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Guerra Fría 2.0: Claves para entender la nueva política internacional
Guerra Fría 2.0: Claves para entender la nueva política internacional
Guerra Fría 2.0: Claves para entender la nueva política internacional
Libro electrónico284 páginas4 horas

Guerra Fría 2.0: Claves para entender la nueva política internacional

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Guerra Fría 2.0 presenta las complejas y peligrosas tensiones en el mundo actual, especialmente entre grandes potencias, y entre países emergentes, en el contexto de una crisis climática global, amenazas a la democracia, y profunda desigualdad. Partiendo de la guerra de Ucrania, la pugna de Estados Unidos con China, la competencia sobre chips esenciales para la tecnología avanzada, o el papel de India y Turquía para modificar el balance de poder en el sistema internacional, el libro establece las diferencias con la Guerra Fría anterior, describe continuidades e identifica tendencias.

Mariano Aguirre aborda las diferencias entre la primera y la actual Guerra Fría; las características y tendencias de las grandes potencias con armas nucleares (Estados Unidos, China y Rusia) y de la Unión Europea, y sus relaciones; la situación de los países del Sur, tanto de los estados afectados por guerras, represión y el cambio climático, cómo los poderes regionales intermedios (algunos con armas nucleares); la crisis de la
democracia y del multilateralismo, el ascenso del populismo nacionalista autoritario, y la desigualdad.

Asimismo, el libro contiene una crítica a la concepción dominante de seguridad basada en el equilibrio de fuerzas y el interés nacional por
encima del interés común y el futuro previsible del sistema internacional.
IdiomaEspañol
EditorialIcaria
Fecha de lanzamiento19 abr 2023
ISBN9788419200778
Guerra Fría 2.0: Claves para entender la nueva política internacional

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    Guerra Fría 2.0 - Mariano Aguirre

    cover.jpg

    Guerra Fría 2.0

    Mariano Aguirre

    Guerra Fría 2.0

    Claves para entender la nueva política internacional

    © Mariano Aguirre

    ,

    2023

    © De esta edición

    Icaria editorial

    Vilassar de Dalt, Barcelona

    www.icariaeditorial.com

    Primera edición: marzo de 2023

    ISBN: 978-84-19200-77-8

    Maquetación: Marina Sánchez

    Gracias por comprar una edición autorizada de este libro. Ninguna parte de este texto puede ser reproducida, transmitida, descargada, descompilada, sometida a ingeniería inversa, o almacenada o introducida en ningún sistema de almacenamiento y recuperación de información, de ninguna forma o por ningún medio, ya sea electrónico o mecánico, conocido ahora o inventado en el futuro, sin el permiso expreso por escrito de Ediciones de Intervención Cultural.

    Sumario

    Agradecimientos

    Capítulo 1. De la Guerra Fría a la globalizacion

    Capítulo 2. Un solo sistema mundial

    Capítulo 3. Multipolaridad y poderes emergentes

    Capítulo 4. Las grandes potencias y el sur global

    Capítulo 5. Estados Unidos, crisis interna y de liderazgo

    Capítulo 6. China, hacia la consolidación de gran potencia

    Capítulo 7. Rusia, un gigante militar con debilidades

    Capítulo 8. Un mundo de desafíos para la ue

    Capítulo 9. ¿Una seguridad diferente?

    Capítulo 10. El futuro

    Sobre el autor

    Agradecimientos

    Fragmentos de este libro se publicaron en Política Exterior, esglobal.org, The World Today, Afkar/Ideas, Janus 2022,

    bbc

    Mundo, y Vanguardia Dossier, y en los informes Un mundo de inseguridad: violencia convencional y no convencional (Friedrich Ebert Stiftung, Berlín, 2021) y Nuestra Agenda Común y la renovación del contrato social (Colección Erronkak 1, Secretaría General de Transición Social y Agenda 2030, Gobierno Vasco, 2023). El autor agradece la autorización para reproducirlos aquí.

    Gracias a Mabel González Bustelo por sus valiosos comentarios y trabajo de edición del texto.

    Las conversaciones y trabajos con Robert Matthews durante más de tres décadas sobre la Guerra Fría, las etapas posteriores, y la política interior y exterior de Estados Unidos, han sido siempre de inmenso valor.

    Entre muchas otras personas de quienes he aprendido, quiero resaltar que a lo largo de varias décadas los intercambios de opiniones con Steve Del Rosso, Wolf Grabendorff, Chris Harris, el recientemente fallecido profesor Luis Moita, Pierre Schori, David Sogge, y Augusto Varas enriquecieron mis puntos de vista, que de una u otra forma aparecen en este libro.

    Más recientemente, Kristina Birke (Fundación Friedrich Ebert) y Patricia Lewis (Chatham House) me han alentado a explorar nuevos temas, que se encuentran en este texto, y confiado en mi trabajo.

    Gracias por su amistad y confianza a Anna Monjo, directora de la editorial Icaria.

    El diálogo constante sobre múltiples aspectos de la política internacional con mi esposa, Covadonga Morales Bertrand, es una fuente de pensamiento crítico que se refleja en lo que tenga de acertado este libro. Por eso, a ella se lo dedico.

    Alpedrete (Madrid), 23 de enero, 2023

    1. De la Guerra Fría a la globalizacion

    La Guerra Fría fue un período de la historia contemporánea desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta la disolución de la Unión Soviética (

    urss

    ) en 1991. El historiador Odd Arne Westad considera que este período fue, en realidad, el «pico» de una Guerra Fría que comenzó a finales del siglo

    xix

    , cuando se comenzó a perfilar la confrontación entre capitalismo y comunismo.¹ En este sentido, su tesis coincide con Jürgen Osterhammel, quien considera que fue en ese siglo cuando se forjaron muchos de los grandes cambios científicos, tecnológicos, político y bélicos que se manifestaron a partir de 1900.²

    Como la guerra de Vietnam, las luchas anticoloniales en Argelia, la crisis de los misiles de Cuba, la construcción y caída del Muro de Berlín, las ocupaciones militares de la urss en países aliados del Pacto de Varsovia y la invasión soviética de Afganistán, son hechos que marcaron la conciencia política de varias generaciones pero que resultan lejanos para las más nuevas. Sin embargo, muchas de sus características y tendencias se prolongan hasta la actualidad y tienen consecuencias que se originaron en ese período.

    Aunque se trataba de una confrontación entre Estados Unidos y la Unión Soviética, fue una guerra «fría» porque supuso un fuerte distanciamiento entre esos países, pero sin choques armados directos, aunque al menos en dos ocasiones (crisis de Berlín y Cuba) se estuvo al borde de un conflicto con armas nucleares. Esta guerra fue también «caliente» y violenta porque la desplazaron a enfrentamientos entre sus aliados en países del entonces denominado Tercer Mundo. Las dos primeras décadas de la Guerra Fría coincidieron con las revoluciones en favor de la descolonización en el Tercer Mundo. Todas eran de corte nacionalista, aunque muchos de sus líderes se habían formado como marxistas. La dinámica de la Guerra Fría capturó y desvirtuó estas revoluciones, y enfrentó a gobiernos y guerrillas en el marco de la confrontación capitalismo vs comunismo.

    Martin Walker escribió:

    La historia de la Guerra Fría ha sido la historia del mundo desde 1945. […] Fue realmente un conflicto global, mucho más que las dos guerras mundiales que se libraron en el siglo

    xx

    . América del Sur y África Subsahariana, continentes que habían estado fuera de las luchas anteriores, fueron absorbidos en sus fauces. Turcos pelearon en Corea, argelinos fueron a luchar en Vietnam, cubanos pelearon en Angola, y los niños rusos y de Estados Unidos cuyas clases eran interrumpidas en las escuelas por alarmas de guerra nuclear, crecieron para ir a morir en Saigón y Kabul.³

    Durante la Guerra Fría hubo un crecimiento sin precedentes de la capacidad militar de las dos potencias y otros países, con especial énfasis en los arsenales nucleares. El arma nuclear, que fue usada por Estados Unidos en 1945 contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki con el argumento de terminar la Segunda Guerra Mundial, se transformó en el símbolo de la época, con su desarrollo por parte también de la urss, Francia, Gran Bretaña y China. Más tarde se unirían India, Pakistán, Israel (que nunca lo ha admitido oficialmente), y Corea del Norte.

    Ambas potencias se embarcaron en operaciones de inteligencia y amplias campañas de propaganda contra el otro: el «totalitarismo represivo» de la urss y el «capitalismo explotador» de Estados Unidos. Los discursos políticos, los medios culturales (como el cine) y el periodismo fueron instrumentos de esta lucha política. La guerra de propaganda fue unida a políticas represivas internas: persecuciones y represión al Partido Comunista y sus miembros en Estados Unidos, donde se crearon campañas como la del senador Joe McCarthy para procesar y marginar a comunistas; persecución y represión a los disidentes y fuerte control social en la urss y sus países aliados.

    Washington y Moscú crearon sus zonas de influencia política y económica. Estados Unidos en Europa Occidental y en gran parte de los territorios de los imperios europeos (que perdieron poder y colonias durante y después de la Segunda Guerra Mundial). Rusia controló Europa Oriental, ocupó la mitad de Alemania y de Berlín, y más tarde fortaleció su poder sobre Cuba y estableció alianzas con Vietnam y Corea del Norte. Las dos zonas económicas eran totalmente independientes entre sí y prácticamente no tenían vínculos. Esta es una diferencia sustancial con la situación actual, como se analiza en este libro.

    Mientras crecían los arsenales y el hostigamiento propagandístico, las grandes potencias fueron combinando la hostilidad abierta con negociaciones, especialmente en el terreno del control de armamentos, y fraguaron una serie de acuerdos sobre armas nucleares tácticas y de alcance intermedio (desplegadas especialmente en Europa) y estratégicas o de largo alcance (instaladas en tierra, submarinos y aviones). El control de armamentos, un mecanismo regulador que permite el crecimiento de los arsenales, pero con negociaciones y medidas de confianza con la parte contraria, era visto por los partidarios de las armas nucleares como una forma de mantener su vigencia con límites, y por el pacifismo como un camino que debía evolucionar hacia el desarme.

    Proyecciones en la actualidad

    En cada uno de estos campos, la Guerra Fría tiene hoy continuidad, en general de forma negativa. El número de armas nucleares y de otros tipos que poseen Estados Unidos y Rusia (que heredó el status jurídico de Estado al desaparecer la

    urss

    ) han descendido en número, pero han aumentado en sofisticación y letalidad. La destructividad de algunas armas convencionales genera tensiones para su uso y las acerca a las armas nucleares «pequeñas» o tácticas (que, pese a esa denominación, tienen una capacidad de destrucción decenas de veces mayor de lo que fueron las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki). Otros países han avanzado en sus programas de armas nucleares (o programas nucleares civiles que pueden ser transformados en bélicos) y la proliferación de armamento de este tipo es uno de los grandes peligros regionales y globales.

    Las negociaciones de control de armamentos nucleares (incluyendo prohibir pruebas en la atmosfera) avanzaron considerablemente, en particular en el final y con posterioridad a la Guerra Fría. Pero los acuerdos que se lograron entonces han sido abandonados o se encuentran en estado crítico. Por ejemplo, el que limita el número de misiles balísticos intercontinentales (icbm, en sus siglas en inglés), se encuentra prorrogado sin negociaciones para renovarlo. El tratado sobre misiles antibalísticos (abm, siglas en inglés) fue abandonado por Estados Unidos en 2002. Las negociaciones para un tratado que prohíba la producción de uranio altamente enriquecido y plutonio para armas nucleares se encuentran bloqueadas. La guerra de Ucrania ha retrasado más las discusiones, en varios países con armas nucleares, sobre incluir en sus estrategias nucleares un compromiso de no primer uso de este tipo de armas.

    Cuatro destacados actores políticos de la Guerra Fría, Henry Kissinger y George Shultz (ex secretarios de Estado), William Perry (ex secretario de Defensa) y San Nunn (senador) escribieron en 2007 que la disuasión nuclear tiene costos y riesgos que resultan actualmente inaceptables, y apoyaron la idea de avanzar mediante negociaciones y pactos entre potencias hacia un mundo sin armas nucleares. «Una nueva era nuclear será más precaria, psicológicamente desorientadora, y económicamente más costosa que la disuasión nuclear durante la Guerra Fría».

    La economía ha sustituido en gran medida a la ideología en las políticas globales de las grandes potencias. Al contrario de la Guerra Fría, hay una multiplicidad de alianzas y vínculos pragmáticos sin lealtades políticas o sumisiones estrictas. La urss se presentaba como una potencia que encarnaba la agenda revolucionaria del marxismo. Sin embargo, su legitimidad como modelo de emancipación contra el capitalismo fracasó, en particular a partir de la represión del estalinismo. El modelo no pudo competir en la oferta de bienes para los ciudadanos y no resultaba atractivo para nadie. El capitalismo pudo ofrecer esos bienes a muchos y dejar abierta la esperanza de conseguirlos para el resto, algo que no era posible imaginar en el contexto de escasez en las sociedades comunistas.

    Igualmente, el régimen de libertades públicas y ejercicio de derechos, excepto en los casos de terrible represión bajo dictaduras en el mundo capitalista, y teniendo en consideración medidas de control social en democracias, era mejor para la vida ciudadana que en el comunismo. Este falló como alternativa emancipatoria ante el capitalismo y traicionó sus valores y propuestas sobre la eliminación del poder de unas clases sobre otras, la explotación de los trabajadores y la construcción de sociedades libres. En coherencia con ese fracaso, la relación de Moscú con sus aliados se basaba en la coacción militar (incluyendo intervenciones militares contra aliados dado que consideraba que tenían «soberanía limitada» dentro del campo comunista) o en la debilidad de los socios (Cuba).

    China tenía disputas ideológicas con Rusia, sobre la interpretación del marxismo, su aplicación en la revolución, y sobre si era posible y deseable influir en los procesos nacionales de otros países. Durante la Guerra Fría Pekín mantuvo una política, en general, de no injerencia en asuntos internos y no alineación. Su capacidad de influencia se manifestaba en países y conflictos vecinos, como Corea, Vietnam y Camboya. Sin embargo, en los setenta y ochenta apoyó a grupos insurgentes antisoviéticos, como unita en Angola, y no rompió las relaciones diplomáticas con Chile luego del golpe de Estado (1973) contra el presidente Salvador Allende, al que consideraba un gobierno apoyado por la urss. Moscú y sus gobiernos aliados, por su parte, mantuvieron relaciones cordiales con la dictadura argentina, o silencio sobre sus acciones represivas, que tomó el poder en 1986, debido a las relaciones económicas con ese país.

    Nuevas formas de competencia

    Las potencias actuales entre las que hay crecientes tensiones enfrentan graves problemas y consecuencias para desvincularse económica, comercial y tecnológicamente entre sí en el contexto de la globalización. Los ciudadanos en Europa o Estados Unidos lo ven en su vida diaria: mientras que la relación con China se vuelve más tensa, se consumen centenares de productos hechos en ese país, en muchos casos por empresas occidentales que en su día cerraron sus fábricas y se marcharon a China para aprovechar su mano de obra barata y el control social sobre ella.

    La confrontación se libra también actualmente a través de la propaganda que se proyecta con formas diferentes, más sofisticadas y perversas. Por ejemplo, mediante la utilización de redes sociales y de sistemas masivos de acceso a los datos de inmensos grupos humanos (por ejemplo, electores de un país), y la difusión de noticias falsas, rumores y teorías conspiratorias a través de las redes y «granjas de robots» guiados por algoritmos, que pueden incluso difundir noticias falsas orientadas a grupos sociales determinados.

    Diversos estudios indican que las grandes plataformas como Facebook alientan o no toman medidas para disuadir a Estados, organizaciones o personas que fomentan la polarización política, el fanatismo y la violencia. Algunos Estados pueden interferir en los procesos electorales de otros (como, indican diversas fuentes, hizo Rusia en las elecciones de 2017 en eeuu que llevaron a Donald Trump al poder).

    Estas son consecuencias de la opacidad de las nuevas tecnologías. Las grandes compañías que controlan las plataformas como Facebook y Google tratan los algoritmos como secretos comerciales, y la complejidad del conocimiento científico sobre el manejo de datos lo hacen inaccesible para el gran público y el debate democrático sobre el uso de estos. Las relaciones entre control social, límites de la democracia son cuestiones que están entrando en las discusiones sobre el orden internacional y cómo pueden ser usados positiva o negativamente en cuestiones como refugio, migraciones, crisis humanitarias, pandemias y prevención de conflictos.

    Un diagnóstico errado

    Al finalizar la Guerra Fría, Francis Fukuyama predijo que el liberalismo político y económico había triunfado sobre las ideologías totalitarias (nazismo, fascismo y comunismo). Se iniciaba el «fin de la Historia», una era de liberalismo global, frente a la que solo quedaban remanentes de autoritarismo en lugares como Irak y Afganistán. En ese mundo post totalitario y liberal, Estados Unidos sería la única gran potencia hegemónica, Rusia y China se integrarían en el sistema de libre mercado y democrático en el largo plazo y se acababa la tensión entre grandes potencias.⁸ El diagnóstico fue incorrecto.

    Estados Unidos no tenía la capacidad para ser la única superpotencia y el sistema internacional estaba cambiando rápidamente. El período de la «unipolaridad» duró menos de una década y mostró sus limitaciones a partir del fracaso en Irak y las disensiones con los aliados. Esta es otra de las más importantes diferencias entre la Guerra Fría y la situación actual: Estados Unidos se encontraba al final de la Segunda Guerra Mundial en su auge imperial mientras que ahora sufre una serie crisis y declive que, combinado con el auge de otros países, limita su capacidad de ser líder hegemónico global.

    La transición en Rusia no llevó a que al poder soviético evolucionase hacia la democracia sino a un régimen autoritario que, además, cuestiona el orden liberal. China se incorporó al mercado mundial capitalista, mantuvo el férreo control político por parte de una élite y desarrolló un modelo de privatización controlada desde el Estado, logrando un gran desarrollo económico y una sostenida innovación tecnológica sin ninguna apertura democrática. Qué modelo tiene el país es una discusión en curso: capitalismo de Estado, capitalismo autoritario o economía híbrida.

    La Unión Europea (ue) amplió su número de Estados miembros, pero los intereses nacionales chocan con el proyecto post nacional, hasta el punto de que el Reino Unido la abandonó. El carácter liberal y democrático de la Unión está, a su vez, debilitado por gobiernos autoritarios en el este europeo y el surgimiento de partidos de ultraderecha en el continente.

    Se ha producido un declive de la democracia y su legitimación entre amplios sectores de la sociedad global. El impacto de las políticas neoliberales implementadas desde los años ochenta produjo globalmente más precarización laboral y debilitamiento de los servicios públicos. Esto aceleró la frustración con los partidos políticos tradicionales, crecientes protestas sociales alrededor del mundo y desafección con la democracia. Aunque no ha provocado mayor adhesión al modelo comunista o socialdemócrata, sí ha favorecido la creación de partidos y coaliciones contra el neoliberalismo en Europa y el reforzamiento de la izquierda del Partido Demócrata en Estados Unidos.

    Hay numerosas protestas sociales, así como movimientos y electores suficientes para constituir gobiernos con programas formal o prácticamente socialdemócratas en varios países europeos, Chile, Colombia (a partir del triunfo de Gustavo Petro en las elecciones de 2022), y el gobierno del Partido Demócrata en la Casa Blanca. Pero es notable el ascenso de populismos ultranacionalistas, antiliberales y de derechas que luchan por llegar, o llegan al poder usando mecanismos electorales para luego desgastar el sistema democrático. El crecimiento electoral de la ultraderecha en Suecia en septiembre de 2022 y el gobierno de coalición de ultraderecha de Giorgia Meloni, formado en octubre en Italia son pruebas de esta tendencia. La dirección que tome la política en niveles nacionales influirá en las tendencias en las relaciones entre los

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