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De los clidos desiertos de frica a las tropicales playas del Caribe, de los fros picos del Himalaya a las extensas llanuras Argentinas; cada uno de los eventos que suceden en el mundo se encuentran ligados uno a otro, en el espacio, en el tiempo, en la vida. As lo demuestra esta novela en la que un viajero cruzar el continente americano con el nico objetivo de hacer su sueo realidad. Una historia de aventuras que narra los avances de un hombre dispuesto a lograr su meta en la vida, mientras atraviesa por paisajes de ensueo y encuentra personajes que le aportan conocimiento, sabidura, amor y muchas sorpresas ms. Un ejemplo de constancia y persistencia que ensea a abrirse a leer las seales que el mundo tiene para quienes estn dispuestos a pagar el precio por conseguir lo que ms anhelan en la vida.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento22 mar 2013
ISBN9781463354077
Espiral
Autor

Joel Abraham Enríquez Méndez

Joel Abraham Enríquez Méndez. Licenciado en psicología por la UAM-X; obtuvo el grado de maestro en teoría crítica en “17, instituto de estudios críticos”; diplomado en psicoanálisis por “dimensión psicoanalítica”; en psicoanálisis de niños y adolescentes por la UAM-X y en psico-diagnóstico infantil y entrenamiento asertivo por la “universidad de La Habana” en Cuba. Formado en programación neurolingüística, memoria y aprendizaje, motivación y autoestima, y negociación y liderazgo por consultoría especializada en comunicación oral; y en fomento y gestión de grupos de autoayuda y ayuda mutua en la UAM-X; participó en el sexto congreso internacional de formación y educación virtual en el ITESM y representó a México en el VII congreso internacional de teatro iberoamericano y argentino de la facultad de filosofía de la UBA, en Argentina. Así mismo se formó en artes escénicas en la escuela rusa de actuación en México, y en el centro cultural Virginia Fábregas. Ejerció por más de veinte años, actuando, dirigiendo y produciendo espectáculos teatrales, multimedia, happenings y performances en México, Salvador, Honduras, Costa Rica, Colombia, Perú y Argentina. Actualmente constructor de medios para el establecimiento de la paz y conferencista sobre temas de reconocimiento y desarrollo personal, grupal y global.

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    Espiral - Joel Abraham Enríquez Méndez

    Copyright © 2013 by Joel Abraham Enríquez Méndez.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Todos los personajes, nombres, hechos, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o han sido utilizados en esta obra de manera ficticia.

    Fecha de revisión: 15/03/2013

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    ventas@palibrio.com

    456504

    Índice

    Agradecimientos

    La Decisión

    El Viaje

    Encuentro Con Dios

    Encontrando El Destino

    Un Nuevo Camino

    Entrelazando Destinos

    Sanación

    Un Nuevo Objetivo

    Para Anahí,

    por tus palabras

    que fueron las mías.

    Agradecimientos

    A lo largo de la jornada de este viaje, más el de la escritura que el que me permitió conocer las maravillas que encierra el mundo en su atmósfera, encontré muchas personas a las que debo agradecer por haberme enseñado muchas rutas nuevas y maneras diferentes de actuar y de enfrentarme a la vida, entre esas personas se encuentran mis más cercanos amigos, Roberto Ferreydo, Valeria Sánchez y Armando García. A Mauricio y su mujer Erica, el Chupón y Melanie, desde luego a Paty, quienes me han demostrado el valor del amor de pareja. A Poncho por todas sus palabras de aliento y de admiración expresadas a mi trabajo. A mi gran amigo Francisco Pacheco quien me acompañó durante varios años en la elaboración de esta obra, dándome consejos y advertencias sobre el trabajo del ser escritor y los peligros de usar tantas técnicas en un solo documento. A mis compañeros de profesión, con quienes conviví lo suficiente para comprender ciertos aspectos de la vida, en especial a Herzel García Márquez, Alejandra Acosta Leal y Pepe Jiménez Morín por las largas horas de pláticas tan sustanciosas. A Ma. del Rosario Solís por el empuje que me dio durante tantos años a pesar de los distanciamientos. A la familia Mansilla por haberme enseñado el verdadero valor de la amistad. A Paola De Senzi por su cordialidad y a Vanina Grilli por su amistad. Al ladrón de autos que me quitó la seguridad que tenía y me hizo caminar hacia un destino totalmente nuevo y maravilloso. A todas las personas del mundo que se cruzaron en mi camino y que me explicaron de manera tan clara todo lo que necesitaba saber para escribir esta novela. A Dios por poner en mi vida tantas experiencias y personas tan distintas y mostrarme que es mi decisión caminar por el sendero que él mismo ha puesto para mi propia felicidad. Y desde luego a la mujer que cautivó mi corazón desde antes que iniciara la escritura de esta novela, hace ya 14 años: Anahí Mariana Mansilla por todo el material que me aportó intlectualmente, espiritualmente y personalmente para que yo pudiera concretar la escritura de esta obra.

    Ciudad de México, marzo de 2013.

    La Decisión

    Cuando menos lo esperamos, la vida nos coloca delante un desafío que pone a prueba nuestro coraje y nuestra voluntad de cambio; en ese momento, no sirve de nada fingir que no pasa nada, ni disculparnos diciendo que aún no estamos preparados.

    PAULO COELHO

    Tras un largo viaje, realizado desde el Desierto del Sahara, luego de haber atravesado el Atlántico y sortear por fortuna la Isla de Cuba, fue posible que el pequeño puñado de arena se posara, suavemente sobre aquellos suaves cojines de carne humana, que estaban expuestos al sol y cubiertos de aceite: las nalgas de Rodrigo. Sin embargo el cálido aire que le había traído en ese largo recorrido desde el continente africano, luego de dejarle ahí intercambiando arena por aroma, continuó su viaje, parecía buscar un lugar, algo más interesante que un par de glúteos, para posarse.

    El cálido aire del Sahara no tardó mucho en encontrar el lugar ideal: la puerta de un autobús que se abrió en la terminal de la hermosa ciudad de Cancún.

    Iván y Elías habían viajado durante casi veinticinco horas para llegar al refrescante paraíso que, para ellos, representaba Cancún. Y al salir del autobús, el fatigado viento del Sahara, les golpeó de seco en el rostro. En ese momento sólo percibieron una cálida ventisca con olor a coco. Una recepción entre agradable y pesada, que les hacía pensar en los arduos días de trabajo que se les presentaban por delante.

    Cual si fuesen hormigas exploradoras, extendieron sus antenas para conseguir un lugar en el cual instalarse. Poco tardaron en encontrar un avejentado hotel, no lejos de la terminal de autobuses, donde alquilaron un cuarto.

    En su largo recorrido habían logrado comprar un par de manzanas, una para cada quien, lo cual había sido su alimento las pasadas horas de viaje. Por lo que lo más importante que tenían en mente, luego de desembarazarse de su equipaje, fue encontrar algo económico para comer. Tras cuestionar a algunos lugareños dieron rápidamente con un puesto de aguacates; compraron un montón, pues las frutas se encontraban dispuestas en grupos de 5, y luego se dirigieron a una tortillería para hacerse de un kilo de ese manjar. En el trayecto se toparon con otro tendero que vendía chiles verdes, y aunque Iván no era asiduo al consumo de estos, Elías no podía pensar en que su alimento careciera de dicho sazón.

    Luego de alimentarse, se colocó cada uno su vestimenta y salieron a buscar un trabajo que les proporcionase una forma digna de vida; parecían salidos de una novela de espionaje, pero con tales carencias que casi rayaban en una imagen de comic de periódico de baja circulación. Era tal su atuendo que no era preciso adivinar su profesión. De hecho cuando llegaron al primer lugar de la lista, fueron vistos con suma extrañeza.

    En el momento en que se hicieron presentes, cada una de las personas que se encontraban en el lugar, dejaban sus actividades para, luego de mirarlos, con sorpresa, comenzar una exhaustiva búsqueda de alguna cara familiar y famosa. Tal vez esa actitud respondía a sus cabellos largos recogidos en una trenza, o más probablemente a los lentes oscuros que portaban, pero con seguridad se debía a sus verdes y calurosos trajes.

    Luego de observar detenidamente el lugar, se aproximaron a un grupo de jóvenes ataviados con frescos pantaloncillos cortos y ligeras camisetas.

    –Venimos de México y estamos buscando trabajo como animadores –Fueron las palabras con las que Elías decidió presentarse al grupo de jóvenes, que inmediatamente reaccionaron con expresión de alivio, indicando que en aquel lugar no había vacantes en esa área.

    –De cualquier forma pueden ir a recursos humanos, pero les van a decir lo mismo.

    Preguntaron cómo llegar al mencionado departamento y se encaminaron hacia ahí, sin obtener mejores resultados.

    Al salir de aquel lugar, decidieron ir a probar suerte en otro de los grandes hoteles que se encontraban situados en aquella llamada zona hotelera. Tras caminar por una acera, que parecía interminable, cerca de cuarenta minutos, llegaron a la puerta principal de otro de aquellos grandes hoteles.

    Cumplieron el mismo ritual, pero en esa ocasión se encontraron rápidamente con el director del área de espectáculos, quien los hizo esperar por hora y media, mientras practicaban escandalosas danzas, que habrían de presentar en dos noches. Al menos en ese auditorio, el calor ya no era tan sofocante, y el hecho de haber encontrado el contacto indicado les auguraba un final feliz.

    Luego de terminar el fatigante ensayo, el director del área, que también estaba a cargo del montaje del espectáculo, les indicó que le siguieran a su oficina. En el camino se encargó de informarles lo difícil que representaba ese trabajo para él y el gran empeño que se tenía que poner para poder conseguir buenos resultados, también les habló de las comodidades que incorporaba el trabajar en ese lugar, los beneficios de recibir hospedaje, alimentación y vestuario.

    Los pasillos eran interminables y una vez que llegaban a una puerta sólo era para enterarse que detrás de ella se encontraba un nuevo pasillo de similares dimensiones. Mientras caminaban recorriendo las entrañas del hotel podían ver cómo meseros y camareras andaban de un lado a otro corriendo sin ser vistos por los huéspedes, llevando y trayendo cosas trabajando en un inframundo con el fin de servir a los vacacionistas.

    El director les explicó cómo funcionaba ese mecanismo, permitiendo la máxima privacidad a los visitantes, que pagaban cerca de 1,000 dólares por noche. Finalmente, luego de andar por cerca de 25 minutos por largos pasillos y alcanzar incontable número de puertas, llegaron a la oficina del director.

    Les invitó a sentarse y les ofreció un refresco que, si se hubieran encontrado en otra situación, gustosamente habrían aceptado. Sin embargo tenían que mostrar cierta actitud, correspondiente a su necesidad de un trabajo que les diera los medios para hacerse ellos mismos de ese refrescante trago, así que se quedaron con la boca seca.

    –Miren –dijo sonriente el director –me ha costado mucho trabajo llegar al lugar en el que estoy. Yo no tengo ni la prepa, y no estoy dispuesto a perder mi puesto. Si yo los acepto, con la preparación que tienen, en muy poco tiempo me pueden quitar mi puesto. Y eso no lo puedo permitir. La verdad es que en este medio casi todo el mundo está en las mismas condiciones que yo, así que les va a ser prácticamente imposible encontrar trabajo.

    <

    Iván y Elías se quedaron sin poder decir palabra y salieron de la oficina de aquel personaje, mas una vez fuera de ésta se vieron en la necesidad de entrar de nuevo.

    – ¿Cómo salimos de aquí?

    Dos horas más tarde, luego de tomar el ‘turibus’ y caminar unas cuadras, se encontraban en el cuarto del hotel lavando sus sudadas camisas para poder usarlas al día siguiente.

    En la mañana temprano los dos amigos se levantaron con la seguridad de que ese día, por ser domingo, podrían tener más suerte que el día anterior. Como ya conocían un poco la zona, se dirigieron a la tortillería, en el camino compraron los aguacates y decidieron, además, comprar un paquete de pan dulce y un litro de leche para la cena. Luego de desayunar volvieron a meterse en sus trajes verdes y salieron rumbo a la zona de restaurantes.

    No tardaron mucho en encontrar el restaurante en el que debían buscar a Mónica. Pero antes de jugarse el ‘as’, decidieron visitar otros locales. Tal vez, en el fondo, sabían que ese juego tenían que jugarlo de forma un tanto estratégica.

    El primer lugar que visitaron fue un restaurante que más parecía un centro de entretenimiento. Ahí su suerte no fue mejor que la que habían tenido en los hoteles, sin embargo algo en su indumentaria causaba que fueran tratados con cierta deferencia. Y ello producía que la negativa de otorgarles trabajo no fuera tan estresante para los amigos.

    Por la disposición de la zona, no tardaron mucho en visitar casi todos los lugares de la misma, y en varios de ellos los habían enviado a otro centro comercial que se encontraba en el centro de la isla. Antes del medio día ya se encontraban camino a ese lugar tan recomendado, además en algún momento habían recordado que en sus pláticas, en la ciudad de México, alguien les había proporcionado un contacto en ese lugar.

    Más tiempo tardaron en llegar ahí que en el que ya se encontraban sentados en una fresca oficina hablando con ese contacto buscado. Era muy evidente que los amigos conocían muy bien el trabajo, pues en una buena y concisa exposición habían mostrado planteamientos que resultaban muy interesantes para el contacto, que ostentaba el cargo de director en aquel lugar. Sin embargo, nuevamente fueron rechazados bajo la excusa de que ese no era el preciso momento para llevar a cabo dichas propuestas. El director argumentó que era un lugar en el que iniciaban las actividades, y mencionó que las propuestas de los amigos, más correspondían al trabajo que se realizaba en hoteles. Así les recomendó que probaran en ese rubro.

    Los amigos, un poco decepcionados, pero no menos entusiastas, le comentaron su experiencia pasada. El director, en un afán de no quedar como alguien que desconoce lo que está diciendo, les indicó que los mejores hoteles para trabajar se encontraban en Cozumel y que en ese lugar había mucho trabajo porque a nadie le interesaba irse a aquella isla.

    Apenas pasaba la una de la tarde, así que pensaron que si se daban prisa conseguirían llegar a Cozumel antes que finalizara el día. Y se marcharon rápidamente a la isla.

    En el trayecto empezaron a plantearse la posibilidad de ahorrar más si conseguían trabajo en un hotel, pues sabían que al personal de animación, en la isla de Cozumel, le proporcionaban cuartos dentro de aquel. Además sabían que contarían con alimentación y uniformes, lo que constituiría un enorme ahorro para ellos.

    Al llegar a Cozumel se dirigieron al más grande hotel de la isla, si había trabajo, seguro era ahí donde podrían conseguirlo. Desafortunadamente les indicaron que en la isla no era tan elevado el turismo como en Cancún, y les aconsejaron probar suerte en los hoteles de allá.

    Elías e Iván se miraron entre sí y esbozaron una sonrisa de complicidad, que en realidad, para ellos, representaba más fastidio que otra cosa. Así que, aprovechando que se encontraban en Cozumel decidieron que podrían visitar algunos lugares de interés, mas cuando llegaron al primero y notaron que había que pagar por meterse al agua, que se encontraba infestada de pequeñas medusas, y que corrían el riesgo de pisar algún erizo, decidieron que el costo por el riesgo no valía la pena.

    De vuelta en el hotel sólo se limitaron a comer su pan y tomar su leche, lavar sus camisas y recostarse para esperar la llegada del lunes.

    Otro día más de tacos de aguacate, baño, trenzas y trajes verdes con lentes oscuros, y aunque en realidad ya habían mejorado bastante la técnica de peinado, todavía se podían ver pequeñas imperfecciones en sus trenzas. No obstante se miraban, uno al otro, satisfechos de lo bien que habían quedado esta vez. Elías tenía la suya tan apretada que no tocaba su saco, e Iván no sabía si era su cabeza o la trenza lo que le daba esa sensación de estar volteando a la derecha, pero sin importar sus incomodidades salieron rumbo al restaurante a buscar a Mónica.

    Mónica era una mujer joven, licenciada en administración de empresas turísticas, que se encontraba a cargo del restaurante. El dueño tenía absoluta confianza en ella, pues sabía que con su belleza, más que con su talento, podía conseguir muy buenas ganancias para el restaurante y si a ello sumaba sus conocimientos en administración seguro no perdería lo que ganaba.

    Hacía más de una hora que Mónica había llegado al establecimiento y se encontraba trabajando en ropa muy cómoda. Vestía un top y una falda-pantalón realmente corta; su conjunto no dejaba nada a la imaginación, o mejor dicho alentaba la imaginación de cualquier hombre. Cuando los amigos se presentaron al lugar, ella los recibió muy amablemente; más su atuendo no permitió que pasaran inadvertidas a los amigos, las gotas de sudor que se habían formado en su pecho. No obstante el respeto que tenían que mostrar los amigos les obligaba a mirarla a los ojos, pero el espectáculo era tal que no podían evitar mirar las bellas curvas de aquella mujer. Sin embargo al darse cuenta de su imprudencia sus ojos buscaban otras direcciones, lo que hizo que sus miradas no pudieran estar fijas en un punto, produciendo la desconfianza de su interlocutora.

    Al cabo de una serie de preguntas, sentenció:

    –Miren, yo veo que ustedes son personas que les gusta divertirse, por su cabello largo no podrían encajar en el medio de los restaurantes. Pero creo que tienen potencial, ¿por qué no prueban suerte en las discos?, ¿ya han ido a alguna?

    Al igual que su conocido, les dio el nombre de un contacto en una disco de renombre y, muy amablemente, les invitó a visitarla el día que tuvieran libre.

    Los amigos no veían algún problema en no trabajar en ese lugar, pues existía la posibilidad de regresar con otras intenciones, más alentadoras que un simple trabajo. Pero el verdadero problema a que se enfrentaban en ese momento era que todavía no encontraban empleo; y ya era lunes.

    Cuando, los amigos, todavía se encontraban en la ciudad de México, se habían mostrado muy optimistas. Habían dicho que, si se proponían, podrían encontrar trabajo y vivienda en sólo una semana. Por supuesto, la mayoría de sus compañeros les habían dicho que era prácticamente imposible lograrlo, que debían pensar en otras posibilidades. Pero los amigos, una vez en Cancún, decidieron no claudicar en su discurso. No obstante, dados los hechos de los pasados días, un presentimiento desalentador les llegó a sus corazones.

    – ¿Te acuerdas cuando Sabrina nos dijo –empezó a decir Elías –que mejor pensáramos lo peor?

    –Sí, pero dijo que pensáramos lo mejor esperando lo peor. Pero si en este momento empezamos a hacer eso, entonces empezaremos a caer en la derrota en la que nos quisieron poner cuando salimos de México. Me niego rotundamente a dejarme influir por una bola de perdedores. La verdad es que si ya llegamos hasta aquí, pensar que ahora nos puede ir mal es como volver el tiempo atrás y no haber salido jamás del D. F.

    Iván tenía una forma de decir las cosas, que obligaba a cualquiera a hacer lo que fuera. Sin embargo era necesario tener un espíritu aventurero para seguirlo en esa travesía que se disponía realizar. Varios de sus compañeros se vieron seducidos por las palabras que pronunciaba; y la forma de narrar el éxito de semejante empresa era lo que hacía que muchos de sus compañeros se sumaran. No obstante al estar en la tranquilidad de sus camas todos eran capaces de imaginar un mar de problemas. Algo que Iván no podía contemplar, ni siquiera en sus sueños se hacían presentes. Él sólo veía la imagen de lo que quería realizar, no tenía cabeza para algo más, sus ideas exitosas ocupaban todos sus pensamientos.

    Ahora que se le presentaba esta situación no se daba el tiempo de pensar en el fracaso, aunque lo estaba sintiendo a flor de piel, o mejor dicho en las tripas, se encontraba tan ensimismado en la idea de conseguir lo que quería, que no dejaba a su mente pensar en esa posibilidad de fracasar, o incluso de claudicar antes de fracasar. Y cuando Elías mencionaba que tenían que pensar en cómo resolver si no conseguían aquello que querían, Iván sentía ese estremecimiento de sus entrañas. Sin embargo algo dentro de él reactivaba esa gran confianza.

    –Te lo voy a poner de esta forma –comenzó Iván –porque sé que te gustan las mujeres: Imagínate frente a una mujer e imagínate lo que quieres. Tú sabes que vas a hacer lo que sea para conseguir eso que quieres. Tu mente no va a pensar en, ¿qué pasaría si me dice que no?, simplemente actúas, porque estás seguro de lo que quieres.

    <

    Y efectivamente se había transformado, esa tarea en su vera cruz, su cruz verdadera. En aquello que era obligatorio poner como un objetivo que era necesario sufrir. Pues luego de cumplir esa cruz podrían disfrutar de todo aquello que resultara de ese sufrimiento.

    Iván era una persona muy ligada al pensamiento católico, aunque no ejercía la religión. Había decidido aprender de ella, pues se sabía bautizado en esa doctrina. Sin embargo no se encontraba de acuerdo con el discurso religioso. Y a pesar de ello en varios momentos se arrodillaba, oraba e intentaba hacer el signo de la cruz sobre su cuerpo. Mas como nunca se lo habían enseñado, no lo hacía correctamente, y eso le hacía pensar que era razón suficiente para que no se cumpliesen sus plegarias. A pesar de ello, luego de un tiempo volvía a esos rituales, tratando de entenderlos, viviéndoles, pero con la idea en la mente de que podía estar cometiendo errores.

    Y aunque sus errores no le permitieran lograr establecer un contacto directo con Dios, en su práctica sentía que tenía que cumplir con una cuota de sufrimiento para lograr tener acceso a sus deseos. Tal vez por esa razón le era tan fácil entender que necesitaban fracasar. O probablemente sólo era una forma de no hundirse ante esa estresante situación.

    Elías, por su parte, siempre se había considerado un personaje alternativo, y eso lo demostraba en su forma de encarar la vida. Para él no era necesario el sufrimiento, pues él entendía que ‘Jesus’ había sufrido en la cruz para salvar a la humanidad. Y proponía, Elías, una búsqueda de Dios a partir del placer de la carne. Era imposible concebir, desde su punto de vista, que Dios les entregara sensaciones tan placenteras para luego prohibírselas como medio de comunicación con él, tomando en cuenta que la forma de comunicarse fuere por medio de las sensaciones corporales.

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