Mi última chance

Por Vanessa Sueroz

Igor está en el primer año de la facultad, pero en vez de concentrarse totalmente en los estudios, él no piensa en otra cosa que no sea una morena. Entre peleas y desencuentros su mejor amigo le propone una puesta que puede cambiar totalmente a su vida. ¿Será que él irá conquistar a su chica o la perderá para todo el siempre?

• Idioma: Español
• Editorial: Vanessa Sueroz
• Fecha de lanzamiento: 28 abr 2018
• ISBN: 9781547519583

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Mi

última chance

Autor: Vanessa Sueroz

Edición: 2º

Traducción: Carlos Eduardo de A. Oliveira

Publicación: Enero/2016

Categoría: Libro nacional – Romance – Juvenil

Contacto: [e-mail]

Para aquellos que creen en amor verdadero

Sumario

––––––––

Prólogo 6

Capítulo I 9

Capítulo II 25

Capítulo III: 52

Capítulo IV 60

Capítulo IV 73

Capítulo V 82

Autora 99

Prólogo

No sé de dónde debo empezar, ¡pero mi vida perfecta se acabó! Oye, que se me faltan los modales... Soy Igor Cintra, mucho gusto. Soy estudiante de medicina en la mejor facultad del país – de período integral, infelizmente. Actualmente, vivo en un alojamiento estudiantil cerca de la facultad con mis amigos Claudio, Wagner y Daniel.

Claudio es un moreno, alto, pues... no voy a describirlo. Él estudia medicina conmigo, pero está becado, o seas... Su familia rica lo quería siguiendo los negocios del papá, él se recusó, hizo la selectividad y ahora está aquí conmigo y con nuestras musas: Helena Menezes y Lucia Souza.

Wagner es el más feo del grupo. Él es bajito y actualmente está con sobrepeso, quizás porqué se queda por todo el día frente a la computadora. Él estudia diseño de juegos.

Daniel es el que más estudia. Él hace grado en matemáticas, no sé cómo aguantas, pues... Es rubio, flaco, tiene ojos azules, lo sé... Tengo envidia igual.

Las chicas que valen la pena decir son nuestras musas. Claudio, a pesar de ser un perro y se enrollar con mitad de las chicas de la facultad, ama la loca Lucia, que parece amarlo igual, pero no lo acepta.

Lu es una chica de altura mediana, rubia, tiene ojos verdes y los pelos encrespados y largos. Muy hermosa e inteligente, pero no gana de mi adorada Helena.

Hel es la chica más guapa que conocí, y sepas que yo he conocido a muchas. Ella es perfecta: sus pelos negros y ondulados hacen un contraste adorable con la piel pálida, es bajita y educada – a pesar de odiarme y no ser dulce conmigo. Ella es la mujer más inteligente que conozco; después de mi madre, por supuesto. Hel también está becada por la facultad y, por eso, se preocupa mucho con los estudios.

Pero, dejando las presentaciones para después, estoy aquí para contarte la mejor y la peor cosa de mi vida, no necesariamente en este orden.

Como todos en ese alojamiento ya lo saben, yo soy locamente apasionado por Hel, pero ella nunca aceptó nada de mi parte, ni por lo menos para un helado en la esquina. Conozco a la loca de Hel desde del técnico en enfermería que hicimos, pero eso no importa ahora.

Lo importante es que Claudio, siempre de broma conmigo, tuve una rica idea que cambió a mi vida.

No está mal que no se pueda fiar en los planes lunáticos de Claudio, pero, como a Daniel también le pareció ser una buena idea, resolví entrar en esa historia lunática y tener mi última chance de conquistar Helena.

¿Quizás ella pare de verme cómo un niño mimado y me vea cómo el hombre que soy? Estamos en el primer año de medicina. Tengo veinte años, pero Helena aún cree que soy el mismo chico con dieciséis años que conoció en el técnico; la orgullosa no da marcha atrás para aceptar que yo cambié

Capítulo I

– ¿Porque esa cara, hombre? – me preguntó Claudio así que salió de la ducha y me miró aún tirado en la cama.

Las habitaciones son compartidas entre dos personas aquí en el alojamiento.

– ¿Que me preguntas Claudio? – lo cuestioné irritado. Mi mundo había se rompido esa noche y a nadie se le importaba.

– ¡Ya he dicho que solo perdió la apuesta porqué quiso! – él me respondió encogiendo de hombros.

– ¡¿Por qué quisieras?! – grité ultrajado. – Era la última cosa que yo quería.

– Entonces, deje sus lamentos para después y olvida esa apuesta de mierda. Vete a darse el buenos días, mi flor de costumbre – me dijo el perro.

– ¿Y romper la promesa que yo he hecho? – Pregunté aún sin creer que él había propuesto eso. – Si lo hiciera, seguro que ella nunca más confiaría en mí.

– Si es verdad, alégrate en tener a ella por una noche en tus brazos – respondió Claudio igualmente irritado. – Vete ya a hablar con ella, Igor. Hay que intentar ser feliz... Todos nosotros sabemos que ella lo ama. ¿Cuál es el problema en insistir un poquito más? – Él preguntó más tranquilo después de un largo respiro. – Piensa en ello, mi hermano. Por lo menos, hable con ella... – Sugirió antes de salir del cuarto.

Las imágenes de la noche anterior aparecían en mi cabeza a todo momento. Yo debería encontrar una salida para ello. Entonces, me recordé de dos días antes de la fiesta.

Días antes...

– ¿Que está pasando, Hel? – Escuché a Claudio preguntando cuándo estaba desciendo las escaleras del dormitorio.

– La fiesta de la