Los Cuentos De Mi Tristeza
Por Carolina Peña
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Injusto olvido es quizs, la ms enternecedora historia de sacrificio, que hace un examen de conciencia sobre el abandono y la soledad. Los cuentos finalizan con La nia de las conchitas, que predice el elemento crucial de los relatos: la tristeza.
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Los Cuentos De Mi Tristeza - Carolina Peña
Índice
Huellas de guerra
13 de Enero
Rumbo a la libertad
La casa de mis recuerdos
Sin el recuerdo de
su memoria
El reencuentro
de las Marías
Un asilo para Lola
Panteones…
¿para llorar?
Injusto olvido
La niña de las conchitas
Huellas de guerra
Amanecía el siglo XX, casi en la agonía de los años treinta. El México que lo habitaba se desenvolvía en medio de una vorágine de sentimientos de fe y emociones palpitantes que se desgarraban marcando a su gente.
La mañana calurosa en un pequeño poblado de nombre Villaldama, provincia de Nuevo León, daba la despedida a dos, de sus poco menos de ochenta pobladores.
Lucía y Dolores, las hermanas mayores de una familia de siete, partían en tren hacia el sur de Texas, lugar donde ellas tenían su trabajo, mismo que conservaron hasta que la llegada de su vejez, se los impidió. Entre los familiares que las despedían, estaba Alfredo, su hermano menor, quien seguía el tren corriendo a su paso para darles su adiós y también la pequeña Elena, sobrina consentida, que gustaba dar las despedidas agitando al viento un papalote blanco, presagiando buena suerte.
Alfredo, les había insistido ir con ellas a los Estados Unidos, pues deseaba trabajar, ayudar a su familia y continuar sus estudios, que en Villaldama, le estaban limitados. Dolores y Lucía, por su parte, trabajaban arduamente como sirvientas en una casa de gente muy rica. Eran los dueños de una empresa refresquera de fama mundial. Sus patrones, los Roberts, aunque norteamericanos y con poco conocimiento del español, demostraban su sencillez con sus empleados, ocupando en la cocina y en las principales tareas de la enorme residencia, a dos humildes mujeres mexicanas cuya situación ilegal, pronto les resolvieron. El resto de la servidumbre, tenían la misma nacionalidad que los patrones, esto ayudó mucho, para que, en cuestión de meses, Dolores y Lucía aprendieran a dominar el inglés.
Cada vez que su trabajo se los permitía, iban a ver a su familia. Su ayuda económica, casi sostenía a la familia por completo. Llegaban con dólares, ropa y gran cantidad de víveres, que amortiguaban la pobreza de su casa, mientras Alfredo insistía en quererlas acompañar.
Un día, finalmente logró su cometido. Partió en el único tren, que se detenía en Villaldama, cuando hacía su recorrido de Monterrey a Nuevo Laredo.
Cruzó la frontera nadando como un pez. Su habilidad no era de extrañarse, Alfredo acudía continuamente al gran ojo de agua de Lampazos de Naranjo, el poblado más cercano a Villaldama, donde se entrenaba como clavadista. Ese borbotón de agua cristalina que desprende de la montaña y que cae como cabellera, fue el testigo de las proezas de aquel joven lleno de ilusiones y cuya destreza en el nado, un día, le salvaría la vida.
Llegando a Texas, se instaló en la humilde vivienda del jardinero de la familia Roberts, ubicada al fondo de la enorme mansión, donde sus hermanas, también trabajaban. La sencillez de la habitación con paredes de madera decorada, pisos barnizados, ventanas horizontales y el enorme jardín con bugambilias y rosales, trepadoras y majestuosas palmas, la convertían en un gran palacio, que contrastaba con su casa del pueblo, llena de geranios que colgaban del techo de la gran terraza y el albahaca plantado en macetas, adornando los pisos y perfumando el pasillo, se convirtieron en los recuerdos más sagrados que día a día, evocaba.
Los días se desprendían rápidamente del calendario, mientras Alfredo, continuaba su educación, compartiéndola con un modesto trabajo y los deseos de aprender idiomas… su sueño más anhelado.
Con el andar de los días y los meses, en poco tiempo Alfredo, mostrando esa tenacidad y constancia en el estudio, había logrado dominar cinco idiomas: italiano, francés, alemán, inglés y su lengua materna el español. Su asombrosa capacidad de poliglota, lo debían colocar en un buen trabajo. Por esos años, la radio se había convertido en el medio de comunicación más importante y de mayor penetración. Emitía noticias y música. Y dentro de las notas periodísticas mundiales que más atentos lograba tener al auditorio, era el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
Unas de las páginas más crueles de la historia estaban por escribirse, a causa de esa terrible contienda. Estados Unidos se había mantenido al margen, hasta entonces, de esa guerra racial, que los alemanes habían emprendido en contra de la población judía. Pero, sorpresivamente, Japón, uno de los países involucrados, destruyó con una violencia indescriptible, la base militar estadounidense en la bahía Pearl Harbor.
La trágica noticia, corrió como reguero de pólvora. Entonces, los norteamericanos, que se habían mantenido neutrales, reaccionaron de inmediato. Decidieron atacar y unirse a los ejércitos aliados de Francia e Inglaterra, cuyos enemigos, Alemania, Japón e Italia, los tenían casi rendidos.
Estados Unidos empezó a reclutar jóvenes valientes y arrojados para combatir con un enemigo sumamente poderoso. Su mismo Presidente había asumido públicamente que la batalla no sería sencilla, al contrario, le esperaba un enfrentamiento cruel y doloroso al pueblo de Norteamérica.
La solicitud