UNA GUERRA QUE DESEMPOLVA AL MOVIMIENTO DE LOS NO ALINEADOS
La guerra que Rusia emprendió contra Ucrania el pasado 24 de febrero ya cumplió cuatro meses y al parecer no va a acabar pronto. Pero más allá de la unanimidad con la que los países del bloque occidental –integrantes de la Unión Europea, de la OTAN y aliados tradicionales de Estados Unidos en Asia oriental y Oceanía–condenaron esa invasión brutal y los crímenes de guerra y contra la humanidad que conlleva, la comunidad internacional sigue muy dividida en cuanto a la actitud que debe adoptar ante el conflicto.
De hecho, los dirigentes de numerosas naciones de la ONU –que pertenecen en su mayoría al histórico Grupo de los 77, creado en 1964 para promover el desarrollo de los “países del sur”– manifiestan su escepticismo, dudan en condenar a Rusia y prefieren optar por una neutralidad que a primera vista puede resultar difícil de entender.
En un primer momento la conmoción provocada por esa agresión suscitó una condena relativamente unánime. Así, el 2 de marzo la Asamblea General de la ONU votó una primera resolución que exigió de Rusia “el retiro inmediato, completo y sin condición de todas sus fuerzas militares” y obtuvo una mayoría aplastante con 141 votos a favor, cinco en contra y 35 abstenciones.
Los cinco opositores fueron, sin sorpresa, Rusia misma, su vasallo de Bielorrusia, así como Siria y Eritrea,
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