Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

18 años de la guerra contra el terror (2001-2019) Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos
18 años de la guerra contra el terror (2001-2019) Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos
18 años de la guerra contra el terror (2001-2019) Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos
Libro electrónico447 páginas6 horas

18 años de la guerra contra el terror (2001-2019) Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

1. La guerra contra el terror encabezada por Estados Unidos ha sido efectiva pero insuficiente. Ha minimizado el problema, pero no lo ha resuelto.
2. Hay una evidente ausencia de compromiso internacional coordinado entre los cuerpos diplomáticos y las agencias de seguridad de los países afectados, situación que facilita el camino y el trasiego a los yihadistas.
3. Es innegable que el desconocimiento de la esencia geopolítica del problema del terrorismo internacional, con excepción de Israel, es una constante entre los funcionarios oficiales y los cuerpos diplomáticos de los países afectados por el yihadismo.
4. Está comprobado a lo largo de la historia universal, que las soluciones a los problemas geopolíticos son temporales y que con el paso de los años traerán otros problemas a mediano y largo plazo. La dinámica geopolítica es la concreción de una cadena de acontecimientos. Nada ocurre al azar, ni hay ruedas sueltas en el trasiego del orden mundial. Y si el arreglo deja muchas insatisfacciones geopolíticas, la metástasis será peor.
5. Sin que la inmersión en la guerra contra el terror, sea la razón específica para que Estados Unidos haya perdido la preeminencia geopolítica que poseía a comienzos del siglo XXI, es cierto que ha sido decisorio en este proceso, el manejo acomodado de China y Rusia a los problemas geopolíticos contemporáneos.
6. Respecto a la pregunta ¿Cómo afecta a América Latina la incompleta acción internacional de la guerra contra el terror?, se podría inferir, que la dinámica del orden mundial es como una máquina articulada por piñones, en la que si un solo piñón no engrana bien, el resto de la maquinaria funcionará mal.
Al existir comunidades musulmanas en los límites de Colombia con Venezuela, en la Triple Frontera de Paraguay-Brasil-Argentina, y en las Antillas, es altamente probable que los odios entre chiitas y sunitas se multipliquen en estos territorios, con la circunstancia agravante, que en casi todos los países latinoamericanos hay propiedades judías, que podrían ser blancos de ataques yihadistas de cualquiera de las dos principales líneas religiosas musulmanas.
Los latinoamericanos que viajan como turistas o viven en países afectados por el yihadismo, también pueden ser víctimas de los ataques, como ya ha ocurrido en algunos de los actos terroristas perpetrados por ISIS y Al Qaeda en los países del llamado primer mundo o en los estados musulmanes.

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento13 sept 2019
ISBN9780463059029
18 años de la guerra contra el terror (2001-2019) Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos
Autor

Luis Alberto Villamarin Pulido

Luis Alberto Villamarín Pulido, natural de Fusagasugá - Cundinamarca, coronel retirado del Ejército colombiano, con 25 años de experiencia militar (1977-2002), más de la mitad de ellos dedicado a las operaciones de combate contra grupos narcoterroristas en Colombia, y después de su retiro del servicio activo, profuso investigador de temas relacionados con la geopolítica del Medio Oriente, el Asia Meridional y el continente americano; el terrorismo internacional islámico y comunista, historia y proyección estratégica de grupos islamistas como Al Qaeda, Isis, Hizbolá, el conflicto árabe israelí y la Primavera Árabe, así como la amenaza nuclear del régimen chiita de Teherán.Sus obras Narcoterrorismo la guerra del nuevo siglo, Conexión Al Qaeda, Primavera Árabe: Radiografía geopolítica del Medio Oriente, ISIS: la máquina del terror yihadista, el Proyecto Nuclear de Irán y Martes de Horror (atentados terroristas del 9-11), son referentes para el estudio, conocimiento de la complejidad política, geopolítica y geoestratégica del convulso Medio Oriente.Algunas de sus obras han sido traducidas a inglés, francés, alemán, portugués y polaco. Su libro En el Infierno traducido a inglés como In Hell, es base para una película en Hollywood-California, y los demás textos son utilizados como material de estudio en diversas universidades del mundo.

Lee más de Luis Alberto Villamarin Pulido

Relacionado con 18 años de la guerra contra el terror (2001-2019) Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos

Libros electrónicos relacionados

Política para usted

Ver más

Artículos relacionados

Categorías relacionadas

Comentarios para 18 años de la guerra contra el terror (2001-2019) Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    18 años de la guerra contra el terror (2001-2019) Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos - Luis Alberto Villamarin Pulido

    18 años de la guerra contra el terror (2001-2019)

    Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos

    Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

    Ediciones LAVP

    www.luisvillamarin.com

    18 años de la guerra contra el terror (2001-2019)

    Luces y sombras de la más prolongada guerra en la historia de Estados Unidos

    © Coronel Luis Alberto Villamarín Pulido

    Colección Geopolítica Internacional N° 4

    Ediciones LAVP

    www.luisvillamarin.com

    Cel 9082624010

    New York City, USA

    ISBN: 9780463059029

    Smashwords Inc.

    Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, foto-químico, electrónico, magnético, electro-óptico, por reprografía, fotocopia, video, audio, o por cualquier otro medio sin el permiso previo por escrito otorgado por la editorial.

    18 años de la guerra contra el terror (2001-2019)

    Nota introductoria

    Guerra contra el terror

    Guerra en Afganistán

    Dimensión geopolítica regional de la guerra en Afganistán

    Guerras en Irak

    Guerra civil en Siria

    Guerra civil en Libia

    Guerra civil en Yemen

    Incidencia geopolítica global de la guerra contra el terror

    Anexo 1: Joint Resolution

    Bibliografía

    Otras obras del autor

    Nota introductoria

    1979-2109: Cuarenta años de cambios geopolíticos en el orden mundial

    Con excepción de la apertura diplomática con China en 1972, los acuerdos paz en Camp David entre Israel y Egipto, la firma de los tratados de limitación de armas estratégicas SALT I y SALT II (1), y algunos viajes espaciales posteriores al alunizaje de Neil Armstrong, la década de los años 1970 fue compleja para el desarrollo de la política interna y la proyección geopolítica externa de Estados Unidos.

    (1) Strategic Arms Limitation Talks, cuya traducción aproximada al español sería Tratado sobre Misiles Anti-Balísticos o Tratado ABM. SALT I fue firmado en 1972 por la administración Nixon y SALT II fue firmado en 1979 por el gobierno de Jimmy Carter.

    Los problemas que tuvieron al poderoso país en la sinuosidad que opacaba el lustre de las décadas de 195o y 1960 están identificados a plenitud. Así lo demuestran casos específicos como el Watergate (2) de espionaje oficial a la campaña política adversaria, en el preciso momento que el fracaso estadounidense en la guerra de Vietnam, creó un síndrome en la opinión pública del país y obligó a la ruidosa renuncia de Richard Nixon (3).

    (2) Watergate fue un gran escándalo político que tuvo lugar en Estados Unidos en la década de 1970, a raíz de un robo de documentos en el complejo de oficinas Watergate de Washington D. C., sede del Comité Nacional del Partido Demócrata de Estados Unidos, y el posterior intento de la administración Nixon de encubrir a los responsables

    (3) Richard Nixon gobernó Estados Unidos entre el 20 de enero de 1969 y el 9 de agosto de 1974. El lío que forzó su vergonzosa renuncia se desató tan pronto asumió el segundo periodo para el cual había sido reelecto a finales de 1972

    Dichos sucesos, se agregaron con especial incidencia a la ascensión al poder del demócrata Jimmy Carter (1977-1979), mandatario muy cuestionado por los adversarios republicanos, debido a su laxitud frente a los enemigos del capitalismo y en general de su país.

    En 1979 durante el tercer año del mandato de Jimmy Carter, ocurrieron en tres continentes diferentes, tres sucesos relacionados con la guerra fría y el terrorismo islámico, que por su naturaleza inciden 40 años después en el actual orden mundial, tales como: el término de la guerra fría Estados Unidos-Unión Soviética en 1990, reasunción de Rusia como potencia, constante crecimiento de la amenaza iraní, posicionamiento geopolítico de China, y para colmo de preocupaciones, transición del terrorismo islámico de una amenaza puntual contra Israel, en un movimiento mundial de yihadistas, dispuestos a inmolarse en nombre de las doctrinas extremistas del islam, en cualquier lugar del mundo.

    Los tres hechos puntuales ocurridos en 1979 cuya trascendencia geoestratégica tiene relación con variadas complejidades geopolíticas de 2019, son: 1) El derrocamiento del régimen de Anastasio Somoza en Nicaragua concretado el 20 de julio de 1979, por parte de las guerrillas comunistas financiadas por la Unión Soviética y Cuba; 2) el triunfo de la revolución del ayatola Jomeini en Irán seguido por la toma violenta en la embajada de Estados Unidos en Teherán, con el secuestro de 66 funcionarios del cuerpo diplomático, perpetrado por seguidores de la teocracia fundamentalista chiita, el 4 de noviembre de 1979 y 3) la invasión de tropas soviéticas a Afganistán ocurrida el 26 de diciembre de 1979.

    Cada uno de estos hechos incidió en la geopolítica mundial y por ende en los movimientos pendulares de la paz y la guerra. Por ejemplo, durante el primer día de gobierno del republicano Ronald Reagan (1981-1989) sucesor de Jimmy Carter (1977-1981), y después de 444 días de secuestro, fue solucionada la crisis de rehenes en la embajada estadounidense en Teherán, gracias a una cuestionada negociación, producida luego de un estruendoso fracaso en un intentado rescate (4); en menos de una década, otra vez la Casa Blanca se vio envuelta en un escándalo político internacional, esta vez conocido como el Irangate o el caso Irán-contras.

    (4) La crisis empezó el 4 de noviembre de 1979 y se prolongó hasta el 20 de enero de 1981. Tras una serie de errores y fallas el rescate ordenado por Jimmy Carter, los rehenes fueron enviados a la base aérea de Fráncfort del Meno en Alemania, donde los recibió ya expresidente Jimmy Carter (como emisario de la administración Reagan), y allí abordaron otro vuelo hacia Washington DC

    El problema consistió en que los adversarios políticos de Ronald Reagan destaparon una compleja y fraudulenta transacción de armas por dinero, realizada por la Central de Inteligencia CIA con el gobierno enemigo de Irán que en ese momento combatía contra Irak una sangrienta guerra regional, y con esos dineros financiaron parte de la guerra de guerrillas de las fuerzas contra-revolucionarias de derecha, que pretendían deponer al régimen sandinista (5).

    (5) Una de las estratagemas de la administración Reagan para ocultar la gravedad de los hechos, fue impulsar una comisión de paz internacional para Centroamérica, a la que se apuntó presuroso el entonces presidente colombiano Belisario Betancur, ansioso de ser premio Nobel de Paz, para lo cual incluyó unos espurios diálogos de paz con el M-19 y las Farc que terminaron en violentas acciones terroristas, como la toma del Palacio de Justicia financiada por el narcotraficante Pablo Escobar, jefe del cartel de Medellín que al mismo tiempo contaba con la complicidad de las dictaduras de los hermanos Ortega en Nicaragua y los hermanos Castro en Cuba, para enviar cocaína hacia Estados Unidos. Los efectos geopolíticos de una decisión de un país poderoso, se extienden con inusitada presión sobre los países interdependientes, que carecen de su poderío integral.

    Finalmente, el primer régimen comunista en territorio continental latinoamericano, producto de una revolución armada, fue derrotado en las urnas en 1990, pero esto no resolvió el problema socio-económico y político de Nicaragua, ni la relación de los partidos comunistas del continente con los grupos terroristas de orientación marxista-leninista que delinquen en la región apadrinados por la dictadura cubana. (6)

    (6) Tras la caída del Muro de Berlín, la Unión Soviética se extinguió y con ella todo apoyo económico y bélico a los regímenes comunistas de Cuba y Nicaragua. En abril de 1990, Violeta Chamorro de la Unidad Nacional de Oposición (UNO) asumió la presidencia de Nicaragua obtenida por la vía electoral.

    Entre tanto, la teocracia iraní se fortaleció y con la ayuda soviética e inclusive con la venta de armas israelíes, sostuvo una sangrienta guerra de ocho años contra su vecino Irak, con la circunstancia agravante para la proyección geopolítica de Estados Unidos, que el régimen chiita de Teherán se fortaleció en todos los campos del poder, inició su propio proyecto nuclear, desplegó la milicia terrorista de Hizbolá (7) hacia El Líbano con el fin de asediar al odiado enemigo sionista de Israel, desató la desaforada guerra fría por la preponderancia regional contra Arabia Saudita, y, comenzó la búsqueda de la construcción de un arco geoestratégico chiita en el Medio Oriente.

    (7) Tras la caída del Muro de Berlín, la Unión Soviética se extinguió y con ella todo apoyo económico y bélico a los regímenes comunistas de Cuba y Nicaragua. En abril de 1990, Violeta Chamorro de la Unidad Nacional de Oposición (UNO) asumió la presidencia de Nicaragua obtenida por la vía electoral. Hizbolá traduce Partido de Dios. Es una milicia pro-iraní que se legitimó en El Líbano pese a una resolución de la ONU que ordenaba a todos los gobiernos de la región, desarticular todas las milicias activas, que por su naturaleza son focos de terrorismo yihadista y violencia.

    Por su parte, la inmersión de tropas soviéticas en Afganistán para sostener un régimen comunista y apropiarse del estratégico país en Asia Central, se convirtió en un bumerán para Moscú, pues ya en el teatro de operaciones, sus tropas se sometieron a una costosa y cruel guerra de desgaste, razón por la cual se afirma que los rusos encontraron su propio Vietnam, en las desérticas montañas afganas.

    Parte de la explicación de la estruendosa derrota militar de las tropas soviéticas en Afganistán, se debió a que como agredieron a un país musulmán, dicho ataque demandaba la solidaridad política, militar y religiosa y de yihad o guerra santa contra los invasores.

    La CIA que para la época contaba con el fluido apoyo de la monarquía saudita, para actuar sobre cualquier objetivo que interfiriera con los intereses geopolíticos de la Casa Blanca, se escudó detrás del argumento de la solidaridad musulmana con Afganistán, para hacer un fondo común con el Reino Unido, Australia y Arabia Saudita, con el fin de financiar a los muyahidines afganos y los llegados de todos los países musulmanes, a conducir una sangrienta guerra de guerrillas contra las desconcertadas fuerzas regulares de infantería, caballería y blindados de la Unión Soviética.

    En este evidente conflicto armado de la guerra fría entre soviéticos y estadounidenses en territorio afgano, ninguna de las dos potencias evidenció, que estaban creando un Frankenstein al comprometerse en una guerra tan compleja en un territorio con antecedentes bélicos complicados para los invasores. Como era de esperarse, los soviéticos perdieron la guerra contra los muyahidines y tuvieron que retirarse desmotivados, de la misma manera que unos años antes las tropas estadounidenses salieron desmoralizadas de Vietnam.

    Por su parte, la Casa Blanca también experimentó los efectos nocivos del Frankenstein por ellos creado, porque los muyahidines dieron paso a los talibán (8) o estudiantes del Corán, que por medio del terror y la coacción colectiva impusieron a comienzos de la década de 1990 en Afganistán un régimen medieval de gobierno sunita extremista, que solo fue reconocido por Pakistán y Emiratos Árabes Unidos, porque impuso por la fuerza los dictados salafistas de la Sharia o ley islámica. (9)

    (8) Talibán es una palabra en plural. El singular es talib

    (9) El sunismo, es la interpretación estricta de las sunas o costumbres que enseñó el profeta. El wahabismo y el salafismo son interpretaciones aún más extremistas, porque incluyen normas que inducen a la violencia y la muerte contra toda persona u organización política o religiosa que no se acoja al fundamentalismo interpretativo y aplicativo de las sunas o de ley islámica conocida como la Sharia.

    Al mismo tiempo, el recién instaurado régimen talibán afgano abrió espacio en su territorio, para que el extremista islámico y millonario saudita Osama Bin Laden, organizara en las montañas afganas una serie de campamentos de instrucción militar y religiosa, donde se entrenaron cerca de un millón de yihadistas de la organización Al Qaeda que en árabe significa la base, y en este caso la base de una revolución islámica terrorista en el mundo entero.

    Para el efecto, la mayoría de las 150.000 células entrenadas en Afganistán regresaron a sus países de origen. Unas con la misión de combatir o inmolarse, pero la mayor parte de ellos con la misión de reclutar nuevos adeptos y formar sistemáticamente nuevas células yihadistas en los cinco continentes.

    Y como si esto fuera poco, gran parte de los dineros para gastos de inteligencia, entregados por Estados Unidos a los servicios de inteligencia pakistaní (ISI), para que financiaran la guerra de los muyahidines contra los soviéticos en Afganistán, o terminaron en los bolsillos de inescrupulosos agentes de inteligencia en Islamabad, o en las arcas de los yihadistas de Al Qaeda, que ya habían jurado luchar hasta vencer a los soviéticos, y luego, atacar y destruir, todos los objetivos políticos, sociales, económicos, culturales y religiosos de interés para Estados Unidos y Occidente. (10)

    (10) Veinte años más tarde quedó probada la doble moral de los servicios de inteligencia pakistaní (ISI), cuando los Navy Seal de Estados Unidos eliminaron a Osama Bin Laden, quien se escondía en un cantón militar de ese país.

    Pese a que los servicios de inteligencia de Estados Unidos habían detectado las actividades subversivas y terroristas de Osama Bin Laden, después de haberle financiado su cruzada contra los infieles soviéticos, no dieron la trascendencia a las advertencias del jefe terrorista, consignados en diversas fatwas o decretos islámicos, en las que advertía que tan pronto derrotaran a los soviéticos, sin piedad atacarían a los infieles occidentales, cuyas acciones políticas e invasoras en el sagrado suelo del islam, deberían ser castigadas en nombre de "Alá el misericordioso".

    Como consecuencia directa o indirecta de los tres grandes sucesos geopolíticos de 1979 enunciados, la dinámica del orden mundial de las dos siguientes décadas, escenificó otros conflictos en los cuales el yihadismo sunita y la progresión chiita de Hizbolá se fueron posicionando en diversos lugares del planeta, sin que a la fecha, todos los Estados afectados tengan unidad de criterios geopolíticos y de seguridad nacional para combatir, lo que Estados Unidos denominó la guerra contra el terror.

    A manera de ejemplo, durante la guerra en los Balcanes que a finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI desarticuló la antigua federación yugoslava, Osama Bin Laden envió varios grupos yihadistas a combatir contra las milicias cristianas en la convulsa región. (11) Muchos de ellos habían combatido como muyahidines en Afganistán contra los soviéticos, o participado en algunas acciones terroristas en Norte de África, Medio Oriente y Europa.

    (11) Este Estado estaba compuesto por seis repúblicas socialistas: Bosnia y Herzegovina, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia (que incluía las provincias autónomas de Vojvodina y Kosovo y Metohija). En conjunto los seis estados autónomos y las dos regiones autónomas funcionaron como una federación multicultural. A partir de 1991, la República Socialista Federativa se desintegró a causa de las Guerras Yugoslavas que siguieron a la secesión de la mayoría de las entidades constitutivas del país.

    Entre tanto, el Frankenstein anti-occidental crecía geométrica y matemáticamente, al tiempo que los talibán legitimaban en Afganistán, una forma del soñado califato sunita, pero ni los organismos de inteligencia, ni los medios de comunicación, ni la academia estadounidenses, dieron los niveles de trascendencia requeridos a la evidente amenaza contra su propia seguridad interna y externa.

    Esta es otra enseñanza geopolítica acumulada a lo largo de la historia. Cuando un vecindario se incendia o es afectado por una guerra, es necesario preparar las defensas, porque de no hacerlo, los efectos posteriores pueden resultar nefastos.

    Así ocurrió con los ataques terroristas de Al Qaeda contra el USS Cole en Yemen, y las embajadas en Tanzania y Kenia; con la circunstancia agravante que como consecuencia de la inmoralidad política y personal del entonces presidente estadounidense Bill Clinton (1993-2001), quien para evitar ser destituido por mentir ante el congreso y el país, como consecuencia de un lío amoroso con Mónica Lewinsky una becaria de la Casa Blanca, pretendió cambiar el foco de la atención pública y ordenó bombardear un campamento terrorista de Al Qaeda en Afganistán, y una fábrica de armas químicas de los yihadistas en Sudán.

    Desafortunadamente para los estadounidenses, el campamento terrorista en el que murieron muchos personas, resultó ser el lugar de concentración de varias familias campesinas afganas reunidas para celebrar bodas religiosas, y la "fábrica de armas químicas" en Sudán resultó ser un laboratorio farmacéutico legal y sin nexos con el yihadismo.

    Este error del presidente Clinton, no solo fue obviado por sus jueces naturales, sino que por razones políticas pensando en la eventual continuidad de sus copartidarios los demócratas en el poder en Estados Unidos, Clinton fue absuelto por haber mentido acerca de su relación extramarital y fuera de eso nadie en su país, dio importancia a los "errores en los dos ataques contra el campamento terrorista y la fábrica de armas químicas"

    Mientras tanto, en las montañas de Afganistán, Osama Bin Laden tomaba atenta nota de lo sucedido y en compañía de los dirigentes internacionales de Al Qaeda, urdía la sangrienta venganza contra Estados Unidos, sin importar quien fuera el presidente de la potencia norteamericana, pues para él y sus correligionarios, el sistema capitalista e infiel estadounidense, era el causante de todas las tragedias de los pueblos musulmanes, por lo tanto, era necesario ejecutar una acción terrorista de gran envergadura, que atacara de manera simultánea los epicentros del poder político, económico, militar y cultural de la potencia norteamericana.

    Así se gestaron y ejecutaron los audaces ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y de ellos nació la guerra contra el terror que a finales de 2019 ya acumula 18 años de vigencia, sin que se haya resuelto el problema, a pesar del ingente desgate humano y la abultada suma de recursos invertidos en todos los lugares del mundo, donde fuerzas militares estadounidenses o coaliciones internacionales, o fuerzas locales con apoyo de la Casa Blanca, luchan a diario para destruir, las que por ahora parecen indestructibles células yihadistas, en medio de escenarios de tiranteces geopolíticas y geoestratégicas que incluyen hasta armas nucleares, guerras comerciales, atrocidades en conflictos civiles y más sombras que luces en aras de encontrar consensos en medio de muchos disensos.

    A lo anterior se suma como un dato curioso, que en 1979 se afianzó en el poder en Irak, el dictador Sadam Husein, cuya obra política orientada por sus credos políticos en el partido Baath, lo indujo a ser actor fundamental en los hechos que se analizan en esta obra alrededor de la guerra contra el terror, emprendida en 2001 por la Casa Blanca, contra quienes perpetraron los ataques terroristas del 11 de septiembre, o quienes cobijan, apoyan o promueven el yihadismo en el planeta y que luego por la dinámica geopolítica del mundo actual, se extendió contra ISIS y otros grupos yihadistas.

    En conclusión, durante el lapso 1979-2109, han transcurrido cuarenta años de cambios geopolíticos en el orden mundial, y ninguno de los tres eventos analizados, que ocurrieron en tres continentes diferentes durante el año 1979, fueron resueltos con proyecciones favorables a la paz de la humanidad.

    Por el contrario, son parte activa de la complejidad del orden mundial transcurrida ya casi la quinta parte del siglo XXI, con la circunstancia complementaria que los actores de las complejidades geopolíticas del mundo en 1979 (Rusia, Irán, Pakistán, Afganistán, Arabia Saudita, y Estados Unidos), son 40 años después actores de primer orden en la guerra contra el terror, sin que se evidencien soluciones concretas a la vista.

    Igual que los demás asuntos de la agenda mundial interactúan en los entornos geopolíticos, el terrorismo no es la excepción. No es solo problema de Estados Unidos con la guerra contra el terror emprendida en 2001, o el problema de Israel con los palestinos, o de Colombia contra las Farc y el Eln. Es un problema mundial cada vez más complejo y difícil de solucionar.

    Síntesis de la evolución geopolítica mundial después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001

    El 11 de septiembre de 2001, la por siempre cambiante dinámica del llamado orden mundial sufrió un sorpresivo giro, cuando 19 terroristas integrantes de la red sunita-salafista Al Qaeda, dirigida por el multimillonario saudita Osama Bin Laden desde las montañas de Tora-Bora en Afganistán, tomaron el control por la fuerza cuatro aeronaves comerciales en pleno vuelo dentro del territorio de Estados Unidos, para atentar con ellas a manera gigantescos de misiles artesanales, contra los centros del más alto nivel del poder nacional de la potencia norteamericana.

    Dos de estos aviones impactaron contra las torres gemelas ubicadas en el World Tarde Center del Bajo Manhattan en Nueva York. El tercer avión impactó contra la sede principal del alto mando militar estadounidense conocida como el Pentágono, ubicada en Virginia a muy poca distancia de la Casa Blanca.

    El cuarto avión fue derribado por los pasajeros, que de manera corajuda enfrentaron a los terroristas en pleno vuelo, y sin saberlo producto sus acciones la aeronave cayó en un área rural del Estado de Pensilvania, e impidieron que este avión fuera estrellado contra la sede principal del gobierno estadounidense en Washington D.C., hacia donde intentaban llevarlo los secuestradores.

    Transcurridos 18 años de estos audaces ataques terroristas, seguidos por el anuncio del entonces presidente estadounidense George Walter Bush que su país iniciaba la guerra contra el terror, y vistas algunas luces y sombras que se dilucidan de lo sucedido en ese lapso, es válido hacer una evaluación geopolítica integral de la política de guerra contra el terror. Esta tesis adquiere mayor validez, si se hace una comparación histórica de sucesos trascendentales en la vida de la Unión Americana, cuya ocurrencia ha diferido por lapsos de más o menos 18 años, verbigracia:

    La primera guerra internacional en la que participó Estados Unidos después de su independencia absoluta de Inglaterra y la posterior anexión de parte del territorio mexicano, fue la guerra contra España ocurrida en 1898. Coincidencialmente 18 años después, el presidente Woodrow Wilson aceptó enviar tropas estadounidenses a combatir en una gran guerra internacional en territorio europeo, situación que además de incluir a la naciente potencia norteamericana entre los ganadores de la Primera Guerra Mundial, complementó la proyección geopolítica universal, que la Casa Blanca y su política exterior habían iniciado a consolidar a comienzos del siglo XX con la victoria sobre España y la incursión en el Lejano Oriente en el escenario geoestratégico de las islas Filipinas.

    Diecisiete años después de haberse inmiscuido en la primera gran guerra europea del siglo XX, inició en 1933 en Estados Unidos la denominada era Roosevelt, con el ascenso al poder de Franklin Delano Roosevelt quien gobernó tres periodos e inició el cuarto, lapso durante el cual el país superó la crisis económica de los años 1930, y proyectó a la nación estadounidense como la potencia más fuerte, que haya existido en toda la historia vivida por la humanidad hasta la fecha.

    Por lo tanto, este periodo del liderazgo Roosevelt también coincide con 17 años contados desde la Gran depresión iniciada en el bienio 1928-1930 hasta el segundo semestre de 1945, cuando Estados Unidos emergió como el principal ganador de la segunda guerra mundial, y se convirtió en el policía del mundo.

    Curiosamente hay 17 años de diferencia entre la fecha de la victoria estadounidense en la Segunda Guerra Mundial y el año de 1962, cuando la administración de John F. Kennedy aceptó la inmersión formal de tropas estadounidenses en la Guerra de Vietnam, contra las fuerzas comunistas indochinas.

    Pero también hay un lapso de 17 años contabilizados desde inmersión de Estados Unidos en la Guerra Vietnam en 1962, y las sonadas crisis geopolíticas internacionales de 1979, año en que como ya se anotó, se produjo el triunfo de la revolución sandinista en Nicaragua alentada por Cuba y la Unión Soviética; la invasión de tropas soviéticas a Afganistán lo cual originó a mediano plazo la multiplicación del yihadismo; y la revolución teocrática de los ayatolás en Irán, que alteró pesos y contrapesos en el mapa geoestratégico del Medio Oriente.

    Por otra parte, la historia mundial también totaliza 17 años contados desde el retiro de Vietnam en 1974, y la nueva inmersión de Estados Unidos en una guerra internacional, esta vez en la primera guerra del Golfo en 1991, destinada a obligar a Saddam Hussein que las tropas iraquíes, salieran de las zonas petrolíferas kuwaitíes ocupadas por la fuerza algunos meses antes.

    Asimismo, se pueden contabilizar 17 años desde la Primera Guerra del Golfo 1991 dirigida por el presidente George Bush padre hasta el año 2008, cuando los electores estadounidenses votaron por el afrodescendiente Barack Obama, dando por terminada prácticamente la era Bush en la política de la gran potencia.

    De contera, hay otra coincidencia de trascendencia geopolítica mundial que totaliza 17 años dentro de la política exterior de Estados Unidos. En 1984 el entonces presidente Ronald Reagan anunció al mundo que su país estaba desarrollando un ambicioso programa de guerra espacial denominado la Guerra de las Estrellas 1984. Diecisiete años después la gran potencia que había anunciado tener capacidad para defender militarmente el espacio sideral, sufrió los demenciales ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y la primera agresión militar significativa externa.

    Con base en las anteriores precisiones geopolíticas, históricas y de coincidencias cronológicas que podrían ser anecdóticas, pero que indican lapsos definidos para historiar y hacer análisis estratégicos, surgen algunas comparaciones, acerca de cómo era la situación geopolítica mundial en 2001 cuando ocurrieron los ataques terroristas del 11 de septiembre, y como esos aspectos han variado 18 años después en 2019.

    A comienzos del siglo XXI Estados Unidos estaba en el punto más alto del firmamento del poder mundial, pues hacía una década había caído el Muro de Berlín, se había desintegrado la Unión Soviética, no había otra potencia nuclear que igualara al coloso norteamericano y en esencia las grandes economías giraban alrededor de las acciones comerciales e industriales estadounidenses.

    Por esa época comenzó a hablarse en los entornos geopolíticos de las economías emergentes denominadas BRIC (Brasil-Rusia-India y China), y aunque desde hacía casi dos décadas China venía inundando el mundo comercial legal e ilegal con productos de mala calidad, la solidez de la economía estadounidense heredada de la era Reagan, parecía no tener contrapesos. Sin embargo, como se verá a lo largo de este libro, la evolución geopolítica de los acontecimientos, ha traído nuevos escenarios geoestratégicos con nuevos retos para la seguridad nacional estadounidense y por extensión de sus aliados.

    En 2019, dieciocho años después de los ataques terroristas de Al Qaeda en New York y Virginia, Estados Unidos sigue siendo la primera potencia económica y militar del mundo, pero ya las diferencias con sus competidores son cortas y riesgosamente imprevisibles. Rusia y China dejaron de ser economías emergentes, adquirieron preponderancias en el campo militar, se entrometieron en conflictos regionales, y hoy son verdaderos dolores de cabeza para la política exterior, el comercio internacional, la paz y la seguridad internacional, que desde la óptica capitalista y democrática se visualizan desde la Casa Blanca y el Pentágono.

    A manera de ejemplo, la avarienta proyección geopolítica de Rusia desató la guerra en Chechenia, alebrestó el yihadismo en el Cáucaso, invadió a Ucrania, terció con violencia en la guerra civil de Siria, auspicia a la teocracia iraní, apoya a los huthies chiitas en la guerra civil de Yemen, está vendiendo armas y entrenando ejércitos en empobrecidos países del tercer mundo, sostiene una desafiante alianza diplomático-militar contra Europa Occidental por medio de la dictadura de Turquía, tiene el más poderoso sistema de espionaje y sabotaje electrónico del mundo, con el cual se inmiscuyó en las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, y posee una punta de lanza en Latinoamérica con las dictaduras cubana, nicaragüense y venezolana.

    Por su parte, China llega a 2019 con la ambiciosa expansión comercial de su nueva ruta de la seda dentro de Eurasia y el collar de perlas en los puertos meridionales asiáticos, dueña de una ingente cantidad de bonos de deuda pública del tesoro de Estados Unidos, con una poderosa flota aeronaval que amenaza la estabilidad en el Océano Pacífico, se robó un amplió tramo de mar territorial en aguas internacionales donde construyó unas islas artificiales con fines militares, apoya de frente al régimen desafiante de Corea del Norte, persiste para meter baza en el comercio y la producción latinoamericana y ha declarado la guerra comercial a Estados Unidos en respuesta a las medidas proteccionistas que asumió el presidente Donald Trump.(12)

    (12) Nueva ruta de la seda es una ambiciosa ruta comercial que revive la teoría geopolítica del inglés Hartford McKinder sobre Eurasia, esta vez enfocada en potenciar la riqueza y supremacía chinos en todos los campos del poderío internacional. Y collar de perlas es una cadena de puertos marítimos ubicados sobre el Mar de China y el Océano Indico, unir a Eurasia por la península arábiga. A largo plazo esa visión de control geopolítico mundial a partir del comercio la diplomacia y la amenaza latente de una super poderosa fuerza militar, tiene en la mira a Australia y el continente americano.

    Aunque antes de que ocurrieran los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, había movimientos islamistas sunitas y chiitas que atacaban a Israel u operaban en algunos países europeos, e inclusive Al Qaeda había atacado algunos objetivos estadounidenses en Asia y África, o algunos yihadistas eran apoyados por Muammar Gadafi desde Libia, para reclamar daños causados por las potencias europeas durante el coloniaje, el grupo terrorista islámico más visible era el chiita Hizbolá, creado desde 1980 por la teocracia iraní y asentado como punta de lanza en El Líbano.

    Los organismos de inteligencia tenían información clara acerca de los salafistas que habían combatido en Afganistán contra los soviéticos y los que combatieron en las guerras de los Balcanes a finales del siglo XX, pero no percibían con suficiente claridad, que miles de células entrenadas por Osama Bin Laden con la complicidad talibán en Afganistán, estaban en progresiva incrustación en todo el planeta. La actitud de la administración Clinton al respecto era exigir a Kabul la extradición de Bin Laden, a sabiendas que los talibán jamás harían eso. La iniciativa estratégica estaba a favor de los yihadistas.

    Como ya se anotó, todo esto ocurrió, pese a los ataques yihadistas contra el USS Cole en Yemen, los atentados contra las embajadas estadounidenses en Tanzania y Kenia, el derribo del helicóptero en Somalia, y el ataque terrorista de 1993 en los sótanos de los torres gemelas en New York.

    A finales de 2019, dieciocho años después de los ataques terroristas contra las torres gemelas y en pleno desarrollo de la guerra contra el terror, Hizbolá sigue intacto como milicia paralela de cogobierno en El Líbano y es una amenaza permanente contra Israel en la región y para los países occidentales en el resto del planeta.

    De remate, el yihadismo se multiplicó porque los derrocados talibán de Afganistán se convirtieron en células terroristas; Al Qaeda se diseminó por los cinco continentes, y, la guerra civil iraquí augeó el nacimiento del sanguinario Estados Islámico-ISIS, que luego halló nichos en las guerras civiles de Libia y Siria.

    A comienzos del siglo XXI, los talibán gobernaban con mano de hierro y mentalidad tiránica en Afganistán, al someter a toda la población a los terroríficos dictados de la interpretación extremista de la ley islámica o Sharia. Reconocidos únicamente por Emiratos Árabes Unidos y por Pakistán, los gobernantes talibán violaban a diario todos los derechos humanos de los afganos y habían tolerado la existencia de múltiples campamentos yihadistas de Al Qaeda, donde dirigidos por Osama Bin Laden recibían y entrenaban miles de terroristas, que luego fueron enviados de vuelta a sus países de origen, con la tarea de continuar el crecimiento de Al Qaeda (La base).

    A finales de 2019, los talibán,(13) Al Qaeda e Isis siguen incrustados en Afganistán y Pakistán, donde algunos de ellos son cobijados y entrenados por el poderoso servicio de inteligencia pakistaní (ISI), al extremo que se han entrometido en la incierta evolución geopolítica y geoestratégica de la privilegiada región de Kashmir (14) en disputa entre India y Pakistán, y han generado muchas fricciones entre dos países que se odian y poseen armas nucleares, y para agrandar el problema, Isis y Al Qaeda han llevado el yihadismo a Bangladesh, Sri Lanka, Filipinas, el Cáucaso y China.

    (13) Mientras termina la edición de este libro circulan en los medios de comunicación anuncios de que los talibán, estarían negociando su desmovilización a cambio del retiro de las tropas de Estados Unidos de Afganistán. Es improbable que esto ocurra. La Casa Blanca requiere combatir el problema en la fuente de la agresión para evitar que llegue a territorio estadounidense.

    (14) El problema geopolítico de Kashmir es otra de las nefastas herencias del coloniaje británico en el Asia. Cuando se concertó en 1947 la independencia a India y nació el Estado de Pakistán, la zona de Kashmir quedó en una prolongada disputa política y geopolítica de pertenencia entre los dos países, con la circunstancia agravante de la connivencia de amplios sectores del gobierno pakistaní con los yihadistas que actúan en Kashmir y han perpetrado acciones terroristas en India.

    A partir de la mixtura monarquía-religiosidad islámica, a comienzos de 2001 Arabia Saudita expandía el sunismo extremista mediante el envío de imames extremistas entrenados en escuelas coránicas cerca de La Meca, financiaba la construcción de muchas mezquitas y madrasas (escuelas de estudio del Corán) en el mundo, e importantes miembros de la realeza saudita jugaban a Dios y al diablo, enviando recursos a los yihadistas incluidos los de Al Qaeda.

    Por ejemplo, Zacarías Moussaoui uno de los yihadistas capturados por los ataques contra las torres gemelas, confesó ante una corte federal tener nexos directos con un príncipe saudita. La respuesta oficial de la casa Saud, fue que ese sujeto tenía antecedentes psiquiátricos en su país.

    Aunque el terrorista confeso fue condenado por esa corte federal a cadena perpetua, inexplicablemente el gobierno Obama y la administración de justicia estadounidense, dejaron en segundo plano el testimonio del saudita que acusaba a la realeza Saud de promover el terrorismo islámico contra Estados Unidos.

    A finales de 2019, Arabia Saudita es el principal comprador de armas a Estados Unidos, es enemigo declarado a muerte de la teocracia iraní, promueve las fuerzas sunitas en las guerras civiles de Siria y Yemen, ejerce el liderazgo del entorno monárquico sunita, sigue capacitando imames extremistas, financia mezquitas y madrasas en el mundo, aprovecha su potencial petrolero para manipular sus problemas internos y externos, continua como el socio fundamental de Pakistán, recibe obreros musulmanes sunitas de todo el mundo para trabajar en su infraestructura petrolera donde los adoctrina en el sunismo estricto, y no demuestra claridad contundente contra los yihadistas sunitas, además de seguir violando los derechos humanos de sus disidentes.

    Entretanto, el servicio de inteligencia pakistaní (ISI) sigue apoyando yihadistas y generando inestabilidad en la región, gracias entre otras razones, a la ingente cantidad de dinero que recibe de fondos sauditas. Hay serios indicios de la participación de la inteligencia pakistaní en el violento ataque terrorista perpetrado en

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1