Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Asesinato en el Café Pasteles Mágicos
Asesinato en el Café Pasteles Mágicos
Asesinato en el Café Pasteles Mágicos
Libro electrónico325 páginas4 horas

Asesinato en el Café Pasteles Mágicos

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

De repente, tenía magia. ¿Podría usarla para resolver una misteriosa muerte en su familia?

Trepar a un árbol bajo una tormenta eléctrica siempre sería una idea estúpida, pero cuando Evelyn Eldritch se ve golpeada por un rayo, sus poderes mágicos se activan. ¡Y ni siquiera sabía que era una bruja!

Cuando Evelyn se entera de que su madre biológica ha muerto bajo circunstancias sospechosas, emprende viaje al pintoresco pueblecito de Maiden-Upon-Avon, cuyos residentes son hombres lobo, brujas, vampiros, y un fastidioso policía que es guapo pero gruñón. Pero, ¿de quién debería sospechar? ¿En quién puede confiar?

Y si hacer malabares entre su entrenamiento mágico, el café de su madre, y los excéntricos residentes del pueblo no fuera suficiente, aparece otro cadáver en el partido de críquet local. Eso demuestra que está metida en líos hasta la punta de su sombrero de bruja…

Asesinato en el Café Pasteles Mágicos es el primer libro en la adorable serie de misterios de brujería en un pueblecito inglés. La serie tiene lugar en la hermosa campiña inglesa. Si os gustan las heroínas intrépidas, los misterios en pueblos pequeños, y un toque de nostalgia retro, entonces os encantarán las divertidas y coquetas historias de Rosie Reed.

Comprad Asesinato en el Café Pasteles Mágicos hoy. ¡Es sencillamente genial!

IdiomaEspañol
EditorialRosie Reed
Fecha de lanzamiento13 dic 2023
ISBN9781667416946
Asesinato en el Café Pasteles Mágicos

Relacionado con Asesinato en el Café Pasteles Mágicos

Libros electrónicos relacionados

Misterios acogedores para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Asesinato en el Café Pasteles Mágicos

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Asesinato en el Café Pasteles Mágicos - Rosie Reed

    Prólogo

    Martes

    Comenzó con un asesinato, como era de esperar.

    Pero antes de eso, hubo magia. Escoge una carta, cualquier carta...

    La veterana bruja Marilyn Eldritch estaba sentada en su mesa favorita en el Café Pasteles Mágicos y sacó una carta de tarot de su antigua baraja. Era la Muerte.

    «¡Oh no!» ¡Alguien iba a morir esa noche! Un siniestro trueno rugió en las alturas. Para intentar calmar sus nervios, Marilyn vertió su bebida favorita en su café. Como su madre Joanie siempre decía: Para una vida larga y un cuerpo retozón, olvida la leche y añade whisky al tazón.

    Marilyn le dio un sorbo a su café irlandés, se armó de valor, y luego sacó otras dos cartas del tarot.

    La Emperatriz y la Sota de Copas. Maternidad e hijos...

    Y, «¿muerte?»

    Miró fijamente las cartas del tarot. Tal vez fuera una referencia oblicua a Leia, su joven aprendiz. Leia había dejado el libro sagrado de hechizos de Marilyn sobre el mostrador, delante de un cliente humano, ese mismo día, y Marilyn planeaba tener unas palabras con ella mañana. Pero, obviamente, no planeaba matarla por ello.

    Añadió otro chorrito de whisky a su café y le dio un sorbo.

    ¿Qué estaban intentando decirle esas cartas del tarot? Con temor se dio cuenta de que podría ser una referencia a su hija Evelyn. A Marilyn se le había roto el corazón al entregar a Evelyn en adopción veintisiete años atrás, pero había necesitado ocultársela a Ellos.

    ¿Y si la habían encontrado?

    Marilyn cogió su espejo mágico y soltó una exclamación cuando este le mostró una premonición de Evelyn, subida a un árbol bajo una tormenta para rescatar a un gato. ¿Caería Evelyn y encontraría la muerte? ¿Era eso lo que significaban las cartas del tarot?

    Aún cuando nunca se habían conocido (aparte de esa única vez, por supuesto), Marilyn decidió que debía intentar advertir a Evelyn. No podía ignorar la carta de la Muerte, y claramente implicaba a Evelyn de algún modo. No era que Evelyn fuera tan estúpida como para subir a un árbol con una tormenta... hubiera gato o no. Solo un idiota haría algo así.

    Marilyn se terminó su café. Se sentía rígida por el miedo a la carta de la Muerte. Pero cuando una oleada de nauseas la recorrió y su temperatura subió hasta sentir que hervía, finalmente comprendió la funesta predicción del tarot.

    Lanzó una mirada a la botella de whisky.

    —Oh rayos...

    Al derrumbarse hacia delante y perder la conciencia, los pensamientos de Marilyn se concentraron en Evelyn. Animaba a su hija a venir a Maiden-Upon-Avon. Porque, débil y moribunda como se encontraba, Marilyn Eldritch no era el tipo de bruja que dejaba que una cosa tan simple como la muerte le arruinara la vida.

    Capítulo Uno

    Miércoles

    Una tormenta en una sórdida calle londinense. Y un accidente casi mortal que implicaba a un gato, un árbol, y un rayo...

    Uno pensaría que solo un idiota se subiría a un árbol durante una tormenta eléctrica — la combinación letal de agua y electricidad es sorprendentemente bien conocida por todo aquel con medio cerebro. Pero ahí estaba yo, a unos seis metros de altura, sujetándome a una rama mojada, y preparándome para acabar frita como el monstruo de Frankenstein.

    ¿Aguaceros de abril? Suenan cálidos y suaves, ¿verdad? Pero yo estaba absolutamente aterrorizada. Todo fue culpa de la estúpida gata de mi hermana, quien se había escurrido fuera hacía un momento cuando salí con la basura. Un trueno gigante había asustado a Princesa tanto que había subido a este ancestral árbol. Y yo, como una estúpida, había trepado para rescatarla.

    La muerte parece estar escrita...

    El viento soplaba con violencia y me sacudía como un potro salvaje. Rodeé la rama desesperadamente con mis brazos y grité a través de la cortina de lluvia.

    —¡Princesa, ven aquí, cojín con más relleno de la cuenta!

    Ella bufó cuando intenté cogerla del collar de circonitas.

    —¡Estoy intentando ayudarte, gata imbécil!

    Ella retrocedió, así que yo me deslicé más por la resbaladiza madera mientras me esforzaba por agarrarla por el cogote. Gimió cuando tiré de ella hacia mí y luego me metí su cuerpo bajo mi brazo. No dejaba de sacudirse.

    Vale. Y ahora, ¿cómo hago para bajar?

    El viento vapuleaba mi rama y la hacía crujir. Oh rayos, ¡no! Me sujeto con un brazo mientras Princesa sigue retorciéndose, ¡maullando como si todo esto fuera culpa mía!

    —Bueno, ¡pues no haber subido hasta aquí! —le grité—. Sé que no nos llevamos bien, pero estoy segura de que no quieres que me caiga un rayo encima.

    Como respuesta, un enorme relámpago recorrió mi cuerpo, electrificó mis huesos con una descarga energética, y me iluminó como a un árbol de navidad.

    —¡Arrgghhhh!

    Al menos ya no tenía que preocuparme sobre cómo íbamos a bajar. Me abracé con fuerza a la minina que chillaba mientras caíamos juntas hacia el inminente suelo.

    Dicen que tu vida pasa por delante de ti cuando te enfrentas a la muerte. Pero mientras el pavimento se acercaba a mí, mis pensamientos se ralentizaron para reflexionar sobre lo poco higiénico que era que nuestra recogida de basura semanal fuera dejada en la acera cada miércoles. Por suerte, esta poco higiénica medida cívica me salvó la vida. Aterricé con fuerza sobre un montón de blandas bolsas de basura, las cuales amortiguaron mi caída y evitaron que me rompiera el cuello.

    Me quedé allí tumbada por un momento. La inmisericorde lluvia me empapaba y tuve que contener el aliento cuando el rancio olor asaltó mis fosas nasales. Aún tenía a Princesa entre mis brazos y me reconfortaba sentir su cuerpecillo empapado... el cual chisporroteaba como consecuencia del golpe del rayo.

    Gruñí y me incorporé. Me sentía totalmente electrificada. Entonces, esforzándome por escuchar por encima del aullante viento, me di cuenta de que mi teléfono estaba sonando en mi bolsillo.

    Pronto descubriría que esa llamada iba a cambiar mi vida para siempre.

    Me saqué el pelo mojado de la boca.

    —¿Hola? Evelyn al habla.

    La voz de su interlocutora era joven y dulce.

    —Hola, Evelyn. No me conoces, pero nombre es Leia Lucas... Sí, mis padres son fans de la Guerra de las Galaxias.

    —Esto... ¿vale?

    —Soy amiga de tu madre biológica. Bueno, lo era. Siento decírtelo, pero Marilyn... ¡ha sido asesinada!

    Capítulo Dos

    Jueves

    —¿Evelyn? ¿Quieres té?

    ¿Eh? ¿Qué? ¿Por qué el mundo se tambaleaba y rugía bajo mis pies?

    Abrí los ojos sobresaltada. ¿Dónde estaba? Oh claro, en un tren, de camino a un pueblo llamado Maiden-Upon-Avon. Apenas había dormido la noche anterior, ya que seguía en estado de shock y era incapaz de dejar de pensar en esa llamada telefónica de Leia. Debo haberme quedado dormida.

    —Te he traído té del vagón restaurante.— Mi sobrino Luke me tendió una taza desechable.

    —Gracias, Enano, justo lo que necesitaba.

    La gente a menudo encontraba extraño que tuviera un sobrino de veintiún años, porque yo solo tenía veintisiete. Pero Luke era el hijo adulto de mi hermana Gemma, producto de su primer... devaneo.

    Gemma era diez años mayor que yo, de ahí que mis padres hubieran decidido adoptarme después de que fueran incapaces de darle a Gemma una compañera de juegos. Pero cuando Gemma cumplió dieciséis creó su propio compañero de juegos, así que Luke y yo crecimos juntos en la misma casa. Con solo seis años de diferencia, era como mi hermano pequeño. Pero era más que eso. Era mi mejor amigo.

    Y estaba estudiando en Imperial para ser médico. ¡Estaba tan orgullosa de él!

    Pero, por mucho que lo quisiera, era culpa suya que yo me encontrara en ese momento en ese tren que se dirigía a mi Destino. O al menos hacia Swindon, que es donde Leia había dicho que necesitábamos cambiar de tren para ir a Maiden-Upon-Avon.

    —Será una aventura —había dicho él cuando le contó lo de la llamada de Leia—. Es mejor que estar mohína por todo Londres. Dijiste que querías alejarte del caos de vivir con mamá, Jack, y las gemelas.

    Le estaba agradecida a Gemma por soportarme tras otra relación fallida, porque de ninguna manera podía permitirme pagar los ridículos alquileres de Londres por mi cuenta. Pero descubrí que era duro vivir con mis sobrinas gemelas. Y con Princesa...

    —No te preocupes tanto, Evie —dijo Luke, quien se puso cómodo en el asiento del tren frente al mío—. Solo iremos allí para ver de qué va todo esto. Podemos marcharnos en cualquier momento.

    —Esperemos —bromeé mientras le daba un sorbo al té—. Todos hemos visto en películas de terror lo que pasa en estos pintorescos pueblecitos.

    Luke se rio y sacudió la cabeza.

    —Estoy seguro de que todo irá bien.

    Que te lo has creído...

    Cuando el tren salió del andén, mi mirada cayó sobre dos agentes de policía grandes como un tanque y que portaban armas semiautomáticas.

    —No me acostumbro a que lleven armas.

    —Y chalecos anti puñaladas —dijo Luke.

    —Supongo que necesitan protegerse en Londres. Tienen que lidiar con las criaturas más depravadas y aterradoras.

    Luke asintió.

    —A propósito, ¿qué dijo mi madre acerca de tu espontánea aventura hacia Maiden-Upon-Avon?

    Gruñí.

    —Bueno, al principio se molestó porque quería que yo fuera a recoger a las niñas a la guardería más tarde. Pero luego se calmó y dijo que haría que lo hicieras.

    —Ah, porras...

    —Cuando le expliqué que tú venías conmigo, dijo que yo estaba siendo egoísta y que no estaba considerando cómo se sentirían nuestros padres sobre que yo me fuera de pendoneo por ahí a excavar mi pasado.

    Luke puso los ojos en blanco y se imaginó con facilidad este encuentro con su madre.

    —Y justo cuando me marchaba, Gemma me informó de que yo estaba siendo irracional e irresponsable al salir corriendo así, cuando debería estar intentando encontrar un nuevo trabajo para arreglar mi vida.

    —Sí —dijo Luke—. Apuesto a que no puedes esperar a conseguir otro prometedor y emocionante trabajo como auxiliar administrativo en una empresa que fabrica baldosas para el baño.

    Me reí.

    —Bueno, ese préstamo estudiantil de mi título de psicología no se va a pagar solo. Y no es exactamente barato practicar para ser terapeuta.

    —Cada penique merece la pena —dijo Luke—. Vas a ser una terapeuta genial.

    —Oh, gracias, Enano.

    El tren seguía su camino.

    —Será agradable para ti ver donde vivía Marilyn, tu madre biológica —dijo Luke.

    Me despabilé.

    —Lo será. Estuve despierta toda la noche deseando haber contactado con Marilyn cuando tuve la oportunidad. Pero permití que mamá, papá, y Gemma me convencieran de que reunirme con ella sería demasiado para mí. Más bien que sería demasiado para ellos.

    —Estás haciendo lo correcto, Evie. Los dos lo estamos haciendo. Sé lo que se siente al tener una madre ausente. Y tampoco sé quién es mi padre. Por eso siempre hemos estado juntos.

    —Lo sé. Siempre nos hemos sentido unidos por nuestra sensación de no pertenecer.

    —Pero nos lo hemos pasado bien, ¿verdad?

    Sonreí.

    —Sí. Me alegro mucho de que estuvieras allí, Enano. De que estés aquí.

    —Yo también.

    Era un brillante día soleado — la calma tras la tormenta de anoche. Me recosté en mi asiento y me permití relajarme en la excitación de esta aventura, disfrutar de la belleza de la primavera en nuestra maravillosa tierra. Campos verdes y algodonosas nubes blancas, enmarcados por el cielo azul, pasaban volando por la sucia ventana y hacían que me sintiera tranquila.

    Luke se despatarró con los pies sobre el asiento junto al mío.

    —Los trenes son como máquinas del tiempo.

    —Sí. ¡Portales a lugares mágicos!

    —Sí, como Swindon —dijo con una risita.

    —¡Slough! —dije con mi mejor voz de tráiler de película.

    —Drayton oeste.

    Reímos como niños. De algún modo, decir nombres de pueblos con Luke era divertido.

    —Y bueno, ¿qué dijo esta tal Leia cuando le devolviste la llamada? —preguntó Luke para entrar en materia.

    Miré por la ventana el verdor que pasaba a toda velocidad.

    —Bueno, ella cree que Marilyn fue asesinada. Pero la policía y el forense lo han declarado como suicidio.

    —¿De verdad? ¿Por qué iba a saber ella más que la policía y el forense?

    —Supongo que conocía a Marilyn muy bien. Dijo que definitivamente no tenía tendencias suicidas.

    Luke me miró pensativo.

    —Entonces, ¿quién es ella exactamente? Me refiero a Leia.

    Me froté la frente para intentar ordenarlo todo en mi cabeza.

    —Leia dijo que Marilyn era la propietaria de un café llamado Pasteles Mágicos, que se encuentra en los terrenos de una casa señorial.

    —Genial.

    —Sí. Y Leia es su camarera y aprendiz.

    Luke frunció el ceño.

    —¿Aprendiz? ¿De qué?

    —No estoy segura. Suena un poco a que tiene la cabeza en las nubes, si tengo que opinar. Agradable, pero...

    —¿Con la cabeza en las nubes?

    —Sí. Estaba diciendo cosas muy raras.

    Una revisora entró en nuestro vagón, así que Luke quitó con rapidez los pies del asiento. Aún teniendo veintiún años, le seguía preocupando que los adultos le regañaran. Yo lo entendía: Gemma podía ser terrorífica cuando estaba de mal humor.

    Lo que a Luke se le olvidaba, sin embargo, era que ahora era un guapo, rubio, y corpulento chico de metro ochenta. La gente perdía el sentido de la realidad cuando se quedaban mirándolo. Una vez, una mujer estaba tan ocupada mirándolo que se chocó de frente con una farola. Luke había corrido hacia ella para proporcionarle ayuda médica. Tal vez ese hubiera sido su plan desde el principio...

    Pero él era encantador, tan dulce y amable. Y por eso siempre acababa en las relaciones equivocadas. Confundía a la gente.

    Solo el cielo sabía cuál era mi excusa. Había tenido más relaciones tóxicas que una planta de desechos nucleares.

    La revisora consiguió retirar la mirada de mi sobrino para sellar nuestros billetes. Cuando se alejó, Luke se inclinó hacia mí y bajó la voz.

    —¿Qué cosas raras decía Leia?

    —Bueno, Luke, no puedes contárselo a nadie, pero esto es increíble...

    Él sonrió de anticipación.

    —¿Qué?

    —Leia dijo que Marilyn me había dejado el café en herencia.

    Luke soltó una exclamación.

    —¡Bien hecho, Evie! Eso te dará un reto. Sé lo mucho que te encanta cocinar. Oh espera... ¿He dicho que te encanta? ¡Quiero decir que lo odias!

    Reí ante su sarcasmo.

    —Sí, sí, cálmate. Si vale algo, voy a venderlo. Y así me quito del camino de Gemma.

    Luke hizo una mueca.

    —Sí.

    —Pero eso no es todo lo que Leia dijo que Marilyn me había dejado.

    —¿Qué más?

    —No, no te emociones... es raro. Al parecer, Marilyn también me dejó su libro de hechizos, su varita, y un espejo.

    —Oh. Muy... esto... ¿muy útil?

    El tren entró en un largo túnel y el vagón se vio sumido en la oscuridad. El viejo ferrocarril británico, siempre se podía confiar que fallara a la mínima.

    —Ojalá encendieran las luces —dije.

    Luke miró a su alrededor en la tenue luz del vagón.

    —No parece que haya luces que encender.

    —¿Qué hay de esas? ¡Oh!— Las luces parpadearon cuando ella las señaló—. Oh vaya, ¡mis deseos son órdenes para los ferrocarriles británicos!

    —¡Debes tener dedos mágicos, Evie!

    —Tener dedos mágicos sería increíble. Imagínate el poder. Por no mencionar lo que podría hacer con... Oh rayos, ¿qué ha sido eso?

    Me giré cuando alguien susurró mi nombre desde fuera del tren.

    —¿Has visto eso, Luke? ¡Había un rostro en la ventana!

    —¿Un rostro?

    —Sí. Era una señora anciana. Parecía... parecía... muerta. Su rostro estaba pálido y horrible. ¡Tan horrible!

    Ambos miramos a la ventanilla que ahora se veía perfectamente normal.

    —¿Estás segura de que no ha sido solo tu reflejo? —preguntó Luke.

    —No, fue horribl... ¿Mi reflejo?

    Él se echó a reír.

    —Lo siento. Debe haber sido un truco de la luz.

    —Hmm... sí, debe haber sido eso.

    El tren salió del túnel y ambos se relajaron.

    —¿Qué ibas diciendo sobre Leia? —preguntó Luke.

    —Oh sí. La varita, el libro, y el espejo. Leia lo anunció como si yo debería sentirme complacida, como si debiera significar algo para mí.

    Luke alzó una ceja escéptica.

    —¿New Age o loca?

    Me muerdo el labio para contener la risa.

    —No estoy segura. Pero también está el modo en que hablaba de Marilyn... Leia dijo que Marilyn solo usaba sus poderes para hacer el bien. Era como si creyera que Marilyn era una especie de... no lo sé... una especie de ser mágico.

    Los ojos de Luke se abrieron mucho por el asombro.

    —¿Dijo eso?

    —No exactamente. Es solo que... obviamente la admiraba. Ya sabes, como cuando tienes un mentor al que realmente respetas, así que le imprimes estas cualidades increíbles.

    Él se encogió de hombros.

    —Tú eres la terapeuta.

    —Sí, bueno, si Leia piensa que Marilyn era realmente mágica, podría necesitar algo más fuerte que una terapeuta.

    —¿Una celda acolchada? ¿Una camisa de fuerza?

    Solté una risotada.

    —Algo así.

    Luke se recostó en su asiento.

    —Bueno, si está loca de atar, encajará a la perfección en nuestra familia.

    Ambos reímos. Era cierto.

    Capítulo Tres

    Y así comenzó la aventura.

    Llegamos a la estación de Maiden-Upon-Avon y paseamos bajo los agradables rayos del sol hacia el pueblo. Allí también había habido tormenta la noche anterior, peor que en Londres, a juzgar por las ramas caídas, los profundos charcos, y las desplazadas tejas en los tejados.

    Pero ahora el pueblo se veía tranquilo, como un pueblo fantasma. Siguiendo las direcciones de Leia, Luke y yo recorrimos la principal Main Street, que era una carretera estrecha con viejas tiendas y bonitas casas con tejados de paja a cada lado. Me hacía sentir como si hubiera retrocedido a la década de los cincuenta. Calmaba mi alma salir del bullicio de Londres.

    Guirnaldas de banderitas de Inglaterra colgaban con orgullo en cada fachada de las tiendas para recordarme que este fin de semana se conmemoraba el día de San Jorge. Podía imaginarme con facilidad a los residentes de Maiden-Upon-Avon celebrándolo con orgullo con varias rondas de Jerusalén y del Dios Salve a la Reina. El pueblo era inglés por antonomasia, con su cabina de teléfonos roja, su pub, y sus adoquines; hacía que me dieran ganas de cantar el Tierra de Gloria y Esperanza. Aunque prefería escuchar el sonido envolvente del dulce piar de los pájaros.

    Robles ancestrales se erguían entre las tiendas cubiertas de hiedra, con aspecto de ser aún más antiguos que el mismo pueblo, el cual llevaba claramente siglos allí.

    Luke señaló la primera tienda en una fila de muchas: su imposta era azul, con la pintura descascarillada, y comida por la carcoma.

    —Nunca en mi vida he visto una ferretería. Ni siquiera estoy seguro de lo que... ferretean.

    Solté una risita.

    —Supongo que hierro.

    Junto a la ferretería había una sastrería, y a continuación una botica.

    —Todo es tan deliciosamente encantador —dijo Luke.

    —Oh, entremos aquí ahora.

    —¿Un kiosco de prensa? ¿Por qué?

    —Para comprar un periódico. ¡Necesito averiguar en qué década estamos!

    Luke hizo un gesto hacia el enorme contenedor para plásticos que estaba junto al kiosco.

    —Bueno, al menos tienen centros de reciclado en el quinto pino... muy moderno.

    Entramos y saludamos a la señora tras el mostrador. Tenía un rostro amistoso, su edad rondaría los cincuenta, y estaba tejiendo.

    Los artículos a la venta estaban amontonados en las estanterías, y había todo tipo de objetos aleatorios: tapones de baño, lentejuelas de colores, una variedad de guantes, sombreros, y bufandas, libros de crucigramas, felpudos, y muchas más cosas.

    Cogí una copia del periódico local.

    Luke mantuvo la voz baja para no ofender.

    —Mira este titular: «Oveja escapa de Maiden Farm» ¡Es para partirse!

    Intenté no reírme por lo pintoresco que era todo.

    —Es más agradable que los habituales tiroteos y apuñalamientos de los periódicos londinenses. Mira el nombre del periodista: Jager Volfson. Suena escandinavo.

    —Me pregunto qué le trajo a este pueblecito —dijo Luke.

    —Una máquina del tiempo, supongo.— Advertí un titular más pequeño—. Parlamentario local desperdicia dinero en un kit de críquet de diseño.— Lancé una mirada a Luke—. ¡La corrupción existe en todas partes!

    Ambos reímos ante tal horrendo crimen.

    Leí en voz alta: —El Inspector Taylor no hizo ningún comentario... como siempre. Suena a que también existe aquí una relación precaria entre la policía y la prensa.

    —¿Tienes pensado comprarlo? —preguntó la dependienta mientras continuaba tejiendo—. ¿O solo vas a reírte?

    —Lo siento —dije, y bajé el periódico con sentimiento de culpa.

    —No eres de por aquí, ¿verdad? —dijo la señora.

    —No, solo estamos de visita. Vamos, Luke, deberíamos ponernos en marcha.

    —Espero que encuentren la oveja perdida —dijo

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1