Encefalograma De Un Mamífero Primitivo

Por Edmundo Martínez Cartamín

La mentira y la falsedad se han vuelto un denominador habitual
en nuestras vidas. Nos hemos enfrascado en fabricar apariencias;
aparentamos algo que no somos No somos buenos, no somos justos,
nos somos rectos y no ascendemos al lugar de los seres humanos, donde
el conocimiento es excelso y limpio. Pero ms que esforzarnos en corregir
eso, ms que querer ser bueno y trabajar por ello, o ser justos y trabajar
por ello nos hemos esmerado en inventar tcnicas sociales donde se
nos ha permitido camuflaje de esa parte horrible, la que llevamos con
nosotros a todos lados y, que nos permite hacer creer a los dems que
somos rectos, amorosos, confiables, esforzados que nos permite
Lo que no somos!
Hemos ido aprendiendo a cambiar cosas importantes por cosas
inservibles que no valen la pena buscamos un estatus, buscamos hacer
un nombre que nos de reconocimiento y respaldo. Y hemos olvidado las
cosas que verdaderamente valen la pena.
No se los dems, pero yo estoy arto. Este poemario es un recargo de mis
actos, es un decir: me he equivocado; es un decir: el sufrimiento no existe
y la vida es hermosa por dura que parezca.

• Idioma: Español
• Editorial: Palibrio
• Fecha de lanzamiento: 28 abr 2012
• ISBN: 9781463327170

Edmundo Martínez Cartamín

Nacido en la ciudad de México: Tlalcoligia, Tlalpan D.F.… ahora vivo en Bonniville, Alberta Canadá. Nómada por naturaleza, disfruto de los aromas diversos de mi país, orgulloso de mis ancestros, trato de respetar su recuerdo y sus enseñanzas con mi conducta. Creo en un poder divino que viaja fuera y dentro de mí, creo en la gente que me habla con sus actos, creo en que lo más maravillosos de todo lo existente… es gratis

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Copyright © 2012 por Edmundo Martínez Cartamín.

Diseño de la portada y contraportada por Arturo Flores Romero

Litografía en el interior por Armando Gómez Martínez

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida de cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación, o por cualquier sistema de almacenamiento y recuperación, sin permiso escrito del propietario del copyright.

Este Libro fue impreso en los Estados Unidos de América.

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Contents

Introducción…

Confieso querido amigo.

A ti que no sé cómo nombrarte….

Tratando con los años, me he ido atreviendo…

haré mi confesión a nadie…

Mi sueño solo es uno hoy y secreto se ha vuelto.

Ahora, sólo se lo que no es.

Talita

Águila y halcón…

Sabiduría prudente…

Absuelto

Agonía

Amigos

Anécdota

Creencias

Defensa.

Desarraigo

Diluvio…

Un naufrago… una gaviota

Enfado…

Tú que vagas en mi pueblo.

Preguntas:

Se fue la seguridad falsa, llego el miedo verdadero.

Cuerpo libre, que te quiero amar

Renaciendo

A mis nacidos

Ahogo

Amor platónico…

Cuando mi mente no es mía

Dialogo, soliloquio…

¿Dónde estoy?

El mismo

Esclavo…

Grandeza en mis calles

Hoy perdí… pero gane

Inconformidad anónima

Jenny me despertó

Mágicas ideas

Mi cuerpo se creía agotado

Nunca seré el primero…

Pretensiones

Prosa…

¿De quién soy?

Quiero

¡Raza! ¿Qué soy de ti?

Respuestas que no sé.

Síntesis

Sofismas.

Soy hombre… ¡anticuado!

¿Vida o muerte?

Y de nuevo, caí…

Justicia.

Reflexiones

Heridas que aún recuerdo

Esperanza, si es que estoy muerto.

Apología de mi farsa

ILUSTRACIONES

Introducción…

Mamífero soy, mamífero he nacido.

Hay quien no acepta mi condición de ser animal, más no es por poner su bondad al servicio de mi defensa,

sino por análisis de sus silogismos que lo delatan.

Animal me he descubierto al grado de sentir placer por aceptarlo…

no soy más que cualquier especie ni mejor que nadie…

partiendo de este simple principio la existencia me ha permitido conformarme, contradiciendo las enseñanzas modernas, del hombre que se cree moderno, del hombre que se hace llamar supremo.

No es mi necedad, arma que yo utilice, para no aceptar lo que no quiero aceptar.

Ahora, es mi condición de hombre primitivo lo que utilizo en mi apología

de animal primitivo.

No tengo pretensiones de profeta.

No quiero predicar enseñanzas que no comprendo, y en el afán de ser etiquetado como bueno, como recto,

las maquillo ocultando mis estupideces y resalto la fantasía a la que llamo dogma.

No es mi pretensión convencer a la gente cuerda de este placer que me genera no seguir aceptando mentiras que antes creía, que antes defendí.

Este poemario solo es una grafica de mi pensamiento actual, el pensamiento de un hombre al que le dicen ser primitivo por no comulgar…

por no entender conceptos de esta modernidad.

Ya no creo en el sufrimiento, ahora he encontrado

enseñanzas en mis adversidades.

No creo en los Dioses de palo, de rostro estilizado.

No creo en las deidades misteriosas que con soberbia y vituperio fueron obteniendo forma por las lenguas reformistas; por la lengua de los cobardes, faltos de humildad a través de la historia. Ahora creo en un Dios poderoso que me redime sin castigo, que me muestra sin engaño, dándome sin pedirme nada a cambio.

No creo en los diferentes amores, creo, solamente en uno… y aunque mi capacidad es corta para poder describir su existencia, he podido aprender como delatar lo que no es amor en mi corazón.

He podido aprender el halago sincero sin importarme las reacciones de quien lo escucha.

No más complejo cargo por la desventura que me trajo desprenderme de sentimientos falsos, de ideas perversas, de mentiras modernas; no creo más en las leyes del hombre que me convirtieron en ese ser frio y calculador que buscaba el éxito y el cielo, con lo legal en las manos.

Hoy estoy totalmente convencido de la existencia de una ley en nuestros corazones, la que nos puede rescatar de toda esta falsedad de legalidades, que solo son verdaderamente normativas sociales para poder convivir como integrante de una sociedad, con dictados de estúpida y farsante moralidad; esta ley, en la que ahora creo, es la que me permite comunicación con mi parte espiritual, me permite perdonarme y perdonar, me permite creer en la amistad, en la bondad, en todo lo simple y sencillo que da oportunidad de fortalecer el tabulador de valores, dejando de ser mezquino, miserable con la felicidad.

He podido entender que no puedo cambiar a nadie y a nada…

solo, a mí; y cuando lo hago, cuando pongo empeño para dejar de ser ese enano minusválido de mente, puedo percibir que también algo cambia en los demás, permitiéndome percibir lo bueno que poseemos, la belleza de lo sencillo…

Verdaderamente hoy creo que la vida es lo mas maravillosos que nos puede pasar, sin importar lo duro que se ponga en ocasiones… no hay sufrimiento…

es enseñanza, capacitación…

solo necesito reaprender a usar los canales de comunicación que he olvidado, solo necesito quitar pretensiones vulgares de mi mente…

solo necesito aprender a amar…

sin soberbia, sin vanidad, sin usar mi falsedad.

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Confieso querido amigo.

Nunca he sabido si soy poeta o solo ridículo con dolores que declama; he olvidado las técnicas de la escritura porque los lenguajes se han vuelto confusos, cuando trato de acusar lo que mi conciencia ha visto en los laberintos de mí ser irreflexivo.

Al principio aprendí a quejarme y a echarle la culpa de mis adversidades y miserias a todos los demás…

siempre han sido más fáciles las excusas y los pretextos, los que me han llevado de la mano dulcemente a la mediocre conformidad de mi existencia animal. La que he creído que es correcta porque la he etiquetado con un letrero falso de éxito.

No sabía que tan grande era mi cobardía, de hecho yo pensaba que no era cobarde… estribado en este dicho, caminaba diciendo mi facha: ¡no soy cobarde!… ¡no soy cobarde!

Mas el día que se empezó a desmoronar lo inanimado; en lo que finque mi seguridad, descubrí la dimensión de mi comedia, cuenta me di, con dolores y vergüenza, que mis castillos eran de papel… de colores, ¡sí!…

pero solo de papel que formaba un gran escenario.

Me llene de cosas inservibles, pensé; que tomaron años coleccionarlas… y me volví presumido porque orgulloso estaba de ello… mas nunca ponía atención a cosas importantes. Camine sobre la delgada línea que separa la vulgaridad del éxito… ¡creí! ser inteligente… y lo soy, pero no porque lo creí… si no por lo que deje de creer… porque antes fui solo payaso con castillos de papel que jugaba a ser rey en ese gran teatro,

donde jugamos todos… aunque el escenario de mi fue, el no era mi creación.

En mi búsqueda, por redimirme, me sentí como