y como primer acto encontró a Socorro, la nana que habían contratado para el cuidado de Fernanda, en el suelo y sin sentido, a lo que le hizo poco caso e ignorando a todos los demás niños, en un parpadear de ojos ya tenía a Fernanda entre sus brazos y la auscultaba buscándole algo anormal pero a la vez, recapacitando a su alrededor y al ver que la nana volvía en sí. Batallando por coordinar y recuperar su color moreno original y temblando de miedo gritaba.

    - Santa María perpetúa.

    - Virgen de los afligidos.

    - Santo niño de atocha, ruega por nosotros los pecadores.

    Mientras tanto en el jardín, el cardenal le ordenaba a un párroco de Tlaquepaque, que le hiciera un informe detallado de lo sucedido, ya que tenía que marcharse, debido a unos asuntos importantes por realizar a la mañana del día siguiente. Y a la vez, pensando dentro de sí, que la familia Mendoza nunca habían sido lo demasiado devotos para la iglesia y además en su pasado, esta familia encerraba obscuros misterios, de los cuales a nadie le gustaba recordar, mucho menos platicar de ellos.

    Cuando el párroco, el padre Efraín, entró a la recamara, Jacinta se encontraba interrogando a Socorro y calmando a los niños que se encontraban presas de un pánico desconocido.

    - Socorro dime qué fue lo que pasó. Grito Jacinta. Esta vez ordenándole una explicación.

    - Doña Jacinta ha sido una cosa espantosa, esto es algo del mérito diablo, figúrese asted que estaba un gato negro en la cuna de la niña, en lo preciso momento que el niño…

    Andrés descubrió la cuna.

    - Ese es un niño muy majadero figúrese asted que estuvo molestando a todos y diciendo muchas impertinencias y a mí me insulto, me dijo que yo era una india piojosa. Entonces yo le dije que se le iba aparecer el diablo y entonces dijo que el diablo estaba en la cuna. Cuando él la descubrió salió esa cosa horrible. Era el diablo en forma de gato. Se lo juro. Yo lo vi con mis propios ojos. Que Dios me perdone. Que Diosito no me castigue. Yo nunca he hecho nada malo. Padre Efraín esa cosa me miró fijo y maleantemente. Estoy condenada padre Efraín, salve mi alma, yo no quiero ir al infierno.

    Poco a poco Socorro empezó a tomar la postura de una persona desquiciada, postura que le duraría varios años en borrarse de su rostro.

    El padre Efraín totalmente desconcertado, sintió que se estaba enfrentando a lo desconocido y maligno, e inmediatamente dio la bendición a la pobre loca de Socorro, viendo que el estado mental en que se encontraba, no era por algo natural. Después mandó pedir agua para bendecirla, y hacer eso mismo con la recamara, ignorando que su actitud solo estaba creando un mayor desconcierto, con todos los testigos de este extraño suceso.

    Habiendo bendecido el agua. El padre Efraín dio inicio a la purificación del cuarto.

    Crewww el potente graznido de un cuervo hizo cambiar el color de los presentes, a un amarillo mortal.

    - Ahhh,

    Se escuchó el grito de un hombre que de inmediato se vio caer sin sentido, al borde del paro cardiaco.

    - Vuelve a tus avernos ánima de las tinieblas. Conjuró el padre Efraín. En nombre de Dios padre, Dios hijo y Dios espíritu santo. Te ordeno que vuelvas a tus avernos y dejes a estos hijos de Dios en paz.

    Pero aquel enorme y embrujado cuervo, parecía que solo se burlaba de la situación, ya que con graznidos y con un fuerte golpeteo de las alas, cambiaba de un lugar a otro de la recamara, parándose en la cabecera de una cama que estaba ahí y luego en un ropero, se detenía para echar una inquisidora mirada, a los ya mudos presentes, para después revolotear alrededor del candil, alcanzándolo con su mismo cuerpo para hacerlo oscilar y crear un efecto de sombras, moviéndose por toda la recamara.

    Algunas gentes tuvieron el suficiente valor para huir del lugar, corriendo como locos, con el firme propósito de no volver a pisar nunca en la vida, esa hermosa y envidiada finca de los Mendoza.

    Sin poder explicar cómo, la avérnica ave, había desaparecido de la recamara, dejando así un grupo de pálidos, tiesos y helados seres vivientes. Dos de ellos caballeros por supuesto, ya que su corto cabello se encontraba totalmente erizado. Solo podían comprender que lo sucedido ahí era meramente satánico. Con escasas fuerzas y temblorosas rodillas, salieron como autómatas de la recamara, siendo el padre Efraín él último en abandonar el lugar y al estar ante la puerta doble que estaba enfrente del jardín, escuchó como los tres aparentes sirvientes de raza Huichol se carcajeaban de la situación. Entonces se dirijo hacia ellos.

    - Y a ustedes que es lo que les causa tanta risa?

    - ahgr ja ja ja.

    - A lo largo de un minuto, los tres hombres, ya con dolor de estómago y lágrimas, medio podían controlar las carcajadas. Que más bien era una burla directa.

    - Desde cuando la peonada se burla así de los patrones?

    - Lo que pasa es que ustedes no están al tanto de lo que sucede en este corrompido lugar.

    De inmediato los tres hombres callaron y miraron fijamente al cura, quien a los pocos instantes, tuvo la sensación de estar parado en un chiquero de cerdos, que por lo menos no lo habían limpiado en meses. Escuchaba a los cerdos comer friego, revolcares entre el lodo. Un estruendoso ronquido lo hizo presentir que era atacado por un enorme verraco. No quedando otra alternativa que resignares a ser destrozado por la bestia. Otra vez las burlonas carcajadas lo hicieron situarse, ante los tres acalorados hombres, que hilarantemente demostraban estar más enterados de la situación que cualquiera de los demás.

    - Padre Efraín usted es un buen hombre, pero muy ignorante.

    Dijo el más viejo de los tres.

    - Lo que ha usted presenciado en este día tiene una explicación, que va más allá de sus conocimientos. Ha, pero eso sí. No tiene nada de diabólico. Es precisamente su ignorancia, la que lo hace creer en eso. Debería usted de seguirnos y unirse a nosotros.

    El padre Efraín quiso responderles con violencia, pero quedándose atónito, al comprender que lo que el hombre aquel le había dicho, se lo había pronunciado en un perfecto latín.

    - Acérquese a la familia Mendoza, ellos lo necesitan más de lo que usted se imagina. Esto que usted ha presenciado, es tan solo un juego de niños, para lo que sucede y ha sucedido en el Aguaje Encantado.

    - Que es lo que ha sucedido en el Aguaje Encantado? Preguntó como exigiendo una respuesta el padre Efraín.

    - Es preciso que lo averigüe por si mismo padre, anímese, anímese y comprenda para lo que usted ha nacido. Allá lo veremos, a pero eso sí, el tiempo es el tiempo. Nomás no se nos desespere, allá estaremos siempre y muy cerca. Ja ja ja ja.

    Al momento el padre Efraín solo pudo ver tres figuras ovoides luminosas que se retiraban.

    Al reunirse el padre Efraín con los demás, notó que ya solo quedaban los integrantes de la familia y la servidumbre. Pero entre ellos los dos jóvenes universitarios, que se mostraban sumamente interesados por lo sucedido y optaron de manera de interrogatorio por conversar con el cura.

    - Padre Efraín tal vez usted no me conozca, mi nombre es Armando Miuller, soy hijo de don Armando Miuller. El dueño de la distribuidora de productos de barro de Tlaquepaque.

    - Dirás el acaparador de los productos de barro de Tlaquepaque.

    Sin saber porque el padre Efraín había dicho eso con tanto atrevimiento.

    - Mi padre será lo que quiera, pero eso es algo en lo que yo no me meto. Dijo Armando embozando una sonrisa. Habiéndole causado gracia lo que el padre había dicho, lo que formó confianza en el párroco.

    - A mí me interesa mucho todo esto que ha sucedido. Verá usted padre. Yo he pasado la mayor parte de mi vida en otros lugares del mundo y en realidad estoy ajeno a la gran mayoría de ritos, costumbres y creencias de mí propio país. Pero a lo largo de esos años, tuve la oportunidad de hacer estudios sobre cosas o sucesos sobrenaturales y creo que este día, he presenciado lo más maravilloso de mí vida. Todo esto de animales a manera de fetiche, de superstición, que han creado tanto horror en los presentes. Creé usted que en verdad tengan que ver con asuntos de brujería Mexicana? Que es lo que tenían que ver esos tres hombres que se me hicieron tan maravillosos, con relación a todo este asunto?

    - Escuchen muchachos, este asunto es cosa que se debe olvidar.

    - No padre Efraín. Contestó al momento el segundo joven, quien clavó una mirada exigente de verdad y suplica a la vez, para no ser excluido de este asunto, que la iglesia seguramente iba a querer traspapelar en los anales del olvido.

    - Estamos tan interesados en conocer el asunto a fondo. Joven Chavarín. Al parecer usted desconoce la reacción que tendrá su padre al saberlo tan interesado. Respondió el padre Efraín.

    - Me está usted hablando de otro usurero.

    - Cómo es posible que califiques así a tu padre? Eso es insolencia.

    - Padre Efraín creo que está usted disimulando el suceso, ante personas que estamos tan consientes e interesados como usted. Interrumpió el joven Armando levantando la voz a manera de trueno. Lo que hizo bajar la guardia al cura.

    - Está bien muchachos, pero es preciso que hablemos del asunto en otra parte y en otro día. Les parece bien vernos mañana a las siete de la tarde en el templo.

    - Padre Efraín. Interrumpió una voz con el don de mando. Espero platicar con usted antes de que se retire de este lugar.

    - Don Sebastián. Interrumpió Cahema mi nombre es José María Chavarín.

    - Quiero comunicarle que mi compañero y yo estamos para servirle y que cuenta con nuestra absoluta discreción.

    De esta manera Chema logró acomodar puntos de simpatía en el encerrado y recio carácter de Sebastián quien con todos los protocolos sociales y mostrando una absoluta serenidad, se despidió llevándose al padre Efraín del brazo hacia adentro de la finca.

    - Padre Efraín no sé si usted sepa la leyenda del Aguaje Encantado. Inició la plática Sebastián. Con sus profundos ojos cafés clavados en una pintura del lugar en tema.

    Don Sebastián Mendoza a la edad de treinta y cinco años, de estatura más bien alto. Un hombre de sentimientos ocultos. Más no para Jacinta su esposa y su recién nacida hija. Continuó con una calma evidente.

    - Mucha gente cree que el Aguaje se llama así. Porque es un lugar de belleza de ensueños, pero no es así. El Aguaje Encantado lleva ese nombre a partir del último cuarto del siglo dieciocho, en la época de la colonia. Cuando la decadencia de la primera gran bonanza del Real del Aguaje. Entonces uno de mis antepasados tuvo que enfrentar una situación, ante lo desconocido por el hombre común. Cosas que se dicen de brujería, o yo que sé, pues bien a partir de entonces según marca la leyenda, la familia Mendoza del mineral del Aguaje, quedó marcada a llevar cierto tipo de vida de misterios, que algunos de mis antepasados se han inmiscuido directamente en ellos y otros solo hemos sido esclavos de estos enigmas. Así como usted lo ha visto ahora esta situación nos ha hecho apartarnos de la iglesia y de la sociedad. Aunque por nuestra gran posición económica, la crema y nata de Jalisco no ha podido apartarse de nosotros. Es tan grande su ostentismo y pánico, además, que prefieren pasar por alto todo lo que de nosotros se hable y así de esta manera ver que provecho pueden sacarnos. La iglesia nos abandonó en la época de los comienzos del siglo pasado. Existe en el aguaje un monasterio que perteneció a la orden de los Jesuitas, pero sus habitantes prácticamente fueron eliminados. Bueno no precisamente que los hayan matado, sino que en esa época, sucedieron tantas cosas tan misteriosas, que los feligreses optaron por ignorarlos por completo. Los frailes se entregaron de lleno a la práctica de un culto. Que ellos llaman la búsqueda de la libertad. Que para mí y algunos otros, no es otra cosa más que brujería. En esos momentos se escuchó una exclamación de temor. Era Jacinta que llevaba unas tasas de té, pero con toda la intención de unírseles a la plática.

    - Continua exclamó Jacinta. Ya sabes que esto no es nada nuevo para mí.

    - En donde dejaste a Fernanda.

    - Está dormida. María está con ella.

    - Bueno padre como le iba diciendo. De aquellos Jesuitas algunos por estudiar la esencia de ese culto, terminaron uniéndose a él, llegando a ser de los más grandes oficiales, inclusive convirtiendo en naguales directores. Los demás Jesuitas, sintiéndose totalmente desamparados en la lucha por el cristianismo y al verse tan remontados, en esa zona de escarpadas montañas y profundas barrancas, en base a diversos pretextos decidieron mudarse para la región de Tomatlán.

    El padre Efraín se sentía acusado, ante un silencio que procedió bajo las miradas de Sebastián y Jacinta. Tenía la sensación de culpabilidad por el abandono de ese pueblo.

    - Padre Efraín, rompió el silencio Jacinta. Hace más de cien años que no se establece una parroquia en el Aguaje Encantado.

    - Hemos sabido que usted es un hombre impecable. Continuó diciendo Sebastián. Y esta tarde hemos comprobado que de lo que usted se dice es cierto. A usted enfrentado el caso con valentía y fervor. Nosotros pensamos que precisamente una persona como usted, es lo que necesitamos en el Aguaje.

    El padre Efraín sintió que una filosa daga, cortaba su cuero a lo largo de su espinazo. Inmediatamente se clavaron en su mente las palabras de los tres indígenas y las de los dos jóvenes universitarios, a la vez sintió que no tenía alternativa y que sería su destino. Pero precisamente lo que él soñaba para su vida estaba en juego. La comodidad de un párroco de barrio y además de uno de los más populares de Guadalajara. Una bella y barroca iglesia, visitada por cientos de turistas, cientos de devotos feligreses. Que le podía faltar ahí? No es acaso el sueño de la mayoría de los párrocos seculares. Era joven la oportunidad de llegar a ser obispo o monseñor, la tenía cerca casi en la mano, ya que su silla no estaba muy lejos de la del cardenal. Además le acababa de decir Sebastián que él era una persona de comportamiento impecable. De que serviría tanta labor de ascenso? Para terminar volviéndose loco en una embrujada hacienda, en el fondo de una barranca, perdida entre la selva, a varios días de camino, por entre intrincados bosques, haciendo ascensos y descensos, entre desfiladeros de caminos a lomo de mula, que con un descuido y ni siquiera llegaría a conocer la mentada hacienda y después de estar ahí con toda seguridad, sería el enemigo de la mayor parte de la población. Sin darse cuenta presentía que le acababan de clavar la primera alcayata, que lo uniría para siempre en el madero, la corona de espinas ya la llevaba puesta y esta llevaba tantas espinas como días y noches en el seminario. Ya que en su juventud él nunca había tenido la vocación de sacerdote, pero sus padres desvividos adeptos y fanáticos del clero, lo habían obligado sentimentalmente, ha seguir su viacrucis hacia el calvario que el destino le ponía enfrente.

    - Padre Efraín. Hemos pensado que usted es la persona indicada para que inicie un nuevo esfuerzo, en el establecimiento de la iglesia del Aguaje. Expresó Jacinta. Mostrando en su voz, la esperanza que guardaban en sus corazones, la pareja que reinaba en el Aguaje.

    - Esto no es una cosa sencilla. Respondió de inmediato el padre Efraín. Esto es un asunto que tendría que exponer a mis superiores. Ellos son los que deciden este tipo de situaciones.

    Las palabras del padre Efraín denotaban un tono de desesperación, que fue claramente percibido por Sebastián. Quien a su vez se mostró de aspecto desanimado.

    - Nosotros sabemos que si usted se lo propone puede conseguir el oficio de aquella zona. Respondió Jacinta de una manera ceca.

    - Estoy muy cerca de conseguir grandes dotes en mi carrera eclesiástica. Deberían ustedes de comprenderme.

    - Deberían de habernos comprendido los Jesuitas que nos abandonaron hace más de un siglo. Respondió Jacinta de manera tajante y agresiva.

    - Y ahora usted nos pide que le comprendamos, que primero es su situación de poder y luego el socorro de los ciervos del señor. Así que esa es la verdadera forma de entrar al cielo. Sebastián creo que a este hombre. Si se le puede llamar así, no debimos de haberle contado siquiera, lo que allá en el Aguaje sucede.

    - Por favor Jacinta, cálmate. Dejemos este asunto a la conciencia del padre Efraín. Ya él sabrá exactamente lo que tiene que hacer. Y en tono de amenaza Sebastián dio por terminada la plática.

    El padre Efraín salió de la quinta de los Mendoza tratando de cavilar todo lo sucedido en ese espantoso día, pero sobre todo llevaba clavado en su mente las palabras de Jacinta y las carcajadas burlonas de los tres extraños hombres que por un momento solo los había visto como tres simples inditos, sirvientes de cualquiera de los presentes de la fiesta. Eso era lo que se sacaba por andar de colero y arrimado con los ricachones de Guadalajara. Pero después de todo esa era su trayectoria, ya que él iba que volaba para el arzobispado y además esa era una de las metas, de los deseos de sus padres, que a la vez ellos fuertemente colocados en lo más alto de la sociedad Jalisciense. A base de influencias se iba convirtiendo en el pilar más fuerte de la construcción de la carrera de obispo que iba formando. Ahora se había encontrado de frente con la cruda realidad de un servidor de Cristo.

    Porque tenía que haberse marchado o escabullido el señor cardenal? Él era quien debía haber tomado de frente el caso y no haber eludido la responsabilidad. Acaso tendrán razón esos tres extraños hombres. Sería ese su destino? Pero su meta era el obispado.

    - Huu, Huu,

    El padre Efraín volvió a escuchar el canto de un tecolote, mientras iba de camino a su casa. Por segunda vez en ese día, una sensación de terror se apoderó de él. Sería acaso el mismo animal? De pronto escuchó un aleteo pasar junto de él y mirando por entre la penumbra de la noche, vio al ave posarse en un poste en donde alumbraba un pálido foco de luz eléctrica. Semialuzaba el callejón empedrado y embardado por ambos costados, por altos muros pertenecientes a dos fincas, de las cuales la del lado derecho en la que más bien se acentuaba la sombra, tenía un enorme portón y presintiendo que algo maligno se ocultaba ahí, se detuvo y entonces sí, más que nunca pidió a Dios que se apiadara de su alma. A paso más lento y tembloroso prosiguió su caminata. Totalmente seguro de que un ser infernal saldría de entre las sombras y le clavaría sus colmillos en el cuello. Así sudando frío, llegó hasta la altura del portón. Ahí no había nada todo era el efecto de los sucesos de la tarde. Al llegar al poste donde se encontraba el farol, el tecolote estaba posesionado de este sobre la parte más alta, clavando sus ojos sobre la indistraible mirada del padre Efraín, volvió a cantarle dos veces. Lo que arrancó un suspiro de terror del pecho del frustrado guerrero de Cristo y al instante, el animal se dejó caer para agarrar el vuelo con sus largas alas extendidas, a lo largo del callejón, a una altura aproximada de la mirada del padre, pasando por debajo del cerrado techo, que formaban el entre cruce de las ramas de enormes árboles, que surgían de adentro de ambas partes de las fincas, aumentando la capacidad de la obscuridad de las sombras y por donde él tendría que caminar aproximadamente unos sesenta metros antes de alcanzar la calzada en donde ya encontraría en un lugar más aluzado y cerca de su iglesia.

    Ese terror que ya le era imposible contener, le decía que en ese pasaje se encontraba el fin de sus días. Al poco andar por debajo de los árboles la triste luz del foco, ya no aluzaba en lo más mínimo. Cuando él había avanzado aproximadamente medio tramo de senda, de entre el follaje de los árboles, se escuchó un terrible alboroto. Eran los gritos del tecolote, que más bien parecía que lo estaban descabezando. El aleteo por entre las ramas hacia aumentar el escándalo. De lo más profundo de su corazón sacó fuerzas de flaqueza y echó a correr como caballo comido de yerba loca, hasta no parar enfrente de la puerta de la iglesia. Atraído por una fuerza extraña volvió su cabeza hacia una de las torres del templo. Para encontrarse con la funesta mirada del tecolote. La que le era imposible eludir. Hasta que el animal cambió su posición hacia el centro del campanario.

    Durante largas horas el padre Efraín no pudo conciliar el sueño, debido al pánico que sentía, con volver a toparse con alguno de esos animales que vio esa misma noche. Después las palabras de Jacinta, Sebastián y los tres misteriosos indígenas, rebotaban por todas las paredes de la bóveda de su cráneo, resonando como las campanas que devoraban en su conciencia, los últimos vestigios de la vergüenza, sabiendo que toda su sacerdotal vida, la había dedicado a engañar a los fieles cristianos, que con tanta devoción y humildad acudían a escuchar sus pláticas, en las que predicaba armonía y amor a sus semejantes. Toda la gente lo consideraba un sacerdote impecable y en realidad no era sino un cínico cobarde, abusaba de su profesión. De su larga preparación eclesiástica, para engañar incautos, en este caso, todos sus parroquianos. Soy un cobarde sinvergüenza. Se replicó toda la noche, hasta escuchar unos golpes en su puerta, que no era otra cosa, más que el sacristán quien acostumbraba todos los días, a despertarlo para oficiar la misa de seis de la mañana.

    - Esta misa ha terminado podéis ir en paz.

    Era la misa de seis a siete de la tarde y como chiquillos que iban a recibir un premio, Armando y José María, estaban presentes desde con tiempo, antes del final de la misa. En cuanto el padre hubo entrado a la sacristía, los dos jóvenes se aprontaron dentro de esta misma, esperando tan solo a que el sacristán y sus dos acólitos lo ayudarán a despojarse de sus hábitos y que el padre les diera la señal de retirarse.

    - Pues bien padre. Ni tardos ni perezosos, aquí estamos como habíamos quedado. Dijo José María. Es muy importante que platiquemos del asunto de lo de ayer padre.

    - No entiendo porque están tan empeñados en arrimarse a cometer un sacrilegio, queriendo ahondar en este asunto muchachos. Esta clase de sucesos no corresponden ni siquiera a mí. Esto es en todo caso para aquellos sacerdotes que están relacionados con los estudios del exorcismo.

    - Entonces quiere usted decir que en este suceso existe algo satánico y que la familia Mendoza tiene algo que ver con esto. Respondió armando, demostrando que de ninguna manera iban a eludir el asunto y que si el padre lo hacía esto se pudiese convertir en un chisme de vecindario.

    - Está bien muchachos, pero este asunto no lo podemos tratar en la casa de Dios.

    - Lo invitamos a cenar en algún restaurante padre. Ahí podremos platicar más agusto del asunto.

    - Platicar agusto, en ninguna parte, se los aseguro.

    Concluyó el padre sabiendo de antemano que no había forma de sacudirse a los dos jóvenes.

    A cabo de media hora los tres se encontraban ya en el centro de la ciudad. Pero el que no podía dejar de demostrar cierta ansiedad, era el padre Efraín.

    - Valla por lo visto no se le ha podido bajar el susto. Dijo amanera de broma Armando. José María me estuvo poniendo al tanto sobre las leyendas, cuentos y creencias de México. Cosas que de cierta manera es difícil creer y aunque a pesar de lo de ayer, que analizando desde el punto de vista objetivo, todo eso pudo haber sido mera coincidencia. Pero había algo extraño en el ambiente. Ese terror de los niños, el eclipse, tantas coincidencias juntas, ese pesado ambiente que se sintió. No es otra cosa que ahí hubo gato encerrado.

    - Y que gatote. Comento Chema. Con una risa sarcástica.

    - Padre que es lo que pasa con los Mendoza? Preguntó armando.

    - No sé porque se empeñan en que la familia Mendoza tiene algo fuera de lo común, si ellos son rete buenos cristianos.

    - Mire padre. Yo creo que no tiene porque ponerse esquivo. Interrumpió Chema.

    - Desde que yo era niño. En la casa vivió un sirviente que llegó a platicarnos algunas de las leyendas que se comentan del Aguaje Encantado y por lo visto tomando como evidencia lo de ayer. Todos y todo lo que ahí sucede, está dentro de un mundo subjetivo. Padre. Que fue lo que platicaron usted y Don Sebastián ayer, después de que nos retiramos? Estamos seguros de que se trató con respecto al Aguaje Encantado. Dicen que ahí no existe ni siquiera una parroquia, que desde hace décadas no se para un sacerdote. Porque ese abandono de la iglesia Padre?

    A medida como surgían las preguntas, el rostro del padre Efraín, evidenciaba una mayor preocupación y al parecer estaba cediendo ante los dos jóvenes. No podía olvidarlo, estaba tan angustiado que necesitaba platicar con alguien, la encrucijada en la que se encontraba. Pero a quien más mejor que estuviera interesado tan de lleno en el asunto que esos dos jóvenes.

    - Está bien. Está bien. Interrumpió el padre el acoso de preguntas del cual era víctima.

    - Escuchen bien muchachos.

    Parecía que su resolución le había devuelto el temple del día Anterior, antes de abandonar la finca de los Mendoza.

    - En la iglesia, continuó diciendo, existe algo muy sagrado que lo llamamos secreto de confesión y de esta manera quiero que ustedes respeten, lo que les voy a platicar.

    - Si existen cosas sobrenaturales en el Aguaje. Pero esto data del siglo diez y ocho a la fecha…

    Y así, el padre Efraín les platicó durante tres largas horas. Todo lo que él sabía con respecto al Aguaje y la familia Mendoza. Inclusive la trágica invitación que le habían hecho la noche anterior, de ir a vivir al Aguaje, para establecerse como párroco de ese lugar y de antemano sabía que los dos jóvenes se lo comerían a preguntas y así decidió posponer la plática para el día siguiente a la misma hora. Propuesta que de manera cordial fue aceptada por los dos jóvenes.

    Al día siguiente por la mañana, como a eso de la diez, ante la puerta de la sacristía, estaba postrada la bella Jacinta. Traía suelto un hermoso cabello negro, que le llegaba a media espalda en un rizado natural. Ante la luz de la puerta se delineaba su esbelta y muy bien formada figura, de estatura de mujer alta. Su piel de un color blanco muy especial, que permitía denotar algunas pequeñas venas de color azul en los párpados de sus enormes y bellos ojos, que miraban la cara de idiota que no pudo evitar poner el padre Efraín. Cargando entre sus brazos a Fernanda, penetró en la sacristía.

    - Padre Efraín. Cómo está usted? He venido a pedirle una disculpa por mi comportamiento del otro día y aprovechando la situación, pues para platicar un rato con usted. Tal vez hasta debiera confesarme.

    Las palabras de la melodiosa y templada voz de la bella Jacinta, una a una, eran como bloques de hielo que pesaban sobre la conciencia del padre Efraín.

    - Padre Efraín. He venido a pedirles disculpas por lo que le dije antenoche, espero que usted comprenda, después de lo que platicamos acerca del Aguaje. Cual debe de ser la desesperación que hemos llevado desde el día en que nacimos. Muchos de ahí somos católicos y sin embargo nunca hemos tomado una misa en el Aguaje. Salvo en las raras ocasiones que estamos en otros pueblos. A mí me bautizaron a la edad de quince años, en el pueblo de Tequila. Mi hermana Esther murió a la edad de quince años sin ser bautizada. Mi esposo Sebastián parece que ha quedado molesto al ver que la posibilidad de llevar un sacerdote se ha esfumado. Dice que de ahora en adelante las cosas en el Aguaje las hará cambiar de manera radical e inclusive me ha prohibido poner un pie en las iglesias. Pero padre yo soy devota y no pienso cumplir esa orden. La mera verdad no sé qué es lo que lo ha trastornado tanto, pero algo me presagia que vienen tiempos muy turbulentos, de sangre y violencia. Tal vez Sebastián quiera que la justicia divina salga de sus propias manos. El día de ayer lo visitaron hombres de aspecto muy feo. Con toda seguridad, asesinos a sueldo. Temo que las cabezas de muchos inocentes rueden entre los montes. La verdad es que la gente del culto es buena, no hacen mal a nadie. Pero hay otras gentes que se desvían del culto, para ejercer la práctica de la brujería y es de ahí de donde surge el mal, del que están empapadas las leyendas del Aguaje y de las cuales muchas son ciertas.

    Los negros ojos de Jacinta mostraron un brillo como queriendo reventar en lágrimas. El cual de inmediato se contuvo mostrando así, el gran corazón y templanza de la mujer. En esos momentos el padre Efraín se sentía al nivel de las cucarachas antes de ser pisoteadas.

    - Padre Efraín. Comprendo que su carrera es muy importante y que cuando usted llegue a ser obispo servirá más a la humanidad, que estando allá tan lejos, casi en la entrada del infierno. Dando servicio a unos cuantos fieles. Pero lo que sí me gustaría pedirle. Es que interceda con el obispo, el cardenal, con quien sea, para que se instale la iglesia como hace cien años. Para salvar a ese pueblo de la herejía.

    Las palabras de Jacinta eran muy discretas y no dejaban lugar a dudas que lo que ella había ido hacer, era tratar de convencer al padre Efraín, para que se fuera con ellos al Aguaje.

    - Padre me retiro. Ya que estamos haciendo los preparativos de nuestra larga travesía. Nos vamos pasado mañana muy temprano. Padre denos su bendición.

    En eso Fernanda abrió sus ojos del color del oro y fijándolos sobre los del padre. A quien lo hizo sentirse totalmente dominado ante ellas. Al parecer el padre no tendría otra alternativa que unírseles. Después los ojos de Fernanda quedaron cerrados, en el más profundo sueño infantil.

    Durante todo el día, antes de la llegada de los dos jóvenes universitarios, el padre estuvo recapacitando lo relacionado al asunto y sin poder desclavar la mirada de los amarillos ojos de Fernanda, decidió que partiría al Aguaje. Pero tendría que arreglar algunos asuntos antes de salir y no podría irse con la caravana de Don Sebastián. Tendría que hacerlo algunos quince o veinte días después. Tal vez solo. Pero le quedaba una alternativa. Armando y José María. Si tan interesados estaban en el caso. Esta era la oportunidad de adentrarse en él.

    Terminándose la misa de las seis de la tarde, los dos jóvenes estaban a la puerta de la sacristía ansiosos de continuar su plática con el padre Efraín.

    - Buenas tardes jóvenes. Veo que son puntuales. Pero creo que esta tarde no va a ser necesario salir por ahí. Ya que he tomado una decisión y eso va ha ser.

    La seguridad con la que el padre mencionó sus palabras era tan absoluta, que confundió a los dos jóvenes totalmente, haciéndolos sentir pérdida de terreno que llevaban ganado sobre el padre.

    - Y cuál es esa decisión padre? Interrumpió rápidamente Armando.

    - He decidido marchar para el Aguaje. Así que si ustedes quieren seguir tratando el tema, tendrán que empacar y estar dispuestos a venir con migo.

    Los ojos de los dos jóvenes se abrieron y junto con este gesto esbozaron una sonrisa de oreja a oreja.

    - Padre pero si esto es precisamente de lo que hemos hablando todo el día. Esta mañana estuvimos precisamente en la finca de los Mendoza y platicamos con Doña Jacinta, quien abiertamente nos propuso pasar una temporada en el Aguaje. Pero ahora que usted nos lo comenta, creo que es una estupenda decisión. Pasado mañana por la mañana sale la caravana padre.

    - No muchachos, no tanta prisa. Yo no puedo dejar la parroquia así nomás. Es preciso que hable con el señor obispo y el cardenal. Necesito dejar aquí un párroco en mi lugar y este templo no lo puede ocupar un recién ordenado. Tiene que ser alguien con experiencia. Tal vez lleve algunos quince o veinte días, no lo sé. Es preciso por mil motivos que partamos juntos, ya que el camino lo tendremos que hacer a lomo de mula, sorteando los peligros de la naturaleza. Incluso podríamos perdernos. Existen bandoleros en los caminos. No ven que del Aguaje se extraen conductas cargadas de metal precioso y algunas piedras de gran valor. Hay serpientes, fieras, en fin muchas cosas que le pueden suceder al caminante. A partir de hoy necesitamos ir juntos para todas partes. Hasta para ir al baño. Dijo jocosamente el padre.

    EL PADRINO

    El día veintidós de septiembre para la una de la tarde, pocos momentos antes de la comida. Don Sebastián Mendoza había alzado la voz por primera vez en su vida, a su adorada Jacinta. Se encontraba en una etapa de neurosis, en la que solo le importaba su persona. Su comportamiento era porque él presentía que a partir del día siguiente, cambiaría todo. Así como cambiaría la estación del año cambiaría la personalidad de Sebastián y el curso de los acontecimientos del Aguaje. Principalmente en las propiedades de los Mendoza. Esto quería decir en lo absoluto de la región. Con todo y su gente. Ya que los caciques no eran los patrones. Sino los amos.

    Jacinta, notando el extraño comportamiento de Sebastián, preparo una bebida de flor de azar y se la llevó a Sebastián hasta su despacho, en donde lo encontró empuñando un sable Bornés de una manera en la que se notaba su rencor naciente, que no era de él. En su mirada se empezaba a notar el cambio de personalidad. Por un momento Sebastián hizo un gesto de desagrado, pero al mirar fijo a los ojos de Jacinta, adivinó que detrás de ellos solo existía amor y comprensión para él y como acto reflejo embozó una sonrisa de agradecimiento.

    - Sebastián. Mi amor, te he preparado un té para que reposes antes de pasar a la mesa. El señor Lancome no tardará en llegar. Ya sintiéndose más segura Jacinta dijo. Mi amor siempre que vamos a dejar Guadalajara te pones de mal humor, pero creo que esta vez has ido más allá de lo acostumbrado. Creo que sé que es lo que te pasa esta vez y no como las anteriores ocasiones. Yo lo único que te puedo pedir, es que te calmes y pongas fe, dicen que no hay mal que dure cien años y aunque el nuestro lleva más de doscientos, pues lo hemos aguantado y mientras este a tu lado, lo aguantaré por el resto de la existencia de la humanidad.

    - Válgame querida que expresiva te has puesto. Porque el resto de la humanidad?

    - Crees tú que la humanidad sea eterna? Me imagino que como esto tuvo un principio deberá tener un fin, no es así.

    - Pues si precisamente eso es lo que pienso. Así como el sol da su luz que le cuesta dejar de darla, si estamos sujetos a los designios de Dios. Cuantas estrellas existen en el firmamento? Deberá haber otras humanidades que Dios mismo ha puesto. Unas tal vez comenzando y otras terminando.

    - Tú crees que de tantas luces en el cielo nomás esta tenga conciencia? Serán tan violentos en otras estrellas como nosotros? Habrá un mundo donde los seres vivan en paz, amándose los unos a los otros?

    - Baya Jacinta estas algo inspirada. Creo que debería regañarte más seguido. Tus palabras son lucidas.

    Entre la plática Sebastián se terminó el té y se sintió más a gusto. Para entonces uno de los sirvientes anunciaba la llegada del señor Lancome. Jacinta inmediatamente se levantó y acudió a recibir a su visita. Ya que en esta persona radicaban los negocios de los metales procedentes del Aguaje.

    Cuando Sebastián arribó al vestíbulo, el señor Lancome se estaba refrescando con un frío y delicioso té de la India.

    Señor Lancome espero que se encuentre cómodo. Fueron las palabras de saludo de Sebastián.

    Oh, por supuesto. Se puede decir que en ninguna otra parte del mundo me han dado los recibimientos y alojamiento que en esta casa.

    El acento del hombre sonaba con una entonación árabe, pues así era. Ya que el señor Lancome era originario de Líbano.

    - Pero señor Mendoza. No me diga que no me va a presentar a su hijita. La heredera de tan enorme fortuna. Para entonces la bella Jacinta ya se había levantado para ir por ella.

    - Por supuesto exclamó Sebastián……

    - Sería imperdonable si no lo hiciera.

    Comentaba el árabe mientras Jacinta estaba de regreso con Fernanda en los brazos. Y con gran gracia se la extendió al visitante. Este la tomó entre sus brazos con gran experiencia y le descubrió la cara. Pero su rostro mostró un asombro al ver los ojos de la criatura.

    - Por Ala. Pero si es divina. Sus ojos tienen el color de la pureza del metal de los Mendoza. Su linaje no muestra duda alguna.

    Jacinta y Sebastián bajaron la mirada. Sabían de antemano que las palabras de Lancome iban más allá de la verdad.

    - Pero es posible que existan ojos más hermosos en el mundo. Lancome no podía evitar contemplarlos, se sentía totalmente engatusado. Sobre todo que la mano izquierda de Fernanda se levantaba muy apenas, para tocar la negra barba a manera de piocha que usaba aquel hombre.

    - Pero mesie Mendoza. El cielo los ha glorificado dándoles esta preciosa hija. Ella no es solamente un bebé. Ella tiene una energía fuera de lo común.

    - Ya lo creo respondió Jacinta.

    - Pero como se llama?

    - Fernanda exclamó Jacinta.

    - Madam permítame tenerla por lo menos estos momentos en mis brazos.

    De su cuello el hombre desprendió una cadena de oro de 20 quilates, tan gruesa como los índices de la niña. En esta pendía un extraño talismán, incrustado en los más puros rubíes y brillantes, que rodeaban una pequeña figura de la cara de un dragón, en cuyos ojos estaban clavados dos diamantes canarios de pureza inigualable. Estas bellas piedras daban a la figura la apariencia de cobrar no solamente vida. Parecía que el talismán tuviera conciencia. Fernanda replicó. Lancome colocó la prenda en el cuello de la niña.

    - Indudablemente eres tú la heredera de este talismán. Que solamente es usado por aquellos que poseen el don de la fuerza del amor y la maldad, de la luz y de la obscuridad, del llanto y de la risa, de la riqueza y la pobreza del bien y del mal.

    Él rostro de Lancome tomó un tinte rojizo. Como si ese acto lo hubiera estimulado bastante. Después despegó la mirada de los ojos de Fernanda, para volverlos a sus padres. Quienes con gran emoción parecían entender de lo que se trataba.

    - Este talismán, según la historia data de por lo menos mil años de antigüedad y solo las personas dignas pueden usarlo y para que cambie de dueño, debe ser transmitido de una persona a otra, cuando existe una igualdad de energía y yo lo he llevado durante muchos años. A mí me lo transmitió un príncipe chino, a quien se lo transmitió mi bisabuelo en el territorio de Pakistán y a mi bisabuelo se lo heredo un faquir de las montañas azules de la India y a este se lo entregó un rajá y así sucesivamente ha sido transmitido. Solamente a personas que denotan alguna extravagancia.

    - Pero señor Lancome y si mi hija no es digna de poseerlo? Preocupada preguntó Jacinta.

    - Descuide madame las personas que no son dignas de poseer el talismán. Lo pierden y ni siquiera se dan cuenta cuando ni en donde, pero a lo largo de mi vida yo he soñado con los ojos de Fernanda y el talismán en su pecho. A esta criatura le espera una vida de grandes penalidades, que serán recompensadas de alguna u otra manera. Solo les digo que ustedes deberán ayudarla, para encausar esa gran energía que ella lleva adentro. Y por otra parte quiero que desde hoy me considere el padrino de Fernanda. Sean cuales sean las circunstancias, no titubeen en buscar mi apoyo o ponerla en mis manos.

    El hombre que acababa de hablar era el padre de más de doscientos hijos. Esposo de setenta y siete mujeres. Era uno de los tres más fuertes acaparadores de oro, plata y piedras preciosas del mundo. Árabe Libanés precedente de nobleza Francesa. Pero por ahí se decía que procedía del norte de Irán que había nacido en una alta montaña, por ahí perdida en unas misteriosas tierras. Algunos lo relacionaban con la leyenda de Hassan Al Sabah

    - Yo creo que podemos pasar a la mesa. Dijo Jacinta. Con un gesto de gran amabilidad.

    - Oh por mi madre. Exclamó Lancome. La mesa estaba adornada a manera de los palacios Reales de cualquier parte del mundo. Este es el mejor hogar del mundo. Replicó el árabe.

    La mesa estaba suculentamente decorada. Frutas como mangos en salsa de chile piquín, con limón. Rodajas de plátano macho frito, bañados en salsa de tamarindo. No faltaban dátiles en el homenaje, así como otras variedades de bananas, percimonios, mameyes, tajadas de mescal. Aguas para beber, había de tamarindo, de piña, de alfalfa, de coco, de limón. Dentro de las botanas se mostraban apetitosamente, en pequeños platos de porcelana china. Ostiones ahumados, ostiones ahogados en limón, almejas en salsa veracruzana, angulas en aceite, pulpos en su tinta, así como una gran variedad de quesos. Como primer plato fuerte: era la crema de espárragos, crema de elote, crema de calabacitas, caldo de verduras. Y la bebida de aperitivo estaba en una botella de tequila añejo de una reserva especial, que había mandado hacer el padre de Sebastián, antes de que este naciera y que era predilecto para el paladar de Lancome.

    - Por favor señor Lancome. Usted es el anfitrión. Usted sirve.

    Y demostrando el gran honor el árabe tomó los platos y los cubiertos, para servir. Al centro de la mesa estaba el platillo fuerte, que era una exquisita carne de langosta desmenuzada y bañada en jugo de vino blanco, con algunas otras especies que habían sido flameadas en el más puro tequila blanco.

    Con un cucharón y un tenedor, sirvió sin poder derramar el esquisto jugo, de esa carne blanca en el centro de los platos, para luego adornarlos con otra variedad de mariscos. Pasó el primer plato a Jacinta, quien ya se encontraba sentada. La que manifestó las gracias con una voz melodiosa pero discreta. Enseguida le sirvió un plato a Sebastián y luego se sirvió a sí mismo. En el transcurso del consumo de los alimentos, solo se escuchaban adulaciones para Jacinta, por su gran arte culinario, que ella había desarrollado. En esa manera Lancome sirvió los postres. Ya una vez habiendo terminado. Jacinta se retiró y Sebastián y el árabe pasaron a la sala para tomar café, fumando unos deliciosos puros de tabaco que se cosechaba en el Aguaje y que también era enviado con los embarques de metal para el consumo de la familia de Lancome.

    - Entrando en materia. Conozco parte de la familia Mendoza y lo que en sus propiedades ha sucedido. Motivo por el cual, al recibir su carta me precipité en llegar hasta aquí, ya que considero que el problema de la gente es grave. En alguna otra parte del mundo, ese tipo de rebeldía obrera, lo hemos aplacado por medio de la violencia. Otros a través de ajustes salariales o prestaciones. En el caso de Cananea y Pinos Altos. Los Estado Unidiense me apoyaron con la fuerza. Dijéramos que por estar en México, se pudiera hacer lo mismo, pero en este caso es diferente. En el Aguaje un acto de violencia de esas magnitudes ocasionaría la destrucción total del mineral. Como lo fue en las otras dos ocasiones anteriores, ya que ahí es un sitio místico. Pero le voy a ser franco Don Sebastián. Usted tiene el dinero suficiente como para cerrar el mineral por algunos diez años y esperar que el hambre y la necesidad haga que la gente le implore a gritos que les dé trabajo y manera de vivir.

    - A partir de hoy lo que más me interesa es que Fernanda se críe en una forma de paz y tranquilidad, pero precisamente ahí en el Aguaje. Ella tiene mucho que obtener y eso vale más que todo el oro y las riquezas del Aguaje.

    - Señor Lancome en México las leyes ya no son las porfiristas. Existe ahora un departamento de reforma agraria, que supuestamente nos va arrebatar la tierra para entregársela a la peonada.

    - Tu solo defiende lo tuyo Sebastián. Esa ley federal de reforma agraria va ha ser violada en todos los artículos, por el total de sus aplicadores, funcionarios y campesinos al parejo. Además

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