Descubre millones de libros electrónicos, audiolibros y mucho más con una prueba gratuita

Solo $11.99/mes después de la prueba. Puedes cancelar en cualquier momento.

Visión de Sombras
Visión de Sombras
Visión de Sombras
Libro electrónico308 páginas9 horas

Visión de Sombras

Calificación: 0 de 5 estrellas

()

Leer la vista previa

Información de este libro electrónico

Ganador del premio PRG Reviewer Choice Award por la Mejor Novela de Fantasía Paranormal y finalista en el premio a Mejor Serie Urbana. 

Bienvenidos a Harborsmouth, donde los monstruos caminan en las calles sin ser vistos por los humanos... salvo por aquellos con una segunda visión, como Ivy Granger. 

Algunas cosas, es mejor que no sean vistas...

La segunda visión de Ivy Granger le ha dado, finalmente, un propósito de vida. Ivy y su mejor amiga Jinx puede que no estén nadando en plata, pero su agencia de detective psíquico paga las cuentas, la mayoría de las veces. Su única preocupación es el aburrimiento de un día lento y la ocasional locura de algún cliente hasta que un demonio aparece en su oficina. 
Los demonios nunca son una buena señal...

Un abogado demonio; ¿que representa a unos seres mágicos acuáticos? Cosas más extrañas han sucedido. Y todo está por volverse más y más extraño ya que seres de pesadilla, bebedores de sangre acechan la ciudad de Harborsmouth. 

Hay sangre en el agua...

Los kelpies tienen una reputación de comer humanos. Infortunadamente, los kelpies son los clientes. Cuando un ser fantástico Unseelie tan malvado llega a los litorales de tuciudad, tienes que hacer duras decisiones.

El menor de los males...

Visión de Sombras es la primera novela de la serie de fantasía Urbana de E.J. Stevens. El mundo de Ivy Granger, incluyendo la serie Ivy Granger, Detective Psíquico y la serie de Hunger's Guild están llenas de acción, misterio paranormal, magia, humor negro, personajes mordaces, vampiros bebedores de sangre, demonios coquetos, gargolas sarcásticas, brujas temperamentales, hadas psicóticas y heroínas sarcásticas y duras. 
 

IdiomaEspañol
Fecha de lanzamiento20 mar 2018
ISBN9781507160725
Visión de Sombras

Relacionado con Visión de Sombras

Libros electrónicos relacionados

Fantasía para usted

Ver más

Artículos relacionados

Comentarios para Visión de Sombras

Calificación: 0 de 5 estrellas
0 calificaciones

0 clasificaciones0 comentarios

¿Qué te pareció?

Toca para calificar

Los comentarios deben tener al menos 10 palabras

    Vista previa del libro

    Visión de Sombras - E.J. Stevens

    Introducción

    Bienvenido a Harborsmouth, donde los monstruos caminan en las calles sin ser vistos por los humanos... salvo por aquellos con una segunda visión.

    Por favor, disfruta de tu visita. Ya sea visitando nuestros distritos de negocios modernos o explorando los caminos adoquinados del barrio Old Port, por favor. Cuando vuelvas a casa, cuenta a tus amigos sobre nuestra hermosa ciudad, solo omite cualquier detalle sobrenatural.

    No te preocupes, la mayoría de nuestros invitados nunca experimenta nada inusual.  Los visitantes de otros mundos, como hadas, vampiros y necrófagos son muy adeptos a esconderse entre las sombras. Muchos también son muy hábiles en borrar recuerdos, tú eres uno de los afortunados.

    Si tú encuentras algo antinatural, recomendamos los servicios de Ivy Granger, la Detective Psíquica. Co-fundadora de la agencia de detectives Private Eye, Ivy Granger es un miembro relativamente nuevo en nuestra pequeña comunidad comercial. Sus oficinas pueden encontrarse en Water Street, en el corazón del Old Port.

    Miss Granger tiene una notable habilidad para recibir visiones al momento de tocar un objeto. Esta habilidad es útil en su trabajo detectivesco, especialmente, cuando se trata de localizar artículos perdidos. Ya sea que esté buscando un broche o una persona perdida, ningún trabajo es demasiado pequeño para Ivy Granger, y ciertamente que podrá hacerlo.

    También te proveemos, por previa solicitud, una lista de altamente expertos enterradores. Si necesitas sus servicios, entonces, también te dirigiremos amablemente al Harborsmouth Cemetery Realty. Nunca es demasiado pronto para contactarlos, ya que tenemos un floreciente mercado de vivienda. La demanda es alta para obtener un lugar, siempre hay gente muriendo por un lugar donde quedarse.

    Capítulo 1

    La luz espectral brilló por toda mi piel mientras caminaba por el espejo al lado. Dudé, insegura del lugar de donde provenía la luz. Elevando una mano rechoncha y pequeña hacia mi mejilla, miré hacia el macabro reflejo que imitaba el movimiento. No había fantasma, solo mi propio rostro mirándome. Mirando de un lado a otro del pasillo, espié la fuente del brillo sobrenatural.

    Era solo la luna menguante que venía del cielo. Liberé el aire que había contenido e intenté encogerme de hombros.  Había caminado por este pasillo tantas veces que había desgastado la alfombra que iba por todo el suelo. Estaba segura en mi casa. No había razón para tener miedo.

    Era un día normal de escuela. Mi mamá y mi padrastro todavía estaban durmiendo en su cama y yo tenía que apresurarme con el desayuno si quería ganar el baño. Pasé en puntillas al lado de la angosta mesa con patas arqueadas que sostenía un paquete de sobres postales y un recipiente de porcelana lleno de llaves y monedas sueltas. Tomé dinero para mi almuerzo en el camino de vuelta a mi habitación.

    Me serví un tazón con cereal y llené el plato de mi gato con comida fresca. Fluffy había estado perdida por seis días, casi una semana entera. La dejamos vagabundear por el vecindario durante el día, pero siempre había vuelto por la puertita de la cocina para la hora de la cena. Cuando no vino a casa antes de oscurecer, supimos que algo estaba mal.  Fluffy era una gata enorme que amaba su comida, y nunca se perdería voluntariamente una comida.

    Abrí la puerta trasera y dejé la comida en su plato, pero Fluffy no apareció. Al poner el plato de vuelta en el piso, decidí hacer mis tareas mientras que mi cereal se volvía esponjoso, como me gusta. Levanté una bolsa llena de basura de la cocina, la até, y la saqué por la puerta de la codina.

    Había llovido durante la noche y los peldaños traseros estaban mojados, pero no tenía que ir muy lejos. Los botes de basura de metal estaban alineados como armaduras detrás del cobertizo de mi padrastro.  Salté por un tramo de césped mojado, arrastrando la bolsa de basura.  Las luciérnagas alumbraban mi camino, el sol todavía se cernía en el horizonte.

    Al vaciarlo en uno de los botes vacíos, me estiré para levantar la tapa. Mi mano tocó el metal frío y mojado y una especie de maullido de terror se me escapó cuando una serie de imágenes aparecieron ante mis ojos. Era como estar atrapado en una película perturbadora, obligada a verla, pero sin poder hacer nada para dejar que las cosas que veía sucediesen. Sin importar cuanto quieras cambiar los eventos, continúan desarrollándose ante tu mirada.

    No sabía entonces lo que sé ahora. Tal vez es algo bueno.  En aquel tiempo todavía tenía esperanza. Esperanza de que estaba soñando despierta y de que la pesadilla pronto terminaría, Esperanza de que tuviera fiebre y mamá haría que todo mejorase. Esperanza de que simplemente tuviera una imaginación muy activa. Juré nunca volver a ver películas de horror. No ayudó. Nada ayudó.

    Nada puede.

    En la visión, el carro de mis padres retrocedía por nuestro camino cuando algo pasó debajo de ellos. El viejo Buick se detuvo lentamente, pero era demasiado tarde. Mi padrastro bajó para descubrir que había atropellado algo pequeño y negro. Horrorizada, lo miré tomar una toalla del carro y enredar a mi gata muerta en un bulto que llevó por el patio hasta su cobertizo, donde la colocó dentro del bote de basura.

    Apretando mis párpados, grité.

    Hay algunas verdades que es mejor no saber.  La mentira blanca de que Fluffy estaba perdida, tal vez en una gran aventura gatuna, había sido una amabilidad. La visión de ella muerta no fue algo que una niña debería ver.

    Estaba volviendo a soñarlo.

    No cualquier sueño, La Pesadilla.

    El grito en mi cabeza era inútil. Los eventos del sueño sucedían de memoria, y no puedes cambiar el pasado, sin importar cuánto lo intentes.

    La psicometría es un don asqueroso. Infortunadamente, no es el tipo de don que se pueda devolver. Qué suerte.

    *****

    —Ivy, despierta —dijo Jinx—. Se te va a hacer tarde para el trabajo.

    —Cinco minutos más. —murmuré.

    —De ninguna manera —dijo.

    Abrí apenas mis párpados para ver a mi compañera de habitación con ambas manos en sus caderas. Mierda. Se veía seria.

    —Cansada —me quejé, colocando una almohada sobre mi cabeza.

    La Pesadilla siempre me deja sintiéndome exhausta. No creo que los amigos adultos estén dotados con lo necesario para lidiar con terrores de la niñez.

    —Noop, nada, no va a pasar —arremetió, hábilmente quitando la almohada a mis débiles durmientes dedos.

    —Vamos, Jinx —supliqué—. Cinco minutos más.

    Jinx era la persona más carente de suerte que hubiese conocido. Nunca ganó nada, y si compraba un billete de lotería, usual y accidentalmente, le cargaban un extra. Jess, o Jinx, como todo el mundo la llamaba, era conocida por caer sentada sobre teteras calientes sin ninguna razón aparente. Cuando recién nos mudamos a nuestro loft, ella intentó colgar una herradura de la suerte sobre la entrada de la cocina. Cayó en su cabeza, dejando un hematoma desagradable y una herida que requirió seis puntos. Desde entonces, establecimos reglas: No martillos u otras herramientas de carpintería peligrosas para Jinx, nunca más.

    El que yo usara su apodo solo hizo que Jinx fuera más determinada. Tiró de las mantas, dejando entrar un frío matinal que hizo su trabajo. Ya estaba fuera de la cama, en el tiempo que toma saltar y jadear, y correr por una ducha caliente. Sin importar que Jinx haya estado ahí primero. Después de un año de vivir juntas, sabía que Jinx siempre tendría la mala suerte de una ducha fría ya sea que saltaras dentro antes o después. Ella era, en verdad, la chica más infortunada del planeta.

    Mala suerte para mí, ella podía todavía hacer una buena taza de café.

    Después de mi ducha caliente, me escabullí lentamente como melaza derretida en una barra frente a Jinx. Ella deslizó una taza humeante que separaba la cocina de la sala.

    Mmmm, bueno y fuerte.

    —De nada —Jinx dijo.

    —Gracias —dije—. Entonces ¿por qué la prisa?

    —Tienes un cliente en una hora, —Jinx respondió—. Te lo dije ayer, pero estuviste trabajando en un caso. Sabía que lo olvidarías.

    Había pasado mucho desde el día en que tuve mi primera visión. No era la misma niña inocente que creía en todo lo que sus padres le decían y que usaba pequeñas estrellas azules y corazones rosas pegados en sus zapatos deportivos.

    Sí, recuerdo qué zapatos estaba usando aquel día, justo antes de vomitar todo sobre ellos. Algunos recuerdos se quedan contigo. Después de tragar aire, y llorar por mi gata muerta, me saqué esos pequeños zapatos de niña y los tiré, junto con mi inocencia y la persona que había sido. Tiré mis zapatos en el mismo bote de basura que me había traído el cruel don que el Destino me tenía preparado. La niña que había sacado la basura en la mañana había sido toda sonrisas y sueños. La niña maldita que regresó a la casa moviéndose con pasos cuidadosos, los brazos rodeándose a sí misma, una cosa pequeña moviéndose, temiendo el más mínimo toque, y los horrores que podrían venir con ello.

    Fui de ser una despreocupada chica a una solitaria introvertida. No me gustaba ser tocada y el prospecto de que me diesen algo me llenaba de pavor.  ¿Alguna vez has visto a un niño lleno de terror cuando ven una pelota que va en su dirección? Bien, tal vez sí. Pero yo haría lo mismo con un lápiz prestado, papeles y, absolutamente se me erizarían los cabellos si tuviese que sentarme en un nuevo pupitre. Así que me volví un bicho raro. La secundaria fue horrible. La preparatoria no fue mucho mejor.

    Ser solitaria me dejaba tiempo para hacer algo de investigación y experimentos con mi don. Fue durante uno de esos experimentos en que conocí a Jinx. Como dije, es realmente infortunada. Nadie debería haber cruzado conmigo aquel día. Sé que cerré la puerta. Nadie debería haberme visto sosteniendo una brújula de cobre mientras me retorcía en el piso. Nadie.

    Sé, tras buscar en el internet, que mi don era llamado psicometría, la habilidad supernatural de ver eventos, usualmente traumáticos en la historia de un objeto.  Jinx me enseñó cómo usar mi don para ayudar a otros. Con su ayuda, comencé a trabajar en pequeños casos. Jinx tiene la habilidad de gente y yo tengo el talento crudo. Juntas, después de mucho esfuerzo error, abrimos Private Eye, nuestra propia agencia de detectives psíquicos.

    Private Eye puede sonar tonto, pero la señal es genial. Nuestro amigo Olly hizo el trabajo artístico, un gráfico de un detective usando un sombrero antiguo con un tercer ojo blasonado en su frente.

    Probablemente ayude al negocio que tenemos muchos clientes repetidos, también. Es decir, hay gente que cree que soy una chiflada o charlatana, pero la gente que viene a nosotros por ayuda, y no huye, usualmente siente que nuestro trabajo está bien pagado. Como el tipo que ayudé ayer.

    Intenté no estremecerme. No quería derramar mi café. Ese caso era horrible. Créanme. Si creo que un caso es escalofriante, entonces llega más allá.

    No estaba sorprendida cuando Jinx me dijo sobre un nuevo cliente. Tomar ciertos objetos era especialmente difícil y dejé mi mente en una neblina. Después de decir al cliente de ayer lo que necesitaba saber, y tomar mi dinero, había subido las escaleras de nuestro loft y me arrastré a la cama. Ni siquiera desperté para cenar con Jinx.

    Mi estómago rugió al momento que me di cuenta de que no había comido nada desde el desayuno de ayer. Jinx se reía y me pasó una rebanada de pan tostado con mermelada de fresa. Se lució, totalmente.

    No solo estaba comiendo un delicioso desayuno y pasándolo con un café fuerte. Ni siquiera tuve que tocar el frasco de mermelada o la bolsa de pan. Bonus. Nunca sabes quien ha tomado la envoltura y bajo qué circunstancias. Todo lo que se necesita es que un hombre gordo roce el frasco de mermelada cuando está teniendo un ataque cardiaco y termino jadeando en mi pan tostado como un pez fuera del agua. No es gracioso y no es bueno para el apetito tampoco. Jinx siempre está intentando hacerme comer más y quitar las envolturas es uno de sus nuevos trucos.

    —Entonces ¿quién es nuestro cliente hoy? —pregunté— ¿alguien que conozca?

    —No lo creo, —dijo, deslizando sus dedos cubiertos de anillos en la taza de café.

    —No es un viejo cliente. Revisé.

    —¿Alguna idea de lo que quiere? —pregunté.

    —Solo los servicios únicos de Ivy Granger, detective psíquica —respondió, moviendo sus cejas—. Pero era lindo.

    —Bueno, ahora sé por qué olvidaste preguntar —apunté.

    —Mi cerebro dio vueltas por un segundo —bromeó pestañeando—. Tiene unos ojos tan dulces. Es alto, con una linda sonrisa, y cuando se dio vuelta...

    —Está bien, entiendo, es súper guapo —establecí, girando mis ojos—. ¿El Sr. Sexy tenía nombre?

    —Eso era lo extraño —Jinx admitió, encogiéndose de hombros—. Ya sabes cuán organizada soy, ¿no? —Más bien, algo como totalmente obsesiva. Su agenda era su biblia. Sin bromear.

    —Sí. —confirmé.

    —Bien, de alguna manera olvidé poner su nombre en el libro —dijo sonrojándose—. Simplemente acabo de notar que tenías una cita. Además, sé que me dio su nombre porque metí su nombre en el sistema para ver si era un antiguo cliente. La base de datos estaba en blanco.

    —Como tu cerebro —dije.

    —Exactamente como mi cerebro —dijo—. Loco, ¿eh?

    —Raro —Lo que era extraño era la manera en que Jinx mordía su labio en lugar de refutar mis últimos comentarios. La hostigué totalmente con aquello de como tu cerebro. Debía estar realmente preocupada por su salto de memoria—. Tal vez necesitas tomar algo de ginko —le propuse.

    La hierba china era usada para mejorar la memoria, aunque estaba segura de que la memoria de mi amiga estaba muy bien. Solo tenía problemas en concentrarse cuando chicos sexis entraban a la habitación.

    —Maldición, sabes que siempre olvido tomarla —Jinx respondió, golpeando su frente con la mano.

    Era una broma vieja y nos reímos mientras enjuagaba mi plato en el lavabo y tragaba los últimos sorbos de café.  Muy mal que no tuve tiempo para otra taza. Tuve el presentimiento de que este iba a ser un día muy largo.

    Me puse los guantes negros de piel tomé mis llaves de la charola junto a la puerta y dejé el loft, despidiéndome de Jinx en el camino. El calor me golpeó mientras pisaba la escalera que llevaba a la calle. La escalera siempre olió a viejo, a una estratosfera de historia. El calor de agosto trajo la esencia de curry, sopa de verduras, cuerpos sin bañar, tabaco, suavizante de telas, moho y madera vieja, una picante imagen olfativa, como una manta de retazos que cada paseante contribuyó a tejer con los años.

    Amaba nuestros espacios de loft y oficina. Afortunadamente para mí, nada realmente malo había pasado ahí. ¿Alguna vez has ido a algún lugar y preguntarte, si las paredes pudiesen hablar, entonces, qué dirían las de ese lugar sobre su pasado? Bien, en mi caso, pueden hacerlo. Todo lo que tengo que hacer es sacarme los guantes y tocar la pared y la madera. Si algo malo pasó, yo lo sabré. Una escalera olorosa era algo a lo que una chica podría acostumbrarse. ¿Pesadillas? No mucho.

    Salté los escalones dos a la vez, las botas golpeaban la madera hueca. Otra razón para que me gusta este lugar, es difícil espiarnos, a Jinx y a mí. No es que sea algo que me preocupe en especial, pero no pagué para tener oportunidades. Conocía a los monstruos que caminaban por estas calles. No todos eran humanos, otro truco que mi don psíquico me había dado.

    Como si el horror de ver muerte y daño no fuera suficiente, mi visión especial también corta el velo de glamour que muchos usan... muestra el rostro de los verdaderos monstruos. ¿Por qué? Nuevamente, digo, el destino es una perra voluble.

    Así que sí, soy consciente de los monstruos que caminan por las calles de nuestra ciudad y he tomado medidas para estar segura. La vieja cerradura de hierro en la puerta frontal fue solo una de esas medidas, pero una importante, al mismo tiempo.

    Al girar la llave hacia la derecha con un fuerte sonido, saqué el candado y de mi bolsillo trasero, de la parte frontal de mis vaqueros, saqué un paquete pequeño de sal mezclada con hierbas que esparcí por el travesaño de la puerta.

    Sí, Jinx bajaría en cinco minutos para ir al banco y ver que nuestro cheque de la renta no rebotara. Y sí, ella volvería a cerrar la puerta y esparcir la misma combinación de hierbas y sal en el travesaño. ¿Éramos demasiado precavidas? Tal vez, pero este era nuestro hogar y ¡malditas seamos! si dejábamos a alguna asquerosa creatura husmear. Había visto cómo se veían estas cosas. Créanme. No serían huéspedes placenteros.

    No, algunas de las cosas que merodeaban en las sombras preferían la carne humana, y no iban a llevarse una prueba en este lugar.  No iba a llegar a casa para encontrar a un enorme tipo clavando su diente en mis muebles después de haber cenado a mi amiga. No iba a pasar.

    Terminando mi ritual, me dirigí a nuestra oficina. No tenía que ir muy lejos. La puerta a nuestro loft estaba a catorce pulgadas de nuestra oficina. La locación era otro bonus de vivir aquí. Amaba este lugar.

    Cuando Jinx nos encontró las habitaciones y la increíble oficina abajo. Salté ante la oportunidad. Era un millón de veces mejor que vivir en casa de mis padres. Vivir con Jinx significaba poder descargarme de la culpa que llevaba de casa.

    ¿Por qué la culpa parental? Buena pregunta. Después de unos cuatro años de terapia intensa, tuve un perfecto Jesús de macarrones (me gustaba usar nuestras sesiones de terapia artística para hacer figuras religiosas de pasta. Aterraba a mi terapeuta), pero era solo un indicio de por qué me sentía tan mal por mi relación con mi gente. Supongo que imaginé que debía ser duro tener una hija que comenzaba a gritar y babear cuando le dabas un regalo de cumpleaños, de Navidad... o el correo.

    Estar cerca de mis padres y de sus miradas cautelosas y ansiosas me hacía sentir culpable. Jinx me hizo sentir importante, querida, necesitada. Con los años, me enseñó cómo ser un humano nuevamente. Jinx me salvó. No solo me ayudó a dar un propósito a mi vida, sino que me engatusó para usar mi don para resolver misterios, y ayudar a la gente, ella también me salvó de mí misma. Jinx hizo lo único que mis padres y los niños de la escuela no pudieron, lo que ni siquiera yo hubiese podido hacer desde que tenía nueve años. Jinx me aceptó por lo que era, con el horrendo don supernatural y todo. Absolutamente la amé por ello.

    Jinx también era una sorprendente asistente de oficina. Solo no la llames secretaria. La enfada. Jinx usualmente hace la interferencia en el recibidor, saludando a los clientes y preparándolos para mi brusca manera de ser y mi fobia a tocar. Ella habría estado ahí, pero estábamos atrasadas con la renta. Tenía que hacer ese depósito bancario esta mañana o estaríamos en grandes problemas con el casero. Tenía que enfrentar al misterioso cliente sola. Si no la conociera mejor, diría que Jinx puso una trampa. Le gustaba jugar a cupido. Ya saben lo que es.

    Con un vistazo, miré a mi reflejo en la ventana de la oficina. Me han estado saliendo varias canas desde que soy adolescente. No es muy sorprendente considerando lo que he visto. Era sorprendente que mi cabello no fuera totalmente blanco. Aunque esos espacios en blanco iban creciendo, y se veían extrañas en una persona de veinticuatro años, así que la semana pasada, Jinx le dio a mi cabello castaño un tono negro.

    El rostro que me miró todavía parecía como una extraña. No creo que me acostumbraré al cabello negro. Hacía ver mi piel pálida e inusual, en forma de almendra, ojos color ámbar que eran lo que más resaltaba. Me puse un par de gafas, saqué una gorra de baseball de mi mochila, y la puse en mi cabeza. Me sentía menos conspicua, lo que me ayudó a respirar mejor. Con mis vaqueros y camiseta, solo esperaba que el cliente no pensara que era un chico. No tenía las curvas de Jinx o el estilo femenino rockabilly. Envidiaba su habilidad para usar vestidos halter, su cabello estilo cincuentas y tatuajes de zorra. Incluso sus anteojos con pesado armazón retro eran súper lindos.

    Yo no era linda, especialmente no en la mañana.

    —Está bien, basta de detenerse —murmuré a mi reflejo.

    Abrí la oficina y encendí las lámparas del techo. Mis ojos escanearon la habitación mientras las luces iluminaban parpadeando y sonando. La cabeza de frenología en el archivero, usando un sombrero pasado de moda, siempre me daba un comienzo. Maldición, Jinx, esa cosa es horrible. Caminé e hice girar el sombrero. Doy un salto atrás agazapándome cuando una pluma accidentalmente golpeada rodó del estante y cayó al piso.

    No estaba segura por qué estaba tan asustadiza aquel día, pero no era una buena señal. Esperaba que solamente fueran los efectos de La Pesadilla. Necesitábamos el caso de hoy para estar más ligeras.

    Caminé por todo el lugar, asomándome en esquinas y sombras, hasta que corroboré que estaba completamente sola. En realidad, deberíamos limpiar algo de esto. Private Eye estaba lleno de una colección extraña de objetos de lo oculto, libros de detectives y películas noir.

    Mi compañera en la lucha contra el crimen, o al menos en la búsqueda del gato perdido de la abuela, tenía una obsesión con lo retro. El enorme teléfono negro en su escritorio parecía auténtico; pero supe que era una réplica. Tuve que responder una vez y no tuve ninguna visión desagradable del siglo pasado. Observé la pared detrás de su escritorio y sonreí. Jinx podría ser totalmente una de las actrices en los posters de películas que había en las paredes junto a su escritorio, si tan solo aquellas actrices tuviesen tatuajes y piercings.

    Mi escritorio tenía su propio encanto, aunque, encantos sería más adecuado. Con los años, había investigado protección mágica. No tenía ninguna habilidad mágica real, además de mi segunda visión, pero había muchos artículos que la persona común podía usar efectivamente. Hierbas, cristales, talismanes, símbolos de protección, los tenía todos... y la mayoría estaban dispuestos sobre o alrededor de mi escritorio.

    No es de sorprenderse que apenas tuviésemos dinero para pagar las cuentas. Gastaba una fortuna cada semana en el Emporio Mágico de Madame Kaye, una marca de Harborsmouth dirigida por Kaye O’Shay. Kaye es una dulce anciana, y una increíble bruja poderosa.

    ¿Disfrutas la vista previa?
    Página 1 de 1