Tratamientos médicos alternativos, grandes obras de arte falsificadas, ganancias astronómicas ilusorias o inventos que superan la ficción. La historia del fraude es tan antigua como la capacidad de las personas de idear realidades paralelas. “El ser humano, tal y como lo conocemos hoy, nació cuando se inventó el lenguaje, en sinergia con el pensamiento simbólico, cien mil años después de la aparición de nuestra especie”, nos explica Ian Tattersall, coautor junto con Peter Névraumont de un libro que repasa cinco mil años de engaños en la historia, e indica: “El pensamiento nos permite imaginar versiones alternativas del mundo. Está en la naturaleza de los humanos explorar todas las posibilidades. El engaño es una de ellas”.
Las apariencias, muchas veces, nos despistan. En 1849, el norteamericano William Thompson se haría conocido por su simple pero efectiva estafa, documentada en el . Bien vestido y arreglado, se dirigía de forma educada a extraños en las calles de Nueva York para, después de una breve conversación, preguntarles: “¿Me confiaría su reloj hasta mañana?”. Suponiendo que se trataba de algún viejo original, una abreviación en inglés de , es decir, hombre de confianza.