LA GUERRA Y LA POESIA
La batalla es sangre”, se relame una veterana de 17 años. Otras dos que acaban de ocupar el cuadrilátero se cruzan miradas ásperas y toldadas con viseras de cap. Apretando los puños, se preparan para atacar sin vacilaciones. La tensión enmudece a la tribuna que las rodea en el instante en el que presentan armas: “¡Piedra, papel o tijera…! ¡Piedra, papel o tijera…!”. Así se resuelve el orden de ataque, una nueva batalla comienza. “¡Púdranlaaa!”, grita la y el duelo rimado empieza a crecer. Las contendientes se balancean sobre el . La boca pegada al micrófono improvisa por turno nunca son corteses. N.N. versus Caty, por ejemplo: “Sos tan elegante como un canapé de polenta…”. O Saga versus N.N.: “Llamá a una clínica, que te voy a dejar paralítica, pero de lírica…”. La batalla es sangre. Pero apenas un round termina, dos que acaban de destrozarse retóricamente dibujan una sonrisa y un choque de puños sella la paz.
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