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Curso de esgrima
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Libro electrónico335 páginas2 horas

Curso de esgrima

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Con sus rápidas y espectaculares paradas, la esgrima es un deporte completo que precisa un entrenamiento serio; es también un deporte que se puede empezar a practicar a cualquier edad. Tanto si elige el florete, como la espada o el sable, con este libro aprenderá todas las técnicas que le permitirán sostener bien el arma, repetir correctamente un saludo, un ataque, un avance, un retroceso, etc. Además, aprenderá también a encadenar las diferentes frases de armas que componen el asalto: preparación al ataque, ofensiva, defensiva, etc. En definitiva, descubrirá un deporte que aporta agilidad, agudeza visual y reflejos, además de desarrollar la capacidad de análisis.
IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento15 jul 2016
ISBN9781683251033
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    Lo sencillo y básico del tema, tanto para el neófito como para el experto.

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Curso de esgrima - Martine Fauré

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Introducción

La esgrima, bien sea considerada como un deporte o como simple ocio, enciende muy pronto en la persona que la practica una pasión irreprimible.

Entre los alumnos del maestro Castanet, se pueden recoger algunos testimonios que vienen a confirmar esto.

Giorgio, estudiante de historia del arte, empezó a practicar esgrima en Italia, en Palermo. Para él, los italianos son técnicos del hierro, y los franceses, criaturas del duelo. Estos dos aspectos no parecen molestarle demasiado, y tiene como arma predilecta la espada, ya que ofrece «el justo término medio entre la fuerza del florete y la del sable». La esgrima es un deporte «con la misma categoría que la natación, pero sobre todo ofrece satisfacciones intelectuales».

Aprender a batirse y a respetar al adversario (fotografía PF)

Nicolas, un apasionado de la historia y del siglo xvii, está completamente de acuerdo con esto. Monta a caballo, juega a tenis y... pratica la esgrima.

Este apasionado de las novelas de capa y espada sueña con tener un día una espada antigua y poder batirse con ella. De momento, está especialmente preocupado por mejorar su precisión y su falta de flexibilidad.

Para Virginia, la esgrima es un deporte al que llegó casualmente, y que le permite «gastar el exceso de energía». «Soy mala perdedora, y al principio, fue muy duro. Las reglas y su respeto fueron un descubrimiento. Todos mis amigos se burlaron de mí un poco y me llamaban D’Artagnan. Ahora, va mejor, pero consideran que hablo de ello demasiado.» Fascinada por el rigor de la esgrima, sólo lamenta una cosa: las rivalidades que nacen, a medida que el nivel progresa, y el paternalismo de los chicos con respecto a las chicas: «Además, cuando estamos empatados, el chico no soporta la idea de perder ante una mujer; es un ambiente aún misógino».

Ninguno de los alumnos del maestro Castanet está dispuesto a dejarlo, y todos son unánimes: cuando se empieza, se quiere continuar.

Parece ser —al menos es el reproche que se hace a veces— que la esgrima moderna deja cada vez menos espacio a la escucha y a las convenciones, concediendo más importancia a los ataques y contraataques. Todos los jóvenes que empiezan a practicar la esgrima se sienten atraídos por la noción de respeto del adversario, pero también por la posibilidad de batirse. Sin embargo, «no existe nada más bello y más emotivo, antes de una competición internacional, que llegar por la mañana a la magnífica sala del estadio Pierre de Coubertin, en París, para ver cómo se entrenan los tiradores», declara Florence Le Guy, antigua competidora y profesora. Como muchos, se lamenta de que las competiciones de esgrima se desarrollen cada vez más en el caos de los gritos de ánimo, de los lloros, de las exclamaciones. Algunos pesimistas ven incluso cómo llegará el sombrío día en que los tiradores estarán rodeados por anuncios publicitarios en medio del público del estadio. ¿La esgrima es reaccionaria? No. Pero se adapta a su época con dificultad. Y si para convertirse en esgrimista de competición es necesario empezar joven, no es menos cierto que puede practicarse a cualquier edad, ya que mantiene la agilidad, la agudeza visual y el espíritu de análisis. Ha nacido la esgrima como ocio. Y es accesible a todos.

DEL ARTE DE LA GUERRA

AL OCIO-DEPORTE

Cartas de nobleza

Aunque fue en Europa donde la esgrima moderna vio la luz, sus orígenes hay que buscarlos, naturalmente, mucho más atrás. El arma o, mejor dicho, las armas, nacieron con la civilización, y eran instrumentos de ataque y de defensa, primero contra los animales y luego contra los hombres.

En los orígenes de la humanidad: del puñal a la espada

Las primeras armas eran armas de choque (palos, mazas...). Luego llegaron el hierro (lanzas, picas, azagayas...) y las armas arrojadizas (arcos, venablos...). Paralelamente, se desarrollaron las armas de protección (el escudo, el casco y, más tarde, la coraza). Las armas de mano, como el glavio, la espada, la cimitarra, el alfanje o la daga, se popularizaron con gran rapidez, y su constante evolución es un signo flagrante de lo mucho que se utilizaban.

La Edad de Piedra

El hombre del Paleolítico superior (35000-9000 a. de C.) utilizaba huesos de reno para fabricar sus armas. Sin embargo, muy pronto amplió su campo de acción y comenzó a utilizar el sílex tallado. El puñal del Neolítico (6500-1800 a. de C.), arma de estoque de doble filo de piedra tallada (o de hueso) y luego pulida, estaba fabricado para atravesar, y su perfección era tal que cuando se realizaron las primeras armas de cobre se copió exactamente el modelo.

La Edad de Bronce

Como el cobre era demasiado blando, se comenzó a utilizar una aleación con algunos componentes endurecedores, y luego con estaño. Es así como nació el bronce, con los progresos de la fragua. En los años que van del 1800 al 750 a. de C., este metal sufrió numerosas evoluciones.

La espada creto-micénica, arma de estoque y de talla, presenta modelos con incrustaciones de oro y plata, damasquinadas (incrustaciones de hilo) u ornamentadas (recubiertas de polvo de plata, de cobre o de azufre, que se cuece y se pule). Pero el ornamento no era solamente decorativo; reforzaba la resistencia del metal. Los primeros puñales de este tipo se encontraron en la acrópolis de Micenas. Su carácter lujoso demuestra que no eran armas para ser utilizadas, sino más bien de adorno u objetos funerarios. Creta es una mina para los arqueólogos. Además de los pequeños puñales de cobre muy cortos y triangulares del Minos primitivo (3000 a 2000 a. de. C.), encontrados en Haghia Triada sobre todo, el Minos reciente descubre las primeras «espadas» de bronce (magníficas armas aptas para la parada) enterradas en las tumbas de Micenas. Estas espadas se asemejan más bien a largos puñales. Se encuentran en toda la Égida, Creta incluida. Los motivos decorativos son poco variados, y hacen referencia a la caza.

ARMAS DE BRONCE

1. Puñal chipriota de cobre, Edad de Bronce

2. Espada derivada del puñal triangular sin espiga ni lengüeta, Edad de Bronce, II-III, norte de Francia

3. Espada de la Edad de Bronce IV, Francia

4. Espada de lengüeta, Edad de Bronce II-III, Meurthe-et-Moselle (Francia)

5. Espadas de espiga derivadas del puñal chipriota, Edad de Bronce II-III, Francia (derecha) e Italia (izquierda)

Se ha demostrado que en Egipto no conocieron el bronce hasta la XII dinastía; pero con respecto a Asia, el misterio es mayor, aunque se pueden ver algunas huellas de la influencia egipcia. En las tumbas sirias (en Tell el Tin), igual que en Tell Sifr (entre el Trigris y el Éufrates) o en las ruinas de Nimrud (ciudad fundada hacia el 1300 a. de C.), aparecen también puñales triangulares, pero como armas de difuntos o de parada. Es pues hacia el 1500 a. de C. cuando la hoja del puñal se alarga y se aproxima a la de la espada. Subsisten en el Cáucaso puñales de bronce, lo que muestra que las civilizaciones, a pesar de la distancia, evolucionaban al mismo ritmo. Estas armas eran de bronce colado, homogéneas y relativamente resistentes. Los puñales eran de madera, hueso o cuerno.

Todas las espadas salidas del puñal chipriota (salvo excepción) son armas de estoque; por ello, presentan las hojas afiladas o con bordes paralelos. Hasta bien avanzada la Edad de Bronce no se utilizan para cortar, y se hacen con doble filo, sables y espadas a la vez.

La Edad de Hierro

La revolución del hierro (750 a. de C. hasta nuestra era) proviene sin duda de Anatolia, y se extendió con las invasiones hacia Egipto y Europa. Desde el periodo de Hallstatt hasta los celtas, las armas son cada vez más elaboradas. La larga y pesada espada de Hallstatt (medía más de un metro) es una copia ampliada de la de bronce. Se encuentra, también hacia el 650-625 a. de C., una espada corta llamada «puñal de antenas» (en Italia y en Grecia), que a menudo terminaba en unas bolas, y que se utilizaba sobre todo en los combates a caballo. El puñal de antenas puede presentar diversas formas, y dispone de pomo y guarnición. Paralelamente aparece también la vaina metálica, hasta entonces poco habitual.

El pomo y la empuñadura no dejan de evolucionar, por varias razones que mezclan la utilidad y la estética. Así es como en toda Europa (y sobre todo la central) el arma se adapta a su dueño, y se convierte en fiel compañera y testigo de su existencia, a menudo difícil. La caballería celta, según Estrabón (Geografía, IV, 4-2), lucha con armas ligeras. La espada, muy corta y afilada (arma de estoque), se redondea en forma de sable. Las antenas desaparecen. Como existen pocos talleres de fabricación, las armas se exportan. La principal fuente de documentación sobre este periodo es, una vez más, el ámbito funerario. Las armas celtas eran de buena calidad; además de las lanzas y venablos, se encuentran los puñales de bronce con hoja triangular y espadas: una especie de espada corta (que mide menos de un metro), de chapa doblada exteriormente con una hoja de bronce ribeteada; el aro de suspensión está adornado (esmalte) y la hoja es afilada. Este tipo de espada acaba por desaparecer, y su punta se achata; no es más que un arma de talla que se cuelga a la cintura mediante unos aros de hierro o mediante una especie de boquillas (Diodoro de Sicilia, Biblioteca histórica, V, 30). Las más bellas se exponen hoy en día en Hungría, y llevan incluso marcas de fábrica. Su longitud total no excede los 0,70 metros y son muy numerosas. Las espadas bretonas son casi idénticas, pero tienen unos adornos más rebuscados (Tácito, Agrícola, XXXVI), y su longitud acabará aproximándose a la del gladius romano.

HALLSTATT

En Alemania, al este, las espadas (de un solo filo) llevan a veces un punteado sobre la parte media de la hoja o bandas, adorno que resulta muy original. Sin embargo, el refinamiento no era su preocupación principal: una espada debe ser ante todo práctica. En general, todas son de bastante mejor calidad que las espadas romanas, lo cual es normal, teniendo en cuenta que son el fruto de una larga tradición metalúrgica.

En el Adriático, hacia el mismo periodo, aparecen algunas espadas ligeramente acodilladas. La espada curva era empleada por los celtíberos en los siglos v y vi. Presenta un solo filo, su forma es ondulada y su empuñadura es llana, a menudo zoomorfa. Esta arma se puede ver en las decoraciones de jarrones de cerámica áticos; se llama almedenilla, y recibe su nombre del lugar donde se puede encontrar un número considerable de ellas, cerca de Córdoba, ya que los íberos, convertidos

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