ieciséis millones de muertos, entre civiles y militares, convirtieron la Primera Guerra Mundial en uno de los conflictos bélicos más sangrientos de la historia. Un número de víctimas de las que buena parte se dejaron la vida en ese dantesco limbo entre trincheras que era la tierra de nadie. Lanzados en oleadas de cargas imposibles contra un muro de artillería, los soldados eran conejillos de Indias de una nueva forma de hacer la guerra que, en 1914 y durante la práctica totalidad de los años que duró la contienda, superó el ingenio, las previsiones y la capacidad estratégica de los dos bandos. El resultado: auténticas y estériles carnicerías, que pusieron de relieve las abrumadoras contradicciones entre los planes de los beligerantes y un arte de la guerra que se encontraba en la infancia, y que ofrecía retos estratégicos, tácticos y logísticos a los que nadie parecía tener respuesta. La Gran Guerra fue la primera contienda de trincheras a gran escala. Si bien la trinchera, como tal, estuvo presente en los campos de batalla desde tiempos inmemoriales, su función original no era otra que la de establecer diques de contención ante un asedio, una suerte de última pantalla defensiva frente a las acometidas de un enemigo dispuesto a todo por
TRINCHERAS ¡BIENVENIDOS AL INFIERNO!
Jan 22, 2024
7 minutos
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