Lupus Patronus

Por Vianka Van Bokkem

Me encontraron en la orilla del río una noche de luna llena dentro de una cesta de madera cuando tenía dos meses de vida.
Según la pareja de ancianos que me encontró, llevaba un collar de cuero con un gran diente de lobo colgado.
El nombre de «Amelia» estaba tallado en él.
Tengo diecisiete años y una horrible maldición se manifestará en mi decimoctavo cumpleaños.
Sin saberlo, formo parte de una profecía de vampiros y hombres lobo.
Un guapo licántropo llamado Alek va a ganarse mi amor.
Por desgracia, mis sentimientos hacia él van a ponerse a prueba por su lado oscuro.

• Idioma: Español
• Editorial: Domus Supernaturalis
• Fecha de lanzamiento: 12 dic 2014
• ISBN: 9781633392717

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mitológico

Este libro es un portal hacia el mundo mitológico

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Capítulo 1

CAMBIAFORMAS

Me encontraron en la orilla de un río. Era una noche de luna llena y yo estaba dentro de una cesta de madera cuando tenía tan sólo dos meses de edad.

Según la pareja de ancianos que me encontró, llevaba un collar de cuero con un gran diente de lobo colgado.

El nombre «Amelia» estaba tallado en él.

Vivo en una pequeña aldea búlgara. Mi madre adoptiva sufrió un ataque al corazón y falleció hace un año, el día de mi decimoséptimo cumpleaños. Mi padre adoptivo murió un mes después.

Él no quería seguir viviendo si su amada esposa. Era noche de luna llena y pude ver todo con claridad.

El día de mi decimoctavo cumpleaños decidí ir a cazar un jabalí o un ciervo. Hasta el momento, sólo había sido capaz de matar a un par de conejos. De repente, sentí un dolor tan agudo que me hizo hincarme de rodillas.

Mi piel se estaba expandiendo; mis huesos estaban estirándose y retorciéndose.

Mis articulaciones se han habían ido girando y doblando de una extraña manera. Mi nariz y mi boca empezaron a ensancharse.

Una gran cantidad de largo pelo fue creciéndome por todo el cuerpo. Un doloroso y sonoro aullido reemplazó a mis gritos humanos.

Tan pronto como dejé de sentir dolor, me levanté y empecé a caminar hacia el río.

Mi hermoso cabello largo y castaño se había esfumado.

Mis ojos de color ámbar se llenaron de lágrimas. Parecía medir mucho más de un metro setenta, que era mi estatura.

El reflejo sobre el agua con forma de un asustado hombre lobo me hizo retroceder un par de pasos. Cerré los ojos, tratando de despertar de lo que podría ser una pesadilla.

No sé cuánto tiempo permanecí con los ojos cerrados.

Cuando por fin tuve el valor de abrirlos, me encontraba tumbada sobre la nieve, desnuda.

El cadáver de un gato montés descansaba a mi lado.