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Earthrad: La Elección
Earthrad: La Elección
Earthrad: La Elección
Libro electrónico442 páginas6 horas

Earthrad: La Elección

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En Earthrad la ciencia y la tecnología están prohibidas, toda máquina que piense, vuele o se mueva por sí misma, es blasfemia y debe ser destruida. En este mundo rige la alta magia: los guerreros manejan poderosos conjuros de tipo ofensivo, propios de cada casa real, y los magos la manejan en su estado puro. Nada escapa a ella, ni siquiera la más cotidiana de las acciones...
Un edicto imperial ha sido enviado a los diez reinos que conforman el imperio, la princesa real ha llegado a la edad límite para contraer matrimonio, no hay príncipe varón en la casa regente; así que la princesa primogénita será la próxima emperatriz, quiera o no, tiene que casarse. Las mortales pruebas para elegir al consorte están listas y los reinos enviarán a sus príncipes primogénitos para enfrentarlas.
Por milenios, los reinos oscuros de Darkart y Midiad, no han enviado a sus príncipes a las pruebas, pero ahora el temido príncipe oscuro de Darkart está viajando a ciudad imperial para participar en ellas, tras el, tres de los cuatro inmensos y poderosos ejércitos de su reino se movilizan sin destino conocido, comandados por su padre. Dos grandes misterios acosan a todos los reinos involucrados: el destino de las fuerzas militares del reino oscuro y la razón por la que mueven sus ejércitos a la batalla. Esta noticia hace que la coalición imperial, formada por los reinos afines al emperador, se prepare para su movilización, al mismo tiempo, la alianza neutral, formada por los reinos enemigos del imperio, también pone sus ejércitos en alerta; quizá sea la oportunidad que estaban esperando.
Casi todas las fuerzas militares de Earthrad, con sus grandes flotas de dragones y destructores, están listas para la batalla. Mientras, los preparativos para las pruebas de la elección del nuevo príncipe consorte imperial, siguen. Intrigas y planes secretos se urden en todos los rincones de Eardrath... Es muy probable, que una guerra total esté por comenzar, y tú, serás testigo de ello.

IdiomaEspañol
EditorialM.H. Eggeling
Fecha de lanzamiento23 jul 2016
ISBN9781310574740
Earthrad: La Elección

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    Earthrad - M.H. Eggeling

    CATORCE DANS ATRAS

    PALACIO IMPERIAL — PATIO DE ENTRENAMIENTO

    Los oficiales y soldados imperiales habían dejado de entrenar y observaban con admiración cómo la pequeña princesa imperial de apenas doce dans hacía retroceder a su maestro, uno de los mejores señores de la guerra Daniadan. Al principio solo se limitaron a mirar pero a medida que el encuentro se ponía mejor ya empezaban a gritar y alentar abiertamente a la heredera del trono. Cada vez que la niña atacaba levantaban el brazo derecho en señal de apoyo como si de un torneo de campeones en verdad se tratase, complacido el maestro sonreía mirando cómo la espada de acero nimiad de la princesa hacía restallar la hoja de su espada entre chispas y virutas de metal que saltaban por los aires. Ya cansado y temeroso del temperamento de la pequeña, quien podía resultar herida por su vehemencia, decidió acabar el encuentro, atacó frontalmente haciendo que la princesa retrocediera y tomara posición de defensa, comenzó a recitar entre dientes el conjuro de poder de su casa, no usaría mucha fuerza pues la descarga eléctrica podía fácilmente parar el corazón de la niña, la princesa pudo sentir cuando su maestro se concentraba para utilizar su poder, inmediatamente cambió su posición a ofensiva y lo atacó ferozmente sin darle tiempo a nada, movía de forma circular su espada y no dejaba de golpear la de su maestro, la pequeña se adelantó y lanzó primero el conjuro de su casa barriendo al señor de la guerra un gran tramo por los suelos lo que hizo que todos los presentes se pusieran de pie e hicieran una gran algarabía, gritaban y levantaban sus armas golpeando sus armaduras, el señor de la guerra algo repuesto del violento golpe, buscó su arma con la mirada, pero antes de que pudiera levantarse, una sombra voló por los aires y cayó directamente sobre él, un pie no más grande que su mano inmovilizó su brazo derecho y una espada reluciente amenazó su garganta.

    —Te rindes, maestro.

    —Me rindo… querida princesa, ya no tengo nada más que enseñarle, felizmente para mí y a pesar de su corta edad, conoce todos los secretos de los Daniadan, poderosos guardianes de la frontera sur, felicito que no usara técnicas de las otras casas, solo las Daniadan y las Imperiales, como una verdadera dama guerrera, le saludo princesa.

    El maestro Diab, poderoso señor de la guerra, se paró adolorido e hizo una reverencia, la pequeña lo miraba con tristeza, ya no volverían a enfrentarse, le devolvió la reverencia y caminaron lentamente por uno de los corredores que daba a los acantilados del lado norte del castillo imperial con una maravillosa vista de la ciudad al atardecer, mientras en el patio de armas los soldados y oficiales reían, se felicitaban y seguían contándose los detalles del encuentro.

    Sobre los techos cercanos, soldados de las fuerzas de elite imperiales observaban todos los movimientos de la princesa, no se los veía pero estaban listos para intervenir al menor indicio de peligro para la primogénita del imperio.

    —¿Significa esto que ya no te veré maestro?

    —Debe entrenar todas las artes de guerra de las diferentes casas mi princesa, pero nos veremos para sus clases de historia.

    —Lo que no incluye las técnicas de las casas extintas ni tampoco las prohibidas.

    —Jajaja, nunca deja de intentarlo mi princesa, conoce la ley, no puedo. ¿Cuántos soldados de las fuerzas especiales están ocultos cuidándote princesa?

    —Siete, Maestro, más uno que acaba de llegar por el ala sur.

    —¡Excelente!

    La princesa miró los dos soles ocultándose a lo lejos entre las montañas.

    —Maestro Diab, cuéntame de nuevo la batalla de Iridiad, es mi favorita.

    El maestro sonrió y miró al cielo para tomar aliento, no sabía por qué a la pequeña princesa le gustaba tanto un suceso tan terrible, pero con todo el talento que los viejos dioses le habían dado, le complació.

    —Antiguamente eran catorce los reinos que conformaban el imperio de Earthrad, dos desaparecieron en la antigüedad y los que quedaron permanecían en continuas guerras hasta que se llegó a un precario equilibrio que se mantenía con alianzas entre los reinos más débiles, y casamientos entre las familias reales… pero el equilibrio no duró mucho, un día una profetisa llegó a ciudad capital con un mensaje de los viejos dioses: Los viejos dioses han visto la destrucción de todo el imperio bajo la mano de los Adriadan, estos se alzarán y destruirán reino por reino hasta llegar a ciudad imperial y todo será quemado hasta sus cimientos.

    El emperador de ese tiempo, se llenó de preocupación y le preguntó a la profetisa cómo podía evitar la destrucción del imperio, la profetisa contestó: Aunque habrá dos reinos que no participarán, reúne a todo el resto de los reinos y ataca al reino militar, destruye Adriadan, hasta que no quede nadie más que su rey en pie y la profecía no se cumplirá. En ese momento cambió el rumbo de la historia de Earthrad, la gran campaña se realizó en silencio y durante largos dans se preparó la guerra de exterminio. Los muchachos de todo el imperio, entre ellos mi padre, quien contaba esta historia, querían encontrar la gloria en la vida militar, así que se presentaron voluntarios sin saber a quién enfrentarían, se los entrenó y se los preparó… en el tiempo debido el emperador pidió la alianza a las once casas restantes, pero como decía la profecía dos reinos no aceptaron, los reinos oscuros de Darkart y Midiad, no participarían en tal cobardía, pero no intervendrían tampoco a favor de los Adriadan, ya que la profecía vaticinaba también la destrucción de sus casas, se acordó el tiempo preciso y cuando la ciudad capital militar de Adriad estaba en un festival religioso, se los atacó, los Adriadan vivían en continuo estado de sitio y alerta, así que resistieron ferozmente el primer ataque de las fuerzas conjuntas de las casas aliadas, los ejércitos de la alianza pelearon valientemente pero no pudieron hacerles mayor daño, el poder mágico de la casa Adriadan era el más peligroso de toda Earthrad, así que lo que se suponía sería una guerra relámpago, se transformó en una guerra de desgaste… pasaron dans para que la alianza se hiciera con la victoria.

    Los Adriadan estaban hechos para el combate, su entrenamiento desde niños era salvaje, no tenían miedo a nada y su mayor gloria era morir en el fragor de la lucha, así que fueron muchas las batallas que se libraron, algunas ganadas por la coalición y otras por los Adriadan, al final lo que realmente venció al reino militar fue que cortaron sus suministros, eso los llevó a no tener otra opción más que atacar de frente a una fuerza muy superior, pero los Adriadan vendieron cara su derrota… al final cuando su ejército había sido casi totalmente exterminado en los campos de Iridiad, no quedaban más que algunos de los altos oficiales peleando con su rey, detrás de ellos solo quedaban algunas madres con sus hijos pequeños defendiendo la ciudad de Adriad ya en ruinas. Los viejos se habían presentado como voluntarios mucho tiempo antes y murieron con honor en los campos de batalla, las ancianas habían cometido suicidio voluntariamente para preservar los pocos alimentos que quedaban, para los que podían luchar, cuando todo estaba perdido y dándose cuenta que existía la orden de matar a mujeres y niños, sin dudar un momento las madres intercambiaron sus hijos, mataron sin dolor a todo niño que no pudiera levantar una espada, así no morirían de otra manera que no fuera por su propia mano y por el acero nimiad, habiendo hecho el máximo sacrificio, tomaron sus espadas y armaron al resto de sus hijos que por su edad no fueron llamados a los campos de batalla y se dispusieron a enfrentar a los soldados que vinieran por ellos. A nuestra casa le tocó la nefasta tarea de exterminarlos, mi padre era un teniente, un muchacho, no obstante tantos dans de guerra lo habían curtido y amargado, eran demasiados amigos y parientes muertos, la piedad había abandonado sus corazones, avanzaron cansados queriendo de una vez terminar tanta locura, pero esas mujeres y sus hijos, muchos de los cuales no tenían más de doce dans, se enfrentaron a nuestro ejército como drags heridos, la mayoría de las mujeres sabían cómo desviar nuestros rayos de batalla y eran diestras guerreras, la mortandad de ambos lados fue terrible, pelearon y resistieron la avanzada de nuestro ejército heroicamente, al final todas las mujeres murieron y los pocos niños que quedaban se replegaron, empapados en nuestra sangre levantaban sus espadas retándonos a ir por ellos, el rey de Adriadan, quien se batía con un puñado de oficiales contra las huestes de la alianza, los vio a la distancia, hizo todo lo posible por llegar hasta ellos, pero no pudo, los restos del ejército de la alianza le cerraron el flanco. La intervención de la casa de Travis, sacando de la batalla a nuestros hombres y enviando a lo que quedaba de la elite de su ejército, nos salvó de seguir en esa desgraciada tarea, el poder del hielo de los guerreros Travis, los congelaría y los niños morirían inmediatamente, los Daniadan dieron la vuelta extenuados, se retiraron con vergüenza, sin mirar atrás.

    El rey de Adriadad seguía como un loco peleando pero ya estaba exhausto y herido, cientos de soldados caían cada vez que atacaba, pero estaba solo y no se había dado cuenta, todos sus comandantes, oficiales y hasta su consejero Midiad habían muerto en combate, cuando los ejércitos de la alianza se dieron cuenta de que no quedaba ningún Adriadad más que su rey no supieron qué hacer, la profecía se había cumplido, el vencido rey comprendió lo que pasaba y la batalla se detuvo en un punto muerto, nadie se atrevía a moverse, el entonces joven príncipe de Travis, Itravis, quien ahora es conocido como el sabio de las montañas, peleaba en la vanguardia, dejó su espada en el piso y de todos los reyes y príncipes, incluido el emperador, fue el único que se atrevió a hablar con el rey de Adriadan, Itravis el sabio le dicen, pero ese día pudo cambiar su título por el de Itravis el valiente, nadie sabe qué hablaron, no fueron muchas palabras, pero el vencido rey bajó sus espadas y se dirigió hacia su ciudad en ruinas cubierta con los cuerpos de sus últimos defensores, reunió lo que quedaba de su poder y destruyó todo lo que quedaba en pie de la última ciudad del reino militar, ninguna casa real pudo tomar nada de la capital de Adriadan… las huestes de la alianza se abrieron para darle paso, la más poderosa de las casas había sido exterminada y el rey guerrero del reino militar de Adriadan desapareció esa tarde en la leyenda.

    La princesa, quien escuchaba como hipnotizada el relato de su maestro, reaccionó.

    —¿Y el rey de Adriadan?, y si algún día regresa.

    —Como usted sabe, la leyenda dice que no puede morir, está maldito… es un inmortal, ¿si algún día regresa?, nadie lo sabe, es el inmortal más antiguo y poderoso de todos, según cuenta la historia fue el único que pudo derribar las murallas de esta ciudad y destruir el trono imperial… pero ahora, solo vive en el recuerdo.

    Capítulo UNO. Los diez reinos

    EARTHRAD – LA ACTUALIDAD

    El aviso se extendió sobre las nueve esquinas de Earthrad, la princesa primogénita llegaba a la edad límite y su padre convocaba al torneo para buscar consorte, algo nada fácil, pues para pedir su mano los príncipes debían pasar varias pruebas, algunas realmente peligrosas, si las pasaban, como último requisito debían vencer al campeón elegido de la casa imperial de Ordrad, que podía ser la princesa misma, si no había un guerrero más poderoso que ella.

    Todas las familias reales entraron en histeria, soñaban con la posibilidad de que sus hijos pudieran contraer nupcias con su serenísima alteza, quien al morir su padre o dimitir, sería la emperadora y señora de toda Earthrad… el premio detrás del casamiento era que la casa del consorte se vería bendecida con el poder que ello daba… era rara en verdad una oportunidad como esta, la mayoría de los emperadores tenían hijos varones con sus reinas y si estas no podían dárselos, buscaban una concubina real que se los diera, pero el emperador Ordrad solo tuvo hijas de todas sus esposas y concubinas.

    Los espías de las diferentes casas habían acumulado información sobre la princesa consorte y sus hermanas, por si la primogénita tuviera algún accidente y la siguiente subiera al trono… todo detalle era repasado por los escuadrones de inteligencia como si de una guerra se tratara, estaba claro que la princesa podía elegir entre los primogénitos que pasaran las pruebas, así que conocer de antemano los gustos y preferencias de su alteza imperial era prioridad. La princesa Vania no era la más hermosa de las hermanas imperiales, pero de todos modos era muy bella, de inteligencia muy fina y carácter introvertido, tenía un genio poco amigable, físicamente poderosa, alta, de complexión atlética, hombros cuadrados y espalda amplia, firmes y largas piernas, con pelo rubio casi blanco y ojos celestes, algo muy raro en la familia imperial, quienes normalmente tienen el pelo negro o rojo y presentan heterocromía, con un ojo azul y otro verde… afirman, que si te mira directamente, los ojos de la princesa tienen el poder de ver hasta el más oscuro secreto que puedas guardar, este poder hace afirmar a los ciudadanos imperiales que sus ojos y su pelo son un regalo de los viejos dioses, su entrenamiento en todas las formas de pelea y su conocimiento de los poderes de todas las casas existentes, la hacen el guerrero más poderoso de ciudad capital, tiene la fuerza de varios hombres y el poder de la casa del emperador, que la protege de casi todos los ataques de las casas reales, con solo conjurarlo puede repeler y barrer un escuadrón completo por los aires a gran distancia o bloquear la mayoría de los ataques mágicos, si la princesa era la campeona a derrotar, no sería fácil.

    CASA REAL TRAVIS — VALLE DE LOS LAMENTOS — CASTILLO ACORAZADO DE LAS MONTAÑAS

    Itravis el sabio, señor del reino de Travis, tenía en sus manos la invitación a las pruebas para elegir al consorte imperial, su poderoso cerebro trabajaba buscando todas las posibilidades y variables que pudieran ayudar a su hijo a ganar la mano de la princesa imperial.

    —¡Dónde está mi hijo!

    —Mi señor, el príncipe está entrenando en los campos de hielos exteriores.

    —Que venga cuanto antes, quiero que sea uno de los primeros en llegar, que preparen todo para que los diez mejores guerreros de mi ejército lo acompañen como escolta… más bien nueve, jajaja, el décimo guerrero será su mentor.

    Aldrid, uno de los consejeros más preciados de Itravis se acercó sigilosamente, la risa de su señor no auguraba nada bueno, pues era conocido que el humor del rey de Travis era especialmente negro.

    —Mi señor, me permito recordarle que el gran señor de la guerra, maestro del príncipe no puede ingresar a ciudad capital.

    —Va como mi enviado con inmunidad real, solo Ordrad en persona podría negarle el paso, ¿algún otro problema?

    —No mi señor, ninguno, vivo para cumplir su voluntad.

    El consejero agachó su cabeza e hizo una reverencia, sus ojos reflejaban preocupación, enviar al gran señor de la guerra a ciudad capital, era a lo menos poco indicado y traería problemas al reino.

    En los campos de hielos lacerantes, cercanos al palacio acorazado, el príncipe entrenaba con su mentor y maestro en artes de guerra olvidadas, peleaba con furia y a pesar del frío reinante, el sudor surcaba su cara, el violento sonido de las espadas al chocar provocaba eco en las montañas haciendo caer trozos de hielo y nieve a la distancia, los ataques eran violentos y su maestro los devolvía con la misma intensidad, no obstante conversaban y sonreían cada vez que se acercaban lo suficiente.

    —Paremos un momento para que tomes aliento, joven Itravis… recuerda, puedes usar pocas veces tu poder en batalla, después de usarlo eres presa fácil por un tiempo hasta recargar fuerzas nuevamente, por eso te entreno tanto, para que puedas defenderte en esos lapsos aun contra los guerreros Midiad, los guerreros Travis tienen el poder del hielo, pero solo tú y tu hermana pueden congelar una hueste completa, en batalla, es una gran ventaja.

    —Si puedo congelar a una hueste entera, ¿por qué no usarlo como intimidación al principio de la batalla, como hace mi hermana?

    —Has visto pelear demasiado a tu hermana, olvídate de ella, concéntrate en tus posibilidades, tienes que ser astuto y adelantarte a tu enemigo, confía en tus instintos, conoces los poderes de todas las casas reales y cómo contrarrestarlos, pero sabes que las otras casas estudian tu poder también, hay dos casas que pueden pararlo en seco, cuidado, no obstante te enseñé a usar técnicas olvidadas que son tu tesoro, no las uses a no ser que sea estrictamente necesario.

    —Pero, ¿cómo diablos voy a saber en qué momento mi enemigo usará su poder en batalla?... mi hermana parece saberlo.

    —¿Por qué te obsesionas con tu hermana?... adivínalo, siéntelo, los poderes no se piensan, se sienten, tienes la facultad de hacerlo… ¡igual que tu hermana!, si llegas a controlar tus instintos te aseguro que podrás derrotarla, es difícil pero no imposible, Isabo está bendecida con los poderes completos de dos casas y es una guerrera excepcional, pero eso le hace ser demasiado soberbia, en batalla, eso, es una debilidad.

    En el cielo se recortaba la figura de un oficial de alto rango con el estandarte de la casa real de Travis, se acercaba rápidamente en su dragón, los guardaespaldas del príncipe apuntaron sus ballestas y conjuraron su poder de casa apenas vieron la figura contra las nubes, cuando reconocieron la bandera y el uniforme bajaron sus armas, aunque sin sacar los dedos de los gatillos ni retirar su conjuro de casa, nunca se sabe, el dragón planeó hasta tocar piso, la nieve se levantó a su alrededor y el magnífico animal se agachó para que el oficial bajara, caminó hacia el príncipe y puso su rodilla en la nieve.

    —Príncipe Itravis… y usted, gran señor de la guerra, el rey los espera con urgencia, hay nuevas de la casa imperial.

    El príncipe guardó sus espadas e hizo una reverencia a su maestro, corrió y montó su dragón, el animal alzó el vuelo alcanzando rápidamente la cima de las montañas, detrás de las nieves eternas, apareció a la vista el magnífico castillo acorazado, orgullo del reino de Travis, los vigías de la gran fortaleza localizaron rápidamente los dragones que se acercaban, una multitud de máquinas de artillería los apuntaron, los campos de fuerza se encendieron inmediatamente y dos escuadrones de batalla se acercaron volando rápidamente hacia ellos, el vigía principal reconoció al príncipe, un cuerno especial daba la señal y los artilleros aflojaban los dedos de las armas, cambiando su atención inmediatamente a los alrededores, los campos de fuerza se apagaron uno a uno y los escuadrones de batalla después de saludar al principe volvieron a su patrullaje… los artilleros Travis eran famosos en todo el imperio por su puntería infalible, siempre estaban en alerta apuntando al cielo y a los accesos al castillo, día y noche.

    Los dragones bajaron al patio real, el príncipe apenas tocó el suelo fue recibido por oficiales del aire, corrió presuroso hacia el salón real, Idran de Travis, primo hermano del príncipe lo detuvo a la pasada tomándolo de un brazo, se sacó la chaqueta.

    —Tu padre te espera hace rato… ¡pero estás sucio!, cámbiate la chaqueta por esta, para que te veas presentable… ¡espera! deja verte, así está mejor.

    Itravis lo golpeó en el hombro como agradecimiento y volvió a correr, ya en el salón real se aproximó al trono arrodillándose ante su padre, el gran señor de la guerra también llegaba ante el rey y bajaba su cabeza en señal de respeto.

    —Hijo mío, sales hoy tarde hacia ciudad capital.

    —Es un viaje de dos dids a lomo de dragón, interrumpe mi entrenamiento padre.

    —Sales hoy, con una guardia de los diez mejores guerreros de nuestra casa, busca tus mejores galas y la mejor armadura de batalla.

    El príncipe miró a los ojos a su padre, estaban más serios que nunca.

    —Una escolta de diez guerreros solo significa una cosa, padre, voy a pedir la mano de una princesa imperial.

    —Así es hijo mío, vas a pedir la mano de una princesa imperial y no la de cualquiera de las princesas imperiales, que de por sí es un honor, vas a pedir la mano de la princesa primogénita, quien a su tiempo será la señora de toda Earthrad, te acompañará tu maestro.

    —Padre mío y señor, mi maestro no puede entrar…

    —¡Todos con el mismo cuento!, como si yo fuera un estúpido, por algo me llaman el sabio de las montañas, va como protector del príncipe, es un diplomático de mi casa y nadie podrá tocarlo, si no lo dejan entrar, acampará afuera de las murallas… es mi voluntad.

    La cara del gran señor de la guerra, maestro y mentor del príncipe, como siempre, no demostraba sentimiento alguno, miró al príncipe y sintió preocupación por él, había entrenado al muchacho desde muy niño y por más que trató de no crear ningún vínculo fue en vano, quería al muchacho más de lo que le gustaba demostrar y eso lo había visto el rey, quien sabía que no habría en toda Earthrad un mejor protector para su hijo… dirigió su mirada al rey y aunque no quería decir nada, al final no pudo más.

    —Es peligroso, todavía no tiene el poder completo de su casa, cuando lo tenga será un guerrero formidable, pero todavía no.

    —¿Y para qué lo necesita?, lo has entrenado en todas las artes de guerra, aun las prohibidas y olvidadas, va a un torneo, no a una guerra.

    —Sabes bien que algún primogénito puede atacarlo para tratar de matarlo, las peleas fuera de las pruebas son un hecho, ni qué decir dentro del hospedaje imperial que es donde corre más peligro, además no sabemos quién será el campeón de la casa imperial y aun si es la princesa la campeona elegida, también es un riesgo, es una guerrera feroz, peligrosa y altiva, no dejará que la venzan fácilmente, así le guste el príncipe lo atacará sin piedad, recuerda que el salón de batallas borra cualquier sentimiento que se tengan los contendientes, además están las intrigas de las otras casas que van a tratar de que algunos de los primogénitos no lleguen a enfrentar las pruebas… para qué estamos con rodeos, sabes que la mayoría de las casas odian a Travis y querrán hacerle daño a tu hijo.

    —Él lo sabe, ¿no es así hijo mío?, si tiene el honor de enfrentar al campeón de la casa imperial, es porque ya habrá pasado las pruebas y si la princesa no es ciega, estoy convencido que será el elegido, ya que mi hijo tiene la belleza de su madre, y aun si es ella el campeón a enfrentar, mi hijo no tendrá problemas en vencerla.

    El príncipe Itravis interrumpió la conversación que estaba pasando a discusión.

    —Mi padre y señor, vivo para cumplir tu voluntad, por más poderosa que sea la princesa o el campeón que elijan, le ganaré, mi maestro el gran señor de la guerra, me ha preparado y no en vano han sido tantos dans de entrenar con mi hermana, estoy listo para ganar el torneo.

    —Hijo mío, gracias por tu gratitud, pero tu maestro tiene razón en no menospreciar el odio que nos profesan las otras casas y es ahí donde entra él, me preocupa tu seguridad, por eso te escoltará.

    El señor de la guerra miró al muchacho con orgullo, le gustaba su confianza.

    —No está listo, pero se hará tu voluntad, yo lo escoltaré.

    El gran señor de la guerra bajó la cabeza, dio la vuelta dando la espalda al rey y se alejó, el príncipe retrocedió tres pasos hacia atrás, luego hizo una reverencia y dio la vuelta, solo el maestro del príncipe tenía la potestad en el reino de dar la espalda al rey y no arrodillarse en su presencia.

    Itravis el sabio le decían y por algo ostentaba tal título, temía por la vida de su hijo, los odios de las otras casas eran patentes por el poder que la casa de Travis había tomado desde la batalla de Iridiad.

    Por eso, se tenía especial cuidado de que todos y cada uno de los guerreros, soldados y sirvientes del castillo, pasaran la prueba del cristal Nomer que brillaba con cualquier sentimiento de traición a Travis, solo así se ingresaba al castillo acorazado de las montañas, por dentro la estructura también estaba plagada de estos cristales, además ningún extraño que no hubiera jurado lealtad a Travis podía entrar a la fortaleza, ni siquiera diplomáticos extranjeros, todo cuidado era poco desde que la reina Arin de Darkart, principal consorte real del rey Itravis, había muerto en un ataque al antiguo castillo real que distaba unas cuantas montañas al sur, desde el día del ataque a su reina y a su hija, se llamó al gran señor de la guerra, ahora maestro de armas y mentor de sus hijos, para defender el castillo acorazado, el enviarlo de escolta a ciudad capital era una jugada magistral para detener cualquier intento de asesinato contra el príncipe, nadie en toda Earthrad querría tenerlo comandando las huestes de Travis para cobrar venganza afuera de su palacio. Hechos los arreglos, ahora no le preocupaba la seguridad de su hijo, quien estaría bien cuidado, sino la de su propio castillo, que quedaría en manos de su comandante en jefe, poderoso, probado en múltiples batallas, leal hasta los huesos, pero altamente temperamental e impulsivo… confiaba en que fuera capaz de detener al único enemigo que podía entrar impunemente en su palacio, Szar, el inmortal loco de los Midiad, sumamente poderoso como todo inmortal, con el poder de abrir puertas mágicas y presentarse en cualquier momento donde le place, quita toda magia y esparce la muerte por donde pasa, para luego desaparecer, el gran señor de la guerra lo había detenido las dos veces que había aparecido dentro del castillo, pero ahora, no estaría para hacerlo.

    REINO OSCURO DE DARKART — PALACIO REAL DE LAS TORMENTAS

    Un oficial de comunicación, mensajero del reino, se adelantó hacia su rey llevando una carta, un pergamino imperial había sido dejado en la frontera, se arrodilló y bajó la cabeza, el pergamino olía a perfume y su olor lo tenía asqueado, miró de reojo el salón del trono casi a oscuras, bellamente adornado con cientos de estatuas, todos los altos oficiales y los guardaespaldas, rodeaban al señor oscuro armados hasta los dientes.

    —Señor de Darkart, esto fue dejado en la frontera para usted, es un mensaje imperial.

    —Interesante… léelo.

    El mensajero a quien no se le hubiese nunca ocurrido leer un mensaje para su señor, abrió el pergamino, aclaró su garganta y pidió a los oscuros viejos dioses no equivocarse.

    —La casa imperial de Ordrad reinante en toda Earthrad invita a todas las casas reales, que tengan primogénitos varones en edad de casarse, a participar en las pruebas para pedir la mano de la princesa primogénita, su serenísima alteza, la princesa imperial Vania, hija de Ordrad el Poderoso, el evento se realizará en siete cambios de fases solares. Las pruebas…

    —Basta, no necesito oír más, este era el momento que estábamos esperando, generales, que mis ejércitos se preparen, vamos a ir a presentar nuestros respetos a la princesa y a los retoños de las casas reales, la atención de todos los reinos estará centrada en el evento y esperan por supuesto que nuestra casa no se presente, como ha sido la costumbre por cientos de dans… sin dudarlo, tendrán mucho más que eso, ¿no es así hijo mío?

    En las penumbras se recortaba la figura de un magnífico guerrero parado al lado del señor oscuro.

    —Así será, padre mío.

    —Todo está planeado hasta el mínimo detalle.

    El príncipe se acercó a su padre, el rey golpeó afablemente el hombro de su hijo, estaba orgulloso del guerrero en que se había convertido, el oráculo vaticinó su nacimiento mucho tiempo atrás, era el más poderoso guerrero Darkart puro nacido en esta era, hasta era posible que los viejos dioses lo maldijeran y lo convirtieran en inmortal, pero estaba por verse.

    CIUDAD CAPITAL IMPERIAL — PALACIO IMPERIAL — APOSENTOS DE LA PRINCESA PRIMOGÉNITA

    El cuarto de la princesa distaba mucho de lo que se espera del cuarto de una dama real imperial, lleno de armas, sumamente sencillo, parecía más el cuarto de un oficial varón que el de una muchacha, solo el guardarropas denotaba su lado femenino, algunos vestidos hermosos al lado de las más temibles armaduras y uniformes militares, la nodriza de la princesa estaba embelesada mirando vestidos para darse una idea de cómo debía ser el vestido de novia de la princesa imperial.

    —Mi niña deberías estar muy emocionada por tu matrimonio, vendrán los primogénitos de todas las casas reales, bueno no de todas, como es costumbre, Darkart y Midiad no enviarán a nadie, ¡gracias a los dioses!, no es que fueran feos, pero daban miedo… pero el resto de los príncipes vendrán, guapos y valientes, puedes elegir al que quieras, claro si pasan las pruebas, debes dar gracias que no es como antes, porque entonces hubiese elegido tu padre, ahora puedes elegir al que más te guste, es una suerte.

    —Ya madrina, basta, no quiero casarme, si no fuera la primogénita y estuviese obligada a hacerlo, créeme que no lo haría, yo quería formar parte de la escuadra elite de ataque y siendo lo suficientemente buena, no puedo… si soltera mi padre no lo permitía, peor casada.

    —Mi niña, sabes que desde el momento que tu madre murió, te he cuidado como si fueras mi hija, fue la última voluntad de tu madre, yo solo quiero que seas feliz, soy solo una historiadora pero me esforcé en hacerte una formidable guerrera, la más poderosa de capital imperial, para ello exigí a tu padre que te diera los mejores maestros de todas las casas reales… pero aun siendo tan fiera y una excelente guerrera, debes dejar en tu corazón un lugar para que alguien te quiera, alguien que te ame y proteja.

    Como absorta la princesa hablaba consigo misma sin atender a su nodriza.

    —He entrenado en todas las artes de guerra y soy la mejor de ciudad imperial, pero no puedo formar parte de la elite del ejército, claro, mi padre muere del susto de que algo pueda pasarme, los otros reinos permiten que sus princesas participen en batallas exteriores, pero yo no, ni siquiera me dejan aprender las técnicas de guerra prohibidas, cada vez que le digo a mi padre que quiero aprenderlas entra en cólera, tiene que haber algún maestro de los reinos extintos en las tierras del olvido, qué opinas Ariala.

    —¡Ay hija mía, por los viejos dioses, hablas como si quisieras que esos bárbaros existieran todavía, no has escuchado mis lecciones, una vez el ejército de Adriadan en alianza con los Darkart, derribaron las murallas de ciudad imperial y entraron hasta el mismo palacio, destruyeron gran parte de nuestra bella ciudad, solo un armisticio pudo echarlos de aquí y se cuenta, aunque no lo encontrarás en los libros, que el rey de Adriadan recibió los documentos sentado en lo que quedaba del trono imperial, mientras el señor oscuro de Darkart se entretenía en decapitar las estatuas de tus antepasados, los barbaros de los Adriadan no acataban ninguna ley más que la guerra y esos demonios de los Darkart les seguían el juego, por eso se llevaban tan bien, muchas veces se aliaron y muchas veces se atacaron los unos a los otros, solo por diversión y entrenamiento… de las técnicas de guerra extintas, qué puedo decirte que no sepas, los Adriadan no las enseñaban a nadie… de los Alarid, mejor no acordarse, eran la casa que dominaba el fuego, demasiado peligrosos, los viejos dioses los aniquilaron como castigo después de que un rey maldito exterminara una casa real entera… solo algunos exiliados de esas casas viven en las tierras del olvido, quizá recuerden alguna técnica, quizá exista todavía algún

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