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Así Escapé De Castro
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Libro electrónico384 páginas4 horas

Así Escapé De Castro

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En As Escap de Castro, del escritor y periodista cubano Mario Molina (Camagey, 1949), se conjugan con gran eficacia las tcnicas del testimonio y la novela. El resultado es un hibrido de ambos gneros, donde se narra la odisea de Roberto Avendao Corujo, El Beko, ms conocido como el balsero solitario, uno de los 30,000 cubanos que en el verano de 1994 se lanzaron al mar con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento22 abr 2013
ISBN9781463354237
Así Escapé De Castro
Autor

Mario Molina Navarro

Mario Molina Navarro (periodista y escritor, Cuba – 1949) publica en Estados Unidos tres obras importantes. ASÍ ESCAPÉ DE CASTRO, novela-testimonio, muy solicitada entres las de autores de La Florida en Ferias Internacionales del Libro, Miami. SÉXODO, abarca pasajes de amor y erotismo protagonizados por inmigrantes retenidos en Guantánamo y Panamá durante casi dos años. Obra singular en prosa “…more poethic than polemics”. En esencia, agrada a críticos literarios su narrativa peculiar, “…por momentos recuerda a clásicos de la picaresca española…” ¿EL DIÁLOGO DEL SIGLO?, rescata para la posteridad el humor sui géneris de un personaje universal: PEPITO. ¿Quién no ha disfrutado sus cuentos? Además, expone a la luz pública en tono jocoso esa árida realidad cubana, su tragi- cómica erosión política y social a través del diálogo ficticio con visos de dramática autenticidad, ameno e irónico, entre el humorista sagaz y el tirano más famoso y controversial de todos los tiempos.

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    Así Escapé De Castro - Mario Molina Navarro

    Copyright © 1997, 2013 por Mario Molina Navarro.

    Autor: Mario Molina Navarro

    Guionista-Argumentista : Ocaris Fernández Guerra

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Las opiniones expresadas en este trabajo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente las del editor. La editorial se exime de cualquier responsabilidad derivada de las mismas.

    Exceptuando al personaje principal, cualquier similitud con los nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o pueden ser mera coincidencia. Pero NO ES CIENCIA FICCIÓN, ES AUTÉNTICO, ES UN TESTIMONIO VERDADERO Y LA MAYORÍA DE LOS PASAJES Y HECHOS CONSTITUYEN REFLEJO REAL, HISTORIA VERÍDICA SOBRE EL ÉXODO DE 1994 Y EJEMPLOS NOTORIOS DE LA SITUACIÓN PERSISTENTE EN LA MAYOR DE LAS ANTILLAS.

    Fecha de revisión: 09/04/2013

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    449581

    ÍNDICE

    PRÓLOGO

    INTRODUCCIÓN

    CAPÍTULO PRIMERO

    Navegando por los Mares del Infortunio

    CAPÍTULO SEGUNDO

    La gaviota que me salvó de la muerte

    CAPÍTULO TERCERO

    Érase un hombre a una nariz pegado.

    CAPÍTULO CUARTO

    Aquel viaje interminable y solitario

    CAPÍTULO QUINTO

    El Presidio Moderno en Cuba Su antesala: la tensa situación económica, política y social en el país.

    CAPÍTULO SEXTO

    La peor visita que se recibe en el mar: tiburones…

    CAPÍTULO SÉPTIMO

    Prisionero, escapado y Balsero Solitario

    CAPÍTULO OCTAVO

    Rescatado a punto de morir

    NOTA DEL AUTOR

    PRÓLOGO

    P ara nadie en el mundo es un secreto que, no obstante su aparente retiro de la palestra política y social, debido al deterioro avanzado de sus facultades físicas y mentales (estas últimas nunca fueron equilibradas), Fidel Castro ejerce, desde las sombras, en sus escasos momentos de terrible lucidez, tan nefasto poder que estampa su característico sello maquiavélico en cada decreto supuestamente importante para la nación, y por seguro afectará irremediable como siempre al sufrido y encadenado pueblo cubano.

    Semejante personaje, maléfico, egocéntrico por excelencia, únicamente dejará en paz a nuestro país, cuando se marche definitivamente a gobernar en el Infierno, y pobre el Diablo… Le espera un período especial con bastante escasez de fuego y azufre por toda la eternidad… Porque Cuba, carece de todo y, lo más importante: de libertad y democracia…

    INTRODUCCIÓN

    N o merece silencio ni olvido la proeza del Balsero Solitario. Honrar, honra…. y sería imperdonable dejar pasar inadvertida esta muestra histórica y trascendental.

    El hombre moderno, ávido de información general y específica, según el grado de desarrollo de su intelecto, suele atrapar con fruición hasta el más mínimo detalle acerca de momentos, hechos y protagonistas relevantes de cada época. Vive al día, pero en ocasiones extiende su mirada retrospectiva en los anales de la historia con el mismo afán que atisba más allá del horizonte hasta predecir el futuro. ¿Escapa de su atención el balsero cubano? Imposible. El ser social desea conocer más y más acerca de las contiendas y hazañas del hombre.

    En tiempos de grandes sacudidas terrenas, acontecimientos y transformaciones sociales de amplia trascendencia, conflictos bélicos y desarraigo entre naciones, proliferación de epidemias y virus maléficos y, como contraparte, el descubrimiento fabuloso de sus antídotos y vacunas preventivas, ningún hecho significativo carece de importancia.

    Cuba, la llamada Isla de la Libertad, no queda excluida a la hora del recuento ni del interrogatorio. ¿Por simples paradojas? No, son muy complejas: ¿Huyen los hombres despavoridos de la libertad? Es inaudito, increíble. El mundo pregunta por qué.

    Por qué se lanzan al mar miles, decenas de miles de personas, familias enteras, ancianos, mujeres y niños en cualquier tipo de embarcación u objeto flotante, a riesgo de la vida y cada determinados, diríase cíclicos, períodos de tiempo, entre diez y quince años, dos o tres lustros cada vez de por medio. Subyacen corrientes opuestas, opiniones y disyuntivas. Algunos cómodos observadores tienden a creer con facilidad las eternas y socorridas explicaciones, al cabo justificaciones de un gobierno perpetuo con viso de dinastía; otros se rinden a la evidente consistencia de la realidad objetiva, el cúmulo de fracasos y la decadencia, visibles a las claras, de la aislada Revolución de Castro y para Castro, quien ha detenido en tiempo y espacio a la Mayor de Las Antillas, relegada desde el mismo primero de enero de 1959 al atraso gradual e inversamente proporcional al desarrollo paulatino de las demás naciones en el mundo.

    Quedó muy lejana la época cuando Cuba marchaba puntera en auge económico y social en el área de Latinoamérica. ¿Pero y la educación, la salud y el deporte masivo no son logros cumbres de ese magnífico sistema social?

    La esencia y el disfraz de una política errónea y oportunista reflejan efímeros logros, que no son tales ni tan absolutos, y la verdad en ese sentido puede expresarla con virtual exactitud cualquier cubano con sólo preguntarle acerca del nivel de vida y la calidad de ella para el promedio de la población en Cuba.

    La Isla atraviesa por la crisis más aguda y prolongada de su historia, y lo más triste es que las perspectivas no son nada alentadoras; el país se despeña sin freno hacia el precipicio de la derrota económica, política y social.

    Todo fue a medias y ya no es sino una gran mentira, apuntalada por un amplio despliegue propagandístico a cargo de los órganos de difusión masiva a favor del régimen, en esencia, el montaje de una farsa propicia para preservar la imagen de ese decadente sistema a costa del sacrificio y la esclavitud del pueblo confundido, adoctrinado y capaz de soportar con estoicismo, esperanzado, sumido en la oscuridad de una fe ciega, puro fanatismo, en su inclaudicable Revolución que no puede fracasar y, sin embargo, es el más rotundo fracaso.

    Pues a través de estas páginas afloran las respuestas, por supuesto no todas, a múltiples cuestionamientos alrededor de la actualidad cubana. Pero además, en el caso específico del protagonista de esta obra, para un agudo observador la imagen difundida al mundo del Balsero Solitario basta, es suficiente para motivar desconfianza y temor. El sabio teme, y se aparta del mal, mas el necio se arrebata y confía

    La ejecutoria del protagonista arroja luz, vislumbra, y por ende constituye un fiel testimonio muy actual y oportuno para esclarecer sobre el túrgido panorama político, económico y social en la Patria de Martí.

    Pero iniciar la obra requiere condicionantes indispensables para tan elevada empresa: estar en posesión de un legado sumamente interesante para el hombre y, sin orden cronológico, tocado más por el compromiso moral con el género humano que por la varita mágica de la inspiración y dotado del rigor indispensable para discernir la verdad y entregarla nítida. Por si fuera poco fue menester luchar contra numerosos obstáculos pero ninguno tan abrumador como el cautiverio de los balseros, entre ellos, el protagonista y el autor. Cualquier déficit en una obra ejecutada en semejantes condiciones debe ser atenuado ante los ojos del más severo de los críticos.

    La hazaña singular que obliga a esta entrega sin adornos literarios con la premura que exige la actualidad, sintetiza o caracteriza la Odisea de los balseros cubanos, exaltados y admirados por quienes aman la libertad y con justicia reconocen el valor, la audacia y los anhelos de estos hombres, mujeres y niños.

    Individual o colectiva, la proeza enaltece o dignifica aunque sea un ápice la historia de la especie humana y restaña parte del dolor por los desaciertos de la raza obligada a elegir entre la virtud y el pecado.

    Estas páginas saciarán la sed de información sobre un héroe indiscutible: El Balsero Solitario, pero también encontrarán en ellas la mayoría de las causas que originaron posiblemente el último éxodo masivo de cubanos en lo que resta de los Siglos XX y XXI. No porque concluyan dichas causas sino por las tensas bridas que contienen, frenan o aniquilan los bríos del desaliento, la inconformidad y la incertidumbre en la isla prisionera de Castro.

    La esperanza que se prolonga es tormento del corazón, y esa sagrada enseñanza testifica el sufrimiento de cubanos con sueños de patria. El balsero, típico, arriesgado y controvertido navegante de las últimas décadas plantea disímiles interrogantes en diferentes latitudes del planeta. Beko, El Balsero Solitario por azares del destino y de la vida, y por derecho propio, deviene prototipo, entidad individual, síntesis y concentrado de la rebeldía del cubano fiel y amante de la libertad.

    Su imagen suigéneris es tribuna sin palabras, huelgan, su gran verdad es tan elocuente como los exquisitos discursos de Demóstenes, el más grande orador de la antigua Grecia. ¿Pero le gustaría escuchar la voz de Roberto Avendaño Corujo, verdad? Y saber qué piensa un joven tan valeroso.

    A través de su testimonio, obtendrá detalles positivos y negativos, la realidad al desnudo de lo que resta de aliento para el dolido y avasallado pueblo cubano, el por qué de su mansedumbre y resignación aparentes, víctima de una falaz y muy controlada y dirigida democracia que, sin partidos opositores, lógicamente no tendrá nunca otra opción que sufrir los desafueros de la dinastía Castro sólo Dios sabe hasta cuándo.

    Nuestro personaje central desde su prisma de joven sensible a los desmanes que sufre la población en Cuba, aporta elementos crudos sobre la tensa situación en esa isla desolada, semidestruida y en progresivo deterioro desde todos los puntos de vista.

    En el orden personal, en Roberto Avendaño brillan cualidades positivas y virtudes y a la par también sobresalen defectos y errores ostensibles sí, a causa de un fenómeno socio-político que lo exonera de culpas pues son frutos del árbol torcido desde las mismas raíces: la frustrada Revolución Cubana, en esencia fallida o trunca, imperfecta y soberbia como su líder, devenidos tiranía y gorila castrense, que ahogan a un pueblo entero en la miseria, la escasez y el miedo.

    Ningún producto de esa sociedad imperfecta y quimérica puede reunir calidad, estética y ética. Sería como pedirle peras al olmo.

    Aunque en honor a la verdad no existe la sociedad perfecta, de lo que sí no hay duda que la peor es aquella donde los hombres son esclavos o lo que es lo mismo víctimas de una férrea tiranía.

    Por su parte, el Balsero Solitario comprende que su patética imagen captada fortuita y oportuna ha impactado a infinidad de personas en el mundo, pero de ahí en adelante buen trecho para catalogarse a sí mismo y constatar la colosal dimensión de su hazaña, hermoso aporte a la humanidad como ejemplo de abnegación, firmeza y estoicismo, al precio más alto, casi al costo de la vida en terca lucha desproporcionada, noventa y nueve por ciento de posibilidades adversas y sólo una a favor.

    Triunfó a fuerza de voluntad. Fue su rotundo NO a Fidel Castro.

    Roberto Avendaño CORUJO transformó su segundo apellido en CORAJE.

    En la balanza de la vida las acciones o hechos significativos gravitan con peso fundamental capaz de inclinar el fiel a favor del ser humano, y extienden su alcance hasta borrar de golpe formidable cualquier déficit que propenda a restar integridad a un individuo especial.

    Pitágoras y otros tan exactos como él lo aseveran: Ninguno de los hombres es sabio, lo es sólo Dios. Ni hay perfección en obra humana y mucho menos perfecto es el hombre.

    El Balsero Solitario, quien no es sabio ni perfecto inclinó con saldo positivo la métrica que mide la existencia y el valor al definirse con altos kilates, aunque como los metales preciosos requiere despojarse de las impurezas con que brotan de las entrañas de la tierra. Cual los grandes es sencillo y diáfano, como libro abierto, y presto a la entrega total a la causa que le ata, sin límites, ajeno al peligro y a la muerte, sin barreras ni obstáculos insalvables, un hombre todo terreno.

    Protagonista en la vida real en blanco y negro es de carne y hueso, con marcadas diferencias entre él y los típicos héroes de filmes de acción o de aventuras.

    Sin embargo, el mundo no debe sustraerse a la deuda moral y política, a la justicia que corresponde a ese artífice del remo, acróbata insuperable de peripecias mil entre recámaras, tanques, tablas, lonas y cuerdas de cualquier grosor, suficientes para sujetarlo a sus sueños de libertad y decoro allí en medio del mar: el balsero cubano. Su problemática ha despertado interés e inquietudes a numerosas personalidades en el Orbe, quienes han expresado su apoyo solidario visiblemente impresionados por anécdotas, implicaciones, legítimos afanes y aspiraciones políticas y sociales.

    Científicos eminentes, estadistas, encumbrados atletas y prominentes figuras de las artes, representantes de instituciones y organizaciones internacionales han mostrado y promovido apoyo y fraternidad para los balseros cubanos que, como válvula de escape en cada éxodo masivo, merman las tensiones internas, descongestionan y aplacan un tanto el descontento acumulado en el pueblo en un período de tiempo relativamente corto que vale o pesa por siglos de dolor.

    Entonces, nadie más facultado que el balsero cubano para expresar su gran verdad, que es la de Cuba, o por lo menos el criterio válido de alguien que cuenta con sobrados motivos para rechazar los desatinos de una tiranía que lo impele al extremo sacrificio de marchar lejos de la Patria.

    En el caso individual del Balsero Solitario, expone en su testimonio el historial de luchas personales, cuerpo a cuerpo, contra el Régimen Totalitario que truncó su juventud y la de miles y miles de adolescentes sin esperanzas en ese país devastado. Desde la corta edad de los quince abriles, comenzó a sumar a partir de entonces doce años de prisión, con muy breves intervalos de libertad, en total, ciento tres mil seiscientas ochenta horas de infrahumana existencia en las mazmorras castristas, inolvidables y lacerantes para quien sufrió cada segundo en los nueve círculos de la dantesca y brutal justicia revolucionaria. Pregunte a cualquier preso político cubano qué queda de un hombre después de rebasar más de seis millones de segundos en esos antros plagados de torturas, amenazas, vejaciones y en constante peligro, obligado al mutismo, amordazado, olvidado y sin esperanzas.

    Su quehacer precoz y definitiva consagración a la contra del gobierno de Fidel Castro, le acarreó una existencia prolija de encontronazos y castigos, por el mero hecho de incluirse entre los que delimitan las causas de la hecatombe económica, política y social en Cuba como consecuencia de los errores, la alineación comunista y la corrupción de los principios de la democracia y la justicia.

    Para Roberto Avendaño, El Beko, en lo adelante jamás hubo perdón ni descanso. Fue víctima como otros miles antes, entonces y después, que es hoy en día, de la ignominia, la persecución y la tortura, sancionado por delitos que no se constituyen como tal en ninguna otra nación en el mundo, como expresar su opinión certera y aguda acerca de las deficiencias y dificultades que hacen insoportable la vida en un país atado de manos, esclavo, devastado y en ruinas.

    No todas las personas, por difícil que sea su existencia en Cuba, se atreven a concebir siquiera la idea de lanzarse al mar en una simple recámara para tratar de rebasar noventa millas de peligros en las corrientes abruptas del Golfo y en el llamado con razón Estrecho de la Muerte.

    Y no fue un acto demente, fue gestado con lucidez y valentía, sin arrogancia, en situación que no daba lugar a otra alternativa, según se deduce de su juicio personal dadas las circunstancias específicas que describe en su legado.

    No es un líder político el Balsero Solitario, aunque posee currículum vitae, es un luchador individual, sin partido, un gladiador de conciencia a flor de piel, con virtudes y deficiencias de formación porque apenas traslindó la infancia, ingresó en su única escuela política y moral: la cárcel castrista, un antro de perdición y degradación infrahumana, pues de allí casi animales egresan.

    Sin embargo, en él no produjeron cambios sustanciales doce años de prisión con pequeños o cortos intervalos de libertad de por medio, no desvirtuaron la esencia de su ética rudimentaria pero cabal, ni afectaron los principios del hombre tan curtido ahora por el Sol de la vida y reafirmado en sus convicciones hasta el punto de anular por completo el temor a enfrentarse a la maquinaria demoledora del régimen de Castro. Tampoco nadie encontrará en las palabras de RobertoAvendaño conceptos filosóficos clásicos, sino en todo caso resquicios de ideas nobles de Martí y de Bolívar, inspiradores patriotas y hombres de profundos pensamientos relacionados con la justicia, el decoro y la dignidad, preceptos tan distorsionados cada día en nuestra nación. En Cuba ser patriota, es por encima de todas las cosas amar a Fidel Castro y su obra destructiva y estéril.

    Roberto, jamás se incluyó en ese tipo de patriotas; su voz lo condenó desde los primeros errores, y sus acciones no abatían al líder, al mandatario, sino a su régimen improductivo, prepotente y totalitario.

    En su compleja personalidad proclive a la ironía y la sátira, en el ejemplo de su hazaña y su previo peregrinaje por los recintos carcelarios de la impiedad castrense, estriba la consistencia de su denuncia en estas páginas vencedoras de su silenciosa timidez.

    Es ilustrativo repasar el legado testimonial del Balsero Solitario, cuya impresionante imagen nos causa a todos una amalgama de sentimientos disímiles luego del inicial desborde emotivo ante la visión dramática de un joven indefenso y frágil en medio del mar, que refleja una determinación inalienable, tan firme como una roca.

    Este joven temerario no se arredró ante la única alternativa: escapar a toda costa del presidio para luego, en la primera oportunidad, lanzarse al mar perseguido por los filosos colmillos de la muerte y convertirse a ultranza en el balsero más solitario del éxodo cubano de agosto de 1994.

    Roberto Avendaño Corujo, rescatado el día 28 de ese convulso agosto entre veinte y treinta millas de las playas de Miami, exhibe en forma descarnada escabrosos y dramáticos momentos de la tragicómica aventura de su vida.

    Ardua labor, arrancar una a una las palabras guardadas con celosa humildad en su atesorada modestia, convencido al cabo de que el silencio sólo beneficiaría al régimen que asfixia con apretadas cuerdas a cientos de miles de jóvenes como él y a un pueblo avasallado bajo los acordes musicales de promisorias palabras inciertas.

    A pesar de todos los pesares, Roberto es de una alegría y jocosidad admirables. Su ascendencia es española, pero él muestra un ciento por ciento de cubanía, con un carácter espontáneo y trivial presto a la broma o la jarana, sólo limitado por el respeto a las buenas costumbres y la sencillez. En términos literarios como el Tom Jones, de Henry Fielding, nada propenso a la amargura, amable y generoso aunque imprudente y festivo, joven al fin y colmado de ansiedades, deseoso además de ser útil y de trabajar y vivir libre en una sociedad justa y democrática.

    Con respecto a la obra en sí, está exenta de ambiciones literarias. Escrita en la vorágine borrascosa de un campamento de refugiados en la Base Naval de Guantánamo, sin recursos apropiados mínimos ni adicionales para enriquecerla y, sobre todo, cautiva también la mente, junto a cuerpo y espíritu, sólo propende o aspira a servir como simple testimonio tal vez histórico.

    Con seguridad tan ávidos lectores, instruidos, cultos y sensibles encontrarán fallas telúricas en esta iniciativa pronta y como al descuido, pero es que no priman afanes culteranistas, repito, sino la premura por llegar a tiempo, tal vez demasiado aprisa pero bien intencionado, con este regalo sencillo y espontáneo como son las entregas del corazón. Solicito licencias a los críticos artísticos y literarios; de no ser con sus anuencias debía eludir entonces un compromiso moral tácito con nuestra época y con el sufrido, vibrante e intransigente pueblo cubano en el Exilio.

    No hallarán entonces en estas páginas imágenes exuberantes, ni maestría en el manejo del lenguaje. Riqueza lingüística, bellas alusiones mitológicas, colorido y pericia en el uso del hipérbaton, disfrutarán en las páginas de Góngora; expresión nítida y galanura, en Gorostiza; y musicalidad y fantasía en la metáfora nos regala en sus letras el poeta de lo pintoresco, García Lorca.

    Cuánto hubiera dado porque tan sólo uno de ellos hubiese tenido la suerte, el privilegio, de compartir las vivencias de este éxodo con el Balsero Solitario, por ello asumimos con modestia y sencillez esa responsabilidad en estos tiempos más modernos y menos románticos en que la cruda realidad es la métrica y el éxito de un balsero la poesía.

    ¿EL ÚLTIMO BALSERO SOLITARIO?-

    El mérito y la viabilidad de un pueblo, se miden por el entusiasmo de la libertad en las horas en que por paga única se recibe de ella la angustia y el martirio: EL DESTIERRO, que es sangre y ceniza, la pena de la casa, que va donde van las olas, y la vergüenza de la vida inútil, sin sosiego ni base para poner su parte de faena y cimiento en la humanidad!

    José Martí.

    CAPÍTULO PRIMERO

    Navegando por los Mares del Infortunio

    L a vida sigue igual, pero "v ery more hard para quién, rodeado de agua salada, tiene que bregar en pos de caros empeños y el primero el de la supervivencia. Sí, cuarteados y adoloridos mis testículos, pero hasta el momento no se ha producido ningún escape nuclear de valor, allí estaban en su sitio, plantados contra viento y marea. Es cierto que la infección cedió: el mar también es curativo. No obstante, como la mayor parte del tiempo socialmente útil lo empleaba de la cintura para abajo metido en el agua dándole a las patas de rana, pues las cicatrices no acababan de cerrar a causa de la constante humedad. También soy capaz de reconocer que de espíritu estuve cuarteado" en más de una ocasión, porque sólo había previsto combustible para dos o tres días y el tiempo transcurrido triplicaba ya lo proyectado, y cada vez ganaba mayor conciencia de que sólo un milagro, o una gran casualidad, harían posible otra excepción más entre los condenados a muerte en la peligrosa inmensidad del mar. Sólo esa mínima posibilidad inyectó un ápice de aliento para avivar la tenue llama de la esperanza. Revisé con esmero el itinerario, la hoja de ruta en mi memoria y comprobé que seguía al pie de la letra las estrictas indicaciones del Viejo Pescador, pero al cabo del decursar inexorable de tantas jornadas no estaba tan seguro de cabalgar sobre la legítima y pura sangre corriente marina vía a Miami. ¿Y si tomé otra que me está desviando hacia el Océano Pacífico, o tal vez un buen día de seco invierno aparezca mi nave con helada carga muerta allá por el Japón?… ¿O quién quita que una perversa corriente no me esté trasladando hasta el mismísimo Mar Negro, porque así de oscura es mi vida?

    Llegué a pensar en un momento crucial que así como estaba, en tan adversas circunstancias, morir era ganancia, y que peor era prolongar el martirio si en definitivas al final me consumirían las llamas del fracaso después de colosales sacrificios.

    Por jugarretas de mi memoria no recordé al autor pero sí quedó grabado su mensaje: El triunfo puede estar a la vuelta de la esquina. El triunfo es el fracaso al revés; es el matiz plateado de esa nube incierta, que no te deja ver su cercanía. Por eso, decídete a luchar sin duda, porque en verdad, cuando todo empeora, el que es valiente, no se rinde, lucha!

    Proseguí a puro denuedo, apartando flaquezas y debilidades. Una vez más y otra, y luego de vuelta a remar y remar con mis piernas trajinadas y cansadas como nunca. Sin alimento alguno ni en la memoria, sin agua potable, el pomo vacío remarcando la impronta necesidad de llenarlo. En breve, tendría que aplicar el último recurso: tomar agua salada mezclada con orine. Ya muchos lo hicieron en el borde mismo de la muerte, para relegar un tanto ese momento definitivo a causa de la deshidratación y su destructiva secuela en el organismo humano.

    La boca, los labios cuarteados también, la garganta apretada por lazos invisibles, tensos; las entrañas mismas desgarradas exigían algo líquido para aliviar el ardor …

    Tan sumergido estaba en semejante balance de penurias cuando un ruido inesperado, sorpresivo y cercano por poco me levanta en vilo del susto, pero ni el terror podía alterar mi irremediable ostracismo, clavado como estaba en la racámara después de la reciente y agotadora jornada laboral. Al volver el rostro en dirección al chapoloteo el pánico me invadió por completo. Una tortuga gigante, imponente, casi increíble por su colosal tamaño. Hermoso ejemplar, salvaje, impresionante. El carey no llega a ser tan grande, pensé ágil. Es una tortuga, hembra o macho, pero inmensa y… agresiva al parecer, porque ahí está ahora amenazante, como preparándose para un combate, resoplando, jadeante de furia o de temor, o de las dos cosas. Tal vez está ofendida de que este pobre infeliz náugrafo esté profanando su habitat. También puede ser que se aliste a defender sus crías… Ay mi madre, en el lío que estoy metido…

    Un escalofrío terrífico recorrió cada milímetro de mi cuerpo. Estaba más erizado que un erizo. Si no llegase a consumar lo que está pensando hasta hubiera disfrutado de su presencia y de su compañía porque soy un fiel amante y respetuoso del mundo de los animales. Ellos y yo nos entendemos perfectamente, como si fuéramos familia. Por eso comprendí desde el primer momento que aquella tortugona carecía de buenas intenciones conmigo, se sentía ofendida y temerosa de quien osaba invadir así como así su territorio. Estaba presta a atacar de un momento a otro. Se percibía el peligro inminente en la atmósfera cargada y tensa de sus preparativos. Nunca experimenté tanto temor y lo peor del caso, estaba petrificado, el miedo atroz me impedía mover un dedo y un escalofrío interminable recorría mi espina dorsal de punta a cabo y con oleadas de retorno … Comprendí que debía hacer algo, recordé al fin mis mañas para domesticar hasta fieras y en fracciones de segundos adopé una postura positiva, tenía que infundirle confianza, seguridad, alejar el miedo de su pequeño cerebrito tan desproporcionado en relación con su grandeza corporal. Debía enviarle un mensaje de amor y dulzura a su siquis allá en algún recóndito paraje de aquella cabezota, tan grande como la de un perro pero con terminal de pico, abierto ahora… amenazador, mostrando al mundo el poder destructivo de sus mandíbulas de tenazas.

    Por dos razones recordé a Danger, el Pointer de mi hermano Elito… Tenía la cabeza del mismo tamaño y parecida, aunque el perro aquel tan querido era manso y cariñoso, y lo que tengo delante es una fiera resoplando su furia, así es que Danger por la otra razón, por su significado: peligro, me alertó ante la cruda realidad de ese momento.

    Simpaticé con el gigantesco quelonio, seguramente como todos ellos: torpe, poco inteligente, esquivo y posibilidades de ser agresivo sobre todo si se siente acosado. Me vino a la mente aquello de que si te muerde hay que darle candela por el rabo como a la jicotea para que suelte, y volvieron las oleadas de erizamientos en series escalonadas y ganando en intensidad. Sí, eso mismo que están pensando ustedes: absolutamente todos los vellos se me ponían de punta cada vez que ese animalón pugnaba por avanzar hacia mi apocada recámara, tan frágil y vulnerable. Yo no contaba, no tendría fuerzas ni para empujarla. Pero sabía que no podía dejar trascender mi pánico, sino todo lo contrario: seguridad, confianza y respeto mutuo…

    Le hablé en un tono amable, hice algunos gestos suaves, di unas palmadas tenues, rítmicas y aunque no entendía mis argumentos, noté que ladeó la cabezota haciendo ademanes por dilucidar la intención de tales… sonidos vocales que quizás escuchara por primera vez en su longeva y marina existencia.

    Su respuesta fue como la de esos perros que gruñen y ladran de mayor a menor volúmen e intensidad a intervalos, a la vez que aumentaba y disminuía su agresividad antes de decidirse a un ataque a fondo. Su comportamiento fue siempre hostil, sin un solo gesto amigable o fraterno y… se hundió, de pronto, de la misma forma que emergió de las profundidades del mar.

    Nooo… qué alivio sentí, indescriptible, nadie puede saber cómo es ni cuanto placer al ver como se alejaba el peligro y tal vez la muerte. Pero poco dura la felicidad en casa de pobres, y fue aun más devastador el efecto de la frustración al verla de nuevo salir a flote allí a dos metros escasos de mi recámara que tembló agitada por la onda expansiva del oleaje que ocasionó al brotar de pronto de las entrañas del mar.

    Si al hundirse aquel soberbio animalón dejó un remolino que desestabilizó mi pequeña nave como barquito de papel, al surgir tan próximo fue peor, casi como tromba marina, salpicando los alrededores en un radio de dos metros o más. Pero lo más alarmante es que volvía por sus fueros, jadeaba y resoplaba con más agresividad, tal vez sorprendida también de su cercanía a un enemigo inmóvil y silencioso, porque enmudecí de nuevo.

    Pero me repuse, si no moriría. Qué grande, y qué pico y parece… sí, está hambrienta. Lo único que faltaba … No vendrá también huyendo de Cuba, y pensará que soy un guardafronteras presto a llevarla detenida a alguna reserva de quelonios allá en la Isla de los presos… No, no debe ser cubana, con ese tamaño ya la hubieran cazado para comérsela o para exportar su carapacho tan hermoso, pensé… Pero qué locura es esta de estar pensando cosas semejantes cuando estoy corriendo grave peligro. Tengo que hacer algo. Le sonreí de mala gana, pero le mostré amigable los dientes y no… no le gustó mi aliento, claro, después de tantos días sin cepillarlos. Se acercó un poco más y más, peligrosamente, y entonces me llegó el vaho de sus resoplidos, tenía peor aliento que el mío, pero no me atreví a decírselo …

    Le hablé de otros temas más agradables, la elogie y le dije palabras halagadoras, y como noté

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