Los chips, o semiconductores, han sido uno de los principales protagonistas de la crisis de desabastecimiento y elevada inflación de los últimos años. Y así es como la población ha comprendido su importancia: sufriendo su escasez en sectores clave como la automoción y alarmándose ante la inquietante vulnerabilidad de la UE, que concentra menos de un 10% de la producción mundial, mientras EE. UU. controla el 46% del mercado y Corea del Sur y Taiwán, combinadas, dominan casi el 30%.
La evidente desventaja del Viejo Continente podía ser alarmante para su población, pero fue y sigue siendo muchísimo más preocupante para la del gigante asiático. China, que también concentra menos del 10% de la producción mundial, no solo es uno de los mayores importadores de semiconductores del planeta, sino que, a diferencia de Europa, no puede confiar plenamente en el suministro de Estados Unidos y