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Usa, Las Armas Y El Odio
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Libro electrónico350 páginas5 horas

Usa, Las Armas Y El Odio

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USA las armas y el odio es una historia de ficción en un scenario real, es la historia de un hijo de inmigrante enfrentadose a la discriminación y otras miserias dentro de los Estados Unidos, el país mas desarrollado del mundo, el del nivel de vida más alto, es la lucha de este joven por el control de las armas de asalto para evitar matanzas de inocentes. En esta lucha se hace enemigo de la poderosa Asociación Nacional del Rifle y alli va surgiendo una dramatica historia con rasgos de crueldad y corrupcion en las esferas del Gobierno.
El escenario del drama está sobre uno de los momentos más difíciles en el país de las oportunidades en estos tiempos, la administración de Donald Trump, la pandemia del COVID-19 y el auge de los movimientos extremistas. Si el hilo de la narración es la lucha por el control de las armas de asalto ya se pueden imaginar cómo serán los acontecimiento en este período, vergonzoso para algunos y exitoso para otros.
Ayub y Sunshine son los protagonistas enfrentados a la corrupción del Sistema y a la poderosa ANR que los acusa constantemente de querer revertir la segunda enmienda de la constitución. En este enfentamiento acontecen muchas barbaridades y crímenes, trampas, chantajes y todo tipo de acciones violentas.
Pero además se muestra la superación en al país de las oportunidades, la existencia de hombres patriotas, repúblicanos o demócratas, personas que en cualquiera de los partidos históricos que hicieron grande a los Estados Unidos siempre han tenido presente a las instituciones de la nacióon ante que la figura de cualquier líder.
Todo lo relacionado con el escenario donde Ayub y Sunshine, mis personajes ficticios, interactuan es completamente real. Cada acontecimiento o hecho fue así como se los cuento y está sacado de las noticias, quizás en algunos momentos, con reflexiones muy particulares de los sucedido.
USA las armas y el Odio es una novela que puedes leer en dos días pero reflexionar sobre ella te puede durar toda la vida.
IdiomaEspañol
EditorialPalibrio
Fecha de lanzamiento25 ago 2022
ISBN9781506548418
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    Usa, Las Armas Y El Odio - Rosendo G. Ramos

    cover.jpg

    USA,

    LAS ARMAS

    Y EL ODIO

    ROSENDO G. RAMOS

    Copyright © 2022 por Rosendo G. Ramos.

    Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

    Esta es una obra de ficción. Todos los personajes, nombres, incidentes, organizaciones y diálogos en esta novela son o bien producto de la imaginación del autor o son usados de manera ficticia.

    Las personas que aparecen en las imágenes de archivo proporcionadas por Getty Images son modelos. Este tipo de imágenes se utilizan únicamente con fines ilustrativos.

    Ciertas imágenes de archivo © Getty Images.

    Fecha de revisión: 23/08/2022

    Palibrio

    1663 Liberty Drive, Suite 200

    Bloomington, IN 47403

    ÍNDICE

    Introduccion

    USA, las armas y el odio.

    A mi madre.

    Introduccion

    USA las armas y el odio es una novela para reflexionar, es una historia despiadada que a pesar de ser ficticia como el nombre de los personajes que interactuan en la trama, se desarrolla en un escenario real, en una época que aún se vive en los Estados Unidos de America donde el descontrol de las potentes armas de asalto permite que se continuen vendiendo en muchos estados como si fueran golosinas que en algunos lugares las pueden adquirir Jóvenes de 18 años en Adelante.

    Ayub y Sunshine mis personajes protagonistas son personas communes y con la real posibilidad de ser como son. Personas con vicios, defectos, aciertos y triunfos posibles en el pais de las oportunidades donde la mayoria de las conquitas dependen de tu trabajo, tu suerte o como dicen los norteamericanos estar parado en el lugar exacto a la hora precisa. Ayub desde niño siente el flagelo de la discriminación, cosa que tendran que pasar muchos años para que desaparesca del pensar, sobre todo de los blancos, en los Estados Unidos. El con su novia Sunshine desde muy Jóvenes comienzan una lucha contra la Asociación Nacional del Rifle, el mayor donante a las campañas electorales, donaciones hechas para los que defienden la poseción de armas y su comercializacion dentro la sociedad civil disfrazado con la defensa de la Segunda Enmienda de la Constitucuon.

    Una Enmienda que permanece intacta de como cuando se ratificó el 15 de Diciembre de 1791. El lector se sorprenderá al descubrir que esa enmienda trataba de que cada uno tuviera un arma para defenderse de los invasores cuando lo más sotifiscado era un rifle de un disparo cada un minuto, no existía un Ejército, el mejor del mundo en cuanto a armas y equipos de alta tecnología ni tampoco una policia modernamente equipada. Estos Jóvenes en su lucha no plantean eliminar esa enmienda, ellos estan convencidos de que lo que plantea esa enmienda es parte de la libertad de los americanos. Su lucha es por regular las armas de asalto, las armas de alto calibre, las armas de guerra, esas armas diseñadas para matar a muchas personas en el menor tiempo possible y que nada tiene que ver con la caza de los animales.

    La lucha es contra los teórico del absurdo los que pregonan que las armas solas no matan, que tienen que ser accionadas por dementes y allí se detienen sus razonamientos, de continuarlo con un silogísmo lógico tendrian que decir entonces que un demente sin un arma de ese tipo no podria matar veinte o cincuenta personas en dos minutos. Armas sofisticadas y dementes hacen una mancuerna mortal y en la practica ya se demostró que es mucho más facil controlar las armas y sus ventas indiscriminadas que a las personas con problemas mentales en toda la Union Americana.

    En la historia estos jóvenes sufren consecuencias desvastadoras y al final aunque se ve una pequeña luz en el camino no satisfice las espectativas de los que cada día se deciden a levantar su voz, sobre todo después de alguna matanza donde mueren tantas personas inocentes, inclusive niños que no han comenzado a vivir.

    Si la lectura de USA las armas y el odio le ayuda a reflexionar y descubrir que más que la libertad estadounidense de lo que se trata es de las ganancias millonarias de los traficantes de las armas entre civiles, entonces cumplí mi objetivo, si cada vez que un político en el Congreso o el Senado defiende la proliferación de las armas de alto calibre entre civiles y usted descubre después que la campaña de ese politico está financiada por ANR para cubrir sus ganancias, entonces, esta novela sirvió de algo en el tortuoso camino de evitar que nos sigan matando a nuestros hijos.

    USA, las armas y el odio.

    Cuando alguien quiera hablar de la belleza del Otoño en los Estados Unidos no existe un mejor sitio al cual referirse que a las montañas de los Pócono en el Estado de Pennsylvania. Allí la naturaleza no tuvo límites en mostrar su generosidad para la apreciación humana. Los árboles forman en ese tiempo una combinación de colores tan extraños, extravagantes y a su vez encantadora que sacarían una lágrima del ojo más insensible del universo. Aun no ha comenzado a soplar el aire que arrancará esa belleza y la tirará sobre la tierra húmeda y fría, mas, cuando lleguen las fuertes ráfagas, las hermosas estructuras vegetales quedarán desnudas para retar con sus troncos y ramas grises la crudeza del invierno que los cubrirá de hielo y nieve.

    Cerca de ese paraíso natural, en un hospital de Allentown, una mujer muy blanca suda por el esfuerzo de pujar con desesperación para lograr que desde sus entrañas salga a la luz una nueva vida. A la cabecera de la cama de Ann, y pasando suavemente la mano sobre su rubio, casi blanco cabello, un hombre corpulento de piel morena, de brazos peludos y manos toscas, con los ojos negros muy abiertos y asustados, miraba al techo implorando a Dios que su mujer terminara de pasar este mal rato que traería a la postre una felicidad única, la llegada de su primer hijo.

    La doctora, sentada frente a sus piernas abiertas la estimulaba a seguir pujando con fuerza:

    - !un poquito más fuerte!-

    Luego del intento le indicaba que respirara seguido por la boca y de nuevo

    –¡ahora, con fuerza, venga, ya lo tenemos, aquí esta!-

    El grito del infante llenó la sala y las asistentes del parto aplaudieron, un nuevo ser, varón con ocho libras de peso y diecinueve pulgadas de tamaño, había llegado al mundo. Las lágrimas salían de los azules ojos de Ann en igual proporción que de los negros ojos de Ayub. Para los dos el nacimiento de este hijo era un milagro. Mucho dinero habían gastado para lograr el embarazo, pero más que el dinero fue la esperanza y la fe que los dos depositaron en Dios para disfrutar este momento. Cuando vio al bebé ensangrentado en las manos de la doctora sus ojos fueron inmediatamente a los genitales. ¡Sí! Era un varón, su sueño, su petición, se sintió el hombre más feliz sobre la tierra. Miró entonces a su esposa y le dijo:

    –Gracias- cerrando la frase con un beso sobre sus cuarteados y doloridos labios.

    Ayub había nacido en Pakistán en la provincia de Sindh de padres con creencias Islámicas. Desde muy joven le impusieron el Corán como literatura obligada. En las reuniones familiares lo llamaban para que recitara de memoria algún capítulo del sagrado libro. Vivió acostumbrado a las peleas entre grupos, inclusive islámicos, por divergencias en la interpretación de las escrituras. Creció trabajando desde muy pequeño y sin apenas ir a la escuela hasta que un terrible suceso cambio su vida para siempre.

    Una parte de los musulmanes comenzó a radicalizarse y a tener como fuente de inspiración en su fe religiosa la aplicación del Yihad o guerra santa contra los infieles y los traidores de Allah y el Profeta Mahoma. Muchas aldeas y pueblos fueron atacados por los extremistas que no perdonaban a los que no tenían su misma interpretación del Corán y mucho menos a los de fe distinta, con más odio sobre los cristianos. Estas influencias llegaban desde las fronteras con Afganistán y se habían diseminado sobre Pakistán como pólvora. Un día, estando Ayub a la orilla del arroyo lavando los utensilios de labranza con los que ayudaba a sus padres, sintió disparos y gritos. Salió del agua y calzó sus sandalias corriendo unas veces por dentro de arbustos y otras sobre arena desértica dirigiéndose a las estelas de humo negro que ya se alzaban sobre su aldea. Antes de llegar a las primeras rústicas edificaciones se escondió detrás de unas carretas y observó como un grupo de radicales entraba a las casas y disparaban saliendo con gritos de Al-lahu-ákbar, o lo que es igual Allah es el más grande. Un temor se apoderó en su mente, -¡Sus padres y hermanos!- pero el miedo por perder la vida ante aquellos atacantes fue superior y lo mantuvo allí hasta que se hizo un total silencio, interrumpido solo por el gemir, gritos y lamentos de los pobladores. Ya había caído la noche y sigilosamente se escurrió por los pasillos entre viviendas hasta que llegó a su casa en la que sobre la pared de barro con hierbas se veían los impactos de balas, se apreciaban las huellas de unos proyectiles saliendo y otros entrando. Se paró en la puerta y todo estaba muy oscuro, solo sintió el gemir de su madre.

    -Madre, madre, dónde estás-

    De respuesta solo recibió el mismo y monótono gemir, entró a tientas pero conocedor de sus espacios, logró llegar a la mesa donde estaban los fósforos, rayó uno sobre la lija y era tanta la oscuridad que la luz que se hizo surtió doble efecto. El escenario no podía ser más aterrador, cerca de sus pies estaban sus dos hermanos, uno inmóvil con los ojos muy abiertos y el pecho ensangrentado, el otro apenas se reconocía, su cabeza destrozada, quizás por varios impactos de balas en el mismo lugar, estaba sobre el muslo del hermano. Le vino un vómito y soltó el fósforo. En la oscuridad se puso las manos sobre su cabeza y evitó que saliera el grito que venía desde muy adentro. Lo sacó de su estupor el gemido de la madre, encendió de nuevo otro cerillo y al fondo vio a su madre con la ropa tinta en sangre, recostada a la pared sosteniendo sobre sus piernas la cabeza del viejo Ayub que también sangraba desde el pecho. Se acercó a la mujer y ella seguía gimiendo sin mirarlo, la abrazó por detrás y la haló, ella se dejó, con el cuerpo tembloroso se inclinó, puso su oreja sobre el pecho cubierto de sangre de su padre y no sintió nada, acercó su nariz a la del hombre y tampoco, luego se arrastró hacia donde estaban los hermanos y practicó el mismo procedimiento. Todos estaban muertos.

    Volvió a la mujer y entre llanto le preguntó si estaba herida, ella le dijo que no, la haló con suavidad por una de sus manos diciéndole:

    –Madre, tenemos que irnos, al menos en la noche, aquí no hay nada que hacer-

    Recorrió con ella, que no paraba de gemir, el mismo camino de regreso hasta las viejas carretas, allí la estrechó a su pecho recostado a una rueda de madera y lloró, gritó, siempre teniendo de fondo el monótono gemido de la madre que continuaba en Shock por lo que vivió esa tarde en el interior de su casa.

    Pasaron las horas hasta que comenzó el amanecer, ella no había parado de gemir. Cuando fue bastante claro le dijo que se quedara allí, que lo esperara, ella daba la impresión que estaba fuera del mundo, lo único que la hacía presente era el gemir constante. Entonces regresó a su casa. Por los claros de las rústicas ventanas entraban rayos del sol que iluminaban la vivienda. El mismo espectáculo, esta vez más pavoroso por la claridad. Un vecino se asomó a la puerta y con tristeza le preguntó:

    -¿Los mataron a todos?- El agachado sobre los cadáveres de sus hermanos mas pequeños volteó la cabeza y le respondió :

    –No Ahmed, mi madre está viva pero muy mal-.

    El vecino entró y le puso las dos manos por detrás, sobre sus hombros:

    -me mataron a mi esposa y a mi hija, allá están un grupo de mujeres purificándola. Ven yo te ayudare con tus hermanos y tu padre-

    Él, apretando fuertemente sus labios, solo asintió con la cabeza.

    Y es así, porque la percepción musulmana de la muerte, sea de la forma que fuere, es parecida a las del Judaísmo y el Cristianismo. El Islam es una religión trascendente donde la muerte es un paso hacia la vida eterna para lo que el creyente debe prepararse, teniendo la seguridad de que el cadáver ingresará a un tipo de paraíso para encontrarse con Dios, es obligación de los vivos prepararlo para ello, pero en las reglas islámicas, esta purificación la pueden hacer solo personas del mismo sexo del fallecido, manteniendo a los otros lejos. Ahmed y Ayub sacaron los cuerpos, les quitaron las ropas y comenzaron a lavarlos. Ante la imposibilidad de lavar la cabeza de uno de sus hermanos, se la tapó con un paño de color blanco. Después de lavarlos él trajo varios tipos de perfumes que habían dentro del hogar junto a sábanas blancas. Perfumaron los cadáveres y los enrollaron en las sabanas dejándolos listos para el viaje final.

    Ayub tomó el camino hacia el lugar donde debía encontrar a su madre para que acompañara un rato los cadáveres antes de enterrarlos, la mujer no estaba en las viejas carretas, trató de mirar en los alrededores y tampoco la encontró, no sabía dónde dirigirse y pensó en el arroyo. Corrió sobre la arena, atravesó los arbustos cuando la imagen lo petrificó. A pocos pasos, colgada de un árbol utilizando su propia hiyab o el velo con que cubren la cabeza y rostro las mujeres musulmanas estaba su madre que aunque no gemía, su cara de color morada, tenía la misma expresión de sufrimiento. Ayub se dejó caer sobre sus rodillas con los brazos colgando a los lados y gritó tan fuerte que sintió como su garganta se destrozaba. Regresó atontado donde Ahmed quien escuchó conmovido la tragedia, lo consoló y llamó a las mujeres que ya habían terminado de purificar los cuerpos de su familia. Todos se fueron a lugar y bajaron a la madre para traer el cadáver a la aldea y cumplir los mismos rituales de purificación y acostarla junto a los cadáveres de su esposo y los dos hijos.

    Solo pasaron dos horas, montaron los cadáveres juntos a otros en una carreta haladas por un asno hasta el lugar donde habían predeterminado enterrar a los seres queridos, lugar que estaba orientado geográficamente a la Meca o centro de peregrinación de todos los musulmanes.

    Regresando de los funerales y sin decir nada a nadie Ayub recogió algunas cosas dentro de la casa, las colocó en un saco de tela les hizo un nudo y atardeciendo emprendió el camino hacia la frontera con la India.

    En la india, con solo diecisiete años, en la provincia de Gandhinagar, comenzó a trabajar de mensajero en una misión cristiana que ayudaba a los pobres. La misión estaba liderada por el padre jesuita Joseph Smith el cual le tomó un gran aprecio al muchacho. Poco a poco Ayub comenzó a conocer el cristianismo, le fascinó desde el inicio por su similitud a los conceptos mas nobles del Corán. Por las noches asistía a las clases de inglés que cada vez estaban más ligadas a preceptos bíblicos y al conocimiento del papel de Jesucristo en la tierra, tanto amor sintió por esa doctrina religiosa desconocida para él que un día, lleno de amor, le dijo al Padre Smith que quería bautizarse para convertirse en cristiano.

    Ya Cristiano, y conociendo el inglés dejó de ser mensajero y se convirtió en una especie de capataz para el mantenimiento de la iglesia y de la misión. Cuando más trabajo tuvo, fue cuando anunciaron la visita de un grupo de estudiantes de la Universidad Estatal de Pennsylvania que se encontraban recorriendo la India como parte de un programa de estudios.

    El día de la llegada de los veinte estudiantes norteamericanos él se vistió muy elegante, pues estaría junto al Padre Smith como parte de las autoridades de la misión, prepararon comidas típicas de la India y actividades culturales como danzas y grupos musicales autóctonos. Una muchacha rubia, de ojos muy azules llamó la atención de Ayub, nunca había visto a nadie tan blanco y a la vez tan bello. La observaba cuando ella miraba las danzas y comentaba con sus compañeros, le sorprendió la delicadeza con la que comía, también cuando se reía trataba de descubrir que le hacía tener esa dentadura tan perfecta. Al otro día estuvo frente a la organización del desayuno, todo tenía que salir bien, pues solo eran tres días los que estarían allí los estudiantes, no podía fallar nada de lo planeado. Dando indicaciones de cómo organizar las mesas, sintió que le preguntaban desde la espalda si hablaba inglés, él se volteó, vio a la joven de su sueños, le respondió afirmativamente y ella le celebró la claridad con la que hablaba. Le preguntó si tenían algún botiquín con medicinas para la acidez estomacal.

    –La comida de ustedes es muy picante y eso no me ha caído bien- le dijo con una media sonrisa en los labios.

    No pasaron dos minutos en la que él regresó con unas pastillas y se las dio con las dos manos extendidas y la cabeza baja. A ella le encantó aquel gesto.

    –Mi nombre es Ann y tú ¿cómo te llamas?-

    A partir de allí y durante los tres días no dejaron de hablarse cada vez que tenían un chance, el último día, en la actividad de despedida, se dio cuenta que algunas de sus amigas le hacían bromas sobre él. Al fin llegó el autobús, todos estaban enfrascados en montar sus cosas y él observaba triste desde una de las columnas a la entrada del templo, saludó a la muchacha desde lejos, la vio montarse para luego desde la ventana sacar la mano saludándolo, de momento la vio bajar corriendo y dirigirse hacia él, llegó, le dio un papel escrito:

    –Mira, aquí está mi dirección y el teléfono de mi casa, me gustaría que siguiéramos hablando-

    A él se lo comía la timidez, de hecho nunca había tenido una novia en sus veintiún años y solo tenía una experiencia sexual una vez que fue a un prostíbulo con un amigo. Tomó el papel entre sus manos, sólo atinó a decir.

    –Gracias-

    Ella se viró y caminó solo tres pasos para regresar, muy rápido, darle un beso en los labios. Solo juntaron sus labios, pero bastó para explotar el amor en el pecho del joven. Despacio y con la bulla que hacían los estudiantes por lo que habían visto, el autobús se alejó de su vista.

    A Partir de allí comenzó una agonía que no es dañina, y es esa, la del primer amor. Esa misma noche escribió su primera carta, ella estaría un mes en diferentes lugares de la India y tenía la esperanza de que sí escribía una carta rápido, cuando ella llegara a su casa la tendría esperándola.

    Ann leyó la carta en el portal de su casa en Allentown, supo toda la trágica historia del joven, era una extensa carta que más bien parecía una autobiografía, no hablaba de amor pero el contenido tenía una tristeza reprimida que no pudo evitar que la hermosa joven llorara. Solo al final, en la despedida se leía nunca pensé conocer una mujer tan bella, tan dulce y que me impulsara a seguir luchando por ser cada día mejor. Yo ni siquiera soy Indio, pero soy un cristiano que admira tu belleza. La joven al terminar apretó la carta contra su pecho y se fue a contestarla.

    Pasó un año en el intercambio de correspondencia que se hizo cada día más íntima, ya se escribían abiertamente que se amaban prometiéndose ambos que el final sería estar juntos. En ese año ella terminó su carrera de Sociología y apresuró un viaje a la India para ver a su amado y celebrar el matrimonio.

    Esta vez el encuentro se produjo en el aeropuerto de Gandhinagar, Ayub la esperaba en el recibidor con un ramo de rosas, ella lo vio y corrió hacia sus brazos. Por primera vez se dieron un largo beso. Aun la timidez lo dominaba y la trataba de usted, ella le dio confianza y se fueron a comer antes de irse al hotel donde había reservado la habitación. Ayub no sabía qué hacer a la hora de despedirse esa noche, el soñaba con estar con ella a solas, pero no se atrevía, ni siquiera a insinuarlo. Tomaron un taxi y ambos se desmontaron en el hotel, fueron hasta la carpeta, allí ella dio su nombre y lo sorprendió cuando le dijo al cajero bien despacio para que él lo entendiera sin dificultad:

    –Tenemos una reservación -

    En el primer encuentro ambos se entregaron sin límites, una vez pasado los explosivos momentos de amor, hablaron sobre ellos. Él le dijo que las tradiciones de la India y Pakistán no eran así, ella lo entendió pero le explicó que había un mundo más abierto, específicamente de donde ella venia, es decir desde los Estados Unidos.

    –Además- le dijo, -Este encuentro es para casarnos, así lo planeamos y ya una parte de esa bendición la cumplimos.

    El asintió y le dejó saber que todo en el templo de la frontera estaba preparado para la boda y que el Padre Smith estaba ansioso por casarlos.

    La ceremonia del casamiento estuvo matizada por elementos culturales de la India y Estados Unidos, llamó la atención de Ann la risa de Ayub cuando el padre Smith dijo con voz muy ceremoniosa el novio ya puede besar a la novia

    Luego regresaron a Gandhinagar al consulado USA para presentar los papeles de la boda y documentos de la iglesia para la posterior reclamación de Ann por el que ya era su marido y que pudiera vivir en los Estados Unidos. No pasó mucho tiempo en que ambos se estrecharan en el aeropuerto de Philadelphia en compañía de una buena representación de los familiares de ella. Sus padres quedaron encantados con la educación del joven y su hermana menor le dijo en privado lo lindo que era Ayub con su porte de hombre curtido por el sol, sus dientes súper blancos y sus ademanes varoniles y serviciales. En broma le dijo a su hermana que la llevara a la India a conseguir un hombre así de diferente, ambas estallaron en risas.

    Durante años trataron de concebir un hijo, pero la naturaleza se había empecinado en no darles ese regalo. Se hicieron muchos exámenes hasta que concluyeron que los conteos de espermatozoides y vitalidad de los mismos eran perfectos, el problema se presentaba cuando el ovulo fecundado se implantaba en el útero. Los médicos hicieron estudios sobre deficiencias en los cromosomas pero al final determinaron que los tres abortos involuntarios habían sido producidos por problemas en el implante. Después de muchos tratamientos especializados, en la cuarta ocasión y estando ella bajo un riguroso descanso, en una visita al doctor, por mediación del ultra sonido, escucharon el corazón del bebé y la afirmación del galeno de que una vez comenzado a latir el corazón, las posibilidades de aborto espontáneo se reducían a menos del 40%.

    Para ambos resultaba un regalo de Dios y la respuestas a sus plegarias, por eso escuchar el llanto del pequeño anunciando su entrada al mundo fue una alegría difícil de explicar. Apretaron sus manos, se las besaron, solo él las separó de las de ella cuando la enfermera lo llamó para cortar el cordón umbilical.

    Cuando enrollaron al niño en su manta con un gracioso gorro de recién nacido, una de las enfermeras preguntó:

    –¿Y cómo se llamará esta hermosa criatura?-

    Ann respondió mirando a su marido:

    –Se llamara Ayub, como su padre y como su abuelo-

    De los ojos de él brotaron lágrimas que se secó rápidamente con el tapaboca que estaba por debajo de su barbilla.

    El pequeño Ayub se convirtió en el príncipe de todos, de hecho la familia de Ann era muy corta, tenía solo una hermana y soltera, su madre y su padre fueron hijos únicos. El niño tenía el aspecto físico del padre, era de piel morena y cuando fue creciendo se tornó fuerte y muy velludo. De Ann sacó sus facciones y sus ojos eran verdosos, el pelo, en la medida que crecía se ponía más negro, lo que fue anunciando en el paso de niño a adolescente que se vislumbrara un hombre hermoso en el futuro. Ese período de los últimos años en la escuela elemental fueron el inicio de los problemas que enfrentaría en la High School y en la Universidad.

    Sucedía que ese color moreno, a pesar de lo hermoso que resultaba al combinarlo con sus ojos, cada vez más verdes, era como una marca para que lo fueran discriminando. Primero le pusieron de apodo el indio, después, al explicar en una clase de literatura que en realidad él era de raíces pakistaní le comenzaron a decir el árabe. Producto de este acoso por los llamados blancos, siempre resultó más afín a los grupos de afro americanos y latinoamericanos. Al terminar la primera década del dos mil, Ayub cumplió la anhelada edad de veintiún años, pero llegar a esa edad y poder estar ahora estudiando en una Universidad no había resultado algo muy sencillo.

    Terminando el siglo XX, con nueve años de edad sufrió la pérdida de su madre víctima de un cáncer terminal en el útero. Y no fue solo el hecho de despedirse de Ann con tan corta edad, sino haberla visto sufrir gritando cada noche por los terribles dolores, escuchar el cuchicheo de los doctores diciendo que no podían subir más las dosis de morfina, ver a su padre arrodillado cada día en la capilla del hospital pidiéndole a Dios que la salvara, enfrentarse al designio de la vida y su final garantizado, la muerte. Ayub, su padre, perdió el trabajo que tenía en esa época en un almacén de comida hispana por la necesidad de afrontar la enfermedad de su esposa. Ann trabajaba en una escuela y tenía seguro médico del gobierno lo que atenuó un poco la situación económica. Después de la trágica muerte de su esposa, un amigo, también de Pakistán, le consiguió un trabajo en una compañía dirigida por un Mexicano que se dedicaba a cortar césped y mantener jardines; pero muy lejos de la única tía del jovencito Ayub, la compañía estaba en New Jersey, en un pacifico pueblo del sur de ese estado, en la ciudad de Vineland.

    Estando enfrascado en los preparativos para la mudanza al sur de New Jersey una espeluznante noticia llenaba todos los espacios informativos de esa mañana, era el 11 de Septiembre del 2001. Cuatro atentados terroristas utilizando aviones comerciales se perpetraban. Estrellaron dos aviones contra cada una las dos torres gemelas de Nueva York, el conocido World Trade Center, uno contra el Pentágono y un cuarto avión no cumplió su objetivo y se precipitó a tierra en Pensilvania, más tarde se conoció que su objetivo era el Capitolio en Washington. Estos atentados marcaron un antes y un después en la lucha contra el terrorismo, pero también incentivaron el odio hacia los musulmanes ya que el ataque había sido planeado, organizado y ejecutado por la organización terrorista de los extremistas islámicos Al Qaeda dirigida por Osama Bin Laden, un hombre preparado por la CIA de los Estados Unidos para luchar contra los rusos en su invasión a Afganistán. Ahora resultaba Bin Laden el enemigo acérrimo de los norteamericanos.

    Cuando escuchaba la noticia en compañía del padre y hablaban de los responsables y Al Qaeda, El pequeño Ayub hizo un comentario.

    -Esos mismos fueron los que mataron a nuestra familia-

    Este resultó el ataque más mortífero por parte de los extremistas islámicos para la nación americana después de los atentados en los cuarteles de Beirut (1983) y el las Embajadas Norteamericanas en Kenia y Tanzania (1988), aquí el resultado fue de más de tres mil víctimas mortales y miles de heridos.

    Enseguida que se mudó el padre consiguió un apartamento cómodo y presentable. Allí el adolescente Ayub, terminó la escuela elemental y matriculó en la High school de esa localidad. Su padre había envejecido a una velocidad espantosa; con solo cincuenta años parecía de sesenta, no obstante su fortaleza se mantenía, no faltaba un domingo a la Iglesia aunque poco a poco comenzó a ir solo, ya el hijo no le acompañaba pues a pesar de extrañar a sus amistades de Allentown, había hecho también en Vineland buenos amigos, sobre todo porque en esta zona vivían muchos indios y griegos con los cuales se identificaba más que con los blancos.

    Su primer día de escuela jamás lo olvidó. Montó en el autobús con cierta timidez, dio buenos días y se sentó solo en el asiento del frente. Sintió que le tocaron el hombre y le preguntaron.

    -Hey tú, ¿de dónde eres? Pareces mexicano-

    Viró la cabeza y vio a un muchacho bien

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